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ALGUNAS CONSIDERACIONES

SOBRE EL PROCESO CREATIVO

DOCTORADO EN APLICACIONES DEL ARTE A LA INTEGRACION SOCIAL:


ARTE, TERAPIA Y EDUCACION EN LA DIVERSIDAD

Denisse Angélica Nadeau Herrera

Febrero 2009
“Busco la palabra "crear" en un diccionario y encuentro: "traer a la
existencia". Una creación puede ser "un producto de la mente humana".
No es seguro que "creatividad" sea un término aceptable para un erudito.
Para mí, vivir creativamente significa no ser muerto o aniquilado todo el
tiempo por la sumisión o la reacción a lo que nos llega del mundo;
significa ver todas las cosas de un modo nuevo todo el tiempo. Me refiero
a la apercepción, que es lo contrario de la percepción” (Winnicott D., 1970,
p.1644)

He querido comenzar con esta cita de Winnicott, porque define de


alguna forma lo que para mí ha significado crear. Por lo tanto quisiera
guiar este recorrido teórico desde esta conceptualización, es decir,
pensando en la creación como algo que da existencia, que da vida.
Tratando por lo tanto de responder a las preguntas que me han surgido
desde allí. ¿En qué consistiría el proceso creativo y cuál sería su aporte
psicoterapéutico?
El concepto de proceso creativo, ha sido definido desde distintos
ámbitos, pero para efectos de este trabajo se tomaran algunas aportaciones
desde la psicología y el psicoanálisis, debido a su objetivo de interés como
aporte al trabajo psicoterapéutico.

Una de las definiciones desde la psicología tiene que ver con asociar el
proceso de creativo con los sueños. Desde esta perspectiva, a la creación se
le otorgarían características como el proceso del sueño, es decir, el proceso
creador se definiría, como un proceso que implicaría estados de
desorganización con su posterior reorganización o reintegración. “La
creación es un proceso que se parece a la actividad onírica, supone
estados de desorganización temporal con ruptura de estructuras
establecidas y su posterior reintegración” (Omenat M., 2006, p. 6)
La creación artística entendida como proceso y como operadora de
significados ha sido abordada desde el campo del psicoanálisis partiendo
con Sigmund Freud (1914) quien trabajó desde las motivaciones que
movilizan la creación. Motivaciones que atribuyó un origen inconsciente y
pulsional (1) Las personas satisfacerían la pulsión sexual restante, que no
logra ser reprimida (2), a través del mecanismo de defensa de la
sublimación.
En cuanto a la sublimación Freud plantea que la pulsión se sublima, en la
medida que es encausada hacia un nuevo fin, no sexual, apuntando hacia
objetos valorados socialmente. Distingue el concepto de sublimación del
de idealización:“la sublimación describe algo que sucede con la pulsión, y
la idealización algo que sucede con el objeto” (p. 91). En síntesis la
sublimación sería para Freud (1915) un destino de la pulsión que, puede
presentarse como una variedad de la defensa contra las pulsiones.
Posteriormente siguiendo las aportaciones del psicoanálisis, Melanie Klein
(1930) y seguidores relacionan el proceso creativo con la simbolización y
la reparación a través de la sublimación. Para esta autora la creación
tendría que ver con la reparación, toda creación seria una re-creación de un
objeto destruido en el interior. El sentimiento de vacío interior, que
resultaría de la angustia arcaica de destrucción del cuerpo materno,
empujaría hacia la actividad artística (por ejemplo el dibujo y la pintura),
hacia la creación; es decir, el mecanismo de la sublimación sería el
resultado y el proceso de la destrucción. En el inconsciente del niño y del
adulto existiría la necesidad, por fantasías destructivas, de hacer sacrificios
para “reparar” a las personas amadas, ya que dañarlos le produciría culpa
(Klein & Rivière, 1960). La reparación se basaría en el reconocimiento de
la realidad psíquica, en la vivencia de dolor que ésta causa y en la adopción
de una acción adecuada para remediarla tanto en la fantasía como en la
realidad (Segal, 1964).
Por lo tanto, la reparación en el niño tendría gran influencia en las
relaciones humanas, en la actitud social, el amor, la culpa y los futuros
deseos de reparar creativamente (Klein & Rivière, 1960).

Donald Winnicott (1970) por su parte también dio aportes con respecto a
lo creativo, para él, el proceso terapéutico tendría que ver, con la apertura
del psiquismo al juego y la creación. Y los procesos creadores se darían
en un espacio intermedio entre la madre y el hijo, espacio potencial.
Espacio potencial donde el bebé en primera instancia crearía el objeto
transicional que sería “quizás un pedazo de tela que alguna vez fue parte
de la colcha de su cuna, o de una manta, o una cinta con la que su mamá
se sujetaba el cabello. Es un primer símbolo y representa la confianza en
la unión del bebé con la madre, basada en la experiencia de la
confiabilidad de la madre y de su capacidad de saber lo que el bebé
necesita, gracias a su identificación con él (…) Este es el comienzo y debe
perderse en el proceso de presentación del mundo real, del principio de
realidad; pero en la salud hallamos el modo de vivir creativamente y
recobrar así el sentimiento de que las cosas tienen sentido. El síntoma de
una vida no creativa es el sentimiento de que nada tiene sentido, de
futilidad" (p.1648-1649)
Winnicott insiste en que para vivir creativamente, no se necesita ningún
talento especial. Sería una necesidad universal y una experiencia universal,
e incluso un esquizofrénico encerrado en sí mismo y confinado al lecho
puede estar viviendo creativamente en una actividad mental secreta, y por
lo tanto en cierto sentido puede ser feliz. Pues sería de alguna forma la
angustia, la energía subyacente a la creatividad propia del artista.

Hector Fiorini (1995) psicoanalista contemporáneo, toma las aportaciones


de Freud y Winnicott, concluyendo así, que la creación sería un impulso
para crear reorganizaciones nuevas.
También hace mención como la obra de Sartre “El ser y la nada”, lo inspiró
para pensar en su tópica de los procesos creadores:
“El planteo de Sartre es esencialmente éste: el ser humano tiene la
posibilidad de cerrar una forma, de instaurarse en un modo de ser y de
quedar ahí, si se congela ahí el se convierte en un objeto, porque lo
esencial a un objeto es tener forma, materia, sustancia, modo de ser en si,
es decir de obedecer a ciertas cualidades estables que lo definan como tal,
haber quedado definido. Entonces Sartre dice: lo esencial del ser humano
es no aceptar quedar reducido a ese estado de objeto sino que ante la
posibilidad de ser algo definido en si, ya fraguado, el ser humano tiene
una operación básica que es crear nada” (Fiorini, 1999, p. 101)
Existiría entonces un empuje del psiquismo creador contra la “amenaza
capturante” de las formas ya establecidas, lo conocido. Considera este
empuje como pulsional, que apunta a desorganizar lo establecido para
explorar en nuevos espacios desconocidos. Esta tensión entre lo dado y lo
desconocido es la lucha que se produce en el interior del psiquismo, es la
dinámica creativa. La creación implicaría atravesar límites, transgredirlos,
lo cual provocaría ansiedad y placer a la vez. Por un lado placer ante la
experiencia de liberación por lo nuevo, y angustia o ansiedad por el caos o
cierto vacío, vacio metafórico ante el espacio en blanco, ante el papel en
blanco. Romper lo establecido para crear nuevos caminos, implicaría un
tiempo intermedio donde aun no se ha producido nada.
Fiorini (citado por Lopez M. & Martinez N., 2006) daría a conocer distintas fases
en el proceso creador:

1. Fase de exploración: en esta fase se desarman los objetos dados, se


produce un caos para enfrentar la nada, el vértigo, y la experiencia
de lo imposible. El sujeto se encuentra en un espacio de pérdida,
desidentificado y destituido, todo esto a nivel inconsciente.

2. Fase de transformaciones: en esta etapa viene la producción de


formas, de nuevas formas, gracias al anterior caos se podría dar una
apertura a la construcción de nuevos objetos, nuevas formas y
relaciones, cambiar lo real por lo posible y en ese posible hacer nacer
un nuevo real. El sujeto.

3. Fase de culminación de la búsqueda.


4. Fase de separación: una vez ya formado el objeto de creación, se
debe producir un alejamiento del sujeto con su objeto, dando la
posibilidad de procesos de duelo para luego continuar un destino de
creación.

El psiquismo creador conseguiría establecer a través de nexos simbólicos


un registro de movilidad, de empuje vital, que llega a las zonas detenidas,
donde otras dimensiones de vacío, de nada, han fraguado. Será ese lazo
simbólico, el que, en palabras de Fiorini, con todo ese trabajo de
simbolización que es propio de los procesos creadores enlace diferentes
modos y lugares de nada pertenecientes a diferentes sistemas (Lopez M. &
Martinez N., 2006)

Otro psicoanalista reconocido, que también definió el proceso de creación,


fue Didier Anzieu (citado por Lopez M. & Martinez N., 2006) quien da a
conocer cinco fases en el trabajo de creación:

1. El sobrecogimiento creador: con esto haría referencia a que se daría


un movimiento regresivo profundo unido a una crisis interna,
movilizando representaciones arcaicas. Esta etapa se caracterizaría
por la regresión (4)

2. Toma de consciencia de representantes psíquicos inconscientes, en


esta fase se tomaría consciencia de materiales inconscientes.

3. La corporeización, esta etapa implicaría trasladar la representación a


un material codificadamente. Para este autor esta sería la fase de
creación por excelencia, donde se estructuraría elementos no
pensados en un principio.

4. La composición, en esta etapa se erigiría el género y disposición del


objeto creado, primaría el proceso secundario (proceso racional).
5. La producción, esto es cuando esta ya la obra terminada, la obra
debe someterse a la mirada y las palabras del otro, hacerse externa al
sujeto.

Daniel Malpartida (2007) fundador del Estudio de Arte y Psicoanálisis en


Chile, tiene como base para su trabajo la concepción de que el proceso
creativo y el acto de hacer arte contiene cualidades terapéuticas, que
inciden en el proceso de crecimiento personal y rehabilitación.
Le otorga las siguientes características al proceso creativo en su trabajo:

La consigna

“El proceso apunta al despliegue creativo por sobre la psicopatología.


Expresión sin objetivo técnico. No esperamos que la persona haga o
realice un “arte respetable. Es una consigna donde la asociación va en
busca y se encuentra con las imágenes antes que las palabras. Es una
meta comunicación que presenta varios campos posibles de compresión
(…) Es una tarea de asociación en imágenes (…) Las imágenes, -como lo
destacara Freud- yacen más cerca del inconsciente, adueñarse de las
imágenes personales y elaborar con ellas es la tarea principal”.

Además las imágenes por su origen y calidad son primarias, son


representaciones de cosa y presentaciones de algo nuevo puestas sobre un
soporte que es también un espacio emocional.

La co-participación

En este punto se le daría a conocer al paciente que la creatividad es


inherente al ser humano y que el acto de hacer arte es en un enfoque
relacional, donde el proceso de autoobservación es fundamental junto con
el despliegue de la subjetividad en todas sus vicisitudes.

Y el objetivo terapéutico se cumpliría en el proceso.


Inscripciones

En el trabajo de psicoterapia a través del arte se realizaría un trabajo de


inscripción libidinal sobre el soporte a través de los trazos, las pinceladas,
los símbolos, la metáfora, mediante el color etc.

Lo plantearía pensando en los procesos de la inscripción pulsional y los


procesos de sublimación, dando a entender que sería un trabajo de
inscripción sin palabras.

Dimensiones

Se trabajaría en ya sea bidimensionalmente en cuanto a la producción


material en pintura, dibujo, manchas, garabatos, collages e incluso, la
fotografía. Esta expresión estaría relacionada con la imagen.

Y también plantearía la expresión tridimensional y sus efectos, actividad


aplicada al acto de hacer artefactos, esculturas, armazones etc.

De la relación

La psicoterapia psicoanalítica a través del arte que trabaja Malpartida, no es


psicoanálisis aplicado al arte, distinción importante a considerar, debido a
que lo que la diferencia es que se configura a partir de dos personas y un
objeto de arte, el producto, la obra.
Relación que se llevara a la comprensión en conjunto de la obra, porque lo
que importaría seria “el proceso de hacer arte en la relación
psicoterapéutica (…) La relación no tiene espacio, no puede ser localizada
pero se la vive, se la siente y se la entiende cuando el trabajo evoluciona,
porque lo que importa es el proceso”
Cualidades psicoterapéuticas del trabajo de psicoterapia psicoanalítica
a través del arte

- Descubrimiento de habilidades, gracias al acto de hacer y el vínculo


que fortalece la identidad.

- La sublimación, proceso que posibilitaría transformar lo inaceptable


de la propia persona en algo aceptable a través de la obra,
desplazando lo intolerable, simbolizándolo he integrándolo de otra
forma.

- El acto creativo, permite la realización de deseos en la fantasía


proyectada, investigarlos y analizarlos.

- A través del arte se podría expresar una serie de conflictos,


inconscientes o no, que muchas veces no pueden ser dichos en
palabras.

- Reparación: la creación y la recreación, disminuiría la culpa,


reparando el daño que se cree haber realizado en la fantasía.

- El placer de la repetición: pintar, dibujar, rayas, manchar, hacer


garabatos, grafitis, pegar, grapar perforar etc. “La experiencia de
hacer arte, encuentra en la repetición de la experiencia, uno de sus
valores y sentidos máximos. La repetición –el placer de hacer-
relaciona en su proceso de placer la experiencia de continuidad, la
educación de los sentidos, el reconocimiento de los colores, formas
y contenidos personales”.
- Expresando lo que no es posible con palabras; si bien no tendríamos
acceso directo al inconsciente, si se podrían observar sus
producciones o expresiones, que no estarían regidas por el lenguaje
discursivo.

- Autoconocimiento, a través de la creación de autoimágenes y auto


representaciones, mediante las cuales la persona se relaciona con el
entorno.

Francisco Coll Espinoza (2006) psicólogo psicoanalista director del


Máster de ArteTerapia de la Universidad de Murcia, da a conocer en su
artículo “Proceso creativo y simbolización en la clínica del arteterapia” las
siguientes aportaciones:

Lo creativo se trataría de movimientos que tienen que ver con las


representaciones del sujeto, con movimientos destinados a relajar las
tensiones del sujeto. En el acto creador, apuntaría a la construcción desde
lo innombrable, desde la distancia entre la emoción y el lenguaje, “En
palabras de Lacan “el acto creador es la sublimación por metáfora y
transformación del objeto…la función que el objeto artístico tiene como
representación material de aquello que por su propia naturaleza es
imposible de imaginar. Así el objeto creado, por ser objeto y por haber
sido creado, es portador y testimonio de la huella de lo humano en ese
vasto territorio de lo imposible. El psicoanálisis coloca en el centro de su
experiencia aquella “medida infinita” que se llama deseo, mientras que el
arte por organizarse alrededor de ese vacío” (p. 154)

Por tanto el proceso creador acentuaría las siguientes apreciaciones:

Supone la creación de otra superficie “la del acontecer”.


Este concepto hablaría de que el sujeto vive intentando hacerse un espacio
para desarrollarse, un lugar en la vida, entonces la “superficie del
acontecer” le daría una seguridad psíquica, para generar la ilusión de lo
nuevo, de las experiencias por venir.

“La “superficie del acontecer” es ya el espacio interior que inauguramos


y preparamos al pensar en algo, al sentirnos confiados para algo. Es
también la prolongación de lo subjetivo a advenir, la sombra confiada y
prolongada que augura la subjetividad propia. Podría decirse que es el
espacio genuino que configura la creación” (p. 155)

Dialogo interno

Esto haría referencia a una tensión interna por hallar la idea y la forma a
crear, o la idea de la obra a realizar.

La comunicación interna que se produce gracias al proceso de búsqueda de


la idea y de la forma permite a quien se encuentre en este proceso ponerse
en un lugar subjetivo diferente. A medida que se comience a crear algo se
irá estableciendo distancia entre el autor y la obra, lo que obligará al autor a
hacer un ejercicio de afirmación de que la obra le pertenece, estableciendo
un dialogo con la obra, que le aportara una sensación de inquietud pero de
conciencia de sí, llevándolo al final a una sensación de existir a una “visión
amable del Yo(…) a la creación de nuevos vínculos y modos de
reconocerse y de conocer la realidad y los otros”(p.155)

Este dialogo interno que se produce en la creación buscaría espacios de


extensión interna.

El dialogo con la obra

En un comienzo la dirección en el proceso creador está claramente definida


hacia la acción, pero luego no están claro de donde surgen las ideas para
continuar, ya que las imágenes de la obra en construcción van tomando una
importancia determinante en como continuará, entonces se convertiría en
un dialogo entre el autor y la obra dando pie a la acción creadora. “aunque
el sujeto, por estructura, es creativo, la creación se da cuando el sujeto
permite trabajar sus diferencia y encontrar la subjetividad en ese trabajo”
(p. 156)

Supone un encuentro con un espacio interior e inquietante

Interior e inquietante, en el sentido que supone un encuentro con lo


desconocido de uno mismo, con el vacio del deseo.

“El proceso creador se configura alrededor de esos sentimientos más


íntimos ligados a los más presentes, pero que a su vez se viven como
lejanos y extraños. Justamente por eso es “creación”, porque se sitúa en el
espacio psíquico que hay entre lo interno y externo. Ubicándolos en un
mismo espacio, no como diferenciados” (p. 157)

Es un despliegue pulsional, un “hacerse” en la obra

“El termino de pulsión, acuñado por Freud, no es solo aquello que

liga lo psíquico y lo somático; lo que Freud nos enseño es que la pulsión


es el cuerpo emocionado, es la fantasía emocionada del cuerpo, de sus
órganos, de su funcionamiento, de su dominio. Es lo que nos permite
“pensarlo”, desearlo”” (p. 157)

En este sentido el acto creado sería un acto pulsional, que se vincularía con
el exterior, es decir, sería el acto de vinculación de nuestro estar afectivo
con el exterior.

Crear también significa diferencia


Es decir que el proceso creador es también un proceso de diferenciación,
una diferenciación de la representación del sí mismo “un lugar desde
donde pensar-se (…) el acto creativo viene a ese lugar, a un lugar
inhabitado. Al guion que se escribe cuando se enuncia el sí-mismo; este es
el efecto del encuentro agradable o inquieto del sujeto ante la obra
creada” (p. 157)

El objeto creado abre un lugar añorado, deseado y desconocido

Abre un nuevo camino que seduce al sujeto pero que a la vez lo puede
paralizar, un lugar intermedio. “El acto creador se sitúa entre el sujeto y el
lenguaje, entre el sujeto y su representación (no es la representación) (…)
es la re-creación de los símbolos que empujan la representación. Por ello,
siempre existen dificultades de verbalización de lo creado” (p.158)

El verdadero trabajo seria el trabajo con lo nuevo de uno mismo, esto sería
lo esencial en el trabajo arteterapeutico.

El objeto creado supone una paradoja

Por una parte un encuentro logrado; esto se refiere a que el sujeto siempre
se sentirá seducido de alguna forma por su propia obra. Y un encuentro
fallido por otro lado; porque el sujeto nunca termina de ver-se en su
creación resultándole siempre de alguna forma ajena e inquietante
“siguiendo a Winnicott: el sujeto accede a la subjetividad desde una
posición que se podría llamar depresiva, pero no en tanto por la sensación
de una pérdida y, por tanto, sensación de desubicación del destino de sus
afectos, si no porque las primeras experiencias de vida se da desde el
cuidado de otro que nos proporciona la placidez existencial. El siguiente
paso del bebé, es el de identificarse en esa placidez a través de la
incorporación al medio sostenedor; por ello la emoción siempre es
emocionada. El acto creador es, de algún modo, una re-creación de ese
tiempo inicial, siendo la obra un objeto subjetivo que envuelve nuestra
subjetividad” (p.161).

El objeto que se crea, sería un objeto no pensado, que serviría de puente


entre el sujeto y lo inconsciente, entre el yo y la conciencia, entre el yo y el
otro; el proceso de creación se situaría casi siempre en el tiempo de la
sorpresa, de lo que no se puede decir, lo inefable, de lo otro de uno.

Para Lacan (1961, cit. por Coll F. coord., 2006) el objeto artístico sería algo
inscrito en el registro de “lo real” “la obra de arte es irreductible,
inabarcable, no se deja apresar por las significaciones y las explicaciones.
Por el contrario (…) se muestra, acontece en la creación misma (…)
bordea el vacio, explora ese agujero primario – que está en el origen de
nuestra constitución como sujetos – por el que se no ha escapado
irreversiblemente el goce de “lo real” (sustituido por el goce imaginario)”
(p.162)

Para el arteterapeuta Jean- Piere Klein (2006), en el proceso creativo en


arteterapia, se trataría de crear puestas en escena imaginarias de uno mismo
“ declinaciones de la propia identidad a través de formas artísticas en un
proceso creativo que provoque progresivamente la transformación del
sujeto creador, que le atribuya un sentido, partiendo de sus dolores y sus
violencias, de sus locuras y también de sus alegrías, de la intensidad de
sus ideales y la de sus fuerzas oscuras, para hacer de todo ello material
para un desarrollo personal (…) El sujeto ha llegar a comprender que a
través de su proceso se incorpora al movimiento propio del ser humana
intentando ser un poco más el sujeto del propio destino” (p. 12)

Finalmente, la arteterapeuta Monse Omenat (2006) da a conocer según su


experiencia que el proceso creador tiene una serie de características:
El tiempo, es un elemento muy importante que se transforma en la
creación, puede haber una sensación de que el tiempo se detiene ,que
transcurre a un ritmo diferente al externo o cronológico, el tiempo de
creación no tiene que ver con el tiempo establecido convencionalmente,
sucede algo como lo que plantea Freud con respecto a la atemporalidad del
inconsciente.
El material, el hecho de entrar en contacto con el material ya produce
cosas, durante este proceso se dan transformaciones. Por ejemplo si hay
dificultades con el material, obliga a indagar en otras posibilidades distintas
a las anteriores.
La actividad creadora podría decirse, es un proceso de construcción del
pensamiento, donde el pensamiento va y viene entre la imagen y la acción
construyendo la forma.
Los espacios, en el proceso de creación pueden existir espacios para lo ya
dado como para la generación de “imposible”, desorganizando formas
construidas y organizando formas nuevas, que llevaran a nuevos sentidos.
Espacios donde pueden converger o divergir fuerzas, una tensión entre
contrarios.
Libertad creativa, esto haría referencia a la importancia vital que tiene en
el proceso creativo permitirse o darse permiso a intervenir libremente.

Monse Omenat, basándose en su recorrido creativo, considera cuatro etapas


o fases por las que pasa el sujeto durante su creación:

Fase Inicial: Es donde aparecería la primera idea, momento en el cual se


pone en juego la capacidad o la forma de enfrentar la tarea. Puede requerir
mucho tiempo y es donde surgen las dudas, los supuestos. Etapa en la cual
el sujeto se enfrenta al vacío, tratando de “atrapar” alguna cosa o idea.
En esta fase puede aparecer como dificultad la excesiva ansiedad o angustia
para iniciar la tarea, lo cual también puede producir un bloqueo del
proceso.

Segunda Fase: es la etapa de búsqueda de la forma, una fase de


exploración en búsqueda de soluciones. Partiendo de lo conocido para
desarmarlo y luego poder encontrar formas nuevas o repetir las ya
conocidas. Suele producirse la sensación de atemporalidad, dándose una
comunicación entre creador y su obra.

Un aspecto importante a considerar y observar en esta etapa es la tendencia


a la repetición que se puede dar en algunas personas debido a temores que
le provoca lo desconocido. También puede manifestarse la resistencia al
cambio, por ejemplo se puede observar en no probar con nuevos materiales
o con los cuales pueda ensuciarse, lo cual puede lentificar el proceso.

“Un tiempo marcado por la creación, que articula repetición y cambio,


atenta al cambio pero también a la repetición, a aquella sintomática y
aquella reparadora” (Lopez M. & Martinez N., 2006, p. 16)

Tercera Fase: finalización de la realización, en esta etapa se encuentra


alguna solución y se siente que se ha finalizado. Pueden presentarse
dificultades para dar por completa la obra como conectarse con
sentimientos de pérdida o “final”.

En esta etapa el creador se encuentra con su obra ya finalizada, lo cual


puede producirle falta de aceptación de la misma, ya sea por un juicio
estético propio o por miedo al juicio del otro.
Cuarta Fase: separación de la obra, en esta etapa se produce el
distanciamiento de la obra, se trata de ofrecerla para que el otro la mire y
que el mismo creador tome distancia y la observe. Es poner distancia para
la generación de un nuevo ciclo de creación.

El separarse de la obra puede llevar a procesos de duelo, surgiendo


dificultades para separarse de ella y de alguna forma abandonarla.

Los diferentes aspectos observados de cada etapa del proceso creativo de


cada paciente dan información sobre las ansiedades y defensas que utiliza,
así como también de las capacidades comunicativas y expresivas que
posee.
REFLEXIONES A MODO DE CONCLUSION

En este recorrido teórico sobre la creación como un proceso, han


venido a mi mente una serie de preguntas y reflexiones, a propósito
también de mi experiencia psicoterapéutica y de mis deseos de conocer el
arteterapia.

Pensando en los planteamientos de Fiorini sobre crear desde la nada, desde


el vacío, yendo más allá de lo establecido, o de lo que nos viene dado,
como lo plantea Winnicott. Me surge la idea del proceso creativo como un
potenciador del sentido crítico. Es decir, el experienciar hacer algo y
transformarlo, algo nuevo, experienciando el desarmar y volver armar en el
transcurso del proceso, potenciaría el desarrollo de la capacidad de
criticar lo establecido y el desarrollo de la capacidad de poder elegir.

Por otro lado tomando en cuenta los planteamientos que definen la etapa
inicial del proceso creativo como el caos inicial, el vacío, la falta de
sentido, que provocaría angustia o ansiedad en el sujeto en cuestión. Y
tomando también en cuenta lo que plantea Winnicott sobre “la angustia
como energía subyacente a la creatividad propia del artista” me haría
pensar en la angustia como movilizadora del sujeto por una parte,
anunciando una señal de peligro, y potenciadora de la pulsión de vida
por otro lado en el proceso creativo, que se dirigiría hacia el amor, la
construcción, la reparación, a vivir, experimentando la fantasía de
morir solo en un instante.
Varios autores en este recorrido plantean el concepto del proceso creativo
como un proceso reparador, basados en la teoría de la reparación de
Melanie Klein. Quisiera destacar algunas ideas y citas al respecto.

El sujeto que se embarca en la travesía de la creación parecería insistir en la


reparación, “de esa ausencia de reconocimiento sufrido en su primera
infancia, de ese déficit de investidura que acompañó al alejamiento
materno, de esa caída en el vacío que se produjo al apartarse la mirada de
la madre y, a lo largo de toda su vida buscara insistentemente un
reconocimiento que no queda nunca satisfecho (…) De ese déficit se nutre
la insaciable necesidad de crear, de producir algo que merezca ser
mirado, ser reconocido, para encontrarse en el espejo del que el otro le
privo en un tiempo constitutivo”(Coll F. coord. 2006, p. 144)

“Los niños quieren serlo todo de pequeños, poco a poco tendrán que ir
renunciando a la omnipotencia infantil y aceptar que eso no puede ser
logrado, que sólo en el juego es posible convertirse en dinosaurio, en
pájaro o en caballo. El creador se niega a la castración, se niega a sólo
ser un hombre o una mujer, y juega, recuperando la omnipotencia infantil,
a ser de mil modos distintos, despliega el mundo de la fantasía y pone en
escena, como el actor, cada uno de los personajes que lo habitan… Esa
capacidad de fantasear, de jugar, permite al sujeto retirarse del mundo y
“refugiarse” en la omnipotencia de su fantasía” (Coll, 2006, p. 128)

“Todo proceso creativo y esencialmente en arteterapia, está basado en las


nociones de juego, y también de deseo, de placer. Opera, como hemos
señalado, en un espacio y tiempo simbólico donde realidad, tiempo y
espacio se suspenden mientras dura la sesión de arteterapia. En ella se
puede jugar a ser, a ganar o perder con uno mismo, a ser el otro, a ser los
otros que nos atemorizan, a ser duros con nosotros mismos o
delicadamente comprensivos, a ser extremadamente duros con los demás y
entrever las consecuencias en nosotros” (Lopez M. & Martinez N., 2006, p. 26)

Pareciera ser entonces que con la creación, con el juego de crear, se


repitiera una y otra vez, “está- no está, está- no está” (fort-da) como en el
juego del carretel del caso del pequeño Hans de Freud (1909), que se
repitiera una y otra vez, para sentir el placer de la repetición y a su vez
olvidar ya sea la ausencia o la presencia. Este juego del crear por lo
tanto, nos permitiría llenar el vacío de la ausencia, con el juego de
crear lo nuevo, dar sentido a la nada de la ausencia o presencia
angustiante.

Malpartida también se refiere al jugar y representar, y sus beneficios


psicoterapéuticos. “Los objetos no desaparecen en el lenguaje interno, en
las palabras que se lleva el viento, sino que quedan engramados en
nuestros afectos como imágenes, con peso, forma, medida, texturas.
Objetos de placer para el imperio de los sentidos. El objeto se queda con
el creador (…) los observa, los aprehende, reflexiona en torno a ellos. Los
mentaliza, los introyecta, los interpreta interpretándose, descubre un
significado que se pliega a otros significados” (2007)

En este punto quisiera distinguir, una importancia fundamental a propósito


del proceso creativo en arteterapia. Este permitiría al sujeto en el proceso,
crear sentidos, gracias a la creación de sus propias imágenes proyectadas en
el papel o materiales utilizados, representar la angustia del vacío, de la nada
existencial, vacio de sentidos que actualmente se intenta llenar con objetos
de consumos, de fácil acceso sin sentido, sin deseo.

Entonces esta posibilidad, que estaría entregando el vivir un proceso


creativo en arteterapia, esta posibilidad de crear un objeto material, nos
llevaría luego a crear un producto psíquico que sustituya ese vacío de
sentido. Pasando de lo “real” de la angustia, del vacío, de lo indecible,
a lo imaginario de la imagen en el papel, y de lo imaginario a lo
simbólico a la metáfora, creado por la palabra dicha o no, que viene a
significar esa imagen.

Como ya cite anteriormente repito “el objeto artístico sería algo inscrito
en el registro de “lo real” “la obra de arte es irreductible, inabarcable, no
se deja apresar por las significaciones y las explicaciones. Por el
contrario (…) se muestra, acontece en la creación misma (…) bordea el
vacio, explora ese agujero primario – que está en el origen de nuestra
constitución como sujetos – por el que se no ha escapado
irreversiblemente el goce de “lo real” (sustituido por el goce imaginario)”
(Lacan 1964, cit. por Coll coord.2006, p.162).

Para finalizar quisiera destacar el valor que tendría, a mi entender el objeto


que se crea en el proceso creativo, en el espacio terciario como lo dice
Fiorini, o potencial como lo dice Winnicott, o Triunico como lo dice
Malpartida. Es decir, destacar que ese objeto creado en un espacio tercero,
posibilitaría al que está en proceso, poner distancia de sí mismo y del
Otro para así jugar a ser sujeto, creándose a sí mismo.
NOTAS

(1)Pulsión: lo psíquico adquiere fuerza gracias a la pulsión, la cual Freud (1920)


caracterizaría por ser una carga energética que moviliza y empuja al organismo
hacia un fin. Este fin sería suprimir el estado de tensión o excitación corporal
(fuente de la pulsión); que surge gracias al objeto y, donde su descarga se
produciría en y por este “objeto”. Lacan (1964) por su parte planteará que lo
característico del objeto pulsional es el ser inalcanzable: “lo propio del objeto
pulsional es no estar jamás a la altura de lo esperado” (Chemama, 1998, p.
367) Por tanto, este objeto además de estar estrechamente vinculado con la
historia de cada sujeto es variable y particular para cada uno de éstos.

Freud (1920), luego de un largo recorrido, postularía la existencia de dos


grandes pulsiones; Pulsión de Vida y Pulsión de Muerte.

La Pulsión de Vida, también conocida como Eros, tiene como función crear
unidades cada vez mayores y mantenerlas (ligar), tiende al progreso y a la
creación. Su contraposición, la Pulsión de Muerte en cambio, análoga a
Tánatos, busca disolver los conjuntos y destruir las cosas, tendería a la reducción
completa de la tensión (Principio de Nirvana) con el objetivo de volver al ser
vivo a un estado anterior y finalmente inorgánico, a la muerte. Esta Pulsión de
Muerte estaría en el origen de toda pulsión, teniendo el privilegio de ser la
expresión del principio más fundamental del funcionamiento psíquico.

Las pulsiones durante toda la vida buscan su descarga completa, la cual sólo
puede ser satisfecha en parte, pulsando a repetir aquellas situaciones vividas en
los primeros períodos de la infancia (Freud, 1920); de esta forma, y de acuerdo
a lo mencionado anteriormente en cuanto a la atemporalidad de lo psíquico, da la
ilusión al sujeto de que cada experiencia vivida es distinta.

(2)Freud (1915a) define la represión como una operación por medio de la cual el
sujeto trata de rechazar o mantener en el inconsciente representaciones
(pensamientos, imágenes, recuerdos) ligados a una pulsión, negando su acceso a
la consciencia. “Su esencia consiste en rechazar algo de la conciencia y
mantenerla alejada de ella” (p. 142).
La represión sería el mecanismo de defensa por excelencia de acuerdo al cual los
demás mecanismos se “modelan”.

(3)En cuanto a la sublimación Freud (1914) plantea que la pulsión se sublima, en


la medida que es encausada hacia un nuevo fin, no sexual, apuntando hacia
objetos valorados socialmente. Distingue el concepto de sublimación del de
idealización en cuanto que “la sublimación describe algo que sucede con la
pulsión, y la idealización algo que sucede con el objeto” (p. 91). En síntesis la
sublimación sería para Freud (1915) un destino de la pulsión que, puede
presentarse como una variedad de la defensa contra las pulsiones.

(4)El mecanismo de regresión este haría referencia al proceso psíquico por el cual
se produce un retorno en sentido inverso, a partir de un punto ya alcanzado,
hasta otro situado anteriormente (Freud, 1915).
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