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MISTERIOS DE LA INFANCIA
REFLEXIONES PREVIAS
El cuidado de examinar nos lleva a reconocer el buen espíritu y a fiarnos más y más
de él, de un modo reflexivo y libre (cf EE 329). Comenzamos a sentir un gozo y una alegría
distintos de la consolación espiritual de la primera Semana (EE 316), que toca las
profundidades de la afectividad y tiene también sus repercusiones a nivel de la sensibilidad,
de modo normal y sano.
1
Cf SOBRINO, JON, S.J., El Cristo de los Ejercicios de San Ignacio. Aquí y Ahora, n. 9, Sal Terrae, 1990,
pp. 11-20.
2
Salir de mi propio amor, querer e interés (cf EE 189), para que Jesucristo viva
en mí. Adherirme a la persona de Jesús, que se me muestra pobre y humilde en los
misterios de su infancia, mediante el deseo de identificarme con su modo de ser
salvador y el propósito de seguirlo y servirle en su misión.
que nos llama a seguirlo para colaborar con él en su misión (Rey eternal). Como Juan y
Andrés, que escucharon del Bautista quién era Jesús y se fueron tras él, queremos seguirlo
para tener una experiencia más personal y directa.
Siguiendo el modo y orden de los Ejercicios completos el texto indica: «el segundo
[día de la segunda Semana], tomar por primera y segunda contemplación la presentación
en el templo (268) y la huída como en destierro en Egipto (269); y sobre estas dos
contemplaciones se harán dos repeticiones y el traer de los cinco sentidos sobre ellas, de la
misma manera que se hizo el día precedente» (EE 132).
- Imposición del nombre: José, como padre legal, le pone el nombre. «María tendrá
un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus
pecados» (Mt 1, 21). Un nombre que sintetiza su misión y destaca que en Jesús Dios vive
en medio de su pueblo: «Jesús anduvo haciendo bien y sanando a todos los que sufrían bajo
el poder del diablo. Esto pudo hacerlo porque Dios estaba con él» (Heb 10, 38). Nombre
elegido por el mismo Dios: «la virgen quedará encinta y tendrá un hijo, al que pondrán por
nombre Emmanuel (que significa: “Dios con nosotros”)» (Mt 1, 23; cf Is 7, 14);
- Purificación: consagración (cf Lv 1, 4). Ver la ley acerca del primogénito (cf Ex
13, 2 y 12). Esta escena recuerda la acción salvadora con que Dios sacó maravillosamente
a Israel de Egipto (cf Ex 13, 14ss);
- En Jesús se cifra la decisión: la salvación está en optar por él. «De esta manera
pueden ustedes saber quién tiene el Espíritu de Dios: todo el que reconoce que Jesucristo
vino como hombre verdadero, tiene el Espíritu de Dios» (1 Jn 4,2). Sin embargo, es objeto
de contradicción. María es incorporada a la suerte de Jesús en la profecía de Simeón;
del patriarca del A. T. que salva a su familia llevándola a Egipto (cf Gen 45 y 46), para
volver luego a la tierra prometida;
- «De Egipto llamé a mi hijo» (Os 11, 1): referencia al pueblo de Israel, con el
sentido de que en Jesús comienza el nuevo Israel;
La repetición es muy aconsejada y muy propia para los Ejercicios abiertos: «repetir
el primero y segundo ejercicio, notando y haciendo pausa en los puntos que he sentido
mayor consolación o desolación o mayor sentimiento espiritual…» (EE 62). En una
atmósfera de afecto nos ponemos a la escucha de la Palabra de Dios que nos cuestiona y
nos transforma en el transcurso del tiempo.
Es una forma de oración que va más allá del simple “saber” y educa el “sentir”, un
verdadero ejercicio de oración-discernimiento, que nos enseña a “degustar”, como sugiere
la segunda anotación de los Ejercicios: «no el mucho saber harta y satisface el ánima, mas
el sentir y gustar de las cosas internamente». Este volver a sí mismo, sin ninguna prisa ni
deseo de agotar la materia propuesta, permite detenerse allí donde se haya sentido la
consolación de Dios o donde anteriormente se ha experimentado desolación (cf EE 118). Es
como «poner a prueba» los diversos espíritus en el desarrollo procesual histórico. En esos
puntos de atracción o de resistencia, Dios espera al ejercitante. Las repeticiones prolongan
el contacto con el Señor a través del misterio en que se nos manifiesta. Proporcionan un
tiempo de mayor exposición a la acción de su presencia y así permiten a la gracia realizar
su obra transformadora en nosotros. El método ignaciano sigue una curva dentro de un
mismo día, que va desde las primeras contemplaciones, con las repeticiones, hasta la
aplicación de los sentidos, que es un ejercicio más intuitivo y pasivo.
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Textos bíblicos
Textos de la Compañía
Carta del P. Arrupe sobre «La sencillez de vida», en La identidad del jesuita en nuestros
tiempos, Sal Terrae, 1981, pp. 161-172.
Texto del P. General Kolvenbach: «No ocultéis la vida oculta de Cristo». En «Decir…al
“Indecible”, Colección Manresa, n. 20, Mensajero-Sal Terrae, pp. 77-89.
Ver Anexo No. 6: «La contemplación y la exégesis bíblica», de Mario Gutiérrez, S.J.,
Anexo No. 7: «El traer de los sentidos».