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A. Aclaración
Habíamos pedido a un experto en el tema, profesor de teología pastoral y educador que nos
diera su opinión sobre el asunto que nos convoca. Lamentablemente, a última hora tuvo otro
compromiso. Por ello nos tendremos que contentar con la exposición, en este debate, de un
no experto, un inexperto administrador educativo más que educador, sobre un tema que es
primordial si queremos seguir, desde la fe, intentando dar respuesta a la realidad, como
desde el inicio intentó Fe y Alegría hacerlo y venimos haciendo.
Y yendo estrictamente a nuestro tema “Teología del hecho educativo” ¿podremos estar
contentos con todo el enorme esfuerzo pastoral, misionero, religioso que se ha armado en
Fe y Alegría? De repensar nuestras respuestas ante contextos tan cambiantes y conflictivos
es lo que se trata este encuentro, donde la prioridad uno es la fe que busca no solo
comprender sino alimentar la esperanza de nuestra gente que no sale del subdesarrollo,
cómo acompañar sus luchas y esfuerzos por llegar a ser sujetos capaces de Dios, capaces
de convivir dignamente y no solo sobre vivir.
B. Nuestros diagnósticos
El compartir del primer día fue revelador de algo que por su propia naturaleza nos decía que
tenía que ser diverso, limitado en el esfuerzo, amplio en su horizonte. Las distintas gamas de
actividades pastorales que hacemos nos dicen lo importante que es en nuestra obra el tema,
aunque vale analizar de verdad qué sitio corresponde en el organigrama de nuestra
organización; hablo no solo como Federación sino como institución en cada país. Algunos e-
mails de respuesta al tema son interesantes de analizar: “no tenemos un coordinador
nacional de pastoral”, “está subsumido en pedagogía”, “está representado en educación en
valores”, “sería bueno plantearse el tema”, “cada Fe y Alegría es distinta”,y eso que ha
habido dos Congresos Internacionales específicamente sobre pastoral, el de Nicaragua y el
de Panamá.
Lo que ahora queremos compartir son unas reflexiones de un hecho que da siempre que
pensar y de una teoría que es vida, que es múltiple y que se forja desde la cotidianidad de la
existencia y relaciones, por ello que intenta expresar algo de lo divino, de la acción de Dios
en nosotros. Nuestra obra es cristiana nadie lo duda, nuestra perduración en el tiempo es
una expresión de ello, a pesar de nuestras precariedades institucionales, de nuestros déficits
y angustias presupuestarias existimos y seguiremos existiendo. ¿Qué Dios es el que me ha
movido actuar? En los contextos actuales de exclusión, prescindencia diríamos mejor de las
mayorías ¿nuestra imagen de Dios sigue siendo la misma? ¿el Cristo liberador que profesan
nuestros documentos ha sido eficaz?
C. Punto de partida
La teología más que una teoría es un lenguaje, intenta decir una palabra sobre esa realidad
misteriosa que los creyentes llamamos Dios. Es un logos sobre theos.
Realidad Misteriosa, allí ya tenemos una noción de Dios, muy manejada en nuestros
ambientes. Sin embargo es importante explicitar lo que intentamos decir al decir realidad
misteriosa. Gabriel Marcel hace muchos años distinguía entre problema, enigma y misterio.
Dios no es un problema ante el cual nos sentamos impersonalmente y lo tratamos o
deseamos como un objeto; tampoco es un enigma, una realidad definitivamente desconocida
e incomprensible. Para la Biblia Dios es un misterio, en la medida en que es un amor que
todo lo envuelve, alguien que se hace presente en la historia y en el corazón de cada uno a
través de un impulso vital y liberador. Es el misterio del tú, según Marcel, al que sólo
podemos reconocer e invocar.
Estos son los temas que deben ser parte de nuestros currículos institucionales y no solo de
las clases de religión cuando se topan; debe ser parte de la reflexión permanente de
nuestros docentes y administrativos y no solo en los espacios de ejercicios espirituales
cuando se tienen oportunidad de organizarlos.
La gran pregunta que se hacía la reflexión latinoamericana era ¿cómo entender a un Dios
amor en un mundo que lleva la impronta de la pobreza, el genocidio, de la violencia
terrorista, del desprecio por los más elementales derechos humanos? ¿Cómo hablar de Dios
a un pueblo que sufre? Pregunta nada ideologizada sino arraigada en la más profunda
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tradición de los relatos bíblicos; Israel, Job, el pobre, el huérfano, el pecador, el extranjero y
la viuda no son solo modos de existir en el mundo sino paradigmas de condición humana y
creyente, de esperar a pesar de toda esperanza. Como los poetas nos lo expresan
crudamente:
“Yo nací un día- que Dios estuvo enfermo, grave”
“Muera el día en que nací (...) que no se sume a los día del año, que no entre en la
cuenta de los meses”...
Pero ese Dios enfermo, es a la vez solícito enfermero que busca aliviar el dolor:
“Y Dios sobresaltado nos oprime el pulso, grave, mudo y como padre a su pequeña,
apenas, pero apenas, entreabre los sangrientos algodones y entre sus dedos toma la
esperanza” (César Vallejo en los poemas en prosa) Tema muy tratado por Gustavo
Gutiérrez en sus distintos libros y artículos.
Jon Sobrino, hará su teología desde una pasión por la realidad, donde está es de lo más
cruda y vergonzosa, donde millones de hombres y mujeres son las víctimas de la historia, a
ella se le ofrece un Cristo Liberador. Entendiendo la liberación como un camino no sólo a
libertad del orden social, sino igualmente, a la libertad personal, sobre todo hacia la amistad
plena con Dios entre nosotros. A eso llamamos liberación integral, en otras palabras
destrucción de nuestros ídolos que nos impiden ver la realidad, para que surja le verdadera
imagen de Dios, del Hombre, del hermano.
D. El hecho educativo
Hablar del hecho educativo implica una gama de acepciones y connotaciones como “proceso
educativo”, “relación educativa”, “acto educativo”, “intencionalidad educativa”, etc. En donde
son propuesta claves la pedagogía que se desarrolla como los aprendizajes que se manejan.
De nuevo la gama de acepciones.
Popularmente hablando, nos dice Marco Raúl, la pedagogía nos habla de una praxis
educativa que es recontextualizada, nos ubica en una praxis humana que nos coloca en un
escenario social, lo que permite recontextualización de saberes.
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son sinónimos de humanización, de personalización, de realización plena de la vocación
humana, entendida como fidelidad a su yo insobornable, como respuesta a un llamado a una
existencia auténtica, he aquí la polea de unión entre lo pedagógico y lo pastoral en nuestras
instituciones.
Con Rosa Ramos concebimos el hecho educativo como un proceso intencional y deliberado
por el cual se provoca, induce, suscita esa experiencia nueva capaz de modificar
significativamente la persona. Esa es la intencionalidad de la pastoral religiosa, por eso se
habla de pastoral educativa, su fin es humanizar, liberar.
Aquí está la clave teórica del negocio que llevamos entre manos. Creo que no hace falta
explicitar lo que ya dicen maravillosamente los documentos tanto de la Federación
Internacional de Fe y Alegría, como los documentos internacionales de la educación católica,
entre ellos, el que se está llevando en el CELAM, en el proyecto el “Educador Líder de
América”. La reflexión es buena, el ideal es motivador, pero se trata de ser autocríticos o
críticos constructivos y ver qué es lo que realmente estamos viviendo; deberíamos vivir para
transmitirlo en nuestros centros populares donde la realidad es más compleja; donde la
preparación teológico y espiritual de nuestra gente en su mayoría, salvo honrosas
excepciones, hay un vacío de actualización, una falta de confrontación con las nuevas
corrientes y en donde la propuesta curricular en sí de lo religioso es muy pobre, muy
variante, cuando no solo alimentamos los símbolos tradicionales que siguen alimentando la
fe de nuestro pueblo, salvo raras excepciones que alguno puede compartir.
Con todo es importante ver lo que debería ser una mirada crítica de la fe en nuestra tarea
educativa; y nuestra labor cotidiana debe ser vista esencialmente como un hecho salvífico,
como un momento oportuno, un kariós, done la gracia de Dios se revela, se manifiesta en lo
que hacemos, la descubrimos en las sorpresas con que nos encontramos en nuestro trabajo.
El trabajo educativo cristiano (en esto sigo los estudios del CELAM) parte de la Encarnación.
Nos insertamos en la dura realidad, a ejemplo de Cristo, el maestro, el Señor, para redimir a
nuestro pueblo. En lenguaje de I. Elllacuría para “bajarlo de la cruz”. Lo que pide de nuestro
personal una actitud kenótica, bajarnos del pedestal del saber, para servirlo; lo que pide
actitudes y actos proféticos y sapienciales, transmitir un mensaje de humanización y de
divinización de las personas que formamos, con quien trabajamos, de un tener esa paciencia
histórica de saber “caminar” con nuestra gente a su ritmo, que vaya descubriendo
mayeúticamente, la voluntad de Dios en nuestras vidas y tareas. Un lenguaje común en
nuestra pedagogía es que es evangelizadora y liberadora: estamos diciendo lo mismo con
otras palabras. Por esta razón el hecho educativo debe ser visto como lugar teológico, de
quehacer teológico, de experiencia de fe, de reflexión creyente.
Dios tiene su pedagogía con su pueblo, con la persona que ama y a quien quiere revelársele.
Esto es una enseñanza de la Biblia, a esto es lo que tradicionalmente se llama Historia de
Salvación, allí se revela una dimensión de Dios que se comunica con su pueblo, y de esa
reflexión nace una teología donde se revela ciertas maneras de entender a Dios, su acción
en nuestras vidas e historia.
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EL PADRE se nos revela como el Dios Creador, el Dios de la Alianza, el Dios liberador, el
Dios de la promesa. La actitud concreta es una educación que siga el estilo de Dios, una
educación que pacte con el pueblo pobre y por él y no con los ricos; una educación que
fomente el cuidado del ser y la naturaleza; una verdadera educación liberadora que libere al
pobre y al alumno de las opresiones personales y sociales que lo esclavizan o lo limitan; una
educación que es promesa de un ser mejor, de una nueva sociedad donde primen otros
valores distintos a los actuales. Lo que requiere una pedagogía del saber acompañar, de
usar las distintas mediaciones para lograr ese fin.
EL HIJO tiene una pedagogía preciosa, del amor, del encuentro de la verdadera dignificación
humana. Ejemplos claros están a montón en el evangelio. Comparto unos textos que llenan
de esperanza a cualquier educador, y es en las acciones de Jesús donde se revela su
proyecto, su manera de entender a Dios y llevarnos a él: Jn 4, el Encuentro de la
Samaritana, Jn 9 el ciego del paralítico y Mc 10, 47, encuentro con personas doblemente
marginadas por la pobreza. por la sociedad pseudoreligiosa. Surge una pedagogía del
diálogo, de las relaciones profundas, lo que pide actitudes y hechos de “palabracción” (P.
Freire), no palabra que fueron, sino que siguen siendo de “resilencia”; de enfrentar los
conflictos sin herirnos, de “empatía” del saber sentir y estar con el que sufre; de esperanza,
de creyentes resucitados que predican y esperamos el hombre y la mujer nuevos, vivos para
la eternidad, donde los valores de la libertad, gratuidad, solidaridad, alegría, paciencia y
audacia no son meras predicaciones de catequesis, sino partes integrantes del currículo
tanto explícito como el oculto; el que se vive en el ambiente que forja el día a día.
EL ESPÍRITU, más que principios y verdades inmutables, lo que se tiene que propiciar en
nuestros centros es una verdadera mistagogía, una experiencia del Dios amor, que tiene una
memoria bien clara y bien viva del más pequeño, del más chiquito (Bartolomé de las Casas);
en donde reconocemos la acción de Dios, descubrimos su presencia y su voluntad sobre
nuestras vidas, historia y sociedad, pero donde lo dejamos ser Dios, espíritu personal y libre,
sorpresa y ternura, mayor como menor. “Donde está el espíritu allí está Dios”, donde no lo
encerramos en conceptos ni formulas estereotipadas, pues “el espíritu sopla donde quieres y
cuando quiere”, pero donde encontramos la fuente de nuestro ser y actuar, que nos saca de
nuestros encierros y miedos para proclamar nuestra verdad sentida, vivida y compartida..
G. ¿Así lo sentimos?
¿Esta es la teoría de fe que subyace a nuestro actuar educativo? ¿no estamos apuntando
muy alto? Esto es lo que los maestros nos tienen que responder, alimentar y cuestionar
¿Qué manejo de Biblia tiene nuestro personal? ¿qué espacios le hemos creado? ¿qué
cristología se imparte en nuestros centros? ¿con qué Cristo nos relacionamos? ¿cómo
hemos discernido la acción del Espíritu en nuestro vida personal y corporativa?
No es suficiente decir que este trabajo lo vienen haciendo las religiosas, pues ¿lo hacen
verdaderamente? ¿hemos superado el esquema de la conquista de mera sacramentalización
a una verdadera evangelización que transforme nuestra cultura y sociedad?
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como cristianos en el mundo, nuestro papel en la sociedad. La reserva de Dios de la mayoría
de los fieles latinoamericanos está profundamente afectada por una mezcla de
cosmovisiones particulares, cuando no sectarias, de lo más variadas. Todos experimentamos
que el esfuerzo que hacemos por compartir la fe con nuestros chicos es inútil sin la
evangelización de la familia. Y la familia hoy más que nunca, y en especial, la popular está
destruida, fragmentada; los creyentes de hoy no son los mismo de ayer, y no es cuestión
simplemente de hablar de una nueva evangelización en sus métodos, lenguajes y ardores,
sino de refundar radicalmente la propuesta cristiana. Recuperar, en palabras de Andrés
Torres Quieruga, la experiencia original de los primeros cristianos, del evangelio, para poder
actualizarla, confrontarla y que de verdad ilumine, anime e informe nuestro ser, pensar y
actuar.
Para ser más claro y provocador, siguiendo a ATQ, urge pasar de la “insistencia de la
Salvación a la centralidad de la Creación”. Insistir en la Salvación es insistir en el esquema
religioso tradicional, de un imaginario dualista, lo sagrado y lo profano, donde se requiere
actos más que actitudes para salvarnos.
Recuperar la Creación significa insistir más en una experiencia filial, al estilo de Jesús, que
siente a Dios como creador, pero que lo experimente como “Abba”, que solo por amor a
nosotros nos trae a la existencia, y que única y exclusivamente por amor y desde el amor
actúa en nuestra historia. Xavier Zubiri y otros más insistirán en relacionarnos más desde la
plenitud que desde las carencias. Gonzáleza Faus y ATQ, nos hablan de un fin del imaginario
católico, de un fin del cristianismo premoderno.
“Porque aún llega a tanto la ternura y verdad de amor con que el inmenso Padre
regala y engrandece a esta humilde y amorosa alma –¡oh cosa maravillosa y digna
de todo pavor y admiración!- que se sujeta a ella verdaderamente para l engrandecer,
como si él fuese su siervo y ella fuese su Señor, y está tan solícito en la regalar, como
si El fuese esclavo y ella fuese su Dios ¡Tan profunda es la humildad y dulzura de
Dios!
I. Fortalecer el sujeto
Hoy más que nunca, desde una cultura posmoderna, subyacente en muchos lados y
explícita en otros, se requiere fortalecer el sujeto creyente, el “yo” del yo creo, para luego
pasar en expresión de J. B. Libậnio al “nosotros creemos”.
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qué creemos y cómo creemos, con la simple fides, fiducia, fidelitas. No estamos haciendo
enredos lingüísticos, sino aclarando las actitudes de fondo.
Como bien lo dijo aquel sabio del Eclo 43, 29: “por mucho que digamos, mucho quedará por
decir, pero el resumen de todo lo que se puede decir es: que el mismo Dios es todo”.