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ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA SUPREMACÍA DE LA

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA RESPECTO


DE LOS TRATADOS INTERNACIONALES EN MATERIA DE DERECHOS
HUMANOS APROBADOS Y RATIFICADOS POR GUATEMALA
JORGE MARIO GARCÍA LAGUARDIA:1
“La supremacía de la Constitución tiene su origen en la fuente especialísima de
donde proviene, el poder constituyente, y esto es lo que le da el carácter de superioridad
sobre toda otra clase de normas que no tienen esa fuente originaria. Y se inspira en
principios político-constitucionales determinantes: la soberanía popular como base de la
organización política, la primacía de la persona humana sobre las instituciones del Estado y
el régimen de legalidad solamente justificado por su legitimidad.
Este principio de la supremacía se recoge con gran claridad y énfasis en tres
artículos de la Constitución: el 44, que indica que “serán nulas ipso jure las leyes y
disposiciones gubernativas o de cualquier otro orden que disminuyan, restrinjan o
tergiversen los derechos que la constitución garantiza”; el 175, que afirma que “ninguna ley
podrá contrariar las disposiciones de la Constitución. Las leyes que violen o tergiversen los
mandatos constitucionales serán nulas ipso jure”, y el 204, que establece que “los tribunales
de justicia en toda resolución o sentencia observarán obligadamente el principio de que la
Constitución de la República prevalece sobre cualquier ley o tratado.:.”
En este contexto debe interpretarse el artículo 46, que constituye una de las más
importantes innovaciones de nuestro régimen constitucional, y que expresa que: “se
establece el principio general de que en materia de derechos humanos, los tratados y
convenciones aceptados y ratificados por Guatemala, tienen preeminencia sobre el derecho
interno”, que introduce una nueva visión en el problema de la jerarquía normativa, que los
constituyentes omitieron resolver expresamente. Puede afirmarse que la fuente de esta
disposición están en el artículo 105 de la Constitución peruana, pero con diferencias
importantes, pues mientras, ésta atribuye a los tratados sobre derechos humanos “jerarquía
constitucional”, la nuestra les da “preeminencia sobre el derecho interno”, lo que ha abierto
la discusión sobre si en esa expresión se incluye la propia Constitución. Fuera del
argumento central del origen de las diversas normas, lo que da jerarquía superior a la
Constitución sobre todas las demás, debe tomarse en cuenta, además de las disposiciones
antes comentadas, la disposición del artículo 272, inciso e) de la Constitución, que atribuye
a la Corte de Constitucionalidad la competencia de “emitir opinión sobre la
constitucionalidad de los tratados”, sin hacer distingo entre ellos, lo que deja abierta la
posibilidad de su posible constitucionalidad. Así, el comentarista Gross Espiell afirma que:
“Los tratados sobre derechos humanos, en Guatemala, continúan situados bajo
la Constitución, pero tienen preeminencia sobre la ley ordinaria y el resto del
derecho interno. De tal modo, el orden jerárquico sería: 1) Constitución; 2)
Tratados ratificados sobre derechos humanos; 3) tratados ratificados sobre las
restantes materias y leyes ordinarias; 4) El resto del orden normativo interno,
en la posición que resulta del sistema constitucional y administrativo.”

1
García Laguardia, Jorge Mario. Política y Constitución en Guatemala. La Constitución de 1985. Procuraduría de Derechos Humanos. Guatemala, 1996. pp. 58-59.
LUIS PÁSARA.2
"El artículo 46 de la constitución guatemalteca "establece el principio general de
que en materia de derechos humanos, los tratados y convenciones aceptados y ratificados
por Guatemala, tienen preeminencia sobre el derecho interno". Entre los tratadistas ha sido
motivo de discusión y debate si esta preeminencia también debe entenderse respecto de la
constitución misma. La Corte de Constitucionalidad ha efectuado una interpretación que
interesa conocer.
En la Opinión Consultiva de 16.11.89 (Exp. 212-89), escuchada la opinión de quien
podía ser afectado por la opinión a emitirse --quien sostuvo que era aplicable al casar en
consulta "el artículo 23 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos [que] tiene
preeminencia sobre el derecho interno"--, la Corte se pronunció en sentido contrario y con
una argumentación inquietante, al concluir acerca de la supremacía del texto constitucional
en los términos que siguen:
"En este estudio no viene al caso el examen de la naturaleza de otras normas,
bien sea que pertenezcan al catálogo de derechos humanos, a las garantías de
pureza electoral o a la organización y estructura de los órganos del Estado,
pues no es admisible la supuesta recepción y menos superioridad de
disposiciones contrarias al espíritu y aún menos al tenor expreso de la
Constitución, que se encuentra por encima del Derecho Interno en cualquiera
de sus formas."
Con este razonamiento, la Corte interpretó: (i) que bajo el concepto de "Derecho
Interno" no debe incluirse a la propia constitución, y (ii) que no se admite la preeminencia
de norma alguna que resulte contraria a ella. La sentencia de 19.10.90 (Exp. 280-90) se
pronunció de manera algo distinta ante el argumento, ofrecido por una de las partes, en el
sentido de que un artículo de la constitución "se encuentra en contradicción con [ ... ] la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, la que dice, de conformidad con el
artículo 46 de la Constitución tiene preeminencia sobre el texto constitucional". La Corte
estableció que la "Convención no tiene preeminencia sobre la Constitución Política de la
República" pero elaboró un argumento interpretativo acerca del significado de la
supremacía del contenido de los instrumentos internacionales, en materia de dd.hh., sobre el
derecho interno, preceptuada en el art. 46:
"que la Constitución haya establecido esa supremacía sobre el Derecho
Interno debe entenderse como su reconocimiento a la evolución que en
materia de Derechos Humanos se ha dado y tiene que ir dando, pero su
jerarquización es la de ingresar al ordenamiento jurídico con carácter de
norma constitucional que concuerde con su conjunto, pero nunca con potestad
reformadora y menos derogatoria de sus preceptos."

2
El lugar de las normas de derecho humanos de origen internacional en el orden jurídico de Guatemala, según las decisiones de la Corte de Constitucionalidad. EN: UNIDAD
DE FORTALECIMIENTO INSTITUCIONAL. ASESORÍA EN ASUNTOS INDÍGENAS. MINUGUA. ANTOLOGÍA DE MATERIALES BÁSICOS PARA EL ESTUDIO Y
ANÁLISIS DE LA CUESTIÓN INDÍGENA, DESDE LA PERSPECTIVA TEÓRICO-ACADÉMICA, EL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS Y LA
INTERACCIÓN DE ÉSTE CON EL DERECHO INTERNO EN GENERAL Y DE GUATEMALA EN PARTICULAR. ANTOLOGÍA PREPARADA POR SERGIO L. PARRILLA
ANZUETO. GUATEMALA, JULIO DE 1996.
En suma, la Corte entendió, con mejor razonamiento que la sentencia antes citada,
que las normas de derechos humanos de origen internacional tienen rango constitucional;
pero en consecuencia, sostuvo:
"El artículo 46 jerarquiza tales Derechos Humanos con rango superior a la
legislación ordinaria o derivada, pero no puede reconocérsele ninguna
superioridad sobre la Constitución", puesto que: "únicamente el poder
constituyente o el refrendo popular, según sea el caso, tienen facultad
reformadora de la Constitución". Entender que, mediante la ratificación
de un instrumento internacional en materia de derechos humanos puede
resultar modificada la constitución, concluyó la Corte, implicaría agregar
una vía de reforma constitucional no prevista por ésta.
En la Opinión Consultiva de 18.5.95 (Exp. 199-95), la Corte ha sido aún más
precisa, al fundar su tesis de que las disposiciones contenidas en el Convenio 169 de la
Organización Internacional del Trabajo no son incompatibles con el texto Constitucional.
El argumento central de la Corte reposa en que, al establecer nuevos derechos sobre
pueblos indígenas, el Convenio 169 avanza sobre aspectos no contenidos en la constitución
de Guatemala que, sin embargo, no son contrarios a ella. A propósito de esta consulta, la
Corte reiteró la consideración interpretativa de su sentencia de 19.10.90, precisando que
reconocer preeminencia sobre el derecho interno a los instrumentos internacionales en
materia de dd.hh. equivale a:
"ingresar al ordenamiento jurídico interno aquellas normas que superen al
reconocimiento explícito de los derechos que ella [la constitución] posee, pero
nunca con potestad reformadora y menos derogatoria de sus preceptos".
Un caso de aplicación del criterio interpretativo formulado por la Corte se produjo
al consultársele si el recurso de gracia tiene vigencia en Guatemala (22.9.93; Exp. 323-93),
siendo así que el mismo está reconocido en los pactos internacionales pero no en el texto
constitucional. La Corte reconoció la vigencia plena en Guatemala de la Convención
Americana (art. 4) y del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 6), que
establecen el mencionado derecho. Desde esa premisa, la Corte razonó así:
"no existiendo disposición en contrario en la Constitución de la
República, sino simplemente su omisión en estipular otros recursos en los
casos de pena de muerte, por la aprobación y ratificación de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, ésta ha pasado a
formar parte del derecho interno vigente, por lo que su aplicación es
inexcusable. En consecuencia, puede afirmarse que de conformidad con
la Convención citada toda persona condenada a muerte tiene expedita la
vía del RECURSO DE GRACIA".
En similar razonamiento respecto al Pacto, la Corte reiteró:
"estas disposiciones del Pacto son perfectamente aplicables en Guatemala,
pues en la Constitución lo que existe es una omisión de tales recursos o
beneficios, pero no hay disposición expresa que los excluya [ ... ] Por lo tanto,
el RECURSO DE GRACIA asume la calidad de un recurso legal pertinente y,
por ende, admisible contra la sentencia que imponga la pena de muerte".
De modo equivalente, la Corte ha reconocido la vigencia de otros instrumentos
internacionales en materia de derechos humanos debidamente ratificados por Guatemala y
cuyo contenido no resulta contrario al texto constitucional. Así, la Corte ha aplicado las
normas contenidas en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados y el Protocolo del
Estatuto de los Refugiados (Gaceta Jurisprudencial, XX, pp. 173-174).
En suma, la Corte de Constitucionalidad entiende que el lugar de las normas de
derechos humanos de origen internacional en Guatemala es constitucional y, por lo tanto,
supralegal. Esto significa que las mismas --una vez ratificadas por el estado guatemalteco--
tienen preeminencia sobre las leyes ordinarias del país, pero no sobre la constitución. Este
criterio no siempre ha sido respaldado por la unanimidad de los integrantes de la Corte. Así,
en un voto razonado disidente (Sent. De 21.5.87; expedientes acumulados 69-87 y 70-87)
aparece la interpretación según la cual el art. 46 de la constitución introduce a las normas
de derechos humanos de origen internacional en el orden jurídico guatemalteco con una
jerarquía superior a la propia constitución:
"La Constitución Política de la República -derecho interno-, dejó de estar
en la cúspide de la pirámide jurídica, al reconocer en este campo la
existencia de leyes supra-constitucionales, como lo son los tratados y
convenciones aceptados y ratificados por Guatemala. Me atrevo a
afirmar que en torno a los derechos humanos ha sufrido una grieta muy
grande el principio de preeminencia o prevalencia constitucional".
Esta interpretación incluyó la propuesta del método a seguir, por el juzgador, en
materia de derechos humanos:
"Como consecuencia cuando se plantea la inconstitucionalidad de una ley,
cuyo contenido se relaciona o afecta los derechos humanos, debe confrontarse
en primer lugar con los tratados y convenciones ratificados por Guatemala y
luego con las normas de la Constitución de la República".
No ha sido ése el criterio seguido mayoritariamente por la Corte, que ha sido
examinado. Este criterio, pese a haber sido claramente establecido, no parece haber
alcanzado el nivel que debiera en su aplicación a todos los casos pertinentes. Por lo menos,
no se ha usado para modificar el procedimiento del recurso de exhibición personal, en el
que la jurisprudencia ha sostenido reiteradamente que no es susceptible de apelación el auto
que declara improcedente la exhibición personal solicitada.
En la sentencia de 18.7.95 (Exp. 154-95), la Corte se pronunció como tribunal
extraordinario de amparo en un caso de exhibición personal en el que la Corte Suprema de
Justicia había declarado improcedente el recurso de apelación contra el auto denegatorio de
la exhibición personal, sin entrar a conocerlo. El recurrente citó al respecto los artículos 8 y
25.1 de la Convención Americana, así como el art. 14 de Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, que establecen el derecho de recurrir el fallo, cuyo contenido sea
considerado atentatorio contra los derechos del recurrente, ante juez o tribunal superior.
En este caso, la Corte de Constitucionalidad sostuvo la validez del procedimiento de
exhibición personal de única instancia; en consecuencia, concluyó en que el recurso debía
denegarse y fundó esa tesis en tres consideraciones: (i) "la exhibición personal, se
caracteriza por ser un procedimiento antiformalista", (ii) "en caso la resolución del juez
fuere desfavorable, ésta no constituye cosa juzgada, no formal ni material; en consecuencia,
la Exhibición Personal puede plantearse las veces que resulte necesario", y, (iii) "la
aplicación supletoria de las disposiciones relativas al amparo no permite hacer extensible el
recurso de apelación a un procedimiento caracterizado por su celeridad". Debe notarse que
el texto de la sentencia no hizo referencia alguna a las disposiciones de la Convención
Americana y del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
La interpretación elegida en este caso no parece tener sustento bastante. El derecho
de que un fallo desfavorable a las pretensiones del recurrente sea revisado por un tribunal
superior no puede ser desconocido en nombre del antiformalismo o la celeridad. Obsérvese,
además, que la vía sugerida por la sentencia -volver a plantear el recurso de exhibición
personal-- atenta contra la economía procesal invocada.
La sentencia comentada resulta todavía menos satisfactoria al conocerse que la
Corte no ha seguido en otras materias el criterio expuesto en relación con la exhibición
personal. Así, en la sentencia de 3.8.93 (Exp. 454- 92), la Corte encontró que un dispositivo
del Código Procesal Civil y Mercantil, que impide apelar en ciertos casos al arrendatario,
contradice la constitución y, en particular, el derecho a la igualdad, y los derechos de
defensa y de libre acceso a los tribunales. Tampoco en este caso intervinieron en el
razonamiento del tribunal los contenidos de las normas internacionales en materia de
dd.hh."
ANTONIO A. CANCADO TRINIDADE
"Los tratados de derechos humanos benefician directamente a los individuos y
grupos protegidos. Cubren relaciones (de los individuos ante el poder público) cuya
reglamentación era en el pasado del dominio propio del derecho constitucional. Y diversas
de las Constituciones modernas, a su vez, remiten expresamente a los derechos consagrados
en los tratados de derechos humanos (v. supra), a un mismo tiempo revelando una nueva
postura ante la cuestión clásica de la jerarquía normativa de los tratados internacionales
vigentes así como concediendo un tratamiento especial o diferenciado también en el plano
del derecho interno a los derechos y garantías individuales internacionalmente consagrados
(v. supra). Rigiendo la misma gama de relaciones, de los individuos ante el Estado, el
derecho internacional y el derecho interno apuntan aquí en la misma dirección,
coincidiendo en el propósito básico y último de ambos de la protección del ser humano.
No hay más pretensión de primacía de uno u otro, como en la polémica clásica y
superada entre monistas y dualistas. En el presente dominio de protección, la primacía es de
la norma más favorable a las víctimas, sea ella norma de derecho internacional o de derecho
interno. Este y aquél aquí interactúan en beneficio de los seres protegidos. Es la solución
expresamente consagrada en diversos tratados de derechos humanos, de la mayor
relevancia por sus implicaciones prácticas. Merecedora de la mayor atención, ha
curiosamente pasado casi desapercibida en la doctrina contemporánea.[...]
El criterio de la primacía de la norma más favorable a las personas protegidas,
consagrado expresamente en tantos tratados de derechos humanos, contribuye en primer
lugar para reducir o minimizar considerablemente las supuestas posibilidades de
"conflictos" entre instrumentos legales en sus aspectos normativos. Contribuye, en segundo
término, para obtener mayor coordinación entre tales instrumentos, en dimensión tanto
vertical (tratados e instrumentos de derecho interno) como horizontal (dos o más tratados).
En lo concerniente a esta última, el criterio de la primacía de la disposición más favorable a
las víctimas ya a fines de la década del cincuenta era aplicado por la Comisión Europea de
Derechos Humanos (petición n. 235/56, de 1958-1959), y recibió reconocimiento judicial
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la Opinión Consultiva de 1985 sobre
la Colegiación Obligatoria de Periodistas. Contribuye, en tercer lugar, como señalamos en
nuestro curso proferido en la Academia de Derecho Internacional de La Haya en 1987, para
demostrar que la tendencia y el propósito de la coexistencia de distintos instrumentos
jurídicos -garantizando los mismos derechos- son en el sentido de ampliar y fortalecer la
protección. Lo que importa en el último análisis es el grado de eficacia de la protección, y
por consiguiente ha de imponerse la norma que en el caso concreto mejor proteja, sea ella
de derecho internacional o de derecho interno."3
Para concluir este apartado, cabe anotar que en el tratamiento del rango o jerarquía
que le corresponde, en el sistema jurídico, a los Instrumentos Internacionales de Derechos
Humanos ratificados por Guatemala, los expertos en la materia involuntaria o
intencionalmente obvian dos elementos:
a) el Preámbulo de la Constitución establece que los Constituyentes "... afirmando la
primacía de la persona humana como sujeto y fin del orden social; ( ... ) decididos a
impulsar la plena vigencia de los Derechos Humanos dentro de un orden institucional
estable, permanente y popular, donde gobernados y gobernantes procedan con absoluto
apego al Derecho." De esta cuenta, los Constituyentes promulgaron una Constitución
Política dirigida a garantizar la plena vigencia de los Derechos Humanos. Es
precisamente bajo esta perspectiva que debe analizarse la jerarquía de los Tratados de
Derechos Humanos;
b) el artículo 1 establece que el Estado de Guatemala se organiza para proteger a la
persona y a la familia y que su fin supremo es la realización del bien común;
c) el artículo 46 de la Constitución Política de Guatemala, que establece la preeminencia
del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, ratificado por Guatemala, se
encuentra ubicado al final del Capítulo I sobre Derechos Individuales, con el cual se
inicia el Título II relativo a los Derechos Humanos. De acuerdo con la doctrina
constitucional moderna, es precisamente el tema de los derechos individuales
fundamentales, el eje en torno al cual gira el resto de las disposiciones constitucionales;
d) Jorge Mario García Laguardia, en el texto ya citado, sostiene que “La supremacía de la
Constitución tiene su origen en la fuente especialísima de donde proviene, el poder
constituyente, y esto es lo que le da el carácter de superioridad sobre toda otra clase de
normas que no tienen esa fuente originaria." (Pág. 58). Sin embargo, al considerar la

3
Cancado Trinidade, Antonio. REFLEXIONES SOBRRE LA INTERACCIÓN ENTRE EL DERECHO INTERNACIONAL Y EL DERECHO INTERNO EN LA PROTECCÓN DE
Los DERECHOS HUMANOS. Colección: Cuadernos de Derechos Humanos 3-95. Procuraduría de Los Derechos Humanos. Guatemala, 1995. pp. 36-39.
jerarquía de los Tratados de Derechos Humanos, obvia lo preceptuado por el artículo 3
de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad (Decreto 1-86 de la
Asamblea Nacional Constituyente), el cual establece que NO OBSTANTE que la
Constitución prevalece sobre cualquier ley o tratado, en materia de derechos humanos,
los tratados y convenciones ratificados por Guatemala, prevalecen sobre el derecho
interno;
e) por encima de la discusión sobre la preeminencia constitucional o no de los tratados,
debe considerarse que tanto el artículo 46 constitucional y el 3 de la Ley de Amparo,
Exhibición Personal y de Constitucionalidad, se refieren a tratados y convenciones
ACEPTADOS Y RATIFICADOS por Guatemala, esto es, que ingresaron al sistema
jurídico nacional sin haber sido considerados inconstitucionales;
f) finalmente, se debe entender que la preeminencia de Los Tratados y Convenciones en
materia de derechos humanos, aceptados y ratificados por Guatemala se refiere a
disposiciones que: no son inconstitucionales (no violan la Constitución) y mejoran la
protección de los derechos humanos establecida por la Constitución Política de
Guatemala.

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