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Tobit 1 (Dios Habla Hoy)

Dios Habla Hoy (DHH)

Tobit 1

Introducción

1 Esta es la historia de Tobit. Tobit era hijo de Tobiel y descendiente


de Ananiel, de Aduel, de Gabael, de Rafael y de Rag@uel, los cuales
descendían de Jahseel, de la tribu de Neftalí. 2 En tiempos del rey
Salmanasar[a] de Asiria, Tobit fue llevado cautivo desde Tisbé, aldea
que se encuentra en la Galilea superior, al sur de Quedes de Neftalí,
más arriba de Hasor, hacia el occidente, y al norte de Sefat.[b]

Vida de Tobit en el destierro

3 Yo, Tobit, llevé una conducta sincera y honrada todos los días de mi
vida. Hice muchas obras de caridad entre mis parientes y mis
compatriotas que habían sido desterrados conmigo a Asiria, a la
ciudad de Nínive. 4 Cuando yo era joven y estaba en mi tierra, en
Israel, toda la tribu de Neftalí, a la cual pertenezco, se había
separado de la dinastía de David y de Jerusalén.[c] Sin embargo,
Jerusalén era la ciudad escogida entre todas las tribus de Israel como
lugar donde ellas debían ofrecer sus sacrificios. Allí había sido
construido el templo donde Dios habitaba y que había sido dedicado a
él para siempre. 5 En todos los montes de Galilea, todos mis
parientes, y en general la tribu de Neftalí a la que pertenezco,
ofrecían sacrificios al becerro que Jeroboam, rey de Israel, había
mandado hacer en Dan.[d]

6 Muchas veces, yo era el único que iba a Jerusalén en las fiestas,


como se ordena[e] que lo haga siempre todo el pueblo de Israel. Me
iba de prisa a Jerusalén a llevar los primeros frutos de mis cosechas,
las primeras crías y la décima parte del ganado, y la primera lana que
recogía de mis ovejas.[f] 7 Y se lo daba a los sacerdotes,
descendientes de Aarón, para el servicio del altar. También daba a los
levitas encargados del servicio del templo en Jerusalén la décima
parte del trigo, del vino, del aceite, de las granadas, de los higos y de
las demás cosechas. Otra décima parte la vendía cada año, y durante
seis años seguidos iba a gastar ese dinero en Jerusalén.[g] 8 La tercera
décima parte la repartía cada tres años entre los huérfanos, las
viudas y los extranjeros que se habían convertido a nuestra religión y
se habían unido a los israelitas. Con esa décima parte celebrábamos
el banquete, como se ordena en la ley de Moisés y según me lo había
recomendado Débora, mi abuela por parte de padre, pues mi padre
había muerto dejándome huérfano.
Ya mayor de edad, me casé con una parienta mía, llamada Ana.
9
De ella tuve un hijo, al que puse por nombre Tobías.

Cuando me llevaron desterrado a Asiria, llegué a Nínive. Todos


10
mis parientes y los demás israelitas comían los mismos alimentos que
comen los paganos. 11 Yo, en cambio, tenía cuidado de no comerlos.
12 Y como había sido fiel a Dios de todo corazón, 13 el Dios altísimo
hizo que el rey Salmanasar me mirara con buenos ojos, y llegué a ser
el encargado de comprar sus provisiones. 14 Iba al país de Media y
hacía compras para él. Así lo hice hasta que el rey murió. En Ragues
de Media dejé una vez la cantidad de trescientos treinta kilos de
plata, consignada en depósito, al cuidado de un pariente mío, llamado
Gabael, hijo de Gabrí.

Cuando Salmanasar murió, reinó en su lugar su hijo


15
Senaquerib.[h] Los caminos para ir a Media se volvieron inseguros, y
ya no pude volver a aquel país.

Obras de caridad de Tobit

16 En tiempos de Salmanasar ayudé muchas veces con obras de


caridad a los demás israelitas. 17 Compartía mi comida con los que
padecían hambre, y daba de mi ropa a quienes no tenían. Y cuando
algún israelita moría y su cadáver era arrojado fuera de las murallas
de Nínive, si yo lo veía, iba y lo enterraba. 18 Cuando Senaquerib se
puso a decir palabras ofensivas contra Dios, el Rey del cielo, y fue
castigado por ello y tuvo que salir huyendo de Judea, se enojó y mató
a muchos israelitas. Pero yo fui y los enterré. Robé los cadáveres y
los enterré. Senaquerib los buscó, pero no pudo encontrarlos. 19
Entonces un ciudadano de Nínive fue y avisó al rey que yo era quien
los había enterrado, y tuve que esconderme. Cuando supe que ya el
rey sabía de mí, y que me buscaba para matarme, tuve miedo y me
escapé. 20 Me quitaron todo lo que tenía, y se lo llevaron al tesoro del
rey. Solo me dejaron a Ana mi esposa y a Tobías mi hijo.

21 Aún no habían pasado cuarenta días, cuando Senaquerib fue


asesinado por sus dos hijos, quienes huyeron a las montañas de
Ararat. En lugar de Senaquerib reinó su hijo Esarhadón, quien
encargó a Ajicar, hijo de mi hermano Anael, el oficio de llevar las
cuentas del reino; Ajicar tenía la dirección general de la
administración. 22 Entonces Ajicar habló en mi favor, y de esa manera
pude volver a Nínive. Porque cuando Senaquerib era rey de Asiria,
Ajicar fue jefe del servicio de mesa, encargado de guardar el sello
real y jefe de administración y cuentas. Asarhadón le volvió a dar
esos cargos. Ajicar era de mi familia, sobrino mío.

Notas al pie:
Tobit 2

Tobit queda ciego

1 Siendo rey Esarhadón, volví a mi casa y me devolvieron a mi


esposa Ana y a mi hijo Tobías. Una vez estábamos celebrando
nuestra fiesta de Pentecostés (llamada también "fiesta de las
semanas").[a] Me habían preparado un buen banquete, y me
senté a la mesa. 2 Me arreglaron la mesa y me trajeron varios
platos preparados. Entonces dije a mi hijo Tobías: Tobit 3

Oración de Tobit

1 Yo me puse muy triste, y suspiré y lloré; y entre suspiros comencé


a orar así: 2 "Tú eres justo, Señor; todo lo que haces es justo. Tú
procedes siempre con amor y fidelidad. Tú eres el juez del mundo. 3
Ahora, Señor, acuérdate de mí, vuelve tus ojos hacia mí. No me
castigues por mis pecados, por las faltas que yo o mis antepasados
hemos cometido sin saberlo. Hemos pecado contra ti, 4 hemos
desobedecido a tus mandamientos. Por eso tú nos has entregado al
saqueo, al destierro y a la muerte, y en todos los pueblos a donde
nos has desterrado has hecho que la gente hable mal de nosotros y
nos insulte. 5 Reconozco que todas tus decisiones son justas al
castigarme por mis pecados. No hemos cumplido tus órdenes, no
hemos sido leales contigo. 6 Trátame como mejor te parezca. Manda
que me quiten la vida, para que yo desaparezca de este mundo y me
convierta en tierra. Prefiero morir a seguir viviendo. He tenido que
aguantar injurias y calumnias, y tengo una gran pena. ¡Señor, líbrame
de esta angustia! Déjame ir al lugar del eterno descanso. Señor, no
me vuelvas la espalda. Prefiero morir a pasar tantas angustias en mi
vida y tener que escuchar tantos insultos."

Sufrimientos y oración de Sara

7 Ese mismo día, una mujer llamada Sara, hija de Rag@uel, que
vivía en la ciudad de Ecbatana, en el país de Media, tuvo que sufrir
también los insultos de una criada de su padre. 8 Resulta que Sara
había sido dada en matrimonio siete veces, pero en cada caso
Asmodeo, un demonio malvado, había matado al esposo antes de que
este se uniera a ella como en todo matrimonio.

Entonces la criada le dijo: "¡Tú eres la que matas a tus maridos! Ya


has tenido siete maridos, y no has podido llevar el apellido de
ninguno de ellos. 9 Pero el que tus maridos se te mueran no es razón
para que nos castigues. ¡Muérete con ellos, sin nunca haber tenido
hijos!"

Sara se puso muy triste y empezó a llorar. Luego se subió a la


10
parte alta de la casa de su padre, con la intención de ahorcarse. Pero
después de pensarlo bien, dijo: "Sería una verg@uenza para mi padre
que le dijeran: 'Tenías una hija única, tan querida, y se ahorcó por
sus sufrimientos.' Con eso haría morir de tristeza a mi anciano padre.
Es mejor que no me ahorque; pero voy a pedirle al Señor que me
haga morir para no tener que oir más insultos en mi vida."

11Entonces extendió los brazos hacia la ventana y dijo: "Alabado


seas, Dios compasivo; alabado sea tu nombre por siempre; que todo
lo que has creado te alabe eternamente. 12 A ti me dirijo, a ti vuelvo
mis ojos. 13 Manda que me vea libre de este mundo, para no tener
que oir más insultos. 14 Tú, Señor, sabes que soy pura, que ningún
hombre me ha tocado. 15 Yo no he deshonrado mi nombre ni el
nombre de mi padre en este país de mi destierro. Soy la única hija de
mi padre; él no tiene otros herederos, ni ningún pariente cercano o
familiar con el que yo pueda casarme. Ya se me han muerto siete
esposos. ¿Para qué seguir viviendo? Pero si no quieres mandarme la
muerte, mírame y ten compasión de mí; haz que no tenga yo que oir
más insultos."

16En ese momento las oraciones de Tobit y de Sara llegaron a la


presencia gloriosa de Dios, quien las escuchó 17 y envió al ángel
Rafael[a] a curar a los dos: a sanar a Tobit de las nubes que tenía en
los ojos, para que así pudiera volver a ver la luz de Dios, y a librar a
Sara, la hija de Rag@uel, de Asmodeo, el demonio malvado, y dársela
como esposa a Tobías, el hijo de Tobit. En efecto, Tobías tenía más
derecho a casarse con ella que cualquier otro pretendiente. En el
mismo momento, Tobit, que estaba fuera, entraba en su casa, y Sara
bajaba de la parte alta de la suya.

Tobit 4

Recomendaciones de Tobit

1 Aquel mismo día se acordó Tobit de la plata que Gabael tenía en


depósito en Ragues de Media,[a] 2 y se dijo para sus adentros: "Le he
pedido a Dios la muerte. ¿Por qué no llamar a mi hijo Tobías y
hablarle de esa plata antes que me muera?"

3 Entonces llamó a su hijo Tobías. Cuando este llegó, le dijo: "Hijo,


cuando muera, dame una sepultura decente. Respeta a tu madre. No
la abandones ni un solo día de su vida. Dale gusto en lo que quiera y
no la contraríes nunca. 4 Acuérdate, hijo mío, de cuántos peligros
pasó cuando te llevaba en el seno. Cuando ella muera, entiérrala
junto a mí, en la misma sepultura. 5 Y acuérdate del Señor durante
toda tu vida. No peques voluntariamente ni dejes de cumplir sus
mandamientos. Procede con honradez todos los días de tu vida y no
sigas el camino del mal. 6 Si procedes con sinceridad, tendrás éxito
en todo lo que emprendas. 7 Así sucederá también a todos los que
viven honradamente.

"Da limosna de lo que tengas. Y cuando des limosna, no seas


tacaño. Cuando veas a un pobre, no le niegues tu ayuda. Así Dios
tampoco te negará la suya. 8 Da limosna según tus posibilidades. Si
tienes mucho, da mucho; si tienes poco, no te dé miedo dar limosna
de ese poco. 9 Haciéndolo así, estarás ahorrando un tesoro precioso
que te servirá cuando pases necesidad. 10 Porque la limosna libra de
la muerte e impide que el hombre caiga en las tinieblas. 11 Dar
limosna es hacer una ofrenda agradable al Altísimo.[b]

12 "Evita toda inmoralidad sexual,[c] hijo mío. Y, ante todo, escoge


una esposa de tu misma parentela. Somos descendientes de profetas,
así que no te cases con una extranjera, con una mujer que no sea de
la misma tribu de tu padre. Acuérdate, hijo mío, de Noé, de Abraham,
de Isaac y de Jacob, nuestros antepasados lejanos: todos ellos se
casaron con mujeres de su misma parentela, y Dios los bendijo en
sus hijos, y sus descendientes serán dueños de la tierra que Dios les
prometió.[d] 13 Así que, hijo mío, ama a los demás israelitas, que son
hermanos tuyos. Que no se llene de orgullo tu corazón, y llegues a
despreciarlos, y te niegues a casarte con una mujer israelita. Porque
el orgullo trae al hombre gran inquietud y ruina, y la ociosidad trae
pobreza y miseria. La ociosidad es la madre del hambre.

14 "No te tardes en pagar el jornal a tus obreros; págaselo en


seguida. Si sirves a Dios, él te recompensará. Sé prudente, hijo mío,
en todo lo que hagas, y bien educado en tu manera de portarte. 15 Lo
que no quieras que te hagan, no se lo hagas a los demás. No bebas
vino hasta emborracharte. No te acostumbres a andar siempre
borracho. 16 Comparte tu pan con el hambriento y tu ropa con el
harapiento. Si te sobra algo, dalo de limosna. Cuando des limosna, no
seas tacaño. 17 Reparte tu pan en las tumbas de los justos, pero no
en las de los pecadores.

18 "Pide consejo a las personas prudentes y no desprecies ningún


consejo útil. 19 En toda ocasión alaba a Dios, el Señor, y pídele que te
vaya bien en tus acciones y en todo lo que emprendas. Porque ningún
pueblo pagano tiene sabiduría: el Señor es quien da todos los bienes.
Si él quiere, puede humillar a uno hasta lo más hondo. Hijo mío,
graba en tu memoria estas recomendaciones; que no se te borren de
la mente.
20 "Ahora, hijo mío, te voy a contar una cosa: Gabael, hijo de
Gabrí, me tiene guardada en depósito, en Ragues de Media, la
cantidad de trescientos treinta kilos de plata. 21 No te preocupes,
hijo, de que nos hayamos quedado pobres. Si respetas a Dios, y
huyes de todo pecado, y haces lo que es bueno y agradable a los ojos
del Señor tu Dios, grande es tu riqueza."

--Hijo, ve a ver si encuentras algún israelita, de los que han venido


desterrados a Nínive, que haya sido fiel a Dios de todo corazón y que
sea pobre, e invítalo a comer con nosotros. Yo te espero, hijo, hasta
que vuelvas.

3 Tobías fue a buscar algún israelita pobre, y luego volvió y me


llamó.

--¿Qué pasa, hijo? --contesté.

--¡Padre --me dijo--, hay un israelita asesinado, y está tirado en la


plaza! ¡Lo acaban de estrangular!

4 Yo ni siquiera probé la comida. Rápidamente fui a la plaza, me


llevé de allí el cadáver y lo puse en una habitación, esperando que
llegara la noche para enterrarlo. 5 Volví a casa, me lavé bien y comí
con mucha tristeza. 6 Entonces me acordé de lo que había dicho el
profeta Amós al hablar contra Betel: "Cambiaré las fiestas en llanto
por los muertos, y los cantos en lamentos fúnebres."[b] Y me puse a
llorar. 7 Cuando llegó la noche, fui, cavé una fosa y enterré al muerto.
8 Mis vecinos se burlaban de mí y decían: "La vez pasada lo
estuvieron buscando para matarlo por hacer eso, y se escapó; ¡y
todavía no tiene miedo! ¡Ahí está otra vez enterrando a los muertos!"

9 Esa noche me lavé bien, salí de mi casa y me acosté junto a la


pared de fuera con la cabeza descubierta porque estaba haciendo
calor. 10 No sabía que sobre la tapia, encima de mí, había unos
pájaros, los cuales dejaron caer excremento caliente en mis ojos, y
me salieron nubes en ellos. Fui a consultar a los médicos para que me
curaran; pero mientras más remedios me untaban, más ciego me iba
quedando por las nubes en los ojos, hasta que perdí la vista por
completo. Cuatro años estuve sin poder ver. A todos mis parientes les
dolía verme en ese estado, y Ajicar me cuidó durante dos años, hasta
que se fue a Elimaida.

Honradez de Tobit

11 Durante ese tiempo, mi esposa Ana se dedicó a trabajar en


labores femeninas. 12 Se las enviaba a sus patrones, y ellos se las
pagaban. Un día, el siete del mes de Distro,[c] terminó su tejido y se lo
envió a sus patrones. Ellos le pagaron todo y además le regalaron un
cabrito para que nos lo comiéramos. 13 Cuando llegó a la casa, el
cabrito comenzó a balar. Yo la llamé y le pregunté:

--¿De dónde salió ese cabrito? ¿Acaso lo has robado? Devuélveselo


a sus dueños, pues no tenemos derecho a comernos nada robado.

14 Ella me contestó:

--Es un regalo que me hicieron, además de mi paga.

Yo no le creí, y seguí insistiendo en que lo devolviera a sus dueños.


Me sentía avergonzado por lo que ella había hecho. Entonces me dijo:

--¡En eso pararon tus obras de caridad! ¡En eso pararon tus
buenas obras! ¡Ahora se ve claro lo que eres!

Tobit 5

Viaje de Tobías a Media

1 Entonces le respondió Tobías a su padre Tobit:

--Yo cumpliré todo lo que me encargas. 2 ¿Pero cómo lograré que


Gabael me entregue esa plata, si él no me conoce a mí ni yo lo
conozco a él? ¿Qué señas le daré para que me reconozca y me crea y
me dé la plata? Además, no conozco el camino para ir a Media.

3 Tobit le contestó:

--Gabael me dio un recibo firmado, y yo le di un comprobante


firmado también. Luego partí este por la mitad, y cada uno tomó una
parte. Yo puse mi parte con la plata. ¡Y pensar que ya hace veinte
años que dejé ese depósito! Ahora, hijo, busca un hombre de
confianza que te acompañe, para que vayas a recuperar ese dinero.
Le pagaremos lo que sea hasta que vuelvas.

El ángel Rafael, compañero de viaje

4 Tobías se fue a buscar una persona que conociera bien el camino y


lo acompañara hasta Media. Y al salir se encontró delante de él al
ángel Rafael. Pero Tobías no sabía que era un ángel de Dios, 5 así que
le preguntó:

--Joven, ¿de dónde eres?

El ángel le respondió:

--Soy israelita, como tú. Vine aquí a buscar trabajo.

Tobías le preguntó:

--¿Conoces el camino que lleva a Media?

6 --¡Claro! --contestó él--. He estado allá muchas veces. Conozco


muy bien todos esos caminos. Muchas veces he ido a Media y me he
alojado en la casa de Gabael, israelita también, que vive en Ragues
de Media. De Ecbatana a Ragues hay dos días de viaje a buen paso.
Las dos ciudades quedan en la región montañosa.

7 Tobías le dijo:

--Espérame, joven; entraré a decírselo a mi padre. Necesito que


me acompañes. Yo te pagaré lo que sea.

8 El ángel respondió:

--Muy bien, te espero, pero no te tardes.

9 Tobías entró y le dijo a su padre:

--Mira, ya encontré un hombre, israelita como nosotros.

Tobit le respondió:

--Llámalo, hijo. Quiero saber de qué tribu y de qué familia es, y si


es de confianza, para que te acompañe.

10 Tobías salió a llamarlo y le dijo:

--Joven, mi padre te llama.


El ángel entró, y Tobit se adelantó a saludarlo. El ángel le
respondió, deseándole que se encontrara bien. Tobit le contestó:

--¿Qué bien me puedo encontrar ya? ¡Estoy ciego, no puedo ver la


luz del sol! Me encuentro en la oscuridad, como los muertos, que ya
no pueden ver la luz. Mi vida es una muerte. Oigo hablar a la gente,
pero no la puedo ver.

El ángel le respondió:

--¡Ten confianza! Dios no tardará en sanarte. ¡Ten confianza!

Tobit le dijo:

--Mi hijo Tobías quiere viajar a Media. ¿Puedes acompañarlo y


servirle de guía? Amigo, yo te pagaré lo que sea.

Él respondió:

--Sí, puedo acompañarlo. Conozco bien esos caminos. He ido


muchas veces a Media y he recorrido todas esas llanuras y los
montes. Conozco todos esos caminos.

11 --Dime, amigo --le dijo Tobit--, ¿de qué tribu y de qué familia
eres?

12 El ángel respondió:

--¿Qué necesidad tienes de saber mi tribu?

--Amigo --insistió Tobit--, quiero saber quién eres realmente y


cómo te llamas.

13--Soy Azarías --contestó--, nieto de Ananías el viejo, israelita


como tú.

14 Tobit le dijo:

--¡Bienvenido, amigo! Y no te molestes porque haya querido saber


la verdad preguntándote por tu familia. Resulta que tú eres pariente
nuestro. Eres de una familia excelente. Yo conocí a Ananías y a
Natán, los dos hijos de Semelías el viejo. Yo iba con ellos a Jerusalén
a asistir al culto divino, y no se han apartado del buen camino. ¡Qué
gente tan buena son tus parientes! Eres de una familia excelente.
¡Bienvenido!

15 Luego añadió:
--Yo te pagaré una dracma[a] por día, además de darte todo lo que
necesites en la misma forma que a mi hijo. 16 Acompaña a mi hijo en
este viaje, y todavía te daré algo más fuera de tu sueldo.

17 El ángel respondió:

--Yo iré con él. No temas. Volveremos a ti tan sanos y salvos como
nos vamos. El camino es seguro.

Tobit dijo:

--¡Que Dios te bendiga, amigo!

Entonces llamó a su hijo y le dijo:

--Hijo, prepárate para el viaje y vete con tu amigo. Que Dios desde
el cielo los proteja y les ayude a volver a mí sanos y salvos. Que el
ángel de Dios los acompañe y los proteja, hijo mío.

Tobías besó a su padre y a su madre, y emprendió el viaje.

Tobit le deseó:

--¡Que tengas buen viaje!

El viaje

18 La madre de Tobías empezó a llorar, y dijo a Tobit:

--¿Para qué mandaste a mi hijo a ese viaje? Él es nuestro apoyo, y


quien nos acompaña siempre. 19 ¿Para qué queremos más dinero?
¡Sería preferible perder la plata a perder a nuestro hijo! 20 Para vivir,
nos basta con lo que el Señor nos ha dado.

21 Tobit le contestó:

--¡No te preocupes! Nuestro hijo volverá tan sano y salvo como se


va. Tú misma te convencerás cuando vuelva con buena salud. 22 No
te preocupes, querida, no temas que algo les pase. Un ángel bueno lo
acompañará; le irá bien en el viaje, y volverá sano y salvo.

23 Entonces ella dejó de llorar.


Tobit 6

El pescado providencial

1 El muchacho se fue acompañado por el ángel. El perro también


salió y se fue con ellos. Empezaron su viaje, y la primera noche la
pasaron junto al río Tigris. 2 El muchacho bajó al río a lavarse los
pies. Entonces un pez enorme saltó del agua y amenazaba con
comerle el pie al muchacho. Este dio un grito. 3 Pero el ángel le dijo:

--¡Agarra el pescado, no lo sueltes!

El muchacho agarró el pescado y lo sacó a la orilla. 4 El ángel le


dijo:

--Ábrelo y sácale la hiel, el corazón y el hígado, y guárdalos. Son


un remedio muy útil. Los intestinos, tíralos.

5 El muchacho abrió el pescado y separó la hiel, el corazón y el


hígado. Luego puso a asar un poco de pescado y se lo comió. El resto
lo saló y lo guardó. 6 Y siguieron juntos el viaje hasta que llegaron
cerca de Media. 7 Entonces el muchacho preguntó al ángel:

--Amigo Azarías, ¿para qué sirven de remedio la hiel, el corazón y


el hígado del pescado?

8 Él contestó:

--Cuando una persona es atacada por un demonio o espíritu malo,


si se queman delante de esa persona el corazón y el hígado del
pescado, cesa el ataque y no se repite jamás. 9 Y cuando una persona
tiene nubes en los ojos, si se untan con la hiel y se sopla en ellos,
queda sana.

Rafael habla de Sara a Tobías

10 Habiendo llegado a Media, se acercaban ya a Ecbatana. 11


Entonces le dijo el ángel Rafael al muchacho:

--Amigo Tobías.

--¡A tus órdenes! --contestó él.

El ángel le dijo:

--Debemos pasar esta noche en la casa de Rag@uel. Es pariente


tuyo. Tiene una hija que se llama Sara. 12 Es su hija única. Tú tienes
más derecho que ningún otro a casarte con ella, y a ti te corresponde
también heredar los bienes de su padre. La joven es inteligente,
valiente y muy bonita. Su padre es un hombre excelente. 13 A ti te
corresponde pedir su mano. Eschúchame, amigo: yo le voy a hablar
al padre esta noche acerca de la joven, para que pidamos la mano de
ella. Y cuando volvamos de Ragues celebraremos tu boda con ella.
Estoy seguro de que Rag@uel no va a poder negártela ni dársela a
otro como esposa. Eso sería exponerse a la pena de muerte que
decreta el libro de Moisés, pues él sabe que tú tienes más derecho a
casarte con ella que ningún otro.[a] Escúchame, pues, amigo: esta
misma noche le vamos a hablar de la joven y haremos el
compromiso. Y cuando volvamos de Ragues, celebraremos tu boda
con ella y la llevaremos con nosotros a tu casa.

14 Tobías le contestó a Rafael:

--Amigo Azarías, he oído decir que ya antes ha sido dada como


esposa a siete hombres, y que todos ellos han muerto la misma
noche de bodas, en la habitación nupcial, cuando querían unirse a
ella. También he oído decir que es un demonio quien los mata. 15 El
demonio no le hace a ella ningún mal, pero si otro quiere acercarse a
ella, lo mata. Tengo miedo de que me mate. Con eso haría que mi
padre y mi madre terminaran su vida llenos de pesar por mí, pues
soy su único hijo; no tienen otro hijo que les dé sepultura.

16 El ángel le dijo:

--¿No te acuerdas de las recomendaciones que te hizo tu padre?


¿De cómo te recomendó que te casaras con una mujer de la misma
familia que él? Escucha, pues, amigo: no te preocupes por este
demonio, y pídela. Yo sé que esta misma noche te la van a dar como
esposa. 17 Cuando entres en la habitación nupcial, toma el hígado y el
corazón del pescado, y colócalos sobre las brasas en que se quema
incienso. El olor se esparcirá; y cuando el demonio lo huela, saldrá
huyendo y nunca más volverá a su lado. 18 Y antes de que te unas a
ella, levántense primero, hagan oración y pídanle al Señor del cielo
que tenga misericordia de ustedes y los proteja. No tengas miedo.
Dios te la tiene destinada desde la eternidad. Tú la vas a sanar. Ella
se irá contigo, y pienso que tendrás hijos de ella y que los vas a
querer mucho. No te preocupes.

19 Cuando Tobías oyó lo que dijo Rafael, que Sara era parienta
suya, de la familia de su padre, sintió por ella mucho cariño y se
enamoró de ella.

Notas al pie:

.
Tobit 7

Llegan a casa de Rag@uel

1 Cuando llegaron a Ecbatana, dijo Tobías:

--Amigo Azarías, llévame inmediatamente a casa de Rag@uel,


nuestro pariente.

Entonces el ángel lo llevó a casa de Rag@uel. Lo encontraron


sentado junto a la puerta de entrada de su casa, y se adelantaron a
saludarlo. Él les respondió:

--¡Muy buenos días, amigos! ¡Bienvenidos!

Y los hizo entrar en la casa. 2 Luego dijo a su esposa Edna:

--¡Cómo se parece este muchacho a mi pariente Tobit!

3 Edna les preguntó:

--¿De dónde son, amigos?

Ellos contestaron:

--Somos de la tribu de Neftalí y vivimos desterrados en Nínive.

4 Ella volvió a preguntarles:

--¿Conocen a nuestro pariente Tobit?

--Sí, lo conocemos --contestaron ellos.

5 Entonces les preguntó:

--¿Está bien?

--Vive y está bien --le respondieron.

Y Tobías añadió:
--¡Es mi padre!

6 Rag@uel se levantó de un salto y lo llenó de besos, mientras


decía llorando:

--¡Dios te bendiga, hijo! Tu padre es un hombre excelente. ¡Qué


desdicha tan grande que un hombre tan bueno y tan generoso se
haya quedado ciego!

Y otra vez abrazó llorando a su pariente Tobías. 7 Edna, su esposa,


también lloró, lo mismo que Sara, la hija. 8 Rag@uel, pues, los recibió
con mucha alegría y mandó matar un corderito.

Se arreglan las bodas

9 Luego se bañaron, se lavaron las manos y se sentaron a la mesa.


Tobías dijo entonces a Rafael:

--Amigo Azarías, dile a Rag@uel que me dé a mi parienta Sara.

10 Rag@uel lo alcanzó a oir y dijo al muchacho:

--Come y bebe, y pasa alegremente esta noche. Porque, amigo,


ningún otro fuera de ti tiene derecho a casarse con mi hija Sara. Por
la misma razón, yo no puedo dársela a nadie sino a ti; tú eres mi
pariente más cercano. Sin embargo, hijo, te debo decir la verdad. 11
Ya antes se la he dado a siete esposos, parientes nuestros, y todos
han muerto la misma noche en que se acercaron a ella. Ahora, hijo,
come y bebe; el Señor hará que les vaya bien.

12 Pero Tobías contestó:

--No probaré esta cena hasta que resuelvas mi asunto.

Rag@uel le dijo:

--Bueno, lo haré. Según está dispuesto en el libro de Moisés, y ya


que Dios ha decretado dártela, te la doy. Te entrego, pues, a tu
parienta Sara. De ahora en adelante serás su marido, y ella será tu
esposa. Es tuya desde hoy y para siempre. Hijo, que el Señor del
cielo los favorezca esta noche, y les muestre su amor y les conceda
bienestar.

13 Rag@uel llamó a su hija Sara. Cuando llegó, su padre la tomó


de la mano y se la entregó a Tobías, diciéndole:

--Yo te la entrego conforme a la ley y según el decreto escrito en el


libro de Moisés, que manda que te la dé como esposa. Tómala y
vuelve sano y salvo a casa de tus padres. Que el Dios del cielo les
conceda bienestar.

14Entonces llamó a la madre, le pidió que trajera una hoja, y en


ella escribió el contrato de matrimonio, certificando que entregaba a
su hija para ser la esposa de Tobías, como lo manda la ley de Moisés.
Después de esto comenzaron a cenar. 15 Rag@uel llamó después a su
esposa Edna, y le dijo:

--Querida, prepara la otra habitación, y lleva a Sara allá.

16Ella fue y preparó la habitación como él se lo había pedido, y


llevó allá a su hija. Y empezó a llorar por ella. Luego se secó las
lágrimas, y le dijo:

--Ten confianza, hija. Que el Señor del cielo te conceda alegría


17
en vez de tristeza. ¡Ten confianza, hija!

Y salió.

Tobit 8

El demonio vencido

1 Cuando terminaron de cenar, decidieron ir a acostarse. Llevaron al


muchacho a la habitación. 2 Tobías se acordó entonces de lo que le
había dicho Rafael. Sacó de su bolsa el hígado y el corazón del
pescado, y los puso sobre las brasas en las que se quemaba incienso.
3 El olor del pescado no dejó acercar al demonio, y este salió huyendo
por el aire hasta la parte más lejana de Egipto. Rafael fue y lo
encadenó allá, y volvió inmediatamente. 4 Las otras personas salieron
de la habitación y cerraron la puerta.

Tobías se levantó de la cama y le dijo a Sara: "Mi amor, levántate y


hagamos oración para pedirle al Señor que tenga misericordia de
nosotros y nos proteja."

5Ella se levantó, y los dos comenzaron a orar así, pidiendo a Dios


que los protegiera: "Alabado seas, Dios de nuestros antepasados,
alabado sea tu nombre por siempre. Que el cielo y la creación entera
te alaben por todos los siglos. 6 Tú creaste a Adán y le diste a su
esposa Eva como compañera y apoyo. Y de ellos dos nació todo el
género humano. Tú dijiste: 'No es bueno que el hombre esté solo. Le
voy a hacer alguien que sea una ayuda adecuada para él.'[a] 7 Ahora,
yo no tomo a esta mujer movido por deseos impuros, sino con
intenciones sinceras. Dígnate tener compasión de mí y de ella, y
concédenos llegar juntos a la vejez."

8 Y ambos añadieron: "Amén, amén", 9 y se acostaron para pasar


la noche.

Temores de Rag@uel

10 Mientras tanto Rag@uel se levantó y llamó a sus criados, y se


fueron a cavar una fosa, pues pensaba: "Si acaso ha muerto, que la
gente no se burle de nosotros y nos insulte." 11 Cuando terminaron
de cavar la fosa, volvió Rag@uel a la casa, llamó a su esposa 12 y le
dijo: "Manda a una de las criadas que entre y vea si Tobías está vivo.
Y si está muerto, lo enterraremos sin que nadie se dé cuenta."

Mandaron a la criada, encendieron una lámpara y abrieron la


13
puerta. La criada entró, y encontró a Tobías y a Sara profundamente
dormidos el uno junto al otro. 14 Salió entonces y les avisó que Tobías
estaba vivo y que no le había pasado nada malo. 15 Entonces
Rag@uel alabó al Dios del cielo, diciendo: "¡Alabado seas, oh Dios,
con toda alabanza pura! ¡Alabado seas por todos los siglos! 16
Alabado seas porque me has llenado de alegría, y no sucedió lo que
yo temía, sino que nos trataste de acuerdo con tu inmensa bondad. 17
Alabado seas porque tuviste compasión de estos dos hijos únicos. Ten
misericordia de ellos, Señor, y protégelos. Concédeles hasta el fin una
vida llena de felicidad y de tus favores."

Entonces mandó a los criados que volvieran a llenar la fosa


18
antes que amaneciera.

Celebración de las fiestas

19 Rag@uel pidió a su mujer que preparara comida abundante. Fue al


establo y trajo dos novillos y cuatro carneros, y los mandó matar, y
comenzaron los preparativos.

Luego llamó a Tobías, y le dijo: "Te vas a tener que quedar dos
20
semanas, sin moverte de aquí. Comerás y beberás en mi casa.
Alegrarás el corazón de mi hija, que ha tenido que sufrir tanto. 21
Después podrás tomar la mitad de lo que yo tengo, e irte en paz a
casa de tu padre. Y cuando yo y mi esposa muramos, también la otra
mitad será para ustedes dos. Ten confianza, hijo. Yo soy ahora tu
padre y Edna es tu madre. Desde ahora y para siempre somos tuyos
y de tu esposa. ¡Ten confianza, hijo!"
Tobit 9

El ángel Rafael va a buscar la plata

1 Entonces Tobías llamó a Rafael, y le dijo: 2 "Amigo Azarías, toma


cuatro criados y dos camellos, y vete a Ragues, a casa de Gabael.
Entrégale el recibo firmado, recoge el dinero, y trae a Gabael a las
fiestas de bodas. 3-4 Tú sabes que mi padre está contando uno por
uno los días que estoy fuera, y si me tardo un día más, se va a poner
muy triste. Por otra parte, ya ves que Rag@uel se comprometió
solemnemente a no dejarme ir. No puedo contrariarlo."

5Rafael se fue con los cuatro criados y los dos camellos a Ragues
de Media. Al llegar se alojaron en la casa de Gabael. Rafael le dio el
recibo firmado y le contó que Tobías, el hijo de Tobit, se había casado,
y que lo invitaba a las fiestas de bodas. En seguida Gabael se puso a
contar los sacos de plata, que aún tenían los sellos intactos. Luego los
cargaron sobre los camellos. 6 Al día siguiente, los dos madrugaron y
se fueron a las fiestas de bodas.

Cuando llegaron a la casa de Rag@uel, encontraron a Tobías


sentado a la mesa. Este se levantó y saludó a Gabael, el cual lloró y
lo bendijo diciendo: "Hijo excelente de un hombre excelente, honrado
y generoso. Que el Señor les conceda las bendiciones del cielo a ti y a
tu esposa, y al padre y a la madre de tu esposa.[a] Bendito sea Dios
porque he visto el vivo retrato de mi primo Tobit."

Tobit 10

Angustias de Tobit y de Ana

1 Entre tanto Tobit iba contando los días uno por uno, y calculaba
cuánto tardaría Tobías en ir y cuánto en volver. Y cuando el tiempo
calculado pasó sin que su hijo apareciera, 2 pensó: "¿Lo habrán
demorado allá? ¿Será que Gabael murió y nadie le entrega el dinero?"
3 Y comenzó a entristecerse. 4 Ana, su esposa, le decía:

--¡Mi hijo murió, ya no está vivo!

Y se ponía a llorar y a lamentarse por su hijo, y decía:


5 --¡Ay, hijo mío! ¿Por qué te dejé ir, luz de mis ojos?

6 Pero Tobit le decía:

--¡Cállate, querida, no te preocupes! Él está bien. Habrán tenido


allá alguna demora. Pero el hombre que lo acompaña es de confianza,
y además es pariente nuestro. No te pongas triste por él, querida,
que ya estará por llegar.

7 Pero ella le respondía:

--¡Cállate y déjame en paz! No me engañes. Mi hijo ha muerto.

Diariamente ella se levantaba y miraba atentamente hacia el


camino por donde debía venir su hijo, y no le hacía caso a nadie. Al
atardecer, entraba y comenzaba a lamentarse, y lloraba toda la noche
sin poder dormir.

Tobías decide regresar

8 Terminadas las dos semanas de las fiestas de bodas que Rag@uel


se había comprometido a celebrar en honor de su hija, Tobías fue y le
dijo a Rag@uel:

--Déjame ir. Yo sé que mi padre y mi madre creen que ya no


volverán a verme. Padre, te ruego que me dejes ir a casa de mi
padre. Ya te conté cómo lo dejé.

9 Rag@uel le contestó:

--Quédate, hijo, quédate conmigo. Yo enviaré a tu padre Tobit


unos mensajeros que le lleven noticias de ti.

Pero Tobías respondió:

--De ninguna manera. Te ruego que me dejes volver a casa de mi


padre.

10 Entonces Rag@uel le entregó a Sara, su esposa, y le dio la


mitad de todo lo que tenía: criados y criadas, bueyes y ovejas, asnos
y camellos, ropa, plata y utensilios. 11 Luego los dejó ir tranquilos. A
Tobías lo despidió diciéndole:

--¡Que te vaya bien, hijo! ¡Vete en paz! Que el Señor del cielo les
conceda un feliz viaje a ti y a Sara tu esposa. ¡Ojalá pueda yo, antes
de morir, ver a sus hijos!

12 Y a su hija Sara le dijo:


--Vete en paz a casa de tu suegro. De ahora en adelante ellos
serán tus padres, como nosotros que te dimos la vida. Vete en paz,
hija mía, y que mientras viva, tenga yo solamente buenas noticias de
ti.

Y despidiéndose de ellos los dejó ir. 13 Edna, por su parte, dijo a


Tobías:

--Hijo y pariente querido, que el Señor te ayude a volver a tu casa,


y que yo pueda vivir para ver los hijos de ustedes dos, antes de
morirme. Delante del Señor confío y encomiendo mi hija a tu cuidado.
Jamás le seas motivo de tristeza. ¡Adiós, hijo! De ahora en adelante
yo soy tu madre y Sara es tu esposa querida. Que todos nosotros
vivamos igualmente felices todos los días de nuestra vida.

Luego los besó a ambos y los dejó ir en paz.

14 Tobías se fue de la casa de Rag@uel feliz y contento y alabando


al Señor del cielo y de la tierra, el Rey del universo, porque le había
concedido un viaje tan bueno. Pidió a Dios que bendijera a Rag@uel y
a Edna, y dijo:

--¡Ojalá tenga yo la dicha de honrarlos todos los días de su vida![a]

Tobit 11

Regreso de Tobías y curación de Tobit

1 Cuando estaban cerca de Caserín, ciudad que está frente a Nínive,


dijo Rafael a Tobías:

--Tú sabes en qué estado dejamos a tu padre. 3 Adelantémonos a


2
tu esposa, y vayamos a preparar la casa mientras llegan los demás.

4 Y se fueron los dos juntos. Rafael le dijo también que tuviera a


mano la hiel. El perro los iba siguiendo a los dos. 5 Ana, mientras
tanto, estaba sentada mirando atentamente hacia el camino por
donde debía venir su hijo. 6 Al presentir que venía, le dijo a Tobit:

--¡Ya llega tu hijo con su acompañante!

7 Rafael dijo a Tobías antes de llegar a la casa de su padre:

--Estoy seguro de que tu padre recobrará la vista. 8 Úntale en los


ojos la hiel del pescado. Este remedio hará que las nubes se encojan
y desaparezcan de sus ojos. Tu padre recobrará la vista y verá otra
vez la luz.

9 Ana salió corriendo y abrazó a su hijo, diciendo:

--¡Por fin te veo, hijo mío! ¡Ahora ya puedo morirme!

Y empezó a llorar. 10 Tobit se levantó, y tropezando salió a la


puerta de afuera. 11 Tobías, que tenía en la mano la hiel del pescado,
se acercó a su padre y lo tomó de la mano. Entonces le sopló en los
ojos, y le dijo:

--¡Ten confianza, padre!

En seguida le aplicó el remedio. 12 Luego, con ambas manos, le


desprendió las nubes de los extremos de los ojos. 13 Entonces Tobit
abrazó a su hijo, y llorando le dijo:

--¡Por fin puedo verte, hijo mío, luz de mis ojos!

14 Y añadió:

--¡Alabado sea Dios, alabado sea su glorioso nombre! ¡Alabados


sean todos sus santos ángeles! ¡Que su glorioso nombre sea alabado
por toda la eternidad! Porque él me castigó, pero luego tuvo
compasión de mí,[a] y ahora puedo ver otra vez a mi hijo Tobías.

15 Tobías entró en la casa muy contento y alabando a Dios en voz


alta. Luego le contó a su padre lo bien que le había ido en su viaje,
que había traído la plata, que se había casado con Sara, la hija de
Rag@uel, y que ella ya debía de estar llegando a las puertas de
Nínive.

16 Tobit, lleno de alegría y alabando a Dios, salió a las puertas de


la ciudad a recibir a su nuera. La gente de Nínive se quedó admirada
al ver que Tobit iba caminando con todo su vigor, sin que tuvieran que
llevarlo de la mano. Y Tobit les dijo que Dios había tenido compasión
de él y que había recobrado la vista. 17 Luego se acercó a Sara, la
esposa de su hijo Tobías, y la bendijo diciendo:

--¡Bienvenida, hija! Alabado sea Dios que te ha traído a nosotros.


Bendito sea tu padre, y bendito Tobías mi hijo, y bendita tú, hija mía.
¡Bienvenida a tu casa! Que el Señor te bendiga y te dé alegría.
¡Entra, hija!

18 En ese día hubo mucha alegría entre todos los judíos que vivían
en Nínive, 19 y Ajicar y Nadab, sobrinos de Tobit, fueron a felicitarlo.
Notas al pie:

Tobit 12

El ángel se da a conocer

1 Cuando se terminaron las fiestas de bodas, Tobit llamó a su hijo


Tobías y le dijo:

--Hijo, no dejes de pagarle a tu compañero de viaje lo que estaba


convenido, y aun dale más.

2 Tobías le contestó:

--Padre, ¿qué paga le puedo dar? Aunque le diera la mitad de lo


que me ayudó a traer, no me perjudicaría. 3 El me trajo sano y salvo,
sanó a mi esposa, me ayudó a traer la plata, y a ti también te sanó.
¿Qué paga le puedo dar?

4 Tobit le dijo:

--Hijo, es justo darle la mitad de las cosas que trajo.

5 Entonces Tobías lo llamó y le dijo:

--Toma como paga la mitad de todo lo que trajiste, y que te vaya


bien.

6 Entonces Rafael llamó aparte a los dos y les dijo:

--Alaben a Dios, y hablen de sus beneficios delante de todos los


hombres. Alábenlo y canten salmos a su nombre. Honren a Dios
dando a conocer a todo hombre lo que él ha hecho. No se cansen de
darle gracias. 7 Cuando el rey le confía a uno un secreto, es bueno
quedarse callado; pero hay que honrar a Dios contando a todos y
publicando lo que él ha hecho. Hagan el bien, y ningún mal vendrá
sobre ustedes. 8 Mucho mejor es la oración acompañada de ayuno, y
dar limosna viviendo honradamente, que tener riquezas y ser un
malvado. Mucho mejor es dar limosna que conseguir montones de
oro. 9 Dar limosna salva de la muerte y purifica de todo pecado. Los
que dan limosna gozarán de larga vida. 10 Los que cometen el pecado
y la maldad son enemigos de su propia vida. 11 Ahora voy a contarles
toda la verdad, no voy a ocultarles nada. Ya les había dicho que
cuando el rey le confía a uno un secreto, es bueno quedarse callado,
pero que hay que honrar a Dios dando a conocer lo que él ha hecho.
12 Pues bien, Tobit, mientras tú y Sara oraban, yo presentaba sus
oraciones ante la presencia gloriosa del Señor, para que él las tuviera
en cuenta. Y lo mismo hacía yo mientras tú enterrabas a los muertos.
13 Aquella vez, cuando no dudaste en levantarte y dejar servida la
comida para ir a enterrar a aquel muerto,[a] Dios me envió a ponerte a
prueba. 14 Y ahora también me ha enviado Dios a sanarte, lo mismo
que a Sara, tu nuera. 15 Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles[b] que
están al servicio del Señor y que pueden entrar ante su presencia
gloriosa.

16Los dos se asustaron mucho y se arrodillaron inclinándose hasta


el suelo, llenos de miedo. 17 Pero el ángel les dijo:

--¡No tengan miedo! ¡Tranquilícense! Alaben siempre a Dios. 18 Si


yo he estado con ustedes, no fue porque yo lo quisiera, sino porque
Dios lo dispuso. Denle gracias a él todos los días, alábenlo a él. 19
Cuando me veían comer y beber, no era a mí realmente a quien
veían, sino a una visión.[c] 20 Den gracias ahora al Señor de la tierra,
alaben a Dios. Yo voy a subir a Dios, que me envió. Pongan por
escrito todo lo que les ha sucedido.

Y se elevó. 21 Ellos se levantaron y no lo pudieron ver más. 22


Entonces comenzaron a dar gracias a Dios y a alabarlo por sus
maravillas: ¡un ángel de Dios se les había aparecido!

Tobit 13

Tobit alaba a Dios

1 Tobit dijo:
2 "Alabado sea Dios,
que vive y reina por siempre.
Él castiga,
pero también tiene compasión.
Hace bajar hasta el reino de la muerte,
y salva de la gran perdición.
Nada puede escapar a su poder.
3 "Alábenlo, descendientes de Israel,
delante de las naciones.
Él fue quien los dispersó por todas ellas,
4 y quien les ha mostrado allí lo grande que es.
Denle gloria delante de todos los hombres.
Él es nuestro Señor,
nuestro Dios y nuestro Padre,[a]
y es Dios por toda la eternidad.
5 Él los castiga por sus maldades,
pero tiene compasión de todos ustedes
y los reunirá de todas las naciones
a donde los había dispersado.
6 "Si se vuelven a Dios de todo corazón
y con toda el alma,
y proceden sinceramente ante él,
él se volverá a ustedes
y no se les ocultará más.
7 Vean ahora lo que hizo con ustedes,
y denle gracias públicamente.
Alaben al Señor, que hace justicia;
den gloria al Rey eterno.
8 "Yo lo alabo en este país de mi destierro,
y muestro a una nación pecadora
la fuerza y la grandeza de Dios.
Les digo: 'Pecadores, vuélvanse a Dios,
hagan lo que es recto a los ojos de él.
Quizá sea favorable a ustedes
y les tenga compasión.'
9 Yo alabo a mi Dios, el Rey del cielo;
mi corazón se alegra en su grandeza.
10 Que todos lo alaben
y le den gracias en Jerusalén.
"Jerusalén, ciudad consagrada a Dios,
él te castigará
por las acciones de tus habitantes,
pero de nuevo tendrá compasión de los que sean buenos.
11 Da gracias dignamente al Señor,
alaba al Rey eterno,
para que tu templo sea reconstruido con alegría,
12 y cuando vuelvan a ti los desterrados,
él los llene de alegría
y muestre su amor a todos los desdichados,
por todos los tiempos hasta la eternidad.
13 "Tu luz brillante resplandecerá
por todos los rincones de la tierra.
Numerosas naciones vendrán de lejos hasta ti;
ciudadanos de todos los rincones de la tierra
vendrán a invocar el nombre de Dios, el Señor.
Traerán en sus manos regalos al Rey del cielo.
Los hombres de todos los tiempos
mostrarán su alegría por ti.
Y el nombre de la ciudad escogida por Dios
permanecerá eternamente.
14 "¡Malditos todos los que te insulten,
malditos todos los que te destruyan,
los que hagan caer tus murallas,
los que derriben tus torres de defensa,
los que incendien tus casas!
"¡Benditos, en cambio, por siempre
todos los que te reconstruyan![b]
15 Entonces te alegrarás mucho por los buenos.
Todos se reunirán
y alabarán al Señor del universo.
¡Dichosos los que te aman!
¡Dichosos los que se alegren de tu prosperidad!
16 ¡Dichosos todos los que sientan pesar
por los castigos que vas a sufrir;
pues más tarde se alegrarán por ti,
cuando vean toda tu eterna dicha!
"Alma mía, alaba al Señor, el gran Rey.
17 Jerusalén será reconstruida,
el templo del Señor existirá por siempre.
¡Qué dicha si me queda algún descendiente
que pueda ver tu esplendor
y alabar al Rey del cielo!
Las puertas de Jerusalén serán construidas
con zafiros y esmeraldas,
y con piedras preciosas todas sus murallas.
Las torres de Jerusalén y sus baluartes
se construirán con oro, con oro puro.
Sus plazas serán pavimentadas
con rubíes y finísimas piedras.
18 Sus puertas entonarán cantos de júbilo,
y todas sus casas dirán:
'¡Aleluya,
alabado sea el Dios de Israel!'
En ti[c] darán gloria a su santo nombre eternamente."

Tobit 14
1 Así terminó Tobit sus palabras de alabanza a Dios.

Recomendaciones a Tobías y muerte de Tobit

2 Tobit murió en paz a la edad de ciento doce años, y lo enterraron


con todo honor en Nínive. Cuando quedó ciego tenía sesenta y dos
años. Después que recobró la vista tuvo una vida próspera, e hizo
obras de caridad, y continuó alabando a Dios y dando a conocer sus
grandezas. 3-4 Cuando ya estaba por morir, llamó a su hijo Tobías y le
hizo estas recomendaciones:

"Hijo, vete cuanto antes con tus hijos a Media, porque yo creo en
las palabras divinas que el profeta Nahúm pronunció contra Nínive.[a]
Todo va a cumplirse, todo va a realizarse, todo lo que los profetas de
Israel, enviados por Dios, han dicho, va a sucederles a Asiria y a
Nínive. Nada quedará sin cumplirse de todas sus palabras. Todo
sucederá a su debido tiempo. En Media habrá más seguridad que en
Asiria o en Babilonia. Yo sé, y de ello estoy convencido, que todo lo
que Dios dijo se cumplirá, y que ninguna de esas palabras fallará.

"Y todos nuestros compatriotas que viven en Israel van a ser


dispersados y desterrados de su buena tierra, y todo el país será un
desierto. Samaria y Jerusalén quedarán convertidas en un desierto. El
templo de Dios estará abandonado e incendiado por un tiempo. 5 Pero
Dios volverá a tener compasión de ellos y los hará volver a la tierra
de Israel. Reconstruirán el templo, aunque no será tan hermoso como
antes, hasta que llegue el momento preciso. Después volverán todos
del destierro y reconstruirán a Jerusalén con todo esplendor, y el
templo será reconstruido, como lo anunciaron los profetas de Israel. 6
Y todas las naciones del mundo y todos los hombres se volverán a
Dios. Lo respetarán sinceramente y dejarán todos sus falsos dioses,
que los engañan y los hacen caer en el error. Alabarán al Dios del
universo con rectitud. 7 Todos los israelitas que se salven en aquel
tiempo, se acordarán de Dios con sinceridad. Se reunirán e irán a
Jerusalén, y vivirán tranquilamente por siempre en la tierra de
Abraham; serán dueños de ella. Y los que aman sinceramente a Dios,
se alegrarán; pero los que cometen el pecado y la maldad,
desaparecerán de todo el país.

"Ahora, hijos, les recomiendo esto: Sirvan a Dios con sinceridad


8-9
y hagan lo que a él le agrada. Enseñen a sus hijos a hacer lo que es
recto, lo mismo que a hacer obras de caridad. Que se acuerden de
Dios, que alaben su nombre en todo tiempo sinceramente y con todas
sus fuerzas. Y tú, hijo mío, vete de Nínive, no te quedes aquí. Cuando
tu madre muera y la entierres junto a mí, aquel mismo día vete; ni
siquiera pases la noche en este país. Porque veo que aquí hay mucha
maldad y que desvergonzadamente se cometen muchos engaños. 10
Hijo, mira lo que hizo Nadab con Ajicar, su padre adoptivo: lo enterró
vivo. Pero Dios le pagó a Nadab su infamia a la vista de su propia
víctima. Ajicar salió otra vez a la luz, y Nadab cayó en las tinieblas
eternas por haber querido matar a Ajicar. Como Ajicar fue generoso
en dar limosnas, salió de la trampa mortal que le había puesto
Nadab, y Nadab cayó en ella y murió. 11 Vean, pues, hijos, lo que trae
el hacer obras de caridad, y a dónde lleva el hacer la maldad: a la
muerte. Pero ya se me acaba la vida..."

Entonces lo pusieron sobre la cama, y murió. Luego lo enterraron


con todo honor.

Fin de la historia de Tobías

12 Cuando murió la madre de Tobías, este la enterró junto a su


padre. Y él y su esposa se fueron a Media y se establecieron en
Ecbatana con Rag@uel, su suegro. 13 Tobías cuidó a sus suegros en
su vejez y los honró. Los enterró en Ecbatana de Media y heredó los
bienes de Rag@uel, lo mismo que los de su padre Tobit. 14 Murió a la
edad de ciento diecisiete años rodeado de honor. 15 Antes de morir le
llegó la noticia de la destrucción de Nínive, y vio que sus habitantes
eran desterrados a Media por Ciaxares, rey de Media.[b] Entonces
alabó a Dios por todo lo que hizo con los habitantes de Nínive y de
Asiria. Antes de morir pudo alegrarse de la destrucción de Nínive, y
alabó al Señor, el Dios que vive por todos los siglos.

Judit 1

Guerra de Nabucodonosor contra Arfaxad

1 Cuando Nabucodonosor estaba en el año doce de su reinado sobre


los asirios en Nínive, su capital, Arfaxad era rey de los medos en
Ecbatana. 2 Este fue quien construyó una muralla de piedras labradas
alrededor de Ecbatana. Cada piedra tenía un metro con treinta y
cinco centímetros de ancho por dos metros con sesenta centímetros
de largo; la altura de la muralla era de treinta y un metros y medio, y
de veintidós metros y medio el espesor. 3 En las puertas de la ciudad
construyó torres que medían cuarenta y cinco metros de altura, sobre
bases de veintisiete metros de ancho. 4 Las puertas mismas las hizo
de treinta y un metros y medio de altura por dieciocho metros de
anchura, para que su poderoso ejército pudiera desfilar con su
infantería en formación.

5 Por aquel tiempo, el rey Nabucodonosor hizo la guerra al rey


Arfaxad en la gran llanura que está en la región de Ragues. 6 A
Nabucodonosor se le unieron todos los habitantes de la región
montañosa, y todos los que vivían junto a los ríos Tigris, Éufrates e
Hidaspes y en las llanuras que estaban bajo el dominio de Arioc, rey
de Elam. Así pues, innumerables pueblos se reunieron para sumarse
al ejército de los descendientes de Queleúd.

El rey Nabucodonosor de Asiria mandó llamar a todos los


7
habitantes de Persia y a todos los que vivían en occidente: a los
habitantes de Cilicia, Damasco, el Líbano, el Antilíbano, a todos los
que vivían en la costa, 8 en el Carmelo, en Galaad, en la Galilea
superior, en la gran llanura de Esdrelón, 9 a todos los de Samaria y de
sus ciudades, del occidente del Jordán hasta Jerusalén, a los de
Batané, Quelús, Cadés, del arroyo que limita con Egipto, de Tafnes,
Ramsés, y de todo el país de Gosén 10 hasta más allá de Tanis y de
Menfis, y a todos los habitantes de Egipto hasta la frontera con
Etiopía. 11 Pero los habitantes de esas regiones no hicieron caso del
llamado del rey Nabucodonosor de Asiria y no fueron a ayudarle en la
guerra, pues no le tenían miedo, sino que lo consideraban como un
hombre sin aliados; así que insultaron a sus mensajeros y los
despidieron con las manos vacías.

Nabucodonosor se puso terriblemente furioso contra todos estos


12
países, y juró por su trono y su reino que se vengaría de toda la
región de Cilicia, Damasco y Siria, y que las pasaría a cuchillo, lo
mismo que a los moabitas y amonitas, y a toda Judea y a todos los
de Egipto hasta la región de los dos mares.

Derrota de Arfaxad

13 El año diecisiete de su reinado, Nabucodonosor se lanzó con su


ejército contra el rey Arfaxad, y le dio batalla y lo derrotó. Puso en
fuga a todo su ejército, con toda su caballería y sus carros, 14 se
adueñó de sus ciudades, avanzó hasta Ecbatana y se apoderó de las
torres, y saqueó las plazas y convirtió en humillación el esplendor de
la ciudad. 15 Además capturó a Arfaxad en las montañas de Ragues y
lo atravesó con sus lanzas, aniquilándolo para siempre. 16 Luego
regresó con su ejército y con la gente que se le había juntado, que
era una enorme multitud de soldados, y él y su ejército se dedicaron
a descansar y divertirse durante cuatro meses.

Judit 2

Nabucodonosor manda a Holofernes contra los países de occidente

1 El día veintidós del primer mes del año dieciocho[a] se discutió en el


palacio de Nabucodonosor, rey de Asiria, lo relativo a la venganza que
debía tomarse de toda la tierra, conforme a lo que el rey había dicho.
2 Mandó llamar a todos sus funcionarios y personas de autoridad, y
les expuso la decisión que había tomado en secreto de destruir por
completo a aquellos países. 3 Ellos estuvieron de acuerdo en que se
debía exterminar a todos los que no habían hecho caso del llamado
del rey.

4Cuando el rey Nabucodonosor terminó de comunicarles su


decisión, llamó a Holofernes, comandante en jefe de su ejército,
quien ocupaba el segundo lugar después del rey, y le dijo: 5 "Yo, rey
supremo y señor de toda la tierra, te ordeno que, una vez que te
retires de mi presencia, tomes bajo tu mando un ejército de hombres
de reconocida valentía, ciento veinte mil soldados de infantería y doce
mil de caballería, 6 y que luego te pongas en marcha contra todos los
países del occidente, porque no hicieron caso de mi llamado. 7
Ordénales que se rindan incondicionalmente, porque estoy muy
enojado y voy a marchar contra ellos. Voy a hacer que mis ejércitos
cubran toda la tierra y la saqueen. 8 Tantos serán los muertos, que se
llenarán los valles; los torrentes y los ríos se llenarán de cadáveres
hasta desbordarse. 9 Haré cautivos a muchos y los llevaré a los
últimos rincones de la tierra. 10 Adelántate, pues, y ocupa en mi
nombre todos esos territorios. Si se someten a ti, guárdamelos hasta
que yo los castigue. 11 Pero no tengas compasión de los que se
resistan. Entrégalos a la matanza y al saqueo dondequiera que vayas.
12 ¡Juro por mi vida y por mi poder real, que lo que he dicho lo
cumpliré yo mismo! 13 ¡No dejes de hacer nada de lo que te he
ordenado; cumple mis órdenes al pie de la letra y sin tardanza!"

14Apenas se retiró Holofernes de la presencia de su soberano,


llamó a todos los altos jefes, generales y oficiales del ejército asirio,
15 y escogió los soldados que el rey le había ordenado: ciento veinte
mil de infantería y doce mil arqueros de caballería, 16 y los organizó
para la guerra. 17 Luego tomó una enorme cantidad de camellos,
asnos y mulas para llevar la carga, innumerables ovejas, reses y
cabras para su abastecimiento, 18 así como provisiones en
abundancia para cada hombre y gran cantidad de oro y plata del
tesoro real. 19 Holofernes, pues, se puso en marcha con todo su
ejército, anticipándose al rey Nabucodonosor para cubrir toda la
región occidental con sus carros y caballería y sus soldados escogidos
de infantería. 20 Junto con ellos iba un gentío tan numeroso como las
langostas o como los granos de arena; eran tantos que no se podían
contar.

Campaña de Holofernes

21 Salieron de Nínive y caminaron tres días en dirección a la llanura


de Bectilet. De Bectilet siguieron adelante, y acamparon junto a la
montaña que queda al norte de la Cilicia superior. 22 De allí siguió
Holofernes con su ejército, su infantería, su caballería y sus carros,
hacia la región montañosa. 23 Se abrió paso destruyendo a Fud y a
Lud, y saqueó a todos los habitantes de Rasís y a los ismaelitas que
vivían al borde del desierto, al sur de Queleón. 24 Cruzó el río
Éufrates, atravesó la Mesopotamia y destruyó todas las ciudades
fortificadas que había a orillas del río Abroná hasta el mar. 25 Ocupó
el territorio de Cilicia y derrotó a todos los que le opusieron
resistencia. Luego llegó a la región de Jafet, en el sur, frente a Arabia.
26 Cercó a todos los madianitas, incendió sus campamentos y se
apoderó de su ganado. 27 Luego bajó a la llanura de Damasco en la
época de la cosecha del trigo, e incendió todos sus campos,
exterminó las ovejas y las vacas, saqueó las ciudades, arrasó los
campos y pasó a filo de espada a todos los jóvenes. 28 El miedo y el
terror causados por él se apoderaron de los habitantes de la costa, de
Sidón, de Tiro, de Sur, de Oquiná, y de los que vivían en Jabnia, en
Asdod y en Ascalón.

Judit 3

1 Entonces le enviaron mensajeros a hacerle propuestas de paz y


decirle: 2 "Nosotros somos servidores del gran rey Nabucodonosor, y
estamos a los pies de Su Excelencia; haga con nosotros lo que le
parezca mejor. 3 Nuestras habitaciones, todo nuestro territorio,
nuestros campos de trigo, nuestras vacas y ovejas, y todo nuestro
ganado están a su disposición; haga Su Excelencia lo que quiera con
todo ello. 4 Nuestras ciudades y todos sus habitantes están a su
servicio; venga Su Excelencia y trátelos como mejor le parezca."

5 Los mensajeros se presentaron ante Holofernes y le dijeron todo


esto. 6 Él bajó entonces a la costa con su ejército y puso guarniciones
en las ciudades fortificadas, y de estas sacó soldados escogidos para
que sirvieran como tropas auxiliares. 7 En esas ciudades y en las
regiones vecinas la gente lo recibió adornada de coronas y bailando al
son de tambores. 8 Pero Holofernes destruyó sus templos[a] y derribó
sus árboles sagrados, porque tenía el encargo de destruir a todos los
dioses de la tierra, para que todas las naciones adoraran solamente a
Nabucodonosor y la gente de toda lengua y tribu lo invocara como
dios.
9Así llegó Holofernes hasta cerca de Esdrelón, junto a Dotán,
frente a la gran cadena montañosa de Judea, 10 y acampó entre Gabá
y Escitópolis,[b] donde se quedó todo un mes recogiendo provisiones
para su ejército.

Judit 4

Los israelitas se preparan para la defensa

1 Cuando los israelitas que vivían en Judea[a] oyeron todo lo que


Holofernes, el comandante en jefe del ejército del rey Nabucodonosor
de Asiria, había hecho con las otras naciones, y cómo había saqueado
y destruido todos sus templos, 2 se aterrorizaron al pensar lo que
podía hacer con Jerusalén y con el templo del Señor su Dios. 3 Hacía
poco que habían vuelto del destierro, y no hacía mucho que todo el
pueblo de Judea se había reunido y que habían sido consagrados de
nuevo los utensilios, el altar y el templo que habían sido profanados.
4 Así que pusieron sobre aviso a toda la región de Samaria, y a Coná,
Bet-horón, Ibleam, Jericó, Cobá, Hasor y el valle de Salem, 5 y se
adelantaron a ocupar todas las cumbres de los montes altos;
fortificaron con murallas las aldeas que había en aquellos lugares,
consiguieron provisiones, y se prepararon para la guerra. Hacía poco
que habían recogido las cosechas de sus campos. 6 Joaquín, que era
entonces el sumo sacerdote y estaba en Jerusalén, escribió una carta
a los habitantes de Betulia y de Betomestaim, frente a Esdrelón,
delante de la llanura cerca de Dotán, 7 en la que les decía que
ocuparan los lugares de subida a la región montañosa, por donde se
entraba en Judea, pues por allí era fácil impedir el avance, ya que el
paso era estrecho y solo podían pasar dos personas a la vez. 8 Los
israelitas hicieron lo que el sumo sacerdote Joaquín y los ancianos de
todo el pueblo de Israel que vivían en Jerusalén les ordenaron.

Los israelitas piden ayuda al Señor

9 Todos los israelitas clamaron con gran fervor a Dios y se humillaron


profundamente delante de él. 10 Los hombres, las mujeres, los niños,
el ganado, todos los extranjeros que vivían allí, los jornaleros y los
esclavos se vistieron con ropas ásperas. 11 Todos los israelitas que
vivían en Jerusalén, hombres, mujeres y niños, se inclinaron ante el
santuario en actitud de adoración, se echaron ceniza sobre las
cabezas, y extendieron sus ropas ásperas delante del Señor. 12
También cubrieron con telas ásperas el altar, y a una voz clamaron
con fervor al Dios de Israel pidiéndole que no permitiera que, para
alegría de los paganos, sus niños fueran arrebatados, sus mujeres
raptadas, las ciudades de su patria destruidas, y el templo profanado
y deshonrado. 13 Y el Señor escuchó sus gritos y tuvo en cuenta su
aflicción. En toda Judea y en Jerusalén, el pueblo estuvo ayunando
durante muchos días delante del templo del Señor todopoderoso. 14
El sumo sacerdote Joaquín y todos los sacerdotes, que servían en el
templo, y los demás que oficiaban ante el Señor, iban vestidos con
ropas ásperas mientras ofrecían el holocausto de todos los días,[b] las
oraciones y las ofrendas voluntarias[c] del pueblo. 15 Con sus turbantes
cubiertos de ceniza, insistentemente pedían al Señor que tuviera
misericordia y compasión de todo el pueblo de Israel.

Judit 5

Holofernes reúne a sus consejeros

1 Cuando informaron a Holofernes, comandante en jefe del ejército


asirio, de que los israelitas se habían preparado para la guerra y
habían cerrado los pasos de la región montañosa, fortificando con
murallas todas las cumbres de los montes altos, y que habían
levantado barreras en las llanuras, 2 se puso terriblemente furioso.
Llamó a todos los jefes de Moab, a los generales de Amón y a todos
los gobernadores de la costa, 3 y les habló así: "Cananeos, díganme
qué pueblo es ese que está establecido en las montañas, cuáles son
las ciudades en que vive, qué tan fuerte es su ejército, en qué
consisten su fuerza y su poder, cuál es el rey que los gobierna y que
manda su ejército, 4 y por qué son ellos el único pueblo de occidente
que no quiere salir a recibirme."

Intervención de Aquior

5 Aquior, jefe de todos los amonitas, le respondió: "Si Su Excelencia


pone atención a las palabras de este su servidor, le contaré la verdad
acerca de este pueblo que vive en esas montañas cercanas. No le diré
ninguna mentira. 6 Ellos son descendientes de los caldeos. 7
Primeramente se establecieron en Mesopotamia, porque no quisieron
seguir a los dioses de sus antepasados, que vivían en Caldea. 8
Abandonaron las tradiciones de sus antepasados y adoraron al Dios
del cielo, el Dios que ellos reconocen. Por eso los caldeos los
expulsaron lejos de la vista de sus propios dioses, y ellos huyeron a
Mesopotamia, donde vivieron mucho tiempo. 9 Pero su Dios les
ordenó salir de aquel lugar e irse al país de Canaán, donde se
establecieron y se hicieron sumamente ricos en oro, plata y ganado.

10 "Después hubo hambre en todo el país de Canaán, y ellos


bajaron a Egipto y vivieron allí mientras hubo alimentos para ellos.
Allá se multiplicaron enormemente, se convirtieron en una nación
innumerable. 11 Entonces el rey de Egipto se volvió contra ellos, y los
explotó y obligó a trabajar haciendo adobes. Y los humilló y los hizo
esclavos. 12 Ellos clamaron a su Dios, y él castigó a todo el país de
Egipto enviándole plagas incurables. Entonces los egipcios los
expulsaron de su tierra. 13 Dios secó el Mar Rojo para que pudieran
pasar, 14 y los guió por el camino del Sinaí y de Cadés-barnea.
Expulsaron a todos los que vivían en el desierto, 15 y luego se
establecieron en el país de los amorreos. Eran tan fuertes que
exterminaron a todos los habitantes de Hesbón. Pasaron el Jordán y
ocuparon toda la región montañosa, 16 expulsaron de allí a los
cananeos, a los ferezeos, a los jebuseos, a los de Siquem y a todos
los gergeseos, y allí vivieron mucho tiempo.

17 "Mientras no pecaron contra su Dios, les fue bien; porque su


Dios es un Dios que aborrece la maldad. 18 Pero cuando se apartaron
del camino que él les había señalado, sufrieron grandes destrucciones
en muchas guerras y fueron llevados cautivos a tierra extraña. El
templo de su Dios fue arrasado, y sus ciudades cayeron en poder de
los enemigos. 19 Pero ahora, habiéndose vuelto a su Dios, han
regresado de los lugares donde estaban dispersos y han tomado
posesión de Jerusalén, donde está su santo templo, y se han
establecido en la región montañosa, que estaba sin habitantes.

20 "Así pues, Excelencia, si este pueblo ha cometido alguna falta y


ha pecado contra su Dios, y si nosotros vemos que ellos han
cometido alguna ofensa, podemos marchar a hacerles la guerra. 21
Pero si no hay maldad en este pueblo, Su Excelencia debe dejarlos en
paz; de lo contrario, el Señor su Dios saldrá en defensa de ellos, y
nosotros quedaremos en ridículo delante de todo el mundo."

22 Cuando Aquior terminó de hablar, todos los que estaban


alrededor de la tienda empezaron a protestar. Los oficiales de
Holofernes, y toda la gente de la costa y de Moab, amenazaban con
hacer pedazos a Aquior. 23 Decían: "Nosotros no tenemos miedo de
los israelitas; son un pueblo sin poder e incapaz de dar una fuerte
batalla. 24 ¡Avancemos, pues, comandante Holofernes! ¡Todo el
ejército de Su Excelencia se tragará vivos a los israelitas!"

Judit 6

Aquior es entregado a los israelitas


1 Cuando el tumulto de la gente que rodeaba a los consejeros se
calmó, Holofernes, comandante en jefe del ejército asirio, dijo a
Aquior y a todos los hombres de Moab, en presencia de los
extranjeros: 2 "¿Y quién eres tú, Aquior, con tus mercenarios de
Efraín, para ponerte hoy entre nosotros a hacer de profeta y
aconsejarnos que no le hagamos la guerra al pueblo de Israel, porque
el Dios de ellos saldrá en su defensa? ¿Qué otro Dios existe fuera de
Nabucodonosor? Él desplegará su poder y los hará desaparecer de la
tierra, y el poder de su Dios no podrá salvarlos. 3 Nosotros,
servidores de Nabucodonosor, los aplastaremos como si fueran un
solo hombre; no podrán resistir la embestida de nuestra caballería. 4
Los exterminaremos. Sus montes se embriagarán con su sangre, y
las llanuras se llenarán con sus cadáveres. No podrán mantenerse en
pie frente a nosotros. ¡Perecerán sin remedio! ¡Lo afirma el rey
Nabucodonosor, el señor de toda la tierra! El ha hablado, y sus
palabras no caerán en el vacío. 5 Y tú, Aquior, mercenario de Amón,
que has dicho estas palabras con intenciones perversas, de hoy en
adelante no volverás a presentarte delante de mí, hasta que yo haya
tomado venganza de esa gente escapada de Egipto. 6 Cuando yo
vuelva, mis soldados y todos mis servidores te atravesarán el cuerpo
con sus lanzas, y morirás como los israelitas. 7 Y ahora, mis
servidores te llevarán a la montaña y te dejarán en una de las
ciudades de la cuesta. 8 No morirás por el momento; morirás con
ellos. 9 Y si en el fondo tú confías en que ellos no serán conquistados,
no tienes de qué preocuparte. ¡He hablado, y ninguna de mis
palabras dejará de cumplirse!"

10 Dicho esto, Holofernes mandó a los hombres que estaban a su


servicio personal que pusieran preso a Aquior, y que lo llevaran a
Betulia y lo entregaran a los israelitas. 11 Sus servidores lo pusieron
preso, lo sacaron del campamento hacia la llanura, y de allí lo
llevaron a la montaña hasta que llegaron a los manantiales que hay
abajo de Betulia. 12 Cuando los hombres de la ciudad los vieron subir
a la cumbre del cerro, tomaron sus armas, salieron de la ciudad y
subieron a la cumbre del cerro, y todos los expertos en manejar las
hondas les arrojaron piedras, impidiéndoles subir. 13 Ellos,
deslizándose por la parte baja del cerro, ataron a Aquior y, dejándolo
abandonado al pie del monte, se volvieron a donde estaba su
comandante. 14 Los israelitas bajaron de su ciudad, se acercaron a
Aquior, y lo desataron y lo llevaron a Betulia, donde lo presentaron
ante los jefes de la ciudad. 15 En aquel tiempo los jefes eran Ozías,
hijo de Miqueas, de la tribu de Simeón; Cabris, hijo de Otoniel, y
Carmis, hijo de Malquiel. 16 Estos llamaron a todos los ancianos de la
ciudad, y todos los jóvenes y las mujeres vinieron también corriendo
a la reunión. Colocaron a Aquior en medio de toda la gente, y Ozías le
preguntó qué era lo que había pasado. 17 Él les contó todo lo que se
había hablado en el consejo de Holofernes, lo que él mismo había
dicho delante de los oficiales asirios, y las palabras altaneras de
Holofernes contra el pueblo de Israel. 18 Todo el pueblo se postró para
adorar a Dios, y gritó: 19 "¡Señor, Dios del cielo, mira el orgullo de
nuestros enemigos, y ten compasión de nuestro pueblo humillado!
¡Dirige hoy tu mirada hacia esta nación consagrada a ti!" 20 Luego
tranquilizaron a Aquior y lo alabaron mucho. 21 Ozías lo sacó de la
reunión, se lo llevó a su propia casa, y ofreció un banquete a los
ancianos. Toda esa noche estuvieron pidiendo al Dios de Israel que
los ayudara.

Judit 7

Holofernes avanza contra Betulia

1 Al día siguiente, Holofernes dio órdenes a todo su ejército y demás


fuerzas aliadas de ponerse en marcha hacia Betulia, y de adelantarse
a ocupar los lugares de subida a la región montañosa y comenzar la
guerra contra los israelitas. 2 Ese mismo día, todos sus soldados se
pusieron en camino. El ejército se componía de ciento setenta mil
soldados de infantería y doce mil de caballería, sin contar a los
encargados del transporte y a una multitud enorme de hombres que
iban a pie con ellos. 3 Acamparon en el valle cercano a Betulia, junto
al manantial; el campamento se extendía a lo ancho, en dirección de
Dotán, hasta Ibleam, y a lo largo desde Betulia hasta Ciamón, que
está frente a Esdrelón. 4 Cuando los israelitas vieron un gentío tan
grande, tuvieron mucho miedo y se dijeron unos a otros: "Esta gente
va a arrasar toda la tierra; ni los altos montes, ni los valles ni las
colinas, van a poder soportar tanto peso." 5 Entonces cada uno tomó
sus armas, y encendieron hogueras sobre las torres y se quedaron
haciendo guardia toda la noche.

6Al otro día, Holofernes hizo desfilar toda su caballería a la vista


de los israelitas que estaban en Betulia, 7 exploró las entradas de la
ciudad, inspeccionó los manantiales de agua y se apoderó de ellos,
colocando junto a ellos destacamentos de soldados, y luego se volvió
a donde estaba su gente.

El plan asirio

8 Entonces se le acercaron todos los jefes de Edom y de Moab, y los


generales de la costa, y le dijeron: 9 "Tenga Su Excelencia la bondad
de escucharnos, para que su ejército no vaya a sufrir un desastre. 10
Estos israelitas no confían en sus lanzas sino en las elevadas
montañas donde viven, pues no es fácil llegar hasta las cumbres de
sus montes. 11 Así pues, no les dé Su Excelencia batalla en formación
cerrada, como se hace de ordinario, y no caerá ni un solo hombre del
ejército de Su Excelencia. 12 Quédese en el campamento y reserve a
todos los hombres de su ejército. Haga que sus soldados se apoderen
de los manantiales que brotan al pie del monte, 13 pues allá van
todos los habitantes de Betulia a sacar agua. Cuando se estén
muriendo de sed, entregarán la ciudad. Entre tanto, nosotros y
nuestra gente subiremos a las cumbres cercanas, acamparemos allí,
y cuidaremos de que ni un solo hombre escape de la ciudad. 14 Ellos
y sus mujeres y sus hijos se agotarán por el hambre, y antes de que
los pasemos a filo de espada quedarán tendidos en las calles. 15 Así
Su Excelencia les hará pagar caro el haberse rebelado y el no haber
salido a recibirlo pacíficamente."

16 A Holofernes y a sus oficiales les pareció bien la propuesta, y


ordenó hacer lo que habían dicho. 17 El ejército moabita, junto con
cinco mil soldados asirios, levantó el campamento, y acamparon en el
valle y se apoderaron de las cisternas y los manantiales de los
israelitas. 18 Los edomitas y amonitas subieron y acamparon en la
región montañosa, frente a Dotán, y enviaron un destacamento hacia
el sureste, frente a Egrebel, cerca de Cus, que está a la orilla del
torrente Mocmur. El resto del ejército asirio acampó en la llanura,
llenando toda la región. Sus tiendas de campaña y sus cargamentos
formaban un campamento inmenso, pues era muchísima gente.

Situación desesperada de Betulia

19 Los israelitas, al verse rodeados de sus enemigos y sin poder


escapar, se desanimaron y pidieron ayuda al Señor su Dios. 20 Todo el
ejército asirio, y su infantería, carros y caballería, los tuvieron
cercados durante treinta y cuatro días. A los habitantes de Betulia se
les acabaron las provisiones de agua; 21 las cisternas se estaban
quedando vacías. El agua para beber estaba tan racionada que ni un
solo día pudieron satisfacer su sed. 22 Los niños estaban sin fuerzas,
y de puro agotamiento las mujeres y los jóvenes desfallecían de sed y
caían desmayados en las calles de la ciudad y en las puertas.

23 Entonces todo el pueblo, los jóvenes, las mujeres y los niños, se


reunieron alrededor de Ozías y de los jefes de la ciudad gritando con
todas sus fuerzas, y dijeron delante de todos los ancianos: 24 "¡Que el
Señor juzgue quién tiene razón, si ustedes o nosotros! Ustedes nos
han causado un grave mal no haciendo las paces con los asirios. 25
Ahora no hay nadie que nos ayude. ¡Dios nos ha entregado en poder
de ellos! ¡Vamos a caer muertos de sed delante de ellos, y
quedaremos totalmente destruidos! 26 Llamen a los asirios y
entréguenles la ciudad entera, para que la gente de Holofernes y todo
su ejército la saqueen. 27 Más vale que ellos se apoderen de nosotros.
Seremos esclavos, pero quedaremos con vida, y no tendremos que
ver cómo mueren nuestros niños delante de nuestros ojos ni cómo
desfallecen nuestras mujeres e hijos. 28 ¡Por el cielo y por la tierra;
por nuestro Dios, el Señor de nuestros antepasados, que nos está
castigando por nuestros pecados y por los pecados de nuestros
antepasados, les pedimos que hagan lo que les decimos para que
Dios no nos trate hoy de esta manera!" 29 Y como un solo hombre,
toda la gente reunida empezó a llorar en voz alta, y a pedir a gritos
ayuda a Dios el Señor.

30 Entonces Ozías les dijo: "¡Ánimo, hermanos! Aguantemos cinco


días más, y el Señor nuestro Dios tendrá compasión de nosotros. ¡Él
no nos abandonará totalmente! 31 Si al cabo de ese tiempo no nos ha
llegado ayuda, haré lo que ustedes proponen." 32 Entonces hizo que
la gente se dispersara y que volviera cada uno a su puesto: los
hombres volvieron a las murallas y a las torres de la ciudad, y a las
mujeres y los niños los hizo regresar a sus casas. En la ciudad había
una gran aflicción.

Judit 8

Judit interviene

1 Todo esto llegó a oídos de Judit.[a] Judit era hija de Merarí, este era
hijo de Us, este de José, este de Uziel, este de Elcías, este de
Ananías, este de Gedeón, este de Rafaín, este de Ahitub, este de
Elías, este de Hilquías, este de Eliab, este de Natanael, este de
Selumiel, este de Surisadai y este era descendiente de Israel.[b] 2 El
esposo de Judit, que se llamaba Manasés y era de la misma tribu y
familia que ella, había muerto durante la cosecha de la cebada. 3
Estando al frente de los jornaleros que hacían los atados de trigo en
el campo, le dio una insolación, cayó en cama y murió en Betulia, su
ciudad. Lo sepultaron al lado de sus antepasados, en el campo que
está entre Dotán e Ibleam. 4 Ya hacía tres años y cuatro meses que
Judit había quedado viuda, viviendo en su casa. 5 En la azotea de su
casa había hecho un cobertizo. Usaba ropas ásperas e iba siempre
vestida de luto. 6 Desde que había quedado viuda ayunaba todos los
días, excepto los sábados y las vísperas de estos días, o en los días
de la luna nueva y su víspera, o en los días de fiesta y alegría del
pueblo de Israel. 7 Era muy bonita y de bello aspecto. Manasés, su
esposo, le había dejado oro, plata, criados, criadas, ganado y
campos. Vivía de sus posesiones, 8 y como era muy respetuosa de
Dios, nadie tenía nada contra ella.

9 Judit oyó las duras palabras que la gente había dicho contra el
jefe Ozías, al verse tan desanimados por la falta de agua. Supo
también que él les había prometido entregar la ciudad a los asirios al
cabo de cinco días. 10 Mandó entonces a la criada que estaba al frente
de todos los bienes, a que llamara a Cabris y a Carmis, los ancianos
de la ciudad, 11 y cuando estos llegaron, les dijo:

--Escúchenme, jefes de los habitantes de Betulia: no está bien eso


que ustedes han dicho hoy delante del pueblo, ni la promesa que han
hecho, poniendo a Dios por testigo, de que entregarán la ciudad a
nuestros enemigos si al cabo de ese tiempo el Señor no nos ha
ayudado. 12 ¿Quiénes son ustedes para exigir a Dios que actúe hoy, o
para ocupar el lugar de Dios entre los hombres? 13 Ustedes imponen
condiciones al Señor todopoderoso, pero nunca lograrán comprender
nada. 14 Si ni siquiera pueden penetrar en los secretos del corazón
humano ni entender los pensamientos del hombre, ¿cómo podrán
entender a Dios, que hizo todas las cosas? ¿Cómo podrán captar su
entendimiento y comprender sus intenciones? ¡No, hermanos, no
hagan enojar al Señor nuestro Dios! 15 Si él no quiere ayudarnos en
estos cinco días, en su mano está el ayudarnos cuando quiera, como
también el hacernos morir delante de nuestros enemigos. 16 No
hagan exigencias al Señor nuestro Dios acerca de sus planes; él no
cede ante las amenazas ni ante las exigencias, como si fuera un
hombre. 17 Más bien, pidámosle que nos ayude, con la esperanza de
que él nos salvará. Si a él le parece bien, habrá de escucharnos.

18 "Hoy en día no hay nadie entre nuestras tribus, familias,


provincias o ciudades, que adore dioses hechos por los hombres. Esto
sucedió en tiempos pasados, 19 y por eso Dios entregó a nuestros
antepasados a la muerte y al saqueo, y nuestros enemigos les
causaron un gran desastre.[c] 20 Nosotros, en cambio, no reconocemos
a ningún otro dios fuera de él; por eso confiamos en que él no nos
despreciará a nosotros ni al resto de nuestra nación. 21 Porque si
nosotros somos conquistados, toda Judea caerá y nuestro templo
será saqueado, y Dios nos hará responsables de su profanación, 22 de
la matanza de nuestros hermanos y de la destrucción de nuestra
patria, entre las naciones de las que seremos esclavos. Nuestros
conquistadores se burlarán de nosotros y nos insultarán. 23 Nuestra
esclavitud no será favorable a nosotros, sino que el Señor nuestro
Dios la convertirá en deshonra nuestra. 24 Así pues, hermanos,
demos buen ejemplo a nuestros compatriotas. De nosotros dependen
la vida de ellos, el templo, el santuario y el altar. 25 Por todas estas
razones debemos dar gracias al Señor nuestro Dios, quien nos está
poniendo a prueba como a nuestros antepasados. 26 Acuérdense de lo
que hizo con Abraham,[d] de cómo puso a prueba a Isaac, y de lo que
le pasó a Jacob en Mesopotamia de Siria, cuando estaba cuidando las
ovejas de su tío Labán.[e] 27 Él no nos ha sometido a la prueba del
fuego como a ellos, ni nos trata así por venganza; cuando él castiga a
los que se acercan a él, lo hace para corregirlos."

28 Ozías le respondió:

--Tienes razón en todo lo que has dicho; nadie podrá contradecirte.


29 Y esta no es la primera vez que muestras tu sabiduría; desde que
eras pequeña, todo el pueblo conoce tu buen juicio, pues eres una
mujer inteligente. 30 Pero es que el pueblo se estaba muriendo de
sed, y nos vimos obligados a responderles de esa manera y a hacer
ese juramento, al que no podemos faltar. 31 Puesto que eres una
mujer piadosa, pide ahora a Dios por nosotros, para que el Señor nos
envíe lluvia y se llenen nuestras cisternas y no nos debilitemos más.

32 Judit les contestó:

--Escúchenme: voy a hacer algo que nuestra nación va a recordar


por todos los siglos. 33 Esta noche manténganse ustedes a las puertas
de la ciudad, y yo saldré con mi criada; y antes del plazo fijado por
ustedes para entregar la ciudad a nuestros enemigos, el Señor
salvará por mi medio a Israel. 34 No traten de averiguar qué es lo que
voy a hacer, pues no se lo diré hasta que esté hecho.

35 Ozías y los otros jefes le respondieron:

--¡Vete tranquila! ¡Que el Señor vaya delante de ti para castigar a


nuestros enemigos!

36 Y salieron de la casa de Judit y volvieron a sus puestos.

Notas al pie:

Judit 9

Oración de Judit

1 Judit se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, se cubrió la


cabeza con ceniza, y dejó al descubierto las ropas ásperas que
llevaba puestas; y en el momento en que en el templo de Jerusalén
se ofrecía el incienso de la tarde,[a] Judit clamó en voz alta al Señor, y
dijo: 2 "Señor, Dios de mi antepasado Simeón, en cuyas manos
pusiste la espada para castigar a esos extranjeros que forzaron y
deshonraron a Dina, joven soltera a quien desnudaron para violarla,
profanando su seno; a pesar de que tú habías prohibido hacer tales
cosas, ellos lo hicieron. 3 Por eso hiciste matar a los jefes de esa
gente, y en la misma cama en que habían engañado a la muchacha,
encontraron la muerte al ser engañados ellos mismos. Derribaste a
los esclavos junto con los señores, y a los señores junto con sus
tronos. 4 Hiciste que sus mujeres cayeran en poder de otros, y que
sus hijas fueran llevadas cautivas, y que sus posesiones fueran
repartidas entre tus amados hijos, que llenos de celo por ti e
indignados al ver deshonrada a su hermana, te pidieron ayuda. ¡Oh
Dios, Dios mío, escúchame a mí, que soy viuda! 5 Tú hiciste que
sucediera lo que entonces sucedió, y lo que ha sucedido antes y
después; tú has planeado lo que sucede ahora y lo que vendrá
después, y lo que has planeado se realiza. 6 Las cosas que tú planeas
se presentan ante ti, y dicen: '¡Aquí estamos!' Tú tienes preparado
todo lo que vas a hacer, y todo lo que decides lo conoces con
anterioridad.

7 "Mira cómo se han reunido los asirios con todo su poder,


orgullosos de sus caballos y jinetes, jactándose de la fuerza de su
infantería, confiados en sus escudos, sus flechas, sus arcos y sus
hondas. No reconocen que tú, Señor, eres quien pone fin a la guerra;
8 tu nombre es 'el Señor'. ¡Desbarata su fuerza con tu poder, y
destruye su poderío con tu ira! Sus planes son profanar tu santuario,
manchar el lugar en que reside tu glorioso nombre, derribar tu altar
con sus armas. 9 Mira su orgullo, descarga sobre ellos tu ira, y dame
a mí, que soy viuda, la fuerza para realizar mi plan. 10 Haz que yo los
engañe, para que caigan los esclavos junto con los señores y los
señores junto con los esclavos; destruye, por medio de una mujer, su
arrogancia. 11 Porque tu poder no depende del número, ni del valor
de los hombres tu fuerza. Tú eres el Dios de los oprimidos, el
protector de los humillados, el defensor de los débiles, el apoyo de los
abandonados, el salvador de los que no tienen esperanza. 12 Sí, oh
Dios de mi padre, Dios del pueblo de Israel, Señor del cielo y de la
tierra, creador de los mares, rey de todo lo que has creado, escucha
mi oración: 13 dame palabras para poder engañarlos y causarles el
desastre y la muerte, pues tienen planes perversos contra tu alianza,
contra el templo consagrado a ti, contra el monte Sión y contra la
ciudad que es hogar y propiedad de tus hijos. 14 Haz que todo tu
pueblo y todas las naciones reconozcan que solo tú eres Dios, Dios de
todo poder y fuerza, y que fuera de ti no hay otro que proteja a
Israel."
Judit 10

Judit va al campamento de Holofernes

1 En cuanto Judit terminó de orar en voz alta al Dios de Israel y de


decir todas estas palabras, 2 se puso de pie, llamó a su criada y bajó
al piso inferior de su casa, donde acostumbraba pasar los sábados y
las fiestas. 3 Se quitó las ropas ásperas que llevaba puestas y los
vestidos de viuda, se bañó, se untó perfumes, se peinó y se puso una
diadema, y se vistió con ropa de fiesta, como lo hacía cuando vivía su
esposo Manasés. 4 Luego se puso sandalias, brazaletes, collares,
anillos, aretes y, en fin, todas sus joyas; se arregló lo mejor que
pudo, como para llamar la atención de cualquier hombre que la viera.
5 Le dio a su criada una garrafa de vino y una botella de aceite, llenó
un costal con harina de cebada, tortas de higos y pan puro, lo
empaquetó todo en el costal, y se lo entregó a su criada para que lo
llevara.

6Salieron hacia la puerta de Betulia y encontraron allí a Ozías y a


los ancianos de la ciudad, Cabris y Carmis. 7 Al verla, tan
transformada en su aspecto y vestida de manera tan diferente, se
quedaron sumamente admirados de su belleza, y le dijeron:

--El Dios de nuestros antepasados haga que seas bien recibida y


8
te ayude a realizar tus planes, para orgullo de los israelitas y gloria
de Jerusalén.

9 Ella se inclinó para adorar a Dios, y les dijo:

--Manden que me abran la puerta de la ciudad, y yo iré a hacer lo


que ustedes han dicho.

Ellos ordenaron a los guardias que le abrieran la puerta, como


había pedido. 10 Así lo hicieron, y Judit salió acompañada de su
criada. Los hombres de la ciudad la vieron bajar el monte y atravesar
el valle, y luego la perdieron de vista.

11 Ellas fueron derecho a través del valle, hasta que se encontraron


con un puesto de avanzada de los asirios. 12 Los soldados detuvieron
a Judit y le preguntaron:

--¿De qué nación eres? ¿De dónde vienes, y a dónde vas?


--Soy hebrea --respondió ella--, pero estoy huyendo de los de mi
nación, porque pronto caerán en poder de ustedes y serán
destruidos. 13 Quiero ver a Holofernes, el comandante del ejército de
ustedes, para darle informes seguros. Quiero indicarle por dónde
puede penetrar y apoderarse de toda la región montañosa sin perder
un solo soldado.

14 Al oir los soldados su respuesta y fijarse en su aspecto, se


quedaron maravillados de su belleza. Entonces le dijeron:

15--Te has salvado al darte prisa en venir a ver a nuestro


comandante. Acércate hasta su tienda de campaña; algunos de
nosotros te escoltaremos hasta dejarte con él. 16 Cuando estés en su
presencia, no te asustes; dale la información que traes, y él te tratará
bien.

17Entonces escogieron a cien hombres para que acompañaran a


Judit y a su criada y las llevaran hasta la tienda de Holofernes.

18Apenas la noticia de su llegada se extendió por el campamento,


los soldados corrieron de todas partes a reunirse alrededor de ella,
que, frente a la tienda de Holofernes, esperaba que le anunciaran a
este su llegada. 19 Maravillados de la belleza de Judit, pensaban que
los israelitas debían de ser gente admirable, y se decían unos a otros:
"¿Quién va a menospreciar a un pueblo que tiene mujeres así? No
hay que dejar con vida ni a uno solo de sus hombres, pues los que
queden son capaces de dominar con engaños a todo el mundo."

20 La guardia privada de Holofernes y los demás oficiales a su


servicio salieron e hicieron entrar a Judit en la tienda. 21 Holofernes
estaba recostado en su cama, debajo de un pabellón de púrpura
bordado en oro y adornado con esmeraldas y piedras preciosas. 22
Cuando le dijeron que ella estaba allí, salió a la entrada de la tienda.
Delante de él llevaban lámparas de plata. 23 Cuando Judit se presentó
delante de él y de sus oficiales de servicio, todos se quedaron
maravillados de su belleza. Ella se inclinó ante él en señal de
reverencia, pero los criados la levantaron.

Judit 11

Entrevista de Judit con Holofernes

1 Holofernes le dijo:
--¡Ten confianza, mujer, no tengas miedo! Yo no he hecho mal a
ninguna persona que haya querido servir a Nabucodonosor, rey de
toda la tierra. 2 Si tu pueblo, que vive en la montaña, no me hubiera
despreciado, yo no habría levantado mi lanza contra ellos. Pero ellos
mismos se han buscado esto. 3 Y ahora, dime: ¿por qué huiste de
ellos y te pasaste a nosotros? Por supuesto, al venir te has salvado.
Ten confianza, que a partir de esta noche has salvado tu vida. 4 Nadie
te hará ningún daño; se te tratará bien, como se trata a los que
sirven a mi señor, el rey Nabucodonosor.

5 Judit le respondió:

--Escuche Su Excelencia lo que le voy a decir; deje que esta


esclava suya hable a Su Excelencia, pues no diré esta noche nada que
sea falso. 6 Si Su Excelencia sigue mis consejos, Dios hará algo
grande por su medio, y Su Excelencia no fracasará en sus planes. 7
¡Por la vida y por el poder de Nabucodonosor, rey de toda la tierra,
que envió a Su Excelencia a poner orden en todos los seres vivientes:
gracias a Su Excelencia, no solo los hombres están al servicio del rey,
sino que por la fuerza de Su Excelencia hasta las fieras salvajes, el
ganado y las aves vivirán para Nabucodonosor y para todos sus
descendientes! 8 Hemos oído hablar de la sabiduría de Su Excelencia
y de su aguda inteligencia. En toda la tierra se sabe que Su
Excelencia es el mejor hombre de todo el imperio, y que es grande su
inteligencia y admirable su habilidad en el arte de la guerra. 9
Nosotros nos hemos enterado de lo que dijo Aquior en la reunión del
consejo,[a] pues los hombres de Betulia lo rescataron, y él les contó
todo lo que había dicho delante de Su Excelencia. 10 Haga caso Su
Excelencia a lo que él ha dicho; téngalo muy presente, pues es cierto.
Nuestro pueblo no puede ser castigado ni vencido por las armas, si no
ha pecado contra su Dios. 11 Ahora bien, Su Excelencia no debe
fracasar ni fallar. Ellos están condenados a morir porque han caído
bajo el poder del pecado, pues hacen enojar a su Dios cada vez que
cometen un acto indebido. 12 Como se han quedado sin alimentos y el
agua se les ha hecho muy escasa, han pensado echar mano del
ganado, y hasta han resuelto comer de todo aquello que Dios en sus
leyes les ha prohibido que coman. 13 También han resuelto comerse
los primeros frutos de la cosecha de trigo y usar el diezmo del vino y
el aceite[b] que ya habían apartado y reservado como cosa sagrada
para los sacerdotes que ofician en Jerusalén ante nuestro Dios, cosas
que ninguna otra persona del pueblo puede siquiera tocar con las
manos. 14 Han enviado una delegación a Jerusalén a pedir permiso a
los ancianos, pues la gente de allá también ha hecho esto. 15 Tan
pronto como les llegue la respuesta y comiencen a hacerlo, ese
mismo día Dios los entregará en manos de Su Excelencia para que los
extermine. 16 Por eso, apenas supe todo esto, huí de ellos. Dios me
ha enviado a realizar con Su Excelencia algo que va a llenar de
asombro a todos los que lo sepan en el mundo entero. 17 Yo, esclava
de Su Excelencia, soy una mujer piadosa que sirve al Dios del cielo
día y noche. Yo me quedaré con Su Excelencia; todas las noches
saldré al valle a orar a Dios, y él me dirá cuando los israelitas hayan
cometido su pecado. 18 Entonces vendré y daré aviso a Su Excelencia,
que entonces podrá salir con todo su ejército; ninguno de ellos podrá
oponerle resistencia. 19 Luego guiaré a Su Excelencia a través de
Judea hasta Jerusalén, y colocaré el trono de Su Excelencia en medio
de la ciudad. Podrá llevarse a sus habitantes como a ovejas sin
pastor, y no habrá ni un perro que le gruña. Yo he averiguado esto
con anticipación, y Dios me lo ha comunicado y me ha enviado a
comunicárselo a Su Excelencia.

20Las palabras de Judit agradaron a Holofernes y a sus oficiales de


servicio, que admiraron su sabiduría y dijeron:

21 --No hay en todo el mundo mujer que se le pueda comparar en


belleza ni en inteligencia.

22 Y Holofernes le dijo:

--¡Qué bien ha hecho Dios enviándote por delante de tu nación


para traernos a nosotros la victoria, y la muerte a los que han
despreciado a mi señor! 23 Eres muy hermosa y hablas muy bien. Si
cumples lo que has dicho, tu Dios será mi Dios, vivirás en el palacio
del rey Nabucodonosor, y serás famosa en toda la tierra.

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Judit 12

Judit se queda en el campamento

1 Holofernes ordenó que la llevaran a donde tenía su vajilla de plata,


y que le sirvieran una cena de sus propios manjares y de su vino. 2
Pero Judit dijo:

--No comeré de esa comida, para no faltar a nuestras leyes.[a] Yo


he traído mis propias provisiones.

3 Holofernes le respondió:

--Pero si se te acaban tus provisiones, ¿de dónde vamos a darte


alimentos iguales? No hay aquí, entre nosotros, ninguna otra persona
de tu nación.
--¡Por vida de Su Excelencia --contestó Judit--, no se acabarán
4
mis provisiones antes que el Señor haya realizado por mi medio lo
que tiene decidido!

5 Los servidores de Holofernes la llevaron a la tienda, y ella durmió


hasta la media noche. Hacia la madrugada se levantó, 6 y mandó este
recado a Holofernes: "Ordene Su Excelencia que me permitan salir a
orar." 7 Holofernes ordenó a los soldados de su guardia personal que
la dejaran salir.

Así permaneció Judit en el campamento durante tres días. Por la


noche salía al valle de Betulia y se bañaba en el manantial que había
junto al puesto de avanzada. 8 Al regresar pedía al Señor, Dios de
Israel, que le facilitara la manera de sacar de apuros a su pueblo. 9
Depués de haberse purificado, volvía a la tienda y se quedaba en ella
hasta que le traían su comida, hacia el atardecer.

Judit es invitada al banquete de Holofernes

10 Al cuarto día, Holofernes dio un banquete a sus servidores, sin


invitar a los otros oficiales, 11 y dijo a Bagoas, su hombre de
confianza que estaba al frente de todas sus cosas:

--Ve y convence a la hebrea que está bajo tu cuidado de que


venga a comer y beber con nosotros. 12 Sería una verg@uenza para
mí no disfrutar de la compañía de una mujer como ella. Si no la
conquisto, se burlará de mí.

13 Bagoas se retiró, fue a ver a Judit y le dijo:

--No te niegues, encantadora jovencita, y acepta el honor de


hacerle compañía a mi señor. Ven a beber vino alegremente con
nosotros, y sé hoy como las mujeres asirias que viven en el palacio
de Nabucodonosor.

14 Judit respondió:

--¿Y quién soy yo para negarle algo a Su Excelencia? Con todo


gusto haré lo que a él le parezca. Esta será para mí la mayor
satisfacción de toda mi vida.

15 Y se levantó y se puso un vestido elegante y todos sus adornos


femeninos. Su criada se adelantó y, delante de Holofernes, extendió
para Judit, en el suelo, las pieles de oveja que Bagoas le había dado
para que ella las usara todos los días, tomando sus comidas
recostada sobre ellas. 16 Apenas entró Judit y se sentó, Holofernes
sintió una terrible pasión por ella y un grandísimo deseo de gozarla;
desde el primer día que la vio estaba esperando el momento de
seducirla. 17 Holofernes le dijo:

--¡Bebe y diviértete con nosotros!

--Con todo gusto, Excelencia --respondió Judit--; este es el día


18
más grande de toda mi vida.

En seguida empezó a comer y beber delante de él lo que su


19
criada le había preparado. 20 Holofernes estaba tan contento de verla
que bebió demasiado vino, más del que nunca en toda su vida había
bebido en un solo día.

Judit 13

La hazaña de Judit

1 Cuando se hizo tarde, los servidores de Holofernes se retiraron


rápidamente. Bagoas cerró la tienda desde fuera, e hizo salir de la
presencia de su señor a los que estaban allí. Todos se fueron a
dormir, pues estaban cansados, porque el banquete había durado
mucho tiempo. 2 Judit quedó sola en la tienda, y Holofernes,
completamente borracho, estaba tirado en la cama. 3 Judit había
dicho a su criada que se quedara fuera de la tienda en que ella
estaba, y que esperara allí hasta que ella saliera como todos los días,
pues había dicho que saldría a hacer su oración. A Bagoas le había
dicho lo mismo. 4 Todos se habían retirado, y absolutamente nadie se
había quedado en la tienda. Entonces Judit se puso de pie junto a la
cama de Holofernes, y dijo interiormente: "Señor, Dios de todo poder,
mira favorablemente lo que voy a hacer en este momento para gloria
de Jerusalén. 5 Este es el momento de ayudar a tu pueblo y de
realizar mis planes para perdición de los enemigos que se han
levantado contra nosotros." 6 Se dirigió entonces al soporte de la
cama, que estaba a la cabecera de Holofernes, descolgó la espada
que él allí tenía 7 y, acercándose a la cama, le agarró la cabeza por el
pelo y dijo: "¡Dame fuerzas, Señor, Dios de Israel, en este momento!"
8 Descargó entonces dos fuertes golpes en el cuello de Holofernes, y
le cortó la cabeza. 9 Hizo rodar de la cama el cuerpo y desprendió de
sus soportes el pabellón. En seguida salió y entregó a su criada la
cabeza de Holofernes, 10 y ella la metió en el costal de las provisiones
de Judit. Luego salieron las dos a orar, como acostumbraban hacerlo.
Atravesaron el campamento, rodearon el valle, y subieron al monte
de Betulia hasta llegar a las puertas de la ciudad.

Regreso de Judit a Betulia

11 Desde lejos, Judit gritó a los guardias que estaban en las puertas:

--¡Abran, abran la puerta! ¡Dios, nuestro Dios, está con nosotros,


mostrando aún en Israel su fuerza y su poder contra los enemigos!
¡Así lo ha hecho hoy!

Cuando los hombres de la ciudad la oyeron gritar, bajaron a


12
toda prisa a la puerta de la ciudad y llamaron a los ancianos. 13 Todo
el mundo sin excepción vino corriendo, pues apenas podían creer que
Judit hubiera regresado. Abrieron la puerta, las hicieron pasar y,
encendiendo fuego para poder ver, se amontonaron alrededor de
ellas. 14 Judit, entonces, les dijo en voz alta:

--¡Alaben a Dios, alábenlo! ¡Alaben a Dios, que no ha negado su


misericordia al pueblo de Israel, sino que por mi mano esta noche ha
aplastado a sus enemigos!

15 Y sacando del costal la cabeza, se la mostró y les dijo:

--¡Miren la cabeza de Holofernes, el comandante en jefe del


ejército asirio! ¡Y aquí está el pabellón debajo del cual se acostaba en
sus borracheras! ¡El Señor le dio un golpe mortal por mano de una
mujer! 16 ¡Y juro por la vida del Señor que él me protegió en todo lo
que hice! Mi belleza fue una trampa que le causó la perdición, pero él
no cometió conmigo ningún pecado que me hubiera traído mancha o
deshonra.

Todo el pueblo se quedó muy maravillado, e inclinándose para


17
adorar a Dios, dijeron a una voz:

--¡Alabado seas, Dios nuestro, que humillaste en este día a los


enemigos de tu pueblo!

18 Y Ozías dijo a Judit:

--¡Hija, que el Dios altísimo te bendiga más que a todas las


mujeres de la tierra! ¡Alabado sea Dios, el Señor, que creó el cielo y
la tierra y te guió para que cortaras la cabeza al jefe de nuestros
enemigos! 19 La confianza que tú has mostrado nunca se apartará del
corazón de los hombres, que siempre recordarán el poder de Dios. 20
Dios permita que esto sea para gloria eterna tuya y te colme de
bienes, porque con su ayuda expusiste tu vida para salvar a nuestro
pueblo de la opresión y librarnos de la catástrofe, llevando a buen
término tus planes.

Y todo el pueblo añadió:

--¡Así sea! ¡Así sea!

Judit 14

Los israelitas se preparan a atacar

1 Judit les dijo:

--Escúchenme, hermanos. Tomen esta cabeza y cuélguenla de la


parte más alta de la muralla. 2 Tan pronto como amanezca y salga el
sol, que cada uno empuñe sus armas de guerra y que todos los
hombres que sean capaces de pelear salgan de la ciudad. Señalen a
uno como jefe, y hagan como si fueran a bajar a la llanura a atacar
los puestos de avanzada de los asirios; pero no bajen. 3 Los asirios
tomarán sus armas, irán al campamento y despertarán a sus
generales. Todos correrán a la tienda de Holofernes y no lo
encontrarán, se llenarán de pánico y huirán de ustedes. 4 Persíganlos
ustedes y todos los demás que viven en las montañas de Israel, y los
podrán matar por cualquier sitio que pasen. 5 Pero antes llámenme a
Aquior, el amonita, para que él vea y reconozca al que injurió al
pueblo de Israel y a él mismo lo envió aquí como si lo enviara a morir.

6 Se mandó entonces traer de la casa de Ozías a Aquior, quien


apenas llegó y vio la cabeza de Holofernes en manos de un hombre,
en medio del pueblo allí reunido, cayó al suelo sin sentido. 7 Cuando
lo levantaron, se echó a los pies de Judit en señal de reverencia y
dijo:

--¡Bendita seas tú en todos los campamentos de Judá y en todas


las naciones! Todos los que escuchen tu nombre temblarán de miedo.
8 ¡Pero ahora, cuéntame qué fue lo que hiciste en estos días!

Judit, en medio del pueblo, le contó todo lo que había hecho desde
el día en que salió hasta aquel momento. 9 Cuando terminó de hablar,
toda la gente en la ciudad se puso a gritar y a hacer grandes
demostraciones de alegría. 10 Al ver Aquior todo lo que el Dios de
Israel había hecho, creyó en Dios de todo corazón, se hizo circuncidar
y se unió para siempre al pueblo de Israel.

Los asirios descubren lo sucedido

11 Cuando amaneció, colgaron de la muralla la cabeza de Holofernes,


y todos los hombres empuñaron sus armas y salieron en escuadrones
a los pasos de la montaña. 12 Tan pronto como los asirios los vieron,
mandaron avisar a sus capitanes, y estos fueron a ver a los generales
y comandantes y a todos los oficiales. 13 Todos se dirigieron a la
tienda de Holofernes, y dijeron a su ayudante:

--¡Despierta al comandante, porque esos esclavos hebreos se han


atrevido a bajar a atacarnos, como si quisieran que acabemos con
ellos para siempre!

Bagoas entró y llamó desde la cortina de la tienda, pensando


14
que Holofernes estaría durmiendo con Judit. 15 Pero como nadie
respondía, corrió la cortina y, al entrar en el dormitorio, se encontró
con Holofernes muerto, tirado en el suelo, sin cabeza. 16 Lanzando un
gran grito, se puso a llorar y gemir y lanzar ayes de dolor, y se
desgarró la ropa. 17 En seguida fue a la tienda que había ocupado
Judit, pero al no encontrarla salió a donde estaba la gente, gritando:

--¡Esos esclavos nos han hecho una mala jugada! ¡Una sola
18
mujer ha traído una infamia sobre el reino de Nabucodonosor! ¡Ahí
está Holofernes tirado en el suelo, sin cabeza!

19 Al oir esto, los generales del ejército asirio se llenaron de


pánico, se rasgaron la ropa y se pusieron a lanzar ayes y gritos de
dolor en medio del campamento.

Judit 15

Derrota de los asirios

1 Cuando todos los que estaban en las tiendas supieron lo que había
pasado, se quedaron aterrados, 2 se llenaron de pavor y pánico, y
hubo una desbandada general; salieron corriendo por todos los
caminos de la llanura y de la región montañosa, sin que quedaran dos
hombres juntos. 3 Los que estaban acampados en los cerros
alrededor de Betulia también se dieron a la fuga. Entonces todos los
israelitas en edad de pelear salieron a perseguirlos. 4 Ozías envió
gente a Betomestaim, a Bebai, a Cobá, a Colá y a toda la región
montañosa de Israel, para que contaran lo que había sucedido y para
que todos salieran a perseguir y destruir a los enemigos. 5 Al saberlo
los israelitas, salieron todos a una y, lanzándose sobre los asirios, los
derrotaron y los persiguieron hasta Hobá. Cuando los que vivían en
Jerusalén y en toda la región montañosa supieron lo que había
sucedido en el campamento de los enemigos, también ellos se
presentaron. Los hombres de Galaad y de Galilea llegaron hasta
Damasco y sus alrededores, se adelantaron a los asirios y les hicieron
muchas bajas. 6 Los demás habitantes de Betulia cayeron sobre el
campamento asirio, lo saquearon y se apoderaron de muchas
riquezas. 7 Cuando los israelitas regresaron de la gran matanza, se
apoderaron de lo que quedaba. También los que vivían en los pueblos
y aldeas de la región montañosa y de la llanura se apoderaron de una
gran cantidad de cosas, porque era mucho lo que había.

Honores a Judit

8 El sumo sacerdote Joaquín y los ancianos de Israel que vivían en


Jerusalén fueron a ver las maravillas que el Señor había realizado en
favor de Israel, y a ver y felicitar a Judit. 9 Cuando llegaron a donde
ella estaba, todos a una la alabaron y dijeron:

--¡Tú eres el orgullo de Jerusalén, la mayor gloria de Israel, el más


grande honor de nuestra nación! 10 Con tu mano hiciste todo esto;
has hecho un gran bien a Israel; el Señor te ha mostrado su favor.
¡Que el Señor todopoderoso te bendiga eternamente!

Y todo el pueblo añadió:

--¡Amén!

11Durante treinta días, la gente se dedicó a saquear el


campamento asirio. Dieron a Judit la tienda de Holofernes, toda su
vajilla de plata, sus camas, sus vasos y todos sus utensilios. Ella los
tomó y los puso sobre su mula, luego enganchó sus carros de
bueyes, y lo puso todo encima. 12 Todas las mujeres de Israel salían
corriendo a verla, alabándola y bailando en su honor. Judit tomaba
ramas y las repartía entre las mujeres que la acompañaban, 13 y se
ponían coronas hechas de ramos de olivo. Luego, yendo delante de
todo el pueblo, encabezó el baile de las mujeres. Detrás iban todos
los hombres, armados, adornados con coronas y cantando himnos.

Canto de Judit

14 Entonces Judit, en medio de todo Israel, empezó a cantar el


siguiente himno de alabanza, que todo el pueblo repetía a coro:
Judit 16

1 "¡Entonen a mi Dios un canto al son de panderetas,


canten al Señor con acompañamiento de platillos,
ofrézcanle un canto de alabanza,
honren e invoquen su nombre![a]
2 El Señor es un Dios que pone fin a las guerras;
él me libró de mis perseguidores
y me trajo al campamento de su pueblo.
3 "Vinieron los asirios de las montañas del norte,
vinieron con miles de soldados,
tantos que con ellos los valles se inundaban
y con sus caballos se cubrían las colinas.
4 Amenazaron con quemar mi territorio,
con matar a espada a mis muchachos,
con estrellar contra el suelo a mis niños de pecho,
con llevarse presos a mis pequeños
y cautivas a mis jovencitas.
5 "Pero el Señor todopoderoso los hizo fracasar
por medio de una mujer.
6 Su campeón no cayó a manos de jóvenes,
ni fueron colosos los que lo vencieron,
ni le cayeron encima gigantes enormes;
¡Judit, la hija de Merarí,
lo venció con su belleza!
7 Se quitó su ropa de luto,
se untó el rostro con perfumes,
para salvar a los oprimidos de Israel.
8 Se adornó la cabeza con una diadema
y se puso ropa fina para engañarlo.
9 Sus sandalias le deslumbraron los ojos,
su belleza le cautivó el alma,
y la espada le atravesó el cuello.
10 "Los persas se espantaron al ver su atrevimiento,
los medos temblaron al ver su audacia.
11 Entonces mi pueblo oprimido alzó el grito,
y los enemigos se asustaron;
gritó mi pueblo débil, y ellos se aterraron;
alzó la voz, y ellos huyeron.
12 Los traspasaron como a débiles muchachos,
los hirieron como a esclavos desertores;
¡el ejército de mi Señor los destruyó!
13 "Voy a cantar a Dios una canción nueva:
¡Señor, tú eres grande y glorioso,
admirable por tu poder invencible!
14 Que te sirvan todos los seres que creaste;
tú hablaste, y comenzaron a existir,
enviaste tu soplo, y se formaron;
nadie puede resistir a tu voz de mando.
15 Las montañas se estremecen desde sus cimientos
y se confunden con los mares,
las rocas se derriten como cera delante de ti;
pero a aquellos que te reverencian
les muestras tu bondad.
16 "Poca cosa son los sacrificios de olor agradable,
muy poco es toda la grasa que se quema en holocausto;
pero el que reverencia al Señor siempre será grande.
17 ¡Ay de las naciones que amenazan a mi pueblo:
el Señor todopoderoso las castigará en el día del juicio;
las entregará al fuego y los gusanos,
y llorarán de dolor eternamente!"

Término del relato

18 Al llegar a Jerusalén, adoraron a Dios, y una vez que el pueblo se


purificó, ofrecieron holocaustos, dones voluntarios y ofrendas. 19 Judit
consagró a Dios toda la vajilla de Holofernes, que el pueblo le había
regalado, lo mismo que el pabellón que ella había quitado de la tienda
en que él dormía. 20 Durante tres meses, el pueblo estuvo celebrando
fiestas en Jerusalén, frente al templo, y Judit se quedó con ellos.

Al cabo de ese tiempo, cada uno volvió a su tierra, y Judit


21
regresó a Betulia para seguir al frente de sus posesiones. Mientras
vivió, fue famosa en todo el país. 22 Tuvo muchos pretendientes, pero
después que su esposo Manasés murió y fue a reunirse con sus
antepasados, ella nunca volvió a tener relaciones con ningún hombre.
23 Su fama fue creciendo más y más; vivió en la casa de su esposo
hasta llegar a la avanzada edad de ciento cinco años. Dio la libertad a
su esclava. Murió en Betulia, y fue sepultada en la tumba de su
esposo Manasés, excavada en la roca. 24 El pueblo de Israel lloró su
muerte durante siete días. Antes de morir, ella había repartido sus
posesiones entre todos los parientes más cercanos de su esposo
Manasés y entre los suyos propios. 25 Durante el tiempo que vivió
Judit, y por mucho tiempo después de su muerte, nadie volvió a
amenazar a los israelitas.
1 Macabeos 1

Alejandro y sus sucesores[a]

1 Alejandro de Macedonia, hijo de Filipo, partió de su país y derrotó a


Darío, rey de los persas y los medos, y reinó en lugar de él;
primeramente fue rey de Grecia. 2 Emprendió muchas guerras, se
apoderó de ciudades fortificadas, mató a varios reyes de la región, 3
llegó hasta los lugares más apartados de la tierra y saqueó muchas
naciones. Después, toda la tierra quedó en paz bajo su dominio, y
Alejandro se llenó de orgullo y soberbia. 4 Luego de haber reunido un
poderosísimo ejército, sometió provincias, naciones y gobernantes, y
los obligó a pagarle tributo. 5 Pero al fin cayó enfermo; y presintiendo
que iba a morir, 6 llamó a sus generales más ilustres, que se habían
educado con él desde jóvenes, y antes de morir les repartió su reino.
7 Después de un reinado de doce años, Alejandro murió.[b] 8 Entonces
sus generales tomaron el poder, cada uno en su propia región, 9 y
tras la muerte de Alejandro fueron coronados como reyes, lo mismo
que sus descendientes después de ellos, durante muchos años, y así
llenaron de calamidades la tierra.

Antíoco IV Epífanes. Se introducen costumbres paganas en

Israel

(2 Mac 4.7-17)

10 De esa raíz salió un retoño, el malvado Antíoco Epífanes, hijo del


rey Antíoco, que había estado como rehén en Roma y empezó a
reinar el año ciento treinta y siete de la dominación griega.[c]

Por aquel tiempo aparecieron en Israel renegados que


11
engañaron a muchos diciéndoles: "Hagamos un pacto con las
naciones que nos rodean, porque desde que nos separamos de ellas
nos han venido muchas calamidades." 12 A algunos del pueblo les
gustó esto, 13 y se animaron a ir al rey, y este les dio autorización
para seguir las costumbres paganas. 14 Construyeron un gimnasio en
Jerusalén, como acostumbran los paganos; 15 se hicieron operaciones
para ocultar la circuncisión, renegando así de la alianza sagrada; se
unieron a los paganos y se vendieron para practicar el mal.

Campaña de Egipto y saqueo del templo de Jerusalén

(2 Mac 5.11-20)
16 Al ver Antíoco que su reino estaba firme, decidió apoderarse de
Egipto para ser rey de los dos países. 17 Así pues, invadió a Egipto
con un poderoso ejército, con carros, elefantes y una gran flota, 18 y
atacó al rey Tolomeo, el cual retrocedió ante él y huyó dejando
muchos muertos en el campo. 19 Antíoco ocupó las ciudades
fortificadas de Egipto y saqueó el país.[d]

20 Después de esta victoria sobre Egipto, en el año ciento cuarenta


y tres,[e] Antíoco se puso en marcha con un poderoso ejército contra
Israel, y llegó a Jerusalén. 21 Entró con arrogancia en el santuario y
se apoderó del altar de oro, del candelabro con todos sus accesorios,
22 de la mesa para los panes sagrados, de las copas, las tazas, los
cucharones de oro, el velo y las coronas, y arrancó todo el enchapado
de oro que adornaba la fachada del templo. 23 Se apoderó también de
la plata, el oro, los utensilios preciosos y los tesoros escondidos, los
cuales logró encontrar. 24 Con todas esas cosas se fue a su país.
También mató a mucha gente y habló con grandísima insolencia.[f]
25 En todo Israel hubo una gran tristeza;
26 los jefes y los ancianos lanzaban ayes de dolor,
las muchachas y los jóvenes perdieron su vigor,
desapareció la belleza de las mujeres.
27 Los recién casados entonaban lamentaciones,
las novias guardaban luto, sentadas en sus alcobas.
28 La tierra entera se conmovió
al ver la suerte de sus habitantes;
todo el pueblo de Jacob se vio cubierto de deshonra.

Destrucción de Jerusalén

(2 Mac 5.21-26)

29 Dos años más tarde, el rey envió a las ciudades de Judea a un


funcionario[g] encargado de cobrar los impuestos, el cual llegó a
Jerusalén con un poderoso ejército; 30 con intención de engañar a los
habitantes les habló en son de paz, y ellos le creyeron. Pero de
repente se lanzó sobre la ciudad, descargó sobre ella un terrible
golpe, matando a muchos israelitas, 31 y después de saquearla la
incendió y destruyó las casas y la muralla que la rodeaba. 32 Sus
hombres se llevaron cautivos a las mujeres y a los niños, y se
apoderaron del ganado. 33 Alrededor de la Ciudad de David
construyeron una muralla alta y fuerte, con torres fortificadas, y la
convirtieron en ciudadela.[h] 34 Pusieron en ella a paganos impíos y a
judíos renegados, que se fortificaron allí. 35 Almacenaron armas y
provisiones, y guardaron allí las cosas que habían robado en
Jerusalén. Allí se pusieron al acecho.
36 Fue un peligro para el santuario
y una constante amenaza para Israel.
37 Derramaron sangre inocente
alrededor del santuario, y lo profanaron.
38 Por temor a ellos huyeron los habitantes de Jerusalén;
la ciudad se convirtió en residencia de extranjeros,
sus propios hijos llegaron a ser extraños en ella
y tuvieron que abandonarla.
39 El templo quedó en ruinas y desierto,
las fiestas se volvieron días de tristeza,
los sábados fueron causa de verg@uenza,
y el honor de la ciudad se convirtió en ignominia.
40 Como fue de grande su gloria,
así de grande fue su humillación.
Su altivez quedó convertida en tristeza.

Antíoco IV introduce cultos paganos

(2 Mac 6.1-11)

41 El rey publicó entonces en todo su reino un decreto que ordenaba


a todos formar un solo pueblo, 42 abandonando cada uno sus
costumbres propias. Todas las otras naciones obedecieron la orden
del rey, 43 y aun muchos israelitas aceptaron la religión del rey,[i]
ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el sábado. 44 Por medio
de mensajeros, el rey envió a Jerusalén y demás ciudades de Judea
decretos que obligaban a seguir costumbres extrañas en el país 45 y
que prohibían ofrecer holocaustos, sacrificios y ofrendas en el
santuario, que hacían profanar el sábado, las fiestas, 46 el santuario y
todo lo que era sagrado; 47 que mandaban construir altares, templos
y capillas para el culto idolátrico, así como sacrificar cerdos y otros
animales impuros, 48 dejar sin circuncidar a los niños y mancharse
con toda clase de cosas impuras y profanas, 49 olvidando la ley y
cambiando todos los mandamientos. 50 Aquel que no obedeciera las
órdenes del rey, sería condenado a muerte.

51 Esta orden fue enviada por escrito a todo su reino; además, el


rey nombró inspectores para todo el pueblo, y dio orden de que en
cada una de las ciudades de Judea se ofrecieran sacrificios. 52 Muchos
judíos, traicionando la ley, acudieron a cumplir estas órdenes; con su
perversa manera de proceder 53 obligaron a los verdaderos israelitas
a esconderse en toda clase de refugios.

54 El día quince del mes de Quisleu del año ciento cuarenta y


cinco,[j] el rey cometió un horrible sacrilegio,[k] pues construyó un altar
pagano encima del altar de los holocaustos. Igualmente, se
construyeron altares en las demás ciudades de Judea. 55 En las
puertas de las casas y en las calles se ofrecía incienso. 56 Destrozaron
y quemaron los libros de la ley que encontraron, 57 y si a alguien se
le encontraba un libro de la alianza de Dios, o alguno simpatizaba con
la ley, se le condenaba a muerte, según el decreto del rey. 58 Así,
usando de la fuerza, procedía esa gente mes tras mes contra los
israelitas que encontraban en las diversas ciudades.

59El día veinticinco de cada mes se ofrecían sacrificios en el altar


pagano que estaba sobre el altar de los holocaustos. 60 De acuerdo
con el decreto, a las mujeres que habían hecho circuncidar a sus
hijos, las mataron 61 con sus niños colgados del cuello, y mataron
también a sus familiares y a los que habían hecho la circuncisión. 62
Sin embargo, hubo muchos israelitas que tuvieron la fuerza y el valor
para negarse a comer alimentos impuros. 63 Prefirieron morir antes
que profanarse comiendo tales alimentos y violar la alianza sagrada;
y, en efecto, murieron. 64 Fueron días de terribles calamidades para
Israel.

Macabeos 2

Matatías comienza la resistencia

1 Por ese tiempo entró en escena Matatías, hijo de Juan y nieto de


Simón. Era sacerdote, descendiente de Joiarib.[a] Había nacido en
Jerusalén, pero se había establecido en Modín. 2 Tenía cinco hijos:
Juan, que también se llamaba Gadí; 3 Simón, llamado también Tasí; 4
Judas, también llamado Macabeo;[b] 5 Eleazar, que también llevaba el
nombre de Avarán, y Jonatán, también llamado Afús.

6Cuando Matatías vio las injurias que se hacían a Dios en Judea y


en Jerusalén, 7 exclamó: "¡Qué desgracia! ¡Haber nacido para ver la
ruina de mi pueblo y de la ciudad santa, y tener que quedarme con
los brazos cruzados mientras que ella cae en manos de sus enemigos
y el templo queda en poder de extranjeros! 8 Su santuario está como
un hombre que ha perdido su honor, 9 los objetos que eran su gloria
han sido llevados a otra parte, sus niños han caído muertos en las
calles de la ciudad, sus jóvenes han sido acuchillados por el enemigo.
10 No hay nación que no le haya arrebatado su poder real y que no la
haya saqueado. 11 Le robaron a Jerusalén todos sus adornos; de libre
pasó a ser esclava. 12 ¡Nuestro hermoso santuario, que era nuestra
gloria, está en ruinas; los paganos lo han profanado! 13 ¿Para qué
seguir viviendo?" 14 Y Matatías y sus hijos se rasgaron la ropa, se
pusieron ropas ásperas y lloraron amargamente.

Cuando los funcionarios del rey encargados de obligar a los


15
judíos a renegar de su religión llegaron a la ciudad de Modín, para
hacer que se ofrecieran los sacrificios, 16 muchos israelitas se les
juntaron. Pero Matatías y sus hijos hicieron un grupo aparte. 17
Entonces los funcionarios del rey dijeron a Matatías:

--Tú eres una persona de autoridad, respetada e importante en


esta ciudad, y tienes el apoyo de tus hijos y de tus hermanos. 18
Acércate, pues, para ser el primero en cumplir la orden del rey. Así lo
han hecho en todas las naciones, y también los hombres de Judea y
la gente que ha quedado en Jerusalén. De esta manera, tú y tus hijos
formarán parte del grupo de los amigos del rey, y serán honrados con
obsequios de oro y plata, y con muchos otros regalos.

19 Matatías respondió en alta voz:

--Pues aunque todas las naciones que viven bajo el dominio del
rey le obedezcan y renieguen de la religión de sus antepasados, y
aunque acepten sus órdenes, 20 yo y mis hijos y mis hermanos
seguiremos fieles la alianza que Dios hizo con nuestros antepasados.
21 ¡Dios nos libre de abandonar la ley y los mandamientos! 22
¡Nosotros no obedeceremos las órdenes del rey, ni nos apartaremos
de nuestra religión en lo más mínimo!

23 Apenas había terminado Matatías de decir estas palabras, un


judío se adelantó, a la vista de todos, para ofrecer un sacrificio sobre
el altar pagano que había en Modín, tal como el rey lo había
ordenado. 24 Al verlo, Matatías se llenó de indignación, se estremeció
interiormente y, lleno de justa ira, corrió y mató a aquel judío sobre
el mismo altar; 25 mató también al funcionario del rey que obligaba a
los judíos a ofrecer esos sacrificios, y destruyó el altar. 26 Estaba lleno
de celo por la ley, como Finees contra Zimrí, hijo de Salú.[c] 27 En
seguida gritó Matatías a voz en cuello en la ciudad: "¡Todo el que
tenga celo por la ley y quiera ser fiel a la alianza de Dios, que me
siga!"

28 Y él y sus hijos huyeron a las montañas, dejando en la ciudad


todo lo que tenían.[d]

29 Por esa época, muchos que querían llevar una vida recta de
acuerdo con la ley, se iban a vivir al desierto 30 con sus hijos, sus
mujeres y sus animales, pues la situación se había hecho intolerable.
31 Entonces se informó a los funcionarios del rey y a las fuerzas
militares estacionadas en Jerusalén, la Ciudad de David, que los que
habían desobedecido las órdenes del rey se habían ido a esconder en
el desierto, 32 y muchos soldados fueron rápidamente en su
persecución. Los alcanzaron, tomaron posiciones frente a ellos, se
prepararon para atacarlos el día sábado, 33 y les dijeron:

--¡Basta ya! ¡Salgan, obedezcan las órdenes del rey y quedarán


con vida!
34 Ellos respondieron:

--¡Pues no saldremos, ni obedeceremos las órdenes del rey, de


profanar el sábado!

35 Inmediatamente los soldados comenzaron el ataque; 36 pero los


israelitas no les respondieron, ni les tiraron una sola piedra, ni
fortificaron sus refugios, 37 sino que dijeron: "¡Muramos todos con
conciencia limpia! ¡El cielo y la tierra son testigos de que ustedes nos
asesinan injustamente!"

38 Así pues, los soldados los atacaron el día sábado, y los


israelitas, con sus mujeres y sus hijos y sus animales, murieron. Eran
en total unas mil personas.

39 Cuando Matatías y sus amigos supieron esto, lloraron


amargamente por ellos. 40 Entonces se dijeron unos a otros: "Si
todos hacemos lo que nuestros hermanos, y no luchamos contra los
paganos por nuestras vidas y por nuestras leyes, pronto nos harán
desaparecer de la tierra." 41 Y ese mismo día tomaron la siguiente
decisión: "Si alguien nos ataca en sábado, lucharemos nosotros
también, y así no moriremos todos, como murieron nuestros
hermanos en sus refugios."

42 Entonces se unió a ellos un grupo de hasideos, israelitas


valientes, todos decididos a ser fieles a la ley. 43 Además, todos los
que querían escapar de la terrible situación se les juntaban y
reforzaban sus filas. 44 Organizaron un ejército, y descargaron su ira
atacando a los paganos impíos y a los judíos renegados. Los que
pudieron escapar de estos ataques se fueron a otras naciones para
estar a salvo. 45 Matatías y sus amigos recorrieron el país
destruyendo los altares paganos 46 y circuncidando a la fuerza a
todos los niños no circuncidados que encontraron en el territorio de
Israel. 47 Persiguieron a sus arrogantes enemigos, y todo lo que
emprendieron les salió bien. 48 Así salvaron la ley de los ataques de
los paganos y de los reyes, y no se rindieron ante la fuerza del
pagano impío.

Testamento de Matatías

49 Pero a Matatías le llegó la hora de morir, y entonces dijo a sus


hijos:
"La insolencia y los insultos están reinando;
estamos en un tiempo de calamidades y terribles castigos.
50 Pero ustedes, hijos míos,
tengan celo por la ley
y sacrifiquen sus vidas por la alianza
que hizo Dios con nuestros antepasados;
51 acuérdense de lo que ellos hicieron en su tiempo,
y obtendrán gran honor y fama inmortal.
52 Dios puso a prueba a Abraham;
lo encontró fiel, y lo aceptó como justo.[e]
53 En medio de su situación adversa,
José cumplió los mandamientos
y llegó a ser señor de Egipto.[f]
54 Finees, nuestro antepasado, mostró gran celo
y recibió la promesa de un sacerdocio eterno.[g]
55 Josué cumplió su misión
y fue caudillo de Israel.
56 Caleb dijo la verdad delante del pueblo
y pudo entrar a tomar posesión del país.[h]
57 David fue un hombre piadoso
y recibió como herencia eterna el trono real.[i]
58 Elías estuvo lleno de celo por la ley
y fue llevado al cielo.[j]
59 Ananías, Azarías y Misael tuvieron fe
y se salvaron del fuego.[k]
60 Daniel fue un hombre íntegro
y escapó de ser devorado por los leones.[l]
61 Y así sucesivamente, fíjense que en todo tiempo
a los que confían en Dios no les fallan las fuerzas.
62 "No tengan miedo de las amenazas de un impío;
sus honores terminarán en la basura, comidos por gusanos.
63 Hoy se levanta, pero mañana desaparecerá,
porque habrá vuelto al polvo
y sus planes se reducirán a nada.[m]
64 ¡Pero, ánimo, hijos míos,
sean valientes y apóyense en la ley,
pues ella será su mayor gloria!
65 Ahí queda Simón, su hermano;
yo sé que es hombre prudente.
Háganle caso siempre;
él hará de padre con ustedes.
66 Judas Macabeo, fuerte y valiente desde su juventud,
será el jefe del ejército
y peleará las batallas de su pueblo.
67 Hagan que se junten a ustedes
todos los que quieren cumplir la ley,
y defiendan los derechos de su pueblo.
68 Devuelvan a los paganos lo que han hecho con ustedes
y tengan cuidado de cumplir siempre lo que manda la ley."

69 Después Matatías los bendijo y fue a reunirse con sus


antepasados. 70 Murió el año ciento cuarenta y seis,[n] y lo enterraron
en la tumba de sus antepasados, en Modín. Todo Israel lloró su
muerte con grandes muestras de dolor.

a. .

1 Macabeos 3

Judas Macabeo ocupa el lugar de su padre

1 Entonces Judas Macabeo ocupó el lugar de su padre. 2 Todos sus


hermanos y los partidarios de su padre lo apoyaron, y se entregaron
con entusiasmo a luchar por Israel.
3 Judas extendió la fama de su pueblo;
como un gigante, se protegió con su coraza
y se armó para la guerra.
Dio batalla tras batalla,
y con su espada protegió a su ejército.
4 Por sus hazañas parecía un león,
o un cachorro que ruge tras la presa.
5 Persiguió a los malvados hasta dar con ellos,
y entregó a las llamas a los perturbadores de su pueblo.
6 Ante él, los malvados se llenaron de terror,
y los que hacían el mal fracasaron;
en sus manos prosperó la causa de la libertad.
7 Les amargó la vida a muchos reyes,
pero alegró con sus hazañas al pueblo de Jacob.
Su nombre será recordado y bendecido eternamente.
8 Recorrió las ciudades de Judea
y exterminó a los impíos que en ella había.
Desvió de Israel los terribles castigos;
9 su fama llegó hasta el extremo de la tierra,
pues reunió a un pueblo a punto de ser exterminado.

10 Apolonio reunió un gran ejército compuesto de soldados de


naciones paganas y de samaritanos, para luchar contra Israel.[a] 11
Judas lo supo y le salió al encuentro, lo derrotó y lo mató. Hubo
muchas bajas entre los enemigos, y los demás huyeron. 12 Los judíos
recogieron el botín, y Judas se apoderó de la espada de Apolonio. En
las batallas siempre la usó.

Cuando Serón, el comandante del ejército de Siria, se enteró de


13
que Judas había reunido una tropa de fieles seguidores suyos
dispuestos a pelear, 14 pensó: "Voy a hacerme famoso, y a conquistar
muchos honores en el reino, peleando contra Judas y sus seguidores,
que no cumplen las órdenes del rey." 15 A él también se le unió un
poderoso ejército de judíos renegados, que fueron a ayudarlo a
vengarse de los israelitas. 16 Cuando Serón llegó a la cuesta de Bet-
horón, Judas le salió al encuentro con unos pocos hombres. 17 Pero al
ver estos el ejército que venía contra ellos, le dijeron a Judas:

--¿Cómo podremos luchar, siendo tan pocos, contra un ejército tan


numeroso y fuerte? Además, desde ayer estamos sin comer, y ya no
tenemos fuerzas.

18 Judas respondió:

--Es fácil que una gran multitud caiga en poder de unos pocos,
pues para Dios lo mismo es dar la victoria con muchos que con pocos.
19 En una batalla, la victoria no depende del número de los soldados,
sino de la fuerza que Dios da. 20 Ellos vienen contra nosotros, llenos
de orgullo y de impiedad, a matarnos a nosotros, a nuestras mujeres
y a nuestros hijos, y a robarnos lo que tenemos. 21 Nosotros, en
cambio, luchamos por nuestras propias vidas y por nuestras
costumbres. 22 Así que no les tengan miedo, pues Dios los hará
pedazos ante nuestros ojos.

23En cuanto acabó de hablar, se lanzó sin más sobre los enemigos,
y Serón y su ejército fueron derrotados. 24 Luego los persiguieron por
la bajada de Bet-horón, hasta la llanura, y cayeron como ochocientos
hombres del ejército enemigo, y los demás huyeron al país de los
filisteos. 25 Todos comenzaron entonces a temer a Judas y a sus
hermanos, y las naciones vecinas se llenaron de terror. 26 La fama de
Judas llegó hasta el rey, y en todas las naciones se hablaba de sus
victorias.

Antíoco y sus generales

27 Cuando Antíoco se enteró de estas cosas, se puso furioso y mandó


reunir todas las fuerzas armadas de su reino, un ejército sumamente
poderoso. 28 Abrió su tesoro, les pagó a sus soldados el salario de
todo un año, y les ordenó que estuvieran preparados para cualquier
emergencia. 29 Pero al darse cuenta de que el dinero se había
acabado en el tesoro real, y de que los tributos de las provincias
habían disminuido a causa de las rebeliones y de las calamidades que
él había traído al país, pues había suprimido las costumbres que
existían desde tiempos antiguos, 30 le dio miedo que le sucediera lo
que ya antes le había sucedido: quedarse sin dinero para los gastos y
regalos que acostumbraba hacer más espléndidamente que sus
predecesores en el trono. 31 Viéndose, pues, en grandes apuros,
decidió ir a Persia a cobrar los impuestos de las provincias, y así
reunir una cuantiosa suma de dinero. 32 Entre tanto dejó a Lisias,
personaje notable de la familia real, como encargado de los negocios
del reino, desde el río Éufrates hasta Egipto. 33 Al mismo tiempo le
encomendó el cuidado de su hijo Antíoco, mientras regresaba.[b] 34 Le
confió la mitad de sus tropas y los elefantes, y le dio todas las
instrucciones relacionadas con sus decisiones, especialmente en lo
tocante a los habitantes de Judea y Jerusalén. 35 Ordenó a Lisias que
enviara un ejército para destruir y aniquilar la resistencia de Israel y
lo que aún quedaba de Jerusalén, para borrar de aquella tierra incluso
su recuerdo. 36 En todo el territorio debía instalar extranjeros y
repartirles la tierra. 37 El rey Antíoco se llevó la otra mitad de sus
tropas, y en el año ciento cuarenta y siete se puso en marcha desde
Antioquía, su capital. Cruzó el río Éufrates y siguió su camino a través
de las provincias de la altiplanicie.[c]

Invasión de Judea

(2 Mac 8.8-15)

38 Lisias escogió a Tolomeo,[d] hijo de Dorimeno, a Nicanor[e] y a


Gorgias,[f] personajes poderosos del grupo de los amigos del rey, 39 y
los envió al mando de cuarenta mil soldados de infantería y siete mil
de caballería a invadir Judea y arrasarla, según la orden del rey. 40
Ellos se pusieron en marcha con todas sus tropas y llegaron hasta
cerca de Emaús,[g] en la llanura, donde acamparon. 41 Los
comerciantes de la región, al oir hablar de aquel ejército, tomaron
plata y oro en gran cantidad, y cadenas, y se fueron al campamento
para comprar israelitas como esclavos. Ese ejército se vio reforzado
además con tropas sirias y filisteas. 42 Judas y sus hermanos se
dieron cuenta de que la situación era muy grave, pues el ejército
había tomado posiciones dentro del país. Se enteraron también de la
orden que había dado el rey, de destruir y exterminar al pueblo, 43 y
se dijeron unos a otros: "¡Saquemos a nuestro pueblo de su ruina!
¡Luchemos por nuestra patria y por el templo!"

Entonces se reunió la asamblea del pueblo a fin de prepararse


44
para la guerra, y para orar y pedir de Dios su misericordia y
compasión.
45 Jerusalén estaba sin habitantes, como un desierto;
nadie se movía en la ciudad;
el templo había sido profanado;
gente extranjera se había instalado en la ciudadela,
ahora convertida en refugio de paganos.
La alegría había desaparecido del pueblo de Jacob;
la flauta y el arpa habían enmudecido.

Los judíos se reúnen en Mispá


(2 Mac 8.16-23)

46 Los israelitas se reunieron en Mispá, frente a Jerusalén, pues en


tiempos antiguos los israelitas habían tenido allí un lugar de culto.[h] 47
Ese día ayunaron, se pusieron ropas ásperas, se cubrieron de ceniza
la cabeza y se rasgaron la ropa. 48 Abrieron el libro de la ley para
buscar en él las orientaciones que los paganos piden a sus ídolos. 49
También trajeron las vestiduras sacerdotales, los primeros frutos y los
diezmos;[i] hicieron venir a unos nazareos que ya habían terminado el
tiempo de su promesa,[j] 50 y clamaron a Dios: "¿Qué vamos a hacer
con estos hombres? ¿A dónde los llevaremos? 51 Tu templo ha sido
pisoteado y profanado; tus sacerdotes están de luto y humillados. 52
Mira cómo se han reunido los paganos para exterminarnos. Tú
conoces los planes que tienen contra nosotros. 53 ¿Cómo podremos
hacerles frente, si tú no nos ayudas?" 54 En seguida tocaron las
trompetas y levantaron un gran griterío.

55 Después Judas nombró de entre el pueblo jefes de grupos de


mil, de cien, de cincuenta y de diez. 56 Tal como lo ordena la ley, dijo
que volvieran a sus hogares los que estuvieran construyendo su casa,
los recién casados, los que estuvieran plantando un viñedo y los que
tuvieran miedo.[k] 57 Luego, el ejército se puso en marcha, y
acamparon al sur de Emaús. 58 Judas les dijo: "¡Prepárense! ¡Sean
valientes, y prepárense a luchar mañana temprano contra estos
paganos que se han reunido para atacarnos y exterminarnos y
destruir nuestro templo! 59 Más vale morir luchando que ver cómo
cae la desgracia sobre nuestra nación y nuestro templo. 60 ¡Pero que
se haga lo que Dios quiera!"

Macabeos 4

Victoria en Emaús

(2 Mac 8.24-29,34-36)

1 Gorgias tomó una tropa de cinco mil soldados de infantería y mil de


caballería, los más escogidos, y por la noche se pusieron en marcha 2
para caer sobre el campamento judío y atacarlo de improviso. Le
sirvieron de guías hombres de la ciudadela de Jerusalén. 3 Sin
embargo, Judas tuvo noticia de esto, y él y sus valientes soldados se
pusieron en marcha para atacar al ejército del rey, que estaba en
Emaús, 4 mientras sus fuerzas se hallaban divididas. 5 Gorgias llegó
de noche al campamento de Judas, pero no encontró a nadie.
Entonces los buscó por las montañas, pues pensó que habían huido
por miedo a ellos.
6 Pero muy de mañana se presentó Judas en la llanura con tres mil
hombres, aunque no tenían las armaduras ni las espadas que
hubieran querido. 7 Vieron el poderoso ejército de los paganos, con
sus buenas corazas, rodeado de la caballería, todos ellos expertos en
la guerra. 8 Entonces dijo Judas a sus hombres: "No tengan miedo al
ver tanta gente, ni se dejen dominar por el pánico cuando ellos los
ataquen. 9 Acuérdense de cómo se salvaron nuestros antepasados en
el Mar Rojo, cuando el faraón con su ejército los perseguía.[a] 10
Clamemos ahora a Dios para que nos favorezca, para que se acuerde
de la alianza que hizo con nuestros antepasados, y haga pedazos a
este ejército que está hoy ante nuestra vista. 11 Así sabrán todas las
naciones que hay uno que libra y salva a Israel."

12 Cuando los extranjeros miraron y vieron que los israelitas


venían contra ellos, 13 salieron del campamento para comenzar la
batalla. Los soldados de Judas tocaron las trompetas 14 y atacaron.
Los paganos fueron derrotados y huyeron hacia la llanura. 15 Todos
los que iban a la retaguardia cayeron a filo de espada. Los israelitas
persiguieron a los otros hasta Guézer y las llanuras de Idumea, de
Azoto y de Jabnia. Las bajas de los enemigos llegaron a unos tres mil
soldados.

16 Cuando Judas volvió con su ejército, después de haber


perseguido a los enemigos, 17 dijo al pueblo: "No se preocupen por el
botín, pues todavía hay más batallas por delante: 18 Gorgias con su
ejército está en la montaña, cerca de nosotros. Manténganse firmes
frente a sus enemigos, y denles batalla. Después podrán apoderarse
tranquilamente del botín."

19 No había terminado Judas de decir estas palabras, cuando


apareció una patrulla que estaba espiando desde la montaña. 20 Estos
soldados se dieron cuenta de que sus compañeros habían tenido que
huir y que su campamento había sido incendiado: el humo que salía
indicaba claramente lo que había pasado. 21 Al ver esto, se llenaron
de pánico; y cuando distinguieron al ejército de Judas en la llanura,
listo para la batalla, 22 huyeron todos al país de los filisteos.

23 Judas volvió entonces para recoger el botín del campamento


enemigo, y se apoderaron de mucho oro y plata, y de telas teñidas de
morado y de púrpura, y de muchas otras riquezas. 24 Al regresar, los
israelitas cantaban salmos y daban gracias a Dios, porque él es
bueno, porque su amor es eterno.[b] 25 Fue una gran victoria para
Israel en aquel día.

26 Los extranjeros que lograron salir con vida fueron a contar a


Lisias todo lo que había pasado. 27 Y él, al oírlo, quedó terriblemente
contrariado, pues las cosas con Israel no habían salido como él lo
hubiera querido ni como el rey se lo había ordenado.
Primera campaña de Lisias

(2 Mac 11.1-12)

28 El año siguiente, Lisias reunió sesenta mil soldados escogidos de


infantería y cinco mil de caballería para luchar con los israelitas. 29
Llegaron a Idumea y acamparon en Bet-sur. Judas le salió al
encuentro con diez mil hombres. 30 Al ver aquel ejército tan
poderoso, oró diciendo: "Bendito eres tú, salvador de Israel, que
deshiciste el ataque del gigante Goliat por mano de tu siervo David y
entregaste el ejército de los filisteos en manos de Jonatán, el hijo de
Saúl, y de su ayudante de armas.[c] 31 De la misma manera, entrega
este ejército en manos de tu pueblo Israel, para que ellos, con todo
su poder y sus caballos, queden en ridículo. 32 Llénalos de terror,
destruye el orgullo que les da su fuerza, y que queden derrotados sin
poder levantarse. 33 Derríbalos con la espada de los que te aman,
para que todos los que te conocen te canten himnos de alabanza."

Así pues, trabaron batalla, y como cinco mil soldados del


34
ejército de Lisias cayeron en la lucha con los israelitas. 35 Al ver Lisias
la derrota de su ejército y la intrepidez de Judas y sus soldados, que
estaban dispuestos a vivir o a morir con valentía, se fue a Antioquía a
reclutar un número mayor de mercenarios para volver a Judea.

Se restablece el culto en el templo

(2 Mac 10.1-8)

36 Judas y sus hermanos dijeron entonces: "Ahora que nuestros


enemigos han sido derrotados, vayamos a purificar y a consagrar el
templo." 37 Todo el ejército se reunió y subió al monte Sión. 38 Allí
vieron el templo en ruinas, el altar profanado, las puertas
incendiadas; en los atrios crecía la maleza, como en el bosque o en el
monte; las habitaciones estaban destruidas.[d] 39 Entonces se rasgaron
la ropa, dieron muestras de intenso dolor, se cubrieron de ceniza 40 y
se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente. Luego, al toque de las
trompetas, clamaron a Dios.

En seguida Judas dio a sus soldados la orden de atacar la


41
ciudadela, mientras él purificaba el templo. 42 Escogió sacerdotes de
conducta intachable, cumplidores de la ley, 43 para que purificaran el
templo y llevaran las piedras profanadas a un lugar no sagrado. 44
Estuvieron pensando qué hacer con el altar de los holocaustos, que
había sido profanado, 45 y por fin se les ocurrió la buena idea de
destruirlo, para que no fuera una continua acusación contra ellos,
puesto que los paganos lo habían profanado. Así pues, demolieron el
altar 46 y colocaron las piedras en la colina del templo, en lugar
apropiado, hasta que viniera un profeta que les indicara lo que debían
hacer con ellas. 47 Luego tomaron piedras sin tallar, según lo ordena
la ley,[e] y construyeron un nuevo altar igual al anterior. 48
Reconstruyeron el templo, restauraron su interior y purificaron los
atrios. 49 Hicieron nuevos utensilios sagrados y volvieron a instalar en
el santuario el candelabro, el altar del incienso y la mesa para los
panes sagrados.[f] 50 Quemaron incienso sobre el altar y encendieron
las lámparas del candelabro[g] para que alumbraran en el santuario. 51
Pusieron panes[h] sobre la mesa y colgaron las cortinas, y así
terminaron todo su trabajo.

52 El día veinticinco del noveno mes (es decir, el mes llamado


Quisleu) del año ciento cuarenta y ocho,[i] se levantaron muy
temprano 53 y ofrecieron, de acuerdo con la ley,[j] un sacrificio sobre el
nuevo altar de los holocaustos que habían construido. 54 En el
aniversario del día en que los paganos habían profanado el altar, en
ese mismo día, lo consagraron con cantos y música de cítaras, arpas
y platillos.[k] 55 Todo el pueblo cayó de rodillas y se inclinó hasta el
suelo para adorar a Dios y darle gracias por el éxito que les había
concedido. 56 Durante ocho días celebraron la consagración del altar y
ofrecieron con alegría holocaustos y sacrificios de reconciliación y de
acción de gracias. 57 Adornaron la fachada del santuario con coronas
de oro y escudos decorativos,[l] repararon las entradas y las
habitaciones, y les pusieron puertas. 58 Hubo gran alegría en el
pueblo, porque se veían libres de la humillación que les habían
causado los paganos. 59 Judas con sus hermanos y con todo el pueblo
de Israel reunido determinaron que la consagración del nuevo altar se
debía celebrar cada año con gozo y alegría durante ocho días, a partir
del día veinticinco del mes de Quisleu.[m]

60 Por aquel tiempo construyeron alrededor del monte Sión una


alta muralla con torres fortificadas, para que no vinieran los paganos
a profanar esos lugares, como lo habían hecho antes. 61 Judas puso
allí una guarnición para defender el monte Sión, y fortificó a Bet-sur
para que el país tuviera una defensa hacia el lado de Idumea.

1 Macabeos 5

Campaña contra los idumeos y los amonitas

(2 Mac 10.14-38)
1 Cuando las naciones vecinas supieron que el altar había sido
reconstruido y que el templo había sido edificado de nuevo como era
antes, se indignaron mucho 2 y decidieron exterminar a los israelitas
que vivían entre ellos; comenzaron, pues, a matarlos para
exterminarlos.

3 Entonces Judas fue a luchar contra los descendientes de Esaú en


Idumea, y atacó a Acrabatene, donde tenían rodeados a los israelitas.
Allí causó a los idumeos una gran derrota, los sometió y los saqueó. 4
También se acordó de la maldad de la gente de Beón, pues
continuamente ponían trampas y obstáculos a los israelitas y les
tendían emboscadas en los caminos. 5 Judas los obligó a encerrarse
en sus fortalezas, los cercó y los entregó a la destrucción, quemando
las fortalezas con todos los que estaban dentro.[a]

6 Después pasó al territorio de los amonitas, donde encontró un


fuerte ejército, con mucha gente, bajo el mando de Timoteo. 7 Los
atacó en muchas ocasiones, hasta que los deshizo y derrotó, 8 y
luego de haber tomado a Jazer con sus aldeas, regresó a Judea.[b]

Campañas en Galaad y Galilea

(2 Mac 12.10-31)

9 La población pagana de Galaad se alió contra los israelitas que


vivían en ese territorio, para exterminarlos. Estos se refugiaron en la
fortaleza de Datema, 10 y enviaron a Judas y a sus hermanos una
carta en que decían: "La población pagana que nos rodea se ha aliado
para exterminarnos. 11 Ya se están preparando para venir y asaltar la
fortaleza en que nos refugiamos. Timoteo está al mando de ese
ejército. 12 Ven a librarnos de ellos, pues entre nosotros ya ha habido
muchas víctimas. 13 Todos nuestros hermanos que vivían en la región
de Tobías han sido asesinados; se han llevado cautivos a sus mujeres
y a sus niños, y les han quitado sus bienes. Cerca de mil hombres
han muerto ya en esa región."

14 Todavía estaban leyendo esta carta cuando llegaron de Galilea


otros mensajeros, con la ropa desgarrada, que informaron: 15 "Gente
de Tolemaida, de Tiro y de Sidón, y todos los paganos de Galilea, se
han aliado para acabar con nosotros."

16 Cuando Judas y el pueblo oyeron estas noticias, se convocó a


una reunión muy numerosa, para decidir qué debían hacer por sus
hermanos, que se encontraban en tan difícil situación, atacados por
sus enemigos. 17 Judas le dijo a su hermano Simón: "Escoge los
hombres que quieras, y ve a liberar a tus hermanos de Galilea. Mi
hermano Jonatán y yo iremos a Galaad." 18 Al resto del ejército lo
dejaron en Judea, para que la defendiera bajo el mando de José, hijo
de Zacarías, y de Azarías, hombres de autoridad en el pueblo. 19 Pero
les dieron las siguientes instrucciones: "Háganse cargo del pueblo,
pero no entren en guerra con los paganos hasta que nosotros
volvamos." 20 A Simón le asignaron tres mil hombres para su
campaña en Galilea, y a Judas ocho mil para su campaña en Galaad.

21 Simón marchó, pues, a Galilea, y dio muchas batallas contra los


paganos, a los que derrotó 22 y persiguió hasta las puertas de
Tolemaida. Los paganos sufrieron cerca de tres mil bajas, y Simón se
apoderó del botín. 23 Además, con gran alegría se llevó a Judea a los
judíos que vivían en Galilea y en Arbata, con sus mujeres y sus hijos
y todos sus bienes.

24 Entre tanto, Judas Macabeo y su hermano Jonatán cruzaron el


Jordán y avanzaron durante tres días por el desierto. 25 Allí se
encontraron con un grupo de nabateos, que los recibieron
pacíficamente y les contaron todo lo que les había sucedido a sus
compatriotas judíos en Galaad, 26 y cómo muchos de ellos se habían
encerrado en Bosrá, Bosor, Alema, Caspín, Maqued y Carnáin, todas
ellas ciudades grandes y fortificadas. 27 Dijeron que también en las
otras ciudades de Galaad había israelitas encerrados, y que sus
enemigos habían decidido atacar al día siguiente las fortalezas, y
conquistarlas y exterminar en un solo día a todos los israelitas.

28 Entonces Judas y su ejército cambiaron repentinamente de


dirección, y a través del desierto se dirigieron a Bosrá.[c] Judas tomó
la ciudad, y después de pasar a cuchillo a todos sus hombres, saqueó
la ciudad y la incendió. 29 Por la noche se pusieron en marcha y se
dirigieron a la fortaleza de Datema.[d] 30 Al amanecer vieron que un
innumerable ejército estaba ya atacando la fortaleza: llevaban
escaleras y máquinas de guerra para conquistarla. 31 Judas se dio
cuenta de que la batalla había comenzado ya, y que los gritos de
guerra y el toque de las trompetas de la ciudad llegaban hasta el
cielo. 32 Entonces ordenó a sus soldados: "¡Luchen hoy por nuestros
hermanos!"

33 Los hizo avanzar en tres columnas para atacar al enemigo por la


retaguardia. Tocaron las trompetas y levantaron la voz pidiendo
ayuda a Dios. 34 El ejército de Timoteo se dio cuenta de que se
trataba de Macabeo, y huyeron de él. Judas les causó una gran
derrota, pues les hizo como ocho mil bajas en aquel día.

35 Judas se desvió luego hacia Alema, y la atacó y la tomó,


matando a toda la población masculina, después de lo cual saqueó e
incendió la ciudad. 36 De allí pasó adelante y tomó a Caspín, Maqued
y Bosor y demás ciudades de la región de Galaad.
37 Después de esto, Timoteo reunió otro ejército y acampó frente a
Rafón, del otro lado de un río. 38 Judas mandó soldados a espiar el
campamento, los cuales le informaron de que todos los paganos de la
región se habían unido a Timoteo, formando un ejército muy
numeroso; 39 que entre ellos había también mercenarios árabes que
les ayudaban, y que estaban acampados al otro lado del río, listos
para atacarlos. Entonces Judas les salió al encuentro.

40 Cuando Judas y su ejército se acercaban al río, Timoteo dijo a


los jefes de sus tropas: "Si Judas cruza el río antes que nosotros y
nos ataca, no podremos resistirle; seguramente nos vencerá. 41 Pero
si le da miedo y acampa al otro lado del río, lo cruzaremos nosotros,
atacaremos a Judas y lo venceremos." 42 Cuando Judas se acercó al
río, colocó a los oficiales de la administración a lo largo del río con la
orden de no dejar acampar allí a nadie, sino de seguir todos al
ataque. 43 Así pues, Judas, seguido de toda su gente, pasó antes que
sus enemigos y derrotó a todos aquellos paganos, los cuales
abandonaron sus armas y se refugiaron en el templo de Carnáin. 44
Los israelitas tomaron la ciudad e incendiaron el templo con todos los
que había dentro. Así fue conquistada Carnáin, sin que pudiera
resistir más a Judas.

45 Judas reunió a todos los israelitas que había en Galaad, sin


excepción, con sus mujeres y sus niños y con todos sus bienes, para
que se fueran a Judá: formaban una multitud enorme. 46 Llegaron a
Efrón, ciudad grande y muy bien fortificada, que quedaba en el
camino. No había paso por ninguno de los lados; el único camino era
a través de la ciudad. 47 Pero los habitantes de la ciudad no los
dejaron pasar, sino que levantaron barricadas de piedra delante de
las puertas. 48 Judas les mandó mensajeros en son de paz, para
decirles: "Queremos pasar por el territorio de ustedes para llegar a
nuestra patria. Nadie les hará ningún mal. Solamente queremos
pasar." Pero ellos no quisieron abrirle la ciudad.[e]

49 Entonces Judas mandó avisar a su ejército que cada uno


conservara la posición que tenía. 50 Los soldados tomaron posiciones
de batalla, y atacaron la ciudad todo ese día y toda la noche, hasta
que la ciudad cayó en su poder. 51 Pasaron a filo de espada a todos
los hombres que había en la ciudad, y a la ciudad la destruyeron, la
saquearon y la atravesaron, pasando por encima de los cadáveres. 52
Luego cruzaron el Jordán, y llegaron a la gran llanura que está frente
a Bet-seán. 53 Entre tanto, Judas reunía a los rezagados y animaba a
la gente durante todo el viaje, hasta que llegaron a Judea. 54 Llenos
de alegría y júbilo subieron al monte Sión y ofrecieron holocaustos
porque habían vuelto sanos y salvos, sin haber sufrido ninguna baja.[f]

Fracasos y éxitos
(2 Mac 12.32-45)

55 Mientras Judas y Jonatán estaban en campaña en Galaad, y


Simón, su hermano, estaba en Galilea frente a Tolemaida, 56 José,
hijo de Zacarías, y Azarías se habían quedado en Judea al mando del
ejército. Allí oyeron contar las proezas que los otros israelitas
realizaban en la guerra, 57 y dijeron: "¡Hagámonos famosos también
nosotros! ¡Vayamos a luchar con los paganos que nos rodean!" 58
Entonces dieron órdenes a las tropas que tenían bajo su mando, y se
pusieron en marcha contra Jabnia. 59 Pero Gorgias con sus soldados
salió de la ciudad para darles batalla. 60 Y José y Azarías fueron
derrotados y perseguidos hasta la frontera de Judea. En ese día
cayeron muertos unos dos mil israelitas. 61 Fue una gran derrota para
el pueblo de Israel, por no haber hecho caso a Judas y a sus
hermanos, dándoselas de muy valientes. 62 Pero ellos no eran de la
misma familia que aquellos hombres que dieron la libertad a Israel.

63 El valiente Judas y sus hermanos alcanzaron una enorme fama


en todo Israel y entre todas las naciones paganas donde se oía hablar
de ellos. 64 La gente se amontonaba a su alrededor para aclamarlos.

65 Judas se fue con sus hermanos a hacer la guerra a los


descendientes de Esaú,[g] en la región del sur. Conquistó a Hebrón y
sus aldeas, derribó sus fortalezas e incendió las torres que había en
sus alrededores. 66 Luego se dirigió al país de los filisteos pasando
por Maresá. 67 Ese día cayeron en batalla algunos sacerdotes que,
tratando de destacarse por su valentía, imprudentemente salieron a
pelear. 68 Judas se desvió hacia Azoto, en el país de los filisteos, y
destruyó los altares paganos, quemó las imágenes de sus dioses y
saqueó las ciudades, después de lo cual volvió a Judea.

Macabeos 6

Muerte del tirano Antíoco IV. Le sucede Antíoco V Eupátor

(2 Mac 1.11-17; 9; 10.9-11)

1 Entre tanto, el rey Antíoco recorría las provincias de la altiplanicie.


Allí se enteró de que en Persia había una ciudad llamada Elimaida,
famosa por su riqueza, por su plata y su oro. 2 Tenía un templo muy
rico, donde había armaduras[a] de oro, corazas y armas que había
dejado allí el rey Alejandro de Macedonia, hijo de Filipo, el primer rey
de los griegos. 3 Antíoco fue a aquella ciudad y trató de tomarla y
saquearla, pero no pudo, porque los habitantes se enteraron del plan
4 y le resistieron luchando, de modo que tuvo que huir y regresar con
mucho pesar a Babilonia.

Estando todavía en Persia, le llegó la noticia de que las tropas


5
que habían tratado de invadir Judea habían sido derrotadas; 6 que a
pesar de que Lisias había emprendido su campaña con un ejército
muy poderoso, había sido derrotado por los israelitas, quienes se
habían reforzado con las armas y el equipo y muchos otros bienes
que habían capturado del ejército derrotado; 7 que los judíos habían
derribado también el altar sacrílego[b] que él había mandado construir
encima del altar de los holocaustos en Jerusalén, que habían rodeado
el templo de altas murallas, lo mismo que antes, y que habían
fortificado también la ciudad de Bet-sur. 8 Cuando el rey oyó estas
noticias, se angustió terriblemente, tanto que se enfermó de tristeza
y cayó en cama, pues no le habían salido las cosas como él quería. 9
Así estuvo muchos días, continuamente atacado de una profunda
tristeza, y hasta pensó que iba a morir. 10 Llamó entonces a todos sus
amigos, y les dijo: "El sueño ha huido de mis ojos; la inquietud me
oprime el corazón. 11 Al principio me preguntaba: ¿Por qué habré
llegado a tanta aflicción y me asalta esta terrible agitación, a mí, que
en la plenitud de mi poder he sido dichoso y amado de todos? 12 Pero
ahora recuerdo los males que hice en Jerusalén, cuando me llevé
todos los utensilios de plata y de oro que había allá, y mandé
exterminar a todos los habitantes de Judea sin ningún motivo. 13
Reconozco que por esa causa me han venido estas calamidades.
¡Aquí me tienen, muriendo de terrible tristeza en un país extranjero!"

14 Entonces llamó a Filipo, uno de sus amigos, y le dio poder sobre


todo el reino. 15 Le dio la corona, el manto real y el anillo, con el
encargo de educar a su hijo Antíoco y prepararlo para reinar. 16 Allí
murió el rey Antíoco, en el año ciento cuarenta y nueve.[c]

Cuando Lisias se enteró de que el rey había muerto, instaló al


17
joven Antíoco, a quien él había educado desde niño, como sucesor de
su padre en el trono, y le dio el nombre de Eupátor.[d]

Nuevas luchas en Jerusalén y en Bet-sur

(2 Mac 13.1-22)

18 Los soldados de la ciudadela de Jerusalén no dejaban que los


israelitas salieran de los alrededores del templo. Continuamente
procuraban causarles daño, y apoyaban a los paganos. 19 Así que
Judas decidió acabar con ellos, y reunió a todo el pueblo para
atacarlos poniéndoles cerco. 20 En el año ciento cincuenta se
reunieron, pues, y los cercaron, levantando plataformas de tiro y
máquinas de guerra.[e]

21 Sin embargo, algunos lograron escapar del cerco, a los cuales se


les unieron unos israelitas renegados. 22 Todos estos fueron a ver al
rey, y le dijeron: "¿Cuánto tiempo tendremos que esperar hasta que
Su Majestad nos haga justicia y nos vengue de nuestros
compatriotas? 23 Nosotros servimos con toda buena voluntad al padre
de Su Majestad, seguimos sus instrucciones y obedecimos sus
órdenes. 24 Y a consecuencia de esto, nuestros compatriotas han
cercado la ciudadela y se han vuelto enemigos nuestros. Más aún,
han matado a todos los nuestros que han encontrado, y se han
apoderado de nuestros bienes. 25 Y no solamente nos han atacado a
nosotros, sino también a todos los vecinos de Su Majestad. 26 En este
mismo momento están atacando la ciudadela de Jerusalén, con la
intención de apoderarse de ella. Además, han fortificado el templo, y
a Bet-sur. 27 Si Su Majestad no se adelanta a detenerlos pronto,
harán cosas peores, y Su Majestad no podrá dominarlos."

28 Al oir esto, el rey se puso furioso y llamó a todos sus amigos, y


a los comandantes de su ejército y a los jefes de la caballería. 29
También llegaron a unírsele ejércitos de mercenarios de otras
naciones y de los países marítimos. 30 Los ejércitos del rey se
componían de cien mil soldados de infantería y veinte mil de
caballería, con treinta y dos elefantes adiestrados para la guerra. 31
Pasaron por Idumea y acamparon frente a Bet-sur, y durante muchos
días la atacaron con ayuda de máquinas de guerra; pero los israelitas
salieron de la fortaleza, y quemaron las máquinas y lucharon
valientemente.

32 Judas, entonces, se retiró de la ciudadela y acampó junto a Bet-


zacarías, frente al campamento del rey. 33 Al día siguiente, muy
temprano, el rey levantó el campamento e hizo que su ejército se
dirigiera rápidamente hacia Bet-zacarías. El ejército se preparó para
la batalla y se tocaron las trompetas. 34 A los elefantes les mostraron
jugo de uvas y de moras para excitarlos al combate. 35 Distribuyeron
los animales entre los batallones; alrededor de cada elefante
dispusieron mil hombres protegidos con corazas y con cascos de
bronce en la cabeza, además de quinientos soldados de caballería
escogidos. 36 Los soldados habían sido colocados con anticipación en
el lugar donde debía estar el elefante, y se movían al mismo tiempo
que el animal, sin apartarse de él ni un momento. 37 Encima de cada
elefante había una torre fortificada, hecha de madera, cubierta con
un techo, sujeta a sus espaldas con un arnés especial, y en cada
torre había tres[f] soldados, además del conductor indio. 38 El resto de
la caballería fue colocado a los lados del ejército para hostilizar al
enemigo, protegiéndose al mismo tiempo con los batallones. 39
Cuando el sol brillaba sobre los escudos de oro y de bronce, se
iluminaban las montañas con su reflejo y resplandecían como
antorchas encendidas.

40 Una parte del ejército del rey se desplegó sobre las cumbres de
los montes, y otra se quedó en la parte baja. Avanzaron con
confianza y en orden. 41 Todos los que oían el ruido que hacía este
gentío al caminar y al hacer resonar las armas, temblaban de miedo.
Era, en efecto, un ejército inmenso y poderoso.

42 Judas y su ejército también avanzaron para dar la batalla, y


cerca de seiscientos hombres del ejército del rey cayeron muertos. 43
Eleazar Avarán divisó un elefante protegido con armadura real, que
sobresalía por encima de todos los demás, y pensó que el rey se
encontraba en él. 44 Entonces dio su vida para salvar a su pueblo, y
conquistó fama inmortal. 45 Corrió atrevidamente hacia él por en
medio del batallón enemigo, matando gente a derecha e izquierda y
haciendo que a uno y otro lado le abrieran paso. 46 Llegó hasta
colocarse debajo del elefante, y lo atacó y lo mató. Pero el elefante,
al desplomarse, cayó sobre Eleazar, y este murió allí mismo. 47 Sin
embargo, al ver los israelitas el poderío militar del rey y el ímpetu con
que atacaban sus soldados, tuvieron que retirarse.

48 Parte del ejército del rey avanzó sobre Jerusalén para atacar a
los israelitas, y el rey puso cerco a Judea y al monte Sión. 49 Hizo las
paces con los de Bet-sur, los cuales salieron de la ciudad, pues no
tenían provisiones para resistir el cerco. Era un año sabático, en que
la tierra debía descansar.[g] 50 Así el rey ocupó Bet-sur y puso allí una
guarnición. 51 Luego atacó el templo durante muchos días,
levantando plataformas de tiro, máquinas de guerra, lanzallamas,
catapultas, lanzadardos y hondas. 52 Pero los israelitas también
levantaron máquinas para responder a las de sus enemigos, y así
estuvieron luchando mucho tiempo. 53 Sin embargo, por ser aquel un
año sabático, no tenían suficientes provisiones en sus almacenes, y
los israelitas que habían venido a Judea de los países paganos habían
consumido las provisiones que quedaban. 54 Como el hambre era ya
demasiado fuerte, solo quedaron en el templo unos cuantos hombres;
los demás se fueron cada uno a su casa.

El rey concede la libertad religiosa a los judíos

(2 Mac 13.23-26; 11.22-26)

55-56 El rey Antíoco, antes de morir, había confiado su hijo Antíoco a


Filipo, a fin de que lo educara y lo preparara para ser rey.[h] Pero
Filipo, una vez que regresó de Persia y Media con el ejército que el
rey había llevado en su campaña, trató de apoderarse del gobierno.
Cuando Lisias se enteró de ello, 57 a toda prisa dio órdenes al ejército
de ponerse en marcha. Dijo al rey, a los comandantes del ejército y a
los soldados: "Cada día nos debilitamos más; nos quedan muy pocas
provisiones; el lugar que estamos sitiando está bien fortificado, y
además los asuntos del imperio exigen nuestra atención. 58 Hagamos
un trato con esta gente, hagamos las paces con ellos y con toda la
nación. 59 Démosles libertad para que sigan sus leyes y costumbres
como antes, pues por haberles prohibido nosotros que siguieran sus
leyes y costumbres, ellos se han irritado y causado todo esto." 60 Al
rey le pareció bien esta propuesta, lo mismo que a los jefes militares;
así que envió a los israelitas propuestas de paz, y ellos las aceptaron.
61 El rey y los jefes garantizaron con su juramento el convenio. Bajo
esas condiciones, los israelitas salieron de su fortaleza. 62 Pero
cuando el rey llegó al monte Sión y vio lo bien fortificado que estaba
el lugar, se retractó de su juramento y mandó demoler la muralla que
había alrededor. 63 Luego se fue a toda prisa hacia Antioquía, y
encontró a Filipo en posesión de la ciudad; lo atacó, y por la fuerza se
apoderó de la ciudad.

Expedición de Báquides y de Alcimo en tiempos del rey

Demetrio I

Macabeos 7

(2 Mac 14.1-4)

1 En el año ciento cincuenta y uno,[a] Demetrio, hijo de Seleuco,


partió de Roma con un puñado de hombres y se dirigió a cierta ciudad
de la costa,[b] donde se proclamó rey. 2 Y sucedió que cuando iba a
entrar en el palacio real de sus antepasados, el ejército puso presos a
Antíoco y a Lisias, para entregárselos. 3 Al enterarse Demetrio de lo
sucedido, dijo: "¡No quiero ni verlos!" 4 Entonces los soldados los
mataron, y Demetrio tomó posesión de su trono real.

5Todos los israelitas renegados e impíos fueron a verlo, con Alcimo


a la cabeza, el cual quería ser sumo sacerdote, 6 y acusaron a su
propio pueblo diciendo al rey: "Judas y sus hermanos han acabado
con todos los amigos de Su Majestad, y a nosotros nos han expulsado
de nuestra patria. 7 Envíe Su Majestad un hombre de su confianza
para que vaya y vea todos los estragos que nos han hecho a nosotros
y al país de Su Majestad, y los castigue a ellos y a todos los que los
apoyan." 8 El rey escogió a Báquides, del grupo de los amigos del rey,
gobernador del territorio al occidente del río Éufrates, personaje
importante en el imperio y leal al rey, 9 y lo envió en compañía del
renegado Alcimo, a quien había dado el cargo de sumo sacerdote, con
la misión de vengarse de los israelitas.

Ellos se pusieron en camino con un gran ejército, y llegaron a


10
Judea. Báquides envió mensajeros a Judas y a sus hermanos, con
falsas propuestas de paz. 11 Pero ellos no hicieron caso de estas
propuestas, pues vieron que habían venido con un ejército muy
numeroso. 12 Sin embargo, una comisión de expertos en la ley fueron
a ver a Alcimo y a Báquides, para buscar una solución justa. 13 Los
primeros en hacer propuestas de paz fueron los hasideos. 14 Decían:
"Un sacerdote descendiente de Aarón ha venido con el ejército.
Imposible que nos haga ningún mal." 15 Alcimo[c] mismo les habló en
son de paz, e incluso les juró: "No trataremos de hacerles ningún mal
ni a ustedes ni a sus amigos." 16 Ellos le creyeron. Pero él, entonces,
puso presos a sesenta israelitas y los mandó matar en un solo día,
como dice la Escritura: 17 "Han dispersado los cadáveres de los que te
fueron fieles, y han derramado su sangre por toda Jerusalén, ¡y no
hay quien los entierre!"[d] 18 Todo el pueblo se llenó de miedo y de
terror, pues decían: "¡En esa gente no hay sinceridad ni honradez!
¡Faltaron al convenio y al juramento que habían hecho!" 19 Báquides
se fue de Jerusalén y acampó en Bet-zet, desde donde mandó poner
presos a muchos de los que se habían pasado a su lado, y a otros
israelitas, y los mandó matar y echar en un pozo muy hondo. 20 A
Alcimo lo puso al frente del distrito y le dejó tropas para que lo
apoyaran. Luego regresó a donde estaba el rey.

Alcimo se dedicó a luchar por el cargo de sumo sacerdote. 22


21
Todos los que perturbaban al pueblo se reunieron alrededor de él, y
lograron el dominio de Judea, causando graves males en Israel. 23 Al
ver Judas todos los males que Alcimo y sus seguidores habían traído
a Israel, peores que los que habían causado los paganos, 24 se dedicó
a recorrer todo el territorio de Judea y a tomar venganza de los que
se habían pasado al otro bando, impidiéndoles circular por el
territorio.

Expedición de Nicanor

(2 Mac 14.5-36)

25 Cuando Alcimo se dio cuenta de que Judas y sus partidarios se


habían hecho muy fuertes, y de que no podría oponerles resistencia,
se volvió a donde estaba el rey e hizo contra ellos acusaciones muy
graves. 26 El rey envió a Nicanor, uno de sus más famosos generales
y enemigo declarado de Israel, con la orden de exterminarlos. 27
Nicanor llegó a Jerusalén con un numeroso ejército, y envió a Judas y
sus hermanos un falso mensaje de paz, en el que les decía: 28 "¡Que
no haya guerra entre ustedes y nosotros! Yo iré con unos cuantos
hombres para que nos entrevistemos pacíficamente." 29 Y fue a
encontrarse con Judas, y se saludaron amistosamente. Pero los
enemigos estaban listos para secuestrar a Judas. 30 Judas se enteró
entonces de que la visita de Nicanor era una trampa, y alarmado se
retiró y no quiso volver a entrevistarse con él. 31 Al ver Nicanor que
sus planes habían sido descubiertos, se puso en marcha para atacar a
Judas en Cafarsalama, 32 pero unos quinientos hombres del ejército
de Nicanor cayeron muertos, y el resto escapó a la Ciudad de David.

33 Después de esto, Nicanor se fue al monte Sión. Algunos


sacerdotes y ancianos del pueblo salieron del templo, fueron a
saludarlo amistosamente y le mostraron el holocausto que se ofrecía
por el rey. 34 Pero él se rió y se burló de ellos, les escupió para que
quedaran impuros y les habló altaneramente. 35 Lleno de furia, juró:
"Si Judas y su ejército no se me entregan inmediatamente, una vez
terminada la guerra volveré e incendiaré este templo." Y se fue
furioso. 36 Los sacerdotes entraron en el templo y se colocaron frente
al altar de los holocaustos y del santuario, y exclamaron llorando: 37
"Tú escogiste este templo para que llevara tu nombre y para que
fuera un lugar de oración para tu pueblo.[e] 38 Castiga a ese hombre y
a su ejército como se lo merecen; ¡que caigan a filo de espada!
¡Acuérdate de las injurias que te han hecho, y no les des tregua!"

Derrota y muerte de Nicanor

(2 Mac 15.1-36)

39 Nicanor salió de Jerusalén y acampó en Bet-horón, donde se le


juntó un ejército de Siria. 40 Judas, por su parte, acampó en Hadasá
con tres mil hombres. Entonces hizo esta oración: 41 "Cuando en otra
ocasión los enviados del rey de Asiria te injuriaron, vino tu ángel y
mató a ciento ochenta y cinco mil de ellos.[f] 42 De igual manera,
desbarata hoy ante nuestros ojos este ejército, para que todos los
demás sepan que su jefe insultó a tu templo, y castígalo como
merece por su maldad."

43 Los dos ejércitos se trabaron en batalla el día trece del mes de


Adar. El ejército de Nicanor fue derrotado, y él mismo fue el primero
[g]

que cayó en batalla. 44 Cuando su ejército vio que Nicanor había


muerto, tiraron las armas y salieron huyendo. 45 Los israelitas,
tocando trompetas detrás de ellos, fueron persiguiéndolos todo un día
de camino, desde Hadasá hasta Guézer. 46 De todas las aldeas de
aquella región de Judea salía la gente y cercaba a los que huían,
haciéndolos volverse unos contra otros. Todos cayeron muertos a filo
de espada, sin que ni uno solo quedara vivo. 47 Los israelitas se
apoderaron de todo el botín que dejaron. A Nicanor le cortaron la
cabeza y la mano derecha, la mano que había alzado con tanta
insolencia, y las llevaron para exponerlas en Jerusalén.[h] 48 El pueblo
se alegró mucho, y celebraron aquel día como si fuera una gran
fiesta. 49 Decidieron entonces que esa fiesta debía celebrarse todos
los años, en el día trece del mes de Adar.[i] 50 Y por algún tiempo la
tierra de 2 Mac 15.36. Judea gozó de tranquilidad.

Macabeos 8

Los romanos

1 A Judas le llegó la fama de los romanos: que eran muy poderosos,


que trataban bien a sus aliados y que brindaban su amistad a los que
acudían a ellos. 2 Especialmente se hablaba de su poderío. Oyó hablar
de las guerras que habían hecho y del valor que habían mostrado en
la conquista de las Galias: de cómo las habían sometido, obligándolas
a pagarles tributo; 3 de lo que habían hecho en España, para
apoderarse de las minas de plata y oro que allí hay; 4 de cómo se
habían apoderado de toda aquella región gracias a su estrategia y a
su resistencia, a pesar de la distancia tan grande entre ella y su país;
de cómo habían derrotado y aplastado a todos los reyes de los
últimos rincones de la tierra que los habían atacado, mientras que los
otros tenían que pagarles tributos anualmente. 5 También habían
derrotado en la guerra y sometido a Filipo[a] y a Perseo, reyes de
Macedonia, y a los otros que los habían atacado.[b]

6 Supo también que Antíoco el Grande, rey de Asia, les había


declarado la guerra y se había lanzado a la batalla con ciento veinte
elefantes, y con caballería y carros y un ejército muy numeroso, y
que había sido derrotado por ellos, 7 que lo habían capturado vivo,
obligando a él y a sus sucesores a pagarles un tributo muy alto, a
entregar un cierto número de rehenes, y a cederles 8 las provincias
de la India, Media y Lidia, que eran de las mejores provincias, las
cuales le habían quitado, dándoselas el rey Eumenes.

9Oyó también decir que cuando los griegos decidieron hacer una
campaña para exterminar a los romanos, 10 estos se enteraron del
plan y les enviaron un solo general para que les hiciera la guerra; los
griegos tuvieron muchas bajas, y los romanos se llevaron cautivos a
las mujeres griegas y a sus hijos, saquearon el país y se adueñaron
de él, destruyeron sus fortalezas y sometieron a los habitantes a
esclavitud hasta el día de hoy. 11 Supo además que a los otros países
e islas, y a todos los que se les habían opuesto, los habían derrotado
y obligado a servirles, pero que, en cambio, con sus amigos y con los
que buscaban su protección mantenían una fiel amistad. 12 Así han
dominado a muchos reyes de cerca y de lejos, y todos los que oyen
hablar de ellos les tienen miedo. 13 Los que para ser reyes reciben el
apoyo de los romanos, llegan a serlo; pero cuando estos quieren, los
quitan del trono. Así han adquirido un poder muy grande. 14 Y sin
embargo, ninguno de ellos se ha hecho coronar ni ha vestido el
manto de púrpura ambicionando la gloria. 15 Han establecido un
senado, donde diariamente se reúnen sus trescientos veinte
miembros para examinar los asuntos del pueblo y decidir lo que más
conviene para mantener el buen orden. 16 Cada año confían a un solo
hombre el gobierno y el dominio sobre todo el imperio, y todos le
obedecen, sin que haya envidia ni celos entre ellos.

Pacto con los romanos

17 Judas, entonces, escogió a Eupólemo, hijo de Juan de Acós, y a


Jasón, hijo de Eleazar, y los envió a Roma para hacer un convenio de
amistad y pacto, 18 y así verse libres del yugo de la tiranía, pues
veían que el imperio griego estaba sometiendo a Israel a la
esclavitud. 19 Ellos emprendieron el viaje a Roma --un viaje muy
largo-- y, entrando en el senado, dijeron: 20 "Judas Macabeo y sus
hermanos, junto con todo el pueblo judío, nos han enviado para que
hagamos un convenio de pacto y de paz con ustedes. Queremos que
nos cuenten entre sus aliados y amigos." 21 Los romanos aceptaron la
propuesta. 22 A continuación se copia la carta que escribieron en
láminas de bronce y que enviaron a Jerusalén para que allí se
conservara un documento del convenio de paz y pacto:
23 "¡Prosperidad a los romanos y a la nación de los judíos para
siempre, en el mar y en la tierra! ¡Que la guerra y los enemigos se
mantengan lejos de unos y de otros! 24 Si llega a suceder que Roma,
en primer lugar, o cualquiera de sus aliados, se ven mezclados en
alguna guerra, en cualquier lugar del imperio, 25 la nación de los
judíos se pondrá de parte de ellos como aliado sincero, según lo
exijan las circunstancias. 26 Los judíos no darán provisiones, ni
armas, ni dinero ni naves a los enemigos de Roma. Tal es la voluntad
de Roma. Los judíos cumplirán sus compromisos sin exigir
recompensa.
27 "De igual manera, si en primer lugar la nación de los judíos se
encuentra en guerra, los romanos sinceramente les ayudarán como
aliados, según lo exijan las circunstancias. 28 No les darán a los
enemigos provisiones, ni armas, ni dinero ni naves. Tal es la voluntad
de Roma. Los romanos cumplirán estos compromisos sin engaño.
29 "Estos son los términos del convenio que los romanos han hecho
con el pueblo judío. 30 Si después las dos partes deciden añadir o
quitar algo a este convenio, podrán hacerlo según les parezca, y lo
que añadan o quiten tendrá validez."

Además, los romanos dijeron que habían escrito al rey Demetrio


31
acerca de los males que él había causado a los judíos: "¿Por qué
oprimes tan duramente a nuestros amigos los judíos? 32 Si ellos
vuelven a quejarse de ti, nosotros los vengaremos y te haremos la
guerra por tierra y por mar."

Macabeos 9

Muerte de Judas Macabeo

1 Cuando Demetrio se enteró de que Nicanor y su ejército habían


muerto en batalla, envió una vez más a Báquides y a Alcimo a Judea,
con el ala derecha de su ejército. 2 Iniciando su avance por el camino
de Galilea,[a] atacaron a Mesalot, en el territorio de Arbela, se
apoderaron de esa ciudad, y mataron a muchos de sus habitantes.

3En el mes primero del año ciento cincuenta y dos[b] acamparon


junto a Jerusalén. 4 De allí siguieron hasta Beerot, con veinte mil
soldados de infantería y dos mil de caballería. 5 Judas había
acampado en Elasá con tres mil guerreros escogidos. 6 Cuando sus
hombres vieron que sus enemigos eran mucho más numerosos, se
llenaron de miedo, y muchos se escaparon del campamento, así que
no quedaron en él más que ochocientos hombres. 7 Al ver Judas que
sus tropas habían desertado y que la batalla no podía evitarse, sintió
un gran desánimo, pues ya no tenía tiempo de volver a reunir a su
gente. 8 Desalentado, les dijo a los que se habían quedado:

--¡Adelante! ¡Ataquemos a nuestros enemigos, a ver si podemos


darles batalla!

9 Pero ellos le respondieron:

--¡No podremos! Lo más que podemos hacer ahora es escapar con


vida. Después volveremos con nuestros hermanos y lucharemos
contra los enemigos. ¡Ahora somos demasiado pocos!

10 Judas replicó:

--¡Ni pensar que yo vaya a huir de los enemigos! Si ha llegado


nuestra hora, muramos valientemente por nuestros hermanos y no
dejemos que se manche nuestra gloria.

11El ejército enemigo salió de su campamento y tomó posiciones


frente a los judíos. La caballería se dividió en dos escuadrones. Los
honderos y los arqueros iban delante del resto del ejército. En las
primeras filas estaban los soldados más valientes. 12 Báquides estaba
en el ala derecha. El grueso del ejército, dividido en dos partes,
avanzó al toque de las trompetas. 13 El estruendo de los ejércitos
hacía retemblar la tierra. El combate duró desde la mañana hasta el
atardecer.

14 Al ver Judas que Báquides y la parte más fuerte de su ejército


estaban a la derecha, él y los hombres más valientes que se le habían
unido 15 deshicieron el ala derecha del ejército enemigo y los
persiguieron hasta las montañas de Hasor.[c] 16 Cuando los soldados
del ala izquierda vieron que el ala derecha había sido derrotada, se
volvieron tras Judas y sus hombres, y les cayeron por la retaguardia.
17 La batalla fue encarnizada y hubo muchas bajas por ambos lados.
18 Judas también cayó, y los demás huyeron.

Jonatán y Simón recogieron a su hermano Judas y lo enterraron


19
en la tumba de sus antepasados, en Modín. 20 Todo Israel lloró por él
con grandes muestras de dolor y de luto durante muchos días.
Decían: 21 "¡Cómo ha caído el héroe, el que salvó a Israel!"[d] 22 El
resto de la historia de Judas, sus batallas, sus proezas y sus grandes
hechos, son tan numerosos que no han sido escritos.

Jonatán, nuevo jefe

23 Después de la muerte de Judas, los judíos renegados levantaron


cabeza en todo el territorio de Israel, y volvieron a aparecer todos los
malhechores. 24 Por aquel tiempo hubo un hambre terrible, y todos
en el país se pasaron al lado de ellos. 25 Báquides escogió
precisamente a hombres impíos para ponerlos al frente del país. 26
Estos se pusieron a buscar y descubrir por todas partes a los amigos
de Judas, y se los llevaban a Báquides, quien se vengaba de ellos y
los insultaba. 27 Fue un tiempo de grandes sufrimientos para Israel,
como no se había visto desde que desaparecieron los profetas.

28 Entonces todos los amigos de Judas se reunieron y dijeron a


Jonatán: 29 "Desde que murió tu hermano Judas no ha habido un
hombre como él, que haga frente a los enemigos, ni a Báquides y
demás gente que odia a nuestra nación. 30 Por eso hoy te elegimos a
ti, para que en su lugar seas nuestro jefe y nos guíes en nuestras
batallas." 31 Y desde ese momento Jonatán tomó el mando en lugar
de su hermano Judas.

32 Báquides tuvo noticia de esto, y trató de matarlo; 33 pero


Jonatán, su hermano Simón y sus seguidores lo supieron, y huyeron
al desierto de Tecoa, donde acamparon junto al estanque de Asfar. 34
Báquides se enteró de esto un sábado, y con todo su ejército pasó al
otro lado del Jordán.

Jonatán envió a su hermano Juan, quien estaba al frente de la


35
gente que acompañaba al ejército, a rogar a los nabateos, amigos
suyos, que le permitieran dejar con ellos su abundante bagaje. 36
Pero unos hombres de la tribu de Jambrí salieron de Medebá,
secuestraron a Juan con todo el bagaje y se escaparon llevándoselo
todo.

37 Algún tiempo después, Jonatán y su hermano Simón tuvieron


noticia de que los de la tribu de Jambrí estaban celebrando unas
bodas muy importantes, y que con un gran cortejo llevaban a la novia
desde Nadabot. La novia era hija de uno de los hombres más
importantes de Canaán. 38 Entonces se acordaron de cómo ellos
habían asesinado a su hermano Juan, y subieron y se escondieron al
abrigo de la montaña. 39 De pronto vieron aparecer, en dirección
hacia ellos y en medio de un gentío que llevaba un abundante bagaje,
al novio con sus amigos y sus hermanos. Iban tocando panderetas y
otros instrumentos musicales, y estaban bien armados. 40 Los judíos
salieron de su escondite, cayeron sobre ellos, mataron a muchos,
hirieron a otros y se apoderaron de todo lo que llevaban, mientras
que los sobrevivientes huían a la montaña. 41 Así las bodas se
convirtieron en llanto y la música en lamentaciones. 42 De esta
manera vengaron la muerte de su hermano y regresaron a las orillas
pantanosas del Jordán.

43 Báquides se enteró de esto, y un sábado fue a las orillas del


Jordán con un numeroso ejército. 44 Entonces Jonatán dijo a su
gente: "¡Adelante! ¡Luchemos y defendamos nuestras vidas! Nunca
antes habíamos estado en situación tan grave como ahora. 45 Los
enemigos nos atacan por delante y por detrás, y a uno y otro lado
están el río Jordán, pantanos y matorrales. ¡No hay por dónde
escapar! 46 Clamen a Dios, para que nos salve de nuestros
enemigos."

47 Y trabaron batalla. Jonatán ya tenía la mano extendida para


descargar un golpe contra Báquides, pero este se escapó
retrocediendo. 48 Entonces Jonatán y sus seguidores saltaron al
Jordán y cruzaron el río a nado. Los enemigos no lo cruzaron para
perseguirlos. 49 En ese día cayeron como mil hombres del ejército de
Báquides.

50 Báquides regresó a Jerusalén y se puso a fortificar diversas


ciudades de Judea: hizo las fortalezas de Jericó, Emaús, Bet-horón,
Betel, Timná, Piratón y Tapúah, con murallas altas, y puertas y
barras. 51 En ellas puso guarniciones para hostilizar a los israelitas. 52
También fortificó Bet-sur, Guézer y la ciudadela de Jerusalén, y puso
en ella guarniciones y provisiones de víveres. 53 Tomó como rehenes
a los hijos de los jefes del país, y los encerró en la ciudadela de
Jerusalén.
54 En el segundo mes del año ciento cincuenta y tres,[e] Alcimo
ordenó demoler el muro del atrio interior del templo, destruyendo así
el trabajo de los profetas. Pero cuando ya había empezado la
demolición, 55 Alcimo sufrió un ataque que le impidió terminar sus
obras. Se le paralizó la boca, de modo que no podía hablar ni hacer
su testamento. 56 Así murió en medio de grandes tormentos. 57 Al
saber Báquides que Alcimo había muerto, regresó a la corte real, y
Judea gozó de tranquilidad durante dos años.

58 Todos los judíos renegados se reunieron para ver qué podrían


hacer, y dijeron: "Jonatán y sus seguidores viven tranquilos y
confiados. Traigamos a Báquides para que los arreste a todos en una
sola noche." 59 Entonces fueron a consultar con Báquides, 60 y él se
puso en camino con un numeroso ejército. A todos los aliados que
tenía en Judea les envió cartas secretas, en las que les pedía que
arrestaran a Jonatán y a sus seguidores; pero estos se enteraron del
plan, así que no pudo realizarse. 61 Los seguidores de Jonatán
pusieron entonces presos a unos cincuenta hombres del país,
cabecillas de la conspiración, y los mataron. 62 Jonatán, Simón y sus
seguidores se retiraron a Betbasí, en el desierto, ciudad que estaba
en ruinas, la cual ellos reconstruyeron y fortificaron.

63 Cuando Báquides tuvo conocimiento de esto, reunió a todo su


ejército y mandó aviso a sus amigos de Judea. 64 Se puso en marcha,
tomó posiciones frente a Betbasí, y durante muchos días la atacó con
la ayuda de las máquinas de guerra que había construido. 65 Jonatán
dejó a su hermano Simón en la ciudad, y salió por la región con un
puñado de hombres. 66 Atacó las tribus de Odomerá y Fasirón en sus
campamentos. Después de estos primeros golpes, regresaron con
más soldados. 67 Simón y su gente salieron también de la ciudad e
incendiaron las máquinas de guerra. 68 Lucharon contra Báquides, y
lo derrotaron y lo pusieron en graves aprietos, haciendo fracasar su
plan y su expedición. 69 Báquides se puso entonces furioso contra los
judíos renegados, que le habían aconsejado que invadiera el país, y
mandó matar a muchos de ellos. Después, él y su gente decidieron
regresar a su patria.

70 Cuando Jonatán tuvo noticia de esto, envió una delegación a


Báquides para que hicieran un tratado de paz y le devolvieran los
israelitas cautivos. 71 Báquides aceptó la propuesta de Jonatán y juró
no volver a hacerle ningún mal en toda su vida. 72 Además le devolvió
los cautivos que se había llevado anteriormente de Judea, regresó a
su tierra y no volvió a presentarse en Judea. 73 Así terminó la guerra
en Israel. Jonatán se estableció en Micmás, donde empezó a
gobernar al pueblo, y exterminó de Israel a los renegados.
Macabeos 10

Jonatán entre dos rivales

1 En el año ciento sesenta,[a] Alejandro Epífanes, hijo de Antíoco, vino


y se apoderó de Tolemaida, donde fue bien recibido, y se proclamó
rey. 2 Cuando el rey Demetrio tuvo noticias de esto, reunió un ejército
extraordinariamente numeroso y se puso en marcha para atacar a
Alejandro. 3 Al mismo tiempo envió Demetrio a Jonatán una carta en
términos pacíficos y elogiosos. 4 Él pensaba que era preferible
adelantarse a hacer las paces con los judíos, antes que Jonatán las
hiciera con Alejandro y los dos se unieran contra él. 5 Pensaba que
Jonatán se acordaría de todos los males que Demetrio les había
hecho a él, a sus hermanos y a toda la nación. 6 Entonces autorizó a
Jonatán para formar un ejército y conseguir armas y ser su aliado.
Mandó también que le entregaran los rehenes que había en la
ciudadela de Jerusalén. 7 Jonatán fue a Jerusalén y leyó la carta
delante de todo el pueblo y de la guarnición de la ciudadela. 8 Estos
se llenaron de miedo cuando le oyeron leer que el rey lo había
autorizado para formar un ejército, 9 así que le entregaron los
rehenes, y él los devolvió a sus padres.

10 Jonatán se estableció en Jerusalén y empezó a reconstruir y


reparar la ciudad. 11 Dio a los encargados de las obras la orden de
reconstruir las murallas y de rodear el monte Sión con una
fortificación hecha de piedras talladas, cosa que se realizó. 12 Los
extranjeros que estaban en las fortalezas hechas por Báquides
huyeron, 13 abandonando cada uno su puesto para regresar a su
patria. 14 Sin embargo, en Bet-sur se quedaron algunos de los que
habían sido infieles a la ley y a los mandamientos, y que se habían
refugiado allí.

15 El rey Alejandro se enteró de las promesas que Demetrio había


hecho a Jonatán, lo mismo que de las batallas que habían sostenido,
y el valor que habían mostrado Jonatán y sus hermanos, y las
penalidades que habían soportado, 16 y dijo: "¡Ojalá tuviéramos
nosotros un hombre así! Más vale que ahora lo hagamos amigo y
aliado nuestro." 17 Entonces le escribió una carta en los siguientes
términos:
18 "El rey Alejandro saluda a su hermano Jonatán. 19 He tenido
noticias de que eres un hombre fuerte y valiente, digno de ser amigo
mío. 20 Por eso te confiero hoy la dignidad de sumo sacerdote de tu
nación y el derecho de llamarte "amigo del rey", para que apoyes mi
causa y me conserves tu amistad."

Con la carta, Alejandro le envió un manto de púrpura y una corona


de oro.
21 Jonatán se puso las vestiduras sagradas el mes séptimo del año
ciento sesenta, en la fiesta de las Enramadas. Reunió un ejército y
consiguió muchas armas.

22 Cuando Demetrio supo esto, se sintió muy molesto y dijo: 23


"¿Cómo dejamos que Alejandro se nos adelantara y se ganara la
amistad y el apoyo de los judíos? 24 Yo también voy a escribirles
amistosamente y a ofrecerles honores y regalos, para que se pongan
de mi lado y me apoyen." 25 Entonces les escribió en los siguientes
términos:
26 "El rey Demetrio saluda a la nación de los judíos. He sabido con
placer que ustedes han cumplido los convenios que hemos hecho, y
que se han mantenido como amigos míos y no se han puesto del lado
de mis enemigos. 27 Continúen manteniéndose fieles a mí, y los
recompensaré bien por lo que hagan por mí; 28 los eximiré de
muchas contribuciones y les haré muchos regalos.
29 "Por la presente eximo a ustedes y a todos los judíos de pagar
tributo, del impuesto a la sal y del impuesto en oro para el rey. 30 De
hoy en adelante renuncio a la tercera parte de la cosecha de granos y
a la mitad de la cosecha de los árboles frutales que me correspondía.
Desde ahora y para siempre renuncio a tomarlos de Judea, así como
de los tres distritos que antes pertenecían a Samaria y Galilea, pero
que ahora quedan anexados a Judea.[b] 31 Jerusalén, lo mismo que su
territorio, será sagrada y estará libre de diezmos e impuestos. 32
También renuncio a mi autoridad sobre la ciudadela de Jerusalén, y
concedo al sumo sacerdote autorización para escoger una guarnición
que la proteja. 33 Declaro libres, sin rescate ninguno, a todos los
judíos que han sido llevados cautivos de Judea a cualquier lugar de
mi reino. Ellos y su ganado quedan libres de impuestos. 34 Todos los
días de fiesta, de luna nueva, los sábados y demás fechas
especialmente señaladas para las fiestas, lo mismo que los tres días
anteriores y los tres días siguientes de cada fiesta, serán días libres
de impuestos y de obligaciones civiles para todos los judíos que viven
en mi reino. 35 Nadie tendrá autoridad para exigir dinero o para
molestar a ningún judío por ningún motivo.
36 "Los judíos podrán ser reclutados, hasta un número de treinta
mil hombres, para los ejércitos del rey, y recibirán el mismo salario
que las demás tropas del rey. 37 Habrá también algunos judíos en las
principales fortalezas reales, y otros ocuparán puestos de confianza
en el reino. Sus comandantes y oficiales deben ser también judíos y
deben vivir de acuerdo con sus leyes, como el rey lo ha ordenado
para toda Judea.
38 "Los tres distritos que han sido separados de Samaria y
anexados a Judea, deben quedar incorporados a ella, bajo la misma
administración y bajo la sola autoridad del sumo sacerdote.
39 "Doy Tolemaida y la tierra que le pertenece, como regalo, al
templo de Jerusalén, para cubrir los gastos del mismo. 40 Del
presupuesto real doy la cantidad anual de ciento sesenta y cinco kilos
de plata, que deberá ser sacada de los lugares más convenientes. 41
Todo el excedente de las contribuciones oficiales para el culto, que los
funcionarios no estaban dando como al principio, será entregado de
ahora en adelante para las obras del templo. 42 Queda además
suprimido el impuesto de cincuenta y cinco kilos de plata, que el
templo, de lo que recibía, debía pagar anualmente al rey, y ahora se
destinará a los sacerdotes que ofician en el templo. 43 Si alguna
persona que tenga una deuda con el fisco real o cualquier otra
obligación se refugia en el templo de Jerusalén o en el terreno que le
pertenece, quedará libre ella y todas las cosas que posea en mi reino.
44 Los gastos para la reconstrucción y reparación del templo serán
pagados con fondos del tesoro real.[c] 45 Los gastos para la
reconstrucción de las murallas de Jerusalén y de las fortificaciones
que hay alrededor, así como la reconstrucción de las murallas de
otras ciudades de Judea, también correrán por cuenta del tesoro
real."

46 Cuando Jonatán y el pueblo oyeron esto, no lo creyeron ni lo


aceptaron, pues recordaban los terribles males que el rey Demetrio
había causado a Israel y la dura opresión a que los había sometido. 47
Prefirieron ponerse de parte de Alejandro, pues él había tomado la
iniciativa de hacerles propuestas de paz. Por eso fueron siempre sus
aliados.

El rey Alejandro reunió un gran ejército y tomó posiciones frente


48
a Demetrio. 49 Los dos reyes trabaron batalla, pero el ejército de
Demetrio huyó, y Alejandro lo persiguió y sacó ventaja sobre sus
enemigos. 50 Aunque Demetrio resistió con fuerza el ataque hasta la
puesta del sol, sin embargo ese día cayó muerto.

Jonatán recibe honores supremos

51 Alejandro, entonces, envió una embajada al rey Tolomeo[d] de


Egipto, para decirle: 52 "He regresado a mi reino para ocupar el trono
de mis antepasados, y he tomado el poder. He derrotado a Demetrio
y me he apoderado de nuestro país. 53 Después de una batalla con él,
lo he derrotado a él y a su ejército, y me he sentado en el trono real
que él ocupaba. 54 Así pues, quiero que hagamos amistad y que me
des como esposa a tu hija, para ser tu yerno. Yo te daré a ti, y
también a ella, regalos dignos de tu posición."

El rey Tolomeo respondió en los siguientes términos: "Feliz el


55
día en que regresaste a la tierra de tus antepasados y ocupaste el
trono real. 56 Acepto la propuesta que me has hecho en tu carta, y te
haré mi yerno, como me lo pides. Pero quisiera que nos
encontráramos en Tolemaida, para entrevistarnos."
Tolomeo y su hija Cleopatra[e] salieron de Egipto y se dirigieron a
57
Tolemaida. Era el año ciento sesenta y dos.[f] 58 El rey Alejandro salió
a su encuentro, y Tolomeo le dio su hija. La boda se celebró en
Tolemaida con gran esplendor, como correspondía a su dignidad real.

59El rey Alejandro le escribió a Jonatán, invitándolo a


entrevistarse con él. 60 Jonatán fue con gran pompa a Tolemaida, y
allí se entrevistó con los dos reyes; a ellos y a sus amigos les ofreció
regalos de oro y plata, y muchas otras cosas, y se ganó su amistad.

Entonces se reunieron unos israelitas renegados, gente


61
malvada, y fueron a acusar a Jonatán; pero el rey no les hizo caso. 62
Más aún, ordenó que le cambiaran a Jonatán la ropa que llevaba
puesta por vestiduras de púrpura, y así se hizo. 63 El rey hizo que se
sentara a su lado, y ordenó a sus oficiales que lo llevaran al centro de
la ciudad y proclamaran que nadie podía acusarlo de ninguna cosa, ni
causarle molestia por ningún motivo. 64 Cuando sus acusadores lo
vieron con tantos honores, como se había proclamado, y vestido de
púrpura, todos huyeron. 65 El rey, pues, lo cubrió de honores, lo
inscribió en el grupo de primeros amigos del rey, y lo nombró jefe
militar y gobernador de la provincia. 66 Después Jonatán volvió a
Jerusalén, contento por lo bien que le había ido.

Victoria de Jonatán sobre Apolonio

67 En el año ciento sesenta y cinco,[g] Demetrio, hijo del rey


Demetrio,[h] llegó de Creta a la tierra de sus antepasados. 68 Cuando
el rey Alejandro lo supo, se contrarió mucho y se volvió a Antioquía.
69 Demetrio nombró comandante a Apolonio, que era gobernador de
Celesiria. este reunió un numeroso ejército y acampó en Jabnia,
desde donde envió el siguiente mensaje a Jonatán: 70 "Tú eres el
único que se me opone; por culpa tuya he quedado en ridículo y me
desprecian. ¡No te las des de muy fuerte contra mí, estando allá en
tus montañas! 71 Si tienes tanta confianza en tus ejércitos, baja a la
llanura y midamos allí nuestras fuerzas. Yo tengo de mi lado el apoyo
de las ciudades. 72 Pregunta, y te dirán quién soy yo y quiénes son
los demás que me apoyan. Te dirán que contra nosotros no podrán
ustedes resistir, pues los antepasados de ustedes ya han sido
derrotados dos veces en su propia tierra. 73 En la llanura, donde no
hay rocas ni peñascos ni sitios donde refugiarse, tú no podrás hacer
frente a la caballería ni a un ejército como el mío."

Al oir el mensaje de Apolonio, Jonatán se indignó


74
profundamente, escogió a diez mil hombres y salió de Jerusalén. Su
hermano Simón fue a su encuentro para prestarle ayuda. 75
Acamparon junto a Jope, pero los habitantes de la ciudad les cerraron
las puertas, pues allí había una guarnición de Apolonio. Entonces los
judíos atacaron la ciudad. 76 Los habitantes, llenos de miedo, les
abrieron las puertas, y Jonatán se apoderó de Jope.

77Cuando Apolonio tuvo noticias de esto, alistó un ejército


compuesto de tres mil soldados de caballería y una gran fuerza de
infantería, y se puso en marcha hacia Azoto, como si quisiera pasar
de largo, pero al mismo tiempo se internó por la llanura, confiado en
su numerosa caballería. 78 Jonatán lo persiguió hasta Azoto, donde
los dos ejércitos trabaron batalla. 79 Apolonio había dejado
escondidos en la retaguardia diez mil soldados de caballería; 80 pero
Jonatán se dio cuenta de que le había tendido una emboscada en la
retaguardia. La caballería enemiga rodeó al ejército de Jonatán y lo
atacó con una lluvia de flechas, desde la mañana hasta el atardecer.
81 Pero la gente se mantuvo firme, como se lo había ordenado
Jonatán, hasta que la caballería enemiga se cansó. 82 Una vez
agotadas las fuerzas de la caballería, Simón hizo avanzar sus tropas y
atacó a la infantería enemiga; todos fueron derrotados y huyeron. 83
Los de caballería se dispersaron por la llanura, huyeron a Azoto, y
entraron en el templo de Dagón, el dios de la ciudad, para escapar de
la muerte.

84 Jonatán incendió Azoto y sus aldeas, y las saqueó; incendió el


templo de Dagón[i] e hizo morir en el incendio a los que se habían
refugiado allí. 85 El número de los que murieron a filo de espada o en
el incendio llegó a ocho mil.

86 De allí Jonatán se fue y acampó en Ascalón. Los habitantes de la


ciudad salieron a su encuentro, y le rindieron grandes honores. 87
Luego Jonatán regresó a Jerusalén con su gente y gran cantidad de
botín.

88 Cuando el rey Alejandro recibió noticias de esto, todavía le


concedió más honores a Jonatán: 89 le envió un broche de oro, como
se acostumbra dar a los parientes del rey,[j] y además le dio en
propiedad la ciudad de Ecrón con todo su territorio.

Macabeos 11

Muerte de Alejandro y de Tolomeo

1 El rey de Egipto[a] reunió un gran ejército, innumerable como la


arena de la playa del mar, y muchas naves, y con engaños trató de
apoderarse del reino de Alejandro, para añadirlo a su reino. 2 Se puso
en marcha hacia Siria, hablando de paz, y los habitantes de las
ciudades le abrían sus puertas y salían a recibirlo. El rey Alejandro
había ordenado que lo hicieran así, puesto que Tolomeo era su
suegro.

Pero en cada ciudad en donde entraba, Tolomeo dejaba una


3
guarnición. 4 Cuando llegó a Azoto, le mostraron el templo incendiado
de Dagón, y la ciudad y sus alrededores destruidos, con los cadáveres
tirados y los restos de la gente que Jonatán había quemado en la
batalla; los habían amontonado a lo largo del camino por donde
Tolomeo debía pasar. 5 La gente le contó al rey que eso lo había
hecho Jonatán, para desacreditarlo, pero el rey se quedó callado. 6
Jonatán salió a Jope a recibir al rey con gran pompa. Allí se saludaron
y pasaron la noche. 7 Jonatán acompañó luego al rey hasta el río
llamado Eléutero, y de allí regresó a Jerusalén. 8 El rey Tolomeo se
apoderó así de las ciudades de la costa hasta Seleucia Marítima, y
entre tanto hacía planes funestos contra Alejandro.

Envió una embajada al rey Demetrio, para decirle: "Ven y


9
hagamos un pacto entre nosotros dos: yo te doy mi hija, que
actualmente está viviendo con Alejandro, y serás rey en el reino de tu
padre. 10 Me arrepiento de haberle dado mi hija a Alejandro, pues ha
intentado matarme." 11 Esta acusación no tenía otro fundamento que
el deseo de Tolomeo por apoderarse del reino de Alejandro. 12
Tolomeo, entonces, le quitó su hija a Alejandro y se la dio a Demetrio.
Así rompió con Alejandro, y la enemistad entre los dos se hizo
manifiesta. 13 Luego Tolomeo entró en Antioquía y se puso la corona
de Asia. Así llevó en la cabeza dos coronas, la de Egipto y la de Asia.

Por aquel tiempo, el rey Alejandro estaba en Cilicia, pues los


14
habitantes de esa región se habían rebelado. 15 Cuando oyó las
noticias, se puso en marcha para atacar a Tolomeo; pero este le salió
al encuentro con un poderoso ejército y lo hizo huir. 16 Alejandro fue
a refugiarse a Arabia, y Tolomeo salió victorioso. 17 Pero Zabdiel, un
jefe árabe, le cortó la cabeza a Alejandro y se la mandó a Tolomeo. 18
Sin embargo, dos días más tarde murió el rey Tolomeo, y los soldados
que había dejado en las fortalezas fueron asesinados por la gente de
esos lugares. 19 Demetrio quedó como rey en el año ciento sesenta y
siete.[b]

Jonatán se hace amigo de Demetrio II

20 Por aquel tiempo, Jonatán reunió a los habitantes de Judea para


atacar la ciudadela de Jerusalén, y con este fin construyeron muchas
máquinas de guerra. 21 Pero algunos israelitas renegados, enemigos
de su propio pueblo, acudieron al rey y le contaron que Jonatán tenía
cercada la ciudadela. 22 El rey, al oírlo, se puso furioso, e
inmediatamente se fue a Tolemaida, desde donde escribió a Jonatán
que desistiera del ataque y que fuera a entrevistarse con él en
Tolemaida lo más pronto posible.
23 Cuando Jonatán recibió esta carta, ordenó que siguieran el
ataque, escogió unos cuantos ancianos del pueblo y unos sacerdotes,
y exponiéndose al peligro acudió a la cita. 24 Llevó plata, oro, ropa y
muchos otros regalos, y se presentó ante el rey en Tolemaida, y se
ganó su simpatía 25 a pesar de las acusaciones de los renegados de
su propio pueblo. 26 El rey lo trató como lo habían tratado sus
predecesores, y lo honró delante de todos sus amigos. 27 Lo confirmó
en el cargo de sumo sacerdote, le renovó todos los otros privilegios
que tenía anteriormente, y lo contó en el grupo de los primeros
amigos del rey.

28 Jonatán pidió al rey que eximiera de pagar impuestos a Judea y


a los tres distritos que antes habían pertenecido a Samaria,
prometiéndole el envío de nueve mil novecientos kilos de plata. 29 Al
rey le pareció bien, y le escribió a Jonatán una carta sobre todos
estos asuntos, en los siguientes términos:
30 "El rey Demetrio saluda a su hermano Jonatán y a la nación de
los judíos. 31 Les copio a continuación el texto de la carta que escribí
a mi pariente Lástenes acerca de ustedes, para que estén
informados: 32 'El rey Demetrio saluda a su venerable pariente
Lástenes. 33 Puesto que el pueblo judío ha sido amigo mío, y ha
cumplido sus obligaciones para conmigo y ha mostrado sus buenas
disposiciones hacia mí, he decidido concederles diversos favores. 34
Les confirmo los derechos sobre el territorio de Judea y sobre los
distritos de Efraín, Lida y Ramataim, que quedaron separados de
Samaria y fueron anexados a Judea, lo mismo que todos los
territorios que les pertenecen. A todos los israelitas que van a ofrecer
sacrificios en Jerusalén, les perdono los impuestos que el rey
acostumbraba cobrarles anteriormente cada año sobre los productos
de los campos y de los árboles frutales. 35 De ahora en adelante, les
perdono todos los otros impuestos, diezmos y tributos que me
correspondían, el impuesto sobre la sal y el impuesto de oro para el
rey. Todo se lo perdono. 36 De ahora en adelante, ninguna de esas
concesiones podrá ser anulada jamás. 37 Procura que se haga una
copia de este documento y se le entregue a Jonatán, para que él la
coloque en el monte santo, en lugar visible.' "

Jonatán ayuda a Demetrio II

38 Al ver el rey Demetrio que el país estaba tranquilo y que nadie le


oponía resistencia, licenció a todas sus tropas, dejando que cada uno
regresara a su tierra, con excepción de las tropas de mercenarios que
había reclutado de diversos países marítimos extranjeros. Con esto,
se indispusieron contra él las tropas que habían sido reclutadas por
sus antepasados.

39 Entonces un tal Trifón, que antes había sido partidario de


Alejandro, dándose cuenta del descontento que había en todos los
soldados contra Demetrio, fue a verse con Imalcué, un jefe árabe,
que había educado a Antíoco, el hijo pequeño de Alejandro, 40 y le
insistió que le entregara el niño, para que fuera rey en lugar de su
padre. Trifón lo informó de todas las medidas que Demetrio había
tomado y de cómo se había ganado la enemistad de sus tropas. Trifón
se quedó allí largo tiempo.

41 Entre tanto, Jonatán había pedido al rey Demetrio que retirara


sus soldados de la ciudadela de Jerusalén y de las otras fortalezas,
pues estaban continuamente hostilizando a Israel. 42 Demetrio le
respondió: "No solamente les concederé esto a ti y a tu nación, sino
que los llenaré de honores, tan pronto tenga oportunidad. 43 Pero
ahora lo mejor que puedes hacer es enviarme soldados que me
ayuden, pues todas mis tropas me han abandonado."

44 Jonatán le envió a Antioquía tres mil hombres fuertes y


valientes. Cuando llegaron, el rey se puso muy contento. 45 Los
habitantes de la ciudad, que eran unos ciento veinte mil hombres, se
reunieron en el centro de ella decididos a matar al rey. 46 Este se
refugió en el palacio, mientras que la gente de la ciudad ocupó las
calles, y comenzó la lucha. 47 El rey Demetrio llamó a los judíos para
que lo ayudaran. Ellos se reunieron inmediatamente a su lado; luego
se dispersaron por la ciudad, y ese día mataron a unas cien mil
personas. 48 Incendiaron y saquearon la ciudad, y así salvaron al rey.

Cuando los habitantes de la ciudad se dieron cuenta de que los


49
judíos se habían adueñado por completo de ella, se acobardaron, y a
gritos le suplicaron al rey: 50 "¡Hagamos las paces! ¡Que dejen los
judíos de luchar contra nosotros y contra la ciudad!" 51 Entonces
entregaron sus armas e hicieron las paces. Los judíos quedaron muy
bien acreditados ante el rey, se hicieron famosos en el reino y
regresaron a Jerusalén cargados de botín. 52 Pero cuando el rey
Demetrio se afianzó en su trono y el país quedó apaciguado bajo su
dominio, 53 faltó a todas las promesas que había hecho, rompió su
amistad con Jonatán y, en vez de recompensarlo por los servicios que
le había prestado, le causó innumerables molestias.

Jonatán se hace amigo de Antíoco VI

54 Después de esto, regresó Trifón en compañía de Antíoco, que era


apenas un niño. Antíoco fue coronado rey,[c] 55 y todas las tropas que
Demetrio había licenciado se reunieron alrededor del rey y le hicieron
la guerra a Demetrio, que huyó derrotado. 56 Trifón se apoderó
entonces de los elefantes, y ocupó Antioquía.

El joven Antíoco le escribió a Jonatán, confirmándolo en el cargo


57
de sumo sacerdote y dándole autoridad sobre los cuatro distritos, y
haciéndolo miembro del grupo de amigos del rey. 58 También le envió
copas de oro y una vajilla, y le concedió el derecho de beber en copa
de oro, de vestirse de púrpura y de llevar broche de oro. 59 A su
hermano Simón lo nombró jefe militar de la región que va desde la
Escala de Tiro hasta la frontera con Egipto.

60 Jonatán recorrió toda la provincia y las ciudades al occidente del


Éufrates, y todos los ejércitos de Siria se le unieron como aliados
suyos. Luego se dirigió a Ascalón, donde los habitantes los recibieron
con honores. 61 De allí siguió a Gaza, pero sus habitantes le cerraron
las puertas. Él la cercó, e incendió y saqueó las aldeas vecinas. 62
Entonces los habitantes de Gaza se rindieron, y Jonatán hizo un
tratado de paz con ellos, pero tomó como rehenes a los hijos de los
jefes y los envió a Jerusalén. Luego siguió su camino a través del país
hacia Damasco.

63 Jonatán tuvo noticia de que los generales de Demetrio habían


llegado con un gran ejército a Quedes de Galilea, con el fin de
impedir que él consiguiera sus propósitos. 64 Jonatán fue a hacerles
frente, dejando a su hermano Simón en Judea. 65 Simón acampó
frente a Bet-sur, y durante muchos días la rodeó y la atacó. 66 Por fin
los habitantes se rindieron, e hizo con ellos un tratado. Pero los obligó
a desocupar la ciudad, se apoderó de ella y puso allí una guarnición.

67 Jonatán, entre tanto, había acampado con su ejército junto al


lago de Genesaret. Muy de mañana se puso en camino hacia la
llanura de Hasor. 68 En la llanura le salió al encuentro el ejército
extranjero, mientras que otro ejército le tenía tendida una emboscada
en las montañas. 69 Cuando estos últimos salieron de sus escondites
y atacaron al ejército de Jonatán, 70 todos los soldados huyeron. No
quedó ni uno solo, con excepción de Matatías, hijo de Absalón, y
Judas, hijo de Calfí, jefes del ejército. 71 Jonatán se rasgó la ropa, se
echó polvo sobre la cabeza y se puso a orar. 72 A pesar de todo, se
volvió contra los enemigos para atacarlos, los derrotó y los puso en
fuga. 73 Cuando los judíos que habían huido vieron esto, se volvieron
a él y se pusieron a perseguirlos con él hasta el campamento que los
enemigos tenían en Quedes. Allí acamparon ellos también. 74 Aquel
día cayeron como tres mil hombres del ejército extranjero. Después
Jonatán regresó a Jerusalén.

Macabeos 12

Pacto de Israel con Roma y Esparta


1 Jonatán, viendo favorables las circunstancias, escogió unos cuantos
hombres y los envió a Roma para confirmar y renovar el tratado de
amistad. 2 Con el mismo propósito, envió también cartas a Esparta y
a otros lugares. 3 Los embajadores fueron a Roma, entraron en el
senado y dijeron: "El sumo sacerdote Jonatán, y la nación de los
judíos, nos han enviado a renovar el tratado de amistad y el pacto
que habíamos hecho anteriormente." 4 Los romanos les dieron
salvoconductos para las autoridades de los diversos sitios, en los que
les recomendaban que dejaran a los embajadores hacer su viaje en
paz hasta Judea.

5Esta es la copia de la carta que Jonatán envió a los de Esparta:


6 "El sumo sacerdote Jonatán, el consejo de ancianos de la nación,
y los sacerdotes y todo el pueblo judío, saludan a sus hermanos los
espartanos. 7 Ya en una ocasión anterior el rey Ario de Esparta había
enviado una carta al sumo sacerdote Onías, para asegurarnos que
ustedes nos consideran como hermanos. El texto de esta carta se
copia más adelante.[a] 8 Onías recibió con honores al enviado, y aceptó
la carta en que se exponían los términos del pacto y la amistad. 9
Aunque nosotros no tenemos necesidad de estas cosas, pues
buscamos nuestro apoyo en los libros sagrados que poseemos, 10
hemos decidido enviar a ustedes una delegación para que renueve
nuestra fraternidad y amistad, a fin de que no se enfríen nuestras
relaciones, pues ha pasado ya mucho tiempo desde la primera carta
de ustedes.[b] 11 Nosotros no dejamos de acordarnos continuamente
de ustedes en nuestras fiestas y demás días apropiados, cuando
ofrecemos nuestros sacrificios, y en nuestras oraciones, como es
justo y conveniente hacerlo por los hermanos. 12 Nos alegramos de la
fama que tienen ustedes. 13 Por nuestra parte, nos hemos visto
rodeados de innumerables dificultades y guerras. Los reyes que nos
rodean nos han estado atacando. 14 Nosotros no hemos querido
molestarlos a ustedes ni a nuestros otros aliados y amigos en estas
guerras, 15 pues tenemos la ayuda divina, y Dios nos ha librado de
nuestros enemigos y los ha humillado. 16 Hemos escogido a Numenio,
hijo de Antíoco, y a Antípatro, hijo de Jasón, y los hemos enviado a
Roma para renovar la amistad y el pacto que habíamos acordado
anteriormente con los romanos. 17 También les ordenamos que fueran
a Esparta, a saludarlos a ustedes y entregarles nuestras cartas, con
las que queremos renovar nuestra fraternidad. 18 Les agradeceremos
que nos den una respuesta a ellas."

19Esta es la copia de la carta enviada a Onías:


20"Ario, rey de Esparta, saluda al sumo sacerdote Onías.[c] 21 He
descubierto un documento en el que se muestra que los espartanos y
los judíos somos hermanos, descendientes todos de Abraham. 22
Ahora que he tenido noticia de esto, les agradecería a ustedes que
me escriban y me informen de cómo se encuentran. 23 Por mi parte
les escribo: Si el ganado de ustedes y todos sus bienes son nuestros,
también lo nuestro es de ustedes. Así pues, he dado órdenes de que
les comuniquen este mensaje."[d]

Nuevas luchas de Jonatán

24 Jonatán tuvo noticias de que los generales de Demetrio habían


regresado para atacarlo con un ejército más numeroso que el
anterior. 25 Jonatán salió de Jerusalén para hacerles frente en la
región de Hamat, no dejándolos poner pie en el territorio de Judea. 26
Envió espías a su campamento, los cuales regresaron y contaron que
se estaban preparando para atacarlos por la noche. 27 Apenas se
puso el sol, Jonatán ordenó a su gente que se mantuvieran vigilantes
toda la noche y con las armas en la mano, listos para luchar.
Alrededor de todo el campamento colocó centinelas. 28 Cuando los
enemigos se enteraron de que Jonatán y sus soldados estaban listos
para la batalla, tuvieron miedo; acobardados, encendieron hogueras
en su campamento y huyeron.[e] 29 Jonatán y su ejército, viendo las
hogueras encendidas, no se dieron cuenta de lo sucedido hasta la
mañana siguiente. 30 Entonces Jonatán los persiguió, pero no pudo
alcanzarlos, pues ya habían cruzado el río Eléutero. 31 Jonatán se
dirigió entonces contra una tribu árabe llamada de los zabadeos, y los
derrotó y se apoderó de sus pertenencias. 32 Luego levantó el
campamento, llegó hasta Damasco, y recorrió toda la región.

33 Simón, por su parte, había emprendido una expedición hasta


Ascalón y las fortalezas vecinas. Luego se dirigió a Jope y la ocupó, 34
pues había oído decir que los habitantes querían entregar la fortaleza
a los partidarios de Demetrio. Allí puso una guarnición para que la
defendiera.

35 Cuando Jonatán regresó, llamó a los ancianos del pueblo a una


reunión, y con ellos decidió construir fortalezas en Judea, 36 levantar
más la muralla de Jerusalén y alzar un gran muro entre la ciudadela y
la ciudad, para separarlas, de manera que la ciudadela quedara
aislada, para que los soldados que había en ella no compraran ni
vendieran cosa alguna. 37 La gente se reunió para comenzar los
trabajos de reconstrucción. Una parte de la muralla oriental, hacia el
arroyo, se había derrumbado. También reparó la zona llamada
Cafenatá. 38 Simón también reconstruyó y fortificó Hadid, en la
llanura de la costa, y le puso puertas y barras.

Traición de Trifón y caída de Jonatán

39 Trifón aspiraba a ser rey de Asia; tenía intenciones de matar al rey


Antíoco y coronarse él como rey. 40 Sin embargo, tenía miedo de que
Jonatán se le opusiera y le declarara la guerra. Así pues, comenzó a
estudiar la manera de apoderarse de Jonatán para acabar con él.
Entonces se puso en camino y se fue a Bet-seán. 41 Jonatán le salió al
encuentro con cuarenta mil soldados escogidos y bien disciplinados, y
también fue a Bet-seán. 42 Trifón, al ver que Jonatán había llegado
con un ejército tan numeroso, tuvo miedo de arrestarlo. 43 Así que,
por el contrario, lo recibió con honores, los presentó a todos sus
amigos, le hizo regalos, y ordenó a sus amigos y a sus tropas que le
obedecieran como a él mismo. 44 Y dijo a Jonatán: "¿Para qué
molestaste a toda esa gente, si no hay guerra entre nosotros? 45
Déjalos que se vayan a sus casas; escoge solamente unos cuantos
que te acompañen, y ven conmigo a Tolemaida. Yo te entregaré la
ciudad y las demás fortalezas, así como los otros ejércitos y sus
oficiales, y después regresaré. Precisamente para esto he venido."

46 Jonatán le creyó, e hizo como Trifón le había indicado: despidió


a sus soldados, los cuales regresaron a Judea. 47 Solamente conservó
tres mil hombres, de los cuales dejó dos mil estacionados en Galilea,
y los otros mil se fueron con él. 48 Pero apenas entró Jonatán en
Tolemaida, los habitantes de la ciudad cerraron las puertas, lo
pusieron preso y acuchillaron a todos los que iban con él.

49 Luego envió Trifón tropas de infantería y caballería a Galilea, a


la gran llanura, para que mataran a todos los hombres de Jonatán. 50
Pero estos, deduciendo que Jonatán había sido hecho prisionero y que
había muerto lo mismo que sus compañeros, se animaron unos a
otros y avanzaron en filas cerradas, listos a luchar. 51 Al ver los que
los perseguían que los judíos estaban dispuestos a luchar hasta morir,
se regresaron. 52 Así, todos los judíos lograron llegar sanos y salvos a
Judea, donde, llenos de miedo, lloraron a Jonatán y a sus
compañeros. En todo Israel hubo grandes demostraciones de dolor. 53
Todos los paganos que los rodeaban empezaron a buscar la manera
de exterminar a los judíos, pues decían: "¡Ya no tienen un jefe que
los defienda! ¡Es el momento de atacarlos y borrar de entre los
hombres su recuerdo!"

1 Macabeos 13

Simón, nuevo jefe

1 Simón tuvo noticia de que Trifón había reunido un poderoso ejército


para invadir Judea y destruirla. 2 Al ver que el pueblo estaba
alarmado y lleno de pavor, fue a Jerusalén, reunió a la gente, 3 y los
animó diciéndoles: "Ustedes saben lo que yo y mis hermanos y toda
la familia de mi padre hemos hecho por las leyes y el templo, y las
batallas que hemos peleado y las penalidades que hemos sufrido. 4
Por Israel han muerto todos mis hermanos, y solo yo he quedado con
vida. 5 Ahora, ni pensar que yo quiera salvar mi vida en un momento
de peligro: ¡no valgo más que mis hermanos! 6 Al contrario, lucharé
por mi pueblo, por el templo y por las mujeres e hijos de ustedes,
pues todos los paganos se han reunido para exterminarnos."

7 Al oir estas palabras, el pueblo se llenó de entusiasmo, 8 y todos


gritaron: "¡Tú eres nuestro jefe, en reemplazo de tus hermanos Judas
y Jonatán! 9 ¡Guíanos en nuestras batallas, y nosotros haremos todo
lo que nos ordenes!" 10 Entonces Simón reunió a todos los aptos para
la guerra, y se dio prisa en terminar las murallas de Jerusalén y la
fortificó alrededor. 11 Envió a la ciudad de Jope a Jonatán, hijo de
Absalón, con un ejército suficiente, y expulsó a los que vivían en la
ciudad y se estableció en ella.[a]

Asesinato de Jonatán

12 Trifón salió de Tolemaida con un numeroso ejército para invadir


Judea, llevando preso a Jonatán. 13 Simón había acampado en Hadid,
al borde de la llanura. 14 Cuando Trifón se enteró de que Simón había
tomado el puesto de su hermano Jonatán, y que se preparaba a darle
batalla, le envió una delegación a decirle: 15 "Tenemos preso a
Jonatán, tu hermano, por causa de un dinero que debe al tesoro real,
en relación con el cargo que ejercía. 16 Envíanos, pues, tres mil
trescientos kilos de plata y dos de los hijos de Jonatán como rehenes,
para estar seguros de que no se rebelará otra vez contra nosotros, y
luego lo dejaremos en libertad." 17 Aunque Simón se dio cuenta de
que era una trampa, mandó traer el dinero y a los dos muchachos,
para no hacerse odioso entre la gente, 18 y para que no dijeran
después que Jonatán había muerto por no haber enviado él el dinero
y los muchachos. 19 Así pues, mandó a los dos muchachos y los tres
mil trescientos kilos de plata; pero Trifón no cumplió su palabra, y no
dejó libre a Jonatán.

20 Después, Trifón se puso en marcha para invadir el país y


destruirlo, pero dio un rodeo por el camino de Adoraim, porque
Simón y su ejército les cerraban el paso por dondequiera que iban. 21
Entre tanto, los soldados de la ciudadela de Jerusalén enviaron
mensajeros a Trifón, urgiéndole que fuera hasta ellos por el desierto y
que les enviara alimentos. 22 Trifón preparó toda su caballería para ir
allá, pero aquella noche cayó tanta nieve que no pudieron llegar.
Entonces se retiró a Galaad. 23 Apenas se acercó a Bascama, mató a
Jonatán, que fue enterrado allí. 24 Luego Trifón regresó a su país.

25 Simón mandó traer los restos de su hermano Jonatán y los


enterró en Modín, la ciudad de sus antepasados. 26 Todo Israel lo lloró
durante muchos días, con grandes muestras de dolor. 27 Simón
construyó un gran monumento sobre la tumba de su padre y de sus
hermanos, bien visible, hecho de piedras talladas por el frente y por
detrás. 28 También levantó siete pirámides, en dos hileras, para su
padre, su madre y sus cuatro hermanos. 29 Con gran arte rodeó de
altas columnas las pirámides, y sobre las columnas puso escudos y
armas, como recuerdo eterno. Junto a los escudos y las armas había
naves en relieve, para que todos los navegantes pudieran divisarlas.
30 Este monumento sepulcral hecho en Modín existe hasta el día de
hoy.

Reconciliación con Demetrio II

31 Trifón traicionó al joven rey Antíoco, lo mató 32 y reinó en vez de


él, poniéndose la corona de Asia. Causó grandes males en el país.

33 Simón reconstruyó las fortalezas de Judea, protegiéndolas con


altas torres, grandes murallas, puertas y barras, y dejó provisiones
en las fortalezas. 34 Escogió delegados y los envió a ver al rey
Demetrio, para pedirle que eximiera de los impuestos al país, pues
Trifón no había hecho más que robarles todo. 35 El rey Demetrio les
contestó, enviándoles la siguiente carta:
36 "El rey Demetrio saluda al sumo sacerdote Simón, amigo de los
reyes, a los ancianos y a la nación judía. 37 He recibido la corona de
oro y la palma que ustedes me han enviado, y estoy dispuesto a
hacer con ustedes una paz completa y a dar instrucciones por escrito
a los funcionarios, para que los eximan a ustedes de los impuestos. 38
Todos los convenios que he hecho con ustedes quedan confirmados, y
ustedes pueden conservar todas las fortalezas que han construido. 39
También les perdono todos los errores y faltas que hayan cometido
hasta el día de hoy. Les perdono el impuesto real que me deben. Que
no se siga cobrando ningún otro de los impuestos que se cobraban en
Jerusalén. 40 Si hay algunos entre ustedes aptos para inscribirse en
mi guardia personal, que se inscriban. Y que haya paz entre
nosotros."

En el año ciento setenta, Israel se vio libre del yugo de los


41
paganos.[b] 42 Entonces comenzó la gente a escribir en los documentos
y contratos: "En el año primero de Simón, gran sumo sacerdote, jefe
militar y caudillo de los judíos."

Toma de Guézer

43 En aquel tiempo, Simón atacó a Guézer y la cercó con tropas.


Construyó una torre de asalto, la acercó a la ciudad, abrió brecha en
una de las torres, y tomó la ciudad. 44 Los que estaban en la torre de
asalto penetraron en la ciudad, y hubo allí una gran agitación. 45 Los
habitantes de la ciudad subieron con sus mujeres y sus hijos a las
murallas, con la ropa rasgada, y a grandes gritos ofrecieron la
rendición a Simón, 46 diciéndole: "¡No nos trate usted como merecen
nuestras maldades, sino según su generosidad!" 47 Simón llegó a un
acuerdo con ellos y dejó de atacarlos. Pero los hizo salir de la ciudad
y purificó las casas donde habían estado los ídolos, y luego entró él
en la ciudad cantando himnos y cantos de alabanza. 48 Sacó de ella
todo objeto impuro, e instaló hombres cumplidores de la ley; fortificó
la ciudad y se construyó una casa para sí mismo.

Conquista de la ciudadela de Jerusalén

49 Como los soldados que estaban en la ciudadela no podían salir al


campo ni volver a entrar, ni comprar ni vender, empezaron a pasar
mucha hambre, de manera que muchos de ellos murieron por esta
razón. 50 Entonces ofrecieron a Simón negociar la rendición, y él la
aceptó; luego los hizo salir de allí y purificó la ciudadela de todas las
impurezas. 51 El día veintitrés del segundo mes del año ciento setenta
y uno, entró Simón en la ciudadela entre cantos de alabanza, con
palmas y al son de arpas, platillos y cítaras, con himnos y cantos,
porque Israel se había visto libre de un terrible enemigo.[c] 52 Simón
decretó que cada año se celebrara con alegría aquella fecha. Fortificó
la colina del templo, del lado de la ciudadela, y él y su gente
establecieron allí su residencia. 53 Viendo Simón que su hijo Juan era
ya todo un hombre, lo nombró comandante en jefe de todos los
ejércitos, con residencia en Guézer.[d]

Macabeos 14Demetrio II cae prisionero

1 En el año ciento setenta y dos,[a] el rey Demetrio reunió sus


ejércitos y se puso en marcha hacia Media en busca de refuerzos para
su guerra con Trifón. 2 El rey Arsaces[b] de Persia y de Media tuvo
noticias de que Demetrio había entrado en su territorio, y envió a uno
de sus generales para que lo capturara vivo. 3 El general fue, derrotó
al ejército de Demetrio, capturó a este y se lo llevó a Arsaces, quien
lo metió en la cárcel.[c]

Elogio de Simón

4 Mientras Simón gobernó,


hubo tranquilidad en Judea.
Buscó el bien para su pueblo.
La gente estuvo contenta
todo el tiempo que duró su glorioso reinado.
5 Entre otras glorias suyas,
conquistó el puerto de Jope,
abriendo una ruta a los países del mar.
6 Extendió las fronteras de su patria
y se hizo dueño de todo el territorio.
7 Hizo que muchos cautivos regresaran a su patria;
se adueñó de Guézer, de Bet-sur
y de la ciudadela de Jerusalén,
y sacó de allí todos los objetos impuros.
No hubo nadie que le opusiera resistencia.
8 La gente cultivaba en paz sus campos,
la tierra producía sus cosechas,
los árboles de la llanura daban sus frutos.
9 Los ancianos, sentados en las plazas,
comentaban la prosperidad de que disfrutaban,
mientras los jóvenes lucían
sus gloriosos uniformes militares.
10 Simón procuró alimentos a las ciudades,
y las dotó de medios de defensa.
Su fama llegó hasta los últimos rincones de la tierra.
11 Restableció la paz en el país,
e Israel sintió una inmensa alegría.
12 Cada uno se sentaba a la sombra de su viña y de su higuera;
no había nadie que les infundiera miedo.
13 Desaparecieron del país los agresores,
y en aquel tiempo fueron derrotados los reyes enemigos.
14 Protegió a los oprimidos de su pueblo,
y exterminó a los impíos y malvados.
Cumplió fielmente la ley,
15 dio esplendor al templo
y lo enriqueció con muchos utensilios sagrados.

Renovación de la amistad con Roma y Esparta

16 Cuando en Roma y en Esparta se recibió la noticia de la muerte de


Jonatán, hubo mucho pesar. 17 Pero al saber que su hermano Simón
lo había sucedido como sumo sacerdote, y que se había adueñado del
país y de sus ciudades, 18 le escribieron en placas de bronce para
renovar la amistad y el pacto que habían hecho con sus hermanos
Judas y Jonatán.[d] 19 Este mensaje fue leído delante del pueblo
reunido en Jerusalén. 20 Esta es la copia de la carta enviada por los
espartanos:
"Los jefes y la ciudad de Esparta saludan a sus hermanos, el sumo
sacerdote Simón, los ancianos, los sacerdotes y el resto del pueblo
judío. 21 Los embajadores que ustedes enviaron a nuestro pueblo nos
han informado de su fama y esplendor. Su venida ha sido para
nosotros motivo de gran alegría. 22 Hemos registrado su informe en
las actas de la nación, en los siguientes términos: 'Numenio, hijo de
Antíoco, y Antípatro, hijo de Jasón, embajadores de los judíos, han
venido a renovar la amistad con nosotros. 23 Al pueblo le ha parecido
bien recibirlos con honores y guardar una copia del mensaje en el
archivo de la nación, como recuerdo para el pueblo de Esparta. Se ha
sacado una copia de este documento para el sumo sacerdote Simón.'
"

Después de esto, Simón envió a Numenio a Roma con un


24
enorme escudo de oro que pesaba cuatrocientos treinta y seis kilos,
para renovar el pacto con ellos.

Decreto en honor de Simón

25 Cuando los israelitas supieron todo esto, dijeron: "¿Cómo


podremos mostrar nuestro agradecimiento a Simón y sus hijos? 26
Pues él, sus hermanos y la familia de su padre se han mantenido
firmes, han luchado contra los enemigos de Israel y los han alejado, y
le han dado al pueblo la libertad." Entonces grabaron una inscripción
en placas de bronce, y la pusieron en un monumento en el monte
Sión. 27 Esta es la copia de la inscripción:
"El día dieciocho del mes de Elul del año ciento setenta y dos,[e] en
el año tercero de ejercer Simón el sumo sacerdocio, en Asaramel, 28
en una gran asamblea de sacerdotes, ciudadanos, jefes de la nación y
ancianos del país, se nos notificó lo siguiente: 29 Mientras que
numerosas guerras afligían al país, Simón, hijo de Matatías y
descendiente de Joiarib, lo mismo que sus hermanos, se expusieron
al peligro resistiendo a los enemigos de su pueblo, para asegurar la
preservación del templo y de las leyes; y así han traído gran gloria a
su nación. 30 Jonatán reunió a su pueblo y fue sumo sacerdote, hasta
que fue a reunirse con sus antepasados difuntos. 31 Los enemigos
resolvieron invadir el país y atacar el templo. 32 Entonces Simón se
puso al frente y luchó por su patria; gastó grandes sumas de su
propio dinero en proveer de armas y en pagar su salario a los
hombres del ejército de su nación; 33 fortificó las ciudades de Judea y
a Bet-sur en la frontera de Judea, donde habían estado anteriormente
las armas del enemigo, y puso allí una guarnición de judíos. 34
También fortificó Jope, puerto marítimo, y Guézer en la frontera con
Azoto, anteriormente ocupada por el enemigo, e instaló allí judíos,
proveyendo a estas ciudades de todo lo necesario para su
restauración. 35 Al ver el pueblo la lealtad de Simón y los deseos que
tenía de dar gloria a su nación, lo nombraron su jefe y sumo
sacerdote, en reconocimiento de todo lo que había hecho, de su
rectitud, de la lealtad que había mostrado para con su nación y de
sus continuos trabajos en favor de la grandeza de su pueblo. 36 En
sus manos tuvo éxito la campaña para eliminar del país a los paganos
y a los que se habían establecido en la Ciudad de David, en
Jerusalén, donde se habían construido una ciudadela, desde donde
salían y contaminaban todos los alrededores del templo, haciendo
grave injuria a la santidad de este lugar. 37 Instaló soldados judíos en
la ciudadela, la fortificó para proteger al país y a la ciudad, y levantó
las murallas de Jerusalén. 38 El rey Demetrio lo confirmó en el cargo
de sumo sacerdote, 39 lo hizo formar parte del grupo de los amigos
del rey, y le concedió grandes honores, 40 pues se enteró de que los
romanos habían dado a los judíos el título de amigos, aliados y
hermanos, y que habían recibido con honores a los embajadores de
Simón; 41 que los judíos y los sacerdotes habían decidido confirmar a
Simón como jefe y sumo sacerdote para siempre, hasta que
apareciera un profeta autorizado, 42-43 y que fuera su jefe militar y se
encargara del templo, nombrando a los encargados de las obras del
mismo, de la administración del país, de los armamentos y de las
fortalezas, y que fuera obedecido por todos; que todos los
documentos oficiales del país se hicieran en su nombre, y que usara
vestiduras de púrpura y broche de oro.
44 "Nadie del pueblo ni de los sacerdotes tendrá derecho a violar
estos decretos, ni a oponerse a las órdenes dadas por Simón, ni a
convocar una asamblea sin su consentimiento, ni a llevar vestiduras
de púrpura o broche de oro. 45 El que desobedezca estos decretos, o
deje de cumplirlos, será castigado. 46 Por decisión unánime del
pueblo se ha decretado que Simón tenga el derecho de actuar de
acuerdo con lo aquí determinado. 47 Simón ha aceptado de buen
grado desempeñar el cargo de sumo sacerdote, y ser jefe militar y
gobernador de los judíos y de los sacerdotes, y estar al frente de
todos los asuntos."

48 Se decidió que este documento fuera grabado en placas de


bronce, y que estas fueran colocadas en el área del templo, en lugar
visible, 49 y que en el tesoro se guardaran copias del mismo a
disposición de Simón y de sus hijos.
Macabeos 15

Antíoco VII confirma a Simón en sus cargos

1 Antíoco, hijo del rey Demetrio,[a] envió desde un lugar de la costa


una carta a Simón, sumo sacerdote y gobernador de los judíos, y a
toda la nación. 2 La carta decía:
"El rey Antíoco saluda al sumo sacerdote y gobernador Simón, y a
la nación judía. 3 Gente malvada se ha apoderado del reino de mis
antepasados, pero yo estoy decidido a recuperarlo, para restablecerlo
como era antiguamente. Con este fin, he reclutado un considerable
número de soldados y he preparado naves de guerra. 4 Tengo
intención de desembarcar en mi país, para castigar a los que
arruinaron nuestra patria y destruyeron muchas ciudades de mi reino.
5 Ahora, pues, yo te confirmo todas las exenciones y todos los demás
privilegios que los reyes mis predecesores te concedieron. 6 Te
permito acuñar moneda propia para que circule legalmente en el país.
7 Jerusalén y el templo serán libres. Todas las armas que has
conseguido y las fortalezas que has construido y que están en tu
poder, seguirán siendo tuyas. 8 Desde ahora y para siempre quedan
canceladas todas las deudas que tengas con el tesoro real y las que
puedas tener en el futuro. 9 Cuando haya reconquistado mi reino, te
concederé grandes honores a ti, a tu pueblo y al templo, de manera
que ustedes sean famosos en toda la tierra."

En el año ciento setenta y cuatro,[b] Antíoco llegó a su patria, y


10
todas las tropas se le unieron, de manera que muy pocos se
quedaron con Trifón. 11 Antíoco lo persiguió, y Trifón tuvo que
refugiarse en el puerto de Dor. 12 Al ver que las tropas lo habían
abandonado, Trifón se dio cuenta de que su situación era muy grave.
13 Antíoco acampó frente a Dor, con ciento veinte mil soldados de
infantería y ocho mil de caballería. 14 Cercó con sus tropas la ciudad,
mientras que las naves la atacaban por mar. Sitió, pues, la ciudad por
tierra y por mar, no dejando que nadie entrara ni saliera.

Promulgación del pacto con Roma

15 Entre tanto, Numenio y sus compañeros regresaron de Roma


trayendo cartas dirigidas a los diversos reyes y países, las cuales
decían lo siguiente:
16 "Lucio, cónsul de los romanos, saluda al rey Tolomeo.[c] 17 El
sumo sacerdote Simón y el pueblo judío, nuestros amigos y aliados,
nos han enviado una delegación para renovar nuestra antigua
amistad y nuestro pacto. 18 Trajeron un escudo de oro que pesa
cuatrocientos treinta y seis kilos. 19 En consecuencia, hemos decidido
escribir a los diversos reyes y países para pedirles que no causen
ningún mal a los judíos, ni les hagan la guerra a ellos, a sus ciudades
o a su país, ni se alíen con sus enemigos. 20 Decidimos aceptar el
escudo que nos trajeron. 21 Si algunos malvados han escapado del
país de los judíos y han llegado a ustedes, entréguenselos al sumo
sacerdote Simón, para que los castigue según la ley de los judíos."

22 Igual carta escribió al rey Demetrio, a Átalo, a Ariarate, a


Arsaces 23 y a todos los países: a Sampsame, Esparta, Delos, Mindos,
Sición, Caria, Samos, Panfilia, Licia, Halicarnaso, Rodas, Faselis, Cos,
Side, Arvad, Gortina, Cnido, Chipre y Cirene. 24 Al sumo sacerdote
Simón le enviaron una copia.

Antíoco VII rompe su amistad con Simón

25 El rey Antíoco acampó en uno de los suburbios de Dor, y la


mantuvo bajo continuos ataques; construyó máquinas de guerra y
cercó a Trifón para impedir que nadie pudiera entrar o salir.

26 Simón le envió a Antíoco dos mil soldados escogidos, para que


lo ayudaran, y también plata, oro y armamento. 27 Pero Antíoco no
quiso aceptarlos, sino que anuló todos los convenios que había hecho
anteriormente con Simón, y rompió con él. 28 Envió a Atenobio, uno
del grupo de amigos del rey, a conferenciar con Simón. Lo envió con
este mensaje: "Ustedes se han apoderado de Jope, de Guézer y de la
ciudadela de Jerusalén, ciudades de mi reino. 29 Han destruido esos
territorios, han causado grandes males en el país y se han adueñado
de muchos lugares de mi reino. 30 Así que devuélvanme ahora las
ciudades que han ocupado, y entreguen los impuestos que han
cobrado en los lugares que están fuera del territorio de Judea. 31 Si
no, paguen por ellos dieciséis mil quinientos kilos de plata, y otro
tanto como compensación por las destrucciones que causaron y por
los impuestos de esas ciudades. Si no lo hacen, les declararé la
guerra a ustedes."

32 Atenobio, amigo del rey, fue a Jerusalén, y después de ver


maravillado el esplendor de Simón, su vajilla de oro y plata, y toda su
riqueza, comunicó a Simón el mensaje del rey. 33 Simón respondió:
"Nosotros no hemos ocupado territorio ajeno, ni nos hemos
apoderado de cosas ajenas, sino de la herencia que nos dejaron
nuestros antepasados, de la que en algún tiempo se habían
apoderado injustamente nuestros enemigos. 34 Nosotros
aprovechamos la oportunidad para recuperar la herencia de nuestros
antepasados. 35 En cuanto a Jope y Guézer, que usted reclama: estas
ciudades hacían muchos males a nuestro pueblo y a nuestro país. Por
ellas le ofrecemos tres mil trescientos kilos de plata."

36 Atenobio no respondió palabra. Regresó enojado adonde estaba


el rey, y lo informó de la respuesta de Simón, de su esplendor y, en
una palabra, de todo lo que había visto. El rey se puso terriblemente
furioso.

37 Entre tanto, Trifón se embarcó en una nave y huyó a Ortosia. 38


Entonces el rey nombró a Cendebeo general en jefe de la región de la
costa, y le dio tropas de infantería y caballería 39 con órdenes de
tomar posiciones frente a Judea, de reconstruir Cedrón, de fortificar
las puertas y de hacer la guerra al pueblo judío. Mientras tanto, el rey
perseguiría a Trifón. 40 Cendebeo llegó a Jabnia y comenzó a provocar
al pueblo judío, a hacer incursiones en Judea y a tomar prisioneros y
matar a muchos. 41 Reconstruyó Cedrón y estacionó allí caballería y
otras tropas, para que hicieran salidas y patrullaran por los caminos
de Judea, como el rey le había ordenado.

Macabeos 16

Victoria de los hijos de Simón sobre Cendebeo

1 Juan fue de Guézer a avisar a su padre Simón de lo que estaba


haciendo Cendebeo. 2 Simón llamó a sus dos hijos mayores, Judas y
Juan, y les dijo: "Mis hermanos y yo, y toda la familia de mi padre,
hemos luchado contra los enemigos de Israel desde nuestra juventud
hasta el día de hoy, y en muchas ocasiones hemos logrado la
liberación de Israel. 3 Yo ahora ya soy viejo, pero por la misericordia
divina ustedes están en el vigor de su edad. Tomen mi lugar y el de
mi hermano, y salgan a luchar por nuestra patria. ¡Que Dios los
ayude!"

4Simón escogió en el país veinte mil guerreros de infantería y de


caballería, que salieron a enfrentarse con Cendebeo. Después de
pasar la noche en Modín, 5 se levantaron temprano y se dirigieron a
la llanura. Allí les salió al encuentro un enorme ejército de infantería y
caballería. Un torrente separaba los dos ejércitos. 6 Juan y su ejército
tomaron posiciones frente a sus enemigos; pero al ver que sus
soldados tenían miedo de cruzar el torrente, Juan pasó primero. Al
verlo, sus hombres lo siguieron. 7 Como la caballería enemiga era
muy numerosa, Juan dividió su infantería en dos alas y puso la
caballería en medio de ellas. 8 Tocaron las trompetas, y Cendebeo y
su ejército fueron derrotados. Tuvieron muchas bajas, y los que
quedaron con vida huyeron a la fortaleza. 9 En esta acción fue herido
Judas, el hermano de Juan. Juan persiguió a los que huyeron, y llegó
hasta Cedrón, lugar que Cendebeo había reconstruido. 10 Los
enemigos se refugiaron también en las torres que había en los
campos de Azoto, pero Juan incendió la ciudad. Murieron unos dos
mil enemigos, y Juan regresó sano y salvo a Judea.

Simón es muerto a traición

11 Tolomeo, hijo de Abub, había sido nombrado jefe militar de la


llanura de Jericó. Tenía gran cantidad de oro y plata, 12 pues era
yerno del sumo sacerdote; 13 pero se llenó de ambición y quiso
adueñarse del país. Entonces tramó traicionar a Simón y a sus hijos,
para eliminarlos. 14 Simón estaba haciendo una visita de inspección
por las ciudades del país, para atender a las necesidades de aquellas,
y llegó a Jericó en compañía de sus hijos Matatías y Judas, en el
undécimo mes, el mes de Sebat, del año ciento setenta y siete.[a] 15 El
hijo de Abub los recibió hipócritamente en la pequeña fortaleza
llamada Doc, que él había construido, y allí les ofreció un gran
banquete. Pero tenía allí gente escondida, 16 y cuando Simón y sus
hijos habían bebido bastante, Tolomeo y sus amigos empuñaron las
armas y se precipitaron en la sala del banquete. Atacaron a Simón y
lo mataron a él, a sus dos hijos y a algunos de sus criados. 17 Fue un
terrible crimen, en el que Tolomeo pagó el bien con el mal.

Tolomeo escribió un informe y se lo envió al rey, pidiéndole que


18
le enviara tropas que lo apoyaran, y que le diera autoridad sobre las
ciudades y sobre todo el país. 19 Envió también otros hombres a
Guézer para que mataran a Juan. Mandó asimismo cartas a los jefes
del ejército, pidiéndoles que se unieran a él y prometiéndoles oro,
plata y otros regalos. 20 A otros los envió a apoderarse de Jerusalén y
de la colina del templo. 21 Sin embargo, alguien se adelantó corriendo
a Guézer, y contó a Juan que su padre y sus hermanos habían
muerto, y que Tolomeo había enviado gente a matarlo también a él.
22 Al oir esto, Juan se puso fuera de sí y, agarrando a los hombres
que habían venido a matarlo, los mató; pues descubrió el plan que
ellos tenían de asesinarlo.

23 El resto de la historia de Juan, donde se habla de sus guerras y


de las hazañas que realizó, y de cómo reconstruyó las murallas, y de
otras cosas que hizo, 24 está escrito en los anales de su pontificado,
desde el día en que sucedió a su padre en el cargo de sumo
sacerdote.[b]

2 Macabeos 1

Primera carta a los judíos de Egipto

1 "Los judíos de Jerusalén y de la región de Judea saludan a sus


hermanos judíos de Egipto y les desean completo bienestar. 2 Que
Dios los llene de sus beneficios en recuerdo de la alianza que hizo con
Abraham, Isaac y Jacob, sus siervos fieles;[a] 3 que les dé a todos la
disposición de honrarlo y cumplir su voluntad con corazón grande y
ánimo generoso, 4 que disponga sus corazones para cumplir su ley y
sus mandatos, que les dé paz, 5 y que escuche sus oraciones y se
reconcilie con ustedes y no los abandone en sus dificultades. 6 Esto
es lo que ahora pedimos para ustedes en nuestra oración.
7 "Ya en el año ciento sesenta y nueve,[b] durante el reinado de
Demetrio,[c] nosotros los judíos les escribimos a ustedes. Nos
encontrábamos entonces en medio de la gran persecución y crisis que
se desataron en esos años, después que Jasón y sus seguidores
traicionaron la tierra santa y su gobierno,[d] 8 e incendiaron la puerta
principal del templo[e] y asesinaron a gente inocente. Pero hicimos
súplicas al Señor, y él nos escuchó; le presentamos un sacrificio y una
ofrenda de cereales, encendimos las lámparas y colocamos sobre la
mesa los panes consagrados. 9 Ahora les escribimos de nuevo a
ustedes, para recomendarles que celebren la fiesta de las Enramadas
en el mes de Quisleu.[f]
"Escrita en el año ciento ochenta y ocho."[g]

Segunda carta a los judíos de Egipto

10 "Los habitantes de Jerusalén y de Judea, y el consejo de


ancianos y Judas, saludan a Aristóbulo, consejero del rey Tolomeo,[h]
de la familia de los sacerdotes consagrados, lo mismo que a los
demás judíos que viven en Egipto, y les desean prosperidad.
11 "Librados por Dios de grandes peligros, le damos gracias de
todo corazón, ya que él combate contra el rey en nuestro favor,[i] 12
pues expulsó a los que luchaban contra la ciudad santa. 13 En efecto,
cuando el rey fue a Persia con un ejército que parecía invencible,
fueron descuartizados en el templo de la diosa Nanea, engañados por
los sacerdotes de la diosa.[j] 14 Pues fingiendo celebrar matrimonio
con la diosa, el rey Antíoco, acompañado de sus amigos, fue a ese
lugar para tomar, como regalo de bodas, las enormes riquezas del
templo. 15 Los sacerdotes de Nanea las expusieron, y el rey Antíoco
se presentó con algunas pocas personas en el interior del templo.
Cuando estuvo dentro, los sacerdotes cerraron las puertas. 16
Entonces abrieron una ventana secreta que había en el techo, y a
pedradas mataron al rey y a sus amigos. Luego les cortaron la
cabeza, los brazos y las piernas, y los echaron a los que estaban
fuera.[k] 17 ¡Bendito sea siempre nuestro Dios, que entregó a los
impíos a la muerte!
18 "Como estamos para celebrar la purificación del templo el día
veinticinco del mes de Quisleu, hemos juzgado conveniente
escribirles, para recomendarles que también ustedes celebren la
fiesta de las Enramadas,[l] en honor del fuego que apareció cuando
Nehemías, después de reconstruir el templo y el altar, ofreció
sacrificios.[m] 19 Pues cuando nuestros antepasados fueron llevados a
Persia,[n] los piadosos sacerdotes que había entonces tomaron el fuego
del altar y lo escondieron en una cisterna sin agua; allí lo guardaron
tan bien que nadie conoció el lugar. 20 Pasados muchos años, en el
momento dispuesto por Dios, Nehemías fue enviado a Judea por el
rey de Persia, y mandó a los descendientes de los sacerdotes que
habían escondido el fuego, a que lo buscaran. Pero ellos informaron
que no habían encontrado el fuego, sino un líquido espeso. Nehemías
les mandó sacar de aquel líquido y llevárselo.[o] 21 Cuando todo
estaba listo para el sacrificio, Nehemías ordenó a los sacerdotes que
rociaran con ese líquido la leña y lo que estaba colocado sobre ella.
22 Así se hizo, y al cabo de un rato brilló el sol, que había estado
oculto por una nube; entonces se encendió un gran fuego, que causó
la admiración de todos. 23 Mientras se consumía el sacrificio, los
sacerdotes oraban, y a los sacerdotes se unieron todos los demás.
Jonatán comenzaba la oración, y los demás, con Nehemías a la
cabeza, respondían. 24 La oración era: 'Señor, Señor y Dios, creador
de todas las cosas, temible y fuerte, justo y compasivo, el único Rey,
el único bienhechor, 25 el único generoso, el único justo,
todopoderoso y eterno, que salvas a Israel de toda calamidad, que
escogiste a nuestros antepasados y los consagraste a ti:[p] 26 acepta
este sacrificio que te ofrecemos en favor de todo Israel. Él es el
pueblo de tu propiedad: protégelo y conságralo a ti.[q] 27 Reúne a
aquellos de nosotros que están desterrados,[r] da libertad a los que
están en esclavitud en medio de las naciones paganas, y mira con
bondad a los despreciados y odiados, para que las naciones paganas
reconozcan que solo tú eres nuestro Dios. 28 Castiga a los que nos
oprimen y nos insultan con insolencia, 29 y arraiga a tu pueblo en la
tierra consagrada a ti, como lo dijo Moisés.'[s]
30 "Mientras tanto, los sacerdotes cantaban los salmos. 31 Cuando
se consumió el sacrificio, Nehemías ordenó que el líquido sobrante lo
derramaran encima de unas grandes piedras. 32 Cuando hicieron
esto, se encendió una llama que fue absorbida por la luz que brillaba
en el altar.
33 "El hecho se hizo público, y hasta el rey de Persia se enteró de
que, en el lugar donde los sacerdotes llevados cautivos habían
escondido el fuego, había aparecido un líquido que Nehemías y sus
compañeros habían utilizado para quemar los animales del sacrificio.
34 Entonces el rey, después de comprobar el hecho, mandó construir
un muro alrededor de aquel lugar y lo declaró sagrado; 35 y a los
encargados de cuidar el lugar les daba ricos regalos de las ofrendas
que recibía. 36 Los compañeros de Nehemías llamaron a aquel líquido
'neftar', que significa purificación, pero la mayoría de la gente lo
llama 'nafta'.

Macabeos 2

1 "En los documentos se dice que el profeta Jeremías ordenó a los


desterrados tomar el fuego, como ya se ha dicho, 2 y que, dándoles la
ley, les mandó que no se olvidaran de los mandamientos del Señor ni
se dejaran engañar al ver las estatuas de oro y plata de los falsos
dioses, y los adornos que las cubrían. 3 Y les dijo otras muchas cosas,
para recomendarles que no abandonaran la ley.
4 "Estaba escrito también en ese documento que el profeta, por
instrucciones de Dios, se había hecho acompañar por la tienda del
encuentro con Dios y el arca de la alianza, y que se había dirigido al
monte desde el cual Moisés había visto la Tierra prometida por Dios, 5
y que, al llegar allí, Jeremías había encontrado una cueva, en la que
depositó el arca de la alianza, la tienda y el altar de los inciensos,
después de lo cual tapó la entrada. 6 Algunos de los acompañantes
volvieron después para poner señales en el camino, pero ya no
pudieron encontrarlo. 7 Jeremías, al saber esto, los reprendió
diciéndoles: 'Ese lugar debe quedar desconocido hasta que Dios tenga
compasión de su pueblo y vuelva a reunirlo. 8 Entonces el Señor hará
conocer nuevamente esos objetos; y aparecerán la gloria del Señor y
la nube, como aparecieron en tiempos de Moisés y cuando Salomón
pidió al Señor que el templo fuera gloriosamente consagrado.'[a]
9 "Se contaba igualmente en ese documento cómo Salomón, que
poseía la sabiduría, ofreció el sacrificio de la consagración e
inauguración del templo, 10 y que, así como Moisés oró al Señor y del
cielo bajó un fuego que consumió el sacrificio,[b] del mismo modo
Salomón oró, y bajó del cielo un fuego que consumió todos los
animales ofrecidos en holocausto.[c] 11 Moisés había dicho: 'Como el
sacrificio ofrecido por el pecado no fue comido, ha sido consumido por
el fuego.'[d] 12 Salomón, asimismo, celebró ocho días de fiesta.
13 "Esto también se contaba en los documentos y memorias de
Nehemías, y además se contaba cómo este reunió la colección de los
libros que contenían las crónicas de los reyes, los escritos de los
profetas, los salmos de David y las cartas de los reyes sobre las
ofrendas. 14 De igual manera, Judas ha reunido todos los libros
dispersos por causa de la guerra que nos han hecho, y ahora esos
libros están en nuestras manos. 15 Si ustedes tienen necesidad de
ellos, envíen algunas personas para que se los lleven.
16 "Ya que nos estamos preparando para celebrar la purificación del
templo, les escribimos para recomendarles que también ustedes
celebren esta fiesta. 17 Dios ha salvado a todo su pueblo, y ha dado a
todos la herencia, el reino y el sacerdocio, y nos ha consagrado a él,
18 como lo había prometido por la ley; por eso, confiamos en que
también tendrá compasión de nosotros y nos reunirá en la tierra
consagrada a él, llevándonos desde todos los lugares del mundo,
pues él nos ha librado de muchas calamidades y ha purificado el
templo."

Prólogo del autor

19 Jasón de Cirene escribió la historia de Judas Macabeo y sus


hermanos, de la purificación del gran templo, de la consagración del
altar, 20 de las guerras contra el rey Antíoco Epífanes y su hijo
Eupátor,[e] 21 y de las manifestaciones gloriosas de Dios en favor de
los valientes que lucharon varonilmente por el judaísmo, las cuales
hicieron posible que estos, aunque pocos en número, devastaran todo
el país e hicieran huir a los ejércitos extranjeros. 22 Recuperaron el
templo, famoso en todo el mundo; libraron a la ciudad de Jerusalén,
y restablecieron las leyes que iban a ser suprimidas, pues el Señor
fue sumamente bondadoso con ellos. 23 Pero nosotros procuraremos
resumir en un solo libro lo que Jasón escribió en cinco.

24Considerando la cantidad de números y la dificultad que, por la


abundancia de materia, se presenta a los que quieren seguir
minuciosamente las narraciones de la historia, 25 nos esforzaremos
por ofrecer entretenimiento a los que leen por el solo gusto de leer;
facilidad a los que quieren aprender de memoria y, en fin, utilidad a
todos los que lean este libro. 26 Para nosotros, que emprendimos la
dura tarea de resumir la obra, fue una labor difícil que nos costó
muchos sudores y desvelos, 27 tanto como el trabajo de quien
prepara un banquete y quiere agradar a los demás. Por nuestra parte,
para ser útiles a todos, soportaremos gustosamente la fatiga. 28
Dejaremos al historiador la discusión minuciosa de los detalles, para
concretarnos a seguir las normas del resumen. 29 De la misma
manera que el arquitecto de una casa nueva se preocupa de todo el
edificio, mientras que a los pintores y decoradores les toca lo
referente a la ornamentación, así nos parece que debe ser nuestra
tarea: 30 al autor original de una historia le corresponde profundizar
en la materia, tratar extensamente los temas, descender a los
detalles; 31 pero el que hace un resumen debe ser breve en la
expresión y no tratar de hacer una exposición completa de los
hechos. 32 Comencemos, pues, nuestra narración, sin añadir más
cosas a lo que ya hemos dicho; porque sería absurdo alargarnos en la
introducción y luego acortar la historia misma.

Macabeos 3

Dios protege los tesoros del templo

1 En tiempos del sumo sacerdote Onías,[a] la ciudad santa de


Jerusalén vivía en completa paz, y las leyes eran cumplidas del modo
más exacto, porque él era un hombre piadoso, que odiaba la maldad.
2 Los mismos reyes rendían honores al santuario y aumentaban la
gloria del templo con magníficos regalos. 3 Aun Seleuco,[b] rey de Asia,
sostenía de sus propias rentas los gastos para la celebración de los
sacrificios.

Pero un cierto Simón, del turno sacerdotal de Bilgá[c] y


4
administrador del templo, se disgustó con el sumo sacerdote Onías
por causa de la administración del mercado de la ciudad. 5 Al no
poder imponerse a Onías, fue a hablar con Apolonio de Tarso, que en
aquel tiempo era jefe militar de las provincias de Celesiria y Fenicia, 6
y le contó que en el tesoro del templo de Jerusalén había
incalculables riquezas, que la cantidad de dinero depositado era
incontable, mucho más de lo que se necesitaba para los gastos de los
sacrificios, y que, por lo tanto, el rey podía apoderarse del tesoro. 7
Apolonio fue a ver al rey y lo puso al corriente del asunto de los
tesoros del templo. Entonces el rey confió a Heliodoro, el encargado
del gobierno, la misión de apoderarse de aquellas riquezas.

8 Heliodoro se puso inmediatamente en camino, con el pretexto de


visitar las ciudades de Celesiria y Fenicia, pero en realidad lo hacía
para llevar a efecto las intenciones del rey. 9 Cuando llegó a
Jerusalén, fue recibido amistosamente por el sumo sacerdote y los
habitantes de la ciudad, a quienes expuso lo que le habían dicho
acerca del tesoro del templo, y manifestó el motivo de su venida.
Preguntó, entonces, si era cierto lo que le habían contado. 10 El sumo
sacerdote le explicó que el dinero depositado pertenecía a las viudas
y los huérfanos, 11 y que una parte era de Hircano, hijo de Tobías,
personaje que ocupaba un cargo importante. Así pues, las
afirmaciones del impío Simón eran falsas. Le explicó que todo el
dinero depositado sumaba la cantidad de trece mil doscientos kilos de
plata y seis mil seiscientos kilos de oro, 12 y que de ningún modo se
podía cometer una injusticia con los que habían confiado en la
santidad del lugar y en el carácter sagrado e inviolable de aquel
templo venerado en todo el mundo. 13 Pero Heliodoro, en virtud de
las órdenes que había recibido del rey, insistía en que el dinero debía
ser entregado al tesoro real.

14 En el día señalado por él, entró en el templo para hacer el


inventario del tesoro, y en toda la ciudad hubo una gran
preocupación. 15 Los sacerdotes, con vestiduras sacerdotales, estaban
arrodillados delante del altar e invocaban a Dios, autor de la ley sobre
los depósitos, y le suplicaban que guardara intactos los bienes de
quienes los habían dejado allí. 16 El aspecto del sumo sacerdote
impresionaba profundamente a quienes lo miraban: su rostro y la
palidez de su semblante manifestaban la angustia de su alma; 17 el
miedo y el temor que se habían apoderado de él mostraban a quienes
lo miraban el dolor profundo de su corazón. 18 La gente se precipitaba
en tropel a las calles para orar en común por el templo, que estaba
en peligro de ser profanado. 19 Las mujeres, vestidas de luto y con el
pecho descubierto, llenaban las calles. De las más jóvenes, que
ordinariamente eran obligadas a permanecer en su casa, algunas
corrían hasta las puertas y otras subían a los muros o se asomaban
por las ventanas, 20 y todas, con las manos levantadas al cielo,
elevaban su oración. 21 Daba compasión ver a la gente, de rodillas y
en desorden, y la preocupación del sumo sacerdote, presa de una
gran angustia.
22 Mientras se hacían súplicas al Señor todopoderoso para que
guardara intactos y seguros los depósitos de quienes los habían
dejado en el templo, 23 Heliodoro se disponía a ejecutar su decisión.
24 Pero cuando él y sus acompañantes se encontraban ya junto al
tesoro, el Señor de los espíritus y de todo poder se manifestó con
gran majestad, de modo que a todos los que se habían atrevido a
entrar los aterró el poder de Dios, y quedaron sin fuerzas ni valor. 25
Pues se les apareció un caballo, ricamente adornado y montado por
un jinete terrible, que levantando los cascos delanteros se lanzó con
violencia contra Heliodoro. El jinete vestía una armadura de oro. 26
Aparecieron también dos jóvenes de extraordinaria fuerza y gran
belleza, magníficamente vestidos. Se colocaron uno a cada lado de
Heliodoro, y sin parar lo azotaron descargando golpes sobre él. 27
Heliodoro cayó inmediatamente a tierra sin ver absolutamente nada.
Rápidamente lo levantaron y lo colocaron en una camilla. 28 Y así, a
Heliodoro, que con gran acompañamiento y con toda su guardia había
entrado en la sala del tesoro, tuvieron que llevárselo a cuestas,
incapaz ahora de valerse por sí mismo, mientras reconocían
claramente el poder de Dios.

29 Y en tanto que por la fuerza de Dios aquel hombre quedaba


derribado, mudo y sin esperanza de salvación, 30 los judíos daban
gracias al Señor, que había mostrado su gloria en el santuario; y el
templo, en donde poco antes habían reinado el miedo y la confusión,
estaba ahora lleno de alegría y gozo por la manifestación del Señor
todopoderoso.

31 Los amigos de Heliodoro corrieron a pedir a Onías que hiciera


una oración al Dios altísimo, para que le perdonara la vida a
Heliodoro, que ya estaba a punto de morir. 32 El sumo sacerdote,
temeroso de que el rey sospechara que los judíos habían atentado
contra la vida de Heliodoro, ofreció un sacrificio por su curación. 33 Y
al ofrecer el sumo sacerdote el sacrificio por el pecado, los mismos
jóvenes, vestidos con las mismas vestiduras, se aparecieron
nuevamente a Heliodoro, se pusieron de pie junto a él y le dijeron:
"Da muchas gracias al sumo sacerdote Onías; por su oración, el
Señor te perdona la vida. 34 Y ahora que has recibido el castigo de
Dios, proclama a todos su gran poder." Dichas esta palabras,
desaparecieron.

35 Heliodoro ofreció un sacrificio e hizo grandes promesas al Señor


por haberle conservado la vida, y despidiéndose de Onías volvió con
sus tropas al rey. 36 A todos hablaba de lo que el Dios altísimo había
hecho, y que él había visto con sus propios ojos.

37 El rey, entonces, le preguntó a Heliodoro a quién podría enviar


de nuevo a Jerusalén, y él respondió: 38 "Si Su Majestad tiene algún
enemigo o uno que conspire contra su gobierno, envíelo allá, y si
logra sobrevivir, volverá a Su Majestad despedazado por los azotes,
pues ciertamente en ese lugar hay un poder divino. 39 El que vive en
el cielo vela sobre ese lugar y lo protege; a los que van allí con malas
intenciones, los golpea y los hace morir."

40Esta es la historia de Heliodoro y de la conservación del tesoro


del templo.

de Benjamín.

Macabeos 4

Onías acude al rey

1 Simón, de quien ya se ha hablado antes, que traicionó a su patria


propagando las falsas noticias acerca del tesoro del templo,
calumniaba a Onías diciendo que él había atacado a Heliodoro y le
había causado esos males. 2 Se atrevió a llamar enemigo de los
intereses públicos a Onías, el benefactor de la ciudad, protector de
sus compatriotas y celoso defensor de las leyes. 3 La enemistad
creció a tal punto, que uno de los hombres de confianza de Simón
cometió algunos asesinatos. 4 Considerando Onías que tal rivalidad
era perjudicial, y viendo que Apolonio, hijo de Menesteo, jefe militar
de las provincias de Celesiria y Fenicia, fomentaba la maldad de
Simón, 5 se dirigió al rey, no para acusar a sus conciudadanos sino
buscando el interés general y particular de todo el pueblo, 6 pues veía
que sin una intervención del rey sería imposible alcanzar la paz
pública y que Simón pusiera fin a su locura.

Antíoco IV Epífanes: introducción de costumbres paganas en

Israel

(1 Mac 1.10-15)

7 Cuando Seleuco murió, lo sucedió Antíoco, conocido con el nombre


de Epífanes. Entonces Jasón, hermano de Onías, compró con dinero
el cargo de sumo sacerdote; 8 en una entrevista con el rey, prometió
darle once mil ochocientos ochenta kilos de plata como tributo, más
otros dos mil seiscientos cuarenta de entradas adicionales. 9 Se
comprometió, además, a pagar casi cinco mil kilos de plata, si lo
autorizaba a establecer, por cuenta propia, un gimnasio y un centro
de deportes y cultura griega, y si daba a los habitantes de Jerusalén
el derecho de ciudadanos de Antioquía. 10 El rey le concedió lo que
pedía, y desde que Jasón tomó posesión del cargo, fomentó entre sus
compatriotas la manera griega de vivir. 11 Renunció a los privilegios
que bondadosamente los reyes habían concedido a los judíos por
intercesión de Juan, el padre de Eupólemo. Este Eupólemo es el
mismo que fue enviado a hacer un tratado de amistad y pacto con los
romanos.[a] Jasón suprimió además las costumbres conformes con la
ley e introdujo otras contrarias a ella.[b] 12 Se apresuró a construir un
gimnasio al pie de la ciudadela,[c] e hizo que los jóvenes más
sobresalientes se dedicaran a los ejercicios del gimnasio.[d] 13 La
extremada maldad del impío y falso sumo sacerdote Jasón hizo que
por todas partes se propagara la manera griega de vivir, y que
aumentara el deseo de imitar lo extranjero. 14 Así, los sacerdotes
dejaron de mostrar interés por el servicio del altar, y ellos mismos,
despreciando el templo y descuidando los sacrificios, en cuanto
sonaba la señal se apresuraban a ayudar a los luchadores a
entrenarse en los ejercicios prohibidos por la ley. 15 Despreciaban por
completo los honores de la propia patria, y estimaban en sumo grado
las glorias de los griegos. 16 Pero precisamente por eso se vieron en
una situación difícil: aquellos mismos a quienes se propusieron seguir
y copiar en todo, fueron después sus enemigos y verdugos. 17 Porque
la violación de las leyes divinas no queda sin castigo, como lo
demuestra la historia que sigue.

18 Al celebrarse en Tiro, en presencia del rey, los juegos que tenían


lugar cada cuatro años, 19 el malvado Jasón envió, como
representantes de Jerusalén, a algunos en calidad de ciudadanos de
Antioquía, para presenciar los juegos, y les dio trescientas monedas
de plata para el sacrificio al dios Hércules; pero ellos mismos
pensaron que no convenía emplear ese dinero en el sacrificio, sino
más bien en otros gastos. 20 Y así, el dinero destinado por Jasón para
el sacrificio en honor de Hércules, fue dedicado, por quienes lo
llevaban, a equipar barcos de remos.

21 Cuando Apolonio, hijo de Menesteo, fue a Egipto para asistir


como delegado a la coronación del rey Filométor,[e] supo Antíoco que
Filométor era contrario a su política, y se preocupó por tomar
medidas de seguridad. Por eso se dirigió a la ciudad de Jope, y de allí
marchó a Jerusalén. 22 Jasón y la ciudad le hicieron un gran
recibimiento a la luz de antorchas y entre aclamaciones. Después
Antíoco acampó con su ejército en la región de Fenicia.

Menelao, sumo sacerdote

23 Tres años más tarde, Jasón envió a Menelao, hermano del Simón
antes mencionado,[f] para llevar el dinero prometido[g] al rey y tratar
asuntos urgentes. 24 Pero Menelao, al presentarse ante el rey, se
ganó su favor haciéndose pasar por un personaje importante y,
ofreciéndole nueve mil novecientos kilos de plata más que Jasón,
logró que le diera a él el cargo de sumo sacerdote. 25 Tan pronto
como recibió el nombramiento de manos del rey,[h] regresó; pero no
mostraba reunir las cualidades de un sumo sacerdote, sino los
sentimientos de un tirano cruel y el furor de una fiera salvaje. 26 De
este modo, Jasón, que había suplantado a su propio hermano, fue a
su vez suplantado por otro, y se vio obligado a huir al territorio de
Amón.

27 Pero Menelao, una vez que obtuvo el cargo, no se preocupó ya


por pagar al rey el dinero prometido, 28 a pesar de las reclamaciones
que le hacía Sóstrates, comandante de la ciudadela, a quien le
correspondía cobrar los impuestos. Por esta causa, los dos fueron
llamados por el rey. 29 Entonces Menelao dejó en lugar suyo, como
sumo sacerdote, a su hermano Lisímaco, y Sóstrates dejó a Crates,
jefe de los soldados de Chipre.

Asesinato de Onías

30 Mientras esto sucedía, los ciudadanos de Tarso y de Malos se


rebelaron, porque sus ciudades habían sido dadas como regalo a
Antióquida, concubina del rey. 31 El rey partió rápidamente para
imponer orden, dejando como encargado del poder a Antíoco, uno de
los personajes más importantes.

32 Pensando que la ocasión le era favorable, Menelao robó algunos


objetos de oro del templo; unos se los regaló a Andrónico, y otros
logró venderlos en Tiro y las ciudades vecinas. 33 Cuando de buenas
fuentes Onías se enteró de esto, se retiró a Dafne, cerca de
Antioquía, lugar en donde no lo podían atacar, y desde allí le reprochó
a Menelao su proceder. 34 Menelao, entonces, acercándose en privado
a Andrónico, empezó a urgirle que matara a Onías. Andrónico fue al
lugar donde estaba Onías, y dándole la mano le juró falsamente que
no le haría nada. Onías se resistía a creerle, pero al fin se dejó
convencer y salió del lugar de refugio. Inmediatamente Andrónico lo
mató, sin ningún miramiento por la justicia.

35 Por esta causa, no solo los judíos, sino también muchos de otras
naciones, se indignaron y enojaron por la injusta muerte de aquel
hombre.[i] 36 Y cuando el rey regresó de Cilicia, los judíos de la ciudad
fueron a hablar con él acerca del asesinato de Onías; los griegos
reprobaban, lo mismo que ellos, ese crimen. 37 Antíoco,
profundamente afectado y movido a compasión, lloró al recordar la
prudencia y sensatez del difunto. 38 Lleno de indignación, despojó
inmediatamente a Andrónico de su manto color púrpura y le rasgó las
vestiduras, luego lo hizo llevar por toda la ciudad hasta el lugar en
que había cometido su impío crimen contra Onías, y allí libró al
mundo de semejante asesino. Así el Señor le dio el castigo que
merecía.

Intrigas de Menelao
39 Con la complicidad de Menelao, Lisímaco cometió en Jerusalén
muchos robos de objetos sagrados. Al saberlo, el pueblo se levantó
contra Lisímaco; pero para entonces ya muchos objetos de oro habían
desaparecido. 40 Viendo que la gente, enfurecida, empezaba a
rebelarse, armó Lisímaco cerca de tres mil hombres y dio comienzo a
una injusta represión, dirigida por un tal Auranos, hombre tan
entrado en años como descentrado en juicio. 41 Cuando la gente vio
que Lisímaco los atacaba, unos reunieron piedras, otros tomaron
palos pesados, otros recogieron con la mano la ceniza que había en el
suelo y, en medio de una gran confusión, comenzaron a lanzarlo todo
contra los hombres de Lisímaco. 42 De esta forma, a muchos de ellos
los hirieron y a otros los mataron, y a todos los demás los pusieron
en fuga; y al profanador Lisímaco lo mataron junto al tesoro del
templo.

43 Por estos acontecimientos se siguió un juicio en contra de


Menelao. 44 Cuando el rey fue a Tiro, tres hombres enviados por el
consejo de ancianos de los judíos acusaron a Menelao ante el rey. 45
Menelao, viéndose ya perdido, ofreció mucho dinero a Tolomeo, hijo
de Dorimeno, para que convenciera al rey en su favor.[j] 46 Así pues,
Tolomeo, llevando al rey a una galería con el pretexto de refrescarse,
lo hizo cambiar de opinión. 47 De esta manera, el rey absolvió de las
acusaciones a Menelao, autor de todos estos males, y condenó a
muerte a los pobres acusadores, a quienes aun los salvajes hubieran
declarado inocentes. 48 Ellos, que habían querido defender la ciudad,
y a sus habitantes y los objetos de culto, sufrieron sin más el injusto
castigo. 49 Por esta razón, algunos habitantes de Tiro, disgustados
por tanta maldad, costearon con generosidad los gastos de sus
funerales. 50 Menelao, gracias a la codicia de los poderosos,
permaneció en su cargo, y fue de mal en peor, llegando a ser el
mayor enemigo de sus conciudadanos.

Macabeos 5

Muerte de Jasón

1 Por aquel tiempo, Antíoco se preparaba para su segunda expedición


contra Egipto. 2 Entonces, durante casi cuarenta días, aparecieron en
toda la ciudad jinetes con armadura de oro, armados y organizados
en escuadrones, que corrían por el aire con las espadas
desenvainadas; 3 compañías de caballería en orden de batalla, con
ataques y asaltos de una y de otra parte, con agitar de escudos y con
lanzas innumerables, tiros de flechas, relampaguear de armaduras de
oro y corazas de todo tipo. 4 Todos pedían a Dios que estas visiones
anunciaran algo bueno.

5 Habiendo circulado el falso rumor de la muerte de Antíoco,


Jasón[a] tomó no menos de mil hombres y, sin previo aviso, atacó la
ciudad. Finalmente, después de haber rechazado a los que defendían
las murallas, Jasón tomó la ciudad, y Menelao buscó refugio en la
ciudadela. 6 Jasón degolló sin compasión a muchos de sus propios
conciudadanos, no comprendiendo que la victoria sobre sus
compatriotas era la mayor derrota; pero él pensaba que estaba
celebrando el triunfo sobre sus enemigos y no sobre sus paisanos. 7
Sin embargo no logró conquistar el poder, sino que el único resultado
de su traición fue la humillación, y huyó de nuevo hacia el territorio
de Amón. 8 Su conducta perversa tuvo un triste final: después de
caer prisionero en manos de Aretas, jefe de los árabes, huyó de
ciudad en ciudad; perseguido por todos, odiado como traidor a las
leyes, aborrecido como verdugo de su patria y de sus compatriotas,
fue a parar a Egipto. 9 Y él, que había desterrado de su patria a
muchos, murió en tierra extranjera, después de haberse embarcado
para Lacedemonia con la esperanza de encontrar allí un lugar de
refugio, gracias al parentesco de los lacedemonios con los judíos;[b] 10
y a él, que había dejado a tantos sin sepultura, nadie lo lloró; no se le
hicieron funerales, ni encontró un lugar en la tumba de sus
antepasados.

Profanación del templo

(1 Mac 1.16-28)

11 Cuando el rey supo estas cosas, llegó a la conclusión de que Judea


quería rebelarse. Entonces, enfurecido como una fiera, se puso en
marcha desde Egipto, tomó con su ejército a Jerusalén, 12 y ordenó a
sus soldados golpear sin compasión a los que encontraran y degollar
a los que buscaran refugio en las casas. 13 Fue una matanza de
jóvenes y ancianos, una carnicería de mujeres y niños, y un
deg@uello de muchachas y niños de pecho. 14 En solo tres días, el
total de víctimas fue de ochenta mil: cuarenta mil murieron
asesinados, y otros tantos fueron vendidos como esclavos.

No contento con esto, el rey se atrevió a penetrar en el templo


15
más sagrado de toda la tierra; y Menelao, traicionando las leyes y la
patria, le sirvió de guía. 16 Con sus manos impuras tomó el rey los
vasos sagrados, y robó las cosas que otros reyes habían ofrecido para
el engrandecimiento, la gloria y la dignidad del templo.
Antíoco estaba lleno de orgullo y no entendía que, a causa de
17
los pecados de los habitantes de Jerusalén, el Señor se había enojado
por poco tiempo[c] y parecía haberse olvidado del santuario. 18 Si los
judíos no hubieran cometido tantos pecados, Dios hubiera castigado a
Antíoco desde el primer momento y lo hubiera hecho desistir de su
audacia, como lo había hecho con Heliodoro, a quien el rey Seleuco
envió para inspeccionar el tesoro del templo. 19 Pero el Señor no
escogió al pueblo por amor al templo, sino que escogió el templo por
amor al pueblo. 20 Por eso, el templo, después de haber participado
de las calamidades del pueblo, participó también de su bienestar; fue
abandonado porque Dios todopoderoso se enojó, pero fue
nuevamente restaurado con todo su esplendor, cuando volvió a gozar
del favor del soberano Señor.

Matanzas en Jerusalén

(1 Mac 1.29-40)

21 Antíoco, después de llevarse del templo casi sesenta mil kilos de


plata, volvió rápidamente a Antioquía, pensando, en medio de su
orgullo y arrogancia, que podría hacer que los barcos navegaran por
tierra y que los hombres caminaran por el mar. 22 Sin embargo, dejó
comisarios encargados de hacer mal a los judíos. En Jerusalén puso a
Filipo,[d] natural de Frigia, de sentimientos más salvajes que el que lo
había nombrado; 23 en el monte Guerizim dejó a Andrónico; y
además de estos nombró a Menelao, el peor de todos en cuanto a
perseguir a sus conciudadanos. Era tal el odio que el rey sentía por
los judíos, 24 que envió a Apolonio,[e] jefe de los mercenarios de Misia,
al frente de un ejército de veintidós mil hombres, con la orden de
degollar a todos los hombres adultos y de vender a las mujeres y los
niños. 25 Al llegar a Jerusalén, Apolonio fingió tener intenciones
pacíficas y esperó hasta el sagrado día sábado; y aprovechándose de
que los judíos estaban descansando, ordenó a sus tropas hacer un
desfile militar;[f] 26 a todos los que salieron a ver el espectáculo los
hizo matar allí mismo, y recorriendo con sus tropas la ciudad, dio
muerte a gran cantidad de gente.

Pero Judas Macabeo se reunió con unos diez hombres más y se


27
retiró al desierto;[g] en aquellas montañas vivió con sus compañeros
como los animales salvajes, y para mantenerse ritualmente puros
comían solo hierbas.[h]

Macabeos 6

Persecución religiosa y cultos paganos

(1 Mac 1.41-64)
1 Poco tiempo después, el rey envió a un anciano de la ciudad de
Atenas para obligar a los judíos a quebrantar las leyes de sus
antepasados y a organizar su vida de un modo contrario a las leyes
de Dios, 2 para profanar el templo de Jerusalén y consagrarlo al dios
Zeus Olímpico, y para dedicar el templo del monte Guerizim a Zeus
Hospitalario, como lo habían pedido[a] los habitantes de aquel lugar.

3 Aun para la masa del pueblo era penoso y difícil soportar tantos
males. 4 El templo era escenario de actos desenfrenados y de fiestas
profanas, organizadas por paganos que se divertían con mujeres de
mala vida y tenían relaciones con prostitutas en los atrios sagrados.
Además, llevaban al templo objetos que estaba prohibido introducir
en él, 5 y el altar se veía lleno de animales que la ley prohibía
ofrecer.[b] 6 No se podía observar el sábado,[c] ni celebrar las fiestas
tradicionales, ni siquiera declararse judío.[d] 7 A la fuerza se veía la
gente obligada a comer de los animales que cada mes se ofrecían en
sacrificio para celebrar el día del nacimiento del rey.[e] Cuando llegaba
la fiesta del dios Baco, se obligaba a la gente a tomar parte en la
procesión, con la cabeza coronada de ramas de hiedra.

8Por instigación de los habitantes de la ciudad de Tolemaida,[f] se


expidió un decreto para que en las ciudades griegas vecinas se
observara la misma conducta contra los judíos y se les obligara a
tomar parte en la comida de los animales ofrecidos en sacrificio;[g] 9
los que no aceptaran las costumbres griegas serían degollados. Todo
esto hacía prever la calamidad que se aproximaba.

10Así, por ejemplo, dos mujeres fueron llevadas al tribunal por


haber hecho circuncidar a sus hijos; después de conducirlas
públicamente por la ciudad, con los niños colgados de los pechos, las
arrojaron desde lo alto de la muralla. 11 Otros, que se habían reunido
en cavernas cercanas para celebrar a escondidas el sábado, habiendo
sido denunciados ante Filipo, fueron quemados todos juntos, pues por
respeto al sábado no quisieron defenderse.[h]

12Recomiendo a los que lean este libro que no se desconcierten


por causa de estas desgracias, sino que consideren que aquellos
castigos eran para corregir a nuestro pueblo y no para destruirlo. 13
Pues es señal de gran bondad de Dios no condescender con los
pecadores, sino castigarlos pronto; 14 para castigar a las otras
naciones, el Señor aguarda con paciencia a que llenen la medida de
sus pecados, pero a nosotros 15 nos castiga antes de que lleguemos
al extremo de los nuestros. 16 Pues él no aparta de nosotros su
misericordia, y aunque nos corrige con calamidades, no nos
abandona. 17 Baste ahora con haber recordado estas cosas; y hecha
esta breve interrupción, sigamos el relato.

Martirio de Eleazar
18 A Eleazar, uno de los principales maestros de la ley, hombre de
avanzada edad y de presencia noble, se le quería obligar, abriéndole
la boca, a comer carne de cerdo.[i] 19 Pero él, prefiriendo una muerte
honrosa a una vida sin honor, voluntariamente se dirigió al lugar del
suplicio 20 después de haber escupido la carne. Se portó como deben
portarse los que firmemente rechazan lo que no está permitido
comer, ni aun por amor a la vida. 21 Los que presidían esta comida
prohibida por la ley, y que de tiempo atrás conocían a este hombre,
tomándolo aparte le aconsejaron que se hiciera traer carne preparada
por él, la cual estuviera permitida, y que fingiera comer de la carne
ofrecida en sacrificio, como lo había ordenado el rey. 22 Así evitaría la
muerte, y ellos, por su antigua amistad con él, lo tratarían con
bondad. 23 Pero Eleazar, tomando una decisión honrosa y digna de su
edad, de su venerable ancianidad y de sus cabellos blancos, que eran
señal de sus trabajos y de su distinción, una decisión digna de su
conducta intachable desde la niñez, y especialmente digna de la
santa ley establecida por Dios, respondió en consecuencia: "Quítenme
la vida de una vez. 24 A mi edad no es digno fingir; no quiero que
muchos de los jóvenes vayan a creer que yo, Eleazar, a los noventa
años, abracé una religión extranjera, 25 y que, a causa de mi
hipocresía y por una corta y breve vida, ellos caigan por mi culpa en
el error. Con esto atraería sobre mi ancianidad la infamia y la
deshonra. 26 Además, aunque ahora evitara el castigo de los
hombres, ni vivo ni muerto podría escapar de las manos del
Todopoderoso. 27 Por lo tanto, abandono esta vida con valor, para
mostrarme digno de mi ancianidad, 28 y dejo a los jóvenes un noble
ejemplo, mostrándome dispuesto a morir valientemente por nuestras
venerables y santas leyes."

Dicho esto, se encaminó directamente al lugar del suplicio. 29 Los


que lo conducían, al escuchar sus palabras, que ellos tenían por
propias de un loco, cambiaron su anterior afabilidad en dureza. 30
Pero Eleazar, ya a punto de morir a causa de los golpes, dijo
suspirando: "El Señor lo conoce todo sin error. Él sabe que, aunque
pude escapar de la muerte, sufro en mi cuerpo terribles dolores a
causa de los azotes; pero sabe también que en mi interior sufro con
alegría por la reverencia que le tengo." 31 Y de esta manera murió,
dejando con su muerte, no solo a los jóvenes sino a la nación entera,
un ejemplo de valentía y un recuerdo de virtud.

a. Notas al pi
Macabeos 7

Martirio de siete hermanos y su madre

1 Sucedió también que siete hermanos con su madre fueron


detenidos. El rey quería obligarlos, azotándolos con látigos y nervios
de buey, a comer carne de cerdo, prohibida por la ley. 2 Uno de ellos,
en nombre de todos, habló así: "¿Qué quieres saber al interrogarnos?
Estamos dispuestos a morir, antes que faltar a las leyes de nuestros
antepasados." 3 Enfurecido, el rey mandó poner al fuego grandes
sartenes y calderas. 4 Cuando estuvieron calientes, ordenó que al que
había hablado en nombre de todos le cortaran la lengua, y que le
arrancaran el cuero cabelludo y le cortaran los pies y las manos, en
presencia de su madre y de los demás hermanos. 5 Cuando ya estaba
completamente mutilado, el rey mandó acercarlo al fuego y, todavía
con vida, echarlo a la sartén. Mientras el humo de la sartén se
esparcía por todas partes, los otros hermanos se animaban entre sí, y
con su madre, a morir valientemente. Decían: 6 "Dios el Señor está
mirando, y en verdad tiene compasión de nosotros. Eso fue lo que
Moisés dijo en su canto, cuando echó en cara al pueblo su infidelidad:
'El Señor se compadecerá de sus siervos.' "[a] 7 Así murió el primero.

Entonces llevaron al segundo al suplicio, y después de arrancarle el


cuero cabelludo, le preguntaron:

--¿Quieres comer, para que no te corten el cuerpo en pedazos?

8 Él, respondiendo en su lengua materna, dijo:

--¡No!

Así que fue sometido igualmente al tormento. 9 Pero él, exhalando


el último suspiro, dijo:

--Tú, criminal, nos quitas la vida presente. Pero el Rey del mundo
nos resucitará a una vida eterna[b] a nosotros que morimos por sus
leyes.

10En seguida torturaron al tercero. Este, cuando se lo pidieron,


sacó inmediatamente la lengua, extendió sin miedo las manos, 11 y
dijo valientemente: "De Dios recibí estos miembros, pero por sus
leyes los desprecio, y de él espero recobrarlos." 12 Hasta el rey y los
que estaban con él quedaron impresionados con el ánimo del joven,
que de tal modo despreciaba los tormentos.

Muerto este, también el cuarto fue sometido a la tortura.


13 14 Y
cuando estaba para morir, dijo: "Acepto morir a manos de los
hombres, esperando las promesas hechas por Dios de que él nos
resucitará. Para ti, en cambio, no habrá resurrección a la vida."

15 En seguida trajeron al quinto y lo torturaron. 16 Él, mirando al


rey, dijo: "Aunque eres mortal, tienes poder sobre los hombres y
haces lo que quieres. Pero no pienses que Dios ha abandonado a
nuestro pueblo. 17 Aguarda un poco y verás cómo él, con su gran
poder, te atormentará a ti y a tus descendientes."

18 Después trajeron al sexto, quien, estando para morir, dijo: "No


te hagas ilusiones; por nuestra culpa sufrimos esto, porque hemos
pecado contra nuestro Dios; por eso nos han sucedido cosas terribles.
19 Pero tú, que te has atrevido a luchar contra Dios, no pienses que
quedarás sin castigo."

20 Pero mucho más admirable aún y digna de glorioso recuerdo fue


la madre, quien, viendo morir a sus siete hijos en un solo día, lo
sobrellevó todo con fortaleza de alma, sostenida por la esperanza en
el Señor. 21 Animaba a cada uno hablándole en su idioma materno y
llena de nobles sentimientos, y uniendo un ardor varonil a sus
reflexiones maternales, les decía: 22 "No sé cómo aparecieron
ustedes en mis entrañas; no fui yo quien les dio la vida y el aliento, ni
quien organizó su cuerpo. 23 Es el creador del mundo, que hizo todas
las cosas, quien forma al hombre desde el primer momento. Él, en su
misericordia, les devolverá la vida y el aliento, pues ustedes, por las
leyes de Dios, no piensan en ustedes mismos."

24 Antíoco creyó que ella se burlaba de él y sospechó que lo estaba


insultando. Como el más joven estaba aún con vida, el rey no solo
trataba de convencerlo, sino que con juramento se comprometió a
hacerlo rico y dichoso, y a contarlo entre sus amigos y confiarle altos
cargos, si se apartaba de las leyes de sus antepasados. 25 Pero el
joven no hizo caso. Entonces el rey mandó a la madre que aconsejara
al joven que salvara su vida. 26 Tanto le insistieron, que ella al fin
consintió en hablar a su hijo. 27 Se inclinó hacia él y, burlándose del
cruel tirano, dijo al hijo en su lengua materna: "Hijo, ten piedad de
mí, que te llevé nueve meses en mi seno, que te di el pecho durante
tres años, y que te he criado y educado hasta la edad que ahora
tienes. 28 Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra, que veas
todo lo que hay en ellos y entiendas que de la nada Dios lo hizo todo;
y que de la misma manera creó el género humano. 29 No temas a
este verdugo; muéstrate digno de tus hermanos y acepta la muerte,
para que por la misericordia de Dios yo te recobre junto con ellos."

30 Todavía estaba ella hablando, cuando el joven dijo: "¿Qué


esperan ustedes? No obedezco las órdenes del rey; obedezco los
mandamientos de la ley que Dios dio a nuestros antepasados por
medio de Moisés. 31 Y tú, rey, autor de todos los males que afligen a
los judíos, no escaparás de las manos de Dios. 32 Nosotros sufrimos
por nuestros propios pecados. 33 Si para castigarnos y corregirnos el
Señor de la vida se ha enojado momentáneamente con nosotros,
nuevamente habrá de reconciliarse con sus siervos. 34 Tú, impío, el
más criminal de todos los hombres, no te enorgullezcas sin razón ni
te llenes de vanas esperanzas para levantar tu mano contra los
siervos de Dios. 35 Aún no has escapado del juicio del Señor
todopoderoso, que todo lo ve. 36 Nuestros hermanos, después de
soportar un sufrimiento pasajero, gozan ya de la vida eterna que Dios
ha prometido; tú, en cambio, recibirás de Dios el castigo que mereces
por tu orgullo. 37 Yo, lo mismo que mis hermanos, entrego mi cuerpo
y mi vida por las leyes de nuestros antepasados, y suplico a Dios que
tenga pronto compasión de su pueblo, y que con calamidades y
castigos te obligue a ti a confesar que él es el único Dios. 38 ¡Que en
mí y en mis hermanos se detenga la ira del Todopoderoso,
justamente desatada contra nuestro pueblo!"

Enfurecido el rey, y no pudiendo soportar la burla, torturó con


39
mayor crueldad a este que a los otros. 40 Así murió el muchacho, sin
haber comido cosa impura y con una gran confianza en el Señor. 41
Finalmente, después de sus hijos, murió también la madre.

Con esto terminamos nuestro relato sobre la comida de


42
alimentos impuros y las extraordinarias crueldades que se
cometieron.

Macabeos 8

Insurrección de Judas Macabeo

1 Entre tanto, Judas Macabeo y sus compañeros entraron


secretamente en las aldeas y empezaron a llamar a sus parientes, y
reuniendo a otros que permanecían fieles al judaísmo, juntaron unos
seis mil. 2 Pedían al Señor que mirara por el pueblo a quien todos
perseguían, que tuviera compasión del templo profanado por
hombres impíos, 3 que se compadeciera de la ciudad devastada y a
punto de ser arrasada, que oyera el clamor de la sangre que le pedía
a gritos que hiciera justicia, 4 que se acordara de la muerte injusta de
niños inocentes y de los insultos contra su nombre, y que mostrara su
odio contra el mal.
Poniéndose a la cabeza de un ejército, Macabeo se hizo
5
invencible frente a los paganos, pues el Señor cambió su ira en
misericordia. 6 Caía de improviso sobre ciudades y aldeas, y las
incendiaba; tomaba posiciones estratégicas y ponía en fuga a no
pocos de sus enemigos, 7 aprovechando la noche para sus ataques.
La fama de su valentía se extendió por todas partes.[a]

Nicanor y Gorgias invaden Judea

(1 Mac 3.38-45)

8 Al ver Filipo que poco a poco Judas Macabeo iba haciendo grandes
progresos, y que sus éxitos eran más y más frecuentes, escribió a
Tolomeo, jefe militar de Celesiria y Fenicia, para que viniera en ayuda
de los intereses del rey.[b] 9 Tolomeo escogió inmediatamente a
Nicanor,[c] hijo de Patroclo, quien pertenecía al grupo de los primeros
amigos del rey, y lo envió al mando de no menos de veinte mil
soldados de muchos países, para aniquilar a todos los judíos. Con él
envió a Gorgias, general muy experimentado en asuntos de guerra. 10
Nicanor pensaba pagar, con la venta de los judíos que hiciera
prisioneros, el tributo de sesenta y seis mil kilos de plata que el rey
debía a los romanos. 11 Inmediatamente mandó invitaciones a las
ciudades de la costa, para que tomaran parte en la compra de
prisioneros judíos, prometiendo vendérselos a razón de tres esclavos
por un kilo de plata, sin pensar en el castigo que Dios todopoderoso
le enviaría.

A Judas le llegó la noticia del avance de Nicanor, e hizo saber a


12
sus hombres que el ejército enemigo estaba cerca. 13 Entonces los
cobardes y los que desconfiaban de la justicia de Dios huyeron y se
refugiaron en otro lugar. 14 Los otros vendían lo que les quedaba y
pedían al Señor que los librara del impío Nicanor, quien antes del
combate ya los había vendido; 15 pedían a Dios que, si no hacía esto
por consideración a ellos, al menos lo hiciera en atención a la alianza
hecha con sus antepasados, y por el santo y glorioso nombre que
ellos llevaban.

Primera victoria judía sobre Nicanor

(1 Mac 3.46-60)

16 Macabeo reunió a su gente, que eran seis mil hombres, y les


recomendó que no perdieran el ánimo frente a los enemigos ni
tuvieran miedo a la multitud de paganos que injustamente los
atacaban, sino que lucharan con valor, 17 teniendo presentes los
criminales ultrajes que los paganos habían hecho al templo, los malos
tratos y los insultos contra la ciudad y, finalmente, la supresión de las
costumbres recibidas de sus antepasados. 18 "Ellos --dijo-- confían en
sus armas y en su audacia. Nosotros, en cambio, ponemos nuestra
confianza en Dios todopoderoso, que con solo ordenarlo puede
derrotar a los que marchan contra nosotros, y aun al mundo entero."
19 Les recordó la protección de que habían gozado sus antepasados,
lo que sucedió en tiempos de Senaquerib, cuando murieron ciento
ochenta y cinco mil hombres,[d] 20 y lo que tuvo lugar en Babilonia
durante la guerra contra los gálatas. En esa ocasión tomaron parte en
la acción ocho mil judíos y cuatro mil soldados de Macedonia, y
estando los macedonios sin saber qué hacer, los ocho mil judíos,
gracias al auxilio que recibieron de Dios, derrotaron a ciento veinte
mil enemigos y se apoderaron de un enorme botín.

21 Después de haberlos animado con sus palabras, y de hacer que


estuvieran preparados a morir por las leyes y la patria, repartió su
ejército en cuatro divisiones. 22 Al frente de cada división puso a uno
de sus hermanos, Simón, José y Jonatán, asignando a cada uno mil
quinientos hombres. 23 Luego ordenó a Azarías que leyera[e] el libro
sagrado, y habiéndoles dado como contraseña las palabras "Dios nos
ayuda", tomó el mando de la primera división y atacó a Nicanor. 24 El
Todopoderoso luchó a favor de ellos, y mataron a más de nueve mil
enemigos, y mutilaron e hirieron a la mayor parte del ejército de
Nicanor, y a todos los obligaron a huir. 25 Además, se apoderaron del
dinero de los que habían venido a comprarlos.[f] Después de haberlos
perseguido un buen trecho, tuvieron que regresar porque se hacía
tarde. 26 Era la víspera del sábado, y por esta causa no siguieron
persiguiéndolos. 27 Después de recoger las armas de los enemigos y
el botín, celebraron el sábado, alabando y dando gracias al Señor
porque los había conservado hasta ese día, en que había comenzado
a mostrar su misericordia con ellos. 28 Pasado el sábado, repartieron
el botín, una parte entre las víctimas de la persecución, las viudas y
los huérfanos, y el resto entre ellos y sus hijos. 29 Hecho esto, todos
juntos hicieron oraciones al Señor misericordioso, para pedirle que se
reconciliara del todo con sus siervos.

Victoria sobre Timoteo y Báquides

30 En su lucha con los soldados de Timoteo y Báquides, mataron a


más de veinte mil hombres y se apoderaron firmemente de fortalezas
elevadas. Luego repartieron el botín en dos partes iguales, una para
ellos mismos y otra para las víctimas de la persecución, los
huérfanos, las viudas y los ancianos. 31 Recogieron cuidadosamente
las armas de los enemigos y las guardaron en lugares estratégicos, y
el resto lo llevaron a Jerusalén. 32 Mataron al comandante de las
tropas de Timoteo, uno de los hombres más impíos, que había hecho
sufrir mucho a los judíos. 33 Mientras celebraban la victoria en
Jerusalén, quemaron a los que habían incendiado las puertas del
templo,[g] y también a Calístenes, que estaba refugiado en una choza;
así recibió este el castigo que merecía por su profanación.
Huida y confesión de Nicanor

34 Nicanor, aquel desalmado que había traído mil negociantes para la


venta de los judíos,[h] 35 humillado con la ayuda del Señor por los que
él más despreciaba, despojado de su elegante ropa, fugitivo y
solitario, huyendo a través de los campos, logró llegar a Antioquía,
siendo más afortunado que su ejército, que había sido aniquilado. 36
Y él, que había prometido a los romanos pagarles el tributo con el
precio de la venta de los prisioneros de Jerusalén, proclamó que los
judíos tenían un defensor, y que eran invencibles porque seguían las
leyes que Dios, su defensor, les había dado.

Notas al pie:

Macabeos 9

Muerte de Antíoco Epífanes

(1 Mac 6.1-17; 2 Mac 1.11-17)

1 Por aquel tiempo, Antíoco tuvo que retirarse de Persia en desorden.


2 Había entrado en la ciudad llamada Persépolis, e intentado robar los
objetos de culto del templo y apoderarse de la ciudad. Pero la gente
se había levantado en armas, y Antíoco, derrotado por los habitantes
del país, tuvo que emprender una retirada humillante. 3 Cuando
estaba en la ciudad de Ecbatana, se enteró de lo que había sucedido
a Nicanor y a los soldados de Timoteo. 4 Fuera de sí por la rabia,
decidió hacer pagar a los judíos la humillación que le habían causado
los persas al ponerlo en fuga. Por este motivo ordenó al conductor del
carro que avanzara sin descanso hasta terminar el viaje.[a]

Pero el juicio de Dios lo seguía. En su arrogancia, Antíoco había


dicho: "Cuando llegue a Jerusalén, convertiré la ciudad en cementerio
de los judíos." 5 Pero el Señor Dios de Israel, que todo lo ve, lo
castigó con un mal incurable e invisible: apenas había dicho estas
palabras, le vino un dolor de vientre que con nada se le pasaba, y un
fuerte cólico le atacó los intestinos. 6 Esto fue un justo castigo para
quien, con tantas y tan refinadas torturas, había atormentado en el
vientre a los demás. 7 A pesar de todo, Antíoco no abandonó en
absoluto su arrogancia; lleno de orgullo y respirando llamas de odio
contra los judíos, ordenó acelerar el viaje. Pero cayó del carro, que
corría estrepitosamente, y en su aparatosa caída se le dislocaron
todos los miembros del cuerpo. 8 Así, el que hasta hacía poco, en su
arrogancia sobrehumana, se imaginaba poder dar órdenes a las olas
del mar y, como Dios, pesar las más altas montañas, cayó derribado
al suelo y tuvo que ser llevado en una camilla, haciendo ver
claramente a todos el poder de Dios. 9 Los ojos del impío hervían de
gusanos, y aún con vida, en medio de horribles dolores, la carne se le
caía a pedazos; el cuerpo empezó a pudrírsele, y era tal su mal olor,
que el ejército no podía soportarlo. 10 Tan inaguantable era la
hediondez, que nadie podía transportar al que poco antes pensaba
poder alcanzar los astros del cielo.

11 Entonces, todo malherido, bajo el castigo divino que por


momentos se hacía más doloroso, comenzó a moderar su enorme
arrogancia y a entrar en razón. 12 Y como ni él mismo podía soportar
su propio mal olor, exclamó: "Es justo someterse a Dios y, siendo
mortal, no pretender ser igual a él."

13 Entonces este criminal empezó a suplicar al Señor; pero Dios ya


no tendría misericordia de él. 14 Poco antes quería ir a toda prisa a la
ciudad santa, para arrasarla y dejarla convertida en cementerio, y
ahora prometía a Dios declararla libre; 15 hacía poco juzgaba a los
judíos indignos de sepultura, y buenos solo para servir de alimento a
las aves de rapiña o para ser arrojados con sus hijos a las fieras, y
ahora prometía darles los mismos derechos que a los ciudadanos de
Atenas; 16 antes había robado el santo templo, y ahora prometía
adornarlo con las más bellas ofrendas, y devolver todos los utensilios
sagrados y dar todavía muchos más, y atender con su propio dinero a
los gastos de los sacrificios, 17 y, finalmente, hacerse él mismo judío
y recorrer todos los lugares habitados proclamando el poder de Dios.

18 Como sus dolores no se calmaban de ninguna manera, pues el


justo juicio de Dios pesaba sobre él, viéndose en una situación
desesperada, escribió a los judíos una carta que tenía el carácter de
súplica y que decía así:
19 "El rey y jefe militar Antíoco saluda a los judíos, excelentes
ciudadanos, y les desea salud y bienestar completos. 20 Deseo que
ustedes y sus hijos se encuentren bien, y que todo marche según
ustedes lo desean. Con la esperanza puesta en Dios, 21 guardo un
cariñoso recuerdo de las muestras de respeto y afecto que de ustedes
he recibido. Al volver de la región de Persia he contraído una grave
enfermedad, y así he juzgado necesario preocuparme por el bienestar
de todos. 22 No es que yo esté desesperado de mi estado; al
contrario, tengo muchas esperanzas de poder sanar de esta
enfermedad. 23 Sin embargo, recuerdo que mi padre, siempre que
emprendía una campaña al este del río Éufrates, designaba a su
sucesor, 24 para que, si sucedía algo inesperado o corría un rumor
molesto, sus súbditos estuvieran tranquilos, sabiendo quién había
quedado encargado de los negocios. 25 Sé, además, que los jefes
vecinos de nuestro país están esperando una ocasión propicia, y que
aguardan lo que pueda ocurrir. Por eso he designado como rey a mi
hijo Antíoco, a quien muchas veces, cuando recorría las provincias del
este del Éufrates, dejé al cuidado de la mayoría de ustedes.[b] A él le
escribí la carta que se copia más adelante. 26 Ruego, pues,
encarecidamente a cada uno de ustedes que, recordando los
beneficios, tanto generales como particulares, que de mí han
recibido, guarden para con mi hijo las mismas buenas disposiciones
que han tenido para conmigo. 27 Estoy seguro de que él seguirá mi
línea de moderación y benevolencia, y será condescendiente con
ustedes."

28 Así pues, este asesino, que injuriaba a Dios, terminó su vida con
una muerte horrible, lejos de su patria y entre montañas, en medio
de atroces sufrimientos, como los que él había hecho sufrir a otros. 29
Filipo, su amigo íntimo, transportó el cadáver; pero, como no se fiaba
del hijo de Antíoco, se refugió en Egipto, junto al rey Tolomeo
Filométor.

Macabeos 10

Purificación del templo

(1 Mac 4.36-61)

1 Macabeo y sus seguidores, guiados por el Señor, reconquistaron el


templo y la ciudad de Jerusalén;[a] 2 destruyeron los altares
construidos por los paganos en la plaza pública,[b] y también sus
lugares de culto. 3 Después de purificar el templo, construyeron otro
altar, y golpeando una piedra contra otra, sacaron fuego y ofrecieron
con él un sacrificio. También quemaron incienso, encendieron las
lámparas y presentaron los panes consagrados. Ya hacía dos años
que los sacrificios se habían interrumpido. 4 Después de esto,
inclinados y con la frente en el suelo, pidieron al Señor que no
volviera a dejarlos sufrir tantas calamidades; que, en caso de pecar,
los corrigiera con bondad, pero que no los entregara en manos de
paganos salvajes que injuriaban a Dios. 5 El templo fue purificado en
la misma fecha en que había sido profanado por los paganos, es
decir, el día veinticinco del mes de Quisleu. 6 Y celebraron con alegría
ocho días de fiesta, a la manera de la fiesta de las Enramadas,
recordando que poco tiempo antes la habían celebrado en las
montañas y en las cuevas, donde vivían como animales salvajes. 7
Por esto, llevando limones adornados con hojas, ramas frescas de
árboles y hojas de palmera, cantaban himnos a Dios, que había
llevado a buen término la purificación del santuario. 8 Además, toda
la asamblea aprobó y publicó un decreto en el que se ordenaba que
todo el pueblo judío celebrara cada año estos días de fiesta.

Nuevas hazañas de Judas

9 Después de haber contado lo referente a la muerte de Antíoco, el


llamado Epífanes, 10 narraremos ahora lo que sucedió en tiempos de
Antíoco Eupátor, hijo del impío Antíoco Epífanes, resumiendo el
recuento de los males que trajo la guerra.[c]

Al heredar Eupátor el reino, puso al frente del gobierno a un tal


11
Lisias,[d] jefe militar y gobernador de Celesiria y Fenicia. 12 Antes lo
había sido Tolomeo, llamado también Macrón, que fue el primero en
mostrarse justo con los judíos y que, para reparar las injusticias
cometidas contra ellos, procuró mantener con ellos relaciones
pacíficas. 13 Por esta razón, los amigos del rey lo acusaron ante
Eupátor. Filométor[e] le había confiado el gobierno de Chipre, pero él
había huido de allí y se había pasado al lado de Antíoco Epífanes; por
eso, todos lo llamaban traidor. Él, viendo que no podía ejercer con
honor la dignidad de su cargo, se quitó la vida envenenándose.

Campañas contra Gorgias y los idumeos

(1 Mac 5.1-8)

14 Cuando Gorgias fue nombrado jefe militar de la región, formó un


ejército de mercenarios, y cada vez que tenía ocasión hacía la guerra
a los judíos.[f] 15 Al mismo tiempo, los idumeos, que controlaban
importantes fortalezas, hostilizaban a los judíos y acogían a los que
huían de Jerusalén, y procuraban fomentar la guerra. 16 Los que
estaban con Macabeo, después de hacer oraciones públicas y pedir a
Dios que les ayudara en la lucha, marcharon contra las fortalezas de
los idumeos, 17 las atacaron con valor y se apoderaron de la región.
Rechazaron a los que combatían en las murallas, degollaron a los que
cayeron en sus manos, y aniquilaron a cerca de veinte mil hombres.
18 No menos de nueve mil hombres, provistos de todo lo necesario
para resistir un ataque, se refugiaron en dos torres fuertemente
protegidas. 19 Macabeo dejó para el asalto a Simón,[g] a José y a
Zaqueo, con un número suficiente de soldados, y se retiró a otros
lugares en donde lo necesitaban. 20 Pero los soldados de Simón,
codiciosos de riquezas, se dejaron sobornar y aceptaron dinero de
algunos de los que estaban en las torres. Recibieron setenta mil
monedas, y dejaron escapar a algunos. 21 Cuando le contaron a
Macabeo lo sucedido, este reunió a los oficiales del ejército y acusó a
los culpables de haber vendido por dinero a sus hermanos, dejando
escapar a sus enemigos. 22 Entonces los hizo ejecutar como traidores,
e inmediatamente después tomó las dos torres. 23 Tuvo éxito en toda
su campaña; en las dos torres mató a más de veinte mil enemigos.

Victoria sobre Timoteo y toma de Guézer

24 Timoteo, derrotado anteriormente por los judíos,[h] reunió un


numeroso ejército de mercenarios, juntó una tropa de caballería
traída de Asia, y avanzó para tomar Judea por las armas.[i] 25
Macabeo y su gente, al acercarse Timoteo, hicieron súplicas a Dios,
se echaron polvo sobre sus cabezas y se vistieron con ropas ásperas.
26 De rodillas sobre la base anterior del altar, pedían a Dios que
tuviera compasión de ellos, y que fuera enemigo de sus enemigos y
se opusiera a quienes se oponían a ellos, como claramente lo dice la
ley.[j]

27Terminada la oración, tomaron las armas y se alejaron bastante


de la ciudad. Cuando estuvieron cerca de sus enemigos, se
detuvieron. 28 Empezaba a salir el sol cuando los dos ejércitos
trabaron combate. Además de confiar en su valor, los judíos ponían la
garantía del buen éxito y de la victoria en el recurso al Señor; los
paganos hacían de su furor la guía para el combate. 29 En lo más
recio de la batalla, los enemigos vieron en el cielo a cinco hombres
majestuosos, montados en caballos con frenos de oro, que,
poniéndose a la cabeza de los judíos, 30 se colocaron alrededor de
Macabeo, y lo protegían con sus armas y lo defendían para que nadie
lo hiriera. También lanzaban flechas y rayos sobre los enemigos, que,
ciegos y aturdidos, se dispersaron en gran desorden. 31 Veinte mil
quinientos soldados de infantería y seiscientos de caballería fueron
degollados. 32 Timoteo huyó a Guézer, fortaleza muy protegida, que
estaba bajo el mando de Quereas. 33 Macabeo y su gente la atacaron
con ánimo durante cuatro días. 34 Los de dentro, confiados en la
seguridad del lugar, decían palabras ofensivas e injuriosas contra
Dios. 35 Pero al amanecer del quinto día, veinte jóvenes del ejército
de Macabeo, enardecidos por aquellas injurias contra Dios, se
lanzaron varonilmente contra las murallas y mataron con furia salvaje
a cuantos encontraron. 36 Otros, igualmente, aprovechando esta
distracción, escalaron el lado contrario, atacaron a los de dentro,
pusieron fuego a las torres y las puertas, encendieron hogueras y
quemaron vivos a los que habían injuriado a Dios. Otros rompieron
las puertas para que entrara el resto del ejército, y tomaron la
ciudad. 37 A Timoteo, que se había escondido en una cisterna, lo
degollaron, lo mismo que a su hermano Quereas y a Apolófanes. 38
Realizada esta hazaña, alabaron con himnos y oraciones al Señor, que
había realizado maravillas a favor de Israel y les había dado la
victoria.
Macabeos 11
Primera campaña de Lisias
(1 Mac 4.28-35)
1 Muy poco tiempo después, Lisias, tutor y pariente del rey y encargado del gobierno,[a]
muy preocupado por los últimos acontecimientos, 2 reunió cerca de ochenta mil
hombres de infantería y toda su caballería, y avanzó contra los judíos. Su intención era
convertir a Jerusalén en ciudad de residencia de los griegos, 3 hacer que el templo
pagara impuestos como los templos de las demás naciones, y vender cada año la
dignidad de sumo sacerdote. 4 Pero no contaba con el poder de Dios, sino que confiaba
en sus millares de soldados de infantería y caballería y en sus ochenta elefantes.
5 Penetrando en Judea, se acercó a Bet-sur, fortaleza que distaba unos veinticinco
kilómetros de Jerusalén, y la atacó. 6 Cuando Macabeo y sus soldados supieron que
Lisias estaba atacando la fortaleza, se reunieron con todo el pueblo, y con gemidos y
lágrimas pidieron al Señor que enviara un ángel bueno para salvar a Israel. 7 Macabeo,
que fue el primero en tomar las armas, animó a los demás para que todos juntos hicieran
frente al peligro y fueran en ayuda de sus hermanos. Todos ellos, llenos de entusiasmo,
se pusieron en marcha. 8 Estando todavía cerca de Jerusalén, se apareció, a la cabeza de
la tropa, un jinete vestido de blanco, agitando unas armas de oro. 9 Entonces todos
alabaron a Dios misericordioso, y tan fortalecidos se sintieron en su ánimo que estaban
dispuestos a atacar no solo a los hombres, sino a las fieras más salvajes y a murallas de
hierro. 10 Marcharon en orden de batalla, con su defensor celestial, ayudados por la
misericordia del Señor. 11 Se lanzaron como leones sobre los enemigos, y derribaron
por tierra a once mil soldados de infantería y a mil seiscientos de caballería, y a los
demás los hicieron huir. 12 La mayoría de ellos se escaparon heridos y sin armas. Lisias
se salvó huyendo vergonzosamente.
Paz con los judíos
(1 Mac 6.55-63)
13 Pero Lisias, que no era tonto, reflexionó sobre la derrota que había recibido, y
comprendió que los hebreos eran invencibles porque tenían como aliado a Dios
todopoderoso. Entonces les envió mensajeros 14 para proponerles la paz en condiciones
justas, y les prometió usar de su influencia para que el rey fuera amigo de ellos. 15
Macabeo, en consideración al bien común, aceptó todo lo que Lisias proponía, y el rey
concedió todo lo que Macabeo pidió por escrito a Lisias en favor de los judíos.
16 Las cartas escritas por Lisias a los judíos estaban concebidas en estos términos:
"Lisias saluda al pueblo judío. 17 Juan y Absalón, delegados de ustedes, me han
entregado el documento transcrito más abajo, y me han pedido la aprobación de su
contenido. 18 Yo comuniqué al rey todo lo que era de su competencia; lo que estaba en
mis manos, lo concedí. 19 Si ustedes continúan mostrando buena disposición hacia los
intereses del estado, yo procuraré promover en el futuro el bienestar de ustedes. 20 He
dado orden a sus delegados y a los míos para que se pongan de acuerdo con ustedes
sobre los detalles. 21 Que les vaya bien.
"A los veinticuatro días del mes de Dióscoro del año ciento cuarenta y ocho."[b]
22 La carta del rey decía lo siguiente:
"El rey Antíoco saluda a su hermano Lisias. 23 Ahora que mi padre ha sido trasladado a
los dioses, he querido que las personas de mi reino vivan tranquilas, para que puedan
dedicarse a sus asuntos. 24 Pero he oído decir que los judíos no están de acuerdo con
adoptar las costumbres griegas, como lo quería mi padre, sino que prefieren vivir según
su manera propia, y han pedido que se les permita cumplir sus leyes. 25 Deseando,
pues, que también esa nación viva tranquila, decido que se les devuelva el templo y que
puedan vivir según las costumbres de sus antepasados. 26 Hazme el favor de enviar
algunos delegados que hagan las paces con ellos, para que, conociendo mi
determinación, estén tranquilos y puedan dedicarse en paz a sus asuntos."
27 La carta del rey al pueblo judío decía así:
"El rey Antíoco saluda al consejo de ancianos y al pueblo judío. 28 Deseo que ustedes
se encuentren bien; yo estoy bien de salud. 29 Menelao[c] me ha manifestado que
ustedes desean volver a sus hogares. 30 Por consiguiente, concedo una amnistía a todos
los que hayan regresado para el día treinta del mes de Xántico. 31 Los judíos podrán
comer sus alimentos especiales y seguir sus leyes como antes. Ninguno de ellos será
molestado en manera alguna por las faltas cometidas anteriormente. 32 Les envío,
además, a Menelao, para que garantice la seguridad de ustedes. 33 Que les vaya bien.
"A los quince días del mes de Xántico del año ciento cuarenta y ocho."[d]
34 También los romanos enviaron a los judíos una carta en los siguientes términos:
"Quinto Memio y Tito Manio, legados romanos, saludan al pueblo judío. 35 Lo que
Lisias, pariente del rey, les ha concedido, lo aprobamos nosotros también. 36 Pero
revisen ustedes cuidadosamente lo que él juzgó que debía proponérsele al rey, y
envíennos luego un delegado, para que nosotros se lo expongamos al rey de una manera
conveniente para ustedes, pues nos dirigimos a Antioquía. 37 Por lo tanto, apresúrense a
enviarnos algunos delegados, para que sepamos cuáles son las intenciones de ustedes.
38 Que les vaya bien.
"A los quince días del mes de Xántico del año ciento cuarenta y ocho."[e]

Macabeos 12
Ataques de Judas a las regiones vecinas
1 Hechos estos tratados, Lisias volvió a donde estaba el rey, mientras que los judíos se
dedicaban a sus labores agrícolas. 2 Pero algunos jefes militares del lugar, Timoteo,
Apolonio hijo de Geneo, y también Jerónimo y Demofón, a los que hay que añadir a
Nicanor, comandante de las tropas de Chipre, no dejaban que los judíos tuvieran paz ni
tranquilidad.
3 Además, los habitantes de la ciudad de Jope cometieron un gran crimen. Invitaron a
los judíos que allí vivían, a subir con sus mujeres y sus hijos a unos barcos que ellos
mismos habían amarrado allí cerca, como si no hubiera entre ellos enemistad ninguna, 4
sino como por cumplir un decreto dado por los habitantes de la ciudad. Los judíos,
deseosos de paz y sin sospechar nada, aceptaron; pero cuando salieron a mar abierto, los
de Jope los hundieron. Eran no menos de doscientas personas.
5 Cuando Judas supo de la crueldad que habían cometido con sus compatriotas, alertó a
los hombres que estaban con él, 6 e invocando a Dios, justo juez, marchó contra los
asesinos de sus hermanos. De noche prendió fuego al puerto, incendió los barcos y mató
a quienes se habían refugiado en el puerto. 7 Como las puertas de la ciudad estaban
cerradas, se fue, con el propósito de volver más tarde y exterminar a todos los habitantes
de Jope. 8 Pero al saber que los habitantes de Jabnia querían hacer lo mismo con los
judíos que vivían allí, 9 cayó de noche sobre la ciudad e incendió el puerto y la flota, de
manera que el resplandor de las llamas se veía desde Jerusalén, a una distancia de
cuarenta y tres kilómetros.
Campañas en Galaad
(1 Mac 5.9-68)
10 Judas y sus soldados se habían alejado de allí algo más de un kilómetro y medio en
una expedición contra Timoteo, cuando cayeron sobre ellos por lo menos cinco mil
árabes de a pie y quinientos de a caballo. 11 Se trabó un violento combate, pero los
soldados de Judas, con la ayuda del Señor, consiguieron la victoria. Los árabes,
vencidos, pidieron a Judas hacer las paces, y prometieron suministrar ganado a los
judíos y prestarles ayuda de allí en adelante. 12 Judas, comprendiendo que en realidad
los árabes podían serles útiles en muchas cosas, aceptó hacer las paces con ellos.
Después de este convenio, los árabes se retiraron a sus tiendas.
13 Judas atacó también a Caspín, ciudad fortificada, rodeada de terraplenes y murallas,
y habitada por gente de diversas naciones. 14 Los habitantes, confiados en la fortaleza
de sus murallas y en su provisión de víveres, se mostraron insolentes contra Judas y sus
soldados; los insultaban, y además injuriaban a Dios y decían palabras horribles. 15
Judas y sus soldados invocaron al Señor, soberano de todo el universo, que sin aparatos
ni máquinas de guerra destruyó Jericó en tiempos de Josué, y con violencia salvaje se
lanzaron contra las murallas.[a] 16 Dios quiso que tomaran aquella ciudad, en la que
hicieron una matanza espantosa, a tal punto que el estanque vecino, que tiene trescientos
sesenta metros de ancho, aparecía lleno de la sangre derramada.
17 Alejándose de allí ciento treinta y cinco kilómetros, llegaron a la ciudad de Cárax,
donde viven los judíos llamados tubianos. 18 No encontraron allí a Timoteo, pues se
había ido de aquella región sin alcanzar éxito alguno; pero había dejado en algún lugar
una guarnición bastante fuerte. 19 Entonces Dositeo y Sosípatro, generales de Macabeo,
marcharon contra la guarnición y mataron a los hombres que Timoteo había dejado en la
fortaleza, que eran más de diez mil. 20 Macabeo, por su parte, distribuyó su ejército en
compañías, les nombró jefes y atacó a Timoteo, que tenía ciento veinte mil soldados de
infantería y dos mil quinientos de caballería.
21 Informado Timoteo del avance de Judas, envió primeramente las mujeres y los niños
y todo el equipaje hacia un lugar llamado Carnáin, sitio muy seguro y de difícil acceso,
pues todos los pasos eran muy estrechos. 22 Apenas apareció la primera compañía de
Judas, el miedo y el terror se apoderaron de los enemigos, porque Dios, que todo lo ve,
se les manifestó. Se dieron a la fuga en todas direcciones, de tal manera que con
frecuencia se herían unos a otros y se atravesaban con sus propias espadas. 23 Judas los
persiguió con la mayor energía, y pasó a cuchillo y aniquiló a treinta mil de aquellos
criminales. 24 El mismo Timoteo cayó en manos de los soldados de Dositeo y
Sosípatro; pero con mucha astucia les pidió que lo dejaran libre, pues tenía como
rehenes a los padres y hermanos de muchos de ellos, a los cuales no se les tendría
ninguna consideración. 25 Por fin, tras largos discursos en que les prometió que
devolvería sanos y salvos a aquellos judíos, Timoteo los convenció, y ellos lo dejaron en
libertad a fin de salvar la vida de sus parientes.
26 Judas se dirigió luego a Carnáin y al templo de la diosa Atargatis, y degolló a
veinticinco mil hombres. 27 Después de esta victoria y de la matanza que hizo, marchó
contra Efrón, ciudad fortificada, donde vivían Lisias y gente de diversas naciones.
Jóvenes fuertes, colocados delante de las murallas, las defendían con valor, y dentro
había abundante provisión de máquinas de guerra y proyectiles. 28 Pero, después de
invocar al Señor, que con su poder destroza las fuerzas de los enemigos, los judíos se
apoderaron de la ciudad y mataron como a veinticinco mil personas que en ella había.
29 De allí se pusieron nuevamente en marcha y se dirigieron a Escitópolis,[b] ciudad que
dista ciento ocho kilómetros de Jerusalén. 30 Pero como los judíos que vivían allí les
informaron de que los habitantes de Escitópolis habían mostrado buenos sentimientos
para con ellos y los habían tratado bien en momentos difíciles, 31 Judas y sus soldados
les dieron las gracias y les recomendaron que en adelante mantuvieran las mismas
buenas relaciones con los judíos. Llegaron a Jerusalén cuando ya estaba cerca la fiesta
de las Semanas.[c]
Campaña contra Gorgias
32 Después de esta fiesta, se pusieron en marcha contra Gorgias, jefe militar de la
región de Idumea.[d] 33 Este se presentó al combate con tres mil soldados de infantería y
cuatrocientos de caballería. 34 Se trabó el combate, y cayeron algunos judíos. 35
Entonces Dositeo, un valiente soldado de caballería, judío tubiano,[e] agarró a Gorgias
por el manto y empezó a arrastrarlo con fuerza, con intención de capturar vivo a este
infame; pero un jinete de Tracia se lanzó contra Dositeo y le cortó el brazo, y así
Gorgias pudo huir a la ciudad de Maresá.
36 Los soldados de Azarías, que llevaban mucho tiempo combatiendo, estaban muy
cansados. Entonces Judas suplicó al Señor que se pusiera de parte de ellos y los guiara
en la batalla. 37 Empezó a cantar himnos en su lengua materna, lanzó el grito de guerra
y, cayendo de repente sobre los soldados de Gorgias, los puso en fuga.
Sacrificio por los muertos
38 Judas reunió su ejército y se fue a la ciudad de Adulam. Al acercarse el séptimo día
de la semana, se purificaron según su costumbre y celebraron el sábado. 39 Y como el
tiempo urgía, los soldados de Judas fueron al día siguiente a recoger los cadáveres de
los caídos en el combate, para enterrarlos junto a sus parientes en los sepulcros
familiares. 40 Pero debajo de la ropa de todos los muertos encontraron objetos
consagrados a los ídolos de Jabnia, cosas que la ley no permite que tengan los judíos.[f]
Esto puso en claro a todos la causa de su muerte. 41 Todos alabaron al Señor, justo juez,
que descubre las cosas ocultas, 42 e hicieron una oración para pedir a Dios que
perdonara por completo el pecado que habían cometido. El valiente Judas recomendó
entonces a todos que se conservaran limpios de pecado, ya que habían visto con sus
propios ojos lo sucedido a aquellos que habían caído a causa de su pecado. 43 Después
recogió unas dos mil monedas de plata y las envió a Jerusalén, para que se ofreciera un
sacrificio por el pecado.[g] Hizo una acción noble y justa, con miras a la resurrección. 44
Si él no hubiera creído en la resurrección de los soldados muertos, hubiera sido
innecesario e inútil orar por ellos. 45 Pero, como tenía en cuenta que a los que morían
piadosamente los aguardaba una gran recompensa, su intención era santa y piadosa. Por
esto hizo ofrecer ese sacrificio por los muertos, para que Dios les perdonara su pecado.

Macabeos 13
Muerte de Menelao
(1 Mac 6.28-30)
1 En el año ciento cuarenta y nueve[a] llegó a oídos de Judas que Antíoco Eupátor venía
hacia Judea con gran cantidad de soldados, 2 y que con él venía Lisias, su tutor y
encargado del gobierno,[b] con un ejército de ciento diez mil soldados griegos de
infantería, cinco mil trescientos de caballería, veintidós elefantes y trescientos carros
provistos de cuchillas en los ejes.
3 A estos se les unió Menelao,[c] quien con mucha astucia incitaba a Antíoco, pensando
no en la salvación de su patria sino en conservar su puesto. 4 Pero Dios, Rey de reyes,
hizo que Antíoco se enojara contra ese criminal. Lisias demostró al rey que Menelao era
el causante de todos los males; entonces el rey mandó que lo llevaran a la ciudad de
Berea[d] y que le dieran muerte en la forma que allí se acostumbra. 5 Hay en Berea una
torre de veintidós metros de altura, llena de ceniza, provista de un aparato giratorio,
inclinado por todas partes hacia la ceniza. 6 Cuando alguien comete un robo en un
templo o algún otro crimen muy grave, le dan muerte arrojándolo de allí. 7 De esta
manera, y privado de sepultura, murió el malvado Menelao; 8 y exactamente como lo
merecía, pues había cometido muchos pecados contra el altar, cuyo fuego y ceniza son
puros; así, en la ceniza encontró la muerte.
La paz con Antíoco Eupátor
(1 Mac 6.31-63)
9 El rey Antíoco venía, pues, con la salvaje intención de causar a los judíos peores
sufrimientos que su padre. 10 Al saberlo, Judas recomendó a la gente que orara al Señor
día y noche, para que una vez más los ayudara, pues iban a perder la ley, su patria y el
santo templo; 11 y también para que no permitiera que el pueblo, que solo ahora
empezaba a tener respiro, cayera en manos de paganos que injuriaban a Dios. 12 Todos
juntos cumplieron la orden, y durante tres días suplicaron al Señor misericordioso con
lágrimas y ayunos, e inclinados y con la frente en el suelo. Entonces Judas les habló
para animarlos, y les mandó que se reunieran con él.
13 Pero después de una reunión privada con los ancianos, resolvió ponerse en marcha y,
con ayuda del Señor, solucionar la situación, sin esperar a que el ejército del rey
invadiera Judea y se adueñara de Jerusalén. 14 Habiendo confiado al creador del mundo
el éxito de su campaña, animó a sus soldados a combatir valientemente, hasta la muerte,
por las leyes, el templo, la ciudad, la patria y sus costumbres propias; y estableció su
campamento cerca de la ciudad de Modín.
15 Dándoles como contraseña las palabras "Victoria de Dios", Judas atacó de noche el
campamento del rey con un grupo de los mejores jóvenes; dio muerte a dos mil
soldados, y sus hombres mataron al más grande de los elefantes, lo mismo que a su
guía. 16 Finalmente, llenaron de terror y confusión el campamento y se retiraron
triunfantes. 17 Al amanecer, todo estaba ya terminado, gracias a la ayuda que el Señor
dio a Judas.
18 Cuando el rey experimentó la audacia de los judíos, intentó atacar sus fortalezas
valiéndose de la astucia. 19 Avanzó hacia Bet-sur, lugar fortificado de los judíos, pero
fue rechazado; fracasó y resultó vencido. 20 Judas envió provisiones a la guarnición; 21
pero Ródoco, un soldado judío, informaba de los secretos a los enemigos. Cuando lo
descubrieron, lo arrestaron y lo ejecutaron. 22 Por segunda vez el rey entró en
conversaciones con los de Bet-sur; hicieron un tratado, en el que mutuamente se daban
garantías, y él se retiró. Entonces atacó a Judas y a sus soldados, pero fue derrotado. 23
En este momento se enteró de que Filipo, que había quedado a cargo del gobierno,[e] se
había rebelado en Antioquía. Asustado, el rey llamó a los judíos, aceptó un acuerdo con
ellos y juró respetar las condiciones justas; después de esta reconciliación, ofreció un
sacrificio, rindió honores al templo y se mostró generoso con el santuario. 24 Recibió
bien a Macabeo, dejó a Hegemónidas como jefe militar de la región, desde Tolemaida
hasta Gerra, 25 y se fue después a Tolemaida. Pero los habitantes de esta ciudad, que no
estaban contentos con el tratado, se indignaron y quisieron anular el convenio. 26
Entonces Lisias subió a la tribuna, defendió el convenio lo mejor que pudo y los
convenció, calmándolos y dejándolos bien dispuestos, después de lo cual regresó a
Antioquía.[f] Así terminó el ataque del rey y su retirada.

Macabeos 14
Pacto entre Judas y Nicanor
(1 Mac 7.1-38)
1 Pasados tres años, Judas y su gente se enteraron de que Demetrio, hijo de Seleuco,
había desembarcado en el puerto de Trípoli con un poderoso ejército y una flota, 2 y
que, después de hacer matar a Antíoco y a Lisias, su tutor, se había apoderado del país.
3 Un cierto Alcimo, que anteriormente había sido sumo sacerdote,[a] pero que en lugar
de evitar el contacto con los paganos había voluntariamente incurrido en impurezas,
comprendiendo que de ningún modo podía salvarse ni volver a oficiar en el sagrado
altar, 4 se entrevistó con el rey Demetrio hacia el año ciento cincuenta y uno;[b] le regaló
una corona de oro, una palma y, además, los ramos de olivo que era costumbre que el
templo ofreciera; y por el momento no dijo palabra.
5 Pero encontró una ocasión propicia para sus insensatos propósitos: Demetrio lo llamó
a una reunión de sus consejeros, y le preguntó sobre las disposiciones y planes de los
judíos. Alcimo respondió: 6 "Los judíos llamados hasideos, cuyo jefe es Judas Macabeo,
fomentan la guerra y la revolución, y no dejan que haya tranquilidad en el reino. 7 Así,
yo, aunque me han quitado mi dignidad hereditaria, es decir, el cargo de sumo
sacerdote, he venido aquí por dos motivos: 8 en primer lugar, por un sincero interés en
los asuntos del rey; y en segundo lugar, por el bien de mis propios conciudadanos, pues
por la falta de juicio de las personas que acabo de mencionar, todo nuestro pueblo se
encuentra en situación sumamente difícil. 9 Aconsejo a Su Majestad que se informe
bien de estas cosas, y que tome las medidas que convienen al país y a nuestro
amenazado pueblo, conforme a la bondad y generosidad de Su Majestad para con todos;
10 pues, mientras Judas viva, será imposible que el estado goce de paz."
11 Cuando Alcimo terminó de hablar, los otros amigos del rey, que veían con malos ojos
a Judas, se apresuraron a excitar aún más a Demetrio. 12 este eligió inmediatamente a
Nicanor, capitán del escuadrón de elefantes, lo nombró jefe militar de Judea y lo envió
13 con la orden de matar a Judas y de dispersar a los que estaban con él y restablecer a
Alcimo como sumo sacerdote del más grande de los templos. 14 Los paganos de Judea
que habían huido por miedo a Judas, se reunieron en masa alrededor de Nicanor,
pensando que sacarían provecho de la derrota y el desastre de los judíos.
15 Al recibir noticias de la llegada de Nicanor y del ataque de los paganos, los judíos
esparcieron polvo sobre sus cabezas y oraron a Dios, que había establecido a su pueblo
para siempre y que sin cesar se había preocupado de su heredad manifestándose
gloriosamente. 16 Cuando su jefe les dio la orden, se pusieron en marcha desde el lugar
donde se encontraban, y trabaron combate con los enemigos en el pueblo de Hadasá.[c]
17 Simón, hermano de Judas, estaba combatiendo contra Nicanor, pero a causa de la
repentina llegada de los enemigos tuvo un pequeño fracaso. 18 Sin embargo, Nicanor, al
conocer el valor de Judas y sus compañeros, y su ánimo cuando luchaban por la patria,
decidió no acudir a las armas para solucionar sus diferencias. 19 Así pues, envió a
Posidonio, a Teodoto y a Matatías para proponer la paz a los judíos.
20 Después de estudiar detenidamente las condiciones, Judas las comunicó al ejército,
que se mostró conforme y dio su aprobación al tratado de paz. 21 Fijaron un día para
que los jefes se reunieran en privado. De cada ejército se adelantó un carro, y se
colocaron asientos de honor. 22 Judas había colocado en sitios estratégicos gente
armada y preparada, por temor a que de pronto los enemigos les hicieran alguna mala
jugada. En la entrevista, los jefes llegaron a un acuerdo.
23 Nicanor se quedó algún tiempo en Jerusalén y se portó correctamente. Incluso
despidió a los soldados que se habían reunido alrededor de él. 24 Siempre tenía cerca a
Judas, pues sentía una gran estima por él. 25 Le recomendó que se casara y tuviera
hijos. Y Judas se casó y disfrutó de la vida en paz.
Se reanudan las hostilidades
26 Pero Alcimo, al ver las buenas relaciones que había entre Nicanor y Judas, y
habiendo conseguido una copia del tratado, fue a buscar a Demetrio y le dijo que
Nicanor seguía una política contraria a los intereses del estado, pues había nombrado
sucesor suyo a Judas, que era enemigo del reino. 27 El rey se enfureció, e incitado por
las calumnias de ese gran malvado, le escribió una carta a Nicanor, en la que le decía
que no podía aceptar lo pactado y le ordenaba poner preso inmediatamente a Macabeo y
enviarlo a Antioquía. 28 Al recibir la carta, Nicanor se contrarió mucho, pues no quería
faltar al pacto, ya que Judas no había hecho nada malo. 29 Pero, como no podía
oponerse al rey, valiéndose de la astucia buscaba una ocasión propicia para cumplir la
orden.
30 Sin embargo, al darse cuenta Macabeo de que Nicanor se portaba duramente con él y
que su trato se hacía cada vez menos amistoso, y sospechando que esa dureza no hacía
esperar nada bueno, reunió un buen número de partidarios suyos y se escondió de
Nicanor. 31 Al darse cuenta Nicanor de que Judas le había ganado limpiamente la
partida, se presentó en el sublime y santo templo a la hora en que los sacerdotes ofrecían
los sacrificios regulares, y les ordenó que le entregaran a Judas. 32 Ellos aseguraron con
juramento que no sabían dónde estaba el hombre que Nicanor buscaba. 33 Entonces
este, extendiendo su mano derecha hacia el templo, juró diciendo: "Si ustedes no me
entregan a Judas prisionero, arrasaré este templo de Dios y destruiré el altar, y en su
lugar levantaré un grandioso templo al dios Baco." 34 Dichas estas palabras, se retiró.
Los sacerdotes, levantando las manos al cielo, empezaron a suplicar de esta manera a
Dios, que siempre había protegido a nuestro pueblo: 35 "Tú, Señor, que no tienes
necesidad de nada, has escogido este templo como tu lugar de residencia en medio de
nosotros.[d] 36 Ahora, Señor santísimo, guarda siempre libre de profanación este
santuario, que hace poco fue purificado."[e]
Muerte de Razís
37 Entonces denunciaron ante Nicanor a uno de los ancianos de Jerusalén, llamado
Razís, hombre muy preocupado por el bien de sus conciudadanos, que gozaba de
excelente fama y que, a causa de su generosidad para con ellos, era llamado "padre de
los judíos." 38 Anteriormente, en tiempos de la rebelión, ya había sido acusado de
defender la causa judía, y él, con toda firmeza, había expuesto su cuerpo y su vida por
esa causa. 39 Nicanor, para hacer patente la hostilidad que sentía hacia los judíos, envió
más de quinientos soldados para apresar a Razís, 40 pues pensaba que arrestar a este
hombre sería un duro golpe para los judíos. 41 Las tropas estaban ya a punto de tomar la
torre donde se encontraba Razís, y trataban de forzar la puerta de fuera, habiendo
recibido órdenes de prender fuego y quemar las puertas, cuando Razís, acosado por
todas partes, volvió su espada contra sí mismo, 42 prefiriendo morir noblemente antes
que caer en manos de aquellos criminales y sufrir injurias indignamente. 43 Pero, con la
prisa de la lucha, falló el golpe; entonces, cuando las tropas ya entraban por las puertas,
corrió animosamente hacia lo alto de la muralla, y valientemente se lanzó sobre la tropa.
44 Rápidamente los soldados se retiraron a cierta distancia, y él cayó en el espacio libre.
45 Todavía respirando, lleno de ardor a pesar de estar gravemente herido, se levantó
bañado en sangre, pasó corriendo por entre la tropa, se colocó sobre una alta roca 46 y,
casi completamente desangrado, se arrancó las entrañas y, tomándolas con las dos
manos, las arrojó sobre la tropa, pidiendo al Señor de la vida que algún día se las
devolviera. De este modo murió.
Notas al pie:

Macabeos 15
Derrota y muerte de Nicanor
(1 Mac 7.39-50)
1 Cuando Nicanor supo que Judas y su gente estaban en la región de Samaria, decidió
atacarlos sin correr ningún riesgo, aprovechando el sábado. 2 Los judíos que habían sido
obligados a la fuerza a ir con él, le dijeron:
--No los mate usted de una manera tan salvaje y bárbara; respete el día que Dios, que
todo lo ve, honró de manera especial y consagró.
3 Pero aquel desalmado preguntó si había en el cielo un Señor que hubiera mandado
celebrar el día sábado. 4 Ellos le respondieron:
--El Señor viviente, que tiene poder en el cielo, es quien nos ha mandado celebrar el
séptimo día.
5 Entonces replicó Nicanor:
--Pues yo tengo poder en la tierra, y ordeno tomar las armas y obedecer al rey.
Sin embargo, no pudo llevar a cabo su perverso deseo. 6 Nicanor, en su orgullo y
arrogancia, pensaba levantar un monumento público con las cosas que iba a quitar a las
tropas de Judas. 7 Pero Macabeo no dejaba de confiar, lleno de esperanza, en que el
Señor les ayudaría, 8 y animaba a sus compañeros a no temer el ataque de los paganos,
sino que, recordando el auxilio que ya habían recibido de Dios, esperaran que también
ahora el Señor todopoderoso les daría la victoria. 9 Les dio ánimo con las palabras de la
ley y los profetas, les trajo a la memoria los combates que habían sostenido, y los dejó
aún más animosos. 10 Después de infundirles valor de esta manera, les dio instrucciones
y les hizo ver la mala fe de los paganos y su incumplimiento de los juramentos.
11 Así armó a todos más con el ardor de su elocuencia que con la seguridad de los
escudos y las lanzas. Les contó además una visión digna de crédito que había tenido en
sueños, la cual alegró a todos. 12 La visión era esta: El antiguo sumo sacerdote Onías,
hombre bueno y excelente, de presencia modesta y carácter amable, de trato digno y
dado desde su niñez a la práctica de la virtud, estaba con las manos extendidas, orando
por todo el pueblo judío. 13 En seguida apareció otro hombre, que se distinguía por sus
cabellos blancos y su dignidad; la majestad que lo rodeaba claramente indicaba que se
trataba de un personaje de la más alta autoridad. 14 Onías tomó la palabra, y dijo: "Este
es Jeremías, el profeta de Dios,[a] el amigo de sus hermanos, que ora mucho por el
pueblo y por la ciudad santa." 15 Jeremías extendió la mano derecha, le dio a Judas una
espada de oro y le dijo: 16 "Toma esta espada santa, que Dios te da; con ella destrozarás
a los enemigos."
17 Reconfortados con las elocuentes palabras de Judas, palabras capaces de inspirar
valor y de convertir en hombres fuertes a los jóvenes, los judíos resolvieron no quedarse
en el campamento, sino lanzarse valientemente a la ofensiva y, con todo el valor
posible, luchar cuerpo a cuerpo y resolver su situación, puesto que Jerusalén y la
religión y el templo estaban en peligro. 18 El temor por sus mujeres y sus hijos, por sus
hermanos y parientes, era poca cosa comparado con el que sentían por el templo recién
purificado. 19 La angustia de los que quedaban en la ciudad no era menor, con la
preocupación por el combate que iba a librarse a campo abierto. 20 Todos esperaban el
desenlace de la acción. Los enemigos ya habían concentrado sus fuerzas; el ejército
estaba dispuesto en orden de batalla, los elefantes colocados en posición estratégica y la
caballería situada en las alas. 21 Al ver Macabeo el ejército que se acercaba, la variedad
de sus armamentos y la fiereza de los elefantes, extendió sus brazos al cielo e invocó al
Señor, que hace prodigios, sabiendo que el Señor da la victoria a los que la merecen, no
gracias a las armas sino según él mismo decide. 22 Invocó al Señor de este modo: "Tú,
Señor, en tiempos de Ezequías, rey de Judá, enviaste un ángel y aniquilaste a ciento
ochenta y cinco mil hombres del campamento de Senaquerib;[b] 23 ahora también, Señor
de los cielos, envía a tu ángel bueno delante de nosotros, para que siembre el miedo y el
terror. 24 Hiere con el poder de tu brazo a estos paganos que te injurian, y que atacan a
tu pueblo santo." Así terminó.
25 Los soldados de Nicanor marcharon al son de trompetas y cantos de guerra; 26 los de
Judas se lanzaron al combate con súplicas y oraciones, 27 y luchando con sus manos e
invocando a Dios en sus corazones, dejaron tendidos a no menos de treinta y cinco mil
enemigos, y quedaron muy contentos por esta intervención de Dios. 28 Terminado el
combate, al retirarse llenos de alegría, descubrieron a Nicanor, con su armadura, muerto
en la batalla. 29 Entonces, en medio de gritos y aclamaciones, alabaron al Señor en su
lengua materna. 30 Y Judas, que se había entregado todo entero, en cuerpo y alma, a
luchar en primera fila por sus conciudadanos, sin perder el afecto que desde joven había
sentido por su pueblo, ordenó que le cortaran la cabeza a Nicanor y el brazo derecho, y
que los llevaran a Jerusalén.
31 Judas mismo fue a Jerusalén, y después de reunir a sus conciudadanos y a los
sacerdotes, se colocó delante del altar, mandó llamar a los que estaban en la ciudadela
32 y les mostró la cabeza del impío Nicanor y el brazo que él, insultando a Dios, había
dirigido lleno de arrogancia contra el santo templo del Todopoderoso;[c] 33 después le
cortó la lengua al impío Nicanor, y ordenó que la hicieran pedazos y se la dieran a las
aves de rapiña, y que colocaran el brazo delante del templo, en pago[d] de su locura. 34
Todos, entonces, mirando hacia el cielo y alabando al Señor, que se había hecho
presente, dijeron: "¡Alabado sea el Señor, que ha conservado puro su templo!" 35 Judas
colgó de la ciudadela la cabeza de Nicanor, como señal clara y patente para todos del
auxilio del Señor, 36 y todos, de común acuerdo, decidieron no dejar pasar ese día sin
recordarlo, sino celebrar como fiesta el día trece del mes doce, llamado en idioma
arameo Adar, día anterior a la fiesta de Purim.[e]
Conclusión
37 Así sucedieron las cosas relativas a Nicanor; desde entonces la ciudad ha estado en
poder de los hebreos.
Y yo termino aquí mi narración. 38 Si está bien escrita y ordenada, esto fue lo que me
propuse. Si es mediocre y sin valor, solo eso fue lo que pude hacer. 39 Así como no es
agradable beber vino ni agua solos, en tanto que beber vino mezclado con agua es
sabroso y agradable al gusto, del mismo modo, en una obra literaria, la variedad del
estilo agrada a los oídos de los lectores. Y con esto termino mi relato.
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