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SU MATRIMONIO---¡USTED

PUEDE MEJORARLO!
e-mail:olcesemario@latinmail.com

¿Por qué existen hogares destruidos?¿Por qué los hijos


crecen rebeldes y desobedientes a la autoridad paternal? ¿Por qué
hay tantos jóvenes drogadictos, y jovencitas encinta? ¿Por qué el
aumento de la tasa de divorcios? ¿Por qué tanto abuso infantil?
¿Por qué tantas mujeres golpeadas? Estas preguntas pueden ser
respondidas, de alguna manera, por los psicólogos y psiquiatras;
pero ellos mismos ignoran la verdadera razón y la verdadera
solución de este problema que está destruyendo a la sociedad
humana.

DIOS PADRE ES UN MARIDO FIEL:

Aunque usted se sorprenda, Dios es un Dios de familia. Él


mismo tiene sus hijos, y llama a Su pueblo Israel como: “Su
esposa”, con la cual Él tiene un compromiso. En Jeremías 3:14
leemos: “Convertios, hijos rebeldes, dice Jehová, porque
YO SOY VUESTRO ESPOSO...”. Es decir, Israel como una
nación, es elegida por Dios para que sea “Su esposa”. Esto
significa que Dios tiene obligaciones (un pacto) para con ella, y
viceversa. La lealtad de ambas partes es el requisito número uno
del éxito, la felicidad, y la prosperidad. Y en Jeremías 31:32
leemos que Israel, su nación elegida para ser “SU esposa”, se
convierte en infiel. Dice el texto: “,,,porque ellos invalidaron
mi pacto, aunque fui MARIDO PARA ELLOS, dice
Jehová.” Dios, sin duda, dio siempre un ejemplo de lealtad a su
pacto como MARIDO de la nación israelita. No obstante, Israel le
falló siendo infiel y yendo tras otros dioses (o “amantes”). En
Jeremías 3:13,14 leemos sobre esto mismo, así: “Reconoce,
pues, tu maldad, porque contra Jehová tu Dios has

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prevaricado, y fornicaste con los extraños debajo de
todo árbol frondoso, y no oíste mi voz, dice Jehová.
Convertios, hijos rebeldes, porque yo soy vuestro
esposo...”. Vemos, pues, que Dios es un esposo que está
dispuesto a perdonar a su esposa adúltera, si ésta de veras se
arrepiente de su desliz.

JESÚS, EL HIJO: TAMBIÉN ESTARÁ CASADO:

Jesús sigue el ejemplo de Su Padre, y como era de esperarse,


él también es un potencial esposo fiel. Su futura esposa es su
iglesia ---la Iglesia de Jesucristo! A ella Jesús le exige lealtad
desde el noviazgo, y le pide que se mantenga pura y virgen hasta
su casamiento con él. Veamos lo que la Biblia nos dice de Jesús y
su iglesia: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria;
porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se
ha preparado”.(Apocalipsis 19:7). Aquí el Cordero (Jesucristo)
se va a casar con su pareja (su novia, su iglesia) cuando regrese
del cielo por segunda vez. Esta verdad se ve reflejada en la
Parábola de las Diez Vírgenes que salen a recibir al esposo que
vuelve (Mateo 25:1-13). Sin duda, Jesús es el esposo, y las
vírgenes, como un conjunto o unidad, es su iglesia. Por cierto que
una de las características de Jesús es su fidelidad a sus
compromisos, por eso se le llama: “FIEL Y VERDADERO” en
Apocalipsis 19:11,12.

ADÁN Y EVA: EL PRIMER MATRIMONIO HUMANO:

Dios es el fundador del matrimonio, él hizo a una pareja de


humanos para que vivieran juntos y procrearan hijos. Dios no
hizo un harem de mujeres bellas para que Adán tuviera muchos
hogares. No! Dios decidió que la mejor manera de formar y
educar a los hijos es dentro de un matrimonio monógamo. El
machismo es una invención humana que viola los preceptos de
Dios. Los “machos” quieren tener muchas mujeres, pero Dios no

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quiere “machos” sino VARONES que sepan ser fieles y leales a sus
esposas, a pesar de las tentaciones o deseos que pudieran tener
por otras mujeres. El varón sabe ser leal o fiel a su pacto con su
esposa, y sabrá seguir el ejemplo del “Dios-Marido” que le es
siempre fiel a su “nación-esposa”, a pesar de que ésta le fue infiel
y dura de corazón.

Sin duda Dios es un marido o esposo de una sola


compañera, su pueblo elegido. También lo es Cristo con su
iglesia; y ahora, nosotros, debemos hacer lo propio con
nuestro(a) esposo(a). El tener otra compromiso fuera del cónyuge
es adulterio, y como sabemos, el adulterio es una corrupción para
Dios (Proverbios 6:32), y seremos juzgados por ello en el día del
juicio final (Hebreos 13:4).

“LA LIBERACIÓN FEMENINA” NO ES DE DIOS:

Lo que muchas parejas olvidan es que el hombre fue creado


primero que la mujer. Esto, sin duda, es importante y muy
significativo, pues Dios no creó a Adán y a Eva juntos, en el
mismo instante. Evidentemente el hombre fue primero que la
mujer, el primogénito de las criaturas humanas de Dios. Esta
primogenitura le da al hombre cierta preeminencia sobre la
mujer, así como Cristo es también el “primogénito” entre muchos
hermanos de la fe. Sí, Cristo es el primogénito de Dios y de los
creyentes, y en consecuencia él tiene la PREEMINENCIA
(Romanos 8:29, Colosenses 1:15-18). Esto significa que Cristo es
CABEZA de los hermanos (La Iglesia) y él tiene el primer puesto y
la autoridad máxima, después de Dios. La Iglesia es el CUERPO
DE LA CABEZA, y está sujeta a ella. La CABEZA ordena, piensa, y
dirige al cuerpo, no al revés.

Ahora bien: Pablo dice en Efesios 5:23 lo siguiente:


“Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo
es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su

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salvador”. Nótese la analogía. Cristo es cabeza de su iglesia, así
como lo es el hombre de su mujer. Ambos, el hombre, y Cristo,
son “primogénitos” o fueron primeros en su categoría. El hombre
fue creado primero que la mujer, y Cristo es primero o antes que
todos los Hijos de Dios. Pues bien, a ningún verdadero creyente se
le ocurriría ponerse al mismo nivel de Cristo o pretender tener su
misma autoridad. Esto sería una rebeldía a la misma autoridad de
Dios. Y aunque muchas mujeres saben someterse a Cristo como
cabeza de la iglesia, no hacen lo propio con su cabezas
humanas---¡sus esposos! Esto es increíble!

Es el deber de la esposa someterse obedientemente a la


autoridad del marido, siempre y cuando éste no denigre su
dignidad de mujer. Recordemos que La Biblia manda a que el
hombre ame y respete a su mujer, y le dé su lugar de honor dentro
del hogar. El marido debe ser respetuoso, y ganarse el afecto de su
mujer con su buen trato y consideración (Tito 2:4; 1 Pedro 3:7).

También es triste ver cómo algunas esposas tratan a sus


maridos como si fueran unos esclavos, o mayordomos, delante y
detrás de terceras personas. Los hijos crecen teniendo un triste
ejemplo de lo que debe ser un matrimonio ideal y cristiano. Por
eso, Dios manda a las mujeres a someterse fielmente a sus
esposos, y no pretender dominarlos o controlarlos como si fueran
sus sirvientes. Esto es una abominación ante Dios y lo ofende.
Pero Dios también le ha puesto al hombre una cabeza---el Señor
Jesucristo. Aún el Señor Jesucristo tiene su cabeza---Su Padre. Él
admitió que Su Padre es MAYOR que él, y que debía primero
hacerse Su voluntad antes que la suya (Leer Lucas 22:42). ¿Está
usted, como esposa, dispuesta ha hacer la voluntad del marido
antes que la suya? ¡Jesús lo estuvo! ¿Por qué no usted? Muchas
mujeres se imponen al marido tercamente, y sin razón, para salir
con su voluntad, la mayoría de las veces. Yo conocí un marido que
le decía a su esposa que no dejara salir a los hijos a la calle solos,
porque era peligroso. Pero cuando el esposo salía, ella

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desobedecía la orden, hasta que un día un auto mató a su
primogénito y destruyó la paz y la felicidad del hogar. Él siempre
culpó a su esposa por lo ocurrido y vivía amargado con ella. Si ella
hubiera acatado la orden del esposo, todo hubiera sido diferente
para ellos.

LOS HOMBRES: DEBEN SER IMAGEN Y SEMEJANZA


DE DIOS:

Sin duda los hogares destruidos, los hombres divorciados,


los “maridos aventureros”, las mujeres “liberales”, los hijos
rebeldes, las madres y padres solteros, los “amantes”, ¡NO
REFLEJAN LA MISMA IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS! Sólo
aquellos que imitan el buen ejemplo de la Deidad, y de Su Hijo
Jesús, son verdaderamente “imagen y semejanza” de Dios. No fue
el propósito de Dios que la familia humana se desintegrara, ni le
place al Creador contemplar cada día cómo se rompen los
compromisos maritales. Seremos hechos a la imagen y semejanza
de Dios en tanto y en cuanto reflejemos Su carácter sublime y
perfecto de fidelidad y rectitud.

DIOS ODIA LOS DIVORCIOS:

Sin duda los divorcios están a la orden del día. Desde que las
parejas se casan, albergan la posibilidad de divorciarse si no se
llevaran bien. Es así que por razones ridículas las parejas toman
la decisión radical de divorciarse, sin hacer el más mínimo
esfuerzo de llevar adelante su pacto matrimonial.
Antiguamente---dijo Jesús---por la dureza de los corazones, los
hombres repudiaban y abandonaban a su parejas para irse con
otros “compromisos”. Pero Jesús no quiere que entre los
cristianos sea así. Sólo Jesús admitió una sola causal para el
divorcio---la fornicación!. Ninguna otra causal era válida (Mateo
5:32). Aún hay otros cristianos que no admiten ninguna razón
para el divorcio, pues lo que Dios ha unido, sostienen, no lo puede

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separar el hombre. En todo caso, parece que Cristo reconoce sólo
UNA razón para el divorcio, y esa es la infidelidad conyugal. No
obstante, hay parejas que se divorcian por falta de salud, dinero,
incomprensión, “diferencia de caracteres”, “diferencia de
costumbres”, “celos infundados”, “rencores” y cosas como estas;
las cuales no son causales de divorcio, según las normas bíblicas,
y según Cristo.

Además, sería bueno recordar lo dicho por Dios en


Malaquías 2:15-16: “...Guardaos, pues, en vuestro espíritu,
y no seáis desleales para con la mujer de vuestra
juventud. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él
aborrece el repudio...y (por tanto) no seáis desleales”.
Definitivamente Dios odia el divorcio (= repudio), y más, si es por
motivos banal. Sí, Muchos hombres están ofendiendo a Dios
repudiando a sus esposas de su juventud. Ellos darán cuenta a
Dios por esta mala acción (2 Corintos 5:10).

EL DESAMOR: EL CÁNCER DEL MATRIMONIO:

El problema de los matrimonios en crisis es la falta de un


verdadero amor de Dios. El amor verdadero está definido en la
Biblia. Está en 1 Corintios 13:4-7, y dice así: “El amor es saber
soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser
presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no
enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las
injusticias, sino de la verdad. Tener amor es sufrirlo
todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo.”

Esta definición del amor de Dios es muy diferente a lo que


muchos creen que es el amor. Algunos creen que el amor es una
atracción física, otros creen que es vivir apasionadamente, otros
creen que es el sexo, etc. Pero están errados. El amor está
relacionado con el sentimiento, o con el corazón. Aquí Pablo dice
que el amor es saber soportar las fallas de nuestro prójimo, es no

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tener malos deseos, ni un corazón altanero; es tener un corazón
noble, confianza, paciencia, perdón; no guardar odios ni
rencores; no alegrarse de las injusticias, y soportarlo y creerlo
todo. Nótese que para nada se habla del sexo, o de la belleza
exterior, o de la cosas materiales. El amor está relacionado con lo
espiritual, y a los sentimientos nobles y positivos.

Cuando en una pareja hay celos, desconfianzas, dudas,


rencores por las ofensas, orgullo, agresión física o psicológica,
humillaciones, comparaciones, quejas, indiferencias,
intolerancias, y cosas como éstas, es porque no hay un genuino
amor de Dios en la pareja en crisis. Realmente semejantes parejas
deben reencontrarse con la verdadera dimensión del amor de
Dios. En un principio, Dios demostró su amor para con nosotros
DANDO a su Hijo para nuestra redención (Romanos 5:8). En
Juan 3:16 Jesús dice: “Pues Dios amó tanto al mundo, que
dio a su único Hijo, para que todo aquel que cree en él
no muera, sino que tenga vida eterna”. Aquí hay un claro
ejemplo del amor divino que se traduce en el DAR. Nótese que
por el inmenso amor que Dios tenía por el hombre, decidió DAR
lo mejor de Sí, a Su Hijo Amado. Aún Cristo mostró ese mismo
espíritu de DAR del Padre, cuando dijo: “Yo soy el pan vivo
que descendió del cielo...y el pan que YO OS DARÉ ES
MI CARNE, la cual YO DARÉ POR LA VIDA DEL
MUNDO”(Juan 6;51). Algunos creen que el amor es recibir y
recibir, y recibir; y no están dispuestos a dar. Dar implica
desprendimiento. Dios se desprendió de Su Hijo amadísimo para
salvarnos. Este es un ejemplo supremo de lo que nosotros
debemos hacer a quienes amamos de verdad. Si amamos a
nuestra esposa, debemos darle cariño, atención, satisfacción,
respeto, compañerismo, protección, seguridad, apoyo, tiempo,
etc. Igualmente debemos hacer lo propio con nuestros hijos. Si no
hacemos esto, y no estamos dispuestos a DAR todo de nosotros,
es porque no amamos como Dios quiere que amemos.
Sencillamente no sabemos amar. A los niños se les enseña a amar

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con el ejemplo, y Dios nos enseña a amar con Su ejemplo
también. Muchos aún no entienden que la clave del éxito del
matrimonio está en el DAR más que en el RECIBIR. Si el esposo
da lo mejor de sí a su esposa, y viceversa, el matrimonio no
fracasaría. Además, Dios siempre estuvo dispuesto a perdonar a
los que le ofendieron. Nosotros igualmente debemos estar listos a
perdonar a los que nos ofenden y no guardar rencor. Dios no ha
devuelto mal por mal a los que pecan, sino que es paciente para
con todos, y espera el arrepentimiento. Igualmente nosotros, si
amamos, no devolveremos mal por mal a nadie, sino todo lo
contrario; haremos el bien siempre, sin esperar siempre recibir
(Romanos 12:17,18).

RETOMANDO EL CAMINO PERDIDO:

¿Qué pueden hacer los matrimonios en crisis? ¡Volver a Dios


y a Sus leyes que rigen a los hombres! Es también necesario una
conversión (arrepentimiento por lo que se hizo mal), para
eliminar el complejo de culpa, y alcanzar la paz con Dios y con el
cónyuge. Uno comenzará a pedirle perdón Dios (Isaías 1:16-20) y
a su cónyuge, y luego optará por ser una “nueva criatura” en
Cristo (Juan 3:3-5). La Palabra de Dios, registrada en la Santa
Biblia, le enseñará al nuevo creyente quién es Dios y quién es Su
Hijo, y lo que se requiere hacer para ganar la salvación. Jesús
dijo: “Yo soy la vid, ustedes son las ramas. El que
permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto;
pues SIN MÍ NO PUEDEN USTEDES HACER NADA”
(Juan 15:5). Aquí está la fórmula del éxito en todo, incluyendo el
matrimonio. Jesús es la respuesta a los problemas de las familias
que se desmoronan. Sus instrucciones nos darán la solución a los
problemas maritales.

LA NECESIDAD DEL ESPIRITU DE DIOS:

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Cuando Dios y Su Hijo se convierten en el centro de los
hogares, y los miembros se rigen por las reglas divinas, ellos
tendrán un nuevo sentido y un horizonte maravilloso para sus
vidas. El Espíritu de Dios, por primera vez, fluirá libremente por
cada uno de sus miembros, si es que de veras se entregaron al
Señor, y se bautizaron para el perdón de sus pecados. El Espíritu
Santo es un regalo de Dios para los convertidos, para aquellos que
quieran rendir sus vidas al Señor para ser sus siervos obedientes.
Dice Hechos 2:38: “Vuélvanse a Dios y bautícese cada uno
en el nombre de Jesucristo, para que Dios les perdone
sus pecados, y así él les dará el Espíritu Santo”. Nótese
que Dios sigue DANDO. Ahora es Su Espíritu Santo como regalo.

“NUEVOS HOMBRES” EN JESUCRISTO:

Y, ¿por qué sería tan importante recibir el Espíritu Santo?


¡Porque el Espíritu Santo produce frutos positivos en el recién
convertido. A los Gálatas Pablo les revela algo muy interesante
que la gente ignora. Él les dice: “En cambio, lo que el
Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia,
amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio
propio”. (5:19-21). Obviamente, cuando en un hogar no existen
estos atributos es porque no mora el Espíritu Santo de Dios.
Cuando los esposos viven peleando, humillándose, amargándose,
ofendiéndose, traicionándose, agrediéndose, etc; es porque no se
han convertido aún al Señor Jesucristo. Los tales necesitan
convertirse en “hombres nuevos”, o en “nuevas criaturas” hechas
a la imagen y semejanza de Dios. Por eso Pablo está en la razón
cuando dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas” (2 Corintios 5:17). Este es el secreto de la felicidad
matrimonial: ¡El “nuevo nacimiento” en Cristo! Por eso Pablo les
dice a los creyentes de la ciudad de Éfeso: “Pues ciertamente
oyeron el mensaje acerca de él y aprendieron a vivir
como él quiere, según la verdad que está en Jesús. Por

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eso, deben ustedes renunciar a su antigua manera de
vivir y despojarse de lo que antes eran, ya que todo eso
se ha corrompido, a causa de los deseos engañosos.
Deben renovarse espiritualmente en su manera de
juzgar, y revestirse de la nueva naturaleza, creada a la
imagen de Dios y que se distingue por su vida recta y
pura, basada en la verdad” (Efesios 4:21-24).

La renovación espiritual es la clave del éxito en el


matrimonio, y ésta sólo puede venir del Espíritu Santo de Dios. El
hombre no puede renovar su espíritu con la ayuda únicamente de
psiquiatras o psicólogos. Se requiere primordialmente de la
intervención de Dios, por medio de Su poderoso Espíritu. No hay
otra forma. Es por eso que muchos matrimonios no logran
superar sus crisis con sólo acudir al especialista o al consejero
matrimonial. Ambos (el especialista cristiano, y Dios) son
importantes y necesarios para restaurar los matrimonios en crisis.
Dios da Su espíritu y el especialista cristiano su experiencia en el
campo que le compete (psicología y/o psiquiatría).

Es hora de regresar al camino de Dios, el cual trae


bendiciones y felicidad duraderas.

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