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nombre que reciben ciertos organismos unicelulares visibles solo a través del

microscopio y que constituyen uno de los tres dominios en que se dividen los seres
vivos. Carecen de núcleo diferenciado y se reproducen por división celular sencilla. Las
bacterias son tan pequeñas que solo pueden observarse con ayuda de un microscopio
que las amplíe al menos 500 veces su tamaño real. Algunas se hacen visibles solo si se
amplían 1.000 veces. Son muy variables en cuanto al modo de obtener la energía y el
alimento, y viven en casi todos los ambientes, incluido el interior de los seres humanos.
Habitan en las zonas más profundas de los océanos y en el interior de las profundidades
de la Tierra.
• Las bacterias poblaron la Tierra mucho antes de que ningún otro grupo de seres
vivos la habitaran; se han encontrado restos fósiles de bacterias en rocas de hace
3.800 millones de años. Esas primeras bacterias habitaron un mundo inhóspito:
carente de oxígeno para respirar, con temperaturas extremadamente elevadas y
niveles altos de radiación ultravioleta procedente del Sol.
• Las bacterias descendientes de esas bacterias primigenias pueblan hoy un gran
número de ambientes. La mayoría ha experimentado cambios y hoy no serían
capaces de sobrevivir en las duras condiciones que caracterizaban la Tierra
primitiva. Sin embargo, otras no han variado mucho. En la actualidad, algunas
bacterias son capaces de crecer a temperaturas superiores al punto de ebullición
del agua, 100 °C.
• Hay bacterias que viven en fuentes termales; incluso en las grietas hidrotermales
de las profundidades de los fondos marinos pueden vivir bacterias
metabolizadoras del azufre. Otras no pueden estar en contacto con el oxígeno y
solo sobreviven en medios anaerobios, como el intestino o el lodo del fondo de
marismas, ciénagas o pantanos. También existen bacterias resistentes a la
radiación. Las bacterias son organismos extraordinarios en términos de
adaptación a ambientes extremos, desarrollándose en zonas que resultan
inhóspitas para otras formas de vida. Cualquier lugar donde exista vida, incluye
vida bacteriana.

Las bacterias se pueden clasificar en varios tipos en función de varios criterios: por su
forma, según la estructura de la pared celular, por el comportamiento que presentan
frente a una tinción específica, en función de que necesiten oxígeno para vivir o no,
según sus capacidades metabólicas o fermentadoras, por su posibilidad de formar
esporas resistentes cuando las condiciones son adversas, y en función de la
identificación serológica de los componentes de su superficie y de sus ácidos nucleicos.
• La mayoría de las bacterias presentan forma de bastón, esfera o espiral. Las
bacterias con forma de bastón reciben el nombre de bacilos. Las bacterias
esféricas se llaman cocos y las que presentan forma espiral o en tirabuzón se
denominan espirilos. Algunas bacterias tienen formas más complejas. Las
espiroquetas son un tipo de bacterias con forma espiral. Entre los cocos son muy
conocidos los estreptococos y los estafilococos, bacterias causantes de
enfermedades.
Las bacterias se pueden clasificar también en función de si necesitan oxígeno o no para
sobrevivir: las aerobias precisan oxígeno mientras que las anaerobias no. Las bacterias
que viven en las grietas hidrotermales son anaerobias. Muchas especies anaerobias
producen intoxicaciones alimentarias
• Respecto a la fuente de carbono que utilizan para nutrirse, las bacterias se
pueden clasificar en autótrofas y heterótrofas. Las bacterias autótrofas (producen
su propio alimento), lo obtienen del dióxido de carbono (CO2). Sin embargo, la
mayoría de las bacterias son heterótrofas (no producen su propio alimento) y
obtienen el carbono de nutrientes orgánicos como el azúcar. Algunas especies
heterótrofas sobreviven como parásitos, creciendo dentro de otros organismos y
utilizando tanto los nutrientes como la maquinaria celular de la célula huésped.
Algunas bacterias autótrofas, como las cianobacterias, emplean la luz solar para
producir azúcares a partir de CO2. Sin embargo, otras dependen de la energía
liberada por la descomposición de compuestos químicos inorgánicos, como
nitratos y compuestos de azufre.
• Respecto a la fuente de carbono que utilizan para nutrirse, las bacterias se
pueden clasificar en autótrofas y heterótrofas. Las bacterias autótrofas (producen
su propio alimento), lo obtienen del dióxido de carbono (CO2). Sin embargo, la
mayoría de las bacterias son heterótrofas (no producen su propio alimento) y
obtienen el carbono de nutrientes orgánicos como el azúcar. Algunas especies
heterótrofas sobreviven como parásitos, creciendo dentro de otros organismos y
utilizando tanto los nutrientes como la maquinaria celular de la célula huésped.
Algunas bacterias autótrofas, como las cianobacterias, emplean la luz solar para
producir azúcares a partir de CO2. Sin embargo, otras dependen de la energía
liberada por la descomposición de compuestos químicos inorgánicos, como
nitratos y compuestos de azufre.
• Las bacterias heterótrofas (que utilizan compuestos orgánicos como fuente de
carbono), a su vez, pueden ser fotoheterótrofas o quimioheterótrofas. Las
primeras obtienen sus átomos de carbono de compuestos orgánicos fabricados
por otros organismos y obtienen la energía de la luz solar. Las
quimioheterótrofas obtienen tanto sus átomos de carbono como su energía de
uno o varios compuestos orgánicos. La mayoría de las bacterias pertenecen a
este grupo. Según su modo de vida las bacterias heterótrofas pueden ser
saprofitas, simbiontes o parásitas. Las saprofitas viven sobre los cuerpos
muertos de animales y vegetales, y son importantes porque descomponen los
cuerpos de las plantas y animales muertos en sus componentes esenciales,
haciéndolos accesibles para ser utilizados como alimento por las plantas.
Muchas bacterias viven en simbiosis con animales o plantas. Las bacterias
parásitas, el tercer tipo, viven en el interior de los animales o plantas
provocándoles daños; son las bacterias patógenas responsables de muchas
enfermedades.
• 2.4Bacterias Gram positivas y Gram negativas
• Otro sistema de clasificación de las bacterias utiliza las diferencias en la
composición de su pared celular. El empleo de una técnica llamada tinción de
Gram pone de relieve estas diferencias identificando las bacterias como Gram
positivas y Gram negativas. Tras la tinción, las bacterias Gram positivas retienen
el tinte y se colorean de violeta, mientras que las bacterias Gram negativas
liberan el tinte y se tiñen de color rosado. Las especies Gram positivas tienen
paredes celulares más gruesas que las Gram negativas. El conocimiento de si
una enfermedad está originada por una bacteria Gram positiva o Gram negativa
ayuda al médico a prescribir el antibiótico adecuado. Este método de
identificación recibe el nombre de Hans Christian Joachim Gram, el médico
danés que lo desarrolló en 1884.
• Las células bacterianas son muy pequeñas, entre 1 y 10 micrómetros (µm) de
longitud, y solo pueden observarse con ayuda de un microscopio.
• Las bacterias son organismos procariotas, que carecen de núcleo verdadero, una
característica que las diferencia de las células vegetales y animales. El núcleo de
las plantas y de los animales contiene el material genético en forma de ácido
desoxirribonucleico (ADN). El material genético de la célula bacteriana está
formado también por ADN (generalmente circular) pero se encuentra en una
región densa que no está separada del resto del citoplasma por ninguna
membrana. Muchas bacterias poseen también pequeñas moléculas de ADN
circulares llamadas plasmIdos, que llevan información genética, pero, la
mayoría de las veces, no resultan esenciales en la reproducción.
• El citoplasma, además del material genético, contiene fundamentalmente agua,
sustancias de reserva, proteínas y ribosomas. Sin embargo, las bacterias carecen
de los orgánulos citoplasmáticos rodeados de membrana propios de los
eucariontes, como mitocondrias, cloroplastos, aparato de Golgi, etc. La
membrana plasmática es la envoltura que rodea al citoplasma, separando la
célula del medio ambiente que la rodea y regulando el paso de materiales. En la
membrana aparecen grandes repliegues, denominados mesosomas, que pueden
intervenir en la división celular o en diversas reacciones químicas que liberan
energía. Por fuera de la membrana, se localiza la pared bacteriana, rígida y
resistente. Generalmente, la rigidez de la pared celular determina la forma de la
célula bacteriana. Además, protege a la bacteria de la deshidratación y de los
cambios que se producen en el medio que la rodea.
• En algunos casos, la pared celular también protege a la bacteria del ataque de las
células del sistema inmunitario. En algunas células la pared es muy fina mientras
que en otras es gruesa; la tinción de Gram permite distinguir entre estos dos
tipos de paredes bacterianas. Algunas bacterias poseen, rodeando a la pared
celular, una capa denominada vaina o cápsula bacteriana que es capaz de retener
agua y que puede protegerlas también del ataque de los leucocitos.
• Las bacterias se reproducen con mucha rapidez. En algunas especies la
replicación en condiciones óptimas se lleva a cabo tan solo en unos 15 minutos.
Una célula bacteriana puede convertirse en dos en 15 minutos, en cuatro en 30,
en ocho en 45 y así sucesivamente. De ese modo, las bacterias podrían cubrir
con rapidez la faz de la Tierra si el suministro de nutrientes fuese ilimitado. Sin
embargo, en ausencia de nutrientes suficientes, muchas bacterias forman esporas
latentes que sobreviven hasta que disponen de nuevo de alimento. La formación
de esporas hace posible también que las bacterias sobrevivan en determinadas
condiciones adversas
• Las células bacterianas se dividen por fisión o bipartición; la bacteria aumenta
de tamaño hasta casi duplicar su tamaño inicial y el material genético se duplica;
luego, la bacteria se estrecha por la mitad y tiene lugar la división completa
formándose dos células hijas idénticas a la célula madre.
• En primer lugar, el ADN bacteriano (que está anclado a un mesosoma) se
replica, y se forman todas las moléculas que necesita la nueva célula. La nueva
molécula de ADN se une a otro mesosoma nuevo. La membrana crece separando
las dos moléculas de ADN. En la zona central de la célula, la membrana celular
se invagina hacia el centro y se cierra para, finalmente, dividir a la célula en dos
de tamaño muy similar, formándose una nueva pared celular entre las
membranas.
• En respuesta a la escasez de nutrientes u otras condiciones adversas, muchas
bacterias sobreviven mediante la formación de esporas que resisten las
condiciones extremas del medio, como la deshidratación, el calor o los
productos químicos tóxicos. Las esporas preservan el ADN bacteriano y
permanecen vivas pero inactivas. Cuando las condiciones mejoran, las esporas
comienzan a desarrollarse y las bacterias se activan de nuevo.
• Las esporas mejor estudiadas se forman en las bacterias Bacillus y Clostridium y
se conocen como endosporas, porque son estructuras intracelulares. Las esporas
del Clostridium botulinum originan el botulismo, una intoxicación que puede
ser mortal. Las endosporas tienen cubiertas gruesas y pueden resistir las
condiciones adversas del medio, especialmente el calor. Las endosporas pueden
sobrevivir durante siglos en estado latente.
• Con frecuencia, las células bacterianas pueden sobrevivir mediante el
intercambio de ADN con otras células y la adquisición de nuevos rasgos, como
la resistencia a un antibiótico dirigido a destruirlas. La forma más simple de
intercambio de ADN es la transformación bacteriana, un proceso mediante el
cual las células bacterianas toman ADN ajeno del medio en el que viven y lo
incorporan a su propio ADN. El ADN del medio puede proceder de células
muertas. Cuanto más parecido sea este ADN al de la célula bacteriana más
sencilla es su incorporación.
• Otro método de intercambio de información genética es la transducción o
transferencia de material genético de una bacteria a otra a través de virus
bacterianos o bacteriófagos. Cuando el virus infecta la célula bacteriana, se
pueden formar, accidentalmente, junto con los bacteriófagos normales, fagos que
contengan el ADN bacteriano. Cuando estos virus infectan otra bacteria, el ADN
de la primera bacteria se integra en el material genético de la bacteria receptora.
• La transformación y la transducción generalmente transfieren solo pequeñas
cantidades de ADN, si bien los especialistas en genética bacteriana han intentado
incrementar estas cantidades. Muchas bacterias son capaces también de
transferir grandes cantidades de ADN, incluso el genoma completo (conjunto de
genes), mediante contacto físico. Por lo general, la célula donante crea una copia
del ADN durante el proceso de transferencia de manera que no es destruida. Este
método de intercambio recibe el nombre de conjugación. El intercambio de
ADN permite a la bacteria que ha desarrollado genes de resistencia a antibióticos
propagar con rapidez su resistencia a otras bacterias.
• La mayor parte de nuestra experiencia con las bacterias está relacionada con las
especies patógenas. Aunque algunas bacterias causan enfermedades, otras
muchas viven sobre la superficie o en el interior del cuerpo humano y previenen
las enfermedades. Además, las bacterias desempeñan funciones esenciales en el
medio ambiente y en la industria
• Muchas bacterias son patógenas y originan numerosas enfermedades en los seres
humanos. Las bacterias son la causa de muchos casos de gastroenteritis pero,
tal vez, la enfermedad bacteriana más frecuente sea la caries dental. La placa
dental, una biopelícula que se adhiere a los dientes, crea un medio idóneo para el
crecimiento de distintas bacterias. Estas fermentan (descomponen) el azúcar que
consumimos y producen ácidos que con el tiempo pueden disolver el esmalte y
producir cavidades. La caries es un buen ejemplo de cómo múltiples factores
contribuyen a desencadenar una enfermedad bacteriana. El cuerpo humano
alberga las bacterias, la dieta proporciona los azúcares y las bacterias producen
el ácido que daña los dientes. Otras bacterias que originan enfermedades son las
causantes del cólera, del tétanos, de la gangrena gaseosa, de la lepra, de la
peste, de la disentería bacilar, de la tuberculosis, de la sífilis, de la fiebre
tifoidea, de la difteria, de la fiebre ondulante o brucelosis, y de muchas formas
de neumonía.
• Los efectos patógenos provocados por las bacterias en los tejidos pueden
agruparse en las cuatro clases siguientes: (1) efectos provocados por la acción
directa local de la bacteria sobre los tejidos, como en la gangrena gaseosa
causada por Clostridium perfringens; (2) efectos mecánicos, como cuando un
grupo de bacterias bloquea un vaso sanguíneo y causa un émbolo infeccioso; (3)
efectos de respuesta del organismo ante ciertas infecciones bacterianas en los
tejidos, como las cavidades formadas en los pulmones en la tuberculosis, o la
destrucción de tejido en el corazón por los propios anticuerpos del organismo en
las fiebres reumáticas; (4) efectos provocados por toxinas producidas por las
bacterias, sustancias químicas que resultan tóxicas en algunos tejidos. Las
toxinas son, en general, específicas de cada especie; por ejemplo, la toxina
responsable de la difteria es diferente de la responsable del cólera.
Bacterias que viven en el cuerpo humano
6.1.1

Los grupos de bacterias forman sobre muchas superficies corporales lo que se


denominan biopelículas. Las biopelículas recubren los dientes pero también los
tejidos blandos de la boca y de la superficie interna de la nariz, los senos
paranasales, la garganta, el estómago y los intestinos. Incluso en la piel existen
comunidades bacterianas que se extienden a los folículos pilosos. Las comunidades
de bacterias difieren en cada zona del cuerpo, reflejando las condiciones del medio
presentes en cada región específica. Por ejemplo, las bacterias que habitan la
superficie del estómago deben enfrentarse a la extrema acidez del jugo gástrico.

Algunas regiones del interior del cuerpo humano son estériles, es decir, carentes de
organismos vivos a excepción de las propias células corporales. Las regiones
estériles comprenden los músculos, la sangre y el sistema nervioso. Sin embargo,
incluso estas regiones se defienden constantemente de la invasión de bacterias. El
sistema inmunitario está diseñado para eliminar del organismo a estos
microorganismos invasores.

El equilibrio de las comunidades bacterianas es extremadamente importante para la


salud. Algunas nos protegen de enfermedades causadas por microorganismos que
en su ausencia nos infectarían. Los animales que se desarrollan en un medio
completamente libre de microorganismos, sin ningún contacto con bacterias, son
muy susceptibles de padecer enfermedades infecciosas si se exponen al mundo
exterior. Las bacterias presentes en nuestro organismo también nos proporcionan
nutrientes, como por ejemplo la vitamina K que nuestro cuerpo no puede fabricar.
Las comunidades de bacterias y otros microorganismos que viven en el cuerpo
humano reciben el nombre de microflora o microbiota.

Bacterias causantes de enfermedades


6.1.2

En la mayoría de los casos, las bacterias que causan enfermedades no forman parte
de aquellas que normalmente viven en nuestro organismo. Por lo general, estas
bacterias están presentes en personas o animales enfermos, agua o alimentos
contaminados, u otras fuentes externas. Las enfermedades bacterianas aparecen
tras una intervención quirúrgica, un accidente, o cualquier otra causa que debilite el
sistema inmunitario.
Cuando el sistema inmunitario no funciona correctamente, las bacterias, que en
otras circunstancias son inofensivas, pueden invadir el cuerpo y causar
enfermedades. Estos organismos reciben el nombre de ‘oportunistas’ porque
causan enfermedades solo cuando se presenta una oportunidad. Las enfermedades
oportunistas han adquirido gran importancia a finales del siglo XX debido a
enfermedades como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), una
enfermedad vírica que afecta al sistema inmunitario. Otro factor que ha contribuido
al aumento de las infecciones oportunistas es el uso muy extendido de fármacos
anticancerosos y otros que dañan el sistema inmunitario.

Algunas infecciones graves se deben a la exposición a bacterias que no forman


parte de la flora bacteriana. Este es el caso del cólera, una enfermedad causada por
la bacteria Vibrio cholerae, que se contagia por contacto directo con personas
enfermas o a través del agua y los alimentos contaminados; o de la tuberculosis,
una enfermedad pulmonar originada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis,
responsable de más de dos millones de defunciones cada año en todo el mundo.

Mientras que el cólera o la tuberculosis han estado presentes en la historia de la


humanidad durante siglos, en las últimas décadas se han descrito enfermedades
bacterianas nuevas. Así, por ejemplo, la enfermedad del legionario, una forma de
neumonía grave, fue descrita por primera vez en 1976 y su agente causante,
Legionella pneumophila, resultó ser una bacteria desconocida hasta entonces.

6.2 Las bacterias y el medio ambiente


Las bacterias desempeñan un papel importante en el reciclado de muchos
elementos y compuestos químicos en la naturaleza. En ausencia de dichas
actividades bacterianas, la vida en la Tierra no sería posible. Las basuras y los
desperdicios nos inundarían si las bacterias no acelerasen la descomposición de las
plantas y animales muertos. Como resultado de su actividad, los restos de
sustancias orgánicas de las plantas y los animales se descomponen en partículas
inorgánicas. Este mecanismo es una fuente importante de alimento para las
plantas. Además, las leguminosas enriquecen el suelo al incrementar el contenido
de nitrógeno gracias a la ayuda de la especie Rhizobium radicicola y de otra
bacteria que infecta las raíces de las plantas y origina nódulos de fijación de
nitrógeno. El proceso fotosintético en que se basan las plantas fue, casi con
certeza, desarrollado en primer lugar en las bacterias.

Fijación de nitrógeno
6.2.1

Las bacterias desempeñan una función muy importante en la fertilidad del suelo.
Estos microorganismos convierten el nitrógeno atmosférico en amoníaco, un
compuesto nitrogenado que las plantas necesitan para crecer; son los únicos
organismos capaces de realizar este proceso bioquímico que recibe el nombre de
fijación de nitrógeno. Las bacterias capaces de fijar el nitrógeno atmosférico suelen
vivir en asociación con las plantas. Por ejemplo, las bacterias del género Rhizobium,
forman nódulos en las raíces de las judías y otras plantas de la familia de las
leguminosas.
El ciclo del carbono
6.2.2

Las bacterias y los hongos (levaduras y mohos) son esenciales para otro proceso
que hace posible la vida en la Tierra: el ciclo del carbono. Estos organismos ayudan
a producir el dióxido de carbono (CO2) que las plantas toman de la atmósfera.
Mediante la fotosíntesis, las plantas convierten la luz solar y el CO2 en alimento y
energía, liberando oxígeno a la atmósfera.

El ciclo del carbono continúa una vez que las plantas y los animales mueren cuando
las bacterias ayudan a convertir la materia que forma estos organismos de nuevo
en CO2. Las bacterias y los hongos secretan enzimas que rompen parcialmente la
materia muerta. La digestión final de esta materia tiene lugar en las células
bacterianas y fúngicas a través de procesos de fermentación y respiración. El CO2
liberado en estos procesos regresa a la atmósfera para reanudar el ciclo.

Quimiosíntesis
6.2.3

Las bacterias desempeñan una función fundamental en los ciclos de otros


elementos en el medio ambiente. Las bacterias quimiosintéticas emplean la energía
química presente en los compuestos inorgánicos, en lugar de la energía de la luz
utilizada por las plantas, para transformar el CO2 en diferentes moléculas orgánicas
de las que otros organismos pueden alimentarse. La quimiosíntesis tiene lugar en
las grietas hidrotermales del fondo de los océanos, donde no se dispone de luz para
llevar a cabo la fotosíntesis pero donde hay grandes cantidades de sulfuro de
hidrógeno, H2S. Alrededor de estas grietas hidrotermales puede desarrollarse vida
porque las bacterias utilizan el H2S en la transformación de CO2 en nutrientes
orgánicos. Además, estas bacterias están adaptadas a las altas temperaturas que
existen en esos manantiales del fondo oceánico. La capacidad de las bacterias de
reaccionar químicamente con los compuestos de azufre es también útil en ciertos
procesos industriales.

Biorremediación
6.2.4

La biorremediación hace referencia al empleo de microorganismos, en especial


bacterias, para devolver los elementos presentes en los tóxicos químicos a sus
ciclos naturales en la naturaleza. Este proceso es un método barato y eficaz de
limpieza del medio ambiente, uno de los principales retos a los que se enfrenta la
sociedad hoy en día.

La biorremediación se ha utilizado en la limpieza de vertidos de petróleo, pesticidas


y otros materiales tóxicos. Por ejemplo, los accidentes en los que están implicados
tanques de petróleo gigantescos originan por lo general importantes vertidos que
contaminan las costas y dañan la fauna. Las bacterias y otros microorganismos
pueden convertir los materiales tóxicos del crudo de petróleo en productos menos
dañinos como CO2. La adición de fertilizantes que contienen nitrógeno, fósforo y
oxígeno a las áreas contaminadas estimula la multiplicación de las bacterias ya
presentes en el medio y acelera el proceso de limpieza.
6. Las bacterias en la agricultura y en la
3 industria
Muchos de los beneficios que se obtienen de las bacterias en la agricultura han sido
descritos en la sección anterior. Mediante el reciclado de ciertos elementos y
compuestos químicos, las bacterias hacen posible la vida de las plantas y de los
animales. Las bacterias tienen también numerosas aplicaciones en la industria. En
las últimas décadas, los científicos han empleado la ingeniería genética bacteriana
para producir sustancias muy demandadas, como la insulina humana, que se
utilizan en el tratamiento de enfermedades.

Las bacterias en la agricultura y en la ganadería


6.3.1

Mediante el proceso de fijación del nitrógeno, las bacterias convierten el nitrógeno


atmosférico en nitrógeno orgánico que las plantas necesitan para crecer. Algunas de
las bacterias fijadoras de nitrógeno se asocian a las raíces de las plantas. Mediante
el ciclo del carbono, las bacterias producen el dióxido de carbono que las plantas
precisan para realizar la fotosíntesis. Las bacterias que viven en el estómago de los
rumiantes, como las vacas o las ovejas, ayudan a los animales a digerir la celulosa
y otros polisacáridos presentes en los vegetales de los que se alimentan.

Las bacterias también pueden ser nocivas para la ganadería, ya que son
responsables de graves enfermedades en los animales de granja. Muchas de las
especies que causan enfermedades infecciosas en los animales de granja se
parecen a aquellas que originan enfermedades similares en los seres humanos. Por
ejemplo, una bacteria parecida a la que causa la tuberculosis humana produce
tuberculosis en el ganado y puede infectar a los seres humanos a través de la leche
de vaca. Para evitar la transmisión de esta enfermedad, la leche destinada al
consumo humano debe pasteurizarse (calentarse a una temperatura entre 55º y
70ºC) durante un periodo de tiempo corto. La pasteurización elimina la mayoría de
las bacterias de la leche.

Las bacterias en la industria alimentaria


6.3.2

Las bacterias tienen una gran importancia en la industria alimentaria. Por una
parte, deterioran los alimentos y producen enfermedades de origen alimentario,
razón por la cual deben ser controladas. Las bacterias están implicadas en la
descomposición o deterioro de la carne, el vino, las verduras, la leche y otros
productos de consumo diario. La acción de las bacterias puede originar cambios en
la composición de algunos alimentos, provocando un mal sabor, y puede ocasionar
intoxicaciones alimentarias. Por otra parte, las bacterias potencian las propiedades
nutritivas y el sabor de los alimentos y resultan de gran importancia en muchas
industrias. La capacidad fermentadora de ciertas especies es aprovechada en la
producción de queso, yogur, adobos y salazones. También resultan importantes en
el curtido de cueros, la producción de tabaco, la conservación del grano, los tejidos,
los fármacos, y en la elaboración de varios tipos de enzimas, polisacáridos y
detergentes.
La industria láctea proporciona excelentes ejemplos de las ventajas y desventajas
de las bacterias. Antes de la introducción de la pasteurización a finales del siglo
XIX, los productos lácteos eran los principales portadores de bacterias causantes de
enfermedades como la tuberculosis y la fiebre reumática. Desde entonces, la
regulación de esta industria ha reducido mucho el riesgo de infecciones derivadas
de los productos lácteos. En relación a los beneficios que aportan las bacterias, hay
que destacar el empleo de estos microorganismos en la fermentación láctica para la
fabricación de numerosos productos lácteos como el yogur, la mantequilla o el
queso. Las bacterias producen ácido láctico, el cual agria la leche, dificulta el
crecimiento de bacterias productoras de enfermedades y proporciona un sabor
deseable al yogur. El queso se obtiene también mediante fermentación. En primer
lugar, las bacterias fermentan el azúcar de la leche a ácido láctico y a continuación,
los fabricantes de queso introducen diferentes microorganismos para obtener los
sabores deseados. El proceso es complicado y completarlo puede llevar meses e
incluso años, pero aporta a los quesos su sabor característico.

La variedad de alimentos fermentados que consumimos varía desde conservas,


aceitunas y chucrut hasta salchichas y otras carnes y pescados curados, chocolate,
salsa de soja y otros productos. En la mayoría de estas fermentaciones las
bacterias productoras de ácido láctico desempeñan una función destacada. Las
levaduras son los principales microorganismos responsables de la fermentación
alcohólica necesaria para la fabricación de cervezas y vinos, aunque las bacterias
ácido lácticas también están implicadas especialmente en la fabricación del vino o la
sidra. Las bacterias que producen ácido acético pueden convertir el vino, la sidra u
otras bebidas alcohólicas en vinagre.

Las bacterias en el tratamiento de residuos


6.3.3

Las bacterias son muy importantes en el tratamiento de las aguas residuales. El


tratamiento habitual comprende múltiples procesos. Por lo general, comienza
mediante un proceso de sedimentación en el que los materiales más pesados se
depositan en el fondo. A continuación se borbotea aire en esas aguas residuales.
Este proceso recibe el nombre de fase aeróbica y favorece que las bacterias que
utilizan oxígeno fragmenten la materia orgánica en ácidos y CO2. En esta fase se
eliminan también la mayoría de los organismos causantes de enfermedades. Los
sedimentos de las aguas residuales son tratados en una fase posterior con bacterias
anaerobias. Estas bacterias fragmentan los sedimentos produciendo metano, el cual
puede ser utilizado como combustible para el funcionamiento de las instalaciones
de las plantas de tratamiento. Actualmente, la fase anaeróbica precede algunas
veces a la fase aeróbica.

Las bacterias también son eficaces, como ya se ha visto, en la limpieza de


contaminantes mediante biorremediación. En este proceso las bacterias y otros
microorganismos convierten sustancias tóxicas o indeseables, como pesticidas o
vertidos de petróleo, en productos menos dañinos o incluso útiles.

Las bacterias en la biotecnología


6.3.4

Las bacterias participan también en los recientes avances obtenidos en


biotecnología -la creación de productos para beneficio humano mediante la
manipulación de organismos. La biotecnología se inició al menos en épocas tan
remotas como la civilización del Antiguo Egipto. En las pinturas de las paredes de
las tumbas egipcias se representa la elaboración de cerveza, en cuyo proceso de
fermentación se emplean microorganismos. Sin embargo, la existencia de bacterias
no se conoció hasta finales del siglo XVII, cuando se inventaron microscopios con
potencia suficiente. Durante los siglos posteriores, los científicos comprobaron que
los organismos vivos eran responsables de muchos procesos biotecnológicos.

La biotecnología ha mantenido un desarrollo continuo durante el siglo XX y XXI. En


la década de 1970 los científicos aprovecharon la información sobre replicación de
virus y bacterias, y sobre síntesis de ADN, para iniciar la ingeniería genética de
células bacterianas. Cuando los científicos combinaron el ADN humano con el ADN
de las células bacterianas, surgió la tecnología del ADN recombinante. El ADN
contiene las instrucciones para sintetizar proteínas y los científicos utilizaron las
bacterias como fábricas productoras de proteínas humanas, como la hormona
insulina o los anticuerpos que combaten las enfermedades. Gracias a su rápida
multiplicación, las bacterias producen un gran número de copias de proteínas en un
periodo corto de tiempo. Este proceso de extracción de información genética de un
organismo para introducirla en otro diferente fue patentado por los bioquímicos
americanos Stanley Cohen y Herbert Boyer en 1980. La revolución genética estaba
en camino.

Otras aplicaciones en la industria


6.3.5

Las bacterias también participan en la elaboración de otros productos, como ciertos


plásticos y enzimas utilizados en los detergentes, y en la producción de muchos
antibióticos, como la estreptomicina y la tetraciclina. A partir de la década de 1980
las bacterias adquirieron importancia en la producción de muchas sustancias
químicas, como el etanol. La obtención de productos químicos mediante bacterias y
otros microorganismos es menos contaminante para el medio ambiente que la
producción química convencional. El desarrollo de la ingeniería genética ha allanado
el camino para un uso más frecuente de las bacterias en la fabricación industrial a
gran escala y en procesos más respetuosos con el medio ambiente.

El control del crecimiento de las bacterias


6.3.6

La esterilización y la desinfección, procesos destinados a la destrucción de


microorganismos, son indispensables en la industria alimentaria. Por ejemplo, el
enlatado comprende el calentamiento de los alimentos a temperaturas de 121 ºC
para eliminar los microorganismos, incluyendo las células bacterianas más
resistentes al calor. El fracaso en la destrucción de las bacterias y de las esporas
que producen puede provocar una enfermedad mortal como el botulismo. Si las
esporas de la bacteria Clostridium botulinum no son destruidas, pueden
desarrollarse en las latas de alimentos y producir una toxina que afecta al sistema
nervioso. La toxina botulínica es una de las más letales que se conocen.

La demanda de métodos más eficaces de esterilización y desinfección en la


medicina y la industria ha aumentado a partir de la década de 1970 debido al temor
a la propagación de la infección del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y de
otros microorganismos causantes de enfermedades. Se han desarrollado una amplia
gama de productos dirigidos a eliminar bacterias y otros microorganismos.
CLASIFICACIÓ
N
Los científicos han encontrado siempre muchas dificultades para clasificar las
bacterias atendiendo a las relaciones que existen entre ellas y con otros seres
vivos. Debido a su pequeño tamaño, resultaba casi imposible identificar estructuras
características internas o externas que facilitasen su clasificación. En el sistema de
clasificación en cinco reinos, las bacterias se incluían en el reino Móneras, que
incluye a los organismos procariotas.

.1 Un nuevo sistema de clasificación


Carl Woese, un microbiólogo de la Universidad de Illinois descubrió que era más
fácil trabajar con ácidos nucleicos como el ADN o el ARN, y comparó las moléculas
de ácido ribonucleico de los ribosomas (ARNr). Los ribosomas son estructuras
celulares encargadas de la síntesis de proteínas. Fue relativamente sencillo obtener
ARNr para identificar sus nucleótidos y determinar su orden en la molécula. El ARN
ha demostrado ser una herramienta excelente para determinar las relaciones
evolutivas porque varía relativamente poco de una generación a la siguiente.

La filogenia molecular estableció tres grupos principales de organismos, que Woese


llamó dominios. Un dominio llamado Eukarya (Eucariota), que comprende todos los
organismos con un núcleo verdadero y que incluye todas las plantas y los animales,
y otros dos dominios, que recibieron el nombre de Archaea y Bacteria, formados
por organismos procariotas sin núcleo verdadero. Anteriormente las arquebacterias,
que componen el dominio Archaea, fueron clasificadas con las bacterias dentro del
reino Móneras.

La clasificación de los organismos procariotas en dos dominios, el sistema


propuesto por Woese, está basada casi por completo en la estructura del ARN
ribosómico y resulta coherente con otros hallazgos relativos a las estructuras
básicas, su metabolismo y su evolución.

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