Вы находитесь на странице: 1из 126

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ

Facultad de Ciencias Sociales

“Experiencia trascendente en la música de fusión y la intuición


de la inefabilidad de la alteridad en la antropología”

Tesis para optar por el título de licenciado en Antropología

Que presenta:
Efraín Rozas García

Lima, Marzo 2006


Agradecimientos

Esta tesis no existiría si no fuera por el apoyo de Gisela Cánepa, quien

me ayudó a convertir la frustración y la tristeza en búsqueda.

También quiero agradecer a Cecilia Monteagudo por sus ciertamente

agudos comentarios, que dieron siempre en donde más le dolía a este texto.

A los amigos, Pierre Emile Vandoorne, Circe Lora y Valeria Biffi por la

inspiración y la risa. A Ivana Silva-Santisteban por permitirme compartir con ella

las mejores cosas de la vida en este tiempo.

A Efraín Rozas Ochoa, Rocío García y Claudia Rozas, quienes en estos

26 años me enseñaron que lo más importante trasciende la palabra y el tiempo.

A todos los que me contaron su historia, me abrieron sus puertas y me

regalaron la música.

Y especialmente a aquel que nos llama a continuar pese a la

incertidumbre: Gracias.

2
Para Adriana

3
Índice

Introducción

1. Experiencia rica, Etnografía pobre

1.a La intuición de la inefabilidad de la alteridad

1.a.i La intuición de la inefabilidad de la alteridad como


experiencia de campo
1.a.ii Puntos de quiebre

1.b Los problemas que se generaron en la investigación frente a


la intuición de la inefabilidad de la alteridad

1.c La experiencia Trascendente de los músicos de fusión

1.d Los problemas que se generaron en la investigación frente a


la experiencia trascendente de los músicos de fusión.

2. Justificación del tema de tesis elegido

2.a Breve comentario acerca de algunos de los problemas


epistemológicos de las ciencias sociales
2.a.i La ciencia como construcción social y la cuestión del
Sujeto
2.a.ii El mundo de la experiencia y la producción de
conocimiento están ligados
2.a.iii La ciencia y el encuentro con la alteridad

2.b Incorporación de la experiencia de vida en la investigación

3. Estructura de la tesis

Capítulo 1: Revisión del marco teórico usado en el trabajo de campo

1. La Sociología de Durkheim

1.a El rescate de de la relatividad social y del pensamiento mítico


en Durkheim

1.b El realismo sociológico: la objetividad del hecho social y su


independencia de los sujetos

4
1.c La objetividad de la ciencia y la relatividad social

1.d Sobre la argumentación de Durkheim: el problema de la


objetividad y el sujeto

2. El problema del sujeto en las ciencias sociales

3. Bourdieu y la problemática del Sujeto

3.a Durkheim, Bourdieu y el proyecto moderno

3.b El sujeto reducido a una pragmática

3.c El investigador como instancia objetiva

Capítulo 2: La aplicación del marco teórico pragmatista. Un análisis del


discurso de Manongo Mujica, músico de fusión

1. Transcripción de la Ponencia “Buscando al otro: experiencia


trascendente en la música de fusión“ para el II congreso nacional de
Antropología. Septiembre 2005

Capítulo 3: Revisión del análisis pragmatista de la experiencia


trascendente de los músicos de fusión

1. La construcción del campo pragmático

1.a La construcción de la objetividad del investigador


1.a.i Los límites de la objetividad frente a la experiencia
trascendente de los músicos de fusión
1.b El condicionamiento de la observación de los fenómenos
1.c Reducción de la experiencia trascendente de los músicos de
fusión

2. La protección del paradigma pragmatista: miedo y hedonismo


intelectual.

Capítulo 4. La inclusión de la intuición de la inefabilidad de la alteridad en


la investigación

1. La exclusión del ámbito de la experiencia y de la subjetividad del


investigador como garantía de la objetividad de la investigación y del
paradigma pragmatista.
2. La intuición de la inefabilidad de la alteridad como “El eterno retorno”
3. Los Puntos de quiebre y la intuición de la inefabilidad de la alteridad
en el trabajo de campo
3.a El caso Los Q´ero de Paucartambo: Aparición de la intuición
de la inefabilidad de la alteridad

5
3.b El caso de Las niñas performers en la plaza de armas del
Cuzco

4. La exclusión de la intuición de la inefabilidad de la alteridad

5. Los problemas de reducir la experiencia del antropólogo a una


pragmática
5.a El caso de la comunidad Asháninka de Pampa Michi, Junín.
5.a.i La fantasía de la introducción de la experiencia en el
texto
5.a.ii Experiencias reducidas, datos omitidos

Capítulo 5: Experiencias personales que me llevan a cuestionar el


paradigma pragmatista.

1. Reflexiones acerca de la alteridad

1.a El internamiento de una compañera en un hospital psiquiátrico


1.b Los postulados de Levinas y el problema de la alteridad

2. Mi búsqueda musical dentro de la fusión

2.a Arte y pragmática


2.b Arte y pragmática en mi producción musical
2.b.i La experiencia en la Casa para enfermos de Cáncer
“Virgen de Guadalupe”
2.b.ii La experiencia en la Casa para niños de la calle “Los
Delfines”
2.b.iii La Música y la Inefabilidad de la alteridad
2.b.iv El arte más allá de un análisis pragmatista

Conclusión: Implicancias de introducir la intuición de la inefabilidad de la


alteridad y de tomar en cuenta la experiencia trascendente de los músicos
de fusión en la investigación.

1. La inefabilidad de la alteridad y la experiencia trascendente son


hechos que no pueden ser reducidos a una pragmática

1.a La inefabilidad de a alteridad no es una cuestión de poder

1.b Revisión de la crítica de la experiencia trascendente de


Manongo Mujica.

1.c La dicotomía entre experiencia y producción de conocimiento


y la exclusión de la intuición de la inefabilidad de la alteridad

1.d Sobre la forma en que se establecen los límites de la


antropología

6
2. Toma de postura en la producción de conocimiento

3. Epistemologías Híbridas y los “Intelectuales entre comillas”

4. La academia y la defensa del paradigma pragmatista

4.a La inclusión de la intuición de la inefabilidad de la alteridad y


de la experiencia trascendente de los músicos de fusión en la
investigación como desafío al mandato de eficacia.

5. Necesidad de explicitar los prejuicios

6. Experiencia, ciencia y coherencia

Bibliografía

Discografía

7
Individuum est innefatible
Wilhelm Dilthey

Lo infinito está adentro.


Juan Ramón Jiménez

Y ha puesto la eter-
nidad en el corazón de
ellos, sin que alcance el
hombre a entender la
obra que ha hecho Dios
desde el principio hasta
el fin.

Eclesiastés 3-11.

8
Introducción

1. Experiencia rica, Etnografía pobre

La presente tesis no pretende plantear conclusiones etnográficas

basadas en una investigación de campo. Es más bien la exposición de algunas

de las limitaciones del enfoque pragmatista en la antropología. Para ilustrar

esto tomaré mi propia experiencia antropológica como objeto de estudio1.

Desde los primeros ciclos de la carrera de antropología me interesó el

tema de la identidad, y sobre todo su representación en la música. El

entrenamiento que recibí para aproximarme a estos fenómenos estuvo dentro

de lo que llamaremos el paradigma pragmatista.

El autor que mas influyó en mis investigaciones fue Pierre Bourdieu, con

su concepción del sujeto como un ser insertado en una negociación dentro de

campos de poder y condicionado por un habitus. Dentro de este modelo de

análisis la identidad y la música son espacios de constante tensión entre

diferentes intereses. Sobre esto volveré en el capítulo 1.

De otro lado, las aproximaciones a las llamadas “representaciones

culturales”, entre las cuales se encuentra la música, estuvieron marcadas por

textos de antropólogos peruanos como Cánepa (2001), Lloréns (2001) o

Romero (1985, 1993), quienes también tienen un enfoque con una clara

1
A lo largo del texto usaré este término refiriéndome de forma genérica a aquello de lo que se ocupa una
ciencia. Su definición variará en paradigmas como el objetivista o el pragmatista. Especificaré sus
connotaciones en los casos en los que sea necesario hacerlo. Hago esta aclaración dado el uso difundido del
término “sujeto de estudio” en las ciencias sociales para aludir a una concepción “no objetivista” del objeto de
estudio.

9
tendencia de corte pragmático, y que influyeron en mi forma de aproximarme a

la investigación.

El paradigma pragmatista concibe al sujeto como un actor inmerso y

condicionado por redes de poder. En el capítulo 1 mostraré cómo esta

concepción del sujeto es heredera del paradigma objetivista, dentro del cual se

fundan las ciencias sociales. Como adelanto haré un breve resumen de los

argumentos planteados en dicho capítulo.

Emile Durkheim (1968), padre de las ciencias sociales, hace una división

tajante entre el hecho social y el sujeto. Su “realismo sociológico” plantea el

fenómeno social como un hecho objetivo. La corriente pragmatista, por su

parte, critica el objetivismo y la escisión entre sujeto y objeto. Autores como

Pierre Bourdieu (1961) sostienen que la sociedad es una compleja urdimbre de

relaciones en las que el sujeto es un actor que negocia activamente.

Tanto la argumentación de Durkheim como la de Bourdieu tienen como

objetivo sustentar la posibilidad de un discurso objetivo acerca de las

relaciones sociales. Mientras que Durkheim erige al hecho social como objeto,

Bourdieu reduce al sujeto a cuestiones de poder, y lo sumerge sin salida en el

mundo de la pragmática.

Estos argumentos responden a una problemática de larga data: el

problema del sujeto y las ciencias sociales. Este problema radica en que la

comprensión del sujeto nunca se agota y es una tarea en extremo compleja, tal

como lo sugiere Dilthey en sus discusiones acerca de las ciencias del espíritu.

(DILTHEY 1963). Por ello la posibilidad de una ciencia de las relaciones

humanas deberá ser argumentada tomando en cuenta este problema.

10
Durkheim se apoya en dos ideas para fundamentar la posibilidad de una

ciencia de los hechos sociales: El científico como instancia objetiva y la

escisión entre el mundo social y el mundo de los individuos. Por su parte,

Bourdieu, al igual que Durkheim, defiende la objetividad del investigador, pero

introduce al sujeto en las relaciones sociales como actor inmerso en una

pragmática. Para Bourdieu el rol del antropólogo será develar las estructuras

subyacentes que condicionan las relaciones de poder en la sociedad.

1.a La intuición de la inefabilidad de la alteridad

1.a.i La intuición de la inefabilidad de la alteridad como experiencia de

campo

La “intuición de la inefabilidad de la alteridad” fue una experiencia2 que

me acompañó a lo largo de los diversos trabajos de campo realizados entre el

año 2002 y el año 2005. A través de ella el objeto de estudio se presenta como

irreductible a la pragmática y a cualquier categorización antropológica. Quiero

enfatizar el término intuición3 ya que ésta se mueve en el plano de la

experiencia personal. No pretende estar sometida a una validación

argumentativa objetiva.

2
A lo largo del texto usaré el término experiencia para referir a vivencias ocurridas en el fuero interno, aludiendo a
sentimientos, emociones y a la intuición. Tras el giro posmoderno la antropología ha incorporado este espacio dentro
de su quehacer, generando toda una línea de estudios conocidos precisamente como “Antropología de la experiencia”.
(Ver TURNER 1986, BEHAR 1993, LIMÓN 1994)
3
Usaré el término en la siguiente acepción:”Facultad de comprender las cosas instantáneamente sin necesidad de
razonamiento. Percepción íntima e instantánea de una idea o una verdad que aparece como evidente a quien la tiene”
(REAL ACADEMIA ESPAÑOLA 2001 p.878)

11
Esta experiencia va en la línea de los postulados de Emmanuel Levinas

(1987) quien afirma que la alteridad es el espacio de la trascendencia. De

acuerdo a este autor, el “otro” siempre supera lo que se pueda decir de él.

Como comentaré en el capítulo 5, incluir la intuición de la inefabilidad de

la alteridad en la investigación genera conflictos con los argumentos que tanto

Bourdieu como Durkheim usan para fundamentar la objetividad de las ciencias

sociales. Por un lado, ella propone poner en primer plano la experiencia

subjetiva (la intuición) en la relación con el objeto de estudio. En el mismo

sentido, la idea de inefabilidad pone en cuestión la posibilidad de dar cuenta del

sujeto desde las ciencias sociales.

1.a.ii Puntos de quiebre

Llamaré puntos de quiebre a aquellas experiencias en las que la

posición objetiva del investigador se ve rebasada por la intuición de la

inefabilidad de la alteridad. Son espacios en los que se experimenta dicha

intuición a través de la cercanía en la relación personal con el objeto de

estudio. Estos serán comentados en los capítulos 4 y 5

Los espacios en los que se dieron los “puntos de quiebre” fueron

diversos, y se dieron dentro y fuera del trabajo de campo. Lo que vincula esta

diversidad de espacios es una preocupación que va más allá de la

investigación y de lo estrictamente académico, y entra en el terreno de la

experiencia de vida y en la pregunta por la relación con el otro.

Los puntos de quiebre fueron momentos críticos en los que las

relaciones con los sujetos se convirtieron en una reflexión acerca de la

12
alteridad, a través de la intuición de compartir una condición más allá de la

pragmática, de la intuición de la inefabilidad de la alteridad y del misterio de esa

condición compartida, la condición humana. Se dieron tanto en relaciones con

los objetos de estudio como con amigos y personas cercanas.

1.b Los problemas que se generaron en la investigación frente a la

intuición de la inefabilidad de la alteridad

La intuición de la inefabilidad de la alteridad se presentó como un

problema para la investigación. Si un antropólogo experimenta esta intuición

tiene dos opciones: o bien evade la experiencia y decide dejarla fuera de la

investigación, o bien pone en cuestión la eficacia del paradigma pragmatista

como marco teórico para dar cuenta de la alteridad. Yo he optado por la

segunda alternativa. Daré cuenta de cómo aparece esta intuición en diversos

ámbitos, y de los problemas que genera en la investigación antropológica.

1.c La experiencia Trascendente de los músicos de fusión

El trabajo de campo sobre el que iba a tratar originalmente esta tesis

tenía como objetivo analizar desde el paradigma pragmatista cómo 6 músicos

de fusión (Manongo Mujica, Manuel Miranda, Juan Luis Pereyra, Julio Pérez,

Eloy Arturo y Piero Bustos) representaban la cultura tradicional y su propia

identidad en su obra artística.

La música de fusión es un género en el que se mezclan diferentes

géneros musicales: el jazz, el rock, el folklore, etc. Ellos comparten un interés

13
por la cuestión de la alteridad y de la diversidad cultural. El hecho de que estos

artistas se ocuparan desde un enfoque artístico de temas centrales para las

ciencias sociales fue una de las grandes motivaciones para emprender esta

investigación. Me interesaba ver cómo se relacionaban con la alteridad cultural,

y encontrar similitudes y diferencias con el quehacer del antropólogo.

Sin embargo, con el correr de los meses el tema original de la tesis dio

un giro al encontrar que, en todos los casos los informantes sostenían que la

experiencia musical es un espacio en el que se superan las diferencias

sociales y culturales a través de la experiencia estética. Como veremos en el

capítulo 2, para estos músicos, la ejecución de la música de fusión es una

experiencia trascendente4.

Este dato me llevó a hacerme algunas preguntas acerca de la

pertinencia del paradigma pragmatista frente a este tipo de discursos. Hablar

de una trascendencia de las diferencias en las relaciones sociales desde este

paradigma es una contradicción ya que desde el enfoque pragmatista las

relaciones siempre ocurren en un campos de negociación de intereses, desde

una posición.

Sin embargo, para los músicos de fusión dicha contradicción no debe ser

sometida a una evaluación racional. Simplemente ocurre y el sustento que se

tiene es la experiencia personal.

Como veremos a lo largo de la tesis, el análisis desde el modelo

pragmatista tendrá que omitir esa experiencia, o tomarla como un mero

enunciado sin un sustento objetivo. Tomar en serio y en toda su dimensión esta

4
Este concepto refiere a experiencias que permiten al sujeto superar las diferencias sociales, y permiten acceder a un
terreno en el que las relaciones entre sujetos que no pueden ser reducidas a una pragmática. Tomo el término de una
de las entrevistas realizadas a un músico de fusión, Manongo Mujica.

14
experiencia pone en cuestión los argumentos pragmatistas, respecto al

problema del sujeto. Al antropólogo que parte desde este paradigma

pragmatista solo le quedará refutar la trascendencia mostrando cómo la

experiencia trascendente en realidad sí está insertada en una pragmática.

1.d Los problemas que se generaron en la investigación frente a la

experiencia trascendente de los músicos de fusión.

Las consecuencias de evadir la posibilidad de trascendencia de la

pragmática son problemáticas. En este caso, reducir estas experiencias a un

análisis pragmatista omite lo más importante de la experiencia trascendente:

precisamente la superación de la pragmática. Los músicos de fusión afirman

que si bien existen las diferencias sociales y culturales, a través de la

experiencia musical esas diferencias son superadas. Para el análisis

pragmático esto es una contradicción. Para los músicos es un misterio, una

paradoja en la que encuentran libertad.

Fiel al paradigma pragmatista, durante el trabajo de campo me dediqué

a recoger datos y a construir argumentos para refutar la postura de los músicos

de fusión, intentando demostrar que la trascendencia de la que hablaban era

contradictoria. Mi trabajo se centró en mostrar que paralelamente a su discurso

estos artistas ejercían formas de dominación simbólica contra aquellos sujetos

con los que supuestamente experimentaban la trascendencia de la pragmática.

El trabajo de campo se convirtió en un enfrentamiento de dos posturas

en conflicto, condicionando el recojo de información a la defensa del

paradigma pragmatista, impidiendo una apertura a la experiencia trascendente.

15
Detrás de esto estaba el temor a poner en cuestión las bases de mi

marco teórico, los años de formación académica y mi identidad como

antropólogo. Me rehusaba a aceptar la posibilidad la existencia de relaciones

más allá de la pragmática. Esto me llevó a no tomar en serio la experiencia de

estos músicos y a no comprenderla en toda su dimensión.

Esta reducción no estaba condicionada solamente por la reticencia a

poner en cuestión mi posición, sino también por la dificultad epistemológica

para aproximarme a la cuestión de la trascendencia. No tenía el lenguaje para

hablar de ella desde la antropología. Sobre esto volveré en los capítulos 2 y 3.

En el caso de los músicos de fusión, la experiencia trascendente esta

relacionada a temas pertinentes para la antropología. Una apertura a estas

formas de conocimiento podría contribuir a una mejor comprensión de la

cuestión de la alteridad. Comentaré esto en las conclusiones.

Quiero mostrar en este trabajo que tomar en serio este tipo de

experiencias pone sobre el tapete el debate acerca de los límites del paradigma

pragmatista. No pretendo formular un lenguaje que trascienda a la pragmática.

Es más bien un intento de describir desde el lenguaje de las ciencias sociales

los problemas que se presentan en la investigación cuando un científico social

se enfrenta a la intuición de la inefabilidad de la alteridad y a la experiencia

trascendente de los objetos de estudio.

2. Justificación del tema de tesis elegido

16
A continuación sustentaré la pertinencia de la problemática expuesta en

el marco de una investigación antropológica. Para ello comentaré de manera

sucinta algunos de los problemas epistemológicos de la cuestión de la

subjetividad dentro del debate de las ciencias sociales.

2.a Breve comentario acerca de algunos de los problemas

epistemológicos de las ciencias sociales

2.a.i La ciencia como construcción social y la cuestión del Sujeto

La idea de la ciencia como una fuente de conocimiento con un valor de

verdad universal o inmutable ha sido criticada desde diferentes tendencias en

el debate filosófico. La ciencia es entendida hoy como un discurso con una

justificación ante una audiencia, un discurso construido dentro de una

comunidad (MONTEAGUDO 1999b).

Esta concepción de las ciencias está dentro de la tradición de la crítica

del racionalismo que Kant inicia al plantear los límites de la razón en el plano

científico y el moral. Ya no es posible pues hablar de un investigador fuera del

mundo que lo rodea. Es necesario posicionar al científico, articular el mundo de

la vida con la producción de conocimiento.

El concepto de mundo de la vida planteado inicialmente por Edmund

Husserl5 (1991) problematiza una serie de postulados heredados del

pensamiento moderno, poniendo en cuestión los principios de las ciencias. Uno

5
Si bien este autor introduce el concepto de mundo de la vida, cabe mencionar que este ha sido debatido
ampliamente por la filosofía del siglo XX por autores como Gadamer, Habermas o Schutz. (Ver NUGENT 1991, y
URSÚA 2004)

17
de los problemas que este filósofo pretende solucionar es el de la separación

entre el ser pensante y el mundo. El mundo es pensado por sujetos y estos

sujetos a su vez están marcados por una corporeidad, historicidad e

intersubjetividad, por su lugar en el mundo. El siguiente paso es rescatar la

posibilidad de producir un conocimiento científico partiendo de una subjetividad

enraizada en una historia.

Para ello introduce la idea de que la objetividad científica es en si misma

una construcción intersubjetiva. Pero a la par de esto diferencia dos ámbitos, el

reflexivo, donde estarían las ciencias, y toda actividad en la que el sujeto

reflexiona sobre su propio hacer, y el prereflexivo, el espacio de la vida

cotidiana en el que se dan las experiencias y las vivencias. El mundo de la vida

es el espacio en el que se conecta esta consciencia reflexiva con la historicidad

y la corporeidad del sujeto, con el ámbito de lo prereflexivo. Es el a priori, el

ámbito previo a nuestras experiencias conceptuales. Se entiende como mundo

histórico e intersubjetivo con el que uno está equipado, dado por las diferentes

experiencias de vida. Es trasfondo, prejuicio, pero también es posibilidad de

construcción de nuevos sentidos. Es asimilado acríticamente, pero es un suelo

para la crítica que a la vez lo retroalimenta. (HUSSERL 1991, MONTEAGUDO

1999)

2.a.ii El mundo de la experiencia y la producción de conocimiento están

ligados

El concepto de mundo de la vida muestra cómo es necesario ingresar al

ámbito de las experiencias personales para comprender la producción dentro

18
de disciplinas como la antropología. Propone abandonar la división entre

experiencia y producción de conocimiento. La vida del científico social está

íntimamente ligada al acto de investigar. De esta manera se amplía el alcance

y el ámbito del “trabajo de campo”, abriéndolo a la autoreflexión y a la

experiencia.

2.a.iii La ciencia y el encuentro con la alteridad

Si entendemos la ciencia como una producción dentro de una

comunidad será necesario reflexionar acerca de la ética, de cómo se produce

el conocimiento y las consecuencias que este tiene en dicha comunidad. La

ciencia ya no tiene un valor intrínseco de verdad absoluta. Será imprescindible

fundamentar constantemente su validez, retornar a la noción griega de

episteme: “saber de lo verdadero pero articulado con el ejercicio del bien y la

búsqueda de la belleza" (MONTEAGUDO 2005).

Una vez que se entiende la actividad de las ciencias sociales como

vinculada directamente al mundo de la vida, y al científico social como parte de

una comunidad, aparece el tema de la relación entre investigador e investigado

como una cuestión problemática. La producción de conocimiento científico será

pues una relación entre seres humanos, una experiencia generada a partir de

la interacción entre su mundo de vida y el del objeto de estudio.

Esto, sin duda implica un compromiso y un reto. "La historia etnográfica,

la traducción de culturas y la crítica social ahora resultan estar entrelazadas

como campos de estudio atiborrados de imperativos éticos". (ROSALDO 1991).

19
La relación entre seres humanos implica siempre un intercambio de

experiencias en diferentes planos. Genera inevitablemente un compromiso y el

científico social tiene la responsabilidad de tomar conciencia y de explicitar la

forma como se ocupa de sus objetos de estudio y la alteridad. La verdad no

está justificada a priori. Es necesario explicitar cómo se llega a ella.

Esto nos lleva a introducir en la investigación todos aquellos ámbitos de

la experiencia que las relaciones con el objeto de estudio abarcan, y a tomar en

cuenta de manera seria la experiencia de la que da cuenta el objeto de estudio.

La inclusión de la intuición de la inefabilidad de la alteridad y de la experiencia

trascendente de los músicos de fusión es un intento de introducir el mundo de

la experiencia de manera explícita en la producción de conocimiento

2.b Incorporación de la experiencia de vida en la investigación

Como ya comenté en líneas anteriores, enfrentarme a la intuición de la

inefabilidad de la alteridad y a la experiencia trascendente de los músicos de

fusión implicó el cuestionamiento del paradigma pragmatista. Este paradigma

fue el punto de partida a partir del cual me aproximaba a mis objetos de

estudio. Asimilar o cuestionar un paradigma que funciona como base de una

disciplina no es solamente una cuestión de reflexión y argumentación. Implica

una serie de instancias tanto del espacio académico como en el personal. Para

hablar de estas experiencias será necesario ir más allá de lo estrictamente

académico, ampliando así la noción tradicional de “campo” en la antropología,

que se circunscribe al ámbito de la investigación.

20
Es por esto que a lo largo de la tesis analizaré los límites del paradigma

en cuestión no solo desde aspectos meramente académicos, o propios de la

etnografía, sino también desde episodios ajenos a dicho espacio.

Encontrar el lenguaje adecuado para introducir las experiencias

personales sin caer en la banalidad o el trillado diario de campo es un reto. Sin

embargo creo que esto es necesario si entendemos la tarea antropológica

como un compromiso con la experiencia compartida con otros seres humanos

durante la investigación.

Me parece interesante para la antropología hablar de aquellas

situaciones en las que un antropólogo encuentra límites al modelo con el que

ha sido formado. Creo que es útil ubicar en los problemas de la disciplina

espacios de discusión. En este sentido, es pertinente tomar los límites del

paradigma de la antropología pragmatista como objeto de estudio para una

investigación antropológica.

Liisa Malkki denomina “fenómenos transitorios” a aquellos eventos que

más que una estructura muestran lo indeterminado de un proceso, el cambio, la

contradicción de una multiplicidad de voces. Plantea la necesidad de tomar

como objeto de estudio para la antropología espacios de indeterminación,

eventos efímeros que no están enmarcados dentro de una visión estructural de

la cultura. En esta línea nos dice que: “Los eventos pueden revelar áreas

sustanciales de indeterminación normativa” (mi traducción)6 (1997 p. 87). Pero

estas áreas de indeterminación normativa no deben ser omitidas.

6
“Events may reveal substantial areas of normative indeterminacy". (MALKKI 1997 p.87)

21
Limón en su texto Dancing with the devil (1994) apuesta también por los

procesos aislados como espacio de discusión. Nos dice respecto a discursos

que pueden ser analizados desde la antropología que:

“En diversos momentos históricos, los discursos


expresivos muestran evidencia, sin duda, de
“resistencia” y “dominación”, pero también de
seducción, ansiedad y conflicto interno” (mi
traducción)7 (LIMÓN 1994 p. 15).

Con esto Limón nos está diciendo que podemos encontrar en la

experiencia una serie de temas importantes para la disciplina. Sobre esto

Rosaldo nos dice que es necesario

"Prestar atención a problemas conceptuales que


surgieron en el estudio de casos particulares en vez
de restringirse a la búsqueda de generalizaciones.
Este es el nuevo rol de la teoría”. (ROSALDO 1991
p.46)”.

Este ámbito será por demás problemático. La antropología vive un

momento en el que se requieren formas originales de aproximarse a nuevas

realidades (CLIFFORD 1991). La problemática al interior de una investigación

puede ser vista también como un fenómeno transitorio, pertinente para la

antropología. Creo que esto puede dar algunas luces sobre la experiencia en el

quehacer antropológico, y sobre el encuentro de subjetividades reflexivas en el

contexto de una investigación antropológica.

3. Estructura de la tesis

7
“in varying historical moments, (...) expressive discourses give evidence, yes, of “resistance” and “domination” but
also of seduction, anxiety, internal conflict.” (ROSALDO 1991 p.46).

22
Durkheim y Bourdieu fueron los pilares del marco teórico que usé para

aproximarme al tema de la identidad en los músicos de fusión. En el capítulo 1

comentaré algunos de sus postulados en lo que respecta a la problemática de

la subjetividad, experiencia y las ciencias sociales.

El capítulo 2 es una muestra de lo que hubiera sido mi tesis si hubiera

optado por analizar el fenómeno de la trascendencia de los músicos de fusión

desde la pragmática. Transcribiré un análisis de discurso que realicé a partir de

entrevistas a Manongo Mujica, músico de fusión de larga trayectoria, en la que

nos explica su experiencia trascendente.

En el capítulo 3 analizaré los problemas del marco teórico original para

aproximarse a este tipo de fenómenos.

El capítulo 4 explica la presencia de la intuición de la inefabilidad de la

alteridad a lo largo de los varios trabajos de campo realizados entre el 2002 y el

2005. Estas salidas al campo incluyen diferentes investigaciones lugares como

la plaza de armas del Cuzco, la Comunidad Asháninka de Pampa Michi en

Junín, y el trabajo con los músicos de fusión en Lima. Como veremos, en un

primer momento la intuición de la inefabilidad de la alteridad es excluida de la

investigación. El proceso termina con el intento de incluirla, a través de esta

tesis.

En el capítulo 5 hablaré de experiencias personales paralelas al trabajo

de campo. Ellas fueron fundamentales para asimilar la intuición de la

inefabilidad de la alteridad, para no evadirla, hacerla parte de mi quehacer

antropológico, buscando la coherencia entre mi experiencia de vida y la

producción de conocimiento.

23
Finalmente, en las conclusiones hago algunos comentarios finales

acerca de inclusión de la inefabilidad de la alteridad y a la experiencia

trascendente en la investigación.

24
Capítulo 1: Revisión del marco teórico usado en el trabajo de

campo

“El problema de la subjetividad estuvo, pues, desde su origen, ligado a

la objetividad de las ciencias”. (MONTEAGUDO 1994 p.1). En las siguientes

líneas haré un breve comentario acerca de la problemática del sujeto dentro en

las ciencias sociales. Analizaré este debate en los textos de Emile Durkheim,

considerado el padre de las ciencias sociales, y la propuesta pragmatista de

Pierre Bourdieu, que fue la base para mis investigaciones de campo.

1. La Sociología de Durkheim

Gran parte de la obra de Durkheim tuvo como objetivo fundamentar el

hecho social como objeto para la ciencia. Dentro de la tradición moderna, la

ciencia requiere de un objeto del mundo observable para un investigador que a

su vez tiene un punto de vista objetivo. En el caso de las ciencias sociales ese

objeto es el hecho social. Durkheim afirma que este objeto es independiente

del mundo de la naturaleza, lo que garantiza la particularidad de su nueva

ciencia, e independiente del mundo de los individuos y de la subjetividad,

garantizando de esta manera su objetividad.

La relatividad social y cultural no son un espacio contingente

independiente a la racionalidad (y por lo tanto incognoscible), sino más bien

uno en el que hay reglas que pueden ser objeto de conocimiento. De esta

manera este autor logra la convivencia entre relatividad social y objetividad a

través de una compleja argumentación, la cual se apoya en la división entre

25
orden social e individuo y en la distancia entre sujeto investigador y objeto de

estudio.

1.a El rescate de la relatividad social y del pensamiento mítico en

Durkheim

La objetividad del pensamiento científico negaba cualquier posibilidad de

relativización social del conocimiento. Durkheim, en la segunda etapa de su

obra, marcada por “Las formas elementales de la vida religiosa” (1968), quiere

dar validez a formas de conocimiento no científicas. Para ello distingue el

pensamiento científico de las representaciones mitológicas (relativas a cada

sociedad) y afirma que ambas formas de conocimiento tienen una validez

propia, yendo en contra de los postulados racionalistas que confinaban toda

forma de verdad construida socialmente al ámbito de la falsedad.

Pero si bien argumenta que hay un espacio válido para estas

representaciones mitológicas, también sostiene que el avance de la ciencia

tarde o temprano acabaría con ellas. Así, vemos que Durkheim mantiene su fe

en el proyecto moderno. No logra darle a las construcciones sociales un lugar

propio y particular que sea igual de valioso que la producción científica (ALLEN

1999). En el mejor de los casos la diversidad social de las representaciones

mitológicas serán etapas en una evolución hacia el conocimiento científico.

Pese a esto, Durkheim se negó a confinar al plano del error aquello que

no es conocido a través de la razón pura, (como las representaciones relativas

a diferentes sociedades). Intenta crear un espacio de validez para verdades no

universales: se niega a convertirlas en meras falsedades, marcando de esta

26
manera una distancia con la tradición moderna. En esta línea afirma que las

“sociedades no científicas” no basan su saber en los hechos del mundo natural,

como lo hacen las ciencias naturales, sino en hechos del mundo social.

Durkheim sostiene que los hechos sociales son objetivos, por lo que las

representaciones mitológicas, al apoyarse en hechos sociales, tienen una cierta

lógica y no deben ser confinadas al ámbito de la mera falsedad.

A continuación mostraré como Durkheim fundamenta la objetividad de

los hechos sociales en su “Realismo sociológico”.

1.b El realismo sociológico: la objetividad del hecho social y su

independencia de los sujetos

El realismo sociológico es la fundamentación del hecho social como

hecho objetivo. Es un hecho diferente a los fenómenos del orden natural e

independiente al mundo de los individuos. Por ello, el hecho social será el

objeto de una ciencia particular: la ciencia social. Para entender esta

argumentación haremos algunos comentarios acerca de las críticas que

Durkheim hace al pensamiento de Rousseau.

Rousseau plantea el paso del estado salvaje al estado civil a través del

contrato social. Tiene como premisa que el individuo es por naturaleza

antisocial y por lo tanto el contrato será básicamente una restricción a su

naturaleza, a su libertad. El problema con este planteamiento está, según

Durkheim, en equiparar lo individual con lo natural y lo social con lo artificial

(ALLEN 1999). El problema se resuelve cuando entendemos al ser humano

27
como un ser social: en su naturaleza está el amar a la sociedad, pues sin ésta

no puede sobrevivir. Al amarse a sí mismo amará a la sociedad, y viceversa.

De esta manera, ya no se requiere de una creación artificial como el contrato

social para que surja la sociedad. Es una capacidad inherente al hombre, su

naturaleza le permite y le exige ser social.

Durkheim explica que la aparición del mundo social requiere de dos

factores (LUKES 1975), a saber, la relación con las cosas, entendida como la

incapacidad de satisfacer necesidades básicas individualmente, y en segundo

lugar, la razón, entendida como la capacidad para crear un nuevo orden,

independiente al de los sujetos, en el que las necesidades serán satisfechas.

Ese nuevo orden será racional. No será opuesto al orden de la naturaleza

(como sostenía Rousseau), ya que los seres humanos son parte de la

naturaleza, este orden simplemente será más complejo y cualitativamente

distinto.

La sociedad no es un simple agregado de personas, no basta con

explicarla como la suma de individuos. Es un ente sui generis, superior a los

sujetos. Esta superioridad es similar a la superioridad de las reglas que rigen

los objetos de la naturaleza. Al igual que el orden natural, el orden social es

impersonal, y por lo tanto no hace menos libres a los individuos. No los

esclaviza, como postulaba Rousseau, ya que, al no depender de otros

hombres o de otra voluntad, sino más bien de esta instancia impersonal que

es el orden social, el individuo no pierde su libertad.

La diferencia entre el orden natural y el social es que en este ya no hay

superioridad material del ente al que están sujetos los individuos, (como en la

sujeción de las cosas al orden natural), sino una superioridad moral, la

28
superioridad del interés común a todos. La moral es esa capacidad de los

hombres que posibilita la construcción del nuevo orden.

Si entendemos a la sociedad como similar a la naturaleza, las

construcciones sociales no serán muy distintas al mundo objetivo en el que

Durkheim, fiel al racionalismo, se apoyaba, ya que esas construcciones

responden a reglas racionales. Al decir que el orden social y el natural son

similares Durkheim quiere legitimar el hecho social como objeto de estudio de

la ciencia, para no perder la posibilidad de un conocimiento científico del hecho

social. Esto, sin embargo, tendrá un precio: la división entre orden social

(como ente objetivo superior e independiente a los individuos) y los sujetos. De

esta manera se justifica una ciencia de los hechos sociales.

Con esta dicotomía entre individuo y sociedad Durkheim establece los

límites de la disciplina y la independencia de la nueva ciencia. Separa

definitivamente la psicología de la sociología. “Esta distinción se basa en la

tesis de Durkheim acerca de los diferentes niveles de realidad” (LUKES 1975

p.16): la realidad individual y la social. Durkheim “vio la explicación psicológica

como una explicación en términos de condiciones particulares o individuales en

oposición a las condiciones generales o sociales” (loc. cit.).

1.c La objetividad de la ciencia y la relatividad social

Para fundamentar de forma definitiva la nueva disciplina, Durkheim

establece una teoría del conocimiento en la que también convivan la relatividad

social con la objetividad de aquel que conoce.

29
Para ello plantea su “teoría sociológica del conocimiento”, que intenta

depurar las posiciones racionalistas y empiristas. A los primeros les critica el

llevar la verdad a un plano metafísico que se desliga del mundo y la fundación

de la verdad en causas últimas alejadas del mundo. Rechaza, por otro lado la

posición empirista por la cual da énfasis a los sentidos, limitando el

conocimiento a recolección de datos. Durkheim se resiste a perder las virtudes

críticas del racionalismo pero rechaza el solipsismo de la razón, ya que no está

dispuesto a abandonar a los hechos del mundo y las prácticas sociales como

fuente de conocimiento. (ALLEN 1999)

Para conciliar estas posiciones toma el concepto de “categorías

universales” de Kant (LUKES 1975). Este filósofo resuelve el problema del

solipsismo conectando la razón al mundo a través de categorías universales a

priori, a saber, el tiempo y el espacio. Estas categorías son inherentes al

hombre, y ellas le permiten ordenar el mundo. Esta posición no satisface a

Durkheim, por dos razones. En primer lugar critica que el apriorismo kantiano

aún mantiene a las categorías universales en un plano trascendental. La

segunda es una crítica a los conceptos categoriales kantianos. (Esta crítica

será la base de la teoría sociológica del conocimiento de Durkheim.)

Durkheim toma las categorías universales de Kant pero marca una

distancia con los postulados del filósofo alemán. Afirma que los contenidos de

estas categorías son construidos socialmente. Para Kant las categorías

universales, es decir, las dimensiones tiempo y espacio, son un continuo.

Durkheim postula que para conocer estas dimensiones debemos dividir este

continuo en unidades finitas, pues de no ser así las divisiones llegarían al

infinito haciendo de su conocimiento algo imposible. La construcción de los

30
contenidos de estas categorías, la división de tiempo y espacio en unidades

finitas, es, según Durkheim, un proceso social. Cada cultura tendrá una

concepción distinta del tiempo y del espacio. (ALLEN 1999).

Pero una vez establecido eso, ¿cómo es que Durkheim escapa al

relativismo? Si las categorías son relativas a construcciones sociales, ¿no se

reduce la razón a algo relativo también, al no haber un parámetro universal de

crítica?

Para salir de este entrampamiento, Durkheim afirma que si bien todos

los conceptos son construcciones sociales, dado que parten de las categorías

universales cuyos contenidos son construidos socialmente, la sociedad misma

es parte de la naturaleza, la que a su vez está sujeta a reglas racionales y

universales (LUKES 1975).

1.d Sobre la argumentación de Durkheim: el problema de la objetividad y

el sujeto

Como adelantamos al comienzo del capítulo, podemos formular la

argumentación de Durkheim en términos de una problemática respecto del

sujeto. Para evadir el relativismo de la variabilidad social y darle objetividad a

las ciencias sociales afirma que el hecho social es una realidad objetiva, un

espacio impersonal independiente al mundo de los individuos y de su libertad.

De otro lado, el sujeto que investiga se sitúa en un espacio desde el que es

posible una objetividad, a través de categorías universales. De esta manera le

da un carácter cognoscible al nuevo objeto de estudio.

31
2. El problema del sujeto en las ciencias sociales

La discusión acerca del sujeto ha tenido una continuidad dentro de la

tradición de las ciencias sociales. En este acápite comentaré a manera de

contextualización y de forma muy breve algunas cuestiones acerca de esta

discusión.

Durkheim centra su atención en el acuerdo social y deja al mundo del

sujeto a otra ciencia: la psicología. Autores como Mauss y Levi-Strauss siguen

esta tradición, en la línea estructuralista. Frente a este abandono, otro de los

padres de las ciencias sociales, Max Weber, intenta recuperar al sujeto a través

de su teoría de la acción (KEYES 2002). Esta teoría plantea que el sujeto es un

ser racional con una intencionalidad. La acción del individuo en la sociedad es

una actividad con sentido. A través del concepto de racionalidad como una

relación teleológica entre los humanos es que Weber introduce al sujeto en el

mundo social como un ser racional que interactúa con otros sujetos de acuerdo

a sus fines.

Sin embargo subsiste el problema de la libertad del sujeto y su

experiencia personal. ¿Cómo ingresar a ese espacio ¿Cómo saber cuáles son

las motivaciones del hombre? Durkheim, al separar el hecho social de los

individuos deja este ámbito a la psicología. Weber, por su parte, soluciona

esto diciendo que las acciones del ser humano y sus fines son siempre

racionales. Dejar al individuo a su libre albedrío, o dar cabida a experiencias

irracionales o místicas dentro de la teoría de la acción, sería poner en riesgo la

posibilidad de hacer una ciencia social objetiva.

32
Las escuelas del interaccionismo simbólico y la etnometodología critican

este a priori racional (URSÚA 2004). Se plantea que el sujeto tiene diversas

motivaciones en distintos momentos. Se recupera al sujeto como actor social,

como una praxis y una representación ante los demás. En esta línea surgen los

estudios de la performance, como paradigma de acción en el que no hay nada

definido. La identidad, la cultura, son siempre acción a futuro, rehaciéndose

constantemente.

Si bien el término performance viene de su acepción teatral, llevada

como metáfora al mundo de las relaciones por los trabajos de autores como

Goffman (1981) y Turner (1986), Lyotard propone una dimensión más radical:

la performance como categoría ontológica (En: MCKENZIE 2001). La

posmodernidad como nuevo paradigma, en el que la verdad se construye en la

acción, con miras a ciertos intereses, en el mundo de la pragmática.

3. Bourdieu y la problemática del Sujeto

Los postulados de Pierre Bourdieu fueron los que tomé como modelo

para analizar la representación de la identidad en los músicos de fusión (en el

siguiente capítulo mostraré un ejemplo de este análisis). Este autor también

interviene en el debate acerca del sujeto en las ciencias sociales. Las

soluciones que plantea están dentro del paradigma pragmatista que entiende al

sujeto como un actor dentro de redes de poder. En las siguientes líneas quiero

mostrar que si bien Bourdieu introduce al sujeto en el análisis social, se sigue

apoyando en una concepción objetivista y racionalista del mismo, y lo reduce a

una praxis, excluyendo la posibilidad de introducir temas como la experiencia

33
trascendente a la pragmática o la idea la intuición de la inefabilidad de la

alteridad.

Para explicar su argumentación, me centraré en tres aspectos: a) el

proyecto moderno en Durkheim y Bourdieu b) La reducción del sujeto a

cuestiones de pragmática y c) El investigador como instancia objetiva.

3.a Durkheim, Bourdieu y el proyecto moderno

Pierre Bourdieu, siguiendo a Weber, propone analizar la sociedad desde

el problema del poder. Entiende al sujeto como un actor en un campo de

negociaciones. Wacquant (2000) sostiene que hay una continuidad en el

pensamiento de Durkheim y Bourdieu, y la resume en tres puntos: el

racionalismo, la defensa de la irreductibilidad de las ciencias sociales, y el

rechazo a la teoría pura. Ambos autores comparten la ambición de una

sociología independiente de cualquier otra ciencia, y la confianza en la

posibilidad de una ciencia y una modernidad autocrítica.

Durkheim cree en la posibilidad de observación de los hechos sociales a

través de la razón. En Bourdieu la razón es el motor que lleva a la

deconstrucción del sentido común, que a su vez nos muestra las estructuras

que condicionan la acción.

Si bien estos dos autores comparten el deseo de ir más allá del sentido

común y de descubrir lo que subyace a las prácticas sociales, hay una

diferencia entre sus posturas. Durkheim se apoya en el científico social desde

una objetividad garantizada por sus categorías universales. Bourdieu, por su

parte, “socializa” al individuo: todo sujeto estará condicionado por la

34
incorporación de estructuras y patrones de conducta: el habitus. Estas

estructuras serán develadas en la investigación por medio de la razón.

Un punto en común entre ambos es el interés por la historia. Dentro del

proyecto de Durkheim había un acercamiento entre la sociología y esta

disciplina. Sin embargo, hace la distinción entre "hechos históricos" y

"funciones sociales permanentes". Bourdieu, por su parte propone la

historización de la sociología, al tiempo que sugiere como proyecto la liberación

de las ciencias sociales de su relatividad histórica y así permitir una producción

de conocimiento con vocación universal. En este sentido, nos dice que

"(…) la sociología histórica por si misma, por lo tanto,


ofrece al sociólogo como agente histórico y como
productor desde la academia, el instrumento para un
verdadero despertar de la consciencia o, mejor aún,
un instrumento para un real dominio de si mismo.
(…) El pensamiento libre puede ser adquirido [solo] a
través de una anamnesis histórica capaz de develar
todo aquello que, en el pensamiento, es el producto
olvidado de la obra de la historia”. (Mi traducción)8
(EN: WACQUANT 2000 p.112)

La dualidad entre relatividad histórica y social frente a la universalidad y

objetividad del proyecto moderno está presente tanto en Durkheim como en

Bourdieu. Durkheim resuelve esto separando lo histórico de lo social y dándole

a lo social una regularidad similar a la de la naturaleza. Bourdieu por su parte

resuelve esta dualidad situando al sujeto (incluyendo a aquel que produce

conocimiento) en un mundo histórico, pero preservando la racionalidad como

posibilidad del develamiento de esa historicidad.

8
(…) sociology alone, therefore, offers to the sociologist as historical agent and scholarly producer, the instrument of
a true awakening of consciousness or, better, of a true self-mastery. (...) Free thinking can be conquered [only] by a
historical anamnesis capable of unveiling everything that, in thought, is the forgotten product of the work of history" .
(EN: WACQUANT 2000 p.112)

35
Así, Bourdieu historiza la sociología a través la unión entre el hecho

social e histórico (espacios que Durkheim separaba), en dos niveles: la

historización del sujeto a través de la noción de habitus y la historización del

mundo social a través del concepto de "campo social".

A través de la introducción de estos conceptos Bourdieu legitima una

ciencia cuyo objeto de estudio es irreductible al sujeto. El mundo histórico

social determina la vida de los hombres, y no al revés. Así logra mantener la

división entre sujeto y hechos sociales que Durkheim plantea, sosteniendo que

el mundo social es un espacio impersonal al que se somete el sujeto.

3.b El sujeto reducido a una pragmática

Bourdieu sostiene que el habitus es la incorporación de esquemas de

competencia social, y que este marca la forma cómo el individuo conoce su

realidad social y cómo la practica. Los objetos y las categorías, serán

construidos en la práctica social, y tendrán como fin hacer del actor un ser

competente en el mundo social. Bourdieu, siguiendo la línea de Durkheim y su

teoría sociológica del conocimiento, afirma que éstas estructuras incorporadas

en el individuo son inconscientes, y constituyen el sentido común, lo objetivo y

necesario, que hace posible la comunicación y la producción de un mundo

razonable: la clasificación de la realidad está ligada directamente a la

estructura social, y por lo tanto, a los intereses de las clases dominantes que

tienen un mayor poder de manipulación de esa estructura social.

El gusto es la instancia última en la que se fundamenta el orden social

establecido (BOURDIEU 1961), es el orden social hecho cuerpo. Lo interesante

36
es que el gusto es una instancia validadora hasta cierto punto inapelable.

Podemos criticar discursos, rebatir argumentos, más aún hoy cuando la

racionalidad pierde piso, frente a la verdad como una construcción de juegos

de leguaje.

La internalización de la lógica de socialización se traduce, por

antonomasia, en el gusto: nada más natural o verdadero que aquello que el

cuerpo percibe como agradable o desagradable. No hay lugar a críticas, mi

cuerpo es mi verdad y hasta cierto punto mi única verdad: siento luego existo.

“El gusto, al funcionar como una especie de sentido


de orientación social (sense of one´s place), orienta
a los ocupantes de una determinada plaza en el
espacio social hacia las posiciones sociales
ajustadas a sus propiedades, hacia las prácticas o
los bienes que convienen -que les van- a los
ocupantes de esa posición" (BOURDIEU 1961).

Cualquier objeto que esté fuera de las categorías incorporadas de lo que

es de buen gusto o estético, será desagradable, escandaloso, peligroso. En

cuanto que amenaza al orden detentado por la clase dominante, orden que a

su vez está sustentado por el habitus, incorporado como juicio inapelable en el

gusto. Así determina al individuo en su espacio más íntimo como un actor

situado en la pragmática.

Este actor se mueve en una sociedad definida por campos de poder,

donde lo deseable y lo deseado se define en tres espacios de lucha: el capital

simbólico, el cultural y el económico. La cultura es un campo de despliegue de

estrategias para obtener el máximo de esos capitales. Los individuos están

enclasados en grupos que comparten habitus y estrategias en un momento

determinado. No se pertenece a una clase en sentido rígido, sino por un hacer

37
en un momento determinado. Estas clases sociales tratarán de legitimar lo que

ellos consideran como lo deseable y acumularán poder para lograr su

autolegitimación.

El proceso por el cual un individuo o un grupo clasifica a otro individuo o

grupo implica estigmatizar un rasgo determinado que sea de interés para aquel

que enclasa. Debemos enfatizar que este enclasamiento se da más que por

procesos de categorización consciente y directa, positiva, de ciertos grupos,

más bien de forma negativa, es una diferenciación de los “otros”. La alteridad

no es algo dado, sino algo construido. Se resaltan ciertas características del

enclasado, dejando de lado otros, como aspectos secundarios e irrelevantes.

Pero el resaltar solo determinadas características en las clasificaciones no es

un error que se pretenda superar. Las categorías sociales no tienen como

objeto clasificar de la manera más idónea a un grupo, sino enclasar a ese

grupo en alguna categoría con el fin de distinguir al grupo que enclasa del

grupo enclasado, beneficiando a los que enclasan, los sectores que logran

manipular de manera efectiva la producción simbólica, y los diversos campos

de poder. La identidad se define principalmente por oposición, distinguiéndonos

de otros. Y en esto hay una relación de poder, en la que el que enclasa busca

poner en un rango menor al enclasado, o por lo menos distinto, al otro. De esta

manera Bourdieu establece el tema de la relación con la alteridad en términos

de relaciones de poder.

3.c El investigador como instancia objetiva

38
Otro de los argumentos en los que se apoya Durkheim para argumentar

la posibilidad de una ciencia de las relaciones sociales es la objetividad y

racionalidad de investigador. Bourdieu por su parte, afirma que el científico está

inmerso en una pragmática, por lo que tiene una tarea ardua en la búsqueda de

develar las estructuras subyacentes al comportamiento. Es posible hacer esto

gracias a la razón. Vemos pues que tanto Bourdieu como Durkheim se apoyan

en un investigador objetivo, para salvar a la ciencia social de la relatividad.

(WACQUANT 2000). De acuerdo a esta argumentación la experiencia

trascendente a la pragmática o la intuición de la inefabilidad de la alteridad

quedan excluidas del modelo. Sobre esto volveré en el capítulo 3.

Como veremos en el siguiente capítulo, Manongo Mujica sostiene que es

posible superar las diferencias con el “otro” a través de la experiencia

trascendente en la música. Mostraré cómo apliqué las ideas de Bourdieu para

analizar el discurso de este músico. Comentaré las limitaciones de esta

aproximación también en el capítulo 3.

39
Capítulo 2

La aplicación del marco teórico pragmatista: un análisis del

discurso de Manongo Mujica, músico de fusión

A continuación reproduzco la ponencia presentada en el II Congreso

Nacional de Antropología en septiembre del 2005. Este texto es fruto de una

investigación trabajada desde el año 2003 hasta el 2004.

Es un análisis, desde el paradigma pragmatista, del discurso a partir de

entrevistas realizadas a Manongo Mujica, destacado músico de fusión. Quien

ha cultivado el género de la fusión desde la década del 80, moviéndose entre el

jazz, el rock, la música electrónica, y la música tradicional andina y costeña.

Creció en los sectores acomodados de la capital, y llevó a cabo sus estudios

musicales en la ciudad de Viena y retornó a Lima a finales de los años 70.

Este texto fue el primer intento de escribir una tesis que siguiera el plan

propuesto en mi marco teórico original, siguiendo los postulados de Bourdieu.

Mujica afirma tener una experiencia trascendente al crear y ejecutar su

música. El término “trascendencia” implica una serie de contradicciones si se le

somete a un análisis pragmatista. En el capítulo 3 mostraré cómo la aplicación

de este modelo implicó tomar en cuenta solo aquellos datos que mostraran

dichas contradicciones, a interpretar la realidad de manera tendenciosa, y a

omitir el tema central dentro de la experiencia musical de este músico: la

superación de la pragmática.

40
1. Transcripción de la ponencia “Buscando al otro: experiencia

trascendente en la música de fusión” el II congreso nacional de

Antropología. Septiembre 2005

El género de fusión, a grandes rasgos, busca combinar diferentes

tradiciones musicales para lograr un sonido particular. Los artistas de los que

me he ocupado durante mis investigaciones entre el año 2002 y 2004 son en

su mayoría músicos de jazz y rock. Ellos toman elementos de música

tradicional peruana combinándolos con géneros más contemporáneos. En esta

ponencia quiero hacer algunos comentarios acerca de la propuesta ética que

Manongo Mujica tiene respecto del problema de la interculturalidad y la

alteridad.

Mujica propone la posibilidad de trascender las diferencias que plantea

la alteridad a través de su música. Esto tiene detrás un complejo planteamiento

ético. Trataré de dar cuenta de su “ética de la trascendencia de la diferencia” a

partir de algunas entrevistas que pude hacer entre el año 2003 y el año 2004.

Lo haré desde el análisis que Teilhard de Chardin hace de las corrientes de

pensamiento en la línea de lo que hoy se conoce como New Age (NA),

tendencia que ha influenciado de manera importante al género musical de la

fusión, y que me parece pertinente explicar para entender lo que este músico

propone.

Definir el significado o los principios del NA excedería los alcances de

esta ponencia. Sin embargo, podemos mencionar algunos aspectos, recogidos

en la bibliografía sobre el tema, basándonos sobre todo en el texto “Tierra

41
Baldía” de Fuenzalida (1995) y los textos de Luigi Berzano (2001). El NA surge

entre 1950 y 60 en Europa, reviviendo la tradición teosófica, también llamada

astro-historia, y en Estados Unidos con los Rosacruces de California.

(FUENZALIDA 1995, BERZANO 2001. p16)

Las corrientes NA proponen volver a una condición humana original en

la que, de acuerdo a sus postulados, se estaba más cerca de la naturaleza, en

un mayor equilibrio, equilibrio que la modernidad ha quebrado. Por lo general,

según Berzano, los New Agers, “pertenecen a las clases medias y superiores

que buscan algún nuevo valor espiritual” (BERZANO 2001. p16).

Este fenómeno empieza a tomar fuerza finales de la primera mitad del

siglo XX, y se enmarca dentro de los procesos sociales de la llamada

posmodernidad. Ante la secularización del mundo moderno aparecen pues

nuevas formas de espiritualidad. El NA presenta una alternativa moral frente al

sistema cerrado del imperativo categórico racional de Kant y la visión negativa

del mundo social de Rousseau (FUENZALIDA 1995). Se fundamenta en una

visión holística y global del mundo y del hombre, en la que humano y

naturaleza son parte de un todo.

Tiene propensión a la espera de grandes transformaciones, de tipo

adventista. Exalta la emoción, lo irracional y la experiencia, con un profundo

hedonismo y visión positiva del mundo, de la potencialidad del ser humano

como ser bueno y constructor de una nueva cultura, la que algunos llaman el

Next Age.

Podríamos describir al NA también como una religión de salvación que

exige ascesis, el ejercicio constante de una moral, una filosofía y una conducta

corporal determinada por la axiología de este pensamiento, con miras a lograr

42
el gran cambio. Se asemeja a las religiones de salvación en eso, en el premio

que significa el ejercitarse en determinadas disciplinas.

La música NA se inicia con gente como George Winston o William

Ackerman quienes fundaron el primer grupo de este género, alrededor de 1968

(BERZANO 2001). Los primeros músicos se dedicaban a realizar

composiciones que captaran las vibraciones de los objetos, cantos de animales

y sonidos de la naturaleza. Sus cultores tienen en común la búsqueda de

nuevos sonidos a través de sintetizadores, objetos, grabaciones de paisajes

sonoros, o instrumentos antiguos. Tienen como fin promover estados mentales

que lleven a la unión con el "Todo".

De Chardin (1982) plantea que este tipo de corrientes intentan

solucionar el problema de cómo superar las diferencias sociales y culturales a

través de la despersonalización del mundo. Se busca una trascendencia que

supere la diversidad del plano inmanente. Se entiende la trascendencia como

el hacerse parte de un todo despersonalizado, que supera al sujeto. Esto

responde, según este autor, a dos razones. La primera es la influencia de la

filosofía moderna. La objetividad tiene como base la separación entre verdad y

sujeto. La segunda influencia es el mundo de las ciencias, desde la física y la

astronomía. El cosmos está muy presente en el imaginario de músicos de NA.

La inmensidad del universo plantea el mundo físico como una totalidad y la

energía como inicio y fin de todo lo existente.

En esta línea, el cosmos y la energía cumplen las funciones de un dios

que permite solucionar el problema de la diferencia: al construirse el universo

como una totalidad infinita, es a través de la unión con esa totalidad que se

supera toda distinción, se trasciende el mundo de las diferencias. Esto tiene

43
como correlato una ética que suprime al ego y al sujeto para subsumirlo en la

totalidad del universo. De Chardin introduce la siguiente pregunta: ¿no hay

también una instrumentalización del “otro” en esta ética de la trascendencia de

la diferencia al disolverlo en la totalidad?

Este es un buen punto de partida para comprender el discurso que

Mujica tiene acerca de su producción artística.

Empecemos por analizar cómo este músico entiende el fenómeno

musical. Manongo Mujica define la música como un “estado interior de alta

sensibilidad, fuera de las convicciones de la vida ordinaria”, para el cual es

necesario “aislarse y encontrarse”. (Entrevista a Manongo Mujica Mayo 2003)

La música es el medio a través del cual se alcanza este estado interior

particular, para lo cual es necesario retirarse de la vida ordinaria. Dentro de la

postura de Mujica encontramos como constante la antítesis entre la vida

ordinaria y el estado interior de alta sensibilidad: Es necesario aislarse para

encontrar un lugar armónico en el mundo.

Mujica suele narrar un viaje que realizó por el Perú a comienzos de los

ochenta, adentrándose en lugares alejados, para grabar sonidos de la

naturaleza y componer su música. Y a través de esta narración explica el

proceso de aislamiento y de encuentro consigo mismo y con la naturaleza, por

medio del cual trata de encontrar el sonido que le permita acceder al estado de

alta sensibilidad que busca.

El aislamiento y el ascetismo implican un distanciamiento del mundo

social, que en su discurso va como un proceso y una secuencia, del espacio

civilizado al más inhóspito, de lo social a lo natural, de la capital hacia la selva,

de oeste a este. El músico nos dice que busca

44
“ser uno con la naturaleza a través de escuchar.
Tocar, el hacer música es de alguna manera hacer
eso, entonces para mi la música y la naturaleza
siempre han estado juntas, yo creo que en el fondo
lo que busco es una música que refleje ese espacio
natural.” (Entrevista a Manongo Mujica mayo 2003)

Dentro de la ética del NA hay una búsqueda de un todo que supera las

diferencias que genera la alteridad. El mundo físico como totalidad es lo

trascendente. En el caso de Mujica la totalidad es identificada con la

naturaleza, y la música es aquello que le permite acceder a ese espacio de

trascendencia. Nos dice que “El corazón humano no tiene divisiones, el

corazón humano escucha todo”. Así la música se convierte en el medio para

acceder al mundo de la naturaleza, el mundo indiviso donde las diferencias

culturales son abolidas.

Mujica narra este viaje fuera de la ciudad y al interior del país como si

fuera un mito de origen, viaje en el que lograr el estado de alta sensibilidad

buscado y accede a una serie de capacidades. En él, nos cuenta, visitó “el

desierto, las comunidades andinas más vinculadas con la naturaleza y la selva,

desde el punto de vista de la sonoridad de la naturaleza”.

Esta frase me parece interesante porque refleja la construcción de

identidades ligadas a una geografía dentro del imaginario de Mujica. En el caso

de la costa, el viaje es hacia el desierto. En el caso de la selva se interna en la

jungla. En ambas regiones hay un afán por ingresar en espacios naturales en

los que no haya presencia humana, siempre guiado por “la sonoridad de la

naturaleza”. El caso de la sierra, sin embargo, es particular. Allí sí se menciona

la presencia de comunidades, pero siempre enfatizando solo aquellas

comunidades más vinculadas a la naturaleza.

45
¿A qué se debe esto? El caso de las comunidades andinas es particular

porque dentro del imaginario popular han sido construidas como parte de una

naturaleza telúrica. Deborah Poole (1997) señala que los indigenistas, en los

años veinte, proponían la creación de un nuevo indio, rescatando su poder

telúrico, determinado por la poderosa geografía andina. Este rescate, sin

embargo, solo es posible a través de la intervención de una vanguardia

intelectual. Centrar esa cualidad telúrica en cuestiones geográficas resolvía el

problema de la no intervención del indio en los grupos de vanguardia. El arte y

la definición de artista giraban alrededor del contacto de los intelectuales con

esa naturaleza o geografía telúrica, excluyendo al indio, en muchos casos, del

proyecto indigenista.

Creo que podemos rastrear influencias del indigenismo dentro de la

construcción del mundo andino en el imaginario de los músicos de fusión, y en

el discurso de Mujica. En ese sentido la cultura andina ha sido apropiada desde

el New age como una cultura que manejó un misticismo vinculado a una

geografía trascendental, acorde con la ética de la trascendencia manejada por

las corrientes de pensamiento New Age dentro del modelo de De Chardin .

Ni las poblaciones de la costa ni las de la selva han estado vinculadas

de una manera tan clara como en el caso del ande a una geografía telúrica. Y

si bien Mujica se ha vinculado musicalmente con la tradición negra, la región de

la costa está vinculada de manera muy fuerte a la ciudad y la posibilidad de

trascendencia a través de una relación con músicos afroperuanos no está

construida en términos de una geografía.

46
Es interesante como a través de esta atribución de cualidades telúrico-

geográficas a los pueblos del ande, Mujica consolida su visión de la naturaleza

como posibilidad de acceso al mundo de la trascendencia de las diferencias.

Pero no solo propone abolir las diferencias culturales. Da un paso más.

En la naturaleza se disuelve toda distinción, incluso desaparece el sujeto. La

posibilidad de acceder al plano de lo indiviso, la totalidad, la naturaleza,

equipara a los paisajes con las comunidades campesinas y consigo mismo. Lo

importante es el ejercicio que provee la capacidad de acceder al estado de alta

sensibilidad que permite eliminar las distinciones de la alteridad.

En este sentido Mujica toma la opción que De Chardin describe como “la

despersonalización del universo”, para resolver el problema filosófico de la

unidad en la multiplicidad. A través de este discurso se dicotomías todo entre

el ser y el no ser. Como en la ontología de Parménides, lo único que es

realmente es la totalidad. Una vez que se accede a esta totalidad toda forma de

diferencia, incluida la subjetividad, pasa al mundo de lo aparente, ya que, en

palabras del filósofo, “No hay ni habrá nunca cosa fuera del ser ni es divisible

porque todo es igual”. (MONDOLFO 1942)

Desde este punto de vista la alteridad es un medio, un primer paso,

dentro de un ejercicio y una disciplina, la ascesis que permita acceder al todo.

El desierto, los sonidos de la selva, y las comunidades del ande más

vinculadas a la naturaleza, se constituyen así como medios para trascender.

Pero esto trae un problema que Poole nos sugiere en su crítica del

indigenismo. Al ser el sujeto en primer término un medio para llegar a la

trascendencia, y en segundo término, relegado ontológicamente al mundo

aparente de las diferencias, se cae en el peligro de instrumentalizarlo. En otras

47
palabras, en la búsqueda de acabar con las diferencias se puede eliminar al

otro como sujeto. ¿Cómo resuelve Mujica esta contradicción?

Para responder esto es necesario precisar que el propio Mujica divide su

trayectoria artística en dos fases. La primera vendría a ser este relato que se

asemeja a un mito de origen, una iniciación, en la que Mujica se somete al

aislamiento del mundo social para iniciar su búsqueda del contacto con la

naturaleza y la totalidad.

Folleto de la presentación de “Paisajes sonoros”,


Disco de la primera etapa de Mujica

Esta etapa es narrada como un aprendizaje, obtenido al salir del mundo

social, y al acercarse a un paisaje construido como medio para acceder al

plano trascendente. Como vimos, este paisaje incluye al mundo andino, pero

solo como vínculo con la naturaleza.

La segunda etapa, en cambio, está marcada por el regreso al mundo

social, y el encuentro con sujetos con los que comparte esta búsqueda a través

del arte, etapa en la que destaca su cercanía con el fallecido percusionista afro-

peruano Julio “chocolate” Algendones y el poeta ayacuchano Omar Aramayo.

48
Esta división en etapas tiene un correlato en su estilo musical. La obra

de la primera etapa está marcada por el trabajo con texturas sonoras, el uso de

elementos grabados, que nos remiten a sonidos de la naturaleza (MUJICA

1983).

En la segunda etapa, Mujica entra de lleno en la fusión (PERÚ JAZZ

1986). La elección y trabajo con diferentes tradiciones musicales está marcada

por su encuentro con otros artistas, como Chocolate Algendones y Omar

Aramayo. De esta manera Mujica aparentemente salva el problema de la

instrumentalización de la subjetividad, y propone el encuentro y la amistad con

otros sujetos como fuentes para trascender. En este sentido nos dice lo

siguiente:

“en la música (…) justamente lo primero que se cae


son esas diferencias culturales exteriores, en el
fondo son máscaras exteriores. El hecho de los
músicos vengan de diferentes contextos sociales no
quiere en absoluto decir nada, lo que se comparte es
finalmente una profunda hermandad a nivel del
corazón” (Entrevista a Manongo Mujica, mayo 2004)

Y añade,

“Este Manongo que te está hablando a ti ahora no


es el que hace música, tu puedes hablar con
Chocolate, tomarte unos tragos con él, yo lo hago
siempre y ese Chocolate no es el que toca, el que
toca es otro, eso hay que saberlo”. (Entrevista a
Manongo Mujica, mayo 2004)

Sin embargo, a pesar de que en la segunda fase de su obra hay un

retorno al mundo social, al contacto con otros sujetos, permanece la “totalidad

despersonalizada”, es decir, la abstracción de los sujetos como espacio para la

trascendencia, a través de la música. Mujica nos dice que:

49
“la naturaleza humana es muy curiosa, digamos la
personalidad que se expresa para sobrevivir en la
vida no necesariamente es la naturaleza que busca y
que está afinada a escuchar y a buscar sonidos,
puede haber una integración, ojala, pero por lo
general son dos naturalezas opuestas, casi
irreconciliables” (Entrevista a Manongo Mujica, mayo
2004)

Esta última frase revela un punto clave. Afirma, con cierta nostalgia y

lamento, que el mundo ordinario, el plano inmanente, es irreconciliable con el

trascendente. Para explicar narró una anécdota, en la que Miles Davis, músico

de jazz, decía que “Charlé Parker era un patán fuera del escenario, pero que

sobre él era un Dios”. (Entrevista a Manongo Mujica, mayo 2004) “Ojala”, nos

dice Mujica, el ser humano, el sujeto, fuera el mismo que permite acceder al

estado ideal, al estado de trascendencia. Pero no es así.

¿Cuál es ese sujeto no-ordinario, entonces, que permite entrar en el

plano de lo trascendente? Nos dice que el “Chocolate” Algendones con el que

toca no es el mismo con el que se toma unas copas.

Si en la primera etapa de su producción musical el medio para acceder

al plano trascendente era una geografía determinada, ahora los son personas

con determinados atributos.

El acercamiento a estos sujetos está condicionado por la ascesis, por la

disciplina de la trascendencia. En primer lugar, ellos son artistas. En segundo

lugar, artistas pertenecientes a una tradición distinta a la de Mujica: la afro-

peruana y la andina. Si en la primera etapa se requería salir del mundo

ordinario a través de una geografía, ahora esta salida, manteniendo la antítesis

dentro-fuera, es a través de sujetos con una tradición musical exótica, no–

50
occidental. Y para Mujica es importante que estos sujetos pertenezcan a un

mundo cultural exterior, porque ese mundo cultural exterior permite la retirada,

el aislamiento de la vida urbana, hacia “comunidades más vinculadas con la

naturaleza” como él las llama, ya que

“el primer impedimento [para entrar en el estado de alta


sensibilidad] eran justamente mis ruidos de ciudad, las
cargas negativas que uno tiene, que uno lleva, y la falta de
tranquilidad emocional”. (Entrevista a Manongo Mujica,
mayo 2004)

Podemos pues encontrar como se reproduce la antítesis entre el plano

inmanente y el trascendente en varias formas de exterioridad que permiten la

superación del problema de la alteridad, a través de la música: la exterioridad

geográfica (antítesis ciudad vs. Naturaleza) la exterioridad cultural (antítesis

tradición vs. modernidad), y la exterioridad subjetiva (antítesis sujeto inmanente

vs. sujeto trascendente).

Vemos que la constante es la necesidad de entrar en contacto con lo

opuesto, con el otro, que puede ser un paisaje lejano, o una persona que

pertenece a otra tradición cultural, como un primer paso, para luego trascender

toda diferencia. Y esta trascendencia se logra a través de una disciplina que

también es una constante: la música.

Mujica polariza al individuo, El sujeto es por un lado habitante de un

mundo inmanente, el de la vida diaria, que será abandonado, y por otro es

posibilidad de acceso al plano trascendente a través de la música. Y es

interesante que cuando describe este proceso se pone como tercera persona

frente a si mismo, connotando que esta afirmación esta hecha desde un plano

trascendental a su propia subjetividad.

51
En este sentido se podría decir en la línea De Chardin (1982), que en

este tipo de éticas el sujeto es instrumentalizado y abandonado en pos de la

trascendencia, es decir, una ética de la despersonalización, en la que el mundo

de la praxis, el plano inmanente es dejado de lado y descuidado. No es casual

que Mujica relacione la música al “silencio”, a un “estado interior”, ambos

referidos a la incomunicación, a la soledad. Un estado de contemplación

sonora. Sus compañeros escogidos comparten la búsqueda de ese estado,

tienen el dominio del ejercicio necesario para la trascendencia. Sobre esto

comenta que

“Nadie sabe escuchar, se aprende a escuchar,


porque escuchar implica dejar de lado tus ideas,
dejar de lado tus opiniones, dejar de lado todo lo que
tu crees que sabes”. (Entrevista a Manongo Mujica,
octubre 2005)

y en ese delicado ejercicio el otro es una ayuda, un medio, el encuentro con el

otro gira alrededor de esa actividad:

“De pronto la búsqueda de Aramayo y la búsqueda


de Algendones y la búsqueda mía en algún punto
necesitaron, todos necesitábamos de todos para
comprender qué es lo que verdaderamente
estábamos haciendo, por qué lo hacíamos, qué
queríamos”. (Entrevista a Manongo Mujica, octubre
2005)

El fin de esta ética no es tanto acercarse al otro sino producir una

música que lleve a la trascendencia. Al preguntarle finalmente por qué hacía

fusión, me respondió: “Lo haces porque tienes una necesidad de expandir el

52
lenguaje o el horizonte de tu quehacer”. Y la ventaja de la música es esa

categoría de vehículo a lo trascendente. Mujica sostiene que es por eso que su

música llega a todo tipo de público.

Esta construcción del sujeto como una mediación para llegar a la

trascendencia puede en muchos casos reproducir formas de dominación, a

través de la clasificación de determinados grupos marcándolos con ciertas

características y dejando de lado otras, como aspectos secundarios e

irrelevantes. Esta forma de dominación simbólica está dentro de lo que Lloréns

(2001) llama "sitiar al indígena", situarlo en lo inamovible de la tradición, o

asociándolo a una determinada geografía como menciona Poole, excluyendo a

todo aquel que no se ajuste a esas características.

Fin de la transcripción de la ponencia.

Como hemos visto, las conclusiones de esta ponencia sostienen que

detrás de la pretendida trascendencia en el discurso de Mujica hay una

instrumentalización de la alteridad, contradicciones entre el discurso de

trascendencia y la práctica. Estas conclusiones iban a ser la base de la tesis

que originalmente pretendía llevar a cabo. En el siguiente capítulo trataré de

analizar como es que llego esta idea, evadiendo una serie de problemas y

contradicciones en mi propio análisis.

53
Capítulo 3: Revisión del análisis pragmatista de la experiencia

trascendente de los músicos de fusión.

En este capítulo mostraré el proceso a través del cual apliqué el modelo

da análisis pragmatista al caso de los músicos de fusión. En este proceso hubo

una instrumentalización de los datos para que encajaran dentro del modelo.

La construcción del campo pragmático se dio a través de tres

estrategias: La construcción de la objetividad del investigador, el

condicionamiento de la observación de los fenómenos y la reducción de la

experiencia trascendente de los músicos de fusión a una cuestión de

pragmática.

Estas fueron necesarias para evadir la experiencia trascendente de mis

objetos de estudio. Tomarla en cuenta de manera seria ponía en cuestión uno

de los conceptos base de la antropología pragmatista: que el sujeto y las

relaciones sociales están inmersas inevitablemente dentro de relaciones de

poder.

1. La construcción del campo pragmático

1.a La objetividad del investigador

Cuando empezaba la investigación me interesaba entender cómo se

aproximaban los músicos al “otro cultural”, aquel depositario de las tradiciones

musicales con las que llevaban a cabo la fusión. También me llamaban la

atención las similitudes entre la música de fusión y la antropología, ya que en

54
ambas disciplinas hay una preocupación por el tema de la alteridad y la

diferencia cultural.

En esa época llevé a cabo mis primeras investigaciones, y

experimentaba por primera vez el placer de develar las intenciones secretas de

los actores sociales, el gozo intelectual de situarme en una posición objetiva

que me permitía ver las estructuras subyacentes al comportamiento de mis

objetos de estudio. Como veremos más adelante, este gozo se convirtió en un

fin en si mismo, degenerando en hedonismo intelectual.

Antes de empezar el trabajo de campo ya conocía la propuesta de los

músicos de fusión: la trascendencia de la diferencia a través de la música.

Desde el paradigma pragmatista esto era inadmisible. Cualquier discurso que

se apoyara en la trascendencia caería en serias contradicciones ya que desde

este modelo todo sujeto esta sumergido en relaciones de poder.

A estas “contradicciones” se sumaba que los músicos de fusión estaban

invadiendo los predios de la antropología. Su discurso se ocupaba de los

problemas de la alteridad, de la tradición frente a la modernidad y de las

diferencias culturales entre los sujetos. No solo entraban en un terreno propio

de mi disciplina sino que lo hacían a partir de una “falacia”: la de la

trascendencia. Desde mi punto de vista, la antropología, al ser una ciencia, era

la disciplina más adecuada para producir de conocimiento en ese ámbito. Era

necesario intervenir para esclarecer el asunto. Había que “desenmascararlos”.

En el año 2003 publiqué en el primer número de “Anthropía”, revista de

estudiantes de la especialidad de antropología, un artículo titulado “Los indios

en su sitio: Música étnica para las clases altas en Lima” (ROZAS 2003). Este

55
artículo era mi primera aproximación al género de fusión. Tenía un tono un

tanto agresivo y denunciaba las contradicciones de la “experiencia

trascendente”. No está demás decir que la mayoría de los compañeros que

publicaban usaron a Bourdieu como marco teórico, y compartían esa

agresividad, avivada por la ilusión de “develar” las estructuras que mueven a

las personas.

Aquí un ejemplo de cómo construí esta posición respecto de los músicos

de fusión:

“En su afán de rescatar esa sabiduría primigenia y


de encontrar respuestas, en su pretensión de
abandonar los viejos prejuicios racionalistas que
dejaron de lado toda los conocimientos ancestrales
de los pueblos primitivos, los músicos de fusión
construyen los nuevos prejuicios posmodernos, (…)
encasillando, en muchos casos, a estos pueblos en
un ideal romántico, un encuadre de foto que deja de
lado las bolsas plástico y las botellas de coca cola
del chamán”. (ROZAS 2003 p.18)

Esta crítica refleja dos problemas importantes. Al hablar de un “Encuadre

de foto que deja de lado las bolsas de plástico y las botellas de coca cola del

Chamán”, se sugiere que hay una posibilidad de ver la realidad social tal como

es: mientras que el músico de fusión “toma fotos” recogiendo y omitiendo datos

de acuerdo a sus intereses, el antropólogo tiene la posibilidad de ver la realidad

en toda su amplitud, y de esa manera analizar otros encuadres, limitados o

borrosos.

La metáfora de la fotografía habla de cómo solo la objetividad de la

ciencia permite acceder al espacio desde el cual se pueden develar las

estructuras inconscientes de los actores sociales.

56
Desde ese enfoque, el encuadre de los músicos de fusión es uno que

omite datos, ya que idealiza a los pueblos representados en su música,

dejando de lado aspectos que desentonan o no están de acuerdo con su

agenda de corte New Age.

1.a.i Los límites de la objetividad frente a la experiencia trascendente de

los músicos de fusión

Ya no podemos entender la realidad y la producción de conocimiento en

términos de verdades universales, sino más bien como sistemas de creencias.

Sobre esto Wittgenstein nos dice que “Creer que la realidad no existe es tan

absurdo como creer que la realidad existe” (En WITTGENSTEIN 1988).

Pero el asunto aquí no es llegar al relativismo absoluto. No se trata de

negar la posibilidad de hacer ciencia. Como mencioné en la introducción,

debemos entenderla como un discurso sometido a discusión dentro de una

comunidad y ante una audiencia. La objetividad es, para ponerlo en términos

de Wittgenstein, un juego de lenguaje, que obedece a ciertas reglas de validez.

El problema es que desde un punto de partida “objetivo”, del que la

antropología pragmatista es heredero, no hay una posibilidad de incluir

discursos como el de la “experiencia trascendente”. Como comenté en la

introducción, músicos como Mujica afirman que a pesar de que las diferencias

y de los intereses están presentes, en esta experiencia se superan esas

diferencias. Ciertamente el hecho de que hayan diferencias pero que a la vez

se trasciendan es una paradoja, pero en ella habita el misterio de la experiencia

para estos músicos. Tomarla en serio esta implicaría aceptar que hay espacios

57
que escapan a las relaciones de poder y poner en cuestión las posibilidades de

la razón y la objetividad para dar cuenta de ciertos hechos.

Como en mi caso, muchas veces esto lleva al antropólogo a quitarle

validez a ciertos discursos (como la paradoja de la experiencia trascendente) y

a interpretar los fenómenos de tal manera que la objetividad y el paradigma

pragmatista no sean cuestionados.

1.b El condicionamiento de la observación de los fenómenos

En el año 2002 ya había empezado a leer a Bourdieu. Fue en ese año

que asistí por primera vez a un concierto del grupo Pachacamac, una de las

bandas más importantes dentro de la escena local de fusión. Esta agrupación

tiene una propuesta netamente New Age, con un discurso de recuperación de

la música y los valores de las culturas prehispánicas un concepto visual, teatral

y musical coherente con estas ideas. En este concierto los músicos llevaban

túnicas, tenían una actitud muy solemne, las miradas hacia el cielo, los brazos

extendidos y el lenguaje corporal ya establecido dentro del telurismo New Age.

Los instrumentos usados eran ocarinas, zampoñas, tinyas, waqrapukus, el

wankar, el pututu, ceramios y conchas. Pero además de toda esta parafernalia

“prehispánica” estaba presente el sintetizador, instrumento totalmente moderno

y occidental.

Sin embargo la presencia de este instrumento no es algo raro en este

tipo de grupos aún cuando intentan transmitir un regreso al mundo

premoderno. A pesar de que hay un énfasis en lo andino o en lo tradicional, el

uso del sintetizador no se presenta como contradicción ni entre los músicos ni

58
entre los oyentes de este tipo de música. Es más, el sintetizador es necesario y

positivo por sus cualidades sonoras que remiten a determinados estados

mentales dentro de su imaginario, ya que produce sonidos que evocan todo

una simbología relacionada a lo cósmico y con la naturaleza.

Sin embargo en este concierto ocurrió algo que me sorprendió. Dentro

de la decoración y la puesta en escena se había cubierto una parte del

instrumento en cuestión con una pequeña tela con motivos andinos. Esto

hubiera pasado desapercibido si no fuera porque tengo un teclado similar, y

sabía que debajo de ese telar precolombino estaba escrita la palabra

“Yamaha”.

Ese fue el momento de inspiración para activar las categorías

aprendidas de Bourdieu y empezar a construir el campo pragmático, la música

de fusión como un espacio de negociación de la identidad. Según mi

interpretación, este músico al cubrir la palabra “Yamaha” con una tela andina

estaba marcando los límites de la tradición y la modernidad de acuerdo a una

agenda, a ciertos intereses. Si bien el sonido “telúrico” del sintetizador y el

propio sintetizador como objeto eran adecuados dentro de la estética que el

grupo pretendía presentar, la palabra Yamaha no lo era. Al cubrir la marca del

sintetizador estaban creando una ficción, pretendiendo ocultar rasgos

“occidentales” en la puesta en escena, estereotipando lo andino como algo que

no debe mezclarse con lo moderno. ¿Dónde estaba, entonces, el encuentro

más allá de la pragmática y la trascendencia de la diferencia? La conclusión: la

experiencia trascendente en realidad era un discurso que ocultaba formas de

dominación simbólica.

59
De pronto lo único importante dentro de toda la puesta en escena fueron

los espacios de la contradicción de la representación de la identidad. Me

dediqué a analizar cómo estos músicos ocultaban formas de

instrumentalización detrás de la pretendida trascendencia. El escenario se

redujo a un campo de batalla, a conflictos respecto a la representación.

Cuando el antropólogo aborda un tema a partir de un prejuicio, en este

caso el de la imposibilidad de la trascendencia, y no está dispuesto a

modificarlo, se puede llegar a alterar la observación de la realidad.

En este caso excluí todo un espacio fundamental para la comprensión

del fenómeno de la fusión: el de la superación del conflicto a partir de la

trascendencia en la ejecución de la música. Como mencionamos en líneas

anteriores, lo más importante en la experiencia de los músicos de fusión no

ocurría en el espacio de los conflictos de la pragmática, sino aquel en el que a

pesar de la existencia de las diferencias se trascienden esos conflictos. Hablar

solo en términos pragmatistas omite lo más importante de esta experiencia.

1.c Reducción de la experiencia trascendente de los músicos de

fusión

A continuación muestro otro extracto del artículo “Los indios en su

sitio…” en el que desarrollo la propuesta pragmatista para aproximarme a la

experiencia de los músicos de fusión:

“La fusión enclasa a “los indios”, los pone en su sitio,


sitio ahistórico y atópico, ancestral, místico, donde

60
no le hagan daño a nadie y mantengan una cultura
que esté dentro de los márgenes del "buen gusto".
La apropiación de la música india por el mundo
moderno será la fusión, la apropiación de lo moderno
por el mundo indio será la chicha, no apta para el
consumo artístico de las élites.” (ROZAS 2003 p. 19)

La ponencia reduce la experiencia trascendente de los músicos a una

cuestión de “buen gusto” y de clase. De esta manera la música de fusión se

convierte en un espacio de representación de identidades, un campo, en el

que negocian actores que pertenecen a determinados grupos. Un campo de

batalla, en el que la agenda de los New Agers condiciona la forma cómo se

representa la identidad tradicional. Pero al establecer este campo de poderes

omito precisamente la trascendencia de los campos de poder. El resultado de

esto es la incomprensión del fenómeno de la fusión. Las conclusiones del

análisis del discurso de Manongo Mujica presentado en el capítulo 2 decían lo

siguiente:

“(…) se podría decir en la línea De Chardin, que en


este tipo de éticas el sujeto es instrumentalizado y
abandonado en pos de la trascendencia, es decir,
una ética de la despersonalización, en la que el
mundo de la praxis, el plano inmanente es dejado de
lado y descuidado.”

Sin embargo esto no es exacto. De acuerdo a la “experiencia

trascendente” de Mujica el mundo de la praxis no es abandonado. Hay una

simultaneidad entre el plano en el que se trascienden las diferencias y aquel en

el que estas diferencias ocurren, como vemos en esta cita de las entrevistas a

este músico

61
“en la música (…) justamente lo primero que se cae
son esas diferencias culturales exteriores, en el
fondo son máscaras exteriores. El hecho de los
músicos vengan de diferentes contextos sociales no
quiere en absoluto decir nada, lo que se comparte es
finalmente una profunda hermandad a nivel del
corazón” (Entrevista a Manongo Mujica Octubre
2005)

La simultaneidad entre las diferencias y la hermandad del corazón hace

que las primeras se “caigan”, que los “contextos sociales” no “quieran decir

absolutamente nada”.

Esta simultaneidad es sin duda contradictoria pero Mujica afirma que en

esa paradoja está la efectividad de la trascendencia. La omisión de este

argumento no está basada en una discusión o en un hecho objetivo.

Se apoya simplemente en asumir de forma a priori que no es posible que

los sujetos escapen de la pragmática. Se basa en creer que no es posible la

experiencia trascendente, en poner en duda las creencias y las experiencias

del objeto de estudio, en restarles validez sin un análisis profundo.

Otro ejemplo claro de esta reducción, llevada hasta la burla, es la

exposición de una serie de fotos que realicé durante el primer coloquio de

estudiantes de antropología, y que muestro a continuación:

62
“Roots sin Raíces”

En ella parodio una campaña comercial en la que se nombran una serie

de artículos que se pueden comprar con una tarjeta de crédito. En la última

escena de este comercial se presenta una situación que “no tiene precio”… El

comercial termina con la siguiente frase: “Hay cosas que el dinero no puede

comprar, para todo lo demás existe Mastercard”. El mensaje implícito es que

las cosas que el dinero no puede comprar en realidad están hechas de las

cosas que se pueden comprar con la tarjeta de crédito.

La serie de fotos “Roots sin raíces” descompone y reduce el “momento

místico” a una cuestión de consumo de determinados objetos. Las hojas de

coca, el pututu, el poncho y el chullo, el palo de lluvia y la Huaca Pucllana9 son

9
La huaca Pucllana se convirtió a mediados de los noventas en un espacio común para conciertos de corte New Age.
Allí también se instaló un exclusivo restaurante de comida “Novoandina”

63
todos elementos que refieren a la tradición pero también a la cultura New Age

propia de los sectores más acomodados de la capital. Alude a aquellos que

pueden (y quieren) comprar artículos tradicionales a altos precios en tiendas de

la capital, que pueden tener una tarjeta de crédito y que tienen acceso a

espacios como la Huaca Pucllana, zona turística ubicada en el exclusivo barrio

de San Isidro. La propia palabra roots es parte de la jerga juvenil de estos

espacios, que refiere a una “autenticidad cultural”.

De esta manera se pretende sugerir, a través de la burla, como estos

sectores se apropian de los elementos andinos “instrumentalizándolos”, y del

misticismo, para convertirlo en una cuestión de consumo.

Sin duda es posible hacer un análisis pragmatista de esos aspectos. Sin

embargo no podemos reducir la experiencia trascendente a los mismos. Esta

experiencia, de acuerdo a aquellos que la viven, va más allá de una cuestión

de objetos consumibles.

Si me hubiera acercado a este fenómeno sin negarle validez de manera

a priori, tomando en serio a aquellos que lo experimentan, la observación de la

puesta en escena, del discurso de los músicos y de la experiencia trascendente

hubiera sido totalmente distinta. No me hubiera centrado únicamente en los

espacios de contradicción. Pero esto, como ya dije en líneas anteriores, implica

dar crédito a la posibilidad de la trascendencia, lo que a su vez implicaba poner

en cuestión todo mi marco teórico.

Aún si hubiera aceptado la validez de esa experiencia no contaba con

un código que me permitiera entrar en ese espacio, es decir, un lenguaje que

no se basara en aquel juicio por el que no es posible la experiencia

trascendente.

64
2. La protección del paradigma pragmatista: miedo y hedonismo

intelectual

Un factor fundamental en la exclusión de la experiencia trascendente en

la investigación fue el placer intelectual. El gusto por poder desenmascarar a

los objetos de estudio y develar las motivaciones subyacentes de la acción es

un gran motor para el investigador. Esto puede ser peligroso si nos lleva a

instrumentalizar al objeto de estudio, a adaptar la realidad para satisfacer

nuestras hipótesis.

La otra cara del hedonismo intelectual es el miedo. Miedo a permitir la

entrada de factores que hagan de la disciplina algo difuso, no concluyente,

disminuyendo su poder de instancia emisora de discursos sobre la sociedad. El

miedo al eterno retorno, a perder la cómoda objetividad.

¿Qué pasaría con mi rol como antropólogo si diera crédito a la

experiencia mística y a la posibilidad de trascendencia de la pragmática y la

lógica a través de la música? ¿Qué ocurriría si dejo de creer en la reductibilidad

del sujeto a una pragmática y más bien intuyo la alteridad como algo inefable?

Si bien estas preguntas son las que me han llevado a escribir esta tesis, no

tengo respuesta para ellas. Las ciencias sociales no tienen un lenguaje para

producir conocimiento a partir de estos espacios. Lo único que esta claro es

que el paradigma pragmatista es insuficiente para abordar dichas experiencias,

y que aquel que no las evada, o que tome en serio a quienes las experimentan,

tendrá serios problemas para llevar a cabo una investigación.

65
Hasta aquí he tratado de explicar el problema de enfrentar la experiencia

trascendente desde la antropología. Los capítulos siguientes darán cuenta del

problema de la intuición de la inefabilidad de la alteridad.

66
Capítulo 4. La inclusión de la intuición de la inefabilidad de la

alteridad en la investigación

Desde el 2003, año en que ingresé a la especialidad de antropología en

la Universidad Católica, empecé investigaciones acerca del tema de la

alteridad, partiendo desde un enfoque pragmatista. Sin embargo, de forma

paralela a estas investigaciones, iban surgiendo inquietudes respecto a los

límites de este marco teórico. He reunido estas preguntas en la idea de “la

intuición de la inefabilidad de la alteridad”. Como ya adelanté en la introducción,

esta intuición se dio en el ámbito de la subjetividad. Surge en espacios que he

denominado puntos de quiebre, en situaciones de encuentro con el objeto de

estudio en las que la cercanía hace que la alteridad se vea como algo

inabarcable desde la pragmática, mostrando las limitaciones de las ciencias

sociales frente al sujeto.

Hablar de una antropología que abandone al sujeto reductible a una

pragmática implicaría la pérdida de una importante argumento para la

justificación de esta disciplina como ciencia.

Esta intuición fue evadida sistemáticamente, ya que estaba en conflicto

con los principios del paradigma pragmatista, en dos aspectos. En primer lugar,

la intuición de la inefabilidad de la alteridad pone en cuestión la posibilidad de

hablar del sujeto como un actor dentro de una pragmática ya que cualquiera de

las categorías usadas desde ese lenguaje serán insuficientes. En segundo

lugar, hay un conflicto con el paradigma debido a que la intuición se da en el

fuero interno del investigador, y no es un hecho objetivo ni racional, es mas

bien una experiencia, una creencia.

67
1. La exclusión del ámbito de la experiencia y de la subjetividad del

investigador como garantía de la objetividad de la investigación y

del paradigma pragmatista.

A continuación citaré un fragmento de la ponencia “La estética de la

autenticidad” expuesta en el primer coloquio de estudiantes de antropología. Al

igual que en los artículos citados en páginas anteriores, esta ponencia acusaba

a los músicos fusión de estereotipar la cultura andina y la afroperuana.

Sostenía que para los músicos de fusión “Lo indio es aceptable si viene apto

para el consumo: inofensivo y tradicional. (…) lo híbrido, lo chicha, es peligroso

porque es una fuente de un nuevo orden que amenaza al orden establecido.”

Sin embargo, al final de mi análisis, al terminar la ponencia, sostenía lo

siguiente:

“A pesar de todo lo dicho, me sigue desagradando la


música chicha y no me he abierto más a lo
tradicional. Mis gustos no han cambiado en nada, lo
cual me hace pensar en los alcances y la utilidad de
la antropología en el tema de la estética.”

Al decir “A pesar de todo lo dicho me sigue desagradando la música

chicha”, denoto que para producir conocimiento desde la antropología es

posible y necesario “desdoblarse”, independizar el mundo de la experiencia del

de la objetividad del investigador. El Efraín Rozas que devela las estructuras y

los habitus no es el mismo Efraín Rozas que escucha música y se divierte con

ella. Sin embargo al final de la cita, planteo una duda respecto a “los alcances y

la utilidad de la antropología en el tema de la estética”.

68
Esta duda es totalmente razonable. Creer en un “desdoblamiento”

permite al científico social moverse en los campos de la pragmática sin

involucrar la experiencia subjetiva es discutible. Este “desdoblamiento” permite

una escisión artificial a partir de la cual se establece que la producción del

conocimiento científico es independiente de formas de conocimiento

irracionales, corporales, de creencias, de fenómenos como la experiencia

trascendente o la intuición de la inefabilidad de la alteridad. La experiencia

estética, tanto en la chicha como en la música de fusión, y en general la

experiencia humana, involucra estos espacios.

El paradigma pragmatista con sus rezagos de objetivismo nos lleva a

escindirnos, pretendiendo una separación entre razón y experiencia, entre

subjetividad y objetividad. Esta separación entre experiencia y producción de

conocimiento me llevó a evitar la intuición de la inefabilidad de la alteridad,

intuición que siempre me acompañó en los diversos trabajos de campo, pero

que sin embargo fue dejada de lado para evitar las complicaciones de lo que

Nietzsche llamó el “eterno retorno”.

2. La intuición de la inefabilidad de la alteridad como “El eterno

retorno”

Nietzsche fue uno de los filósofos que puso en cuestión la modernidad

marcando, como pocos, el real peso que implica el abandono de la razón como

reguladora de la producción de conocimiento. Este autor habló de aceptar los

límites de la razón como el peso del eterno retorno. Aquí un comentario al

respecto:

69
“La idea del eterno retorno es misteriosa. (…)
Pensar que todo se repite una vez que lo hemos
vivido, ¡y que esa repetición a su vez se repite ad
infinitum! (…) Si la revolución francesa se repitiera
eternamente, los historiadores franceses estarían
menos orgullosos de Robespierre. Pero debido a
que ellos hablan acerca de algo que no volverá, los
sangrientos años de la revolución se han convertido
en meras palabras, teorías, discusiones, se han
vuelto más ligeros que plumas, inofensivos. (…) En
el mundo del eterno retorno el peso intolerable de la
responsabilidad cae con toda su fuerza sobre cada
uno de nuestros movimientos. Por eso Nietzsche
habló de la idea del eterno retorno como la más
pesada de las cargas.” (Mi traducción)10 (KUNDERA
1999 p. 3-5)

El abandono del pragmatismo como soporte del conocimiento implica un

compromiso radical con las ciencias humanas. Exige un regreso, ad infinitum, a

la verdad, a la construcción de la misma, a los sujetos a los que se investiga y

a la experiencia de ser antropólogo. Implica abandonar la instrumentalización

de los fenómenos observados para satisfacer el modelo previo. De lo contrario

los sujetos se vuelven, como nos dice Kundera, meras palabras. Esta

responsabilidad me obliga a incorporar dentro de mi quehacer antropológico la

intuición de la inefabilidad de la alteridad.

Enfrentado a la complejidad de los individuos, a lo inabarcable del

mundo social y del sujeto, se me hace imposible excluir esta intuición, que al

ser asumida se convierte en cuestionamiento radical del paradigma pragmatista

10
The idea of eternal return is a mysterious one. (…) To think that everything recurs as we once experienced it, and
that the recurrence itself recurs ad infinitum! (…) If the French revolution were to recur eternally, French historians
would be less proud of Robespierre. But because they deal with something that will not return, the bloody years of
the revolution have turned into mere words, theories, and discussion, have become lighter than feathers, frightening
no one. (…) In the world of eternal return the weight of unbearable responsability lies heavy on every move we
make. That is why Nietzsche called the idea of eternal return the heaviest of burdens.” (KUNDERA 1999 p. 3-5)

70
En lo que queda de este capítulo narraré cómo fue que esta experiencia

se hizo presente en determinados momentos de la investigación, en

situaciones que he llamado puntos de quiebre, en los que los objetos de

estudio se muestran, como diría Levinas (1987), como un rostro trascendente,

como lo inabarcable, como una alteridad inefable.

Si bien esto será narrado a partir de experiencias concretas, debe ser

entendido como un proceso que pasó por diferentes etapas en mis trabajos de

campo y en mi vida personal. Cuestionar el paradigma pragmatista ha

significado abrir un diálogo entre la producción de conocimiento y la

experiencia, acabar con el “desdoblamiento” entre científico y persona.

Este capítulo se ocupará de los trabajos de campo, el siguiente hablará

de experiencias en el fuero personal, fuera de la investigación, que sin

embargo influyeron en mi visión de la antropología.

3. Los Puntos de quiebre y la intuición de la inefabilidad de la alteridad en

el trabajo de campo

3.a El caso de Los Q´ero de Paucartambo: Aparición de la intuición

de la inefabilidad del sujeto

Luego de trabajar el tema de los músicos de fusión y sus

representaciones de lo tradicional decidí viajar en enero del 2003 a la ciudad

del Cuzco. Como señalé en el capítulo 3, en el artículo que escribí para la

revista Anthropía (“Los indios en su sitio”), ya tenía una visión de los músicos

de fusión como agentes que “instrumentalizaban y estereotipaban al indio”.

71
Ahora quería conocer el punto de vista de los “instrumentalizados”, observar

cómo aquellos definidos como “tradicionales” también manejaban estrategias

dentro del campo de la representación de la identidad tradicional, con una

agenda propia. De esta manera buscaba completar la arena de negociaciones

dentro de la pragmática.

Entrevisté y seguí a personas que trabajaban dentro del rubro de lo que

podríamos llamar “el mercado de lo tradicional” en la plaza de armas del

Cuzco: vendedores de artesanía, músicos ambulantes, niñas que posaban para

tomarse fotos con turistas, todos sirviéndose de la identidad como producto de

consumo.

La conclusión a la que llegué en esta investigación fue que el discurso

por el que los músicos de fusión estereotipaban e instrumentalizaban a los

“indios”, es decir, a los pueblos con expresiones culturales tradicionales, es

conscientemente apropiado y usado por los propios “indios” para su propio

benéfico, tal como lo señala Terence Turner (1991) en sus trabajos con los

Kayapó.

El ejemplo que me mostró de manera más clara esta situación fue el de

los Q´eros de Paucartambo. Dentro de la tradición antropológica peruana, ésta

comunidad ha sido muy importante. En el imaginario del antropólogo peruano,

los Q´ero fueron por mucho tiempo los últimos guardianes del legado Inca.

Esta comunidad estuvo aislada geográficamente durante mucho tiempo

y conservaba con orgullo costumbres precolombinas que ya no se encontraban

en ningún otro lugar de los andes. Eran famosos por sus conocimientos en

cuanto a religión, mitología y rituales prehispánicos. (FLORES 1988).

72
Durante el trabajo de campo conocí a dos personas que provenían de

esta comunidad. Se les puede reconocer por su atuendo, sentados en alguna

esquina de la plaza: ojotas, coloridos chullos con abundantes flecos o en su

defecto sombreros de lona, y sacos cargados a la espalda. Tenían un hábil

manejo de su imagen y un discurso elaborado para vender pagos a la tierra,

lectura de hojas de coca y conocimientos religiosos. Al preguntar por los

precios de estos productos, respondían "depende: simple o especial",

denotando una clara consciencia del uso de la tradición como mercancía.

Q`eros esperando clientes en la plaza de armas

El profesor Jorge Flores Ochoa de la universidad San Antonio Abad del

Cuzco me informó que un colega suyo era buscado frecuentemente por las

personas provenientes de esta comunidad para obtener un certificado en el que

se indica que son auténticos cultores y conocedores de la religión andina, una

especie de garantía de calidad del producto. Con estos “títulos” probaban frente

a sus clientes su grado en la escala sacerdotal inca, en la que los grandes

sacerdotes son conocidos como "alto misayoq”, y los comunes como “pampa

misayoq".

73
De acuerdo al paradigma pragmatista la identidad y la cultura no son

esencias ni algo estático. En ese sentido no podemos hablar de “autenticidad”

de una cultura. Esta está constituida por campos de poder, espacios de

negociación constante de acuerdo a la agenda de los actores.

El caso de los Q´ero me pareció el perfecto ejemplo de esto. La que

supuestamente era la comunidad más “auténtica” en la bibliografía y en el

imaginario antropológico, era en realidad un grupo de personas haciendo una

puesta en escena de su cultura dentro de una lógica de mercado, vendiendo

sus costumbres a los turistas.

Para mi este fue un gran descubrimiento por varias razones. Lograba

demostrar como estos comerciantes de lo tradicional se apropiaban del

estereotipo New Age del sacerdote prehispánico para obtener beneficios, en

una lógica mercantil. De esta manera tenía la contraparte a la “dominación

simbólica” que ejercían los músicos de fusión. Completaba así el campo de

negociaciones. Pero además lograba desenmascarar los mitos de mi propia

disciplina al descubrir que nosotros también “instrumentalizábamos” a gente

como los Q´ero, imaginándolos como la comunidad andina aislada de la

civilización, el perfecto objeto de estudio11. Probaba lo propuesto por Mckenzie

(2001): que la performance es una categoría ontológica, que la identidad no es

un ser, sino mas bien un hacer. De esta manera ser tradicional, ser músico de

fusión, ser antropólogo, o simplemente ser, se convertía en algo relativo a una

determinada situación. Solo me quedaba, como antropólogo, empezar a

develar los intereses detrás de ese hacer, empezar a producir conocimiento.

11
Ver el debate entre Starn (1991) y Poole y Rénique (1991) sobre el rol de los antropólogos peruanos y
norteamericanos, su visión de la cultura andina y su incapacidad de comprender el fenómeno de Sendero Luminoso.

74
Sin embargo el placer que en un momento representó la posibilidad de

desentrañar aquello que guía el comportamiento social de los sujetos, se

enfrentó a una pregunta fundamental ¿Realmente se limita el sujeto solo a un

juego de intereses?

Con el paso de los días, las conversaciones con los Q´eros de la plaza

de armas adquirieron un tono de complicidad. Empezaron a narrar como les

causaba cierta gracia el desmedido interés de los “gringos” por los pagos a la

tierra, y alguno contó con cierta nostalgia que en realidad ya se había perdido

lo más importante del conocimiento religioso, que ya no existían “alto

misayoqs” y que ellos simplemente habían empezado a vender lo poco que

recordaban porque su situación económica los obligaba a hacerlo.

Escuchar los dilemas personales, el humor y las preocupaciones de

estas sujetos generó un vínculo, el vínculo que los seres humanos establecen

casi como fruto espontáneo del compartir experiencias. Si bien el recojo de

datos y la observación del comportamiento mercantil de los Q´ero apuntaba a

afirmar que la identidad es un juego de intereses, la cercanía con ellos generó

un punto de quiebre en la relación antropólogo-objeto de estudio. En este

espacio surge la intuición de la inefabilidad de la alteridad, la sospecha de que

no todo se puede reducir a una pragmática, de que hay algo más allá del

lenguaje antropológico: el espacio en el que se mueven las alegrías, las

tristezas y los vínculos más importantes entre las personas, que se intuye como

algo que no puede ser atrapado por el lenguaje de las ciencias.

3.b Las niñas performers en la plaza de armas del Cuzco

75
Dentro del “mercado” de la plaza de armas del Cuzco también podemos

encontrar grupos de niñas que se visten con ropa tradicional para fotografiarse

con los turistas. Al acercarme a ellas a preguntar por sus estrategias de

mercadeo, en un primer momento se rehusaban a salir del rol asumido: me

respondían que los trajes que llevaban eran los que usaban en su vida diaria, y

que eran “auténticos”.

Pasado un rato de insistencia y bromas, entramos en confianza y se

estableció la complicidad que logra el antropólogo cuando rompe la barrera del

turismo y accede a otro tipo de información. Las niñas me confesaron entre

risas que venían de Chumbivilcas, que vivían en Cuzco, que solo usaban los

trajes para trabajar. Los trajes los compraron en el mercado central. Era una

versión estilizada de la vestimenta usada en Canas. “La ropa de Chumbivilcas

es fea, a los gringos no les gusta” me dijeron. “Prefieren la de Canas o

Paucartambo porque tiene mas colores”. “¿Pero, tu usas la ropa de

Chumbivilcas cuando vas a Chumbivilcas?” “Claro pues, en la fiesta”.

Tuve la oportunidad de entrevistar a una turista estadounidense después

de que se tomara unas fotos con las pequeñas performers. Pregunté: “¿Si te

digo que ellas no se visten así, que todo es una puesta en escena, qué dirías?”

Me contestó “No me importa, la foto es bonita, me llevo un recuerdo de algo

que no puedo encontrar en otro lugar”.

Una vez más la identidad y la puesta en escena de lo tradicional se

presentaba como una compleja red de intereses, en la que se manejan una

serie de elementos como la localidad de nacimiento o el gusto del turista en

una especie de “malabarismo de la identidad”.

76
Este “malabarismo” implica una gran carga para estas niñas. Empiezan

a trabajar desde los 5 años en este oficio, se ven obligadas por la necesidad

económica a vestirse con una ropa determinada para conseguir clientes.

Cuando lo hacen, otros niños y niños jóvenes les gritan "mamacha" de forma

peyorativa. Por otro lado, este tipo de actividades están prohibidas por las leyes

municipales, por lo que son objeto de persecución del personal de seguridad de

la plaza. En su vida cotidiana, cuando acuden al colegio y dejan el disfraz,

serán también sujetos de discriminación por su condición socio económica y

rasgos físicos.

Mujer Performer Fotografiada para campaña publicitaria de Telefónica del Perú. Fue la
única ocasión en la que los agentes municipales, deslumbrados por las cámaras de los pu-
blicistas, permitieron a estas mujeres trabajar de manera tranquila en la plaza de armas.

Sin duda es posible hacer un análisis pragmatista de los diferentes

ámbitos en los que se mueven estas “actrices sociales”. Sin embargo, una vez

más, se estableció una relación con ellas más allá del rol que asumen

normalmente frente al turista, más allá de la relación investigador-objeto de

estudio, un breve punto de quiebre en el que se compartieron reflexiones

acerca de la vida difícil que llevan, entre risas cómplices y bromas. El peso que

77
cargan estas niñas se volvió en ese momento una preocupación, que generó

inevitable un sentimiento de compasión frente a su condición. Allí apareció una

vez más la intuición de la inefabilidad de la alteridad, dando lugar a una

aproximación al otro ya no en términos de análisis, sino a través de las

emociones, los sentimientos, y de la intuición de una condición compartida, la

humana, en la que el que el sujeto deja de ser un objeto de estudio para

mostrarse como una persona, compleja, insondable.

4. La exclusión de la intuición de la inefabilidad de la alteridad

Los puntos de quiebre y la intuición de la inefabilidad de la alteridad

fueron excluidas de la investigación porque, como ya comenté, su inclusión

implica la puesta en cuestión de las bases del paradigma pragmatista. Esta

exclusión implica la reducción de la intuición de la inefabilidad de la alteridad un

lenguaje pragmatista.

El siguiente es otro fragmento de la ponencia “La estética de la

autenticidad”. En él cuento la experiencia con las niñas en términos menos

peligrosos para el paradigma en cuestión:

“Respecto a este fenómeno que llamo malabarismo


de la identidad, me parece que los sectores que
ponen su autenticidad y su subjetividad como una
puesta en escena, como un producto comercial, no
llevan un papel tan fácil en la sociedad. No son el
demonio que baila alegremente con el que soñaba
Arguedas. Si bien creo que las culturas son algo
dinámico, creo también que este malabarismo es
una situación límite, que es fruto de estar en una
situación de desventaja en la sociedad, y me
pregunto si seguirían haciendo este tipo de puesta
en escena si tuvieran otra opción. (…) Habría que

78
ahondar en las consecuencias psicológicas de este
malabarismo de la identidad”

En este párrafo se comentan 2 cuestiones:

1. El espacio en el que se da el punto de quiebre en la relación entre

antropólogo y objeto de estudio a través de la compasión y la intuición de la

inefabilidad de la alteridad no es narrado como experiencia sino mas bien como

un análisis pragmatista. Al decir que el “malabarismo de la identidad (…) es

una situación límite que es fruto de estar en una situación de desventaja en la

sociedad” estoy denunciando un problema social, pero no llego a introducir la

dimensión experiencial que me lleva a formular esa denuncia.

2. Frente a la complejidad del “malabarismo de la identidad”, la intuición de

la inefabilidad de la alteridad muestra la subjetividad de los objetos de estudio

como algo difuso para la antropología pragmatista. Para evitar este problema

opto por enviar esta dimensión subjetiva a la psicología.

Como vimos en el capítulo 1, la dicotomía psicología-ciencias sociales

es un argumento presente desde la sociología de Durkheim: cuando el terreno

de la subjetividad es incierto será necesario quitarlo del camino y enviarlo a una

disciplina “más pertinente”.

La exclusión de la experiencia se da a través de una falacia: el

desdoblamiento de la subjetividad del investigador. Por un lado está la persona

que siente compasión, y que ve a estas niñas como sujetos que trascienden el

espacio de la pragmática. Por otro el investigador objetivo, que ve identidades

construidas en un campo pragmático que deben ser reportadas a la academia.

79
Lo que he tratado de hacer aquí es mostrar la simultaneidad de estas dos

“personas”, las estrategias argumentativas para separarlas, y cómo el negarse

a desdoblarse, es decir, el asumir la experiencia como parte de la producción

de conocimiento, implica serios problemas para la investigación antropológica.

5. Los problemas de reducir la experiencia del antropólogo a una

pragmática

En su “Panorama de la antropología en el Perú”, Degregori (2000)

comenta cómo a partir de los años 80 se abandona el estructuralismo y se

privilegia el estudio de los actores sociales, bajo la influencia de autores como

Gramsci o Bourdieu. Comenta también acerca de la crítica posmoderna a la

pretensión objetivista de las ciencias sociales y advierte sus peligros: “Se cae

en una suerte de narcisismo escudado en el respeto escrupuloso del otro”. (loc.

cit p.55). Y más adelante comenta a modo de resolución del problema que “En

vez de desechar el género etnográfico es posible enriquecerlo haciendo

explícito el punto de vista del autor” (ibid.)

La cuestión de la objetividad en la academia peruana aún no está

resuelta. Hay, sin embargo, una creencia muy difundida en nuestra comunidad:

que el problema de la posmodernidad, la objetividad y el sujeto en las ciencias

sociales ya ha sido saldado. Se ha trivializado y tomado muy a la ligera lo que

Degregori llama “la explicitación del punto de vista del autor”.

El trabajo de Víctor Vich me parece un intento interesante por incluir la

voz del objeto de estudio y la autoreflexividad del científico como parte de la

investigación. Vich nos dice que "De lo que se trata, en mi caso, es de intentar

80
integrar ese "hablar por otros” dentro de un "hablar con otros" menos

monológico y más horizontal." (VICH 2001). Esto lo logra incluyendo en el texto

la voz de sus investigados (los cómicos ambulantes) y sus propias reflexiones

acerca del proceso del trabajo de campo. Pero el trabajo de Vich es también un

ejemplo de estrategias para validar la concepción pragmatista del sujeto, sin

incluir la experiencia de manera radical.

En el siguiente acápite quiero mostrar cómo cuando el antropólogo se

topa con fenómenos como la experiencia trascendente o la intuición de la

inefabilidad de la alteridad no basta con “situar” al antropólogo en el texto si

esto se hace manteniendo los presupuestos del paradigma pragmatista, ya que

introducir estas experiencias en la investigación implica poner en cuestión las

posibilidades de ese paradigma.

De otro lado la investigación que pretende “situar al antropólogo en el

texto” puede ser peligrosa ya que se genera la ilusión de estar introduciendo la

experiencia en la investigación cuando en realidad lo que se está haciendo es

reducir esa experiencia a un lenguaje pragmatista. De esta manera se omiten

datos para no poner en peligro el paradigma, guiados en muchos casos por el

hedonismo intelectual y el miedo a perder poder en la producción de discurso.

Para ilustrar esto haré algunos comentarios acerca de una investigación

realizada en la comunidad asháninka de Pampa Michi en Junín, en el año

2004. Ese trabajo fue un intento de situar al antropólogo en el texto desde un

análisis pragmatista.

5.a El caso de la comunidad Asháninka de Pampa Michi, Junín.

81
En el año 2003 realicé un viaje a La Merced, departamento de Junín, en la

selva amazónica peruana, como parte del curso “Práctica de Campo 2” en la

facultad de antropología de la universidad católica. Al llegar a las comunidades,

el comentario general entre mis compañeros fue acerca de lo obvio de los

disfraces de los nativos, quienes hacían toda una puesta en escena de su

cultura para los turistas como forma de obtener ingresos.

Si bien el objetivo inicial de mi trabajo de campo en esta comunidad era

recolectar música, el contexto me llevó a replantear la investigación.

El nuevo tema de investigación sería entender por qué a los antropólogos

nos asombra que los pobladores de las comunidades amazónicas se disfrazan

para representar su cultura frente a los turistas. Las conclusiones fueron

publicadas en el artículo “Disfrazarse de uno mismo: Nuevos espacios para

nativos y antropólogos” (2004).

A grandes rasgos, esta investigación plantea que detrás de este asombro

de los antropólogos frente al disfraz del nativo hay una “nostalgia imperialista”

(ROSALDO 1991). Dicha nostalgia consiste en la añoranza romántica, por

parte de los antropólogos, de investigar culturas tradicionales que no hayan

sido “contaminadas” por la modernidad, reproduciendo de esta manera una

visión estática de la cultura, y una instrumentalización del objeto de estudio.

Para analizar esto era necesario situar al antropólogo en la investigación,

usando tres herramientas. La primera fue el uso de un lenguaje coloquial, en

primera persona, que denotara la presencia del antropólogo como autor del

texto. La segunda herramienta fue una postura crítica de la antropología y de

mi rol como antropólogo, es decir, un análisis autoreflexivo, a través del cual

82
denunciaba la “nostalgia imperialista” de la comunidad antropológica. La

tercera herramienta fue una tímida y reduccionista introducción del mundo de la

experiencia en el texto .

A continuación comento y explico como es que esta pretensión de introducir

la subjetividad del investigador desde una postura pragmatista no resuelve el

problema del “desdoblamiento” del científico social y de la evasión de la

intuición de la inefabilidad de la alteridad.

5.a.i La fantasía de la introducción de la experiencia en el texto

La siguiente cita del artículo en cuestión define la concepción de la

identidad del ser humano como una puesta en escena, como una praxis que

puede ser definida sociologicamente en cuanto a intereses, aludiendo a los

disfraces que usaban los comuneros de Pampa Michi para representar su

identidad a los turistas.

“(…) no podemos hablar de "disfraces" porque esto


implicaría el ocultamiento de una cultura "verdadera"
detrás de la máscara. (…) El individuo se presenta
ante los demás y ante sí mismo como un hacer, no
como un ser. ¿Cabe entonces hablar de disfraces,
cuando no hay un ser auténtico que ocultar? ¿Quién
no se disfraza de si mismo?”

En esa línea el artículo propone la necesidad de incluir la subjetividad del

antropólogo, pero siempre en términos de esa praxis. La siguiente cita nos da

luces sobre esto.

83
“el paradigma de la performance nos lleva a
problematizar la investigación antropológica. No lo
hace incluyendo la subjetividad del antropólogo
como una nota a pie de página o un apéndice sobre
como la subjetividad afecta la objetividad. Plantea
más bien situar al antropólogo como actor más, con
su propia carga de intereses”

La retórica coloquial y el texto en primera persona en el artículo

construyen la ilusión de una introducción radical de la subjetividad del autor

logrando romper la distancia objetiva. Sin embargo, esta entrada de la

subjetividad no llega a ser completa, omitiéndose una serie de datos.

5.a.ii Experiencias reducidas, datos omitidos

La persona con la que establecí la relación más estrecha durante el trabajo

de campo fue Fernando Camacho, comunero, quien me había ayudado a

transcribir y traducir cantos asháninkas. Sobre mi relación con él hago este

comentario:

“Mi despedida estuvo cargada de una fuerte


nostalgia imperialista. El papel de productor, de Ry
Cooder, había calado hondo en mi. El personaje
había cobrado vida propia. No puedo negar que me
emocioné cuando Fernando Camacho le dijo a mis
compañeras: ´Él es Efraín el Asháninka. No solo
sabe hablar asháninka, sino que sabe canciones.
Eso no lo sabe así nomás cualquiera´”

Ry Cooder es un músico de fusión que produjo el ya clásico disco

“Buena Vista Social Club” (1997). En esta cita me comparo con él, tratando de

hacer una sátira de mi rol como antropólogo: más que un científico social

84
asumía el papel de una estrella de la mega-industria musical que saca

provecho de los sonidos exóticos que encuentra en sus viajes.

La figura de Ry Cooder sería el equivalente a la de un antropólogo que

ansía encontrar objetos de estudio en estado de pureza, dentro de una visión

estática y exotista de la cultura.

Fernando y Luis Camacho escuchando grabaciones de los cantos asháninkas.12

De esta manera la “emoción” que siento cuando Fernando Camacho me

llama “Efraín el asháninka” es reducida a una cuestión de praxis, de nostalgia

imperialista. Compartir la experiencia estética y disfrutar la poesía asháninka

fue una experiencia muy importante. Sin embargo en este fragmento vemos

como se sugiere a través de la comparación con Ry Cooder que el aspecto

12
Nótese que Luis, Padre de Fernando, lleva un atuendo bastante contemporáneo, mientras que Fernando
representa la supuesta “vida cotidiana” de los asháninkas. El “abuelo” trabaja en el campo, solo colabora
esporádicamente en las puestas en escena. Sin embargo, siempre usa la Chusma (traje tradicional) a la hora de
dormir.

85
más importante en la relación con Camacho no era lo que ocurría en el ámbito

de la experiencia, de la alegría o la experiencia estética, sino que todo esto era

una cuestión de relaciones de poder. De esta manera se hace una división

entre investigación y experiencia, excluyendo esta última a través de la sátira y

de su reducción a una cuestión de pragmática.

Tomé la cercanía con los comuneros, “la emoción” de compartir la

poesía como una mera exotización, como una búsqueda del nativo en estado

natural, Cualquier espacio en el que se sugiera una relación más allá de la

instrumentalización del “nativo” y de la nostalgia imperialista es tildada de

ingenua y hasta risible.

En general, en todo el artículo se toca este tema de manera superficial, a

través del humor, al igual que en la serie de fotos “Roots sin raíces”

comentada en el capítulo anterior. En ambos casos solo me queda criticar, ya

que si tomara la experiencia de los músicos de fusión y la mía en toda su

dimensión, implicaría la pérdida del lenguaje para hablar de ellas.

Reír para no llorar: detrás de esa ironía y sarcasmo está la idea del

investigador objetivo que puede reducir los sentimientos y las emociones a

relaciones de poder, y el desdoblamiento de la subjetividad del científico, que

separa a la persona que siente del sujeto que investiga, con el fin de no perder

la posibilidad de hacer ciencia.

La siguiente cita es otro ejemplo de esta introducción reduccionista del

mundo de la subjetividad en la investigación. Aquí una vez más trato de

situarme en el texto, intentando explicitar mi agenda como antropólogo:

“El adiós me deja una gran desazón. Esto también lo


sintieron mis compañeras. El lenguaje corporal de la
despedida denotó cierto desinterés, fue impersonal.

86
Comentamos posteriormente que todo nos había
parecido lleno de intereses no dichos, una puesta en
escena…
Pero yo creo que la verdadera desazón la produjo el
tomar conciencia de nuestro propio disfraz de
antropólogos. La fuerte agenda de estos nativos, y
su destreza para negociar nos había obligado a
reformular nuestras tácticas, estrategias e intereses
que habían sido naturalizados: nos habíamos creído
el personaje. Al irme, solo me acompañó Beto
(diminutivo de Beethoven), el perro de la familia
Camacho, y mi sensación de que él fue el único que
realmente me había querido.”

En esta cita, al hablar de un “disfraz de antropólogo” sugiero que al igual

que los nativos con sus disfraces, mis compañeras y yo llevamos a cabo

nuestra propia puesta en escena para cumplir nuestro objetivo: obtener una

buena etnografía. Al encontrarnos con “nativos” que se disfrazan y manipulan

hábilmente la puesta en escena de su identidad, nuestra propia agenda se

puso en evidencia. La relación entre investigador y objeto de estudio como una

negociación de intereses se volvió algo obvio.

Sin embargo, explicitar estos intereses no basta para introducir al

antropólogo en la investigación. Como ya mencioné en líneas anteriores el

ámbito de la experiencia supera las categorías antropológicas. En la cita hablo

de la desazón y la soledad en el trabajo de campo. Ese tipo de experiencias,

también importantes, son difíciles de abordar desde una antropología que

excluye la experiencia.

Este artículo fue un intento de introducir al antropólogo en el texto pero

definiendo su rol como una estrategia con una agenda determinada,

excluyendo situaciones que no tienen un espacio definido dentro del lenguaje

87
de las relaciones de poder, pero que, sin embargo, son parte de la experiencia

de campo e influyen en la producción de conocimiento.

En el siguiente capítulo daré cuenta de experiencias paralelas al trabajo

de campo que me llevan a cuestionar el paradigma pragmatista. Las

conclusiones harán algunos comentarios acerca de los límites de dicho

paradigma.

88
Capítulo 5

Experiencias personales que me llevan a cuestionar el

paradigma pragmatista.

Como comenté en la introducción, la investigación y trabajo de campo

realizado en los últimos años estuvo en constante diálogo con diversas

experiencias fuera del ámbito estrictamente antropológico. A continuación haré

breves comentarios acerca de estas experiencias.

1. Reflexiones acerca de la alteridad

Desde mi ingreso a la especialidad de antropología la pregunta por el

sujeto y la identidad fue una constante. Como he mostrado en los capítulos

anteriores, opté por una aproximación pragmatista al tema. Esta postura que

empezó a ser criticada con el paso del tiempo.

Creo que la experiencia que me llevo a profundizar y a introducir esta

crítica de manera definitiva en la investigación fue el internamiento de una

amiga muy cercana en el hospital psiquiátrico. Por un periodo de dos meses la

visité cada semana mientras que, paralelamente, hacía el trabajo de campo

con los músicos de fusión.

Acudir al hospital fue una experiencia intensa, y se convirtió en una

reflexión constante sobre el tema de la alteridad. Me llevaba a cuestionar mi

disposición hacia la exterioridad, mi cuidado para con los demás desde la

antropología y como persona.

89
Hablar de esta experiencia es bastante difícil. Hasta el último momento

tuve dudas acerca de la pertinencia de la inclusión de esta información en el

texto. Lo único que me impulsa exponer esto es el deseo sincero de que este

trabajo sea un documento honesto, que realmente logre vincular mi experiencia

como ser humano con mi quehacer profesional.

1.a El internamiento de una compañera en el hospital psiquiátrico

Creo que el manicomio es por antonomasia el espacio de la

marginalidad, y nos interpela, nos pregunta por nuestra relación con el otro.

Las visitas a esta compañera se hicieron parte de la rutina del trabajo de

campo. Después de hacer entrevistas y de recoger información durante el día

acudía a al hospital por la tarde. La sola entrada al manicomio era ya una

situación intensa. Pasaba de la investigación, en la que me relacionaba con mis

objetos de estudio desde un punto de vista analítico, a un espacio en el que

toda reflexión acerca de la sociedad y del ser humano se volvía absurda,

limitada. Es difícil describir la experiencia de ver a alguien cercano perdiendo la

cordura, internado en un manicomio. Hay una mezcla de compasión y temor

frente al otro. Compasión frente a una situación en la que no se puede hacer

nada y temor frente a una alteridad que se escapa, a desconocer a aquel que

es familiar. Hay junto a ese miedo cierto asombro frente a los momentos de

agudeza, de claridad, de generosidad, de libertad.

Una frase que encontré escrita en uno de los baños de la zona de

emergencias de dicho hospital podría resumir algunas de las ideas que

90
pasaban por mi mente en esos momentos. Preguntas sobre la naturaleza del

ser humano, acerca de las posibilidades de la antropología o del propio

lenguaje para dar cuenta de la complejidad de los sujetos. La frase estaba

escrita era la siguiente: “Somos locos y mucho más”.

En un principio esta frase me pareció graciosa. Escrita en la pared de un

baño parecía hecha por un joven cualquiera, una frase que podría haber

encontrado en la universidad, en un autobús. Quedó grabada en mi mente,

interpelándome.

El pretendido acto trasgresor de escribir algo en una pared de un baño

puede ser signo de rebeldía juvenil pero en este caso era a la vez algo triste.

Junto a la picardía, junto al desafío que implica decir “somos locos y mucho

más”, me parece que también hay un reclamo.

En esta frase se superponen dos sentidos. Uno literal en el que se toma

la palabra “loco” como cualidad y uno en el que se invierte este sentido.

Si leemos la frase “somos locos y mucho más” literalmente, la palabra

loco aparece como una cualidad, la que para ser superada requerirá una

cualidad aún mayor: ser “mucho más”. Pero sabemos que la locura no es una

cualidad. Dentro del imaginario popular está en la base de la pirámide social.

Es un espacio de marginalidad absoluta.

Si estuviéramos en un autobús o en un colegio esta frase sería

redundante, casi una tautología. Cualquiera es más que un loco. Ésta

redundancia se ve realzada por el hecho de que la frase está escrita en la

pared de un baño, como un grafito, que siempre tiene una connotación y un

91
tono exclamativo y subversivo. Pero no hay nada de raro en ser más que un

loco. No hay nada subversivo en decir eso.

Sin embargo esta frase no está escrita ni en una universidad ni en un

autobús. Está en el urinario de la zona de emergencias de un manicomio. La

redundancia y lo obvio de “ser más que un loco” se vuelve algo dramático

cuando el enunciado se emite desde un espacio de marginalidad, desde la

“locura” misma. Esto transforma la redundancia en un reclamo. Para el mundo

de los cuerdos ser más que un loco es algo natural e indispensable. Es una

condición para ser considerado como una alteridad legítima. Sin embargo esta

legitimidad le está negada a los “locos”.

A la par del sentido literal de la frase, en ella encontramos un significado

contrario. También se puede tomar el término “más” en sentido inverso, en un

sentido peyorativo. En este sentido ser “mucho más” no significa ser mejor sino

ahondar en las características de la locura. Al ser la locura una condición

negativa, ser “más” que un loco es en realidad ser “peor” que un loco. Pero,

¿se puede ser peor que eso?

En realidad no hay manera de ir más allá de la locura no solo porque en

muchos sentidos ella es el sumum de la marginalidad. No se puede ir más allá

porque la locura marca un límite: más allá de ella todo es indeterminado. Una

vez que se cruza la frontera, la identidad se vuelve una indeterminación. No se

puede caer más bajo. Es una categoría genérica, abierta, definida solo por

oposición: oposición a la normalidad. Es un espacio vacío, es el exterior de la

comunidad.

92
Al superponer el sentido literal con el opuesto la frase adquiere una gran

fuerza. Decir “somos locos y mucho más” es pues reclamar una identidad más

allá de la indeterminación, el reclamo por ser alguien. No es casual que diga

somos y no soy. El loco es anónimo.

Es un rechazo a la no-identidad. Al decir “somos locos y mucho más” se

está denunciando una definición de la alteridad por oposición. Es una exigencia

por constituirse como un otro definido, legítimo, positivo.

Es el reclamo por una existencia como un rostro humano. Ser más que

un personaje construido por y para los sanos, un ser humano que supere

cualquier categorización y que es siempre excepcional, y por lo tanto está allí

para ser descubierto, un sujeto trascendente en el sentido propuesto por

Levinas (1987): mientras más se le conoce más complejo se vuelve, es menos

abarcable en las categorías del lenguaje.

Es un deseo de superar el anonimato y el vacío para convertirse en una

identidad excepcional que siempre es algo nuevo e inefable, y que exige lo

opuesto a la marginación: un replanteamiento constante de la relación con el

otro y de los términos con los que lo clasificamos, un ocuparse de la alteridad.

1.b Los postulados de Levinas y el problema de la alteridad

Levinas afirma que la ética y la relación con la alteridad están en la base

de la existencia. El hombre es solo en cuanto relación con el otro. Pero este

otro tiene un peso ontológico radical. No es aquello diferente a mí, sino la

excepción de lo que yo soy. Y no es que este otro sea de una manera

diferente, sino que tiene "otro modo que ser" (LEVINAS 1987): es necesaria

93
una categoría distinta a ser, no es de otro modo que yo, el otro es tan diferente

a mi que ni si quiera término “es” basta, su existencia se da de otro modo que

ser: así de radical es la alteridad. El otro es inabarcable, supera dicha

categoría.

En Levinas la excepcionalidad de la alteridad está dada por lo

indeterminado e inabarcable de la exterioridad al yo. No puedo tener certezas

definitivas sobre lo exterior a mi. Y esta exterioridad al yo es el espacio de la

trascendencia, en cuanto que en lo exterior al yo están todas las alteridades

posibles, lo indeterminado, que trasciende las categorías que yo pueda

aplicarle.

Este autor toma al sujeto dándole una categoría absoluta, en cuanto que

es exterioridad del yo, una excepcionalidad radical. No puedo definir al otro en

función a mi, como lo que es exterior a mi. No es que el otro sea diferente a mi,

sino que se da de otro modo que ser, es un extranjero radical, siempre

sorprendente. Pero siempre nos dirigimos hacia ese otro. Necesitamos hacerlo.

Es por ello que Levinas nos dice que "lo esencial de la ética es su

intencionalidad trascendente" (1987), el dirigirnos hacia un otro que trasciende

mis categorías.

La ética en Levinas parte de la imposibilidad de fusionar al yo con el

otro. El otro trasciende mi horizonte cultural y las diferencias sociales, y es

siempre sorpresa, es lo inabarcable, nunca cognoscible del todo. Este tipo de

ética pretende liberar al Otro de una definición por la diferencia, y presentarlo

mas bien como lo excepcional al yo. La excepcionalidad no está en la

diferencia cultural o social sino en la condición inabarcable de la alteridad.

94
Solo a través de la cercanía se puede experimentar la excepcionalidad

del otro, su carácter inagotable y siempre sorprendente. Categorizarlo, solo es

posible desde la lejanía ya que la cercanía siempre genera la sorpresa.

Categorizarlo es no conocerlo.

Creo que el concepto de la locura es la radicalización de la definición del

otro por defecto, definir al sujeto en función a mi, por diferencia a mi, llevándolo

al nivel de la indefinición pero no en términos de una complejización de la

esencia del ser, es decir, no es una concepción del ser humano como un ser

complejo irreductible, sino que es la deshumanización, la reducción de la

identidad a una negación, condenando la diferencia a la nada, a la inexistencia,

a la indeterminación negativa. La reducción absoluta del otro a términos

pragmáticos y relacionales.

2. Mi búsqueda musical dentro de la fusión

2.a Arte y pragmática

En los años 30 Walter Benjamin llamaba a los artistas de izquierda a

alinearse con el proletariado, y planteaba la necesidad de entender al “artista

como productor” (BENJAMIN 1978), situarlo de manera explícita en las

relaciones de poder. Exigía un compromiso que no se agotara en “el

Mecenazgo ideológico que colocaba al trabajador en la posición de otro pasivo”

en el que caían movimientos artísticos de los inicios de la unión soviética como

el proletkult. (FOSTER 2001 p. 176).

95
En la misma línea, Hal Foster analiza los movimientos artísticos de la

última mitad del siglo XX, haciendo un paralelo entre el “artista como productor”

de Benjamin con el “artista como etnógrafo” contemporáneo:

“La identificación [del artista del proletkult] con el


trabajador aliena al trabajador, confirma en lugar de
cerrar la brecha entre ambos mediante una
representación reductora, idealista o sino bastarda.
(…) Una alteración afín puede ocurrir con el artista
como etnógrafo vis-a-vis con el otro cultural” (loc.
cit p. 178)

Las críticas efectuadas a los músicos de fusión en los capítulos 2 y 3

también van en esta línea de análisis: allí comentaba que este género musical

más que tender puentes en la diferencia lo que hacía era instrumentalizar la

alteridad. Estas conclusiones me llevaron poner en práctica algunos cambios

en mi propia actividad musical.

2.b Arte y pragmática en mi producción musical

Debo empezar este acápite diciendo que desde hace muchos años soy

aficionado a la música de fusión. Detrás de este gusto por la música hay un

interés en crear espacios de encuentro con la alteridad, con personas que

provienen de espacios diversos, a través de una música que logre conjugar

diferentes tradiciones y diferentes formas de ver el mundo.

Esta búsqueda me llevó por diferentes experiencias. Formé parte de la

banda Flor de Loto desde el año 1997 como percusionista, compositor y

arreglista. Con esta agrupación se editó un disco de larga duración del mismo

nombre dentro del género de música de fusión. (FLOR DE LOTO 2004).

96
En un intento por ser consecuente con la crítica que hacía a los músicos

fusión desde la antropología, decidí abandonar la agrupación buscando superar

las contradicciones que encontraba en casos como el de Manongo Mujica,

contradicciones que yo sentía que reproducía en mi propio quehacer musical.

La idea era generar un espacio en el que la música no instrumentalizara

la alteridad, sino que fuera más bien un instrumento puesto al servicio de

grupos marginados por la sociedad. Con este objetivo llevo a cabo dos

proyectos desde el año 2003 hasta el 2005.

2.b.i La experiencia en la Casa para enfermos de Cáncer “Virgen de

Guadalupe”

El primer proyecto tuvo lugar en la casa “Virgen de Guadalupe”, espacio

administrado por la “Operación Mato Grosso”, organización que tiene a su

cargo casas de misión en las zonas de Brasil, Bolivia, Ecuador y en la Sierra

del Perú. A “Virgen de Guadalupe” llegan personas que necesitan un

tratamiento no disponible en provincias, por lo general enfermos de Cáncer,

que no tienen familiares que los puedan acoger en Lima.

El estado en el que se encuentran estas personas no les permite salir de

este lugar, solo lo hacen para recibir tratamiento médico. Si bien la mayor parte

del día no realizan ninguna actividad, la mayoría está en condiciones llevar a

cabo tareas ligeras, como hacer música.

Algunos estaban interesados en aprender un instrumento. Otros ya lo

hacían pero no querían hacerlo solos. Es así que organicé algunas clases,

junté a aquellos que manejaban algún instrumento e invité a algunos amigos

97
músicos para organizar pequeñas reuniones en las que se tocaban canciones y

se escuchaban discos.

El objetivo era darles un pasatiempo que rompiera la rutina y un espacio

creativo en el que pudieran expresar sus emociones creativamente,

compartiendo tiempo con otras personas a través de la música.

2.b.ii La experiencia en la Casa para niños de la Calle “Los delfines”

El segundo proyecto tuvo lugar en la casa para niños de la calle “Los

delfines”, del Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso

de Drogas (CEDRO). A este lugar llegan voluntariamente niños y jóvenes entre

9 y 18 años, que salen a las calles huyendo de la violencia de sus hogares.

Aquí convoqué a los niños que sabían ejecutar un instrumento con la

idea de formar una pequeña banda, tocando temas elegidos por ellos. El

objetivo era generar un espacio en el que estos niños pudieran entretenerse y

compartir sin la violencia física y verbal que predomina en sus relaciones

sociales cotidianas.

2.b.iii La Música y la Inefabilidad de la alteridad

Como mencioné líneas arriba, desarrollé estos proyectos buscando

evadir las contradicciones que encontraba en los músicos de fusión, aquellas

que Benjamin y Foster denunciaban en movimientos artísticos del siglo XX y de

la Unión Soviética en los años 30.

98
Sin embargo encontré que aún poniendo la técnica y el contenido de la

producción artística al servicio de aquel que tiene menos poder, persisten las

diferencias, los problemas de la representación, las jerarquías. Si analizamos

las relaciones entre los seres humanos desde el paradigma pragmatista ellas

siempre implicarán formas de dominación.

Pero creo que hay instancias en las que por un momento se establece

un vínculo en el que esa problemática no es lo más importante. El vínculo para

la creación musical, la alegría de la experiencia estética en conjunto, la

amistad, el compartir las dificultades de las vidas de estas personas fue una

experiencia que se movió en ese espacio.

Compartir esta experiencia con las personas de “Los Delfines” y “Virgen

de Guadalupe” generó “puntos de quiebre” en mi aproximación pragmatista a

mi quehacer musical, momentos en los que el encuentro con el otro era sobre

todo un encuentro sujetos compartiendo algo agradable, o situaciones

dramáticas, en las que la alteridad, desde mi experiencia, se convirtió en un

espacio en el que el análisis antropológico se hacía insuficiente, espacios en

los que la relación con otros seres humanos se muestra como algo inefable

desde ese lenguaje.

2.b.iv El arte más allá de un análisis pragmatista

Para entrar a estos espacios será necesario abandonar la concepción

pragmatista del sujeto y del arte. Sobre la postura de Levinas acerca de estos

temas, Schmiegden (2003) nos dice que:

99
“Las reflexiones estéticas de Platón giran alrededor
del rechazo a la imagen, porque ella dista de la
realidad absoluta y en ese sentido es una
representación deficiente.” (Mi traducción)13 (p.148
SCHMIEGDEN 2003).

En esta misma línea creo que la experiencia de los músicos de fusión no

debe ser analizada solo como la construcción de una imagen del otro, o como

la representación de determinadas tradiciones. Este tipo de análisis privilegia

los intereses y las relaciones de poder. Debe ser entendido mas bien como

espacio de encuentro de subjetividades que trascienden una pragmática, en la

línea de los postulados de Levinas y de la argumentación de músicos como

Mujica, incorporando de esta manera los “puntos de quiebre” de las relaciones

de poder. Sobre esto Schmiegden nos dice que

“(...) la obra de arte es, para Levinas, un “atrapar y


dejar ir” y un “representar y no representar”. A pesar
de la aparente paradoja de esta posición, ella no es
inconsistente con la noción de la alteridad como
materialidad y como experiencia inconmensurable.
(Mi traducción)14 (p.148 SCHMIEGDEN 2003).

Si entendemos al sujeto no como un ser reductible a la pragmática sino

más bien como algo que trasciende esas categorías, la aproximación a estos

fenómenos cambiará de manera radical. Al adoptar esta postura surge el

problema de la ausencia de un lenguaje antropológico para dar cuenta de este

tipo de experiencias. Sin embargo, como comenté en la introducción, no es el

13
“Plato´s aesthetic reflections centre around the condemnation of the image because it is at a distance of absolute
reality and in this sense a deficient representation. For Levinas an image of the other is impossible per se”. (p.148
SCHMIEGDEN 2003).
14
“(…) work of art is, for Levinas, a ´grasping as releasing´, and a ´representing as not representing´. Despite the
apparent paradox of this position, it does not in fact seem inconsistent with a sense of otherness as materiality and
excessiveness of experience” (p.148 SCHMIEGDEN 2003).

100
objetivo de esta tesis plantear ese lenguaje, sino simplemente mostrar los

problemas que implica introducir en la investigación experiencias e ideas que

ponen en cuestión las bases de la antropología pragmatista.

101
Conclusión

Implicancias de introducir la intuición de la inefabilidad de la

alteridad y de tomar en cuenta la experiencia trascendente

de los músicos de fusión en la investigación.

1. La inefabilidad de la alteridad y la experiencia trascendente son

hechos que no pueden ser reducidos a una pragmática

1.a La inefabilidad de a alteridad no es una cuestión de poder

En la introducción comenté que la idea central de este trabajo era

explicar que cuando uno introduce experiencias que contradicen el paradigma

pragmatista, como la inefabilidad de la alteridad o la experiencia trascendente,

es muy difícil llevar a cabo una investigación antropológica.

Renato Rosaldo (1991), plantea desde una postura pragmatista un

concepto similar al de la intuición de la inefabilidad de la alteridad: La

“invisibilidad cultural”. De acuerdo a este autor, cuando el antropólogo se siente

identificado con el sujeto investigado y lo considera parte de un “nosotros”, ese

objeto de estudio perderá sus “rasgos culturales”, pasará a ser “un invisible

cultural”. Será muy difícil construirlo como objeto de estudio para la

antropología, y aparentará que basta el sentido común para dar cuenta de sus

costumbres. Y si se quiere ir más allá lo natural será apelar a la psicología.

De acuerdo a Rosaldo, la inclusión del objeto de estudio en un

“nosotros” ocurre cuando este objeto tiene el mismo poder que el antropólogo

para generar un discurso en la sociedad.

102
Así, aquellos que tienen menos poder serán más fáciles de construir

como objeto de estudio, tendrán mayor “visibilidad cultural”. De esta manera,

los objetos de estudio más comunes serán los grupos marginales, mientras que

aquellos sujetos pertenecientes a los grupos mejor acomodados dentro de la

sociedad no serán estudiados por las antropología con mucha frecuencia,

serán los “invisibles culturales”.

Este concepto es similar a la intuición de la inefabilidad de la alteridad en

cuanto que en ambos casos hay una imposibilidad de dar cuenta del otro desde

la antropología.

Sin embargo creo que la imposibilidad de dar cuenta de la alteridad no

es solo una cuestión de pragmática. Esta imposibilidad puede aparecer en

“puntos de quiebre” en los que vemos al “otro” como un ser humano

insondable. Y esa experiencia está más allá de la diferencia de clase o de

cuestiones de ciudadanía. Como he mostrado en algunos ejemplos en

capítulos anteriores, la intuición de la inefabilidad apareció solamente en

aquellos casos en que el objeto de estudio estaba dentro de un grupo que yo

considerara dentro de un “nosotros”. Ese podría haber sido el caso de los

músicos de fusión, con quienes me identifiqué plenamente por una afinidad de

intereses. Sin duda su experiencia trascendente se mostró como un espacio en

el que la antropología se hizo insuficiente. También sería el caso de aquellos

amigos músicos con los que compartí la experiencia en las Casa “los delfines”

y en “Virgen de Guadalupe”.

Pero la intuición de la inefabilidad surgió también en espacios que no

obedecen a esta regla: con una amiga en el hospital psiquiátrico, con las niñas

performers de la plaza de armas del Cuzco. Más que una cuestión de poder, la

103
dificultad en dar cuenta de la alteridad está en los puntos de quiebre, en el

encuentro con el otro más allá de la relación científico-objeto de estudio, en la

experiencia de la intuición de la inefabilidad y en la decisión de no excluirla de

la investigación. Y desde mi experiencia este fenómeno se dio con más

intensidad en espacios marginales, en los que se pone en cuestión el status

quo de la sociedad y de la academia, en situaciones límite en las que hay una

profunda reflexión sobre la relación con el otro.

1.b Revisión de la crítica de la experiencia trascendente de Manongo

Mujica.

La crítica del discurso ilustrada en el capítulo 2 fue incapaz de tomar en

serio el discurso de trascendencia de Mujica. Desde mi marco teórico había

una reticencia y un rechazo epistemológico a priori a su experiencia. Una

antropología sin un análisis serio este tipo de fenómenos está destinada a caer

en la instrumentalización de los datos y de los objetos de estudio que tengan

una propuesta que se oponga a los principios de la antropología pragmatista.

1.c La dicotomía entre experiencia y producción de conocimiento y la

exclusión de la intuición de la inefabilidad de la alteridad

La antropología pragmatista establece que se puede dar cuenta del sujeto y

de la alteridad desde un análisis pragmatista. ¿Qué debe hacer entonces aquel

antropólogo que vive experiencias como la intuición de la inefabilidad de la

alteridad? Se establece la dicotomía entre experiencia y producción de

104
conocimiento, por la que se excluyen de la investigación este tipo de

experiencias.

Si bien es claro que no hay un lenguaje desde la antropología para hablar

de este tipo de fenómenos, creo que esta división no es una respuesta al

problema. Eso significaría dividir de forma artificial al ser humano, separar la

experiencia y la ciencia.

1.d Sobre la forma en que se establecen los límites de la antropología

El límite del marco teórico con el que nos acercamos al “otro” desde nuestra

disciplina no debe estar marcado ni por el placer intelectual de objetivar ni por

evitar el cuestionamiento del paradigma desde el cual nos aproximamos a los

fenómenos.

Estos no pueden ser los criterios que definen qué datos y qué experiencias

se incluyen en la investigación. Los límites deben estar marcados por el

compromiso con aquel de quien se habla, con la experiencia propia y con la

verdad.

2. Toma de postura en la producción de conocimiento

El análisis del discurso de Manongo Mujica del capítulo 2 es una

transcripción de una ponencia del V Congreso Nacional de Antropología,

realizado en el año 2005. Durante las preguntas finales de esta ponencia, el

antropólogo cuzqueño Juan Núñez del Prado intervino criticando mi

deconstrucción pragmatista del discurso de este músico. A continuación me

105
sugirió abandonar dicho paradigma y optar por la psicología de Carl Jung como

marco teórico para entender el fenómeno místico de la música andina.

Propuso que en lugar de hacer un análisis de las contradicciones en el

discurso trascendente del músico en cuestión me acercara a su experiencia

desde conceptos como el inconsciente colectivo y los arquetipos universales,

propios de la psicología jungiana.

Juan Núñez del Prado es conocido en la comunidad antropológica por

dedicarse a la investigación de la religión andina. Él practica esta religión, y no

solo eso, sino que afirma que es un alto misayoq, o gran sacerdote inca y que

recibió su formación religiosa de los pobladores de la comunidad de Q´ero,

aquellos con los que tuve la oportunidad de conversar en la plaza de armas del

Cuzco (capítulo 4).

Núñez del Prado no tiene una aproximación pragmatista al fenómeno

religioso. Se basa de manera explícita en su propia religiosidad para

aproximarse a fenómenos como la religión o el de la fusión en la música. Ese

punto de partida le brinda un lenguaje que le permite entrar en terrenos que se

podrían llamar “irracionales”, “místicos” o “trascendentes”. De allí su crítica a mi

aproximación pragmatista a la experiencia de los músicos de fusión.

Más allá de la pertinencia de los conceptos de Jung, y de las ideas de

Núñez del Prado, su intervención me pareció sumamente interesante:

denunciaba los límites de la antropología frente al problema de la subjetividad y

el fenómeno místico, desde una postura poco convencional, que se apoya no

en una pretendida objetividad sino más bien en creencias explicitadas.

106
Esto tiene un valor, ya que, como he mencionado en los capítulos

anteriores, las ciencias sociales se han apoyado en supuestos como la

objetividad del investigador y la posibilidad de dar cuenta de la alteridad desde

la pragmática, pero formulándolos como si fueran verdades objetivas, y no

como sistemas de creencias construidos dentro de una comunidad de

científicos y sometibles a un debate.

No estoy excluyendo una crítica a los contenidos de la propuesta de Núñez

del Prado. No la conozco en profundidad. Lo que me interesa es su apertura a

espacios que van más allá de la praxis y la explicitación de las creencias a

partir de las cuales se aproxima a los fenómenos de los que se ocupa.

En muchos casos el paradigma pragmatista muestra rezagos de un

objetivismo duro. Al no haber una explicitación clara de los principios,

(construidos dentro de una comunidad), de los que se parten, se cae en la

fantasía de que dicho paradigma parte de verdades objetivas, por lo que sus

presupuestos no son puestos en cuestión con facilidad, por el contrario, se

omitirán datos que contradigan dicho paradigma. Sería muy útil pensar en el

paradigma pragmatista como un sistema que parte de creencias, para así evitar

ponerlo en un plano superior a otros sistemas que se basan en creencias de

corte irracional o místico.

Así se evitaría la omisión y exclusión a priori de, por ejemplo, la intuición de

la inefabilidad de la alteridad y de la experiencia trascendente. Esta omisión

puede llevar como he mostrado en la serie de fotos “Roots sin raíces” hasta

extremos como la burla y la soberbia. Explicitar los principios de los que se

parte y someterlos a discusión implica pues una apertura al diálogo.

107
3. Epistemologías Híbridas y los “Intelectuales entre comillas”

Como antropólogo y músico encuentro similitudes entre la antropología y

la producción artística de la música de fusión en cuanto que ambas disciplinas

se ocupan del tema de la alteridad y sus problemas.

El arte tiene una tradición y un debate en el que el mundo de la

subjetividad y la emisión de un discurso se han relacionado de manera menos

problemática que en las ciencias humanas.

Debido a la exigencia de objetividad, disciplinas como la antropología han

tenido serios problemas para incluir el ámbito de la experiencia.

En el caso de los músicos de fusión hay una propuesta acerca de la

cuestión de la alteridad partiendo precisamente del ámbito de la experiencia,

pero entrando a un terreno propio de la ciencia social. La fusión es un campo

híbrido de producción de conocimiento, que no parte de un método científico,

sino de otras formas generar de discurso, propias del arte, y tan válidas como

las de la antropología.

Al igual que estos músicos, que hacen una especie de antropología musical,

personas como Núñez del Prado está en un espacio híbrido de producción de

conocimiento: hace una especie de Antropología Religiosa.

Recuerdo cómo tras la polémica intervención de Núñez del Prado

comentada líneas arriba, una antropóloga amiga hizo un comentario: “esos son

los “intelectuales” pues”, haciendo comillas con los dedos, en un tono

sarcástico y peyorativo.

108
Ese fue un claro ejemplo de cómo los antropólogos nos sentimos

amenazados por aproximaciones que parten de principios no pragmatistas,

como las antropologías religiosas o artes antropológicas, epistemologías

híbridas que invaden nuestros predios y que ponen en riesgo nuestra posición

como productores de conocimiento.

Es necesario entrar al debate sin el prejuicio que nos lleva a descartar las

opiniones de intelectuales que no se guían por el modelo racional o de la

pragmática, sino que proponen otras formas de aproximarse a los temas que

clásicamente han sido abordados por las ciencias sociales.

Quiero insistir en que no estoy planteando la imposibilidad de una crítica a

estas formas de conocimiento. Lo que he querido mostrar es la necesidad de

revisar los principios de los que parte la antropología pragmatista, y de un

diálogo y apertura para enriquecer la disciplina. Para ellos es necesario

explicitar los prejuicios y estar dispuesto a criticarlos.

Así como estos agentes culturales híbridos entran a los predios de las

ciencias sociales, la antropología podría experimentar con lenguajes que

siempre le han sido ajenos, haciendo su ingreso a otros espacios.

4. La academia y la defensa del paradigma pragmatista

“Perform or else” es el título de un texto escrito por Jon Mckenzie (2001),

en el que plantea la idea de la performance como condición ontológica, la

identidad como una puesta en escena, la reducción del ser humano a juegos

de representación.

109
El título “Perform or else” es bastante sugerente. Alude a que, por un

lado, no hay escapatoria a la performance, es pues una condición. Pero

también se refiere a una exigencia de eficiencia en el contexto histórico social

actual. Todos estamos compelidos a “performar” de manera competente.

No hay una traducción literal del inglés para esta frase. “Perform or else”

sería algo así como “Performar o [ser] lo que sea” o el imperativo “Performa o

[serás] lo que sea”. Hay un mandato, el de performar, es decir, actuar dentro de

la sociedad con eficiencia respecto a los fines que se buscan, pensar la

identidad de los demás y la propia en esos términos. Se lleva todo lo que no

sea “performativo” a una categoría ontológica menor, a la indefinición, a la

nada. Con esto Mckenzie quiere plantear el nuevo paradigma de las relaciones

sociales en el mundo contemporáneo: praxis y efectividad.

Un compañero de antropología me sugirió una traducción para “Perform

or else”, con un poco de humor, y en tono imperativo, como si realmente fuera

un mandato dirigido a mi: “¡Performa o muere!”.

El humor de la frase y el hecho de que viniera de un compañero de la

facultad, me hizo dar una lectura más a esta frase. Como en todo espacio

social, siguiendo a Mckenzie, el mandato de efectividad de la performance está

presente también en la comunidad académica de las ciencias sociales.

Pero en esta comunidad el mandato tiene un nivel más. No solo

debemos performar nuestra identidad de manera competente en los diferentes

espacios de la sociedad. Para el científico social este mandato significa la

obligación de entender y analizar a la sociedad y al sujeto desde la

performance y la pragmática.

110
El mandato “performa o muere”, el paradigma de la eficacia que rige las

relaciones sociales en el contexto actual, también es construido y defendido

desde nuestra disciplina. Somos los guardianes de ese mandato. Al enfocar los

estudios sociales únicamente desde las relaciones de poder, las ciencias

sociales proporcionan argumentos sólidos a una sociedad que se entiende a si

misma de esa manera, a una ontología que concibe al hombre como un ser

que debe ser efectivo en su performance.

4.a La inclusión de la intuición de la inefabilidad de la alteridad y la

experiencia trascendente de los músicos de fusión en la investigación

como desafío al mandato de eficacia

Cuando terminé mi trabajo de campo con los músicos de fusión sentí

que las preguntas sobre temas más allá de la pragmática eran las más

importantes, pero también sentí que no había lugar para ese tipo de preguntas

en una tesis de licenciatura de ciencias sociales. Hay una frase que aún está

en mi mente: “La tesis de licenciatura es un rito de pasaje que debe cumplir con

los requisitos de una etnografía clásica”.

Conocí a un alumno egresado que llevó a cabo una tesis en la que

introducía el tema de la subjetividad. Me dijo: “El peor error que cometí fue

involucrar mis sentimientos en la tesis”. Otro profesor comentó que le

sorprendía que el tema de la trascendencia fuera tocado desde la antropología,

y sugirió que ese tema era feudo de la teología.

Una compañera me advirtió, un tanto preocupada, que al abordar esos

temas corría el riesgo de herir susceptibilidades del jurado y por lo tanto abría

111
la posibilidad de reprobar la tesis. Todas estas frases y situaciones se repiten

en mi mente.

Al elegir cuestionar el paradigma pragmatista en la tesis pusieron en

evidencia los diferentes espacios de control social al interior de mi comunidad.

“Performa” o muere. Praxis o nada.

Preguntar por la trascendencia o por la inefabilidad de la alteridad es ir

contra una ciencia social que sustente el mandato de la eficacia de la

performance, es plantear la necesidad de una forma distinta de pensar la

sociedad. Es desafiar una serie de instancias sociales que nos obligan a

mantener la vigencia del paradigma pragmático y de una ontología pragmatista

del ser humano.

5. Necesidad de explicitar los prejuicios

Es necesario volver a los presupuestos de la antropología pragmatista y

tomar conciencia de sus límites. Autores como Michael Taussig nos hablan de

una academia que ha adoptado el pragmatismo como punto de partida y de

llegada de forma acrítica:

“Cuando con gran entusiasmo se afirmó, en la


historia reciente de nuestra academia, que la raza o
el género o la nación… eran todas construcciones
sociales, invenciones y representaciones, una
ventana se abrió, una invitación a empezar un
proyecto de análisis crítico y de reconstrucción
cultural. Y uno siente aún su poder, a pesar de que
lo que no era más que una invitación, se ha
convertido, de forma generalizada, en una
conclusión.” (Mi traducción)15 (TAUSSIG 1993 p.
16).
15
“When it was enthusiastically pointed out within memory of our present academy, that race or gender or nation...
were so many social constructions, inventions and representations, a window was opened, an invitation to begin the

112
A partir de la explicitación de los presupuestos de la pragmática

podemos dialogar con otras formas de conocimiento más allá de ella. No es

una cuestión de destruir una antropología pragmatista sino someter a crítica

sus fundamentos, y aceptarlos como creencias tan válidas como los

fundamentos de otras aproximaciones a la cuestión de la alteridad,

aproximaciones igual de ricas e interesantes.

La exploración de otros lenguajes y la introducción de la experiencia en

el quehacer antropológico tiene en la antropología peruana un referente muy

importante: el caso de José María Arguedas. Este autor encontró en la

literatura un espacio para dialogar con diferentes formas de aproximación a la

experiencia de la fragmentación y la complejidad de la identidad. Para entender

la obra de Arguedas es necesario ver su labor literaria y antropológica como

una totalidad. Así podemos entender el diálogo constante entre ambas

disciplinas, teniendo como hilo conductor su experiencia de vida y un

compromiso radical con su obra. En Arguedas no hay una división definitiva

entre investigador y ser humano, entre ciencia social y obra de arte. (PINILLA

2004). En este sentido es necesario retomar la importancia de su trabajo en el

desarrollo de un lenguaje antropológico.

6. Experiencia, ciencia y coherencia

critical project of analysis and cultural reconstruction was offered. And one still feels its power even though what was
nothing more than an invitation, a preamble to investigation has, by and large, been converted into a conclusion.”
(TAUSSIG 1993 p. 16)

113
¿Por qué negar la creencia en el ser humano como inabarcable, o en la

experiencia trascendente? ¿Por qué sacar estos problemas del debate

antropológico? No hay razón para hacerlo. Con esta tesis he querido explicitar

estas creencias, y así someter a crítica y diálogo los principios de los que parte

la antropología pragmatista.

Gadamer en su texto Verdad y Método (1977) nos advierte que las

ciencias sociales han privilegiado el método por encima de la verdad,

eliminando cualquier reflexión que ponga en cuestión dicho método,

suprimiendo el mundo la importancia del mundo de la vida y de la experiencia

como fuente construcción de conocimiento y como espacio en el que el

método muestra sus falencias. Así nos dice que

“(…) La teoría de la ciencia, por amor de la


racionalidad, se entrega a un completo
irracionalismo y considera ilegítima la tematización
de los puntos de vista de la práctica del
conocimiento por la reflexión filosófica, más aún, a la
filosofía que lo hace, llega incluso a echarle en cara
que con sus afirmaciones se está inmunizando
contra la experiencia. No parece darse cuenta de
que ella misma está alentando una inmunización
mucho más cargada de consecuencias contra la
experiencia, por ejemplo, contra la del sano sentido
común y en general contra la experiencia de la vida.”
(GADAMER 1977 p. 645)

Como comenté en la introducción, enfrentarme a los límites del método

pragmatista en la antropología me llevó una gran frustración. Esta tesis ha sido

un intento de convertir esa frustración en producción de conocimiento, intentar

ir más allá de los límites del método, hablar de los problemas de la antropología

114
desde la propia disciplina, intentando abrir una puerta para nuevos lenguajes

que afronten estos límites.

Pero sobre todo es una propuesta: pensar las ciencias sociales como un

espacio en el que la escisión entre la experiencia y la producción de

conocimiento, entre vida y ciencia debe ser abandonada. No ver más a la

antropología como la fidelidad a un método determinado, sino más bien como

una búsqueda personal, la que nos convoca a comprender al ser humano, con

toda la creatividad y compromiso que ello implica. Es pues una llamada a la

coherencia de vida, al diálogo y a la tolerancia.

115
Bibliografía

ALLEN, Robert.

The development of Durkheim´s social realism. Cambridge university

press. Cambridge 1999.

APPADURAI, Arjun

Modernity at large: Cultural Dimensions of globalization University of

Minnesota Press. Minneapolis 1998

APPADURAI, Arjun y Carol BRECKENRIDGE

Public Modernity in India. En: Carol Breckenridge (Ed.). Consuming

Modernity. Public Culture in a South Asian World. University of

Minnesota Press. Minneapolis 1995

BENJAMIN, Walter

Reflexions Harcourt Brace Jovanovich. Nueva York. 1978

BEHAR, Ruth

Translated Woman: Crossing the Border with Esperanza´s story Beacon

Press. Boston 1993

BERZANO, Luigi

New Age Acento Editorial. Madrid 2001

116
BOURDIEU, Pierre

La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Taurus, Madrid 1961

CANEPA, Gisela
Introducción: Formas de cultura expresiva y la etnografía de "lo local".
En: Identidades representadas. Performance, experiencia y memoria en
los andes. Gisela Canepa (ed.) Pontificia Universidad católica del Perú.
Lima 2001.

CLIFFORD, James

Sobre la alegoría etnográfica. En: Retóricas de la antropología. James

Clifford. Jucar Universidad Madrid 1991.

CAVELL, Stanley

The claim of Reason Oxford University Press. New York 1999

CRAIN, Mary
Negotiating identities in Quito´s cultural borderlands: Native women´s
performances for the Ecuadorean tourist Market. En: Cross-cultural
consumption. David Howes (Ed.) Routledge London 2000.

De CHARDIN, Teilhard

El fenómeno Humano Taurus. Madrid 1982

DEGREGORI, Carlos

No hay país más diverso. Compendio de antropología peruana. Instituto

de estudios Peruanos. Lima 2000.

117
DILTHEY, Wilhelm

Mundo histórico F.C.E. México, 1963

DURKHEIM, Emile

Las Formas elementales de la vida religiosa. Schapire, Buenos Aires

1968

DOUGLAS, Mary

Pureza y Peligro. Una análisis de los conceptos de contaminación y

Tabú. Siglo veintiuno, Mexico 1973.

The World of Goods: Towards an anthropology of consumption.

Routledge. Londres 1996

FLORES, Jorge

Q' ero el último ayllu inka : homenaje a Oscar Núñez del Prado Castro.

Centro de Estudios Andinos Cuzco. 1988

FOSTER, Hal

El retorno de lo real Akal. Madrid 2001

FOUCALT, Michel

Vigilar y castigar. Nacimiento de la Prisión. Siglo XXI. Méjico 1976

118
FRASER, Nancy

Iustitia Interrupta. Reflexiones críticas desde la posición "postsocialista".

Universidad de los Andes. Quito 1997

FUENZALIDA, Fernando

Tierra Baldía. La crisis del consenso secular y el milenarismo en la

sociedad posmoderna Australis. Lima 1995

GADAMER, Hans-Georg

Verdad y método. Fundamentos de una hermenéutica filosófica.

Sígueme. Salamanca 1977

GARCÍA CANCLINI, Nestor

Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la

globalización. Grijalbo, Mexico 1995.

Transformig Modernity: Popular culture in Mexico. University of Texas

Press. Austin. 1993

GANDHI, Leela

Postcolonial Theory: a critical Introduction Allen. St. Leonard 1998

GOFFMAN, Ervin

La presentación de la persona en la vida cotidiana. Amorrortu. Buenos

Aires 1981

119
HEBDIGE, Dick

Subculture. The meaning of Style. Routledge. Londres 2003

HUSSERL, Edmund

La crisis de las ciencias Europeas y la fenomenología trascendental. Una

introducción a la filosofía fenomenológica. Crítica. Barcelona 1991.

KEYES, Charles

Weber and Anthropology En: Annual Review of Anthropology N° 31.

2002

KUNDERA, Milan

The unbearable lightness of being Harper Perennial Classics. Nueva

York 1999.

LEVINAS, Emmanuel.

De otro modo que ser o más allá de la esencia. Sígueme. Salamanca

1987

LIMÓN, José

Dancing with the devil: Society and cultural poetics in Mexican-American

South Texas. University of Wisconsin Press. Madison 1994

LUKES, Steven

120
Emile Durkheim. His life and work. A historical and critical study. Penguin

books. London 1975

LLORÉNS, José.

El sitio de los indígenas en el siglo XXI: tensiones transculturales de la

globalización. En: Cultura y globalización. Carlos Iván Degregori y

Gonzalo Portocarrero ed. Fondo editorial PUCP 2001

MALKKI, Liisa

"News and culture: Transitory phenomena and the fieldwork tradition" En:

Anthropological locations. Gupta, Akhil, James Ferguson (ed) University

of California Press, California 1997.

MARCUS, George

Ethnography through thick and thin. Princeton University. New Jersey

1998

McKENZIE, Jon
Perform or else. From Discipline to Performance. Routledge. New York
2001

MIGNOLO, Walter

La colonialidad a lo largo y ancho. En: La colonialidad del saber:

Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Perspectivas Latinoamericanas.

Edgardo Lander. (comp.). CLAXO, UNESCO. 1993

121
MONDOLFO, Rodolfo

El pensamiento antiguo. Losada. Buenos Aires 1942

MONTEAGUDO, Cecilia

“La subjetividad en las ciencias humanas” En: Cuadernos de

Investigación N° 137. Instituto Riva-Agüero. Lima 1994

"Mundo de la Vida" y subjetividad. En "Las clases Medias: Entre la

pretensión y la incertidumbre" Gonzalo Portocarrero Ed. SUR. Lima

1999a

Apuntes sobre lo "pre-reflexivo" y la distinción entre opinión (doxa) y

ciencia (episteme). En: Boletín del Instituto Riva Agüero N° 26. Pontificia

universidad Católica del Perú. Lima 1999 b

"La tarea moral y filosófica de las ciencias del espíritu en el diálogo de la

fenomenología y la hermenéutica" Conferencia presentada en el

congreso Fenomenología: temas y direcciones realizado en Santiago de

Chile. Sin Publicar. 2004

Aproximaciones a la crítica fenomenológica y hermenéutica de las

ciencia. Seminario de epistemología Posturas críticas al conocimiento

científico. Sin Publicar. 2005

NUGENT, Guillermo.

Las perspectivas del mundo de la vida en las ciencias sociales En:

Debates en Sociología. N° 16 Seteiembre 1991

OLAZO, Jorge

122
Mixtura. Jazz con sabor peruano. Cocodrilo Verde. Lima 2003

PINILLA, Carmen María

Arguedas y el Perú de hoy SUR. Lima 2004

POOLE, Deborah

Vision, Race and Modernity. A visual economy of the Andean image

world. Princeton University Press. Princeton 1997

POOLE, Deborah y Gerardo RÉNIQUE

The new Chronichers of Peru: U.S Scholars and their Shining Path of

Peasant Rebellion En: Bulletin of Latinamerican Research N° 10. Nueva

York 1991.

PUTNAM, Hillary

El Pragmatismo: un debate abierto. Gedisa. Barcelona 1999

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA

Diccionario de la lengua española. Espasa. Madrid 2002

ROSALDO, Renato.

Cultura y verdad: nueva propuesta de análisis social. Grijalbo Méjico

1991

ROMERO, Raúl

123
La Música Tradicional y popular. En: La Música en el Perú. Patronato
Popular y porvenir pro Música clásica. Lima 1985.
Música, danzas y máscaras en el Perú. Pontificia Universidad Católica
del Perú. Lima 1993.

ROZAS, Efraín

Los indios en su sitio: Música étnica en las clases altas de Lima En:

Anthropía. Revista de antropología y otras cosas. N°2, Año 2. Lima 2003

Disfrazarse de uno mismo: nuevos escenarios para antropólogos y

nativos. Instituto Hemisférico de Performance y política. hemi.nyu.edu

2004

SAID, Edward

Orientalismo Libertarias. Madrid 1990

SCHMIEGDEN, Peter

Art and Idolatry: Aesthetics and alterity in Levinas En: Contretemps. Julio

2003.

STARN, Orin

Missing the revolution: Anthropologists and War in Peru. En: Cultural

Anthropology 6. 1991

TAUSSIG, Michael

Mimesis and alterity. A particular history of the senses. Routledge

Londres 1993

124
TURNER, Victor

The ritual Process. Lowe and Brydon, Londres 1969

Anthropology of performance PAJ, Nueva York 1986

Anthropology of experience University of Ilinois. Urbana-Champaign

1986

URSÚA , Nicanor

Filosofía crítica de las ciencias humanas y sociales Coyoacán, Mejico

D.F 2004

VICH, Victor

El discurso de la calle: Los cómicos ambulantes y las tensiones de la

modernidad en el Perú. Red de desarrollo para las ciencias sociales.

Lima 2001

WACQUANT, Loïc

Durkheim and Bourdieu: the common plinth and its tracks En: Reading

Bourdieu on society and culture. Bridget Fowler (ed.) Blackwell. Oxford

2000

WITTGENSTEIN, Ludwig

Investigaciones filosóficas Universidad nacional autónoma de México.

México D.F 1988.

125
Discografía

BUENA VISTA SOCIAL CLUB

Buena vista social club Nonesuch. Nuevayork 1997

FLOR DE LOTO

Flor de Loto Mylodon Records. Lima, Santiago de Chile 2004.

MUJICA, Manongo

Paisajes Sonoros. Independiente. Lima 1983

PERUJAZZ

PERUJAZZ. Independiente. Lima 1986

126

Вам также может понравиться