Вы находитесь на странице: 1из 12

Folio 4 Help Infobase 1

2.1. LOS LIMITES DE LA NORMALIDAD EN SALUD MENTAL

2
CONCEPTO DE CASO PSIQUIATRICO-Responsable: F. Torres González, Granada

1. LOS LIMITES DE LA NORMALIDAD EN SALUD MENTAL

Autores: E. Gómez-Alvarez Salinas y J.C. Villalobos Vega

Coordinador: O.González Alvarez, Hueva

LA IDEA DE NORMALIDAD

En la práctica diaria, el psiquiatra se ve obligado a diferenciar si los comportamientos y pensamientos


del individuo que tiene frente a sí son normales o no. Para dicha tarea, es indispensable poseer un
marco conceptual preciso sobre lo que entendemos por normalidad.

Fijándonos en la ordenación psicopatológica de Kurt Schneider (1), contemplamos como punto de


partida la división de las anomalías psíquicas en "variedades anormales del modo de ser" y
"consecuencias de enfermedades y malformaciones", con lo que tendríamos una doble dicotomía:
anormalidad/normalidad y enfermedad/no enfermedad o salud (además de inferir el error que
supondría un abordaje médico de las variedades anormales del modo de ser).

No hemos de olvidar, asimismo, el contexto sociocultural que determinará de manera fundamental lo


que pudiera ser considerado normal.

Pasamos a delimitar los distintos criterios por los que se puede definir el concepto de normalidad.

NORMALIDAD COMO SALUD

1
Folio 4 Help Infobase 2

Corresponde al criterio médico: parte de la división entre salud y enfermedad e identifica salud con
normalidad.

Concepto de Salud

Elemento central en la práctica médica, diagnostica la pérdida de salud y prescribe un tratamiento para
devolverla.
Como ha señalado el Laín-Entralgo, la salud humana posee una estructura compleja (2), definida por:

Criterio subjetivo: salud como sentimiento difuso de bienestar.

Criterio objetivo: necesitamos previamente percibir sensorialmente el organismo del paciente, es


decir, considerarlo como "objeto perceptible". La objetividad puede ser establecida desde cuatro
puntos de vista.

Morfológico
Salud como ausencia de malformaciones, lesiones y cuerpos extraños.

Funcional
Sano sería aquel cuyas funciones vitales se encuentran dentro de los límites que definen la norma
funcional de la especie.

Rendimiento vital
Sano sería el que rinde sin fatiga excesiva lo que la sociedad o él mismo espera.

Conducta
Sin un comportamiento que se atenga a las pautas habituales no podría hablarse de salud.

Dependiendo del punto de vista en que nos instalemos, variará nuestra idea de salud.

Cuando coexisten un sentimiento subjetivo de bienestar con una morfología, una actividad funcional,
un rendimiento vital y una conducta, manifiestamente normales hablamos de "salud perfecta".

Esta sería un estado límite al que se aproximan los diversos estados reales de la vida humana; lo que
habitualmente se denomina buena salud sería una "salud relativa".

R. Moragas, nos aporta desde un enfoque sociológico, una serie de concepciones de salud
complementarias (3):

Somática-Fisiológica
Salud es, en esta concepción, bienestar del cuerpo y del organismo físico, y la enfermedad es el
proceso que altera este bienestar.

Esquemáticamente puede enunciarse esta concepción diciendo que si el organismo físico no posee
alteraciones visibles existe salud, y sólo cuando haya una alteración del soma existirá enfermedad.

2
Folio 4 Help Infobase 3
A pesar de las características objetivas que parece asumir el concepto de salud orgánica, interesa a la
sociología destacar que la percepción y vivencia de la salud y enfermedad no es uniforme para todos
los individuos; el nivel socio-económico o educacional, la clase social, el grupo de ocio al que se
pertenece, la religión, son todos ellos factores que influyen en la forma que los diferentes individuos
viven y perciben la enfermedad somática.

Psíquica
Señala la oposición tradicional entre lo psíquico y lo orgánico (lo psíquico como lo no explicable
orgánicamente), como entre lo subjetivo y lo objetivo. En las sociedades avanzadas, a medida que se
logran mayores niveles de salud física, es cuando la medicina comienza a reconocer la relación entre
organismo físico y psíquico.

Remarca el subdesarrollo de las teorías psíquicas; se sabe mucho más sobre la base somato-fisiológica
de la enfermedad que sobre la base psíquica de la misma. La limitación fundamental con la que se
enfrentaría la concepción psíquica es la subjetividad e indeterminación de las manifestaciones. La
sensación de bienestar psíquico es en última instancia una expresión subjetiva, a la que intentamos
llegar a través de la relación médico-paciente. Esta relación, que es manifestada mediante el diálogo,
reconoce la individualidad de cada enfermo, pero los principios en los que se basa son menos
científicos que los que se puede explicar en el examen del componente sómatico.

El médico se limitaría en muchos casos a reconocer la necesidad de enfrentarse con el componente


psíquico de la salud, y se sabe que su consejo y presencia curan, pero sin poseer una explicación
sistemática de la forma en que se consigue.

Sanitaria
Pondría el énfasis en la salud colectiva de una población. No se interesa por un caso concreto sino por
grupos sociales, lo que le lleva a utilizar la estadística, elevando sus conclusiones a niveles generales.
Estas generalizaciones deben identificar el grado de salud de una comunidad. La sanidad establece
medidas de lo que se considera saludable para una determinada comunidad (que serán distintas para
un país en vías de desarrollo y para un país industrializado).

Otra característica fundamental sería su enfoque preventivo; su trabajo se diseña para evitar la
enfermedad a toda la población potencial.

La concepción sanitaria posee un contenido amplio, que puede dividirse en medio ambiente material
(tierra, aire, alimentos...) y las personas que lo ocupan, a las que se agrupará por edad, sexo y
adscripción a determinados grupos sociales (de residencia, trabajo, ocio...), buscando regularidades en
estas agrupaciones que permitan establecer programas para actuar sobre los mismos. Es
fundamentalmente una concepción médica, pero pública y estatal.
Político Legal
La salud como un bien general, un derecho exigible por los ciudadanos y, como tal, susceptible de
protección jurídica.

El atentar contra la salud es penado por el Estado, pues supone un bien común que debe protegerse.

Económica

3
Folio 4 Help Infobase 4
Por un lado la importancia de la salud para la eficacia del factor humano en los procesos productivos y
por otro como un estado siempre mejorable en el que las inversiones nunca son suficientes.

Social
Salud y enfermedad no son acontecimientos individuales sino sociales. Para ser una persona sana, el
hombre necesita de relaciones sociales con ciertas características, y cuando pierda la salud, su curación
se acelera si mantiene contactos sociales adecuados. Las relaciones sociales pueden ser causa
coadyuvante de salud o enfermedad, o ser la sociabilidad la propia causa de falta de salud. Además
cada sociedad evalúa lo que es estar sano y enfermo, a la luz de una situación de hecho existente en la
misma (determinada por el desarrollo económico, educativo, político...); lo que hoy es salud para una
sociedad, puede no serlo dentro de unos años.

Ideal
Como la que suscribe la O.M.S.: "Estado de completo bienestar físico, mental, social, no meramente
una ausencia de enfermedad". La concepción ideal servirá de estímulo para mejorar los niveles de
salud existentes, aunque nunca se vaya a alcanzar dicho estado ideal.

Concepto de enfermedad

Etimológicamente, enfermedad viene del latín "in firmitas", esto es, aquello que no es firme, que no
puede sostenerse por sí mismo.

Para Laín-Entralgo, la enfermedad es una pérdida de salud, es un estado defectivo de la vida humana
(4). siendo el paso (objetivo y subjetivo) del estado de salud al estado de enfermedad paulatino
(rechazo al ontologismo nosológico, cuyo máximo defensor fue Paracelso, que consideraba la
enfermedad como ente sustantivo). Como ejemplo del paso paulatino entre ambos estados veamos la
cita de Castilla del Pino: "Las formaciones psicóticas son el resultado de un proceso, de un continuun,
que se inicia desde las denotaciones y connotaciones correctas, o, cuando menos, no psicóticas, hasta
las estrictamente psicóticas" (5).

Consideremos a la enfermedad como la conjunción entre la experiencia del paciente y la del médico:
Experiencia del paciente
Laín-Entralgo señala cinco momentos cardinales de la vivencia de enfermedad (6):

La "Aflicción" (la enfermedad es penosa).

El "Impedimento" (impide hacer algo, limita la vida).

La "Amenaza" (el enfermo se siente en riesgo de morir, de quedar inválido).

La "Soledad" (la enfermedad aisla, centra el enfermo en su aquí y ahora).

El "Recurso" (la enfermedad libera de los deberes que la sociedad impone).

Para Carrino (7), los rasgos fundamentales de la identidad de enfermo serían:

4
Folio 4 Help Infobase 5
"Pasividad forzada". El enfermo se ve obligado a delegar en otros la gestión de su propia persona y se
somete a una serie de actos incomprensibles, convirtiéndose en objeto de producción de la institución
sanitaria. Según el grado de pasividad será calificado como buen o mal enfermo.

"Disociación". La ciencia médica divide la totalidad de la persona asumida, aislando la parte que
estima, que es su campo de acción específico. La responsabilización sanitaria crea esta situación
contradictoria, de una parte el hombre continúa siendo un todo, con sus vivencias y condicionantes
sociales, y, por otra parte, la institución sanitaria gestiona dicha totalidad en función prácticamente
exclusiva de uno de sus aspectos.

"Culpabilidad". La idea de enfermedad ha estado teñida con una connotación negativa desde antiguo,
generando rechazo y agresividad (siendo considerada incluso como castigo de un pecado). La
agresividad social es una respuesta al peligro que el sufrimiento y la marginación suponen respecto a
los valores dominantes.

Experiencia del médico:


La enfermedad se manifiesta a través de la comunicación subjetiva que le realiza el paciente y a través
de desórdenes objetivos.

Desórdenes funcionales: síntomas "hiper" (intensificación anómala de una función fisiológica), "hipo"
(decaimiento cuantitativo), "a" (abolición), "dis" (alteración cuya cantidad no es fácilmente
cuantificable en términos de más o menos).

Lesiones orgánicas: anatómica, celular, bioquímica.


Trastornos del rendimiento vital.

Anomalías de la conducta.
En psiquiatría, el concepto de enfermedad presenta unas dificultades importantes que se apartan de
las que aparecen en el resto de las enfermedades médicas.

Por ello, en la clasificación de la patología psiquiátrica de la O.M.S. (CIE-10) no se habla ya de


enfermedades sino de Trastornos Mentales y del Comportamiento.

La enfermedad mental raramente origina una amenaza vital en sí misma (excepto en el caso de las
conductas suicidas), lo que también la diferencia de un gran número de enfermedades somáticas, en
las que este riesgo vital condiciona la actitud de paciente y médico.

Además, el enfermo mental no suele presentar dolor (no al menos de la forma que se presenta en
otras patologías), y es la afectación de terceras personas muchas veces la única sintomatología que
revela la existencia de la enfermedad.

Otro de los aspectos más destacables es la ausencia de conciencia de enfermedad que suele tener el
enfermo mental.

La Federación Mundial de Salud Mental ha dejado bien claro en la Declaración de Makuhari (Japón)
(1993) que la enfermedad mental no puede ser discriminatoria para los ciudadanos y debe ser tratada
de igual forma que cualquier otra enfermedad.

5
Folio 4 Help Infobase 6

Para Conrad (8), las enfermedades son juicios que los seres humanos emiten en relación con
condiciones que existen en el mundo natural. Son esencialmente construcciones humanas,
construcciones sociales, construcciones hipotéticas creadas por nosotros mismos. Como son juicios
sociales, las enfermedades son juicios negativos y por tanto son consideradas indeseables.

T. Parsons (9) señaló que tanto la criminalidad como la enfermedad son formas de designar el
comportamiento anormal. La anormalidad que aparece como intencionada tiende a ser definida como
delito; cuando aparece como no intencionada tiende a ser definida como enfermedad.

Parsons conceptualizó la enfermedad como anormalidad, principalmente debido a su amenaza para la


estabilidad de un sistema social a través de su impacto sobre el desempeño del rol de enfermo. Este rol
de enfermo tendría 4 componentes (2 exenciones de las responsabilidades normales y 2 nuevas
obligaciones). Primeramente, a la persona enferma se la exime de sus responsabilidades normales, al
menos en la medida necesaria "para que se ponga bien". En segundo lugar al individuo no se le juzga
responsable de su condición y no puede esperarse que se recobre por la fuerza de su voluntad. En
tercer lugar, la persona debe reconocer que estar enferma es un estado inherentemente indeseable y
debe desear el restablecimiento. En cuarto lugar, la persona enferma está obligada a buscar y cooperar
con un agente competente que la someta a tratamiento (generalmente un médico). Como legitimador
del rol de enfermo y como curador que vuelve a colocar los enfermos en sus roles sociales
convencionales, el médico funciona como agente de control social.

Para T. Szasz (10) "sólo cuando los legisladores y los juristas despojen a los médicos, y sobre todo a los
psiquiatras, del poder de ejercitar el control social por medio de sanciones cuasimédicas, estarán
entonces protegidos los derechos civiles de las personas acusadas de enfermedad mental o envueltas
en cualquier otra forma de intervenciones psiquiátricas que no han solicitado".

Ya para finalizar hay que indicar que llamar a algo "enfermedad" en la sociedad humana tiene unas
consecuencias importantes al margen de las alteraciones biológicas que produzca. El diagnóstico
médico afecta, de una manera fundamental, en el comportamiento de la persona enferma, en la
posición que adopta ante sí misma y en la que adoptan los que le rodean.

CRITERIO ESTADISTICO DE NORMALIDAD

Según este enfoque podríamos dar una doble acepción:

Sería normal lo que aparece con más frecuencia.

Serían normales aquellos comportamientos, actitudes, etc, que, en relación al grupo social en que se
realiza el estudio estadístico, quedan dentro del área de normalidad de la curva de Gauss, es decir, una
desviación estándar por encima y debajo de la media aritmética (11).

La mayor parte de los autores coinciden en criticar respecto a este criterio dos defectos
fundamentales:

No discrimina suficientemente entre las desviaciones por exceso y por defecto.

6
Folio 4 Help Infobase 7

No aclara la esencia de la normalidad, que va a depender más de cómo sea la muestra con la que se
compara que del sujeto mismo.

CRITERIO PSICODINAMICO

Para J. Coderch (12), sería normal aquel individuo capaz de convertir sus fantasías inconscientes en
sentimientos y pensamientos conscientes y en formas de comportamiento satisfactorias para él y los
demás.
Mientras mayor sea la solución de continuidad entre los procesos mentales inconscientes y
conscientes mayor será la anormalidad, con el consiguiente uso masivo de los mecanismos de defensa,
que junto a la gratificación inconsciente y simbólica de los impulsos insatisfechos, dan lugar a la
sintomatología de los trastornos psíquicos.

Sería relativamente normal aquel que está adaptado a las circunstancias reales de su vida y que es
capaz de armonizar las presiones de sus pulsiones instintivas (ello) con las exigencias de su yo y la
instancia censora (super yo).

No debemos entender la normalidad como ausencia de conflictos; en ocasiones dicha ausencia podría
indicar una escasa salud mental (como ejemplo tenemos el exceso de conformismo a presiones
ambientales) (13).

Lo que distingue al sujeto mentalmente sano es la capacidad de afrontar los conflictos extra e
intrapsíquicos y de resolverlos, o, como apunta Tizón, "una persona sana sería aquella en la que sus
ansiedades persecutivas están suficientemente elaboradas" (14).

CRITERIO FORENSE

Además de la ausencia de enfermedad, la normalidad exigiría una cierta madurez de la personalidad y


una capacidad de tolerancia, de flexibilidad y de adaptación al medio.

Consistiría en valorar la conducta de acuerdo con la imputabilidad del acto y su responsabilidad.

Jurídicamente, la imputabilidad es la actitud de la persona para responder de los actos que realiza.

Gisbert Calabuig (15) define como condiciones integrantes de la imputabilidad las siguientes:

Un estado de madurez mínimo, fisiológico y psíquico.

Plena conciencia de los actos que se realizan.

Capacidad de voluntariedad.

Capacidad de libertad.

7
Folio 4 Help Infobase 8
A su vez, estas condiciones se podrían resumir en dos:

Que en el momento de la acción el sujeto posea la inteligencia y el discernimiento de sus actos.


Que el sujeto goce de la libertad de su voluntad o de su libre albedrío.

Según esta línea argumental, toda enfermedad mental que afecte a la inteligencia o a la voluntad, así
como cualquier estado temporal de anulación o perturbación de la conciencia, viciarían la
imputabilidad por principio.

Goffman señala, que cuando un individuo realiza un acto que luego será considerado como síntoma de
enfermedad mental, dicha acción es valorada, inicialmente, como una infracción de las reglas sociales
(16); como un comportamiento lesivo digno de sanción. Destaca la importancia de la teoría freudiana
al respecto, a partir de la cual puede inferirse que el comportamiento socialmente inadecuado puede
ser psicológicamente "normal" y que el comportamiento socialmente adecuado pueda ser "enfermo".

En este orden de cosas, referente a la imputabilidad-responsabilidad, nos parece adecuado recordar


las precisiones de Castilla del Pino (17) referentes al mundo del psicótico: "Hay que dilucidar en qué
aspectos de su mundo mental el sujeto se comporta como psicótico y en cuales no, y cuánto hay,
además, de psicótico y cuánto resta de no psicótico".

CRITERIO SOCIAL

A lo largo de este capítulo hemos visto como el contexto social va impregnando los criterios anteriores
(la idea de normalidad). De ahí la importancia del modelo sociológico en psiquiatría: "delimitar lo
normal desde el ámbito sociocultural; lo anormal puede ser patológico, doloroso e inadaptado, pero en
ocasiones sano" (18).

Nos parece fundamental destacar la concepción de normalidad de G. Jervis (19):

La normalidad se definiría por su diferencia respecto al trastorno mental, que sería lo relativamente
evidente.

"Normal sería el que tiene la suerte de formar parte de la definición convencional del no trastorno
mental", "que no se considera ni es considerado como afecto a los problemas y trastornos
competencia de la psiquiatría".

Normalidad como conformismo: "Normal es el que se resigna a su dosis diaria de sufrimiento y aquel
que no es obstaculizado en su proyecto por específicas dificultades psicológicas y el que es aceptado
por su ambiente como un individuo que no necesita ser curado. Normal es el que se conforma a las
reglas dominantes".

Es la normalidad psicológica como un aspecto de la normalidad social; como consecuencia de la


tentativa del poder establecido de mantener los propios privilegios mediante la normalización social.
Desarrollaremos a continuación el análisis que realiza E. Goffman. (20) La forma en que un individuo
trata a los demás y es tratado por ellos manifiesta una definición del mismo: definición "virtual". Esta
puede ser dada, identificable en el comportamiento de agentes externos al individuo, constituyendo la

8
Folio 4 Help Infobase 9
"persona" del individuo. Paralelamente a estas suposiciones dadas, existirán aquellas virtualmente
actuadas, proyectadas a través de lo que se considera su comportamiento personal, constituyendo el
"sí" del individuo. La persona y el sí son dos imágenes del mismo sujeto; la primera incorporada en las
acciones de los demás y la segunda en las del individuo mismo.

La definición que alguien proporciona de sí puede ser distinta de la que le es proporcionada. Muchas
de las obligaciones y expectativas de éste se refieren a la organización social a que pertenece. La
socialización en la vida de un grupo lleva al sujeto a formular suposiciones sobre sí, delimitadas por las
relaciones con los otros miembros del grupo y por ellos aprobados según su relación con el trabajo
colectivo: la contribución que tiene la obligación de proporcionar y la cuota que tiene derecho a
recibir; estas suposiciones se refieren a su puesto dentro del grupo, que es sostenido por las normas
del grupo. El comportamiento de un individuo tiene una función indicativa que confirma o no el hecho
de que él conoce y mantiene su propio puesto. Los síntomas mentales serían formas de comportarse
inadaptadas (formas de desviación social), la prueba de cómo el individuo no está dispuesto a ocupar
su propio puesto; son actos a través de los cuales declara a los demás su exigencia de obtener
definiciones de sí mismo que la parte dirigente de la organización social no puede aceptar ni controlar.

El paciente obra como un elemento disgregante en la organización y en la mente de sus componentes;


un ejemplo de esto estaría en el caso del que se atribuye una identidad biográfica ajena, se
reconstruye a sí mismo según edad, categoría profesional que no le corresponden, presumiendo de
disponer enormes posibilidades personales ("locura del puesto"); pretende posteriormente un trato
según esta nueva definición y obligar a los demás a que confirmen esta identidad mediante la forma en
que lo traten. Se atribuye privilegios informales, transgrede las normas de la administración del espacio
personal. Rompe la barrera de las relaciones entre su segmento y los demás, olvida las líneas de
separación entre los grupos, comprometiendo las relaciones de trabajo. Esto traerá consecuencias
destructoras para los compañeros de trabajo, se sacará en ellos la idea de la existencia de una forma
común de entender el puesto social. Surge una solidaridad entre ellos por el antagonismo en sus
relaciones con el paciente; surge un contragrupo que tiene como blanco al paciente, frente al cual el
individuo puede sentirse obligado a reaccionar de forma violenta para liberarse de la atmósfera
asfixiante creada a su alrededor. El grupo puede considerar necesario formar una red de complicidad
para obligarlo a que acepte el ser curado por un psiquiatra.

Para finalizar señalaremos que desde la posición cultural relativista, una entidad (una condición) puede
ser llamada enfermedad sólo si como tal es reconocida y definida por la cultura. Así diferentes culturas
pueden entender una misma entidad como normal o como enferma. De esta manera Dubos (21) ha
expresado que una condición universal como la salud es un espejismo y que la salud y la enfermedad
se ven limitadas por el conocimiento cultural y las condiciones y adaptaciones al medio ambiente.

LA ANORMALIDAD Y SU MEDICALIZACION

Ya hemos visto anteriormente la gran dificultad para obtener una idea consensuada de lo que es
normalidad y el establecimiento de sus límites en salud mental.

Es fácil equiparar enfermedad mental con anormalidad, y, como indica T. Szasz "llamamos, en efecto,
enfermedades mentales a determinados problemas de la vida" (22).

9
Folio 4 Help Infobase 10
Siguiendo lo indicado por P. Conrad (23) podemos establecer que la medicalización de la anormalidad y
el control médico social que la acompaña predomina de forma creciente en las modernas sociedades
industriales.

El papel de la medicina ha sido el de curar a los enfermos y dar consuelo a los afligidos.

Hoy se buscan soluciones médicas para problemas de comportamiento y de anormalidad, habiéndose


ensanchado la jurisdicción de la clase médica, medicalizándose todos los problemas de la vida que
conlleven algún tipo de sufrimiento, personal o social.

La intervención médica se puede utilizar entonces como forma de control social, actuando sobre el
comportamiento anormal socialmente definido, utilizando medios médicos y en nombre de la salud.

En el concepto de enfermedad ya indicamos que para T. Parsons (24) la anormalidad tiende a ser
definida como delito o enfermedad según sea intencionada o no. Las respuestas sociales a la
criminalidad y a la enfermedad son diferentes; al criminal se le castiga para alterar sus motivaciones; al
enfermo se le trata para alterar sus condiciones; el fin es el mismo: conducir hacia el
convencionalismo.

Los conceptos de comportamiento anormal son cambiantes con el tipo de sociedad. Cuando el
tratamiento le gana terreno al castigo como sanción preferida de la anormalidad, una proporción
creciente de comportamiento se define como enfermedad en un marco médico. En la actualidad gran
parte de la anormalidad que antes se consideraba como maldad ahora se considera como enfermedad,
a consecuencia de una tendencia humanitaria general, del prestigio de la biomedicina y de la
disminución del control ejercido por la religión. Esto hace que la respuesta social a la anormalidad sea
terapéutica en vez de punitiva.
Antes de que pueda medicalizarse la anormalidad el comportamiento debe ser definido como anormal
y además debe ser visto como un problema por algunos miembros de la sociedad, personas cuyo
poder social es mayor que el del anormal.

Las formas y métodos de control social cambian, y es fácil que formas previas de control social que se
consideren como ineficientes o inaceptables dejen paso a controles médicos.

Cuáles son las condiciones necesarias para llevar a cabo la medicalización de la anormalidad?

Disponer de alguna forma médica de control social.

Existencia de algunos datos orgánicos ambiguos sobre la fuente del problema.

Que la clase médica acepte que tal comportamiento anormal entra en su jurisdicción.

Cuales son las consecuencias de la medicalización de la anormalidad?

Expansión (en apariencia interminable) de la jurisdicción de la medicina.

Supuesta neutralidad moral de la medicina a pesar de verse influida por el orden moral de la
sociedad.

10
Folio 4 Help Infobase 11

La medicalización profesionaliza los problemas humanos y sociales y delega en los expertos médicos
la atención de los mismos. Aparta la anormalidad del reino del debate público.

El control social médico utiliza métodos poderosos y a veces irreversibles para tratar el
comportamiento anormal.

La medicalización individualiza las dificultades humanas, ignorando o minimizando la naturaleza social


del comportamiento humano.

No podríamos terminar el capítulo sin hacer referencia a lo que debería ser una buena asistencia
médica y para ello utilizaremos las palabras de R. Willie del Instituto de Psiquiatría de Londres:"... "El
tratamiento es sólo una de las variables de un muy complejo campo de fuerzas. Debemos examinar
como la gente actúa por sí misma, como utiliza a sus amigos, a sus familias, como se entrelaza la vida
del individuo con los hechos fortuitos y con los acontecimientos de la vida, y analizar entonces el
tratamiento en ese contexto, en la medida en que viene a añadirse a esos procesos naturales...".

BIBLIOGRAFIA

1. Schneider K. Psicopatología Clínica. Editorial Paz Montalvo. 3. Edición española. Madrid 1970.
Páginas 13-15.
2. Laín Entralgo P. Concepto de Salud y Enfermedad. Editorial Toray. Patología General de Balcells.
Barcelona 1965. Páginas 9-10.
3. Moragas R. Enfoque sociológico de diversas concepciones de salud. Revista de Sociología. 1976 n. 5.
Páginas 31-54.
4. Laín Entralgo P. Concepto de Salud y Enfermedad. Editorial Toray. Patología General de Balcells.
Barcelona. 1965 Página 11.
5. Castilla del Pino C. Homenaje a Castilla del Pino. Revista de la Asociación Española de
Neuropsiquiatría. Volumen VIII, n. 27. 1988 Pág. 664.
6. Laín Entralgo P. Concepto de Salud y Enfermedad. Editorial Toray. Patología General de Balcells.
Barcelona. 1965. Página 13.
7. Carrino L. Identidad, Sanidad y Psiquiatría. Barral Editores. Psiquiatría, antipsiquiatría y orden
manicomial. Ramón García, compilador. 1975. Páginas 197-208.
8. Conrad P. Medicalización y control social. Crítica (Grijalbo). Ingleby D. Barcelona. 1980. Páginas 134.
9. Parsons T. The social systen. Free Press. Glencoe, III. 1951. Páginas 428-479.
10. Szasz T. "A quién sirve la Psiquiatría?". siglo XXI. Basaglia. "Los crímenes de la paz". 1977. página
320.
11. Coderch J. Psiquiatría Dinámica. Editorial Herder. Barcelona. 5. edición. 1991. Páginas 64-65.
12. Coderch J. Psiquiatría Dinámica. Editorial Herder. Barcelona. 5. edición . 1991. Páginas 69-70.
13. Coderch J. Teoría y Técnica de la psicoterapia psicoanalítica. Editorial Herder. Barcelona. 2. Edición
1990. Páginas 66-67.
14. Tizón García JL. Apuntes para una psicología basada en la relación. Editorial Hogar del libro
Barcelona. 3. Edición. 1992 Página 362.
15. Gisbert Calabuig JA. Tratado de Medicina Legal. Fundación García Muñoz, Sección Saber, Valencia.
1983. Páginas 596-597.

11
Folio 4 Help Infobase 12
16. Goffman E. Síntomas psiquiátricos y orden público. Editorial a cargo de Laura Forti. La otra locura,
mapa antológico de la psiquiatría alternativa. Cuadernos íntimos de Tusquets. 1970. páginas 265-266.
17. Castilla del Pino C. Homenaje a Castilla del Pino. Revista de la Asociación Española de
Neuropsiquiatría. Volumen VIII, n. 27. 1988. Página 665.
18. Vallejo Ruiloba J. Introducción a la Psicopatología y la Psiquiatría. Ediciones Científicas y Técnicas,
Masson-Salvat. 3. Edición. Barcelona. 1991. Página 35.
19. Jervis G. Manual crítico de Psiquiatría. Editorial Anagrama. Barcelona. 1977. páginas 205-209.
20. Goffman E. La locura del puesto. Siglo XXI Editores. Los crímenes de la paz. Editorial por F. Basaglia.
Primera edición en español. 1977 Páginas 257-307.
21. Dubos R. Mirages of health. Harper. Nueva York 1959.
22. Szasz T. "A quién sirve la Psiquiatría?". Siglo XXI editores. Los crímenes de la paz. Editorial por F.
Basaglia. 1977. páginas 308.
23. Conrad P. Medicalización y control social. Crítica, Grupo editorial Grijalbo. Psiquiatría Crítica. David
Ingleby, Ed. 1982.
24. Parsons T. The social system. Free Press. Glencoe. III. 1951 páginas 428-479. (Revista de Occidente,
Madrid. (1976).
25. Willie R. (Instituto de Psiquiatría de Londres). "Caminos de liberación". Revista "Correo de la
Unesco". Enero de 1982. Página 24.

BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA

1. Coderch J. Psiquiatría Dinámica. Editorial Herder. Barcelona. 5. Edición. 1991.


2. Ingleby D. Psiquiatría Crítica. Editorial Crítica, Grupo Editorial Grijalbo. 1982.
3. Jervis G. Manual crítico de Psiquiatría. Editorial Anagrama. Barcelona. 1977.
4. Tizón García JL. Apuntes para una psicología basada en la relación. Editorial Hogar del Libro.
Barcelona. 3. Edición. 1992.
5. Vallejo Ruiloba J. Introducción a la Psicopatología y la Psiquiatría. Ediciones científicas y Técnicas.
Masson-Salvat. 3. Edición. Barcelona. 1991.

i
http://www.intersep.org/manual/a2n2.htm
URL ID: 0008900119#

12

Вам также может понравиться