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ISEGORÍA.

Revista de Filosofía Moral y Política


N.º 41, julio-diciembre, 2009, 267-276
ISSN: 1130-2097

Para una lectura crítica de Hacia la crítica


de la violencia de Walter Benjamin: Schmitt,
Kafka, Agamben
Critique of Walter Benjamin’s Critique of Violence:
Schmitt, Kafka, Agamben
EDUARDO MAURA ZORITA *
Universidad Complutense de Madrid

RESUMEN. El propósito de este artículo es eva- ABSTRACT. The purpose of this article is to as-
luar críticamente la lectura de Giorgio Agam- sess in a critical fashion the way Giorgio
ben del ensayo sobre la violencia de Walter Agamben reads Walter Benjamin’s essay on
Benjamin, muy particularmente en sus rela- violence. I will particularly focus on the way
ciones con otras obras relevantes de Franz Agamben relates this essay to other works by
Kafka y Carl Schmitt. A partir del intento de Carl Schmitt and Franz Kafka. Given his ef-
Agamben de derivar la «nuda vida» y ciertas fort to steer Benjamin towards the concepts
determinaciones de su homo sacer del texto of «mere life» and certain qualities of the
de Benjamin, buscaré situar la crítica de la homo sacer, I will try to relocate Benjamin
violencia en el lugar que le corresponde, así where his political essay belongs and, at the
como repensar la propia obra de Agamben, same time, re-read Agamben at his strongest
tan valiosa en algunos puntos como discutible points, but also at his weakest.
en otros.
Palabras clave: violencia, Benjamin, Agam- Key words: violence, Benjamin, Agamben,
ben, escatología, excepción eschatology, exception.

1. Ante la ley: las políticas Benjamin se aproxime a una materia tan


de la violencia de Franz Kafka importante para él como la ley, en todas
y Carl Schmitt sus dimensiones, sin recurrir de alguna
manera a categorías estéticas o literarias
Benjamin redactó Zur Kritik der Gewalt (véanse, en este sentido, el Trauerspiel-
en diciembre de 1920 con vistas a su pu- buch o los importantes ensayos sobre Las
blicación en la revista Archiv für Sozial- afinidades electivas de Goethe y Franz
wissenschaft und Sozialpolitik, de gran Kafka). Sin embargo, tanto en su confi-
difusión en la época y que contaba, entre guración lingüística, amparada siempre
otros, con colaboradores de la talla de en la escritura dialéctica como expresión
Carl Schmitt. A primera vista, se trata de bifronte (derecho natural / derecho positi-
un texto singular en la producción benja- vo, primero, y violencia mítica / violen-
miniana. Y es que no es habitual que cia pura, después) como en la exposición

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de sus motivos, la escritura de Benjamin una metafísica de la presencia: la violen-


se presenta en su máximo esplendor. La cia divina comparece en las páginas fina-
recepción del texto ha sido tan compleja les de la crítica de la violencia como
como su trama: inicialmente ignorado logos en acción, como justicia suprema, a
por los editores en favor de piezas más saber, como justicia sumarísima, carente
rutilantes, no contó siquiera con la apro- de juicio y más allá de la vista de los
bación de Peter Szondi, el cual, al ser pre- hombres. La violencia pura, por mor de
guntado por la selección de textos que lo vivo, se presenta como «insignia y se-
debía aparecer en la editorial Suhrkamp llo» y no como acto de guerra santa.
bajo el rótulo Schriften, lo descartó junto Como en las páginas finales de El proce-
con el «Karl Kraus» en favor de otros so, para ella es como si la vergüenza fue-
como «Destino y carácter» 1. Más ade- ra a sobrevivirnos.
lante, sin embargo, la crítica de la violen- La mención a Kafka no es en absolu-
cia ha adquirido un rango elevado entre to casual para nuestro propósito. En una
los estudiosos de Benjamin, muy particu- importante carta a Benjamin del veinte de
larmente en lo que atañe a la cuestión del septiembre de 1934, en la que Scholem
origen mítico de la ley y sus vínculos con trata de aclarar diversos aspectos de la
la literatura de Kafka. obra de Kafka basándose, precisamente,
En general, diversos textos de Benja- en las cargas histórico-naturales que los
min han tratado de iluminar aspectos re- personajes de Kafka soportan, se puede
lacionados con la ley. Sin embargo, sólo leer: «¿Me preguntas qué entiendo por
la crítica de la violencia nos ofrece un tra- “la nada de la revelación”? Por ella en-
tamiento sistemático del tema. Benjamin, tiendo un estado en el que la revelación
desde el comienzo, exige cautela, ya que aparenta no tener significado pero, aún,
el propio título impone una doble lectura. se afirma a sí misma, en el que tiene vali-
Gewalt, en alemán, significa tanto vio- dez pero no significado [in dem sie gilt,
lencia, en sentido enfático, como poder, aber nicht bedeutet]. Un estado en el que
en el sentido de poder establecido. Así, el la riqueza de significado se ha perdido y
propósito del ensayo es doble: primero, lo que se encuentra en proceso de compa-
establecer los fundamentos para una dis- recer (pues la revelación es precisamente
tinción entre violencia mítica y violencia tal proceso) sin embargo no desaparece,
divina. Segundo, elevar desde dicha di- pese a verse reducido a un punto cero de
cotomía una crítica de largo alcance de contenido, por así decirlo» 3. Llama la
las estructuras del poder establecido. El atención, a este respecto, el parecido de
punto de partido de esta lectura de Zur familia entre ese estado de validez sin
Kritik der Gewalt (1921) es la idea de que significado, que para Scholem culmina
Benjamin que aspira a una estrategia re- en su retracción a un punto cero de conte-
volucionaria que el término mesiánico no nido, con la figura política del estado de
agota en su totalidad 2. En la crítica de la excepción, tal y como Carl Schmitt la ha
violencia, las fuerzas revolucionarias mi- configurado y, a efectos de la crítica de la
ran hacia el Paraíso. El juicio divino les violencia, la parábola kafkiana «Ante la
presta una inmediatez que Benjamin re- ley». Procediendo en orden inverso, po-
clama y que remite al lenguaje adánico y dríamos hablar del relato de Kafka como
la facultad de nombrar. A la afinidad, en síntoma de una afinidad electiva entre
definitiva, entre la palabra y la cosa. El Kafka, Scholem y Benjamin por la que el
Paraíso, lejos de ser una categoría mesiá- judío secular Kafka (o Benjamin) asume
nica como tal es, en realidad, epítome de la distinción paulina entre letra y espíritu,

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esto es, interioriza su exposición a una le- sin significado, entonces tiende a coinci-
tra muerta que ha perdido valor espiritual dir con la mera vida y es indiscernible de
y que, en sus cuerpos, aparece grabada ella. La tesis octava «Sobre el concepto
violentamente en las letras de la circunci- de historia», por la que había que hacer
sión y no, por el contrario, en la escritura efectivo el estado de excepción (que ha
del corazón 4. La opacidad de la ley se sido siempre regla para los oprimidos), se
asemeja aquí a la figura del campesino de puede leer ahora como pretensión de eli-
Kafka que, perplejo ante la apertura (de minar la relación entre vida y ley, resol-
la puerta que conduce a la ley) se obse- viéndola mediante la transformación de
siona con su guardián y permanece senta- la vida en ley. Esta interpretación, de
do junto a él hasta que, ciego y agotado, cuño agambeniano, alcanza su máxima
percibe un resplandor que surge del inte- expresión en la siguiente fórmula: «A la
rior: «Pero entonces advierte en medio de impenetrabilidad de una escritura que,
la oscuridad un resplandor que, inextin- convertida en indescifrable, se presenta
guible, sale por la puerta de la Ley. Le ahora como vida, corresponde la absoluta
queda poco tiempo de vida. Antes de su inteligibilidad de una vida enteramente
muerte se le acumulan en la cabeza todas resuelta en escritura» 6. Esta relación es
las experiencias vividas aquel tiempo similar a la de escritura y vida en la co-
hasta concretarse en una pregunta que to- rrespondencia con Scholem (carta del 11
davía no le había hecho al guardián. Le de agosto de 1934) y similar a la afirma-
indica por señas que se acerque, pues ya ción de Benjamin por la que la puerta de
no puede incorporar su rígido cuerpo [...] la justicia no es el derecho que se practi-
“Todos aspiran a entrar en la Ley”, dice el ca, sino el que se estudia (el que se lee,
hombre, “¿cómo es que en tantos años el que se descifra, como la escritura que,
nadie más que yo ha solicitado entrar?”. sin su cifra, coincide meramente con la
El guardián advierte que el hombre se vida). En Kafka, la ley, como la escritura,
aproxima ya a su fin y, para llegar aún a se confunde con la vida. A su vez, el nue-
su desfalleciente oído, le ruge: “Nadie vo abogado de Benjamin 7 estudia un de-
más podía conseguir aquí el permiso, recho impotente, un derecho que, carente
pues esta entrada sólo estaba destinada a ya de vínculos con la violencia y el poder,
ti. Ahora me iré y la cerraré”» 5. La inca- sólo puede parecerse, proféticamente, al
pacidad de decidir entre la potencia-de-sí derecho mesiánicamente cumplido. Pero
y la potencia-de-no del campesino de este derecho impotente no es la justicia
Kafka ha podido ser interpretada como la misma, sino la puerta que conduce a ella.
imposibilidad crónica de discernir que Y en este ámbito nuevo, el derecho tiene
inaugura el estado de excepción. La pre- un nuevo uso que nos es desconocido,
gunta entonces, en lo que a Benjamin bajo una justicia en la que el mundo apa-
concierne literalmente, sería: ¿es asumi- rece como un bien ya inapropiable por el
ble el presupuesto kantiano de la forma estado o, incluso, indecidible jurídica-
de la ley que, en su pretensión de univer- mente. Un mundo diferente en el que el
salidad, rige con total independencia de estudioso y el jugador marcan la pauta.
su contenido? ¿No es acaso esto lo que le La impenetrabilidad, propia de la ta-
ocurre al campesino de Kafka, que la ley rea del estudioso, y la incapacidad de dis-
no les exige nada? ¿Acaso significa algo cernir, propia del jugador intuitivo, son
para él? Si la ley, en su vínculo indisolu- categorías que, a continuación, vincula-
ble con la violencia jurídica, como parece remos con la teoría de la soberanía de
sugerir Benjamin, es también vigencia Carl Schmitt. En su estudio La dictadura,

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Schmitt propone una distinción entre dic- rana sobre la excepción que es aquí
tadura comisarial y dictadura soberana: la entendida como forma originaria del de-
primera, de índole pasajera, se caracteri- recho. «El orden jurídico, más que me-
zaría por la autonomía de la norma de su diante la sanción del hecho transgresivo,
aplicación. La Constitución, bajo este se presenta a través de la repetición del
modelo, se suspende por mor de su pro- mismo acto sin sanción alguna, es decir,
pia conservación. Por el contrario, la dic- como caso de excepción» 10. Esta carac-
tadura soberana plantea el problema de terización del soberano linda sustancial-
una Constitución saliente que ya no exis- mente con la tesis octava de Benjamin en
te efectivamente que, al mismo tiempo, la que, como hemos visto, Benjamin re-
no puede someterse a una nueva, ya que clama la necesidad, para luchar contra el
ésta sólo existe en forma mínima como fascismo, de producir el estado de excep-
poder constituyente. Es, por tanto, un es- ción efectivo. Estoy de acuerdo con
tado en el que la ley se aplica pero no tie- Agamben en que este paso no es sólo una
ne vigor formal. El lugar de la soberanía, radicalización de la tesis del Trauerspiel-
según Schmitt, es aquél en el que la opo- buch de la indecisión soberana. Simple-
sición entre la norma y su aplicación al- mente, Benjamin toma conciencia de que
canza su máxima expresión: el estado de la máquina schmittiana no puede funcio-
excepción. De aquí el origen de su influ- nar si el estado de excepción efectivo
yente definición de soberanía en Teología (wirklichen Ausnahmezustand) se con-
política: «Es soberano quien decide so- fundiera con la regla. Es cierto que el pri-
bre el estado de excepción» 8. El sobera- mado de la excepción, basado en ésta
no, de esta manera, traza los límites del como una posibilidad de constitución de
derecho desde fuera: «La decisión no es la esfera normal, está en Teología Políti-
aquí la expresión de la voluntad de un su- ca. Pero, ¿qué ocurre cuando excepción y
jeto jerárquicamente superior a cualquier regla se vuelven indecidibles? Este es el
otro, sino que representa la inscripción, desafío que, según Agamben, Benjamin
en el cuerpo del nomos, de la exterioridad plantea a Schmitt. La decisión soberana,
que anima y da sentido a éste. El sobera- alcanzado el paso que Benjamin reclama,
no no decide entre lo lícito y lo ilícito, se fagocitaría a sí misma, puesto que ya
sino sobre la implicación originaria de la no podría decidir sobre el estado de ex-
vida en la esfera del derecho o, en las pa- cepción sin decidir sobre sí misma. Aquí
labras mismas de Schmitt, sobre la “es- es donde, una vez determinadas las dife-
tructuración normal de las relaciones de rencias entre decisión soberana (en su de-
vida” de que la ley tiene necesidad» 9. El senmascaramiento por Benjamin como
derecho tiene carácter normativo porque mantenimiento de la opresión) y violen-
crea su propia referencia en la vida real: cia pura, hay que volver a precisar al-
la normaliza. Hay una indistinción entre gunos elementos de la crítica de la vio-
lo externo y lo interno, entre el ejemplo y lencia.
la excepción, entre la vida y el derecho, En una carta a Ernst Schoen, Benja-
entre la prioridad de la culpa y la norma min define perfectamente lo que entiende
—culpa que no se refiere a la trasgresión por Reiheit (pureza), y que no será bajo
sino a la vigencia de la ley, de ahí que la ningún concepto algo sustancial: «La pu-
ignorancia no exima de su cumplimiento reza de un ser no es nunca incondiciona-
o, incluso, que no haya culpa sin norma, da ni absoluta, está siempre subordinada
como rezan dos dichos famosos. Esta in- a una condición. Esta condición es dife-
distinción es propia de la decisión sobe- rente según el ser de cuya pureza se trate;

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pero no reside nunca en el ser mismo» 11. za en diversos pasajes de su Homo sacer.
Si aplicamos esta concepción a la violen- No solamente el estatus que Agamben ha
cia del ensayo de 1921, ésta no pertenece alcanzado en el mundo académico lo
esencialmente a la acción violenta. Esto aconseja, sino también el hecho de que su
es, la diferencia entre la violencia pura y exégesis se ha convertido, en los últimos
la violencia jurídica no reside en su pro- tiempos, en una suerte de cifra canónica
pia condición de violenta, sino en algo de lectura.
que la determina desde fuera. En este En líneas generales, Agamben deriva
caso, según afirma Benjamin, se trataría su análisis de la sacralidad de la vida del
de su relación con el derecho y con la jus- concepto de mera vida que Benjamin
ticia. La violencia pura, en ese caso, no es alumbra en su crítica de la violencia. Si
medio para un fin, como lo era la violen- en el ensayo político de Benjamin la vio-
cia policial. Benjamin busca el quid de su lencia jurídica está vinculada a la incul-
crítica en la esfera de los medios, y no en pación de la vida natural y la violencia
la de los fines que estos persiguen. La pura o divina es sangrienta pero incruen-
violencia comparece como medio puro: ta, precisamente a causa de lo vivo, en la
un medio, que pese a ser considerado obra de Agamben, «de la misma manera
siempre como medio, permanece al mar-
que la excepción soberana, la ley se apli-
gen de los fines. Lo que Benjamin busca
ca al caso excepcional desaplicándose,
es una violencia que no pudiera ser nunca
retirándose de él, así también el homo sa-
medio justo o injusto de acuerdo con fi-
cer pertenece al dios en la forma de la in-
nes determinados. La pregunta es, ¿cómo
se comporta un medio así? ¿Existe otra sacrificabilidad [...] La vida insacrifica-
manera de vincular medios y fines? Igual ble y a la que, sin embargo, puede darse
que el lenguaje en el ensayo sobre el len- muerte, es la vida sagrada» 12. Así, el de-
guaje de los hombres es sólo puro en tan- sarrollo de la figura del homo sacer, inad-
to que comunicabilidad total y simple y vertidamente para Agamben, parece
esta lengua pura no es una lengua aparte, avanzar en dirección opuesta al ensayo
sino que reside en todas las lenguas exis- de Benjamin. Sigrid Weigel ha apuntado
tentes, la violencia pura sólo comparece algo similar cuando, de forma más res-
en la reelaboración de la relación entre tringida, recuerda que el propio Benja-
violencia y derecho. La violencia pura no min rechaza, tanto en la crítica como en
se vincula ya con el derecho que estable- los ensayos sobre Goethe, Franz Kafka y
ce o con el que mantiene, sino que desha- Karl Kraus, el uso de conceptos seculari-
ce el vínculo: rompe la línea existente en- zados procedentes del orden de lo divino
tre violencia y derecho. Es una violencia o, incluso, del texto bíblico, para luego
que, por tanto, no se ejecuta, sino que, ser transferidos directamente, sin ningu-
simplemente, actúa. na mediación teórica, al contexto de la
vida humana 13. Además de esta apropia-
2. La lectura de la conspiración ción indebida por parte de Agamben, nos
de Giorgio Agamben concierne singularmente su lectura espe-
cífica de la crítica de la violencia en la
Así como hemos utilizado ya algunas he- primera secuela de su Homo sacer, titula-
rramientas exegéticas de Agamben para da Estado de excepción, en la que, par-
este ensayo de lectura de la violencia y la tiendo de la dialéctica del carácter sa-
ley en Benjamin, creo que urge en este grado del hombre y el paradigma de la
momento reconsiderar críticamente la biopolítica, Agamben plantea la proble-
lectura de Benjamin que Agamben reali- mática del estado de excepción recompo-

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niendo las relaciones entre Schmitt y bien no es mi intención en estas páginas


Benjamin en clave dialógica. El objetivo negar la reciprocidad e íntima enemistad
del ensayo de Benjamin, sostiene Agam- intelectuales entre ambos, tampoco me
ben, es probar la realidad de una violen- parece justo pretender perpetuar el mode-
cia fuera y más allá del derecho que, lo Horkheimer-Adorno, léase confronta-
como tal, pudiera romper la dialéctica en- ción izquierda-derecha, de interpretación
tre la violencia que funda derecho y la de la misma. Así, se puede conside-
que lo conserva. Esta violencia, que se rar que la célebre carta de Benjamin a
correspondería con la violencia pura o di- Schmitt que acompaña al ejemplar de
vina (o, en la esfera humana, revolucio- Ursprung des deutschen Trauerspiels,
naria) de Benjamin, se muestra incompa- que aquél le envió con motivo de su pu-
tible con el derecho, que, obviamente, no blicación en la editorial Rohwolt de Ber-
puede tolerar tal cosa, a saber, una vio- lín en 1928, es un documento de primera
lencia fuera del derecho. Y no porque los magnitud, pero no lo es menos la cita de
fines de la violencia en su determinado Teología política en el propio libro sobre
sean incompatibles con el derecho, sino el barroco y, por encima de todo, el recur-
por el hecho de su existencia exterior al so a la teoría de la soberanía de Schmitt
derecho (Benjamin, GS, p. 183). Garanti- como su cifra de lectura. La carta, deste-
zar a la violencia una realidad más allá rrada inicialmente de la correspondencia
del derecho implica la posibilidad de una de Benjamin, rezaba:
violencia pura, cuyo carácter no será ya Reconocerá usted cuánta influencia ejer-
el de fundación o conservación, sino el de ce su escrito Teología política tanto metódica
supresión del derecho. Así inauguraría el como objetivamente sobre mi libro; pero lo
hombre una nueva época histórica. En que no puede usted saber es que su libro La
otro lugar, Agamben sugiere que en el de- dictadura y otros me han conmovido profun-
bate sobre el estado de excepción entre damente, hasta el punto de que mis intuicio-
Benjamin y Schmitt, el primer paso ha de nes en estética y sus ideas sobre filosofía polí-
tica coinciden 14.
ser el análisis de la lectura de Schmitt de
la crítica de la violencia. Partiendo de una Y no es menos llamativa la secuencia
aseveración de escasa entidad como los que el Jacob Taubes ha descrito en su pe-
hábitos de lectura del propio Schmitt, queño exergo «La historia Jacob Tau-
Agamben arguye que es imposible que bes-Carl Schmitt». Allí se menciona una
colaborador asiduo de la revista no repa- conversación con Adorno, a propósito de
rase en el texto de Benjamin, siendo éste la exclusión de esta carta, que, siempre
de tal naturaleza que el interés para él según Taubes, se desarrolló así: «“Han
tuvo que ser enorme. De hecho, y aquí salido ya dos volúmenes de cartas de
Agamben afina más en la argumentación Benjamin, ¿cómo es que esta carta no se
casuística, Schmitt cita en sus escritos el ha impreso en ellos?”. La respuesta —de
número anterior y el posterior al que in- Adorno— fue: “No existe tal carta”. Y yo
cluyó el texto de Benjamin. dije: “Teddy, yo conozco la letra, conoz-
La lectura de la conspiración que co la máquina con la que escribía Benja-
presta título a este apartado consistiría en min. No me cuente cuentos. Aquí la ten-
leer la teoría de la soberanía de Schmitt go”. “Imposible”. Típica respuesta ale-
como una respuesta a Zur Kritik der Ge- mana. Así que saqué copia y se la mandé.
walt, y no al revés, como la historia de la Y además había allí un archivero, el se-
relación entre Schmitt y Benjamin ha ñor Tiedemann. Recibo llamada telefóni-
sido tradicionalmente representada. Si ca de Teddy: “Sí que hay esa carta, pero

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se había traspapelado”» 15. El testimonio más Benjamin que nunca, está sin embar-
es suficientemente explícito. go aquí fuera de quicio. El argumento de
Finalmente, se podría concluir que fondo, más allá de la escritura circunstan-
Schmitt fuera un aguzado lector de Ben- cial, es que Schmitt, según Agamben, tra-
jamin no modifica, al menos sustancial- taría de devolver la violencia pura y anó-
mente, el hecho de que Benjamin adopta- mica a un contexto jurídico. Esto es, la es-
ra algunos de sus conceptos como herra- trategia inversa a la de Benjamin: «El
mientas cognitivas, al igual que la teoría estado de excepción es el espacio en que
de la confrontación Schmitt-Escuela de trata de aprehender la idea benjaminiana
Frankfurt no alcanza a explicar la fasci- de una violencia pura y de inscribir la ano-
nación de buena parte de sus miembros o mia en el cuerpo mismo del nomos. No
seguidores con la figura de Schmitt. Es puede haber, según Schmitt, una violencia
por tanto necesario separar lo propio de pura, es decir absolutamente fuera del
lo ajeno sin cercenar la palabra objeti- derecho, porque, en el estado de excep-
vamente ambigua. Esto es, resistirse a ción, está incluida en el derecho a través
que la utilización de textos de Schmitt de su propia exclusión» 17. Aquí es donde
en el Trauerspielbuch de Benjamin deter- Agamben saca las garras de la interpreta-
mine la balanza de la relación Benja- ción: aparentemente, en Teología política
min-Schmitt hacia la admiración de Ben- Schmitt abandona lo que en La dictadura
jamin por Schmitt, tanto como a leer a era la dicotomía básica: poder constitu-
Schmitt como si la crítica de la violencia yente y poder constituido, sustituyéndo-
fuera referente casi único de Teología po- la por el concepto de decisión. Agamben
lítica, libro, por cierto, escrito un año lee esto es términos de contraataque. La
después. dicotomía violencia-que-funda-derecho /
La estrategia de lectura de Agamben violencia-que-conserva-derecho sería el
consiste, en este sentido, en la inversión equivalente teórico benjaminiano a la di-
de la relación a través del análisis del texto cotomía poder constituyente / poder cons-
de Benjamin como piedra de toque. En tituido. Y más allá: Schmitt reelaboraría
cuanto al texto de Schmitt, es cierto que su propia teoría para desarrollar una teoría
Benjamin no utiliza el término estado de de la soberanía que neutralizara la figura
excepción, sino otro (Ernstfall), que en benjaminiana de la violencia pura, confi-
Schmitt sirve como sinónimo de estado de gurando a su vez la idea de una violencia
excepción (Ausnahmezustand) en Teolo- soberana, que, como la violencia pura de
gía Política. Asimismo, Agamben señala Benjamin, fuera un poder que no crea ni
con razón que Benjamin utiliza el término conserva derecho, sino que lo suspende
decisión (Entscheidung) en un momento allí donde, en el ensayo de Benjamin, la
importante: «El derecho reconoce la deci- violencia pura lo suprimía. La soberanía
sión local y temporalmente determinada pasa a ser el lugar de la decisión última, en
como categoría metafísica» 16. Agamben contra de la tesis de Benjamin de la inde-
trata de utilizar estas coincidencias como cibilidad de todos los problemas jurídicos.
elementos que tejerían por sí mismos una Sólo así Schmitt asegura la relación en un
trama entre Benjamin y Schmitt, lo cual es contexto jurídico determinado entre ano-
harto complicado si nos ceñimos a un tex- mia y derecho. La violencia pura, para
to de Benjamin particularmente singular. Benjamin, no se decide. No está sujeta a
No creo que se pueda basar un vínculo tal una decisión. Igualmente, Schmitt aprecia
en una disquisición sobre el vocabulario el problema de la indecibilidad y, ante la
de ambos puesto que Benjamin, aunque dificultad de determinar los casos extre-

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mos de decisión, enfatiza la pertinencia de rano de su realización. Para el tirano del


la decisión soberana. barroco, la decisión se vuelve casi impo-
Agamben pretende, desde este punto sible, lo cual se percibe en «ese comple-
de vista, reelaborar todo el debate entre mento de la tiranía sanguinaria que es la
Schmitt y Benjamin, incluyendo el pro- indecisión» 19. Citaré ahora otro pasaje
blema del soberano en el libro sobre el relevante de Benjamin: «En el modo de
Trauerspiel alemán. Pero Benjamin, en pensar teológico-jurídico tan característi-
perfecta consonancia con lo anterior, mo- co del siglo se expresa la exaltación de la
difica, incluso aquí, donde aparentemen- trascendencia que subyace a los acentos
te la deuda es mayor, la propia teoría de provocativos que el Barroco pone siem-
Schmitt. Lo hace para reintroducir la ex- pre en el más acá. Pues a éste la idea de
clusión necesaria del orden jurídico con- catástrofe se le antoja cabalmente antité-
tra la inclusión schmittiana. Cuando Ben- tica del ideal histórico de la restauración.
jamin cita a Schmitt en el Trauerspiel ya Y sobre esta antítesis se acuña la teoría
desecha la posibilidad de esta inclusión: del estado de excepción [...] El hombre
«Es el soberano quien representa a la his- religioso del Barroco tiene tanto apego al
toria, sosteniendo en la mano el aconte- mundo dado que se siente arrastrado con
cer histórico como un cetro [...] Esta doc- él hacia una catarata. No hay una escato-
trina extrema del poder del príncipe fue logía barroca; y justamente por ello sí
en sus orígenes —pese al agrupamiento hay un mecanismo que reúne y exalta
en torno a ella de los partidos contrarre- todo lo nacido sobre la tierra antes de que
formistas— más ingeniosa y más profun- se entregue a su final. El más allá es va-
da que su versión moderna. Si el concep- ciado de todo aquello en que se mueve
to moderno de soberanía acaba por otor- hasta el más leve hálito del mundo, y el
gar sin reservas al príncipe un supremo Barroco le arrebata una profusión de co-
poder ejecutivo, el barroco se desarrolla sas, normalmente sustraídas a cualquier
por su parte a partir de una discusión so- figuración, que ahora en su apogeo saca a
bre el estado de excepción, y considera la luz con una figura drástica, a fin de
que la función más importante del prínci- despejar un último cielo y, en cuanto va-
pe consiste en evitarlo. Quien manda está cío, ponerlo en condiciones de aniquilar
destinado de antemano a detentar dictato- algún día en sí a la tierra con catastrófica
rialmente el poder durante el estado de violencia» 20. Pues bien, Agamben lee
excepción, cuando la guerra, la rebelión u aquí un desplazamiento del paradigma
otras catástrofes así lo provoquen» 18. del milagro como estado de excepción al
Agamben lee excluir donde Benjamin, en paradigma de la catástrofe y acusa a los
mi opinión, quiere decir evitar, dando editores de las Gesammelte Schriften de
pie, sensus literalis, a toda esta polémica. no haber percibido las implicaciones de
La idea de la dictadura tiránica en el este desplazamiento. Si bien, de nuevo,
Barroco, sintéticamente, no sería otra que Agamben incurre en la secularización del
la de una utopía en la que el acontecer milagro en catástrofe, es todavía más pe-
histórico es finalmente dominado por las culiar el argumento filológico: «Donde el
leyes naturales. Esta idea es desbrozada texto benjaminiano rezaba: Es gibt eine
por Benjamin mediante la teoría de la in- barocke Eschatologie, “hay una escatolo-
decisión soberana que ocupa las páginas gía barroca”, los editores, con singular
siguientes. Allí plantea la imposibilidad menosprecio de cualquier cautela filoló-
del soberano barroco de decidir: lo que gica, han corregido, Es gibt keine... “no
Benjamin hace es escindir el poder sobe- hay una escatología barroca”» 21. Por mi

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parte, creo que los editores de Benjamin dría llevar como divisa cierto pasaje de
tienen razón: no hay una escatología ba- Gracián que ilustra cuán escrupulosa-
rroca. De ahí la necesidad artificial, si se mente en los Trauerspiele ha de ajustarse
quiere, de un mecanismo de reunión de el papel del príncipe al estereotipo y el
todas las criaturas antes de su final. Pero extremo: “No hay medianía en los reyes.
su final es la tesis octava, intuyo, no la Son conocidos, o por muy buenos, o por
acción directa divina-no-mediada. Que el muy malos” [...] El tirano y el mártir son
Barroco no posee una escatología, ade- en el Barroco las cabezas de Jano del co-
más, Benjamin lo propone en otros luga- ronado, las plasmaciones necesariamente
res: «Mientras que tanto el misterio cris- extremas de la misma esencia principesca
tiano como la crónica cristiana presentan [...] La teoría de la soberanía, para la que
la totalidad del curso de la historia, la his- el caso excepcional, con su despliegue de
toria universal, como historia de la salva- instancias dictatoriales, resulta ejemplar,
ción, por su parte la acción principal y de obliga a complementar virtualmente la
Estado tiene que ver con una mera parte imagen del soberano en el sentido con-
de lo que es pragmático acontecer» 22. creto del tirano, incluso en aquel caso que
Más adelante, leemos: «La constitución no lo exige la situación; exactamente del
del lenguaje formal del Trauerspiel puede mismo modo en que a la aparición en es-
entenderse como el desarrollo de las ne- cena del gobernante sólo excepcional-
cesidades contemplativas inherentes a la mente le faltarán el ornato completo, la
situación teológica de la época. Y una de corona y el cetro» 24. Cuando Agamben
ellas, tal como comporta la desaparición busca en este soberano benjaminiano una
de toda escatología, es el intento de en- tierra de nadie catastrófico-jurídica, olvi-
contrar consuelo a la plena renuncia a un da que la incapacidad de decidir del sobe-
estado de gracia en la consumada regre- rano es tal en cuanto habitante del reino
sión al estado creatural [...] Mientras que de las criaturas, en su sometimiento a las
la Edad Media exhibe la precariedad de leyes naturales, y no en su función políti-
la historia universal y la caducidad de la ca. No se justifica, ni filológica ni filosó-
criatura como etapas en el camino de sal- ficamente, la maniobra biopolítica de
vación, el Trauerspiel alemán se sume arrancar al soberano del Trauerspiel de
por entero en el desconsuelo de la condi- su escenario para situarlo en la el Despa-
ción terrena. Si reconoce una redención, cho Oval como, intuyo, Agamben aspira
ésta se encuentra más en lo profundo de a hacer con su «olvido» de la dialéctica
dicha fatalidad que en la idea de consu- entre la función política del soberano y su
mación de un plan divino de la salva- realización como criatura. Para Benjamin
ción» 23. la vida nuda, si como tal queremos consi-
La dialéctica de la escatología barro- derarla, siempre queda fuera de la ley. Su
ca existe realmente en el texto de Benja- exclusión no deja lugar a dudas.
min en forma de eschaton, de final del Es cierto, por lo tanto, que Benjamin
tiempo, pero las nociones que gravitan y Schmitt escriben en la misma constela-
alrededor de ambas citas, unidas a la teo- ción, como es igualmente plausible la in-
ría de la soberanía, no permiten afirmar la fluencia sobre éste de la definición del
existencia palmaria de una escatología soberano como aquél que decide sobre el
barroca cuya inmanencia tomaría la for- estado de excepción. Pero lo que no es
ma de una cáscara vacía. Aquí, el carác- admisible es que Benjamin y Schmitt
ter creatural de la naturaleza de la sobera- mantengan una suerte de corresponden-
nía se vuelve contra Agamben: «Casi po- cia secreta. El soberano se convierte en el

ISEGORÍA, N.º 41, julio-diciembre, 2009, 267-276, ISSN: 1130-2097 275


Eduardo Maura Zorita

ensayo de Benjamin en el lugar donde se min—Schmitt. Esta idea se aleja del Ben-
aprecia más claramente la fractura del jamin de la crítica de la violencia tanto
poder. Por eso se puede afirmar, sin com- como el campo de fuerzas que constituye
prometer a Benjamin con el paradigma la secularización de los conceptos políti-
biopolítico, que «el paradigma del estado cos de Schmitt, a saber, la corresponden-
de excepción ya no es, como en la Teolo- cia entre las categorías Rey y Dios. En
gía Política, el milagro, sino la catástro- Benjamin, y es aquí precisamente donde
fe» 25. Pero no se sostiene, al menos en se impone el ensayo político sobre cual-
esta formulación, que las motivaciones quier otro, incluso el Trauerspielbuch, el
religiosas y la violencia mítica se hayan soberano es una criatura más. La lectura
secularizado durante ese proceso. Agam- de la conspiración de Agamben se pierde,
ben necesita de una escatología barroca paradójicamente en una recta paralela
para configurar textualmente el estado de que escamotea los antagonismos por co-
excepción en el barroco en forma de nocer en la dialéctica Benjamin-Schmitt,
catástrofe, y esto sólo puede ser porque en su contradicción objetiva, en definiti-
necesita mantener la simetría Benja- va, en su núcleo de verdad.

NOTAS

* Eduardo Maura es licenciado en Filosofía y So- 1972-1989, pp. 409-438. (traducción de R. Blatt, Para
ciología por la Universidad de Deusto y escribe actual- una crítica de la violencia y otros ensayos. Ilumina-
mente su tesis doctoral, centrada en las implicaciones ciones IV, Madrid, Taurus, 1999, p. 155). Otros textos
filosóficas y potencial cognitivo de la filosofía de la relevantes de Benjamin sobre Kafka son «Franz Kaf-
historia de Walter Benjamin. Ha publicado artículos y ka: Beim Bau der Chinesischen Mauer», en GS, II/2,
reseñas sobre estas cuestiones en revistas como La To- pp. 676-683 y la reseña «Max Brod. Franz Kafka», en
rre del Virrey (Valencia) o Logos (Madrid). Dirección GS, III, pp. 526-529.
postal: Facultad de Filosofía, Departamento Filosofía 8 Schmitt, C., «Teología política», en Carl

IV (ed. A). Ciudad Universitaria, 28040, Madrid. Co- Schmitt, teólogo de la política. Madrid: FCE, 2001,
rreo electrónico: emauraz81@hotmail.com. p. 24.
1 Szondi, P., Briefe, Frankfurt/M, Suhrkamp, 1993, 9 Agamben, G., op. cit., p. 41.

p. 25. 10 Agamben, G., ibid.


2 Benjamin, W., «Zur Kritik der Gewalt», en Ge- 11 Benjamin, W., Briefe, op. cit., p. 205.

sammelte Schriften, II/1, Frankfurt/M, Suhrkamp, 12 Agamben, G., op. cit., pp. 107-108.

1972-1989, pp. 179-203. En adelante, GS remite siem- 13 Cfr. Weigel, «The Critique of Violence. Or, The

pre a Gesammelte Schriften. Salvo mención expresa Challenge to Political Theology of Just Wars and Te-
las citas pertenecen a la edición española de Jorge Na- rrorism with a Religious Face», en Telos, 135. Ger-
varro Pérez, «Hacia la crítica de la violencia», en many After the Totalitarianism (vol. 1). Summer 2006,
Obras, II/1, Madrid, Abada, 2007, pp. 183-206. pp. 61-76.
3 Benjamin, W., Gesammelte Briefe, II. Frank- 14 Citado en Taubes, J., La teología política de Pa-

furt/M, Suhrkamp, 2000, pp. 756-764 (la cita procede blo. Madrid, Trotta, 2007, p. 114.
de la edición española, Benjamin, W. / Scholem, G., 15 Taubes, J., ibid.

Correspondencia, 1933-1940, Madrid, Taurus, pp. 159- 16 Benjamin, W., GS, II/1, p. 189.

160). 17 Agamben, G., Homo sacer, II/1. Estado de ex-


4 Cfr. Santner, Eric L., On creaturely life. Benja- cepción. Valencia, Pre-textos, 2003, p. 82.
min, Rilke, Sebald. Chicago, University of Chicago 18 Benjamin, W., Obras, I/1, Madrid, Abada, 2005,

Press, 2006, pp. 39-40. p. 268.


5 Kafka, F., Obras completas, III. Narraciones y 19 Benjamin, W., op. cit., p. 275.

otros escritos, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2003, 20 Benjamin, W., op. cit., p. 269.

p. 193. 21 Agamben, G., Excepción, op. cit., pp. 84-85.


6 Agamben, G., Homo sacer. El poder soberano y 22 Benjamin, W., op. cit., p. 283.

la nuda vida. Valencia, Pre-textos, 2006, p. 75. 23 Benjamin, W., op. cit., p. 285.
7 Cfr. Benjamin, W., «Franz Kafka», en Gesam- 24 Benjamin, W., op. cit., p. 273.

melte Schriften, II/2. Frankfurt/M, Suhrkamp, 25 Agamben, G., Excepción, op. cit., p. 84.

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