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Para que el maltrato psicológico se produzca es preciso, por tanto, tiempo. Tiempo en que el
verdugo asedie, maltrate o manipule a su víctima y llegue a producirle la lesión psicológica.
Esa lesión, sea cual sea su manifestación, es debida al desgaste. La violencia, el maltrato, el
acoso, la manipulación producen un desgaste en la víctima que la deja incapacitada para
defenderse.
La víctima hace lo posible, desde el principio, por no empeorar las cosas y se limita a intentos
de defensa ineficaces que terminan en lo que señalamos como "indefensión aprendida", es
decir, incapacidad para defenderse adquirida. Adquirida significa que, hasta entonces, la
víctima se sabía y se podía defender. Ahora, ya no le es posible.
Por tanto, hay que defenderse para romper ese proceso de desgaste, para romper las
previsiones del agresor y no darle opción a que reinvente nuevas estrategias. El mejor ataque
es la sorpresa, desde luego. Entonces, una de las cosas más importantes a tener en cuenta
es no decirlo, no advertirlo. Advertir al agresor que le vamos a denunciar, que le vamos a
abandonar o que le vamos a parar los pies no es más que ponerle sobre aviso para que
prepare nuevas estrategias, para que organice su propia defensa y para terminar de
estropear las cosas.
El profesor Barón Duque señala que, para defenderse, es preciso "sorprender al acosador de
manera que la respuesta esté por encima de lo que él había previsto o calculado", y es obvio
que, para sorprenderle con una respuesta que no haya calculado, hay que tener en cuenta
dos cosas:
• La primera es no advertirle.
No advertirle significa que no hay que avisar, sino actuar. Pero conviene prestar atención a
nuestros propios mecanismos porque avisar, para la víctima, no significa amenazar, sino
darle al agresor la oportunidad de que rectifique y de que las cosas se arreglen. Hay que
tener claro, en primer lugar, que las cosas no tienen arreglo. Que la persona no va a cambiar
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ABC Formación :: Hacer frente al 'mobbing' http://www.abcformacion.com/contenidos/recursos_humanos_0156.htm
Atacar al agresor sin aviso y con denuncia haciendo pública su actuación, antes de que tenga
tiempo de organizarse, es la única forma de desarmarle, porque sus armas son la impunidad,
el silencio y el desconocimiento de sus fines. Por eso, conocer sus fines es muy importante
para saber qué quiere lograr con su conducta agresiva, que viene a significar por qué se
comporta de esa manera. Después de saberlo, es más fácil defenderse.
(…)
Estrategias de defensa
Todos los expertos coinciden en dos recomendaciones clave para defenderse de la violencia
psicológica, ya sea en forma de acoso o de malos tratos. Se trata de tomar conciencia y
buscar aliados:
Tomar conciencia: significa aceptar plenamente que somos víctimas de una situación de
violencia psicológica. Que alguien nos esté haciendo daño de una u otra forma porque nos
está sometiendo a malos tratos, a un trato degradante, a un proceso de acoso, a un lavado
de cerebro, a un chantaje emocional o a cualquier otra forma de violencia psíquica.
Reforzar la autoestima. La víctima de una agresión psicológica suele serlo, con mucha
frecuencia, porque el agresor se aprovecha de una autoestima que no está lo suficientemente
fuerte ni consolidada. Reforzar la autoestima no se aprende en un libro. Para esto, como para
todo lo que implique un cambio conductual, es necesario contar con ayuda
psicológica.
Buscar ayuda profesional. La ayuda psicológica consiste en reducir el nivel de angustia para
que la idea de seguir adelante con la decisión tomada resulte soportable.
Pedir ayuda legal. Este tipo de ayuda también es imprescindible para terminar con este tipo
de situaciones que requieren la intervención judicial para resolverse.
Romper la dependencia. En casos de duda hay que tener claro que si hay maltrato, hay
sufrimiento, el cual nunca cabe en las relaciones de compañerismo, camaradería o
agradecimiento.
Buscar aliados. Es imprescindible contar con alguien en quien se pueda volcar los malestares,
que escuche sin juzgar, sin reprochar. Alguien neutral y objetivo que se limite a dejar
expresar lo que se lleva dentro y se necesita manifestar de alguna manera.
Ana Martos
Psicóloga
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