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La coleccién «La construccién de Europa» se publica simulténeamente en cinco editoriales europeas: C. H. Beck, Munich Basil Blackwell, Oxford Critica, Barcelona Laterza, Roma-Bari Editions du Seuil, Paris Las revoluciones europeas, 1492-1992 Charles Tilly Critica Grijalbo Mondadori Barcelona CAP{TULO UNO Conflicto, revuelta y revolucién El retorno de la revolucién L A HISTORIA REPUDIA LA ARROGANCIA. En 1989 una serie de in- telectuales franceses y de franc6filos anunciaron el bicentenario de la gran revolucién francesa con réquiems por la revolucién. El pro- vocador historiador Francois Furet declaré que la revolucién france- sa iniciada en 1789 habfa concluido por fin, porque Ia institucién de un presidente elegido por la poblacién y de un consejo constitucional habian limitado, finalmente, los poderes de la asamblea nacional, por- que la iglesia cat6lica estaba reconciliandose con los partidos pol ‘cos y —jen no poca medida!— porque el partido comunista, herede- to de los jacobinos, estaba en trance de desaparicién como fuerza politica de primer orden. En todos los paises de Europa occidental yen América Latina, continuaba Furet, el marxismo estaba desapa- reciendo a medida que la gente descubria los «riesgos del maximalis- mo revolucionario» (Furet, 1989, p. 28). En el prologo de un diccionario de la revolucién —gran éxito de ventas— publicado ese mismo aft, Furet y Mona Ozouf menciona- ban una paradoja de la escena politica francesa: un coup d’état habia curado esa herida abierta que habia sido la revolucién durante casi doscientos aftos. La toma del poder por De Gaulle cuando los nacio- halistas franceses se rebelaron contra la descolonizacién puso final mito revolucionario: «al parecer, De Gaulle dio con Ja clave para.crear una repiiblica mondrquica que al cabo de doscientos afios ha reconci- liado al Ancient Régime con la Revolucion» (Furet y Ozouf, 1989, p. xxi). La revolucién habfa terminado; Francia podia finalmente ocu- parse de los asuntos politicos que los lamentables acontecimientos de 1789 habian interrumpido con tanta brusquedad. La mayor parte de 18 Las revoluciones europeas, 1492-1992 Jos europeos, no sélo los franceses, compartfan la idea de que la era de la revolucién habia terminado. En Europa occidental, la poblacién parecia demasiado préspera y egoista para la revolucién y en Europa oriental, los gobiernos parecian demasiado represivos y los ciudada- nos demasiado divididos. En 1988 Jacques Denoyelle afirmé, refiriéndose a Occidente en ge- neral y a Francia en particular, que Ia experiencia del socialismo auto- ritario y el advenimiento del individualismo democratico «se unieron para hacer de la rebelién violenta un recuerdo del pasado, una utopia desprovista de su maquillajen (Grambelle y Trebitsch, 1989, II, p. 306). Después de todo, en una época dominada por el consumismo y en. a que los estados acumulaban tanto poder, poco podian hacer los di- sidentes de los paises europeos salvo poner bombas, garabatear graf- fiti, maldecir 0 abandonar, Reforma o represién, tal vez; revolucién, munca, ;,Acaso no habia enseftado eso el triste remedo de programas revolucionarios que se formulara en 1968? Sin embargo, en 1989.los habitantes de Europa oriental invalida- fon totalmente cualquier andlisis que contemplara el fin de la rebe- lin. Hicieron sus propias revoluciones y, mas atin, el Estado domi- ante, la Unidn Soviética, les ayudé de manera inconsciente. En los afos posteriores a su ascenso al poder en 1985, el der de la Unién Soviética, Mijail Gorbachov afirmé rotundamente que, dado que pre- {endia reducir los elevados gastos militares, no solo trataria de esta- blecer la paz con los Estados Unidos y la OTAN, sino también redu- ir Ia intervencién militar de la Unién Sovietica en los asuntos internos dle otros estados. La costosa y desmoralizadora intervencién de la Unién Soviética en Afganistén, que desembocé en una situacin sin salida y fue el enfrentamiento mas directo con el poder militar norteameri- ‘eano desde hacfa muchos afios, habia socavado el prestigio militar de la Unién Soviética y habia sembrado algunas dudas sobre la politica de equiparacién militar con los Estados Unidos. El programa de no interferencia y de desmilitarizacién de Gorbachov se extendié a los paises satdlites de la Unién Soviética de la Europa oriental Cuando la Unién Soviética redujo su presencia y sus gastos mili { lates, los ciudadanos de otros estados de la Europa oriental comen- | maron a comprender que sus gobernantes tenian menos probabilida- des de obtener el apoyo militar soviético para hacer frente a los | problemas internos, En la Unidn Soviética, los habitantes de regiones Conflicto, revuelta y revolucién 19 no rusas comenzaron a legar a la misma conclusién y la relajacién de la represidn indujo a presentar puiblicamente una serie de reclama- ciones largo tiempo silenciadas. 1Los problemas surgieron répidamente, aunque de forma diversa, en Polonia, Hungria, Checoslovaquia y Alemania oriental. En los tres primeros paises, existfan desde hacia diez afios o mds diversas formas de oposici6n, que adquirié mucha mayor fuerza en los afios de rela- jacién a partir de 1985. En junio de 1989, los polacos eligieron a 99 de los 100 candidatos anticomunistas de Solidaridad que se presenta- ron a una eleccién democritica para la Cémara Alta, En la Cémara Baja, la ley electoral habia limitado la presencia de Solidaridad al 35 por 100 de los escaiios, pero en agosto de 1989 el partido agrario aban- doné la alianza que mantenfa desde hacia cuarenta afios con los co- munistas, para dar a Solidaridad ta mayoria y al pais un primer ministro no comunista, Tadeusz Mazowiecki. Los soviéticos no reac- cionaron ante esos sucesos. En Hungria se estaba produciendo un pro- ceso similar, aunque més limitado, de desalojo del partido comunis- ta. A finales de ese afio se habia disuelto el hasta entonces hegeménico Partido Socialista Htingaro de los Trabajadores y un referéndum na- cional habia ratificado por abrumadora mayoria la disolucién de las células del partido en las fabricas, el desmantelamiento de su milicia y larevelacién a la opinidn piblica de los bienes del disuelto partido, En Checoslovaquia, los ideres politicos continuaron utilizando la fuerza para reprimir las manitfestaciones hasta el mes de noviembre. Sin embargo, el flujo de exiliados procedentes de la Alemania orien- tal, la condena de la invasién de Checoslovaguia en 1968 por dos de los paises que habia patticipado en ella (TTungria y Polonia) y las profundas transformaciones que se estaban registrando en los paises ex comunistas vecinos fueron otros tantos factores que renovaron la presidn sobre el régimen. A mediados de noviembre, las manifesta- ciones masivas que tuvieron lugar en Praga y en otros lugares coloca- ron al gobierno en una situacién sin salida, estimularon la formacién de una oposicién piiblica en el foro civico ¢ impulsaron una serie de devisiones politicas improvisadas que llevaron a Alexander Dubeek, ‘exiliado durante tantos afios, a la presidencia del Parlamento y a Vé- clay Havel, que recientemente habia sido encarcelado, a desempefiar cl cargo de presidente de la reptiblica. La ironia habia triunfado. Los alemanes orientales, a diferencia de sus vecinos, apenas ha-

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