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Salud Sexual para la Pareja

Masculino Femenino
Estímulos Sexuales
Masajes Eróticos
Sexo Oral
Sexo Anal
Orgasmos Femeninos
Fantasías Eróticas de las Mujeres
Sexo Sin Amor

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Masculino Femenino
La sexualidad, llevada de manera responsable, es cien por ciento positiva y puede convertirse en una
de las principales fuerzas de vida.
La sexualidad es parte de la personalidad del ser humano desde que nace, por ser la forma natural de
provocar emociones y sentimientos hacia los demás. Es también el sentimiento del placer, de lo que gusta y
satisface, como: escuchar música agradable, escoger una pareja, así como elegir, de todo lo que existe
alrededor, lo que más convenga para vivir en equilibrio.
Según se menciona en el libro “Respuesta Sexual Humana”, el acto sexual produce una verdadera
revolución en el organismo. Dicho deseo libera hormonas (testosterona y adrenalina) que dan origen a que
exista una mejor circulación sanguínea, mejora la memoria, ayuda al sistema inmunológico, combate la
depresión, previene infartos, contribuye a perder peso y combate el estrés.

Sexo responsable
De acuerdo a investigaciones oficiales, uno de los principales factores para lograr vivir una sexualidad
sana y feliz es estar bien con uno mismo, es decir; aceptarse, respetarse y quererse. Tener este conocimiento
del ser crea un sentido de vinculación que aporta un gran estímulo al estado de ánimo.
Es importante también estar informado sobre la sexualidad misma, a fin de ejercerla con
responsabilidad, ya que esto permitirá tener un conocimiento amplio de las propias necesidades e identificar
y entender las de la otra persona. De igual manera se deben conocer las enfermedades de transmisión sexual
(ETS): sus nombres, conceptos, formas de contagio, así como la manera de evitarlas.
En recientes investigaciones realizadas por la Organización Mundial de Salud y Onusida, hoy existen
más de 40 millones en el mundo que viven con algún tipo de padecimiento de transmisión sexual que, de
haberse informado con respecto al tema, podrían haber evitado infectarse.

El top de las ETS


Las enfermedades de transmisión sexual con mayor incidencia en la actualidad son:
• VIH
• Sífilis
• Gonorrea
• Hepatitis tipo B
• Clamidiosis
• Herpes genital
• Papiloma
• Tricomoniasis

¿Cómo protegerse?
Éstas son solamente algunas sugerencias:
• Ser fiel a tu pareja y tener cuidado al elegir una.
• Visitar al especialista regularmente.
• Antes de tener relaciones sexuales, observar cuidadosamente el cuerpo de la otra persona. Si hay
sarpullido, llagas o irritación en la piel, es preferible evitar el contacto íntimo.
• Investigadores norteamericanos demostraron que el empleo correcto del condón otorga entre el 97%
y 98% de efectividad, por lo que sigue siendo el mejor método para evitar padecimientos de
transmisión sexual.

Cuidados básicos
Para lograr un mejor funcionamiento de los órganos sexuales y para mantenerlos en condiciones
óptimas, la higiene es importante y fundamental. Es importante conocer y explorar el cuerpo, pues es una
sencilla manera de identificar alguna anormalidad. Además, una especialista en sexología sugiere lo
siguiente:

• Dejar los testículos libres y evitar la ropa ajustada.


• Usar ropa interior de algodón y evitar la sintética.
• Recorrer el prepucio si no se tiene circuncisión y remover la acumulación de fluidos y suciedad.
• Utilizar jabones neutros, de preferencia no perfumados.
• Después del baño, secar su área genital con una toalla limpia y dar un masaje suave sin tallar, esto
evita la aparición de bacterias por humedad.
• Después de sostener relaciones con su pareja es bueno orinar para arrojar cualquier agente extraño,
así como auto-auscultase para conocerse e identificar posibles anomalías o la aparición de alguna
erupción.

El organismo de la mujer trabaja de una manera distinta al del hombre. Si desea conocerse a sí misma
debe saber cómo está conformado su cuerpo: como funciona su organismo, cuáles son las partes más
susceptibles y que tipo de alimentación es la adecuada, todo ello para mantenerse en buenos condiciones y
prevenir enfermedades. Para que exista una función de los sistemas es fundamental que el sistema hormonal
(sistema endocrino) se encuentre en equilibrio, ya que son las hormonas las que activan los procesos
celulares, en cualquier parte del organismo. Esto es, el centro de control (cerebro) manda un mensaje a la
glándula de determinado órgano para que ésta secrete cierta hormona y en qué cantidad.
Es por eso que gran parte de las respuestas físicas femeninas dependen de las hormonas producidas
por los ovarios, mejor conocidos como estrógenos y progesterona, las principales reguladoras del ciclo
femenino.
Los estrógenos también actúan en los huesos, fijando calcio y fósforo; en los vasos sanguíneos,
protegiéndolos contra la arteriosclerosis; en el metabolismo, ayudándolo a evitar la retención de agua y sal,
además de ser los responsables de que el estado de ánimo de toda mujer sea tan variable.
En edad adulta, los estrógenos determinan las principales características femeninas que diferencian al hombre
de la mujer; como son:

• Crecimiento de los senos


• Incremento de grasa en las caderas
• Desarrollo de las glándulas reproductoras femeninas
• La voz adquiere un tono agudo
• La piel mantiene un aspecto suave y delicado
• Producción del ciclo menstrual

Primeras etapas
Cada etapa de la vida del ser humano tiene distintas necesidades nutricionales. En el caso de la mujer,
hay algunos elementos que deben estar presentes en su dieta, debido a los cambios fisiológicos que
experimenta. Es conocida la importancia del Hierro y Calcio en la alimentación. Estos dos minerales son los
grandes amigos de la mujer pues le ayudan a evitar las descompensaciones que puede tener durante alguna
etapa de desarrollo o cambio metabólico, como la pubertad, el embarazo, la menopausia, que son los
momentos cuando la falta de estos vitales elementos se manifiesta.
Desde la común anemia, problemas de dientes y huesos, hasta problemas de circulación y
osteoporosis, son probables consecuencias de la ausencia de Hierro y Calcio en la dieta. El aporte nutricional
en las etapas llamadas “brotes de crecimiento”, es puntual. Esta se da en la niñez temprana (0-3 años) y en la
pubertad (10-12 años) En estos momentos los cuerpos de las niñas están en desarrollo, están cambiando. Por
ello, su dieta debe ser rica en calorías y proteínas, además de todas las vitaminas, de manera que sus
organismos tengan los suficientes elementos para producir y amortiguar los cambios, los alimentos ricos en
calcio, carbohidratos y proteínas son los que pueden ayudar a mejorar el esquema nutricional de las
jovencitas.

Embarazo y Menopausia
En los casos específicos como el embarazo, la mujer tiene que reforzar su ingesta completa de
nutrientes: Ácido Fólico y Ascórbico (vitamina C), las vitaminas A, B6, D, E y K; Calcio, Fósforo, Hierro,
Zinc y Cobre; Sodio, Magnesio, Fluoruro y Yodo. Todos son elementos indispensables para que la futura
madre se mantenga nutrida y alimente bien a su bebé.
Otros casos específicos son la menopausia y las adultas mayores. En el primero se aconseja mantener
al día su consumo de vitamina C y vitamina D, además de tener presentes en su dieta los carbohidratos y
alimentos bajos en grasa. Estos mismos elementos deben estar presentes en el caso de las adultas mayores,
pues necesitan aporte extra en antioxidantes (vitamina C), y reforzar la estructura ósea (calcio y vitamina D).
Cabe señalar que, a la par del consumo de la vitamina D y el Calcio, se debe considerar un tiempo de
exposición al sol. Bastan al día de 10 a 15 minutos de caricia solar, entre las 6:00 y las 12:00hrs. Para que el
proceso sea completo

Consejos prácticos
Además de los nutrientes necesarios para su organismo, el cuerpo de la mujer también necesita de
cuidados básicos para mantener una apariencia saludable.

Proteja sus senos


No importa el tamaño de los senos, necesitan cuidados. Los golpes, maltratos y hasta un mal sostén,
pueden ocasionar molestias o problemas más graves. Prefiera siempre traer sostén y que éste no presione
demasiado ni se afloje con facilidad. Su seno debe quedar de manera natural en la copa. Prefiera los que no
son de material plástico o con varillas duras y quíteselo para dormir.
Estímulos Sexuales
Ella debe estimular el cerebro de él bajo las sábanas
Aunque te pueda parecer que la mayoría de los hombres basa su excitación en cómo se estimulen sus
genitales, lo cierto es que tiene más poder una mujer que conoce los secretos del lenguaje, aunque no sea una
experta en manejar el órgano sexual masculino.
Es cierto que las mujeres se excitan más con las palabras, que los hombres, pero hay que desterrar el
tópico de la “pene-manía” de los hombres. Que la tienen. Pero no hay nada como unas frases que alimenten
su ego en el momento oportuno.
Les encanta saber o confirmar que su pene es “enorme”, las ganas que tienes de que te enseñe lo
mucho que él sabe bajo las sábanas. Cuánto te gusta que te toque aquí y allá, que lo haga de una forma u otra
y su estupendo cuerpo (aunque no lo sea, no te cortes, pero tampoco mientas descaradamente). Estas
palabras, unidas a miradas intencionadas y pícaras le harán reafirmar su autoestima y concentrarse en su
placer y en el tuyo.

Él debe seducirla antes y bajo las sábanas


La mayoría de las mujeres se involucran profundamente en la relación, basa su excitación en el trato,
las caricias, los besos y en las palabras dulces y amorosas. Lo cierto es que tiene más poder el hombre que
domina la técnica de la seducción, aunque no esté bien dotado.
Es muy importante conocer las zonas erógenas o sensibles en la mujer; cada mujer es diferente por lo
que unas reaccionarán al estímulo en ciertas partes y otras reaccionan al estímulo de otras partes. Lo que sí es
general en la mujer, es el estímulo al cerebro; nada la estimulará más, que unas palabras dulces y amorosas.
Les encanta sentirse deseadas, que sus formas te enloquecen y que la manera en que se excitan, te
excita aún más a ti. Nunca cometas el error de decir alguna frase tonta como “que bonita celulitis”, porque en
ese momento habrás acabado con su autoestima y participación.
Las palabras correctas, unidas a caricias y besos, algunos suaves y otros apasionados, le harán
reafirmar su autoestima y concentrarse en su placer y el tuyo.

Masajes Eróticos
¿Sientes que tu pareja ha caído en la monotonía sexual? ¿Percibes que el deseo ha disminuido y que
tus relaciones son cada vez más rutinarias?
Sin duda, hay varias alternativas para tener una relación sexual satisfactoria. Los masajes, las caricias,
el dar y recibir pueden ayudarte a reducir el nivel de ansiedad y a encontrar una nueva forma de placer.
Los especialistas hacen una diferencia entre el masaje sensorial y el sexual. El primero ayuda a
despertar el deseo tocando los tobillos, los dedos de los pies, las rodillas, los muslos... mientras que el
segundo se centra exclusivamente en las zonas erógenas conocidas (pechos, genitales)
Los masajes pueden ser sumamente placenteros, si se realizan con dedicación. En definitiva, la idea es
que cada pareja encuentre su forma, su estilo. No hay recetas, ni pócimas, apenas propuestas que siempre son
válidas.

Masaje completo
Quien realiza el masaje, debe colocarse de rodillas, a los pies de su pareja, mientras ésta permanece
recostada boca abajo con las piernas estiradas y ligeramente separadas.
• Amasa sus nalgas con suavidad de arriba hacia abajo en la hendidura que las separa.
• Pide a tu pareja que se dé vuelta. Con los dedos de la mano izquierda acaricia sus piernas, al tiempo
que masajeas con la palma derecha el tórax y el pecho.
• Reconoce con un leve roce todo su cuerpo, desde el cuello hasta la punta de los pies. Tus manos
deben ser como plumas suaves y delicadas.
• Roza con una mano los genitales y con la otra traza círculos alternos en el abdomen, el pecho y los
muslos.

Masajes en los pies


Colócate enfrente de tu pareja, que debe estar recostada con las piernas estiradas. Toma su pie derecho
con los dedos de tu mano izquierda hacia el exterior del tobillo y la otra en el interior.
• Con la yema de los dedos aplica un movimiento circular alrededor del tobillo en el sentido de las
agujas del reloj.
• Alternando las manos, aplica presión al pie desde el lado superior hasta los dedos.
• Sujeta el pie con la mano izquierda y desliza la base de la palma derecha sobre la planta, desde los
dedos hacia abajo.
• Sujeta el pie con las dos manos, los pulgares en la parte inferior y con la punta de los dedos haz
pequeños círculos sobre la parte superior.
• Agarra uno por uno los dedos del pie con tu índice y pulgar de la mano derecha y muévelos hacia
arriba y hacia abajo.
• Desliza hacia delante y hacia atrás, un dedo de tu mano derecha entre cada dedo de su pie.
• Alternando las manos, desliza con suavidad la punta de los dedos sobre la pierna y el pie trazando un
movimiento descendente.

Masajes sugestivos
Este masaje se puede aplicar tanto para el hombre como para la mujer. Al realizarlo sitúate en el lado
derecho de tu pareja.
• Coloca la mano derecha sobre los genitales y realiza un suave masaje, mientras con la mano izquierda
frotas el abdomen con movimientos circulares.
• Sin interrumpir el masaje genital, desliza la mano izquierda desde el abdomen hasta el pecho derecho.
Después, toma el pezón con los dedos pulgar e índice y realiza un movimiento de rotación fuera y
dentro de su área.
• Ahora frota con la mano izquierda el hombro y los músculos del cuello del lado derecho.
• Cambia la mano que realiza el masaje en los genitales, mientras con la mano derecha frotas
suavemente la parte interna del muslo derecho.
• Para terminar, sitúate en el otro lado de su cuerpo y repite una a una las fases de la secuencia.

Sexo Oral
El sexo oral, es una práctica sexual muy placentera y gratificante, pero debe soportar muchos tabús y
prejuicios, hay personas a las que les desagrada el sexo oral, pero desde luego, no es el caso de muchos otros.
Para practicar tanto una “felación” (sexo oral para ellos) como un “cunnilingus” (sexo oral para
ellas), hay dos cosas que debemos tener en cuenta:
1. Estar completamente seguro de que la persona con la que se va a hacer el sexo oral, está
completamente sana y no padece de ningún tipo de enfermedad. Deben poner especial atención a las
enfermedades de transmisión sexual y renal.
2. Previo a la relación, la pareja deberá haber efectuado una higiene personal, poniendo especial esmero
en las zonas erógenas.

Higiene del pubis (ambos sexos)


¿Sabías que una axila sin vello comienza a despedir malos olores después de 24 hrs. de haberse aseado?
¿Sabías que una axila con vello despide malos olores tan solo 4 hrs. después de haber sido aseada?
Pues exactamente lo mismo sucede con la región púbica, solo que además de los olores despedidos
por la transpiración normal del cuerpo y bacterias alojadas en las vellosidades, tenemos olores ocasionados
por residuos de orina, hongos producto de las fibras sintéticas de la ropa interior y muy posiblemente algún
pequeño escurrimiento previo al acercamiento íntimo.
Un pubis que no recibe atención y arreglos, es como un jardín que no se poda y se deja crecer la
maleza sin control o como una cabellera que no se corta ni se peina. En los tres casos da la sensación de
suciedad y poca higiene, que delatan el poco interés o cuidado que se aplica a esa zona.

Higiene masculina
Recuerda que un vello muy largo, puede interponerse a la hora de la relación y escoriar a tu pareja. Si
no estás circuncidado, debes poner especial atención en la limpieza del glande, removiendo todo rastro de
acumulación.
De igual manera, debes poner especial interés en la limpieza de la entrepierna, el escroto y el ano.
Existe mucho tabú entre los hombres (ignorantes) en cuanto a la limpieza de la cavidad anal. Muchos creen
que el lavar esta parte, les hará menos hombres y eso es una completa estupidez. Para empezar, hablamos de
lavar la cavidad anal y NO el recto. La cavidad anal es la que encuentra entre los glúteos, no tienes que
introducir nada por ningún lado. Llevar esta práctica a cabo, evitará que a la hora de la relación, cuando tu
pareja se acerque a tu región púbica, perciba malos olores y por consiguiente se aleje.

Higiene femenina
Si tú No eres de las mujeres que suelen peluquear, recortar o rasurar el pubis, te recomendamos que
como mínimo tengas el cuidado de recortar la vellosidad que pueda llegar a introducirse a la vagina, ya que
éstos le escoriarán la lengua a tu compañero y a ti te irritarán. Recuerda que a la mayoría de los hombres les
excita mucho un pubis coquetamente rasurado o lampiño. Si este es el caso de tu pareja, con el solo hecho de
rasurarlo, provocará que constantemente desee hacerte el sexo oral.
Una higiene previa en el pubis, entrepierna y cavidad anal, además de darte la seguridad de no
despedir olores posiblemente desagradables, te permitirá disminuir la acidez vaginal (que no es otra cosa que
un compuesto de ácido láctico y bacterias que recorren las paredes vaginales debido a la acidez o pH) y
rastros de flujo normal, así como cualquier partícula de papel higiénico que pudiera haber quedado en una ida
previa al baño.
Después de llevar a cabo las sugerencias anteriores, podrás estar segura que tu pareja se entregará por
completo a la práctica del sexo oral y te llevará a experimentar sensaciones que posiblemente nunca llegaste
a imaginar.
NOTA: pH = potencial de hidrógeno. Método con el cual se mide la alcalinidad o acidez de los líquidos.

Sexo oral para ellas


Enséñale cómo te gusta el “cunnilingus”
El sexo oral: las finas artes amatorias aplicadas con la boca y la lengua en los genitales, son para
algunas personas algo simplemente desagradable. Para otros, por el contrario, es la más intensa experiencia
sexual, que además de poder disfrutarse como un jugoso condimento del juego previo, puede también ser el
camino directo hacia un hermoso orgasmo.
“Hay mujeres que no se permiten disfrutar de esto, que les resulta “sucio”, hay varones que no
pueden hacérselo a su compañera, se inhiben, les da asco. Pero en los hombres lo más común es que sean
“selectivos”: con algunas mujeres lo hacen, con otras no”. Depende del cuidado y esmero que pongas en la
higiene personal.
Sin embargo es importante saber que para la mujer esta estimulación es la combinación perfecta:
“suave, directa, cálida y húmeda. Son las condiciones ideales para lograr la excitación femenina. Su mayor
sensibilidad justamente se encuentra en este lugar: labios mayores, labios menores, el clítoris y entrada de
la vagina”.
Muchas veces, la vergüenza, los tabúes y los mitos, hacen que las mujeres no se animen a disfrutar de
lo más placentero. Por eso, para lograr la satisfacción sexual es importante aprender a pedir.

La clave está en aprender a pedir


Es especialmente en estos temas que a las mujeres nos cuesta decir lo que queremos: mientras que los
hombres, sin ningún pudor, expresan su demanda; nosotras nos animamos a insinuar los mismos deseos sólo
cuando la confianza está bien afirmada.
Sin embargo “para muchas mujeres el cunnilingus es el único camino que tienen para llegar a vivir
un orgasmo. Por eso el sincerarse con la pareja debe ser una condición inicial. La mujer debe saber
comunicarle a su compañero las diferentes modalidades de la sexualidad femenina para así lograr disfrutar
juntos. Ambos deben aprender que para alcanzar una relación sexual satisfactoria se necesita tanto de una
buena comunicación como permitirse muchas pruebas de ensayo y error”.
Una mujer con experiencia sexual que conozca su cuerpo y reconozca sus sensaciones placenteras, no
necesita más que relajarse y gozar del juego que se propondrá en la relación sexual. Pero, una que recién se
inicia y que no ha tenido los suficientes compañeros sexuales como para saber si “hay algo mejor de lo que
ya ha probado” necesita ayuda. Porque para pedir algo hay que estar convencida de que eso es lo que
necesitamos.

Por dónde comenzar


1. Lo ideal sería que tu compañero empezara acariciándote el cuerpo y besándote el cuello, los pechos,
los pezones. Antes de pasar a los genitales debería besar tu cuello, pecho y los pezones. Eso hará que
te relajes y empieces a mojarte hasta estar excitada.
2. Sería interesante que, mientras tu "amante" desliza sus manos hacia abajo, acariciando los glúteos y
muslos, tratando de llegar a los genitales, te preguntara cómo te gusta el sexo oral: ¿rápido o lento,
suave o duro? Si esto no sucede insinúaselo tú. Dale alguna pista para ayudarlo en lo que está
haciendo.
3. La postura es importante para sentir más placer. Si te tumbas boca arriba con las piernas abiertas y "lo
dejas hacer" quizás pierdas el control de la situación totalmente. Quizás te guste probar ponerte
hincada, apoyando manos y rodillas, con la vulva a la altura de su cara (él estará tendido sobre la
cama boca arriba) Eso te permitirá mover tu cuerpo, levantándolo y bajándolo a medida que sientas
placer o molestia. Otra postura que te permite controlar algo es ponerte de pie y él de rodillas con la
boca a la altura de tus genitales. Si lo tomas de la cabeza podrás alejarlo o acercarlo a la medida de
tus deseos.
4. El ritmo es muy importante y aunque no te animes a decirle en palabras lo que necesitas, tus gestos
corporales pueden ayudarlo a interpretar. Cuando esté siendo brusco aléjate un poco de él, y cuando
quieras más presión o más contacto aprieta la vagina contra su cabeza. Siempre trata de que el ritmo
sea constante y lento.
5. Algunos hombres suelen introducir un dedo en la vagina de su compañera cuando ésta está excitada.
Si eso no ocurre y es lo que te gustaría, hazlo tu misma. Tócate tus genitales y él sabrá que eso es lo
que deseas.
6. Cuando empieces a acercarte al momento final trata de hacérselo saber para que no varíe la frecuencia
ni el ritmo.
Y si a pesar de todo esto, ¿no funciona?
Lo primero que puedo decirte es que no bajes los brazos. Queda otro recurso más antes de tirar la
toalla y es plantear con franqueza tus necesidades.
1. Cuéntale qué te gustaría y cómo. Apréndete los puntos anteriores de memoria y relátaselos. Dile
exactamente qué quieres que te haga y cómo. Es muy posible que él no sepa hacerlo.
2. Asegúrate de que sabe dónde tienes el clítoris y cuáles son tus zonas erógenas. Si es necesario
enséñaselo a la luz del día y deja que explore, que examine la zona. Hasta puedes guiarlo con tu mano
llevándolo de paseo por los lugares donde quieres que te toque o te bese.
3. No olvides ningún detalle. Todo cuenta. Si es demasiado brusco o rápido, díselo. Si te gustaría que te
acariciara más, pídeselo.

Un juego para gozar de a dos


La próxima vez que estén juntos en intimidad, puedes proponerle un juego: cada uno sin ser
interrumpido y por turnos debe contarle al otro sus deseos, qué le gusta que le hagan, qué le gusta hacer, qué
le gusta ver.
Es importante que esto se haga en un clima de tranquilidad y no intentarlo cuando se está en medio de
peleas, depresión o de mal humor.
A su vez siempre debe ser de forma positiva, sin recriminar al otro por lo que no hizo, sino
simplemente comunicándole cuales son sus preferencias. “Esto no implica que estén obligados a realizarlas,
pero sí sirve para romper el silencio y conocer nuevas herramientas para futuros encuentros”.
Y recuerda que él no tiene por qué adivinar lo que tú deseas. Es tu responsabilidad que él lo sepa. Y es
tu responsabilidad también, que él haga lo que le pides. Porque, siempre depende de ti la decisión de quedarte
donde no encuentras lo que recibes. En la cama también el poder lo tienes tú.

El arte del “cunnilingus”


Tengo mucho respeto por todos ustedes que gustan chupar la vulva porque hay muy pocos como
ustedes por ahí. Y no soy la única mujer que dice esto. Y más aún, para algunos de ustedes que aún no lo
hacen demasiado bien, quizá esta pequeña lección les ayudará. Cuando una mujer encuentra a un tipo que da
una buena chupada, ha encontrado un tesoro que no va a dejar ir fácilmente. Este es un espécimen raro y ella
lo sabe. Ella ni siquiera les dirá a sus amigas sobre él o ese tipo se volverá el más popular del grupo. Así que
recuerden, la mayoría de los hombres pueden copular, pero el tipo que la chupa bien, tiene una gran ventaja.
La mayoría de las mujeres son tímidas con respecto a su cuerpo. Aún si tienes a la mujer más amorosa
del mundo en la cama contigo, va a preocuparse sobre si te gusta su cuerpo. Dile que es hermoso, dile cuáles
son las partes que más te gustan, dile cualquier cosa, pero inspírale la confianza suficiente para dejarte caer
entre sus piernas.
Ahora detente y mira lo que ves. Hermosa, ¿no? No hay nada que haga a una mujer más única que su
vulva. Lo sé. He visto muchísimas de ellas. Vienen de todos los tamaños, colores y formas; algunas están
metidas como la de las nenas y algunas tienen gruesos y suculentos labios que salen a darte la bienvenida.
Algunas están anidadas en cepillos de piel y otras están cubiertas con pelusa transparente. Aprecia las
cualidades únicas de la mujer y dile lo que la hace especial.
Las mujeres tienen un trato más verbal que los hombres, especialmente mientras hacen el amor.
También responden más al amor verbal, lo que significa, que cuanto más le hablas, más fácil te será hacerla
que se venga. Así que todo el tiempo que estés mimando y acariciando su hermosa vulva, háblale sobre ella.
Ahora mírala nuevamente. Suavemente aparta los labios y observa sus labios menores, lámelos si
quieres. Ahora abre las partes superiores de su vulva hasta que puedas encontrar su clítoris. Las mujeres
tienen clítoris de diferentes tamaños, al igual que ustedes tienen penes de diferente tamaño. No significa nada
en cuanto a su capacidad orgásmica. Todo lo que significa es que más de ella se haya escondido debajo de su
prepucio.
Siempre que toques la vulva de una mujer, asegúrate de que tu dedo esté húmedo. Puedes chuparlo o
humedecerlo con los jugos de ella. Asegúrate, por todos los medios, de humedecerla antes de tocar su clítoris
porque no tiene humedad propia y es extremadamente sensible. Tu dedo se le pegará si está seco y eso
lastima. Pero de todos modos todavía no le toques el clítoris. Tienes que trabajar hasta ese punto. Antes de
que se excite, su clítoris es demasiado sensible para ser manipulado.
Acércate a su vulva lentamente. Las mujeres aman jugar aún más que los hombres. La parte interior
de sus muslos es su punto más delicado. Lámelo, bésalo, haz dibujos en ellos con la punta de tu lengua. Llega
peligrosamente cerca de su vulva, entonces apártate. Hazla anticiparlo.
Ahora lame y chupa el pliegue donde su pierna se une con su vulva. Acaricia con tu nariz su vello.
Roza tus labios sobre su hendidura sin presionarla para excitarla. Después que hayas hecho esto hasta el
punto que tu dama salte de su asiento y se esté esforzando en tener tus besos y caricias más cerca de su
intimidad, entonces pon tus labios justo en la parte superior de su hendidura.
Bésala, suavemente, luego más fuerte. Ahora usa tu lengua para separar los labios de su vulva y
cuando ella se abre, desliza tu lengua hacia arriba y hacia abajo entre las capas de carne de la vulva.
Suavemente separa sus piernas un poco más con tus manos. Todo lo que haces con la mujer que vas a chupar
debe hacerse suavemente.
Hazle el amor con la lengua. Esto se siente divino. También la alivia porque a esta altura ella quiere
darle algo de atención a su clítoris. Verifícalo. Observa si su clítoris se ha vuelto suficientemente duro como
para verlo fuera de su cubierta. Si es así, lámelo. Si no puedes verlo, podría estar todavía esperándote debajo.
Por lo tanto lleva tu lengua hasta la parte superior de su hendidura y siente su clítoris. Puedes sentir
escasamente su presencia. Pero aún si no puedes sentir la diminuta perla, puedes hacerla levantar lamiendo y
chupando la piel que lo cubre. Lame fuerte ahora y presiona su piel.
Suavemente retira los labios de la vulva y da pequeños golpecitos con tu lengua contra el clítoris,
cubierto por el prepucio o no. Haz esto rápidamente. Esto debe causar que se estremezcan sus piernas.
Cuando sientas que ella se está acercando al orgasmo, haz con tus labios una O y lleva su clítoris a tu boca.
Comienza a chupar suavemente y observa la reacción de tu compañera en su rostro. Si puede manejarlo,
comienza a chupar más fuerte. Si lo extrae, chupa más fuerte aún. Acompáñala. Si levanta su pelvis hacia
arriba con la tensión de su orgasmo emergente, muévete con ella, no te le opongas. Aguanta, y mantén tu
boca caliente sobre su clítoris. No te detengas.
Pero regresemos a tu sesión de chupar la vulva. Hay otra cosa que puedes hacer para intensificar el
placer de tu mujer. Tú puedes hacer el amor con el dedo mientras disfruta tus talentos de lamedor de clítoris.
Antes, durante o después. A ella realmente le gustará. Además de sus zonas erógenas alrededor del clítoris, la
mujer tiene otra área extremadamente sensible en la parte superior de su vagina. Esto es lo que le frotas
cuando le haces el amor. Bien, como tu pene está muy lejos de tu boca, tus dedos tendrán que hacer el amor.
Toma dos dedos. Uno es demasiado delgado y tres es demasiado grueso y por lo tanto no pueden
penetrar lo suficiente. Asegúrate que estén húmedos para no irritar su piel. Deslízalos dentro, lentamente al
comienzo, luego un poco más rápido. Hazle el amor con ellos rítmicamente. Aumenta la velocidad solamente
cuando ella lo hace. Escucha su respiración.
Ella te dejará saber qué hacer. Si le estás chupando el clítoris y haciéndole el amor con los dedos al
mismo tiempo, la estás estimulando mucho más de lo que lo harías solamente con el pene. Puedes contar que
con esto está muy excitada. Si hay dudas, verifica los síntomas. Cada mujer es única. Puedes tener una cuyos
pezones se ponen duros cuando se excita o solamente cuando está teniendo un orgasmo. Tu chica podría
ruborizarse o comenzar a temblar. Aprende a conocer sus síntomas y serás un amante más sensible y
perceptivo.
Cuando ella comienza a tener un orgasmo, no te alejes de ese clítoris. Permanece allí cuanto dure.
Cuando comience a salir del primer orgasmo, presiona tu lengua a lo largo de la parte inferior del clítoris,
dejando tus labios cubriendo la parte superior. Mueve tu lengua adentro y afuera de su vulva. Si tus dedos
están adentro, muévelos también un poco, pero suavemente, las cosas son extremadamente sensibles justo
ahora.
Si juegas bien tus cartas, obtendrás algunos orgasmos múltiples de esta manera. La mujer permanece
excitada toda una hora después de haber tenido un orgasmo. ¿Te das cuenta todo el impacto de esa
información? ¿El potencial? Una mujer fue cronometrada con 56 orgasmos en una sesión. ¿Sabes qué efecto
podrías tener sobre una mujer a la que dieras 56 orgasmos?
¡Algunas mujeres gustan de ser frotadas y penetradas analmente mientras están siendo chupadas!
El último consejo que tengo para ti es éste: Después que la hayas hecho alcanzar el clímax, no la dejes
sola justo ahora. Háblale, acaricia su cuerpo, mima sus pechos. Mantente haciéndole el amor calladamente
hasta que calme toda su excitación. El hombre puede desconectarse y ponerse a dormir en un suspiro y no
sentir remordimiento, ningún sentido de pérdida. Pero la mujer por naturaleza requiere algo de afectividad de
su amante en esos primeros minutos después del sexo.
El sexo oral puede ser una de las más excitantes experiencias sexuales que puedas tener. Pero todo es
lo que haces. Tómate tu tiempo, practica a menudo, presta atención a las indicaciones de tu amante, y
principalmente, disfrútense.

Sexo oral para ellos


Según el Kama-Sutra hay ocho ejercicios que la mujer puede practicar a un hombre para
proporcionarle placer con la boca.
1. Unión nominal. La mujer, sosteniendo el pene con su mano lo oprime entre sus labios, imprimiéndole
movimiento a su boca.
2. El mordisco en los costados. La mujer toma el pene con los dedos por la base como si de un ramo de
flores se tratara y lo irá mordiendo suavemente con los labios y los dientes por los costados.
3. La succión exterior. La mujer toma la base del pene y lo introduce hasta el fondo de su boca
apretando fuertemente con los labios y lo va estirando hacia fuera manteniendo la presión. Una vez
llegado al final abrirá un poco más la boca para facilitar una nueva penetración y repetirá la misma
acción anterior sucesivamente.
4. La succión interior. La mujer introduce el pene en su boca apretando con sus labios y va
introduciéndolo y sacándolo sucesivamente sin dejar de hacer presión con los labios.
5. El beso. La mujer sosteniendo el pene en su mano irá besándolo suavemente a manera de pequeños
mordiscos o pellizcos.
6. La chupada. La mujer después de besar el pene de la forma descrita anteriormente lo acariciará con la
lengua y chupará con fruición el prepucio.
7. La succión del mango. La mujer meterá la mitad del pene en su boca y lo succionará con fuerza,
como si de un jugoso mango se tratara.
8. Engullición. La mujer introduce todo el pene dentro de su boca (e incluso los testículos) apretándolo
contra su garganta como si quisiera engullirlo totalmente. La mujer puede también ayudarse de sus
manos y aplicar movimientos de vaivén al tronco del pene. También puede utilizar una de las manos
para acariciar los testículos, las nalgas y la zona anal de su pareja.
A algunas mujeres les gusta hacer a su compañero una “fellatio” refrescante. Para tal fin se introducen
previamente pequeños trozos de hielo en la boca. La sensación de frío y de calor simultáneas es muy
excitante.

Felación
Forma una “O” con los labios previamente humedecidos, ponlos cuidadosamente en la punta de su
miembro y mueve la cabeza en círculos diminutos.
Coloca los labios ajustándolos al tronco y recórrelo, primero a un lado y después al otro. Coge la
punta de su pene suavemente entre tus labios, con giros rápidos, besándolo tiernamente y tirando hacia atrás
de su suave piel. Permite que el glande se deslice completamente en tu boca y presiona el tronco firmemente
entre tus labios. Sostén la presión un momento antes de soltar.
Forma de nuevo un círculo con tus labios y besa a todo lo largo de su longitud, succionando y
besando al mismo tiempo. Mientras besas, permite que tu lengua “aletee” por todo su pene acabando en el
extremo. Golpeando con ella repetidamente la sensible punta del glande.
Permite que su miembro penetre en tu boca tan profundamente como te sea posible (sin ahogarte,
mujer), presionándolo y chupándolo. No le soples nunca dentro en el pene. Puede ocasionar una infección.
También puedes acariciar y besar sus testículos.
No consientas que te digan otra cosa: La decisión es tuya. Puedes permitir o no llegar hasta el final y
que él eyacule en tu boca. Igual que puedes tragarlo o no, según te agrade o no su sabor.

Sexo Anal
Para mucha gente, el sexo anal representa algo antinatural y sucio, una práctica aberrante y un tema
tabú. Otros lo consideran un misterio, algo que desearían hacer pero no se animan. Sin embargo, una
encuesta de la revista Playboy realizada en distintos países reveló que de 100 mil lectores entrevistados, el 47
% de los hombres y el 61 % de las mujeres tuvieron intercambios anales.
La alta concentración de terminaciones nerviosas del ano lo constituyen un área altamente erógena,
tanto para hombres como para mujeres, pero en general, son ellos los que se muestran más interesados en
esta práctica, mientras nosotras tenemos más dudas y temores.
Aunque son menos las mujeres que experimentan orgasmos mediante coito anal sin estimulación
directa de los genitales, muchas experimentan un intenso placer al ser penetradas por el ano.
En la última década, la fama de esta práctica se vio perjudicada con el advenimiento del sida, pero la
realidad es que para muchas personas es un tipo de encuentro sexual muy rico y placentero. Sin embargo,
para concretarlo no hay que apresurarse: el sexo anal es diferente que el vaginal, requiere más preparación y
precauciones para gozarlo a pleno.

El ingrediente clave del sexo anal


El ingrediente clave del sexo anal es el deseo, no tiene sentido intentarlo si te produce dolor, miedo o
rechazo. Los primeros acercamientos son fundamentales y si resultan placenteros pueden ser la antesala de la
penetración anal. Sin embargo, el deseo de hacerlo no lo es todo.
Muchas veces, una mala experiencia pasada puede ser un impedimento para sentirse segura: por eso,
es fundamental la confianza en la pareja o compañero sexual. Hacerlo por primera vez en un encuentro
casual no es lo más recomendable. Los juegos preliminares son la clave para relajar y preparar el terreno. Tal
vez, la primera vez sea mejor limitarse a las caricias, ya que el ano está casi siempre excluido de la práctica
sexual y es más difícil de acceder que la vagina.
Los primeros acercamientos pueden darse a través de masajes y caricias en glúteos y ano, para seguir
con la introducción de un dedo lubricado o la punta del pene, si no duele. Hay quienes disfrutan con esta
estimulación solamente y no quieren pasar a la penetración: es importante saber que esto vale y que si no te
resulta placentero seguir adelante, no tienes por qué hacerlo: llegar hasta acá te permitió descubrir una
potente zona erógena.
El anilingus (la práctica de lamer el ano) también vale como estimulante, aunque debe ser realizado
con muchas precauciones higiénicas (lavar bien la zona previamente)

Productos para practicar sexo anal


Los sex-shops proveen de todo tipo de productos para el sexo anal: vibradores, consoladores,
cinturones para doble penetración, cuentas de distintos tamaños, bolas chinas... todo vale para enriquecer el
juego o para disfrutarlo en soledad.
Muchas mujeres quieren tener sexo anal, pero no se animan porque no saben si les puede causar algún
daño real en el cuerpo. Es importante que sepan que, realizado con todas las precauciones mencionadas en
esta nota, no hay daños físicos que pueda causar esta práctica ni propensión a lesiones o enfermedades.

Todo sobre preservativos y lubricantes


La penetración debe realizarse con mucho, pero mucho lubricante. A diferencia de la vagina, el ano no
produce lubricación propia: para alejar la posibilidad de sentir dolor, se necesita mucha lubricación. Lo ideal
es usar lubricantes solubles en agua, con silicona o glicerina, porque no deterioran el preservativo y son
mucho más fáciles de retirar una vez terminado el coito. Se consiguen en farmacias y sex-shops y tienen
fecha de vencimiento, como los condones. El lubricante hay que introducirlo fuera y dentro del ano, para lo
cual las tiendas especializadas venden “inyectores”: pequeños tubos rodeados de un cilindro que se deslizan
en un pequeño pistón. No se deben utilizar lubricantes liposolubles (vaselina, parafina, aceites, cremas y
lociones corporales, manteca) porque deterioran el látex del preservativo y facilitan su ruptura.
Es conveniente usar preservativo aún si se trata de una pareja estable que sabemos, no tiene SIDA
(HIV) El recto es hogar de muchas bacterias que en la flora anal no provocan ningún daño, pero cuando se
ponen en contacto con el pene pueden provocar infecciones sobre todo de la uretra. Hay que usar
preservativos con lubrificantes solubles en agua, que facilitan la penetración e impiden que el látex se rompa.

Sexo Anal, Mito y Realidades


El miedo al dolor, paraliza
Los hombres juran que cuando una mujer aprende a gozar del sexo anal ya nada la satisface tanto. Las
mujeres (gran parte de ellas), paralizadas por el miedo al dolor, terminan cediendo a los pedidos de sus
compañeros pero sin disfrutar realmente de esta penetración tanto como de la vaginal. Lo cierto es que el
temor de la mujer a ser penetrada por el ano es ancestral. Las razones son varias: malas experiencias,
prejuicios religiosos y sociales que lo asocian a una práctica antinatural.
Claro que, más allá de los pedidos de sus compañeros, muchas mujeres desean aprender a gozar de
esta parte de su cuerpo. Y la mejor manera de lograrlo es sabiendo qué hacer para que el temor se convierta
en confianza y en sensaciones placenteras.

Manual para gozar sin dolor


Como todas sabemos el cuerpo de la mujer es elástico, por lo que tiene la propiedad de estirarse y
encogerse según lo necesite. Si primero comprendemos bien cómo funciona nuestro cuerpo, podremos
aprovechar ese conocimiento para convertir el miedo al dolor, en un goce placentero.
Pero todo lo anterior no sirve de nada si no tenemos una confianza plena en nuestra pareja, debemos
estar completamente seguras de que él no hará nada que nos lastime. Él deberá estar consiente y tener tanta
paciencia como nosotras necesitemos.
El ano es un músculo cuyo funcionamiento está diseñado para expandir hacia fuera. Recordemos un
poco cuando vamos a obrar; al pujar expandimos el músculo hacia fuera sin que esto produzca dolor. Cuando
nos penetran, combinando el miedo con la falta de información de nuestra pareja y la propia, lo que hacemos
es permitir que fuercen a que el ano se expanda hacia adentro y es ahí en donde el dolor se produce, porque
estamos permitiendo que obliguen a nuestro músculo a expandir en sentido contrario al que está diseñado.
La técnica correcta para no sentir dolor, es expandirlo hacia fuera. Esto es posible lograrlo con la
ayuda, comprensión y paciencia de nuestra pareja y con la conciencia plena de que tenemos el control
completo de la situación. Con todo eso, estaremos seguras, tranquilas y relajadas, para facilitar la
penetración. Durante el preámbulo y junto con las caricias, permitiremos a nuestro compañero que comience
a lubricar el ano. Lo puede hacer con el lubricante que hayamos escogido y un dedo, “con un solo dedo” que
tenga perfectamente cortada y limada la uña para no lastimarnos. Le permitiremos que con todo cariño y
cuidado, acaricie nuestro ano e incluso que introduzca el dedo. Primero metiendo y sacándolo solamente y
después girándolo con toda ternura dentro de nuestro ano, pero siempre con una gran cantidad de lubricante.
La posición correcta para iniciar la penetración anal sin dolor (aclarando que no tiene nada de
romántica esta postura), es recostando al hombre boca arriba, preferentemente junto a un mueble del que te
pueda apoyar y en el suelo, que por ser completamente duro y no tener la menor amortiguación, nos dará un
control completo de la situación. Él deberá estar completamente de acuerdo, que mientras dure el proceso de
amoldamiento de nuestro ano, no deberá hacer el más mínimo movimiento, por muy placentero que le
resulte. Si él no logra estarse quieto, retírate y posponlo para cuando pueda estar más tranquilo.
El lubricante aplicado generosamente en tu cavidad anal y en el pene de tu compañero, es otra de las
claves primordiales para disfrutar del sexo anal sin dolor. Cuando estés segura de que ambos tienen las
cantidades necesarias de lubricante, iniciará tú la penetración. Sí, tú te penetrarás con el pene de tu pareja y lo
harás de la siguiente manera:
Primero. Te colocarás de pie con las piernas abiertas lo suficiente para que el cuerpo de tu compañero
recostado, quede entre tus piernas. Lo harás a la altura de su pelvis y dando la espalda a su cara, lo
que quiere decir que tú deberás estar viendo los pies de tu compañero.
Segundo. Le pedirás que con una mano, sujete su pene por la base, de tal manera que quede en
posición vertical y que lo mantenga así, sin moverlo, mientras tú continúas con el proceso.
Tercero. Te sentarás sobre tu pareja calculando que tu ano quede exactamente arriba del glande de él.
Bajarás tus caderas tanto como sea necesario, hasta sentir que tu ano toca el glande de tu compañero.
Deberás comprobar que la alineación y verticalidad del pene, es la correcta.
Cuarto. Bajarás un poquito más tus caderas, hasta sentir que su glande presiona tu ano, lo suficiente
para sentir la presión, pero no tanto como para penetrarte. Sosteniendo la presión, pujarás de la
misma forma que lo haces al obrar, hasta que sientas que tu ano se ha expandido hacia fuera.
Quinto. Sin dejar de pujar, bajarás tus caderas hasta que hagan contacto con el cuerpo de tu
compañero. Lo puedes hacer rápido o despacio, mientras no dejes de pujar, no sentirás dolor.
Sexto. Para tu comodidad, descansa todo el peso de tu cuerpo, sobre el de tu pareja (ten en cuenta el
séptimo punto) En este momento deja de pujar, relájate y permanezcan quietos el tiempo necesario
para que tu ano se dilate o amolde al pene de tu compañero. Como mínimo deberán ser 2 minutos,
pero no es una regla, tú sentirás en qué momento tu ano se ha amoldado al pene de tu pareja. Cuando
sientas que el amoldamiento ha finalizado, puedes comprobarlo moviéndote un poco en sentido
ascendente y descendente, sin pujar. La ausencia de molestia, te dará la pauta comenzar a disfrutar
del sexo anal.
Séptimo. Existen dos casos en los que puedes llegar a sentir una ligera molestia en el interior del
recto. El primero es cuando tu pareja tiene un pene bastante largo y el segundo, es cuando no tuviste
la prevención de obrar antes de la penetración. En ambos casos lo que sucede es que se llega al
límite del recto, en donde dobla el intestino grueso. La molestia realmente la sentiremos en el
intestino grueso, pero solo mientras se reacomoda a la masa que ahora guarda. Esta molestia,
“molestia, NO dolor”, generalmente desaparece antes de que el ano se termine de amoldar, de
cualquier manera no está por demás recomendarte que NO inicies la cópula, hasta que la molestia
desaparezca por completo.
Octavo. Ahora que tu cuerpo se ha amoldado a tu compañero, puedes comenzar a disfrutar de las
maravillas que el sexo anal te dará. Puedes cambiar de posición cuantas veces quieran, pues ya no te
molestará. La posición para amoldar, resulta muy cansada para copular. También, tu compañero
podrá entrar y salir cuantas veces quiera, no te lastimará ya que tu cuerpo se encuentra amoldado al
de él.
Noveno. Por ningún motivo permitas ser penetrada por la vagina después de haber copulado por el
ano, hasta que ambos hayan lavado perfectamente sus partes. Si lo haces antes de asearse, corres un
gran riesgo de infección. Los parásitos intestinales y las infecciones urinarias ocurren cuando las
bacterias que habitan en el ano llegan a la vagina. El recto y el ano son hogar de bacterias que
resultan benignas si se mantienen en esas áreas, pero pueden manifestarse negativamente si entran
en contacto con la boca, la vagina o el pene. Por eso las precauciones higiénicas son fundamentales.
Permíteme recordarte que el cuerpo de nosotras las mujeres, es elástico. Si entre una cópula anal y
otra, pasan más de 2 días, tendrás que repetir todo el proceso de amoldamiento, pues nuestro organismo
tiende siempre a recuperarse a su estado original.

¿Qué hago? Si después de seguir las indicaciones, persiste el dolor


Cuando se introduce algo en el ano (ya sea un dedo, el pene o un juguete sexual), los músculos
sufren un pequeño espasmo, que se dilata en unos segundos al detener el movimiento. Por eso, es
fundamental esperar la relajación de estos músculos (sobre todo las primeras veces) para después seguir con
la penetración. En muchos casos, el estrés o los nervios logran la contracción de los músculos anales que,
por el contrario, deben estar súper relajados.
Si después de tomar todas las precauciones, persiste el dolor o la incomodidad, hay que detener la
penetración, el sexo anal no debe doler. Mi mejor consejo es que acudas a un médico para que te cheque,
posiblemente tengas algún problema del que no te haz dado cuenta. La aparición de dolor indica que hay
algo que anda mal.
Para finalizar, les dejo unos tips con las mejores posturas para el sexo anal, en las que por cierto, si
las hacen después del proceso de amoldamiento, NO SENTIRÁN NINGÚN DOLOR.

Las mejores posturas


Para empezar, quizá la posición más favorable consista en que la mujer permanezca acostada boca
arriba (con un almohadón en la cintura para elevar las caderas) y el hombre arrodillado o sentado en medio
de sus piernas. La penetración no es tan profunda, por lo que es más difícil que aparezca dolor.
El clásico perrito puede ser doloroso al principio, porque el pene penetra profundamente en esa
posición y los músculos anales están más rígidos. Una alternativa es que la mujer se coloque en “cuatro”,
pero se incorpore sobre sus rodillas para recibir al hombre.
Ambos acostados de espaldas boca abajo es la postura más popular y tal vez la más cómoda, pero
también conviene realizarla con algún soporte bajo la cintura para elevar la zona anal.
La carpa, la postura más primitiva y quizá la más placentera. La mujer hincada con rodillas y
hombros apoyados en la cama y la cadera hacia arriba; el hombre por detrás, de pie o arrodillado. Esto
permite que el ano se dilate y que la mujer se relaje, permitiendo una penetración completa.
La doble penetración. Suele ser muy placentera para nosotras las mujeres, aunque muchas veces los
prejuicios impiden satisfacer estos deseos. Es importante aclarar que no es imprescindible formar un trío
con dos hombres para conseguir la penetración simultánea en la vagina y el ano. Recuerden que existen
juguetes. La pareja puede satisfacer el deseo ayudándose con un vibrador que pueda introducirse sin
mayores molestias. Esta variante también puede hacerse a la inversa: un coito anal complementado por la
estimulación de la vagina y el clítoris con el vibrador.

Los cuidados básicos


La mucosa del recto es muy delicada y siempre sufre pequeños desgarros internos que pueden poner
en contacto sangre y semen durante la penetración. Por eso, el riesgo de SIDA (HIV) es alto para ambos
participantes, sobre todo para la mujer, si no se está completamente segura de la salud de su pareja. Estos
riesgos disminuyen con el uso de preservativos.
Otras ETS (enfermedades de transmisión sexual), como la gonorrea, la sífilis y el herpes, no se
contagian por vía anal.

Orgasmos Femeninos
En esta sección hablaremos de los tres principales orgasmos femeninos:
El orgasmo clitoriano, considerado por muchos un orgasmo externo, por encontrarse el clítoris en la
parte externa de la vagina.
El orgasmo gectoriano, también llamado orgasmo vaginal, el cual se produce al estimular el “Punto
G”. Este punto tiene la particularidad de producir orgasmos 100 veces más intensos que los
orgasmos clitorianos.
El noveno orgasmo, que muy pocas mujeres experimentarán en su vida, por ser desconocido tanto
para la mayoría de los hombres como de las mujeres. Podría decirles que se trata de un orgasmo
posiblemente 1000 veces más intenso que el clitoriano. Cuando un hombre es capaz de producir un
orgasmo de estos en la mujer, toca su alma. Es tan intenso, tan profundo, que el día que logren
experimentar un orgasmo así, terminarán en lágrimas. No se espanten, ya que esas lágrimas serán
producto del intenso placer que experimentaron.

Orgasmo clitoriano
Es producido por la estimulación del clítoris, que es la parte visible de una estructura que forma una
“Y” invertida debajo de los labios mayores y que se encuentra situado exactamente en la unión superior de
los labios menores. Es como una especie de pequeño pene que tiene un tamaño de ½ centímetro y que
solamente una parte de él es visible. Muchas piensan que es la parte más excitable de la mujer,
posiblemente porque nunca han experimentado otro tipo de orgasmo. El clítoris es difícil de encontrar si no
se conoce su ubicación exacta.
La mayoría de mujeres alcanzamos el orgasmo con gran facilidad, acariciando nuestro clítoris.
Cuando nos acariciamos a solas, es este pequeño órgano lo que estimulan nuestros dedos para llegar al
orgasmo. Muchas mujeres prefieren el cunnilingus y/o la estimulación vaginal con los dedos, a la
penetración.
Otra forma muy placentera de estimular el clítoris, es pedirle a nuestra pareja que frote su glande
con nuestro clítoris. Para esto, deberá dejar su pene afuera de la vagina, humedecido y tomando su pene
entre los dedos medio e índice, frotará el clítoris con movimientos transversales rápidos, de un labio al otro.
Ya que el glande no es nada áspero como la yema de los dedos o la lengua inclusive, el placer que
experimentaremos, será inmenso, para eso deberás ayudarle abriendo tus labios con los dedos medio e
índice, pues el clítoris, en muchas mujeres, tiene la particularidad de esconderse cuando estamos a punto de
alcanzar el orgasmo.
Si notas que no lo hace con la rapidez deseada, sujeta su pene con tus dedos y enséñale la manera en
que te produce excitación.
Cuando las mujeres experimentamos un orgasmo, segregamos un fluido blancuzco claro sin olor, (la
contraparte femenina del semen) que nos sirve para lubricar la vagina. En los momentos previos al coito,
durante las caricias, cuando nuestro deseo sexual se incrementa, también segregamos ese fluido, aunque en
menor cantidad y sin la sensación orgásmica. Al hacerlo, prelubricamos la vagina para facilitar la
penetración.
Cuando el pene se encuentra en la cavidad vaginal, es casi imposible (por no decir imposible) que
logre estimular al clítoris.

Orgasmo vaginal o gectoriano


Encontrar el famoso punto “G” requiere un tacto que a menudo es difícil que las mujeres logremos
solas. Quizá podríamos encontrar una postura en que se pueda casi llegar por nuestra cuenta, pero será
incómoda y probablemente no podremos más que localizarlo si es que conseguimos hacerlo, nos resultará
muy difícil estimularlo o darle masajes.
El punto “G” se puede localizar cerca de la vejiga, exactamente a la mitad de la pared posterior del
hueso púbico. El corazón del Punto “G” no está realmente sobre la pared, pero se puede sentir a través de
ella. Su textura es distinta a la del tejido sedoso que lo rodea; cuando se encuentra en reposo, al tacto se
aprecia como medio huesito de durazno, un tejido más fuerte con una superficie desigual, muy parecida al
paladar. Cuando se estimula, crece; mientras más se estimula, más crece. En este estado su apariencia
cambia y puede ser visible en la pared frontal del hueso púbico.
Imagina un pene en posición horizontal eréctil; hazle un corte longitudinal con la cuchilla en
posición horizontal; toma la parte inferior del pene, resultante del corte; quita el orificio urinario de la parte
superior del pene y colócala en la punta de la parte inferior; desecha la parte superior y coloca la parte
inferior en la pared posterior del hueso púbico, con el orificio urinario hacia el exterior de tu vagina; como
no puede sobresalir de la vagina ya que nosotras no tenemos pene, dobla la parte que sobresale hacia la
pared frontal del hueso púbico, la punta quedará a un dedo de distancia de tu clítoris; finalmente agrégale un
tejido sedoso que lo una al tejido de tu vagina. ¿Sorprendida? Se comporta exactamente igual que el
miembro masculino, con la diferencia de que no se despega del tejido que envuelve al hueso púbico, pero
que es capaz de rodearlo.
Ahora que ya conocemos dónde está localizado nuestro punto “G”, la forma que presenta en estado
de reposo y su forma y comportamiento en estado de excitación, hablemos de la manera de estimularlo para
llegar a otro grado de excitación, pero antes de empezar, debemos vaciar la vejiga. El punto “G” está cerca
de la vejiga y su estimulación podría hacer sentir al principio, la necesidad de orinar.
Como ya les mencioné antes, ésta es una práctica que no podemos llevar a cabo solas, es necesaria la
participación de nuestra pareja. Para excitar el punto “G”, no es suficiente con estimularlo directamente; es
necesario que primero se estimule y excite el clítoris, solo hasta que hayan experimentado dos o tres
orgasmos clitorianos, tu punto “G” se encontrará listo a ser estimulado.
El orgasmo gectoriano o vaginal es tan intenso, que invariablemente anuncia su llegada con unas
ganas incontenibles de orinar. Muchas mujeres al experimentar esta sensación, inhiben al orgasmo pensando
que realmente se trata de orina y de esa manera asesinan al orgasmo vaginal. El orgasmo gectoriano
culmina con la expulsión de un líquido cristalino, incoloro e inodoro, que nada tiene que ver con la orina.
La ventaja del punto “G” es que puede aguantar una estimulación más intensa, durante períodos más largos
que el clítoris por lo que permite que se siga estimulando para que tú puedas disfrutar de un orgasmo tras
otro.
Puede ser que existan más formas, pero yo solamente conozco cuatro; mismas que te comparto.
Estimulación manual. Recostada boca arriba, permite a tu pareja que introduzca en tu vagina, los
dedos medio e índice (con uñas perfectamente cortadas y limadas), previamente lubricados y con la palma
de la mano hacia arriba. Una vez que los dedos se encuentren en el interior de la vagina, deberá doblar un
poco la punta de los mismos, hasta tocar la pared posterior del hueso púbico. Permite que haga un
reconocimiento táctico, hasta localizar el punto “G”. Una vez localizado, puede estimularlo ejerciendo y
quitando presión una y otra vez de manera suave y tierna, con movimientos rápidos pero no bruscos;
también puede estimular introduciendo y sacando un poco los dedos, simulando los movimientos del pene y
haciendo contacto constante con el punto o puede mover sus dedos de izquierda a derecha y de derecha a
izquierda. Tú debes indicarle cuál de las formas te complace más, también puedes pedirle que alterne las
formas.
Estimulación con el pene (1) Recostada boca arriba, tu pareja te doblará las piernas hasta que tus
rodillas casi toquen tus hombros (para mayor comodidad, puedes colocar una almohada bajo tu cadera) y
él se colocará de rodillas, con las piernas abiertas frente a ti. En esta postura, tus labios vaginales quedarán
en posición horizontal y hará que el hueso púbico quede inclinado hacia arriba viendo a tu pareja; por la
misma posición que guardan ambos, permitirá que él te penetre con el pene en dirección horizontal. Esto
dará como resultado que el glande toque directamente el punto “G”, siendo el glande muy suave y terso, no
te molestará si ocasionalmente tu pareja hiciere un movimiento brusco, pero si te dará mucho placer.
Ojo. Si eres de pompis protuberantes, en esa posición quedará afuera gran parte del pene, por lo que
si tu pareja no tiene un miembro lo suficientemente grande, no podrá alcanzar el tan anhelado punto “G”.
Estimulación con el pene (2) Recostada boca abajo con las piernas estiradas y cerradas, tu pareja se
colocará sobre ti, hincado y con las piernas abiertas para no lastimarte. Te penetrará vía vaginal y se
recostará sobre ti, subiéndose lo más posible, hasta que su pene quede por completo en posición vertical,
dentro de tu vagina. El resultado es el mismo que en la posición anterior y desgraciadamente tiene el mismo
problema. Si tus glúteos son prominentes o si su pene no cuenta con la suficiente longitud, no podrá
alcanzar el punto “G”.
Estimulación con el pene (3) Esta posición, es como resultado o complemento de las dos primeras,
la estimulación manual y estimulación con el pene (1). Cuando tu punto “G” se encuentre al máximo de la
excitación, estará muy cerca del clítoris. Es en esos momentos en los que tu pareja puede aprovechar para
que con su glande, estimule el clítoris y el punto “G” al mismo tiempo. La técnica es la misma que en la de
estimulación al clítoris, deberá mover su pene de un lado al otro de tus labios vaginales, poniendo especial
atención en que su glande siempre esté estimulando los dos puntos (clítoris y “G”) al mismo tiempo. Esto te
permitirá obtener orgasmos mixtos y múltiples; podrás orgasmar alternadamente entre el clitoriano y
gectoriano e incluso, podrás llegar a tener los dos orgasmos al mismo tiempo. Si logras esto último,
estallarás en una explosión de placer indescriptible. Como ya lo habrás adivinado, si llegas a este punto, te
daremos la bienvenida al mundo de las mujeres multi-orgásmicas.

El noveno orgasmo
Pese a lo que puedan estar imaginando, la única forma que conozco de experimentar el noveno
orgasmo, es por estimulación manual y con la ayuda y participación de la pareja. Para alcanzar este
orgasmo, es necesario un completo conocimiento, comprensión y comunión de la pareja. Para que quede
bien claro, solo podrán alcanzarlo si la persona con la que lo practiquen, las conoce y lo conocen
perfectamente. El conocimiento más que físico, debe ser emocional.
Es muy importante el lugar, el entorno, el ambiente, la ausencia de ruido, presiones y
preocupaciones; debe existir una completa paz interior en ambos.
Preparando el ambiente. Deben de seleccionar un lugar que sea muy tranquilo, lejos de toda clase de
ruido. Puede ser una cabaña alejada en las montañas o a la orilla del mar. El lugar deberá contar con música
instrumental a bajo volumen, posiblemente algunos pétalos de rosa sobre la cama y también un par de
varitas aromáticas encendidas, si les agradan. Pueden agregar todo aquello que les guste y que los haga
sentir más cómodos, más tranquilos, más serenos. La temperatura ambiente debe ser templada.
Preparándose la pareja. Pueden elegir un atuendo que los haga verse sensuales y sexis, podrán bailar
algunas piezas con música para enamorados y a lo más, tomar un par de copas. Es muy importante que todo
lo que hagan, los vaya llevando a un ambiente de serenidad, paz y tranquilidad; un ambiente de perfecta
armonía. Todos los problemas y preocupaciones, deberán quedarse fuera.
Si algún tema, acción o comentario, los llegara a incomodar, deberán suspender el momento para
otra ocasión.
El noveno orgasmo. Después de bailar, abrazarse y besarse, la pareja irá conduciéndose a la
recámara aprovechando la música para enamorados. Ya en la recámara y con la música instrumental a muy
bajo volumen (únicamente como música de fondo para opacar cualquier ruido extraño) se irán despojando
de sus ropas uno a otro, de la manera más sensual posible; terminando recostados en la cama, sobre los
pétalos de rosas y completamente desnudos sin taparse con la ropa de cama. Es importante que si el hombre
es diestro, se coloque al lado derecho de la mujer y si es zurdo, se coloque del lado izquierdo (esto debe
estar bien previsto, para no romper el encanto del momento).
La mujer se recostará boca arriba y el hombre de lado, viendo a su compañera. Si lo desean, podrán
practicar algunos masajes eróticos. Mientras el hombre recorre el cuerpo de su compañera (puede recorrer
todo su cuerpo, pero por ningún motivo deberá tocar los genitales de su compañera) simulando que su
mano es una pluma y apenas tocándola, colocará la mano del brazo que queda del lado de la cama, en la
parte posterior del cuello de su compañera, asegurándose que la yema su dedo índice quede entre la 1ª y 2ª
vértebra cervical y que la yema su dedo medio, quede entre la 2ª y 3ª vértebra cervical.
Sin dejar de acariciar a su compañera, el hombre comenzará a deslizarse un poco hacia abajo, lo
suficiente para alcanzar cómodamente el cuello y el sexo (sin tocarlo) de su compañera. Ahora enfocará su
atención a acariciar principalmente los muslos (sin dejar de acariciar el resto del cuerpo) y con mucha
gentileza empezará a separar poco a poco, los muslos de su compañera. Doblará un poco sus piernas para
permitir que ella flexione y descanse una de sus piernas, sobre las de él. Continuará acariciando los muslos
y se acercará peligrosamente al pubis, pero sin tocarlo, podrá rodearlo, pero no tocarlo.
Sé muy bien que a estas alturas, anhelas que él te favorezca con caricias en donde más deseas,
pero puesto que para lograr llegar al noveno orgasmo, no es posible tener relaciones momentos antes, es
necesario provocar que tu organismo lubrique la vagina, para facilitar que él te penetre con sus dedos
Cuando la lubricación sea suficiente, podrá acariciar tus labios, procurando que sus dedos se
lubriquen con tus jugos y solo hasta entonces, iniciará la penetración de sus dedos índice y medio.
El punto para estimular el noveno orgasmo, se encuentra situado atrás del punto “G”, al final del
hueso púbico. Al tacto se siente como una cavidad cubierta por una fina capa de tejido, es como la cavidad
que se siente en la parte inferior de la manzana de tu garganta. Para lograr alcanzarla, deberá introducir por
completo sus dedos.
Los primeros 15 o 20 segundos de contacto con este punto, suelen ser muy desagradables y molestos
para la mujer, pero pasado este tiempo, comenzarás a sentir un placer nunca antes experimentado. Él deberá
ser tierno y muy cuidadoso para no lastimarte. Se estimula de la misma manera que el punto “G”.
Conforme tu placer vaya aumentando, él lo irá sintiendo en los dedos que están colocados en tus
vértebras, desde luego no como placer, pero le permitirá conocer exactamente lo que estás sintiendo.
En el momento que alcances el noveno orgasmo y mientras estallas en el más profundo de los
sentimientos orgásmicos, él deberá retirar la mano de tu vagina, ya que la estimulación, se convertirá en
algo desagradable para ti.
En ese momento, él debe de voltear toda su atención hacia ti, te deberá abrazar, mimar y consolar.
Tú caerás en un mar de llanto y temblor incontrolables por la experiencia vivida, ya que además del
orgasmo físico, habrás experimentado el orgasmo del alma. Posiblemente la mejor y más profunda
experiencia que puedas llegar a vivir. Lograrás calmarte por completo en aproximadamente 20 o 30
minutos, repito, durante este tiempo él deberá apoyarte, cuidarte y abrazarte. Puedes estar tranquila, porque
él estará perfectamente consiente del sentimiento que acabas de experimentar.
Te puedo garantizar que después de ésta experiencia, cambiará tu manera de ver la vida.

Fantasías Eróticas De Las Mujeres


Soñar no cuesta nada
Las fantasías eróticas y sexuales, son un camino natural para inducir el deseo en hombres y mujeres,
además son muy útiles; pero no todos y especialmente no todas, se las permiten. Entre otras cosas, porque
no está suficientemente extendida la noción de que entre fantasear y llevar la fantasía al acto, existe una
gran distancia.
La sola mención de las palabras juntas “fantasías y eróticas”, hace que los ojos bailen en sus órbitas
y una secreta cosquilla aflore en una sonrisa. Aunque después un silencio cómplice y pudoroso, a la vez
ponga el velo a la confesión de las fantasías sexuales, esos juegos que suelen convertir en héroes o heroínas
a los protagonistas que las representan, siempre y cuando se sientan protegidos por los bosques que crecen
en la tierra fértil de la imaginación. Bajo esa sombra todo es posible, ser amo o esclavo, tocar cuerpos
prohibidos, realizar las más escabrosas acrobacias eróticas o revolcarnos en el barro que queda cuando se
pisotean hasta los más arraigados principios, “el sentimiento de vergüenza puede llegar tan lejos, que hasta
nos impide pensar la fantasía, más en el caso de las mujeres, que solemos rehuir de los materiales eróticos,
porque así fuimos enseñadas, a reprimir los sentimientos de excitación frente a películas o literatura y a
veces no basta con apagar el televisor de fuera de nosotras, sino que apagamos la pantalla interna”.
Una gran mayoría de mujeres no alcanza el orgasmo sin fantasías, pero después sienten que
traicionaron al compañero, si utilizan una fantasía superadora que no concluya en su “hombre real”. Sin
embargo las fantasías son como hadas rebeldes, no responden a las leyes de las buenas costumbres y cuanta
más energía se utiliza en hacerlas callar, más fuerte gritarán la próxima vez.
“La fantasía hace que podamos evadir las frustraciones de la vida cotidiana. Mediante la
imaginación, el individuo puede transformar el mundo real en lo que más le agrade, aunque sea algo
inverosímil y efímero. Si bien no es más que una divagación simulada de nuestra mente, puede contribuir a
concitar entusiasmo, estímulo, aventura, goce y seguridad en uno mismo”, para cerrar la herida que a veces
abre la culpa cuando el deseo se encabrita y acerca imágenes que muchas veces son placenteras, pero
también desconcertantes y hasta conmocionantes. Por eso es necesario quitar el “susto” que muchísima
gente siente frente a sus propios pensamientos, seguramente alentados por algunas religiones que
consideran al pensamiento como un equivalente al acto. “Es fundamental distinguir entre fantasía, deseo y
acto. No es lo mismo pensar que sería lindo ir al Glaciar Perito Moreno, tener una necesidad imperiosa de
hacerlo o comprar los pasajes para llegar hasta allá”.
Que una mujer fantasee con que un hombre la toma por asalto, no quiere decir que desea que la
violen y mucho menos que va a gozar con ese acto. Por eso hay que distinguir entre las fantasías sexuales y
las eróticas. Las segundas, tienen que ver con un consenso estético, “lo que se considera aceptable o ideal y
se parece más a las películas románticas. Las sexuales hablan de lo que podría gustar, pero no se acepta
(como podrían ser los castigos físicos) y éstas en general no se pueden contar, sino que son utilizadas para
funcionar como desencadenante orgásmico y para eso necesitan un quantum mayor de desafío a los límites
que impone la cultura o las convicciones”. Imágenes concentradas que se desintegran como pompas de
jabón en cuanto se las pone en el ajustado corsé de las palabras.

¿Válvula de escape o pista de lanzamiento?


“El sexo se compone de fricción y fantasía” y aprender a utilizar la imaginación es una de las
técnicas terapéuticas para tratar a mujeres anorgásmicas. “Pero no es lo mismo soñar despierta que alcanzar
el orgasmo. Esto último es como una esencia concentrada, visualmente fuerte y reducida, menos elaborada
que las ensoñaciones sexuales”. Como una foto fija que acude, centelleando, en el momento necesario para
desarmar la tensión del acto sexual que en algún momento pide alivio. Como ya se dijo, alcanzar el orgasmo
es una de las muchas funciones de las fantasías sexuales, que a veces también sirven para reparar esas
magulladuras que dejan algunas relaciones.
Rebeca es una mujer casada, tiene 35 años y durante meses, el sexo con su marido fue poco más que
una gimnasia en la que ella se sentía sólo la colchoneta. “Durante ese tiempo mis fantasías se centraban casi
siempre en escenas de amor con otro hombre, que mi marido estaba obligado a mirar. Yo sentía su
humillación, era como una venganza inofensiva que me acercaba el placer que con él no encontraba”. Una
fantasía que desapareció apenas encontró un compañero con quien disfrutar de los juegos de adultos. Ahora
tiene otras fantasías que por supuesto se niega pudorosamente a confesar.
“Habían dejado de ser tres cuerpos. Se convertían en bocas, dedos, lenguas y sentidos. Las bocas
buscaban otra boca, un seno, un clítoris; cuerpos confundidos moviéndose muy lentamente. Besaban hasta
que el beso se convertía en un tormento, hasta que el cuerpo se estremeciera... La piel sobre la cual yacían
exhalaba un olor animal que se mezclaba con el de los sexos”. El fragmento del cuento “Elene”, de Anaïs
Nin, devela una de las fantasías más comunes entre hetero y homosexuales de ambos sexos y es una de las
que con mayor facilidad (relativa, por supuesto) abandonan la tierra de la imaginación para mudarse al
territorio de la experiencia. “A pesar de que la función de ensayo de las fantasías, se presenta sobre todo
entre los adolescentes o personas con limitada experiencia, la oportunidad de imaginarse desarrollando una
actividad erótica, hace que uno pueda adelantarse a posibles dificultades en el momento de la verdad”, se
puede leer en La Sexualidad Humana, aunque por supuesto este ensayo es a oscuras y tiene poco que ver
con lo que puede suceder en el momento del estreno. En ese mismo tratado, los sexólogos por antonomasia
del siglo pasado, relatan el caso de una adolescente que durante años fantaseó con Mick Jagger, lo siguió a
todas partes e incluso llegó a hacer el amor con él. Pero en ese mismo momento tuvo que acudir a su Mick
de fantasía, para poder gozar con el de carne y hueso, que se parecía poco al amante soñado.
No a todos les va tan mal con la concreción de las fantasías, y miles de swingers (personas que
practican el intercambio de parejas) esperan en sus reductos nocturnos para atestiguarlo. Samantha Ray
(seudónimo artístico) es una de las protagonistas de las pocas películas pornográficas que se han producido
en Argentina. Entre sus títulos se cuentan Los Pornosimpson, Los Pinjapiedras y dos o tres más elaboradas
parodias de dibujos animados, que no llegan a despertar ni la más hueca sonrisa. Pero eso no importó para
Samantha, ella sólo tenía la ilusión bastante común de exhibirse frente a las cámaras “gozando como una
perra” mientras su marido explicaba al director, cuáles eran los mejores ángulos de su querida esposa en lo
que se entregaba a otros actores. El sueño se hizo realidad sin conflictos, sin secuelas y sin demasiado
dinero, ya que parece que las fantasías de Samantha, poco tienen que ver con las de quienes buscan en los
estantes de películas condicionadas, un condimento para sus horas libres.
“La pornografía es como una prenda de un único talle, de un solo color, que masifica y hace que
todos, toditos, debamos aullar frente a la mayor cantidad de agujeritos en el menor tiempo posible, con
economía de esfuerzos. La fantasía ha quedado apretada por la pornografía en rígidos estereotipos”, dice
Cristina Fridman y con sólo consultar el famoso rubro 59 es fácil de comprobarlo: Mucamitas que “te sacan
el polvo”, secretarias ejecutivas, enfermeras, madres castradoras, hijas obedientes, bebotas, dos lesbianas
reales (?), negras y rubias “hasta la barba”, son algunas de las ofertas que tienden a cumplir “todas tus
fantasías”, las masculinas, claro, que para Groisman tienen mucho que ver con “la competencia con otros
hombres (tenerla más grande, ser más eficiente que otro) y con la dominación”.
Para las mujeres la oferta es menor, pero responde a los mismos patrones estereotipados de lo que se
supone que son los gustos femeninos: rubios musculosos, negros (con descripción de medidas enormes),
jóvenes dulces, adultos experimentados y algunas, muy pocas variantes más.
Alejandro es uno de esos trabajadores del sexo, que atiende mujeres en su domicilio o en
departamento privado. Él está siempre listo y ésa suele ser su queja, aunque dice que entró en el ambiente
por gusto y no por necesidad. “Me llaman todo tipo de mujeres y sus fantasías son bastante comunes,
aunque tuve que aprender cosas que no había ni soñado, como el fist fucking, la lluvia dorada o el beso
negro, cosas que si te las explico te pondrías colorada. A esta altura de mi vida, no creo que haya
demasiadas diferencias entre las fantasías masculinas y las femeninas. Lo que sí es cierto, es que cuando te
llama una dama, no puedes entrar en el departamento e ir a la cama, tienes que hablar un poco, tomar algo.
Salvo cuando me piden un personaje. Entonces es fácil, el que más sale es el del doctor; yo llego de
guardapolvo, le pido que se acueste y la empiezo a revisar. Después todo anda sobre ruedas”.

El ¿mito? de la diferencia
Aunque recién en la última década –y con mayor dificultad según el escenario – las mujeres han
comenzado a apropiarse de su deseo y a investigar en terrenos como la pornografía –desde el inicio de
Tracy Lord como directora en 1982 hasta hoy las hacedoras de películas se empezaron a contar por decenas
–, persisten en el imaginario y más allá, las típicas diferencias entre hombres y mujeres a la hora de
fantasear. “¿A las mujeres nos excitan más las historias que contienen relaciones entre personas y a los
varones imágenes fugaces o fragmentadas de cuerpos?” se pregunta Fridman y da una respuesta abierta:
“Según el estereotipo el hombre es intrínsecamente promiscuo y hace el amor sin pensar en las relaciones.
En general existe un equívoco que deriva del poder y no de las necesidades sexuales. Las chicas aprenden
desde muy temprano que la diferencia de poder es una de las cuestiones esenciales del romance. La
Cenicienta, La Bella Durmiente, Blancanieves tienen larga vida todavía. Hay historias de pornografía
femenina que comportan sofisticación y masoquismo. La mujer siempre disponible, excitada de sólo pensar
que un pene la puede penetrar. Los hombres encuentran la dominación atractiva y excitante. Ellos dominan;
ellas son vulnerables; ellos eligen; ellas deben atraer.
Una pregunta importante que se hacen las estudiosas de la sexualidad femenina es que, considerando
a las fantasías como importantes ya que nos excitan, conforman nuestra elección de pareja sexual y afectan
nuestra capacidad de alcanzar el orgasmo, ¿cómo afecta a las mujeres el hecho de que su sexualidad se
venda como masoquismo y sofisticación?”.
Para muchas mujeres fantasear con imágenes de violación o de sometimiento, según Masters &
Johnnson, les permite gozar sin hacerse responsables de ese goce, asumiendo el papel pasivo que durante
siglos les propuso la cultura. La misma Anaïs Nin necesitó inventar un coleccionista de relatos eróticos para
poder dar rienda suelta a su imaginación y relatar escenas sexuales con refinamiento pero detalladamente,
algo que se suponía un mandato del editor fantasma y no su propio deseo, pero que funcionaba como un
exorcismo. “Los homosexuales escribían como si fueran mujeres; los tímidos describían orgías; las frígidas,
desenfrenadas borracheras. Los más poéticos caían en el bestialismo y los más puros, en la perversión”,
escribía Nin en el prólogo de El Delta de Venus, haciendo referencia a los escritores que convocó para
satisfacer las ansias del coleccionista que según el historiador Alexandrian nunca existió.
Claudia Groisman también considera que no hay distintos modos de fantasear entre hombres y
mujeres; aunque cada subjetividad es distinta, hay moldes fijos que se repiten como quien gusta de escuchar
rock y cambia sólo los intérpretes, pero nunca el estilo. Lo que sí cambia radicalmente es el modo de relatar
las fantasías o la selección de lo que se puede o no contar, ya que una vez puestas las palabras pareciera ser
que la distancia hacia el acto es tan corta como de la nariz a la boca. Y es ahí donde las fantasías pueden
convertirse en fantasmas, como le sucede al carilindo Tom Cruise cuando su mujer en la vida real y en la
ficción de Ojos bien cerrados le confiesa que podría haber abandonado todo por la mirada de un hombre
que se cruzó con la de ella en un segundo, ¿realidad o fantasía? Para él era lo mismo.
“Contar las fantasías es un riesgo que hay que estar dispuesto a asumir, hablarlas o no delata una
mayor madurez sexual como recomendó la sexología en algún momento. Porque el sexo es egoísta, no tiene
nada de altruismo, es posesivo, una quiere abrazar al otro, apretarlo, entrarle por todos los agujeros o
dejarse entrar, y ese condimento hace todo más interesante, a veces las confesiones rompen en lugar de
alimentar”, dice Groisman y se ríe cuando se acuerda de un congreso de sexología en el que se pedía a
mujeres y hombres que escribieran sus fantasías. “Nosotras parecíamos atadas a la palmera y la luna llena, a
lo estético y lo sentimental, pero era sólo el primer paso, lo que se supone aceptable. Si se hurga un poco
más, se encuentran las mismas fantasías porque aquello que está destinado a producir intensidad necesita
del riesgo y el sobresalto”.

Huellas
De la misma manera que la sexualidad comienza con la vida, las fantasías lo hacen apenas se
desarrolla la imaginación del niño o niña y entonces pueden ser más crudas que en la edad adulta. “¿Que
niña no fantaseó con su padre o con el marido de la madre?”, se pregunta Groisman y seguramente más de
una respondería un “yo no” a voz en cuello. Pero sin duda son las experiencias de la niñez las que dejan
huella en la forma de gozar como en todo el resto de la vida psíquica. “Muchas mujeres recuerdan haber
tenido fantasías más ricas en su infancia que en la vida adulta, algunas recuerdan fantasías masoquistas a los
6 y 8 años, con placer y culpa por tenerlas, y no las tienen ahora porque quizás se avergüencen de que sean
del mismo tenor.
Pareciera que muchas mujeres tuvieran esa sensación, la falta de derecho a fantasear y lo viven
como algo que no les pertenece, las atraviesa a pesar de ellas mismas, como si fueran visitas indeseadas e
inesperadas”, reflexiona Fridman. Y lo cierto es que más allá de algunas subjetividades, hay fantasías
intrusas que no son ese jardín del edén en el que se puede jugar a cualquier cosa y ser como siempre se
deseó manteniendo el total control de la situación (una de las ventajas de fantasear aunque nunca se va a
sustituir así el acto) Estas son las que están ligadas con las experiencias de la infancia que no se han
metabolizado, para dejar una impronta o una huella por la cual perseguir el placer. O, de ser así, generan
culpas y desasosiego o dejan a la persona fija en un rito reiterativo que por repetición pierde el goce.
“Cuando un niño es golpeado, puede ser que cuando crezca se excite con escenas de castigo, pero esto no se
vive con placer”, dice Groisman y recuerda el caso de una persona que se excitaba frente a las cánulas de
las enemas por la reiteración de esa experiencia durante su niñez. “En estos casos es necesaria la consulta”,
concluye. A lo largo de la vida muchos actos que pueden tener que ver o no con lo estrictamente sexual, se
remarcan más tarde como fantasías, pero según Groisman “siempre hubo un otro que hizo algo en mi
cuerpo que mi unidad metabólica incorporó como pudo”.
También la época y el tipo de sociedad en que se vive dejan huellas en el modo de fantasear; los
victorianos seguramente se harían fiestas bacanales con el mero atisbo de un tobillo y hoy apenas nos hace
una cosquilla la escena más cruda de sexo oral (tanto va el cántaro a la fuente que la pornografía lo rompe),
pero para que una fantasía sea efectiva o por lo menos despierte esos ríos de pólvora que a veces parecen
correr por las venas, debe ir más allá de los límites de cada uno, porque, como dice Groisman, “la fantasía
tiene patitas, en cuanto se la quiere fijar, ella se corre”.

Sexo Sin Amor


Hasta no hace mucho era un territorio explorado casi exclusivamente por hombres. Algunas pocas
“lanzadas” se animaban a tener sexo por deporte; eso sí: mantenían el secreto bajo siete llaves. Nadie podía
saber que sus “oscuras” intenciones eran las mismas que las de sus compañeros ocasionales; gozar y nada
más.
Las cosas empiezan a cambiar lentamente hacia el plano de la igualdad también sexual. Todo parece
indicar que, desde la llegada de Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda, las cuatro amigas de la
comentadísima serie de televisión Sex and the city, el “sexo sin amor” no sólo es cada vez más aceptado
socialmente, sino que se populariza entre las mujeres.
Eso sí, hay algunas reglas de oro que deberías saber para no equivocarte:

La honestidad ante todo.


Sé honesta con tu compañero ocasional. Dile de una manera amable pero clara que no te interesa
más que pasar un rato agradable. Elige la razón que quieras: “estás saliendo de una relación formal”, “estás
completamente dedicada a tu carrera”, etc.

No lo lleves a tu casa.
Si lo acabas de conocer es una gran imprudencia que tengan su primera vez en tu casa. Aunque
conversando parezca una buena persona, nunca se sabe. Espera hasta estar más segura. Un hotel
alojamiento, además, te ayudará a terminar con la cita si es que el resultado no es el esperado.

No te sientas culpable.
Si tienes el menor remordimiento por lo que estás haciendo, las relaciones ocasionales no son para ti
y es mejor que las dejes. Existe una gran diferencia entre hacer el amor y tener sexo. En el sexo por deporte,
los amantes se explotan mutuamente y no esperan nada del otro que no tenga que ver con ese momento.

No esperes que te llame para decirte feliz cumpleaños o que te mande un ramo de flores.
No está para eso. Si le has sido honesta el seguramente cumplirá las reglas.

No es necesario fingir.
No pierdas tiempo fingiendo que no sueles hacer “estas cosas”. Lo que él piensa realmente no es
importante.

Utiliza siempre condón.


No hace falta explicar demasiado: aunque lo conocieras de toda la vida, usa condón. Tu salud está en
juego. ¿Tienes alguna duda?

Ten claro tus objetivos.


Ten claro cuáles son tus motivos. El sexo sin amor ni compromiso seguramente te hará sentir
halagada y deseada. Pero de ninguna manera te sentirás amada, valorada o querida. Saberlo es el primer
paso para gozar de lo que el sexo por deporte tiene para ofrecerte.

Sacude tus inhibiciones.


Siempre has querido que un hombre te ate a la cama, te llene de helado y después te lo saque
lentamente con tu lengua: ¡Este es tu hombre! ¡Qué te importa lo que piense! ¡Qué te importan los rollos,
las arrugas o el acné! Estas para disfrutar y nada más.

No comentes tus aventuras.


No las hagas públicas. Por un lado, no hace falta. Por otro, muchas mujeres te condenarán con más
facilidad que los hombres. No te imaginas la cantidad de prejuiciosas que andan por el mundo criticando lo
que no se animan a vivir.

Elige a tu compañero ocasional.


Escoge a tu pareja con cuidado. Si tienes ganas de sexo y no aparece el candidato adecuado,
enciérrate en casa y arréglate como puedas.

No te acuestes con cualquiera solo porque tienes deseos.


Los amigos de los amigos están prohibidos, a menos que estés en condiciones de hacer frente a los
rumores.

No te expongas.
Evita situaciones peligrosas. Confía en tu intuición y si algo en él te hace pensar que puede provocar
un mal momento, no te acuestes con él. Tal como lo hacen Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda en Sex
and the city tú también puedes tener sexo ocasional sin sentir culpa, sin “enrollarte” con tus amantes.

El Mito de los Grandes Penes


Origen del mito
Los mitos y leyendas creadas a través de los tiempos han hecho creer que el tamaño del pene está
directamente relacionado con las proezas sexuales y la virilidad de los hombres.
En la actualidad, los mensajes publicitarios, las revistas y películas particularmente las pornográficas
nos venden un modelo de pene de gran tamaño, superior al promedio (como los senos de las mujeres)
Vivimos en una sociedad “penecrática”, en donde el pene es considerado un órgano noble, mágico,
poderoso y de capital importancia. Es por eso que los hombres se preocupan por saber si su pene tiene un
tamaño normal.

La mayoría de los hombres se preocupan por el tamaño de su pene


Muchos creen que su pene es más pequeño que el promedio, y debido a esta angustia irracional
crean un complejo de inferioridad sexual que los hace sentirse ineptos sexualmente y los lleva incluso hasta
privarse de todo placer físico.

¿Las mujeres siempre piden penes más grandes?


Aunque sabemos que en realidad no ha sido así siempre y que gracias a la influencia de los medios
de comunicación crece esta tendencia entre las mujeres, para sobresalto de los hombres “normales”,
sabemos que los hombres de talla grande son en realidad grandes excepciones en la vida y si no, veamos lo
siguiente:
Cuando usted adquiere videos porno siempre notará que las actrices se renuevan constantemente,
ello en beneficio del observante que aprecia más bellezas. Sin embargo, si mira usted del lado de los
actores, éstos en realidad siguen siendo los mismos a lo largo del tiempo. ¿La razón? No hay penes grandes
y los que están en el mundo Triple X lo están porque son excepcionales y además pueden aguantar
erecciones por más de una hora, tiempo promedio de filmación de una escena de 10 minutos. Ron Jeremy,
Rocco Siffredi, Harry Reems, John Holmes y otros son fenómenos que tuvieron y tienen una longevidad
extraordinaria en los plató de las productoras. Ellos muestran al mundo sus grandes penes y a los
espectadores se les hacen monumentales, creyendo muchos que pueden rebasar los 25 cm., pero la realidad
es otra.
Por ejemplo, ¿sabe usted cuanto mide el pene de Ron Jeremy, ese gordito peludo? La mayoría
apostaría a que es un fenómeno de 25 cm. o más, pero no es así. Este ser que espanta en las películas apenas
mide 21.5 cm. de largo y 5 cm. de diámetro.
El afamado Rocco, admirado por las mujeres por su belleza latina y pródigo en el sexo anal rudo,
tiene un pene de 22 cm. de largo y 6 de diámetro.
El gran fenómeno actual es un hombre de raza negra llamado Lexington Steel cuyas medidas andan
en los 29 cm., al grado que nadie le compite hoy en día. Sólo en el pasado le superaron John Holmes (quien
murió de sida) con 31 cm., y otro hombre, también de raza negra, Mr. T. con 40 cm. (en este caso no llega
a tener erecciones).
Estos son los fenómenos del mundo porno, que al estar dotados de un sexo grande, los actores se
convierten en un símbolo de virilidad. Lo cual es un mito.
En Europa donde la media en estatura de los hombres es de 1.75 a 1.80 m., el pene va de los 13 a los
16 cm. En México donde la media de estatura es de 1.60 a 1.70 m., la media en el pene es de 11 a 14 cm.
Sólo los árabes que por generaciones han utilizado la técnica del “Saundanese”, (técnica para alargar el
pene) tienen penes de 18 a 21 cm.
En el caso femenino son los senos los que han desarrollado esos mismos criterios de admiración,
aunque el bombardeo publicitario haga sentir mal a las mujeres por no tener senos titánicos como muchas
estrellas porno.

Realidad
La gran mayoría de los hombres que viven afligidos por su “pequeñez” poseen un pene normal. Los
penes en reposo tienen grandes diferencias en tamaño de un hombre a otro, sin embargo, las diferencias son
mínimas en erección. Sucede que los penes pequeños tienden a crecer mucho con la erección (85%),
mientras que los penes largos sólo aumentan un poco (47%) Llega incluso a ocurrir que un pene más chico
alcance en erección un tamaño superior al de quienes tienen un miembro más grande en reposo.
La longitud también varía dependiendo de las circunstancias: el pene se torna temporalmente más
corto después de un vigoroso ejercicio o tras haber permanecido en agua fría. Los obesos parecen tener un
miembro chico, pero únicamente es un efecto óptico producido por el abdomen protuberante.
En reposo la longitud del pene oscila entre 4 y 8 cm., con un diámetro medio de 2.8 cm. Cuando se
halla erecto su tamaño promedio es de 15 cm. de largo y 3.8 cm. de diámetro.
No existe relación alguna entre el tamaño del pene y las proezas sexuales o la virilidad de un
hombre. Tampoco se ha encontrado relación entre la estatura, el tamaño del pie, de la nariz, de las manos,
de los dedos o el volumen del cuerpo con el tamaño del pene.

En el sexo..., ¿Realmente importa el tamaño del pene?


Si tú eres del tipo de hombre machista, egoísta o puritano, que sólo le interesa su satisfacción
personal y poco o nada la de su pareja, que únicamente practicas el sexo en la posición tradicional y que
siempre es igual de aburrido y tedioso para tu pareja; entonces la respuesta para ti es que “las mujeres no
quedan más o menos satisfechas sexualmente según sea el pene largo o corto, pues la vagina sólo tiene
sensibilidad importante en los primeros cinco centímetros (donde se localizan muchas terminales
nerviosas)”. Con esta respuesta habremos satisfecho tu ego masculino y podrás seguir viviendo
tranquilamente en la ignorancia.
Si tú eres del tipo de hombre que ha dejado a un lado el machismo, el puritanismo y el egoísmo y
que además de preocuparte por la satisfacción de tu pareja, gozas al ver a tu pareja “disfrutar y orgasmar”,
entonces te diremos que además de las tradicionales fuentes de estimulación y placer de una mujer que se
concentran en el clítoris y en los labios en torno a la vagina, que se hallan en la parte externa, existen
también el “Punto G” y el “Noveno Orgasmo”.
Durante la relación sexual, además de la longevidad y grosor del pene, es muy importante la forma
de utilizarlo, el tiempo de duración, la calidad de los preámbulos eróticos, la relación amorosa de la pareja y
por supuesto, la sensibilidad y habilidad del hombre como amante. Para la mujer es mucho más importante
el grosor que la longevidad. Un pene grueso (de 4.5 a 5 cm. de diámetro) llenará su cavidad vaginal y por lo
tanto el contacto con los puntos nerviosos será completa, lo que le ocasionará estimulación constante para
llegar al orgasmo. Un pene corto (menor de 17 cm.) no podrá llegar al “punto G”, mientras que un pene
muy largo (mayor a 18 cm.), le producirá dolor y posiblemente un desgarre (dependiendo de la posición y
fuerza con que se introduzca), ya que la profundidad promedio de la cavidad vaginal es de 17 cm.

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