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LOS LIDERATOS POLITICOS EN EL AREA ARAUCANO-PAMPEANA EN EL SIGLO XIX: ¿AUTORIDAD O

PODER?
MARTHA BECHIS i

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i
INTRODUCCION

Son varios los autores que han intentado directa o indirectamente presentar semblanzas de los caciques pampéanos del siglo XIX, sumar datos
para mostrar su entorno genealógico y sus acciones guerreras o deducir las características de sus liderazgos a partir de rasgos superestructura les
de la sociedad india. Pero, no hay estudios con rigor etnográfico para organizar la pobre masa de datos que tenemos y para guiarnos en una
evaluación rigurosa de las características de los cacicatos. Abundan las opiniones estereotipadas y tal vez es la índole misma de esas
presentaciones lo que nos impide hacernos preguntas de fondo y elaborar una duda sistemática que abra caminos para buscar más y mejor.
Además tenemos que enfrentar un uso ideológico de la historia que muchas veces nos tienta demasiado. Este uso ideológico de la historia se
manifiesta en diversas formas: tanto se denigra o sobreestima la sociedad indígena como se magnifican o subestiman las cualidades de los líderes
y las políticas de los criollos
La intención de la pregunta es provocar una reflexión sobre la diferencia significativa entre los tipos de liderazgos que se fundan en la
persuasión del poder y aquellos que se basan en el poder de la persuasión. Aquí se conjuga el concepto de poder en dos contextos distintos. El
primero señala que el poder es una cualidad inherente a un status o posición, y el segundo un efecto de la comunidad. Poder y persuasión son
fuerzas que tienen efectos. Esas fuerzas emanan de distintas fuentes.
", Fried (1.967b: 13) hace la diferencia entre autoridad y poder. "Autoridad se refiere a la habilidad de canalizar la conducta de otros en ausencia
de amenazas o uso de sanciones negativas, poder es la habilidad de canalizar la conducta de otros por la amenaza o uso de sanciones negativas".
Un buen diagnóstico diferencial empieza no por el líder sino por sus seguidores. Cuando a los seguidores sólo les basta el retiro de su apoyo para
que el jefe deje de serlo, entonces podemos decir que el jefe sólo lo era por su autoridad o cualidades personales y no por ocupar un cargo de
gobernante. Desocupar un cargo de gobernante exige al status del gobernado pasar por unos canales formales e informales que por su dinámica
separarán la persona del cargo. Se preserva así ese cargo que será ocupado necesariamente por otro gobernante mientras el gobernado mantiene
su status de gobernado por una instancia que está más allá del gobernante de turno. En este caso el poder está a disposición del gobernante. En el
anterior, el gobernante está a disposición del poder.
Sahlins dice: "y estos jefes polinesios (jefaturas institucionalizadas) no construían sus posiciones en la sociedad sino que estaban instalados en
posiciones sociales el poder residía en el cargo; no lo formaba la demostración de la superioridad personal" (énfasis nuestro.
Las cualidades del mando de un gran hombre -sigue Sahlins- residen en el hombre que tiene que demostrarlas para atraer seguidores mientras que
en el poder esas cualidades son asignadas por el cargo y el rango.
Nosotros llamamos poder al primero y autoridad al segundo aunque puede usarse otras denominaciones que puedan diferenciar los conceptos.
Agregaríamos con afán de aclaración que es muy distinto ser generoso o sagrado porque se actúa un rol como parte de un cargo preestablecido y
ser líder porque se es, o se es pensado, como generoso o sagrado.
Espero demostrar que los lideratos pampéanos pertenecen a la segunda categoría; es decir que no se instalan en un cargo preexistente sino que
ciertos individuos construían las jefaturas a partir de las oportunidades creadas por los seguidores.
G.M. Smith hace explícita esta diferencia al separar analíticamente la acción política de la acción administrativa en el gobierno de toda sociedad
humana. Smith sostiene que la acción política tiene lugar al nivel de la decisión y de los programas explícitamente formulados, mientras que la
acción administrativa tiene lugar a nivel de la organización y de la ejecución. La primera es definida como poder y la segunda como autoridad
Los líderes pampéanos tenían mucha más autoridad que poder en términos de Smith.
. De manera que aunque frecuentemente los líderes sean sucedidos por sus hijos estos pueden ser líderes por logro y no necesariamente por
adscripción.
PRIMERA PARTE: PARAMETROS FUNDAMENTALES
Creemos necesario o, más bien, imprescindible equipar a todos nuestros estudios del área con tres parámetros básicos: a) la unicidad del área en la
unidad de análisis para el siglo XIX, b) el sesgante efecto de la situación secundaria a partir, por lo menos, del contacto con la conquista
incaica y c) él carácter segmental de la organización socio-política de toda el área durante todo el tiempo histórico.
La unidad de análisis
Sostenemos que la unidad de análisis durante la mayor parte del siglo XIX es la sociedad que se extendía desde el Pacífico al Atlántico. . Sería el
área Arauco-pampeana-norpatagónica como unidad cultural y social con variadísimas zonas ecológicas. Esta área estaba habitada desde mediados
del siglo XVIII por aborígenes araucanos locales y algunos emigrados a las pampas y norpatagonia; huilliches locales y emigrados; cordilleranos
mapuchizados tempranamente y ya muy mezclados con elementos del este y del oeste y distintas agrupaciones originarias de la pampa y
norpatagonia con diverso grado de mapuchización.
La población de esta área Arauco-pampeana estaba dividida en grupos que llamamos sub.-etnías culturo-sociales o agrupaciones, las que en la
vertiente Argentina tendían a ocupar zonas exclusivas de una sola característica ecológica como la zona semi-árida de los ranqueles, la zona de las
Salinas, la de la pampa húmeda al sudoeste de Buenos Aires, la zona interfluvial del Negro y el Colorado, la zona lacustre del Neuquen.. Quizá la
mayor densidad de la población indígena chilena junto con las dimensiones poblacionales óptimas de los liderazgos fueron variables importantes
para explicar el mayor número de sub.-etnías en similares sub.-áreas geográficas.
Esas regiones o zonas ecológicas, como fracciones territoriales, en Chile tuvieron -durante unos años del siglo XVIII -cierta importancia política
al formalizarse los butamapus con sus respectivas representaciones ante el gobierno de la Capitanía General de Chile en un esfuerzo máximo de
españoles e indígenas por hallar una forma de convivencia pacífica.
Aunque no tenemos muy claro en qué consistió la araucanización cultural de la pampa o la tehuelchización cultural de los grupos mapuche
migrados a la pampa, una lista de rasgos culturales como el lenguaje, de los vestidos, los adornos y ceremonias religiosas, valores que definían
objetos de consumo cotidiano, aunque con ciertas variables por la adaptación a medios geográficos muy diversos, delatan para el siglo una
misma cultura básica en toda el área. Esto, sin dejar de reconocer variantes relacionadas con los diversos orígenes culturales
La unidad social es un poco menos evidente pero más central para argumentar a favor de una unidad de análisis. El argumento básico para
definirla como una sociedad es, desde nuestro punto de vista, la capacidad de reproducción independiente que cada una de las unidades políticas
pudo haber tenido. ¿Qué implica la reproducción? Estoy hablando de la capacidad de un grupo de satisfacer sus requerimientos tanto en personal
como en servicios y bienes básicos y, con ello, la capacidad de reproducir su cultura.
Tomemos un modo de producción: la captura y crianza de ganado en las pampas y su comercialización en Chile. La división del trabajo entre las
parcialidades fue evidente. Además, tanto la producción y posesión de objetos de platal tan central en la vida ceremonial y pública de cada
indígena, como la producción de mantas, tan importante en la producción doméstica, en el intercambio intertribal y el comercio internacional
(aunque ya disminuido si lo comparamos con la época colonial); la especialización guerrera de los grupos pampéanos; la organización comercial
y burocrática criolla incrustada en los grupos araucanos chilenos; los derechos de peaje y tantos otros rasgos y procesos de cada unidad política
sólo se entienden si se toma en cuenta el área en su totalidad.
La especialización religiosa parece haber sido otra de las condiciones que unían en interdependencia a las agrupaciones y unidades políticas. Si
bien cada unidad contaba con adivinos locales, las situaciones más serias parecen haber requerido la mayor sabiduría de los adivinos chilenos-tal
vez boroanos- reconocida también por los grupos del lado argentino. La justicia de Calfucurá sobre el asesino de uno de sus hijos requirió la
experiencia de una adivina del lado chileno. La necesidad de conocer el futuro inmediato con respecto al comportamiento de las tropas Argentina
llevó a Sayhueque a consultar a adivinos chilenos.
Por otro lado, en las pampas, más específicamente, en las sierras de Curamalal -según le contaban a Lenz a fines de siglo- había una cueva
donde se hacía cierto rito de iniciación por el cual los jóvenes araucanos se arreglaban para ser puros guerreros y así volverse invulnerables a
las armas. “Las pampas atraían y fascinaban a las agrupaciones del lado chileno... se podría sostener que durante el siglo XVIII y XIX el
viaje a la pampa se transformó en una especie da ritual de iniciación de los jóvenes guerreros” No sabemos si se trataba de un mismo lugar
evocado erróneamente por una de las dos memorias o si realmente en la zona montañosa de la pampa se ubicaban varios lugares sagrados
famosos en toda el área Arauco-pampeana..
Pero sin duda, lo más relevante para demostrar la falta de capacidad auto reproductiva de las unidades políticas era la dependencia en hombres de
los grupos en el área Argentina de los grupos chilenos o cordilleranos aunque en algunas oportunidades fue a la inversa.
En algunas agrupaciones, la cantidad de guerreros o la óptima cantidad de guerreros necesaria para las empresas bélicas importantes (económicas
o puramente políticas) de los del este dependía de grupos cordilleranos y aquende los Andes.
Sabemos también cuánto se extendieron hacia el este los odios y competencias entre los grupos mapuche-chilenos. Con esto queremos mostrar
cómo en las pampas del este se jugó muchas veces el predomino de las parcialidades chilenas en el propio Arauco. La pampa sirvió de refugio a
muchos grupos de perdedores en los conflictos intra tribales -el caso de Carripilún y el de Coliqueo- pero, sobre todo, fue el escenario de pujas
geopolíticas por el control de la frontera del este y por un corredor estratégico que dirigiera a salvo el botín hasta la Araucanía y Valdivia (Bechis
1.985 a.
Creemos que las relaciones de parentesco organizadas según grupos de descendencia cognática o alguna otra estructura bilateral con una línea
interna patrilateral conformaban la base de la fábrica social de casi toda el área Los matrimonios, las explícitas alianzas comerciales y los pactos
militares tenían el doble efecto de consolidar la red social por un lado y asistir a la consolidación de la diversidad de los liderazgos por otro. Lo
que está en la base es una red social de descendencia, un importante modo de producción llevado a cabo con división del trabajo y un enemigo
común. Todo esto subyace a la diferenciación política.
La existencia misma de cada agrupación o parcialidad dependía de las condiciones de la otra y el mismo fragor de la competencia interna
afianzaba la unidad del área Es por eso que todo estudio etnográfico e etnohistórico tiene que partir de la unidad de análisis que llamamos más
propiamente, el área Arauco-pampeana-norpatagónica.
El sesgante efecto de las relaciones secundarias
Sostenemos la necesidad de tener constantemente presente el carácter de formación secundaria de los procesos políticos, económicos, sociales e
ideológicos que se van sucediendo en la historia de estos pueblos indígenas. Estoy aludiendo a lo que Morton Fried (1.975: 9) llama "el sesgante
efecto de las situaciones secundarias", es decir "un cambio en complejidad de las instituciones políticas en presencia de sociedades más
desarrolladas políticamente". Sabemos que las sociedades araucanas y pampeanas estuvieron expuestas durante cuatro siglos a influencias
directas e indirectas sucesivas de los incas, los españoles y los criollos, todas sociedades estatales mientras que las sociedades indígenas que nos
ocupan fueron sociedades sin estado.
Según Fried, el efecto más común del contacto entre sociedades estatales y sociedades no estatales es la "tribalización" de estas últimas. Una
tribu en el sentido de Fried es, como lo sintetiza Sturtevant (1.972: 5), "un conjunto de villas o campamentos migratorios débilmente organizados
con algún liderazgo centralizado que tiene poco o nada poder coercitivo".
Además Fried (1.975: 72) agrega: "una fuerte organización militar puede ser rápidamente asociada con el fenómeno de "tribalismo secundario";
es más, se puede esperar que así sea.
". Creemos que en las sociedades mapuches y tehuelches se fue produciendo un proceso de "tribalización" tal como lo expone Fried .
Por otro lado, hablando de las distintas estrategias adaptativas de los pueblos americanos frente al invasor europeo, Elman Service (1.975: 66-68)
señala la flexibilidad de las sociedades igualitarias, las cuales recurrirían a la fusión o la fisión de acuerdo con la naturaleza del problema político.
Dice que las respuestas tendían a polarizarse entre aquellos dos procesos. Los araucanos en Chile y del oeste de Argentina y los Puelches y
Tehuelches de Argentina central son ejemplos bien conocidos de durables federaciones en gran escala que formaron fuertes, y por lo tanto
acometedoras (y más tarde clasificadas en etnología como "belicosas") tribus depredadoras".
Vemos entonces que esa historia de reacción y adaptación a la situación de contacto no se manifiesta sólo en el intercambio de bienes de consumo
por medio del comercio o por las acciones de depredación y guerra. Lo importante es el cambio en la estructura interna. Es la propia
organización social laque se transforma; Lo que nos ocupa no son las relaciones con el exterior, sino los efectos que esas relaciones con el
exterior produjeron en la estructura social del área Arauco-pampeana.
Por supuesto, esto no implica el desconocimiento de las condiciones, alternativas, creatividad e imaginación nativas que se pusieron en juego y
que hacen a esos pueblos mapuche y mapuchizados algo distinto a cualquier otro pueblo. Estamos delineando leyes generales de sus cambios.
Las formas particulares deben también ser tomadas en cuenta pero no debemos olvidar, por ejemplo, que la presión externa y la situación interna
fueron conformando la organización formal de los butamapus chilenos como producto del contacto.
En general, frontera significa contacto, intercambio, aculturación recíproca. En cambio, de lo que nosotros estamos hablando es de cambio
estructural por influencia del otro, adaptación con los rasgos o elementos de uno a la influencia o presencia de los rasgos o elementos del otro. Y
en realidad, de esto se trata la etnohistoria: de las modificaciones y cambios de uno por la presencia del otro.
El mantenimiento, si no el surgimiento, y el grado de influencia de algunos cacicatos es otro aspecto de la estructura social que presenta rasgos de
la influencia externa aunque la estructura política segmental permaneció inalterada, como veremos en el próximo parámetro que exploraremos.
Creemos que podríamos generalizar esa influencia externa en el sentido de que se trató de conservar la segmentalización aunque en unidades
mayores cuando se trataba de parcialidades “amigas” mientras se inducía la fisión de las unidades que presentaban algún tipo de problemas.
También se trataba de modificar 1a relación entre el cacique y los adultos masculinos de la parcialidad.
Otro aspecto que nos parece interesante abordar es el cambio en el sistema de parentesco. Según Faron (1.956) una tendencia establecida a finales
del siglo XVIII continúa acentuándose durante el siglo XIX hasta la era de las reservaciones. Tanto la terminología como la conducta de
parentesco van haciéndose más patrilineales y patriarcales. Un síntoma de ello fue 1a dominancia del matrimonio transgeneracional con la hija
del hermano de la esposa y el debilitamiento del matrimonio con la hija del hermano de la madre. La presencia de estos dos patrones
preferenciales ponía en competencia al padre con el hijo por la misma mujer. Pero lo màs importante es que el cuñado del cacique por la primera
esposa se convertía, además, en su suegro quien, como todo suegro tenía la obligación de apoyar activamente a su yerno. Estos dos tipos de
casamientos tienden a producir una jerarquización de los grupos familiares entre los que entregan mujeres y los que las reciben. Los primeros,
recipientes del precio de la novia, podían llagar a ser más ricos pero los segundos acumulaban poder lo cual facilitaba la emergencia de fuertes
cacicatos. Pero creemos que el patrón patrilineal general se presentó con más fuerza entre los indios amigos ubicados dentro de las fronteras
donde la influencia del estado se ejercía directamente.
Creemos que el militarismo y las exigencias de la cultura occidental de tener un solo interlocutor por cada agrupación obedecido por los
integrantes de la agrupación producían más una apariencia para consumo exterior que una realidad en el medio interior.
Es por esto que debemos distinguir entre relaciones de frontera, y situación secundaria. En general, frontera significa contacto,
intercambio, aculturación recíproca. En cambio, de lo que nosotros estamos hablando es de cambios estructurales en la sociedad indígena
por influencia de la sociedad estatal. Este tema sería el foco de los estudios etnohistóricos.
El carácter segmental de la organización política
El tercer parámetro a considerar es el carácter segmental de la organización política en el área. Queremos dejar en claro que estamos
diferenciando segmental de segmentario al definir el primero como un sistema formado por repetición de unidades casi iguales cuya división o
fisión origina dos o más unidades independientes con pérdida de la estructura primigenia. Reservamos el termino segmentario -segmentary en
inglés- para designar tipos de sistemas políticos basados en sistemas de parentesco unilineales cuyos linajes están en continuo proceso de
oposición complementaria sin que se pierda la identidad corporativa y la estructural de ninguna de las líneas mayores o incluyentes.
La unidad política era e1 cacicato. Algunas agrupaciones eran unidades políticas mientras que otras estaban formadas por varias unidades.
Estas diferencias eran coetáneas a la vez que una misma agrupación podía tener una u otra formación en períodos sucesivos ya que los procesos
de fusión y fisión operaban o amenazaban con operar constantemente.
Los casamientos entre individuos de distintas agrupaciones eran comunes sobre todo a nivel de los que podían incurrir en poligamia. Obviamente
las relaciones matrimoniales voluntarias entre agrupaciones cimentaban alianzas y consolidaban el prestigio y la autoridad de los que tenían
muchas esposas. Los matrimonios involuntarios o por captura real entre agrupaciones eran como signos de la enemistad y rivalidad expresada en
malones y otros tipos de enfrentamientos. La fusión, entonces, se daba por subordinación o por alianzas entre iguales. La fisión se daba en los
mismos niveles, es decir que un cacique subordinado se hacía independiente o un confederado se separaba.
. La búsqueda de 1a fama y el prestigio de su nombre familiar así como de su persona por las cualidades de guerrero, orador, árbitro en disputas.
Eran a menudo motivo tanto para la fusión como para la fisión de los grupos.
La acusación de brujería era uno de los mecanismos más eficaces para producir o mantener la fisión. Así, las acusaciones podían recaer sobre
miembros de la familia poligámica o sobre individuos de la misma unidad política cuyos parientes negarían la acusación produciéndose un
proceso de venganza no controlada y la eventual fisión de la unidad.
La guerra y la paz eran situaciones de cambio en la configuración de los cacicatos. La muerte o la prosperidad de un cacique dispersaban o
atraían población a la cual le bastaba la aceptación de otra comunidad para ocupar nuevas tierras y participar activamente en la vida política de
la agrupación que los recibía.
Durante el siglo XIX de los estados-naciones perneó las fronteras y los aborígenes tomaron partido por los federalistas o por los centralistas
o unitarios. El unirse a uno u otro bando exterior implicaba aparentemente ser enemigo de las sub.-etnias que apoyaban al otro. Decimos
aparentemente porque casi nunca se cumplía con el ataque a otros grupos por razones de política exterior. Podríamos afirmar que cuando así se
hacía, otras rivalidades endógenas eran el real motivo de la acción bélica.
Esta organización segmental no pudo ser destruida ni por los propios indígenas a pesar de habérselo propuesto en dos claras ocasiones y en una
menos explícita tercera ocasión
La demanda de ganado barato por parte de los mercados criollos es una de los factores más determinantes de la segmentación política de esa
sociedad. El quehacer militar hizo fuertes y famosos a unos caciques, sobre todo a los que conseguían el ganado. Otros afirmaban su
autoridad como intermediarios o informadores de las caravanas mercantiles y aun otros como vendedores exitosos por sus múltiples relaciones
con los compradores no indios.
Creemos que los datos deben guiar nuestra apreciación: las alianzas guerreras desaparecían cuando volvía la paz, y durante los períodos de paz
no fructificaron los esfuerzos voluntaristas. Es que esa organización política de hombres fuertes o grandes hombres seguidos por núcleos
familiares poco relacionados entre sí debido a su movilidad física, tenía como origen la competencia interna por prestigio y seguridad, sobre
todo en la vertiente chilena. Esta competencia interna se fue agudizando cada vez más por el mercado de ganado: competencia por la adquisición
(ya sea por captura o por raciones) y competencia por la venta debido al sistema de comerciantes aislados y en competencia entre sí como lo fue
esa red de cambalacheros que se internaba en la sociedad indígena para hacer sus intercambios con muchos riesgos v muchas ganancias. La
competencia por la sobre vivencia por medio de alianzas comerciales, políticas y militares con la sociedad criolla fue un ingrediente más en la
estabilización de 1a segmentación política interna.
SEGUNDA PARTE: AJUSTES METODOLOGICOS
En esta segunda parte del trabajo intentamos advertir sobre dos peligros comunes en la producción de la ciencia histórica y la antropología. El
primero es lo que llamaríamos la metodología deductiva. Esta actividad se caracteriza por seleccionar un rasgo o característica de una sociedad y
buscar el modelo en que aparece ese rasgo. Una vez encontrado el modelo se le atribuye a esa sociedad los otros rasgos incluidos en el modelo
sin una revisión crítica, no ya del modelo sino de la atribución de las características del modelo a la sociedad en cuestión.
La antropología contemporánea hace uso de modelos pero con la idea que esos modelos son constructos o construcciones mentales, tipos
ideales que según Herbert Lewis (1.967: 101) citando a Adams, sirven a una función heurística ya que sugieren las clases de transformaciones
generales que hayan podido ocurrir. Pero el uso de los modelos en un enfoque tipológico etnográfico nos lleva a cometer varios errores. En
primer lugar, los modelos son estáticos, sigue diciendo Lewis, y no generan ideas productivas sobre asuntos de proceso y desarrollo. Para Plog y
Upham (1.979: 200) el uso de las tipologías tiene cuarto aspectos problemáticos siendo el más destacado "que encubren variaciones importantes
en patrones institucionales, de status y autoridad peculiares", y más aún, "adelantan demasiado rápidamente un juicio esquemático sobre un caso
particular ignorando así la evidencia de variaciones en tiempo y espacio". Las marcas no siempre reflejan una realidad efectiva sino que muchas
veces simplemente contribuyen a la emergencia, a la construcción, de esa realidad aun no concretada. Otro dato que se usa frecuentemente para
señalar la importancia del líder es la estructura jerárquica de las fuerzas armadas indígenas. Se habla de jefes supremos a los que seguían en
serie descendente de poder y mando, caciques o capitanes y capitanejos. Pero un orden jerárquico no nos dice nada sobre el soporte o la base de
esa jerarquía, sobre todo cuando sabemos que esas jerarquías son situacionales en contexto de guerra o ceremonial. Nos debemos preguntar cuál
es el principio de acatamiento y de reclutamiento de esos capitanes, capitanjos y conas. Hasta ahora, todos los datos que tenemos indican que el
acatamiento y el reclutamiento tenían una base voluntaria aunque reconocemos las presiones y sanciones informales que ejercía la sociedad total
sobre los varones para dirigirlos a la actividad guerrera. Cuando la parcialidad recibía raciones de la sociedad criolla, tal vez el cacique ejercía
poder ya que de él dependía la distribución de bienes recibidos, pero entonces estamos en un aumento de poder digitado por la sociedad criolla
que sólo hacía que el cona o el capitanejo permaneciera con el cacique que más bienes conseguía y nada le impedía cambiar de cacique si la
diferencia era significativa.
La deducción apresurada también se manifiesta en el adjudicar una estructura de clanes y linajes unilineales a la sociedad araucana porque tenían
lo que en antropología se llama crestas totémicas lo que en este caso eran representaciones estilizadas de animales en los dinteles de algunas
casas. Sabemos que los tótems no se encuentran siempre asociados con clanes y que hay sociedades que tienen clanes no totémicos
Otra advertencia metodológica se podría dirigir a la importancia que se le ha dado al circuito del ganado como causa, aunque no única, del poder
de los caciques.
. Dado que los animales eran de propiedad individual el cacique recibía su recompensa por atender e informar al comerciante viajero del mismo
comerciante lo que elevaba su rango de suntuosidad y prestigio pero no aumentaban ni su poder ni la centralización de su cacicazgo. Nosotros
creemos, basados en el poder decisional de la comunidad, que es ésta quien le confiare o le impone al cacique la tarea de organizar y administrar
el sector del circuito que le correspondiere. Es más: esta imposición o necesidad de la comunidad es a) recogida, asumida por la persona que
funciona como cacique, y b) la comunidad de la que hablamos no es sólo la parcialidad que lo sigue, que lo proclama, sino la comunidad de
cacicatos que, en un juego de fuerzas, va definiendo el papel de cada cacique y la importancia relativa de cada uno de ellos.
TERCERA PARTE: CARACTERÍSTICAS DE LOS LIDERATOS
Pasamos ahora a la tercera parte de la ponencia en la que intentamos caracterizar a algunos lideratos indígenas del siglo XIX a la luz de los
parámetros establecidos en la primera parte.
Sucesión
En primer lugar, ponemos en duda la afirmación llana de que los liderazgos fueron hereditarios.
Resumiendo este punto: entre los líderes notables del siglo XIX el acceso al liderato tuvo un componente mayor de cualidades personales y
adquisición que de herencia o adscripción.
Es más, llama la atención la sucesión adélfica o de hermanos que se da en algunas parcialidades
Queda claro que el acceso al liderazgo entre los líderes pampéanos fue más bien por adquisición, aunque en la segunda generación se presenta el
componente de adscripción no bien definido. Pero también queremos dejar claro que las características que tome la sucesión de líderes no tiene
una fuerte correlación con los poderes o funciones de esos líderes
Funciones económicas de los líderes
Las actividades económicas de los líderes, qua líderes, exceptuando la distribución de las raciones enviadas por los gobiernos criollos, no son
muchas ni muy importantes. No hay recolección de tributos, ni mantenimiento institucional de pobres, ni distribución de bienes ni almacenaje
colectivo. Si había alguna distribución ésta tenía origen en la riqueza del líder y en su generosidad. En otras palabras, no hay una economía
redistributiva. Pero ceremonias colectivas como guillatunes pudieron haber sido formas de nivelación de la riqueza en que la generosidad
terminaba con los "ahorros" del anfitrión y de su parcialidad sin ser esto un caso de redistribución económica.
En cuanto al papel del cacique en el control de los recursos vitales como agua y tierra tenemos poquísimos datos como para juzgar. Sabemos de
la construcción de represas, jagüeles o corrales entre los ranqueles y los salineros y los serranos bonaerenses. Para algunos estudiosos esto
significa la construcción de obras públicas, de lo que deducen no sólo que debió haber habido algún sistema de trabajo forzado sino también que
el beneficio de esas obras lo recogía directamente el líder.
Ya la antropología descartó la necesaria relación entre poder centralizado y obras públicas al demostrar que grandes obras comunales fueron
hechas por comunidades sin líderes institucionalizados y autocráticos.
En cuanto a los privilegios del uso de las mejores tierras para pastoreo de sus caballos y el disponer del trabajo de jóvenes como boyeros de sus
caballos pudo haber sido un indicio de acceso discriminando a la tierra y al trabajo siempre que demostremos que por tener ese privilegio otros no
podían desarrollar su riqueza, cosa que dudo que lo podamos demostrar.
Indudablemente, el líder mantenía una clientela de indios pobres y gauchos refugiados, pero no tenemos constancia de que estos individuos
crearan riqueza para el líder directamente. Ciertamente acrecentaban su autoridad sobre todo con información oportuna y estratégica pero no era
precisamente esa clientela la que legitimaba su poder sino los individuos más independientes y autosuficientes como otros caciques de segundo
orden y los hombres capaces de portar armas.
La cultura mapuche ha diferenciado durante centurias los hombres ricos de los jefes y no necesariamente coincidían la riqueza y la autoridad en
un solo individuo. El líder no era el hombre más rico ni el que contaba con más hombres de lanza. Buena parte de la riqueza y de la autoridad del
líder provenía del excedente acumulado por la sociedad criolla el que llegaba a las parcialidades vía las raciones gubernamentales, los regalos y
las incursiones de recolección llamada malones. La primera de estas fuentes externas de riqueza ( las raciones) era sí objeto de redistribución.
Pero el sistema era un sistema inter-étnico de tal manera que la contribución, voluntaria o no, partía de los criollos, se centraba en el líder y era
distribuida entre los miembros participantes de la parcialidad. Los regalos entraban en general ya individualizados. La suposición de que el líder
recibiera más botín no sólo por su participación sino porque tenía más caballos para prestar no está mal encaminada pero le falta por un lado el
dato etnográfico y por el otro, como dije antes, no era privilegio del jefe tener más ni mejores caballos que otros. Lo cierto es que la riqueza
externa proveía para una cierta diferenciación social interna la cual podría ser considerada como una incipiente estratificación muy particular.
Sospechamos que en general la productividad fue alta y el rendimiento bajo sobre todo para las parcialidades instaladas en la zona semiárida.
Los jagüeles y las represas tendrán que haber elevado el rendimiento de la zona al controlar energía para aumentar ese rendimiento en el número
de animales estables o pasajeros y en propiciar la agricultura en algunos grupos domésticos
Justicia
No parece que los caciques hayan tenido funciones judiciales más allá de arbitrar en disputas aunque ese arbitraje era en cierta forma remunerado.
Incluso esas funciones de arbitraje sólo eran iniciadas si la víctima requería sus servicios. El arbitraje no era forzoso, pero una vez requerido
había obligación de cumplir el veredicto. . Dice Mansilla "la justicia se administraba en dos modos, por medio de la autoridad del cacique y por
medio de la fuerza del mismo damnificado. El primer modo es el menos usual" (1.966: II, 81. La venganza directa o la reparación del daño fue
la base de la justicia en todo el área. Indudablemente el cacique no como cacique sino como particular y cabeza de familia ejercía esta justicia
privada en caso de ser él o su familia el grupo perjudicado.
Capacidad de decisión pública del cacique.
En cuanto a la capacidad estructural de decisión del líder también sabemos que era muy poca. No importa si la decisión a la que arribaba el
consejo de notables de la parcialidad se acercaba casi siempre a la opinión privada del líder. Eso es parte de liderazgo, del papel de constructor y
manipulador de opinión pública. Lo importante es que el líder no podía obrar por cuenta propia o dar órdenes legislativas. Debía convencer.
Por supuesto que el consenso es parte integrante de cualquier tarea de gobierno en todas las sociedades. La diferencia está en el carácter
obligatorio o no del consenso para poder llevar a la práctica una tarea de gobierno. En estas sociedades el consenso era obligatorio y el líder no
tenía ninguna posibilidad de obtener por la fuerza el consentimiento de toda o parte de su parcialidad.
El cacique como nodo informático.
Creo que lo más destacable de las funciones de esos liderazgos era el acceso y el control de la información, es decir, como dicen Cramer y Hass
(1.985), su función como procesadores de información. Cuanta más información se necesitara para llevar a cabo las actividades de la parcialidad,
mayor la necesidad de un líder y mayor su autoridad.
Peebles y Kus, quienes, siguiendo las críticas sobre la teoría de los tipos ideales presentan la tesis "de un modelo cibernético de los cacicazgos".
Estos autores recogen la idea básica de la cibernética de que "la estructura de una máquina o de un organismo es un indicador de la performance
que se espera de ella” (1.977: 427. Nosotros adoptamos esa idea porque creemos que este principio cibernético es una herramienta heurística
muy útil a la vez que coincide con muchos autores contemporáneos que han demostrado que las variables económicas y ecológica son variables
independientes que deben ser mediadas por otras variables intervinientes para poder explicar fenómenos sociales.
En realidad el modelo de redistribución queda, pero no en economía sino en política, especialmente en el área de la información. La información
del interior y del exterior se concentra en el cacique, el cual "reparte" esa información procesada a los Consejos o Juntas internas, las cuales a su
vez hacen de fuente informadora. De ahí esa "interminable" (para los blancos asistentes) sección de preguntas y respuestas sobre el estado de sus
caballos, los problemas del viaje y las noticias sobre la gente del exterior.
Cuanto más datos hay para procesar más se necesita una instancia separada de las fuentes directas de datos. Esta segunda instancia los recoge, los
resume y los conserva para poder llegar a hacer decisiones en base a esos datos. De esta manera, una multiplicidad de observaciones ya
medianamente codificadas y alejadas de los detalles microscópicos de los componentes es enviada al centro, el que puede así manejar mayor
variedad de acontecimientos. Siguen diciendo los autores que “la información está inversamente relacionada con la entropía y el desorden y es
central al concepto de homeostasis, regulación y control". De manera que podemos decir que un liderazgo es producto de una necesidad comunal
de información y es, a la vez causa de la organización de esa comunidad.
Pasemos a nuestra etnografía. Es decir que con la expansión de la cultura y la sociedad mapuche y la mayor integración del área, creció la
variabilidad de informaciones necesarias para el eficiente desempeño de cualquiera de sus parcialidades políticas.
Diversidad de zonas geográficas, diversidad de accidentes climáticos, diversidad de situaciones vitales como muertes, nacimientos y
movimientos de población ya no podrían ser transmitidos de todos para todos. En el área total se necesitaban centros nodales de procesamiento
de esa enorme cantidad de información procedente del interior de esa área. Pero, a su vez, esa área no estaba en el vacío.
La interacción entre el área araucana y el área criolla se hizo más compleja y muchas veces caótica debido a la complejidad de esa nuevas formas
políticas y a los cambios y conflictos que fueron partes constitutivas de esa formación. Los indios fueron adaptándose a ese nuevo ambiente
externo cada vez con mayor eficacia hasta donde los permitieron sus condiciones materiales, sus formas sociales y la consolidación de los estados
criollos. Las formaciones políticas segmentales de unidades flexibles y en constructiva competencia ente sí facilitan la movilidad y la
información. La cantidad de refugiados aceptados en las tolderías facilitaban, no sin inconvenientes, no sólo la información para la interacción
depredadora para apropiarse del excedente criollo, sino también la información necesaria para dialogar con la sociedad criolla la cual como
compradora, agresora, protectora o cómplice, se introducía en la sociedad indígena.
De ahí el extraño desarrollo de un status muy particular en los aduares pampéanos: los secretarios de los caciques mayores que también señalan la
importancia de la función del cacique como administrador de los asuntos con el exterior. Tampoco nos parece extraño que se encontraran libros,
periódicos y archivos en los toldos principales. Los compadrazgos bastante frecuentes entre indios principales y hombres criollos destacados no
sólo podían funcionar como mecanismos de seguridad sino también como mecanismos de comunicación.
El "fondo de poder" del cacique fue haciéndose en la medida que el cacique formaba su "fondo de información".
No es extraño, entonces, el gran desarrollo de las técnicas y las artes de la comunicación como la oratoria, los mensajeros, los "historiadores" o
bardos, los lenguaraces, humos con código, pozos de resonancia, los parlamentos, las asambleas, los rituales de encuentro entre dos grupos, etc.
acciones e instrumentos altamente prolijos y exigentes que contrasta con la laxa conducta diaria.
Resumiendo: en el área pan-araucana del siglo XIX surgen líderes con poco poder institucional pero con gran dominación personal; fuertes
personalidades que mantienen, sin poder coercitivo, la cohesión y el orden gracias a su capacidad de organización y administración de los asuntos
internos. Su función básica fue la de ser procesadores de información intra e inter-étnica; procesador y negociador entre su parcialidad y los
criollos, entre su parcialidad y otras parcialidades y entre los parciales que le siguen y fundamentan su liderazgo. El líder debe hacerse cargo de
las empresas, trabajos e ideales comunes que deben satisfacerse con eficacia. Su autoridad depende de sus habilidades y destrezas y pende del
hilo muy fino y tenso de la confianza que deposita en él su parcialidad. Esta confianza es ritualizada en obediencia en situaciones muy bien
delimitadas y puntuales. Pero rota la confianza, desaparece la obediencia, se pulveriza la parcialidad y desvanece el líder.

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