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microscopio y que constituyen uno de los tres dominios en que se dividen los seres
vivos. Carecen de núcleo diferenciado y se reproducen por división celular sencilla. Las
bacterias son tan pequeñas que solo pueden observarse con ayuda de un microscopio
que las amplíe al menos 500 veces su tamaño real. Algunas se hacen visibles solo si se
amplían 1.000 veces. Son muy variables en cuanto al modo de obtener la energía y el
alimento, y viven en casi todos los ambientes, incluido el interior de los seres humanos.
Habitan en las zonas más profundas de los océanos y en el interior de las profundidades
de la Tierra.
• Las bacterias poblaron la Tierra mucho antes de que ningún otro grupo de seres
vivos la habitaran; se han encontrado restos fósiles de bacterias en rocas de hace
3.800 millones de años. Esas primeras bacterias habitaron un mundo inhóspito:
carente de oxígeno para respirar, con temperaturas extremadamente elevadas y
niveles altos de radiación ultravioleta procedente del Sol.
• Las bacterias descendientes de esas bacterias primigenias pueblan hoy un gran
número de ambientes. La mayoría ha experimentado cambios y hoy no serían
capaces de sobrevivir en las duras condiciones que caracterizaban la Tierra
primitiva. Sin embargo, otras no han variado mucho. En la actualidad, algunas
bacterias son capaces de crecer a temperaturas superiores al punto de ebullición
del agua, 100 °C.
• Hay bacterias que viven en fuentes termales; incluso en las grietas hidrotermales
de las profundidades de los fondos marinos pueden vivir bacterias
metabolizadoras del azufre. Otras no pueden estar en contacto con el oxígeno y
solo sobreviven en medios anaerobios, como el intestino o el lodo del fondo de
marismas, ciénagas o pantanos. También existen bacterias resistentes a la
radiación. Las bacterias son organismos extraordinarios en términos de
adaptación a ambientes extremos, desarrollándose en zonas que resultan
inhóspitas para otras formas de vida. Cualquier lugar donde exista vida, incluye
vida bacteriana.
Las bacterias se pueden clasificar en varios tipos en función de varios criterios: por su
forma, según la estructura de la pared celular, por el comportamiento que presentan
frente a una tinción específica, en función de que necesiten oxígeno para vivir o no,
según sus capacidades metabólicas o fermentadoras, por su posibilidad de formar
esporas resistentes cuando las condiciones son adversas, y en función de la
identificación serológica de los componentes de su superficie y de sus ácidos nucleicos.
• La mayoría de las bacterias presentan forma de bastón, esfera o espiral. Las
bacterias con forma de bastón reciben el nombre de bacilos. Las bacterias
esféricas se llaman cocos y las que presentan forma espiral o en tirabuzón se
denominan espirilos. Algunas bacterias tienen formas más complejas. Las
espiroquetas son un tipo de bacterias con forma espiral. Entre los cocos son muy
conocidos los estreptococos y los estafilococos, bacterias causantes de
enfermedades.
Las bacterias se pueden clasificar también en función de si necesitan oxígeno o no para
sobrevivir: las aerobias precisan oxígeno mientras que las anaerobias no. Las bacterias
que viven en las grietas hidrotermales son anaerobias. Muchas especies anaerobias
producen intoxicaciones alimentarias
• Respecto a la fuente de carbono que utilizan para nutrirse, las bacterias se
pueden clasificar en autótrofas y heterótrofas. Las bacterias autótrofas (producen
su propio alimento), lo obtienen del dióxido de carbono (CO2). Sin embargo, la
mayoría de las bacterias son heterótrofas (no producen su propio alimento) y
obtienen el carbono de nutrientes orgánicos como el azúcar. Algunas especies
heterótrofas sobreviven como parásitos, creciendo dentro de otros organismos y
utilizando tanto los nutrientes como la maquinaria celular de la célula huésped.
Algunas bacterias autótrofas, como las cianobacterias, emplean la luz solar para
producir azúcares a partir de CO2. Sin embargo, otras dependen de la energía
liberada por la descomposición de compuestos químicos inorgánicos, como
nitratos y compuestos de azufre.
• Respecto a la fuente de carbono que utilizan para nutrirse, las bacterias se
pueden clasificar en autótrofas y heterótrofas. Las bacterias autótrofas (producen
su propio alimento), lo obtienen del dióxido de carbono (CO2). Sin embargo, la
mayoría de las bacterias son heterótrofas (no producen su propio alimento) y
obtienen el carbono de nutrientes orgánicos como el azúcar. Algunas especies
heterótrofas sobreviven como parásitos, creciendo dentro de otros organismos y
utilizando tanto los nutrientes como la maquinaria celular de la célula huésped.
Algunas bacterias autótrofas, como las cianobacterias, emplean la luz solar para
producir azúcares a partir de CO2. Sin embargo, otras dependen de la energía
liberada por la descomposición de compuestos químicos inorgánicos, como
nitratos y compuestos de azufre.
• Las bacterias heterótrofas (que utilizan compuestos orgánicos como fuente de
carbono), a su vez, pueden ser fotoheterótrofas o quimioheterótrofas. Las
primeras obtienen sus átomos de carbono de compuestos orgánicos fabricados
por otros organismos y obtienen la energía de la luz solar. Las
quimioheterótrofas obtienen tanto sus átomos de carbono como su energía de
uno o varios compuestos orgánicos. La mayoría de las bacterias pertenecen a
este grupo. Según su modo de vida las bacterias heterótrofas pueden ser
saprofitas, simbiontes o parásitas. Las saprofitas viven sobre los cuerpos
muertos de animales y vegetales, y son importantes porque descomponen los
cuerpos de las plantas y animales muertos en sus componentes esenciales,
haciéndolos accesibles para ser utilizados como alimento por las plantas.
Muchas bacterias viven en simbiosis con animales o plantas. Las bacterias
parásitas, el tercer tipo, viven en el interior de los animales o plantas
provocándoles daños; son las bacterias patógenas responsables de muchas
enfermedades.
• 2.4Bacterias Gram positivas y Gram negativas
• Otro sistema de clasificación de las bacterias utiliza las diferencias en la
composición de su pared celular. El empleo de una técnica llamada tinción de
Gram pone de relieve estas diferencias identificando las bacterias como Gram
positivas y Gram negativas. Tras la tinción, las bacterias Gram positivas retienen
el tinte y se colorean de violeta, mientras que las bacterias Gram negativas
liberan el tinte y se tiñen de color rosado. Las especies Gram positivas tienen
paredes celulares más gruesas que las Gram negativas. El conocimiento de si
una enfermedad está originada por una bacteria Gram positiva o Gram negativa
ayuda al médico a prescribir el antibiótico adecuado. Este método de
identificación recibe el nombre de Hans Christian Joachim Gram, el médico
danés que lo desarrolló en 1884.
• Las células bacterianas son muy pequeñas, entre 1 y 10 micrómetros (µm) de
longitud, y solo pueden observarse con ayuda de un microscopio.
• Las bacterias son organismos procariotas, que carecen de núcleo verdadero, una
característica que las diferencia de las células vegetales y animales. El núcleo de
las plantas y de los animales contiene el material genético en forma de ácido
desoxirribonucleico (ADN). El material genético de la célula bacteriana está
formado también por ADN (generalmente circular) pero se encuentra en una
región densa que no está separada del resto del citoplasma por ninguna
membrana. Muchas bacterias poseen también pequeñas moléculas de ADN
circulares llamadas plasmIdos, que llevan información genética, pero, la
mayoría de las veces, no resultan esenciales en la reproducción.
• El citoplasma, además del material genético, contiene fundamentalmente agua,
sustancias de reserva, proteínas y ribosomas. Sin embargo, las bacterias carecen
de los orgánulos citoplasmáticos rodeados de membrana propios de los
eucariontes, como mitocondrias, cloroplastos, aparato de Golgi, etc. La
membrana plasmática es la envoltura que rodea al citoplasma, separando la
célula del medio ambiente que la rodea y regulando el paso de materiales. En la
membrana aparecen grandes repliegues, denominados mesosomas, que pueden
intervenir en la división celular o en diversas reacciones químicas que liberan
energía. Por fuera de la membrana, se localiza la pared bacteriana, rígida y
resistente. Generalmente, la rigidez de la pared celular determina la forma de la
célula bacteriana. Además, protege a la bacteria de la deshidratación y de los
cambios que se producen en el medio que la rodea.
• En algunos casos, la pared celular también protege a la bacteria del ataque de las
células del sistema inmunitario. En algunas células la pared es muy fina mientras
que en otras es gruesa; la tinción de Gram permite distinguir entre estos dos
tipos de paredes bacterianas. Algunas bacterias poseen, rodeando a la pared
celular, una capa denominada vaina o cápsula bacteriana que es capaz de retener
agua y que puede protegerlas también del ataque de los leucocitos.
• Las bacterias se reproducen con mucha rapidez. En algunas especies la
replicación en condiciones óptimas se lleva a cabo tan solo en unos 15 minutos.
Una célula bacteriana puede convertirse en dos en 15 minutos, en cuatro en 30,
en ocho en 45 y así sucesivamente. De ese modo, las bacterias podrían cubrir
con rapidez la faz de la Tierra si el suministro de nutrientes fuese ilimitado. Sin
embargo, en ausencia de nutrientes suficientes, muchas bacterias forman esporas
latentes que sobreviven hasta que disponen de nuevo de alimento. La formación
de esporas hace posible también que las bacterias sobrevivan en determinadas
condiciones adversas
• Las células bacterianas se dividen por fisión o bipartición; la bacteria aumenta
de tamaño hasta casi duplicar su tamaño inicial y el material genético se duplica;
luego, la bacteria se estrecha por la mitad y tiene lugar la división completa
formándose dos células hijas idénticas a la célula madre.
• En primer lugar, el ADN bacteriano (que está anclado a un mesosoma) se
replica, y se forman todas las moléculas que necesita la nueva célula. La nueva
molécula de ADN se une a otro mesosoma nuevo. La membrana crece separando
las dos moléculas de ADN. En la zona central de la célula, la membrana celular
se invagina hacia el centro y se cierra para, finalmente, dividir a la célula en dos
de tamaño muy similar, formándose una nueva pared celular entre las
membranas.
• En respuesta a la escasez de nutrientes u otras condiciones adversas, muchas
bacterias sobreviven mediante la formación de esporas que resisten las
condiciones extremas del medio, como la deshidratación, el calor o los
productos químicos tóxicos. Las esporas preservan el ADN bacteriano y
permanecen vivas pero inactivas. Cuando las condiciones mejoran, las esporas
comienzan a desarrollarse y las bacterias se activan de nuevo.
• Las esporas mejor estudiadas se forman en las bacterias Bacillus y Clostridium y
se conocen como endosporas, porque son estructuras intracelulares. Las esporas
del Clostridium botulinum originan el botulismo, una intoxicación que puede
ser mortal. Las endosporas tienen cubiertas gruesas y pueden resistir las
condiciones adversas del medio, especialmente el calor. Las endosporas pueden
sobrevivir durante siglos en estado latente.
• Con frecuencia, las células bacterianas pueden sobrevivir mediante el
intercambio de ADN con otras células y la adquisición de nuevos rasgos, como
la resistencia a un antibiótico dirigido a destruirlas. La forma más simple de
intercambio de ADN es la transformación bacteriana, un proceso mediante el
cual las células bacterianas toman ADN ajeno del medio en el que viven y lo
incorporan a su propio ADN. El ADN del medio puede proceder de células
muertas. Cuanto más parecido sea este ADN al de la célula bacteriana más
sencilla es su incorporación.
• Otro método de intercambio de información genética es la transducción o
transferencia de material genético de una bacteria a otra a través de virus
bacterianos o bacteriófagos. Cuando el virus infecta la célula bacteriana, se
pueden formar, accidentalmente, junto con los bacteriófagos normales, fagos que
contengan el ADN bacteriano. Cuando estos virus infectan otra bacteria, el ADN
de la primera bacteria se integra en el material genético de la bacteria receptora.
• La transformación y la transducción generalmente transfieren solo pequeñas
cantidades de ADN, si bien los especialistas en genética bacteriana han intentado
incrementar estas cantidades. Muchas bacterias son capaces también de
transferir grandes cantidades de ADN, incluso el genoma completo (conjunto de
genes), mediante contacto físico. Por lo general, la célula donante crea una copia
del ADN durante el proceso de transferencia de manera que no es destruida. Este
método de intercambio recibe el nombre de conjugación. El intercambio de
ADN permite a la bacteria que ha desarrollado genes de resistencia a antibióticos
propagar con rapidez su resistencia a otras bacterias.
• La mayor parte de nuestra experiencia con las bacterias está relacionada con las
especies patógenas. Aunque algunas bacterias causan enfermedades, otras
muchas viven sobre la superficie o en el interior del cuerpo humano y previenen
las enfermedades. Además, las bacterias desempeñan funciones esenciales en el
medio ambiente y en la industria
• Muchas bacterias son patógenas y originan numerosas enfermedades en los seres
humanos. Las bacterias son la causa de muchos casos de gastroenteritis pero,
tal vez, la enfermedad bacteriana más frecuente sea la caries dental. La placa
dental, una biopelícula que se adhiere a los dientes, crea un medio idóneo para el
crecimiento de distintas bacterias. Estas fermentan (descomponen) el azúcar que
consumimos y producen ácidos que con el tiempo pueden disolver el esmalte y
producir cavidades. La caries es un buen ejemplo de cómo múltiples factores
contribuyen a desencadenar una enfermedad bacteriana. El cuerpo humano
alberga las bacterias, la dieta proporciona los azúcares y las bacterias producen
el ácido que daña los dientes. Otras bacterias que originan enfermedades son las
causantes del cólera, del tétanos, de la gangrena gaseosa, de la lepra, de la
peste, de la disentería bacilar, de la tuberculosis, de la sífilis, de la fiebre
tifoidea, de la difteria, de la fiebre ondulante o brucelosis, y de muchas formas
de neumonía.
• Los efectos patógenos provocados por las bacterias en los tejidos pueden
agruparse en las cuatro clases siguientes: (1) efectos provocados por la acción
directa local de la bacteria sobre los tejidos, como en la gangrena gaseosa
causada por Clostridium perfringens; (2) efectos mecánicos, como cuando un
grupo de bacterias bloquea un vaso sanguíneo y causa un émbolo infeccioso; (3)
efectos de respuesta del organismo ante ciertas infecciones bacterianas en los
tejidos, como las cavidades formadas en los pulmones en la tuberculosis, o la
destrucción de tejido en el corazón por los propios anticuerpos del organismo en
las fiebres reumáticas; (4) efectos provocados por toxinas producidas por las
bacterias, sustancias químicas que resultan tóxicas en algunos tejidos. Las
toxinas son, en general, específicas de cada especie; por ejemplo, la toxina
responsable de la difteria es diferente de la responsable del cólera.
Bacterias que viven en el cuerpo humano
6.1.1
Algunas regiones del interior del cuerpo humano son estériles, es decir, carentes de
organismos vivos a excepción de las propias células corporales. Las regiones
estériles comprenden los músculos, la sangre y el sistema nervioso. Sin embargo,
incluso estas regiones se defienden constantemente de la invasión de bacterias. El
sistema inmunitario está diseñado para eliminar del organismo a estos
microorganismos invasores.
En la mayoría de los casos, las bacterias que causan enfermedades no forman parte
de aquellas que normalmente viven en nuestro organismo. Por lo general, estas
bacterias están presentes en personas o animales enfermos, agua o alimentos
contaminados, u otras fuentes externas. Las enfermedades bacterianas aparecen
tras una intervención quirúrgica, un accidente, o cualquier otra causa que debilite el
sistema inmunitario.
Cuando el sistema inmunitario no funciona correctamente, las bacterias, que en
otras circunstancias son inofensivas, pueden invadir el cuerpo y causar
enfermedades. Estos organismos reciben el nombre de ‘oportunistas’ porque
causan enfermedades solo cuando se presenta una oportunidad. Las enfermedades
oportunistas han adquirido gran importancia a finales del siglo XX debido a
enfermedades como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), una
enfermedad vírica que afecta al sistema inmunitario. Otro factor que ha contribuido
al aumento de las infecciones oportunistas es el uso muy extendido de fármacos
anticancerosos y otros que dañan el sistema inmunitario.
Fijación de nitrógeno
6.2.1
Las bacterias desempeñan una función muy importante en la fertilidad del suelo.
Estos microorganismos convierten el nitrógeno atmosférico en amoníaco, un
compuesto nitrogenado que las plantas necesitan para crecer; son los únicos
organismos capaces de realizar este proceso bioquímico que recibe el nombre de
fijación de nitrógeno. Las bacterias capaces de fijar el nitrógeno atmosférico suelen
vivir en asociación con las plantas. Por ejemplo, las bacterias del género Rhizobium,
forman nódulos en las raíces de las judías y otras plantas de la familia de las
leguminosas.
El ciclo del carbono
6.2.2
Las bacterias y los hongos (levaduras y mohos) son esenciales para otro proceso
que hace posible la vida en la Tierra: el ciclo del carbono. Estos organismos ayudan
a producir el dióxido de carbono (CO2) que las plantas toman de la atmósfera.
Mediante la fotosíntesis, las plantas convierten la luz solar y el CO2 en alimento y
energía, liberando oxígeno a la atmósfera.
El ciclo del carbono continúa una vez que las plantas y los animales mueren cuando
las bacterias ayudan a convertir la materia que forma estos organismos de nuevo
en CO2. Las bacterias y los hongos secretan enzimas que rompen parcialmente la
materia muerta. La digestión final de esta materia tiene lugar en las células
bacterianas y fúngicas a través de procesos de fermentación y respiración. El CO2
liberado en estos procesos regresa a la atmósfera para reanudar el ciclo.
Quimiosíntesis
6.2.3
Biorremediación
6.2.4
Las bacterias también pueden ser nocivas para la ganadería, ya que son
responsables de graves enfermedades en los animales de granja. Muchas de las
especies que causan enfermedades infecciosas en los animales de granja se
parecen a aquellas que originan enfermedades similares en los seres humanos. Por
ejemplo, una bacteria parecida a la que causa la tuberculosis humana produce
tuberculosis en el ganado y puede infectar a los seres humanos a través de la leche
de vaca. Para evitar la transmisión de esta enfermedad, la leche destinada al
consumo humano debe pasteurizarse (calentarse a una temperatura entre 55º y
70ºC) durante un periodo de tiempo corto. La pasteurización elimina la mayoría de
las bacterias de la leche.
Las bacterias tienen una gran importancia en la industria alimentaria. Por una
parte, deterioran los alimentos y producen enfermedades de origen alimentario,
razón por la cual deben ser controladas. Las bacterias están implicadas en la
descomposición o deterioro de la carne, el vino, las verduras, la leche y otros
productos de consumo diario. La acción de las bacterias puede originar cambios en
la composición de algunos alimentos, provocando un mal sabor, y puede ocasionar
intoxicaciones alimentarias. Por otra parte, las bacterias potencian las propiedades
nutritivas y el sabor de los alimentos y resultan de gran importancia en muchas
industrias. La capacidad fermentadora de ciertas especies es aprovechada en la
producción de queso, yogur, adobos y salazones. También resultan importantes en
el curtido de cueros, la producción de tabaco, la conservación del grano, los tejidos,
los fármacos, y en la elaboración de varios tipos de enzimas, polisacáridos y
detergentes.
La industria láctea proporciona excelentes ejemplos de las ventajas y desventajas
de las bacterias. Antes de la introducción de la pasteurización a finales del siglo
XIX, los productos lácteos eran los principales portadores de bacterias causantes de
enfermedades como la tuberculosis y la fiebre reumática. Desde entonces, la
regulación de esta industria ha reducido mucho el riesgo de infecciones derivadas
de los productos lácteos. En relación a los beneficios que aportan las bacterias, hay
que destacar el empleo de estos microorganismos en la fermentación láctica para la
fabricación de numerosos productos lácteos como el yogur, la mantequilla o el
queso. Las bacterias producen ácido láctico, el cual agria la leche, dificulta el
crecimiento de bacterias productoras de enfermedades y proporciona un sabor
deseable al yogur. El queso se obtiene también mediante fermentación. En primer
lugar, las bacterias fermentan el azúcar de la leche a ácido láctico y a continuación,
los fabricantes de queso introducen diferentes microorganismos para obtener los
sabores deseados. El proceso es complicado y completarlo puede llevar meses e
incluso años, pero aporta a los quesos su sabor característico.