Вы находитесь на странице: 1из 4

Infecciones causadas por bacterias anaeróbicas

Las bacterias anaeróbicas difieren de las demás bacterias en varios aspectos. Se desarrollan
adecuadamente en áreas del organismo que tienen bajos valores de oxígeno (como el intestino) y
en los tejidos que sufren un proceso de degeneración, particularmente las heridas profundas y
sucias, donde otras bacterias no pueden vivir y adonde las defensas del organismo no llegan
fácilmente. Las bacterias anaeróbicas no necesitan que haya oxígeno; de hecho, algunas de ellas
no sobreviven en su presencia. Suelen causar infecciones que se caracterizan por la aparición de
acumulaciones de pus (abscesos).
Cientos de especies de bacterias anaeróbicas viven normalmente y sin causar daño alguno sobre
la piel y las membranas mucosas, como el revestimiento de la boca, el intestino y la vagina; en un
centímetro cúbico de heces pueden existir varios miles de millones de bacterias. Si el ambiente
normal de ciertas especies de bacterias anaeróbicas resulta alterado por la cirugía, un deficiente
aporte sanguíneo u otro tipo de lesión, pueden invadir los tejidos del huésped, causando
infecciones graves, incluso mortales.
Las bacterias anaeróbicas que provocan enfermedades incluyen los clostridios (que viven en el
polvo, la tierra, la vegetación y el tracto intestinal de los humanos y de los animales) y los
peptococos y peptostreptococos que son parte de la población bacteriana normal (flora) de la
boca, de las vías respiratorias superiores y del intestino grueso. Otras bacterias anaeróbicas
incluyen el Bacteroides fragilis, que forma parte de la flora normal del intestino grueso, y la
Prevotella melaninogenica y el Fusobacterium, que forman parte de la flora normal de la boca.

Síntomas y diagnóstico

Los síntomas de las infecciones anaeróbicas dependen del sitio en que se produzca la infección.
Dichas infecciones consisten en abscesos dentales, infecciones de mandíbula, enfermedad
periodontal, sinusitis crónica y afección del oído medio y abscesos en el cerebro, la médula
espinal, el pulmón, la cavidad abdominal, el hígado, el útero, los genitales, la piel y los vasos
sanguíneos.
Para diagnosticar una infección anaeróbica, el médico suele obtener una muestra de pus o de
fluido corporal y la envía al laboratorio para su cultivo. La muestra debe ser manipulada con
cuidado debido a que la exposición al aire puede destruir las bacterias anaeróbicas, volviendo
inútil el cultivo.

Prevención y tratamiento

Habitualmente una infección grave por bacterias anaeróbicas puede evitarse si una determinada
infección limitada a un área específica recibe el tratamiento adecuado antes de extenderse. La
limpieza profunda de las heridas, la eliminación de cuerpos extraños y la instauración precoz de
antibióticos son importantes medidas de prevención. Para evitar la infección después de una
cirugía abdominal, deben utilizarse antibióticos por vía intravenosa antes, durante y después de
la misma.
Las infecciones de las heridas profundas suelen ser causadas por bacterias anaeróbicas; dichas
infecciones se tratan principalmente drenando los abscesos y extirpando quirúrgicamente
(mediante un proceso llamado desbridamiento) el tejido muerto. Como
resulta difícil cultivar bacterias anaeróbicas en el laboratorio, el
médico suele comenzar a prescribir antibióticos antes de conocer los
resultados del cultivo. Las infecciones de heridas profundas contienen
con frecuencia más de un tipo de bacterias, por lo cual se pueden
administrar varios antibióticos por vía intravenosa al mismo tiempo.
La penicilina se usa para las infecciones causadas por una mezcla de
bacterias de la boca o de la garganta. Como las infecciones que se
originan en el intestino suelen incluir Bacteroides fragilis, que es
resistente a la penicilina, se utilizan otros antibióticos.

Infecciones por clostridios

Muchas infecciones anaeróbicas son causadas por clostridios, que


producen varias toxinas que dañan el tejido o el sistema nervioso.
Las infecciones por clostridios más frecuentes son las intoxicaciones
de corta duración y relativamente leves, causadas por ciertos
alimentos. Además, los clostridios pueden causar una inflamación que en ocasiones destruye las
paredes del intestino grueso y delgado, una enfermedad llamada enteritis necrosante. A pesar de
que esta infección puede ocurrir en un caso aislado, también puede hacerlo en forma de brotes
causados por la ingestión de carne contaminada.
Los clostridios también infectan heridas. Infecciones mortales, como la gangrena cutánea y el
tétanos, son relativamente raras pero pueden ocurrir si una persona está herida o se inyecta
drogas. El botulismo se produce debido a la ingestión de alimentos contaminados con una toxina
producida por ciertos clostridios.
Las infecciones por clostridios suelen producir enfermedades graves, que pueden complicarse
debido a la destrucción de tejidos profundos. El riesgo de muerte es elevado, en especial entre
las personas con cáncer y las de edad avanzada.

Tétanos

El tétanos (trismo) es una enfermedad causada por una toxina producida por la bacteria
Clostridium tetani.
Los espasmos de los músculos de la mandíbula reciben el nombre de trismo. Aun cuando es cada
vez menos frecuente en los países desarrollados, el tétanos afecta a personas de muchas partes
del mundo, en especial las que viven en países en vía de desarrollo.
Las esporas de Clostridium tetani pueden vivir durante años en la tierra y las heces de los
animales. Una vez que las bacterias del tétanos penetran en el organismo de una persona, se
puede producir una infección en heridas contaminadas tanto superficiales como profundas. Las
personas con quemaduras o heridas quirúrgicas, así como las que se inyectan drogas, tienen un
riesgo elevado de contraer tétanos. Después del parto, puede producirse una infección del útero
de la mujer y del muñón umbilical del recién nacido (tétanos neonatal).
Mientras crecen, las bacterias del tétanos producen una toxina. Es esta toxina, y no las bacterias,
la que causa los síntomas de infección.

Síntomas

Los síntomas suelen aparecer entre 5 y 10 días después de la infección, pero a veces aparecen
incluso ya a los 2 días o tan tarde como a los 50. El síntoma más frecuente es la rigidez de la
mandíbula. Otros síntomas incluyen inquietud, dificultad para tragar, irritabilidad, dolor de
cabeza, fiebre, dolor de garganta, escalofríos, espasmos musculares y rigidez de nuca, brazos y
piernas. A medida que la enfermedad avanza, el enfermo puede tener dificultades para abrir la
mandíbula (trismo). Los espasmos de los músculos de la cara producen la expresión facial de una
sonrisa fija y las cejas elevadas. La rigidez o los espasmos en los músculos abdominales, el
cuello y la espalda pueden causar una postura característica, en la cual la cabeza y los talones
se desplazan hacia atrás y el cuerpo está arqueado hacia adelante. El espasmo de los esfínteres
musculares puede ocasionar estreñimiento y retención de orina.
Ciertas molestias menores, como el ruido, una corriente de aire o el hecho de que la cama se
mueva, pueden desencadenar espasmos musculares dolorosos y sudoración profusa. Durante los
espasmos de todo el cuerpo, el enfermo no puede gritar, ni siquiera hablar, debido a la rigidez de
los músculos del tórax o al espasmo de la garganta. Esta situación también impide respirar con
normalidad y, en consecuencia, la persona no recibe suficiente oxígeno y puede morir por asfixia.
Por lo general no suele haber fiebre. La respiración y los latidos cardíacos se aceleran, y los
reflejos pueden resultar exagerados.
El tétanos también puede limitarse a un grupo de músculos cercanos a la herida. Los espasmos
cercanos a ésta pueden durar semanas.

Diagnóstico y pronóstico

El médico sospecha la presencia de tétanos cuando una persona que se ha herido presenta
rigidez muscular o un espasmo. A pesar de que las bacterias Clostridium tetani en ocasiones
pueden cultivarse a partir de una muestra tomada de la herida, los resultados negativos no
excluyen el diagnóstico.
El tétanos tiene un índice de mortalidad global del 50 por ciento. El desenlace fatal es más
probable entre los muy jóvenes y los individuos de edad avanzada, así como entre las personas
que se inyectan drogas. Es de mal pronóstico el empeoramiento rápido de la sintomatología o el
retraso en el tratamiento.
Prevención y tratamiento

Prevenir el tétanos mediante una vacuna es mucho mejor que tratarlo una vez que se ha
manifestado. En los niños pequeños, la vacuna contra el tétanos forma parte de la serie que
incluye las vacunas contra la difteria y la tos ferina. Los adultos deben recibir refuerzos de la
vacuna antitetánica cada 5 o 10 años.
Una persona que sufre una herida, y ha recibido una dosis de refuerzo en los últimos 5 años, no
necesita volver a vacunarse. Sin embargo, si no ha recibido una dosis en los últimos 5 años debe
recibir una lo antes posible tras la herida. La persona que nunca ha sido vacunada o que no ha
recibido la serie completa de vacunas debe recibir una inyección de inmunoglobulina antitetánica
y la primera de las tres vacunas mensuales.
El cuidado de la herida incluye una limpieza inmediata y completa, especialmente en las heridas
punzantes profundas, debido a que el polvo y el tejido muerto favorecen el crecimiento de las
bacterias Clostridium tetani. Pueden administrarse antibióticos como penicilina o tetraciclina, pero
ello nunca puede sustituir la escisión quirúrgica del tejido dañado.
La inmunoglobulina antitetánica se administra para neutralizar la toxina. Los antibióticos como la
penicilina y la tetraciclina tienen la función de evitar una mayor producción de toxina. Además, se
utilizan otros fármacos para sedar al enfermo, controlar posibles convulsiones y relajar la
musculatura.
El paciente suele ser hospitalizado en una habitación tranquila. Los enfermos con infecciones de
moderadas a graves deben recibir ventilación mecánica. La alimentación se realiza por vía
intravenosa o a través de una sonda introducida por la nariz que llega al estómago. Suele ser
necesario realizar un sondaje de la vejiga urinaria y del recto para eliminar los productos de
desecho del organismo. El paciente debe ser sometido a frecuentes cambios posturales en la
cama y además se le obliga a toser para prevenir una posible neumonía. Para reducir el dolor se
administra codeína. También pueden administrarse otros fármacos para controlar la presión
arterial y el ritmo cardíaco.
Como la infección del tétanos no inmuniza al organismo contra infecciones subsiguientes, una vez
que el enfermo se recupera debe recibir toda la serie de vacunas.

Actinomicosis

La actinomicosis es una infección crónica causada principalmente por la Actinomyces israelii, una
bacteria que puede estar presente en las encías, los dientes y las amígdalas.
Esta infección hace que se formen abscesos en varios sitios. Presenta cuatro variedades y, por lo
general, afecta a los varones adultos. Ocasionalmente la actinomicosis puede afectar a las
mujeres que usan un dispositivo intrauterino (DIU) como método de contracepción.
La forma abdominal se produce al tragar secreciones bucales contaminadas por las bacterias. La
infección afecta a los intestinos y el revestimiento de la cavidad abdominal (peritoneo). Los
síntomas más frecuentes son dolor, fiebre, vómitos, diarrea o estreñimiento y una grave pérdida
de peso. En el abdomen se forma una masa y es posible el drenaje del pus hacia la piel a través
de fístulas que conectan dicha masa con la pared abdominal.
La forma cervicofacial (llamada mandíbula en grumos) suele comenzar como un pequeño
abultamiento, plano y duro, que se forma en la boca, sobre la piel del cuello o debajo de la
mandíbula. Este abultamiento puede causar dolor. Posteriormente, se forman áreas blandas de
donde sale un líquido cargado de pequeños gránulos ondeados y amarillentos parecidos al
azufre. La infección puede extenderse hacia la mejilla, la lengua, la garganta, las glándulas
salivales, los huesos del cráneo o del cerebro y su revestimiento (meninges).
La forma torácica provoca dolor en el pecho, fiebre y tos con esputos. Sin embargo, estos
síntomas pueden no aparecer hasta que los pulmones estén gravemente afectados. Se producen
trayectos fistulosos que pueden llegar a perforar la pared del pecho, lo que permite que el pus
salga a través de la piel.
En la forma generalizada, la infección presente en la sangre llega a la piel, las vértebras de la
columna, el cerebro, el hígado, los riñones, los uréteres y, en las mujeres, al útero y los ovarios.

Diagnóstico

Los síntomas, los resultados de las radiografías y el aislamiento de la bacteria Actinomyces


israelii en las muestras del pus, esputo o tejido ayudan al médico a establecer el diagnóstico. En
algunas infecciones intestinales, no es posible obtener una muestra, por lo que es necesario
recurrir a la cirugía para establecer el diagnóstico.
Pronóstico y tratamiento

La mandíbula en grumos es la forma de actinomicosis más fácilmente tratable. El pronóstico es


peor en las formas torácica, abdominal y generalizada. Sin embargo, es mucho peor en los casos
en que el cerebro y la médula espinal resultan afectados: más del 50 por ciento de los afectados
con estas infecciones presentan lesiones neurológicas y más del 25 por ciento fallecen.
Los pacientes, por lo general, mejoran lentamente con tratamiento, pero suele ser necesario
administrar antibióticos durante meses y llevar a cabo varias intervenciones quirúrgicas. El
drenaje quirúrgico de los abscesos de gran tamaño y el tratamiento antibiótico con penicilina o
tetraciclinas pueden tener que continuarse durante varias semanas después de que los síntomas
hayan desaparecido.

Copyright ©2005 Merck Sharp & Dohme de España, S.A.


Madrid, España. Todos los derechos reservados

Вам также может понравиться