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En primer lugar hay que resaltar que en los textos base de esta discusión no hay una
discusión de lo político en tanto categoría normativa, lo que se debate son mas bien los
ámbitos que se caracterizan como tales. Igual situación se observa con la política, donde
las discusiones recogen las tensiones de la agenda feminista.
Este referente es la diferenciación que hace Ranciere1 entre policía y política. Por policía
este autor entiende un sistema de legitimaciones, no identificable con el aparato del
Estado sino un teoría de relaciones entre Estado y sociedad. También se refiere a la
distribuciones de lugares y funciones que dependen de la espontaneidad de las relaciones
sociales y las acciones estatales. Define las reparticiones, el orden de los cuerpos que
1
Discusión tratada en Rancière, Jacques. 2006. Política, policía y democracia. Santiago: LOM Editores.
Capítulo 1 y 4; y, Rancière, Jacques. 1996. El desacuerdo, política y filosofia. Buenos Aires, Ediciones Nueva
Vision. Capítulo: Distorsión, política y policia.
La razón fundamental para usar este referente - y esto lo presento a manera de hipótesis
de exploración - es que considero que los aportes mas importantes de la crítica
feminista apuntan a la segunda categoría, a pesar que esto no siempre fue así y que
todavía existe el debate sobre si la política es una sola y una misma cosa o si esta
diferenciación tiene sentido.
En primer lugar, creo que algunas de las discusiones sobre la igualdad de derechos
civiles y políticos, verbigracia: el sufragio, la participación laboral, el reconocimiento
jurídico patrimonial, han sido discusiones presentes y muy importantes en la agenda del
feminismo, pero que los logros y transformaciones en estos campos no han logrado la
modificación fundamental del dominio patriarcal. Una de las razones para ello es que
creo que estos temas no superan el orden de lo policial. Creo que esto lo reconoce
Eissentein (1988: 44), cuando cuestiona la aparente neutralidad de la ley, develando su
contenido discursivo, pues según ella, sólo así es posible abrir campos para el debate
político. Aunque no se da en la tarea de definir ese espacio, lo que si es muy importante
es el cuestionamiento a ese sentido común o sentido práctico sobre el que se edifica el
simbolismo apropiado por el discurso jurídico y que es característico de los ordenes
eminentemente policiales.
Pero, aparte de los tópicos anteriores, la mayoría de los textos y los argumentos de las
autoras podrían ser inscritas en la noción de política aquí planteada; inclusive en un tema
2
Estas preciones surgen del diálogo con y sobre le autor con el Profesor Andres Guerrero durante el curso
La Práctica de Investigación
3
Ibid 1 y 2
Pero para poder validar este argumento, pasaré a presentar de que manare se da este
proceso, partiendo de tres preguntas que recogen los elementos centrales de la
definición propuesta:
En este sentido Pateman toca la base legitimadora del discurso de la modernidad política
en clave liberal, esto es, la idea de una esfera pública de iguales, que a su vez sólo se
haría posible sino por la participación de individuos libres. Estas dos categorías, la
igualdad y la libertad individual, son las otras dos entradas críticas que llevan a redefinir
lo político en los textos. Respecto a la idea de igualdad, Young (1990: 99), plantea que
esta noción, concebida como identidad en el ideal de ciudadanía universal, conlleva por lo
menos dos significados: a. la universalidad definida como lo general en oposición a lo
particular; b. las leyes y reglas ciegas a las diferencias individuales o grupales. Y detrás
de esto viene el compromiso con el interés general que también queda resquebrajado
cuando Young (1990: 100) afirma que la afiliación o el interés grupal es excluido en la
práctica bajo la idea de ser grupos incapaces de adoptar el punto de vista general. Así la
ciudadanía como expresión de la voluntad general ha tendido a imponer homogeneidad
entre los ciudadanos.
Por su parte, el asunto del individuo libre, también es cuestionada pues como lo plantea
Phillips (1992: 92) el individualismo abstracto de la democracia liberal actúa como un
poderoso impedimento para reconocer que el genero es un asunto político relevante, ya
que defiende el concepto de un individuo y de un ciudadano cuyo sexo resulta
indiferente, lo que conduce a reforzar la posición de los hombres. De allí que,
continuando con Phillips (1992: 93), La democracia no puede seguir actuando bajo la
premisa de una humanidad indiferenciada, ni tampoco de la complaciente afirmación
según la cual todas las afirmaciones tienen igual peso en virtud de su igual derecho a
votar.
Estos son pues, algunos de los ejemplos mas representativos de la manera en que el
discurso y la crítica feminista esta des-legitimando nociones que están a la base de las
prácticas políticas modernas, pero no sólo desde su estatuto discurso, sino desde su
implicación práctica. Para entender esto, paso a presentar la manera en que este nuevo
espacio político ayuda a modificar el orden de lo sensible.
Solo considerando aspectos como quién es el individuo, que poder puede ejercer y
quiénes pueden aparecer como acreedoras de derechos políticos; estas autoras abren
toda una nueva de dimensión que no toca sólo las formas de legitimación que veíamos
resquebrajadas en el punto anterior, sino que abren nuevos campos de lo sensible. Pero
la tensión de las viejas legitimidades y la ampliación de lo sensible no conduce a nuevas
agendas políticas sino se tocan los mecanismos de subjetivación política que pueden
modificar la estructura de la agencia de este nuevo sujeto.
lema feminista “lo personal es político”, no niega la distinción entre público y privado,
pero si niega la división social entre esfera pública y esfera privada, como tipos
diferentes de instituciones, actividades y atributos humanos. De este lema se
desprenden dos principios: a. a priori no se debe excluir ninguna institución o práctica
social; b. no se debe obligar a la privacidad a ninguna acción o aspecto de la vida de una
persona. De esta manera una política emancipadora debe fomentar una idea de lo
público que no excluya a ninguna persona, en este tipo de concepción puede que el
consenso y los criterios compartidos no siempre sean el fin, sino el reconocimiento y la
apreciación de las diferencias, en el contexto del enfrentamiento con el poder.
Todos estos elementos me permiten concluir que los textos en discusión van mucho mas
allá de poner en entre dicho el esquema de distribuciones de lugares y funciones en el
marco de las relaciones sociales y las acciones estatales, que sería la pregunta por la
inclusión y la igualdad - identidad. También es claro que estos aportes cuestionan no
sólo las reparticiones asimétricas en las relaciones hombre - mujer, o el orden de los
cuerpos que precisa las particiones entre los modos de ser, de hacer y de decir; sino que
sus implicaciones tocan profundamente nuestra manera de ser y estar en el mundo, en
un mundo donde la política como ordenamiento policial tiene carácter hegemónico y
dónde la Política aparece de nuevo como horizonte de posibilidad.