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Cátedra de Construcción en el Análisis.

El propósito del trabajo analítico es mover al paciente para que vuelva a cancelar
las represiones de su desarrollo temprano y las sustituya por unas reacciones como las
que corresponden a un estado de madurez psíquica. Para esto debe volver a recordar
ciertas vivencias, así como las mociones de afecto por ellas provocadas que están por el
momento olvidadas por lo que sabemos que sus síntomas e inhibiciones presentes son
las consecuencias de esas represiones, es decir, el sustituto de aquello que fue olvidado.

La técnica que se utilizan para reconstruir los recuerdos perdidos son:

1. Los jirones de esos recuerdos en los sueños, que son de incomparable valor, pero
que por regla general son otras y que están desfigurados por todos los factores
que participan en la formación de sueños.

2. Ocurrencias que el paciente produce cuando se entrega a la asociación libre de


ideas, de la que nosotros podemos entrever como alusiones de las vivencias
reprimidas, retoños de las mociones de afecto sofocadas, así como de las
reacciones contra estas.

3. Indicios de repeticiones de los afectos pertenecientes a lo reprimido en las


acciones mas importantes o ínfimas del paciente, tanto dentro de la situación
analítica como fuera de ella, o sea la relación transferencial, esta relación que se
establece es particularmente apta para favorecer el retorno de tales vínculos
afectivos.

El analizado debe ser removido a recordar algo vivenciado y reprimido por el, la
tarea del psicoanalista es que tiene que colegir lo olvidado por el paciente, desde los
indicios que este ha dejado tras si; mayor dicho, tiene que construirlo. Su trabajo de
construcción o de reconstrucción. Para esto el analista dispone de material auxiliar,
Si dispone a algo todavía vivo, no a un objeto destruido, el analista extrae sus
conclusiones a partir de unos jirones de recuerdos, unas asociaciones y unas
exteriorizaciones activas del analizado, aquí el reconstruye y complementa los restos
conservados.

En las construcciones analíticas las repeticiones de reacciones que provienen de


la edad temprana y todo cuanto son mostrados en la transferencia. Con el objeto
psíquico todo lo esencial se ha conservado, aun lo que parece olvidado por
completo, esta todavía presente de algún modo o en alguna parte, solo que
censurado, inasequible al individuo. Es licito poner en duda que una formación
psíquica pueda sufrir una destrucción total, es solo cuestión de técnica analítica que
se consiga traer esta a la luz de manera completa lo escondido. Es importante
considerar que nuestro conocimiento no esta preparado en medida suficiente para lo
que ha de hallarse, pues su estructura intima esconde todavía muchos secretos. Para
el análisis, la construcción es solo la labor preliminar.
La experiencia analítica nos enseña que no produce daño alguno equivocarnos
en alguna oportunidad y presentar al paciente una construcción incorrecta como la
verdad histórica probable. En psicoanálisis no hay interpretaciones precisas, el
propio dispositivo analítico permite equivocarnos como terapeutas.
En estos casos lo que sucede es que mas bien el paciente no queda tocado (no se
remueven los afectos), no reaccionara ante ello ni por si ni por no. En ocasiones es
posible que esto solo sea un retardo de la reacción del paciente, pero si este persiste,
estamos autorizados a inferir que nos hemos equivocado y en la ocasión apropiada
se lo confesaremos al paciente sin menoscabo de nuestra autoridad. Porque en la
medida que salga a la luz material nuevo permitirá una construcción mejor y, de tal
forma rectificar el error. La construcción falsa queda afuera, como si nunca hubiera
sido hecha.

El “sí” directo del analizado es multivoco. Puede indicar que reconoce la


reconstrucción oída como correcta, pero también puede carecer de significado, o aun
ser lo que podríamos llamar “hipócrita”, pues que resulta cómodo para sus
resistencias seguir escondiendo, mediante tal aquiescencia la verdad no descubierta.
Este “sí” solo posee valor cuando es seguido por corroboraciones indirectas; cuando
el paciente produce, acoplados inmediatos a su si, recuerdos nuevos que
complementan y amplían la construcción. Solo en este caso reconocemos al “sí”
como la tramitación cabal del punto en cuestión.

El “no” del analizado es igualmente multivoco y, en realidad, todavía menos


utilizable que su “si”. El paciente rara vez expresa una desautorización justificada;
muchísimo más a menudo exterioriza una resistencia que provocada por el
contenido de la construcción que se ha comunicado pero que de igual manera puede
provenir de otro factor de la situación analítica compleja. El “no” del paciente no
prueba nada respecto de la justeza de la construcción, pero se concilia muy bien con
esta posibilidad como toda construcción de esta índole es incompleta, expresa solo
un pequeño fragmento del acaecer olvidado, tenemos siempre la libertad de suponer
que el analizado no desconoce propiamente lo que se le comunico, sino que su
contradicción viene legitimada, por el fragmento todavía no descubierto, solo
exteriorizara su aquiescencia cuando se haya enterado de la verdad integra y esta
suele ser bastante extensa, la única interpretación segura de su “no” es por ende que
aquella que no es integral; la construcción, ciertamente, no se lo ha dicho todo.

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