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liv. Revista de Ciencias de las Religiones iSSN:1 135.

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2001, Sc,,ncidhúnavm, pp. 47-55

El Augurium Sa/u/ls o la paz imposible

SANTIAGO MONTERO

RESUMEN: La ceremonia conocida como augur/uní salíais apenas debió de celebrarse en Roma a
lo largo de la República al no cumplirse su requisito básico: la existencia de paz Tan sólo Augusto
la celebró repetidamente bajo el nuevo régimen si bien como propaganda de la¡xzx augusta.
SUMJvIARY: The ceremony kruown as augurimmm salutis ‘vas híardly held iii Ronie during tlíe
Repumblie because it \vas not comuply with its basic recíuirement: the existence of peace. Only
Augusto held the ceremony several times in thie new regine although os advertising of the
pax augusta.

Probablemente no exista dentro de la vieja auguratio romana un ntual tan mal conocido
como el del augurium salutis . Sabemos, sin embargo, que constaba de dos ceremonias
diferentes: la primera, el augurium propiamente dicho, tenía por objeto conocer si los
dioses autorizaban a que se pidiera por la salud del pueblo romano, como nos dice Dión
Casio:

es una fonna de adivinación con la cual se busca si Dios quiere


que se pregunte por la salud del pueblo, como si fuese una impiedad
dirigir tal plegaria sin haber tenido antes el permiso (Dión Casio
XXXVII, 24, 1).

El rito augural —la consulta de los dioses mediante los auspicio ex avibus—
coma a cargo, naturalmente, de los augures:

lEí presemite trabajo ha sido realizado dentro del Proyecto “Religión y Política en la
Italia antigua. Interrelaciones entre el hecho religioso en sus diferentes mamíifestaciones y la
0 PB97-0297-
vida sociopohitica en Etruria y el Lacio (siglos VII-llI a.C.)” (D.G.í.C.Y.T. n
1107692). Sobre la ceremonia del augur/tan salíais: QL. Goldaer, Vissertatio de Rornaaorurn
e/ea Salíais Salutisqm¿e augurio, Oerae (1738); Rein, ‘Augurium salutis’, cmi R.E (1866), coIl.
2138; G. Costa, Lauguriuní salutis e lauguraculuní capitolino’, BuIL (7onmn,. Ardí. Con,. di
Roma. 36 (1910) p. 127; R. Cagnat, Laugurium salutis au début de notre ére, Comptes
rendus de 1 Académie des inscriptiomís et l3elles Lettres (1911) pp.53 Ss.; E. lllumemíthal,
Auigmiria salutis, Hernies (l 914) pp. 247ss; Liegle, L. Aemííiliims Pavilus als atmgcmr níaxinius
ma Jahre 169 ummíd dem Augurdun des Heils’, Hc’nnes (1942), pp. 262ss. 1’. Catalamio,
Comítributi alío stmmdio del diritto augurale, Torimio, (1960) Pp. 335-346. De fooíía mas
pasajera ahide ala ceremoniaS. Linderski, ‘The Augural Law, cmi ANRW 11, ¡6.3, pp: 2178 y
2254.

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.Sammtiago Mommtero Eh aoguriuom sa/mais o la paz impasible

Y los intérpretes de Júpiter Optimno Máxitno, los augures públicos,


por medio de los signos auspiciales, adivinen el porvenir y observen
las reglas de su ciencia. Tomen augurio para los sacerdotes, para los
viñedos y las mimbreras, así como para la salvación del pueblo.
(Jnterpretes autem Jovis Optimi A’Iaximi, publici augures. signis el
auspiciis postera mi denIa, disciplinam te/lento, sacerdotesque í’ineta
virgetaque el salutempopuli auguranto...) (De legib. II, 8, 21),

A continuación, tenía lugar la plegaria (qtme en opinión de algunos autores


duraba probablemente varios días). Wissowa2 advirtió acertadamente que no consistía
como se ha ercido— en una plegaria a la diosa Salus sino —como expresamenle nos dice
Dión Casio— en una plegaria por la salud del pueblo romano (saluspopuli Roma,¡i).
¿Quiénes recitaban laprecalio? De un pasaje de Plinio (NI! XXVIII. II) podría
desprenderse que los magistrados supremos pronunciaban la plegada en la ceremonia del
augurium salutis: videmusque certis precationibus obsecrasse síímmos níagislralíts. En
esta mnisnia línea figura Pesto quien precisa algo más respecto: Maxinntm praeíorem...
Pro collegio quidenm augunmnm decreiunm esí, quod in salíais augurio prae lores vía/ores et
minores appellantur, non ad aetatem, sedad vi/Ii imperi/ pertinere (Pesto 161).
Pero también sabemos que, en ocasiones, la precatio era dirigida por los
augures; asi, Cicerón nos dice:

Y así Masso después de su regreso de Córcega consagró un teimipio


tamnbién a Pons y en las plegarias de los augures vemos los nombres
de Tiberino, Spinon, Aiicmon, Nodino y de otros ríos vecinos
«taque el Fontis delubrum A-fasso ex (jorsica dedicavit, el in
auguriunm precatione TiSeriauní Spinonem .4nenmonenm Nodin uní cha
propinquorwnfluminum nomino ved/mus) (De noIi deor, III, 20, 52).

Creo, pues, que la ceremonia, dirigida por los augures, era cumplida -—por su
importancia— con la participación de los míiagistrados (al tnenos de los pretores) y quiza
también de otros sacerdotes.
Es 3. Linderski quien ríos ofrece la versión más complela sobre el contenido de
iunbas ceremonias: «at the beginning of the ceremrmony a simíiple address (its existence is
certainly to be postulated), tlíen dic consultation of time gods by íííeans of the auspicio ex
avibus in order lo asceflain whelher tlíey give Iheir consení lo prax for dic solus popul/
Romani. This ccremony ~vasperfornied by dic augurs; 1 belive tlíat it ivas on tUis occasion
thíat dic officiating augur mentioned ILe pi-actores ala/ores and ,ninores. He asked tIme
gods wlíether it is fas that pi-actores mo/ores and minores (or perhiaps Ihie praetor
níaxímus accompanied by thíe odíer praetores) pray for tIme salus of [he Romuan people i’z
/íaec verba; in tuis place líe undoubtedly recited time fítíl text oftlíeprccalio maxi,no. It is
importaní lo realize thaI iLe augur did nOl pray Lot ILe salmes when he recited tíxis

2 Religion mmm,d Kmmltíms der Rómiíer, 1912, p. 133 mi. 5.

1/mt Revista de Ciencias de tas Re/igiones


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200h. Sa,ntidhñna,n, 47-55
Samitimgo Nlomumero El omdguriuvm salíais o la paz imoposibí:

precalto: he only asked dic gods whíetlmer tlíey give tlíeir consent that dic praelores pray
for dic salas using dic precatio whíehí dic augur liad presented to dic gods for 1 hícir
appro~-al. lf tlie answer ivas positive dic officiating praetor pronounced (not only 3.
auspicato but also inaugurato) tlíeprecatio maxima (qua salaspopuli Romani petitur)»
Coincidiendo en lo esencial, aunque con menos detalles, recientemente P.
Cipriano ha escrito: «Usualmente, la locuzione augur/am sal atis, che é titolatura ufliciale
di un rito. ~iene intesa come espressione brachilogica per designare ipotetichie
consmmllazioni della divinitá che sarebbcro fatte alío seopo di assicurarsi jI permesso divino
alía recitazione di una preghííera finalizzata ad ottenere la solus del popolo rohuano.
Dunque, auguriam salutis equivarrebbe a auguriu,nprecationis salaus >0.
Pero lo que aquí nos interesa es que el aug¿triwn saluts se podía cumplir sólo si
no existían en curso guerras, ni civites ni internas. Asi, Dión Casio dice claramente:

[el augurianm salíais] tenía lugar todos los años. el día en que
ningún ejército estaba en campaña ni estaba en presencia de
enemigo ni sc detia combatir. Por esta razón no se cumplía cuando
los peligros se sucedían sin intemípción y sobre todo durante las
guerras civiles (Dión Casio )Ot7XVII, 24, 1).

¿Por qué este requisito especial, por qué la incompatibilidad entre el auspiciunm
salíais y la guerra? Emí cierta forma, la explicación que avanza Dión Casio es bastante
razonable:

Por eso. en caso de guerras continuas y especialmente de guerras


civiles, (el augur/am salutis) no se celebraba: en efecto, aparte del
hecho de que era muy dificil para ellos fijar con precisión un día
exento de peligros de todo tipo, hubiese sido absurdo, expuestos a
procurarse en las guerras civiles enonnes daños y destinados, sea
como vicloriosos o como denotados, a sufrir, que hiciesen al dios
tína petición de bienestar (Dión Casio XXXVII 24, 2-3).

5. Limíderski, op. cii. (n. 1) pp. 2255s. Con anterioridad, A. Calderimii habia
ofrecido la siguiente reconsinacción: «probabiinsente, dimnque, la cerimííomíia doveva durare pum
giom-ími. Se timtto ció e vero si lía umí caso in cui solo la risposta negativa ha cuello himísitato al
dies; 1 auguriuíís thvorevoie avrebbe efflmcacia limnitata nel temnpo, misa oltre il dios, essemído
oggetto una ceremísohiia che dura piú gioníi» (op. cil., p. 338).

P. Cipriano, “Lincrememíto del bemíessere socioaíítropico e míaturalistico Rl Lilia


conímee mnagica e sacrale latino-iranica’, Rend.MonjcaLi,mcei sO, vIO (1999) p. 514.

49 1/o. Revista de Ciencias de las Religiones


200 i,Samadhñna,n, Pp. 47-55
Santiago Montero :1 ammgmmro¿om sah¿lms o ha [maz.
imíiposible

A. Bouché-Leclercq sostenía que la ausencia de guerras o de enfrentamientos


civiles formaba parte del silencio, en el sentido augural de la palabra, exigido el dia del
auguran: -
Pero a ¡ni juicio pueden esgrirnirs razones de más peso. La raíz indoeuropea
*(a,Iwg, de donde la latina aag- o la avesta veas-, expresa la idea de crecimiento; el
término auguriam, pese a confundirse con el de auspicium, conservó siempre el sentido
de acción de incremento (así, Ovidio E. 1, 611-612: «de la raíz de esta palabra Niene el
vocablo augurio y cuanto tiene auge por obra de Júpiter»: ha/as et aagurium dependel
origine verbi ¡ el quodcumque sia ¡¡pp/ter augel ope). Esta idea, en conexión con la
petición de salas para el pueblo romano, es incompatible con la muerte que camisan las
guerras externas o civiles.
Nuestra hipótesis podría quedar confirmada, a mi modo de ver, por un pasaje de
Plutarco en el que se pregmmnta: «¿Por qué a los augures que tuvieran alguna herida les
estaba prohibida la observación de las aves?» ((II? 43).
Las continuas conquistas de Roma —primrmero del Lacio, después de Italia y el
Mediterráneo— impidieron la celebración del augur/un: salutis. La posibilidad de que
durante los primeros siglos de la República hubiera sido celebrado sólo en los meses de
invierno, cuando concltiida la temporada militar se disolvía el ejército, lía sido apuntada
por autores modernos como Wissowa pero ninguna fuente alude a la fecha y parece por
tanto difícil de adníitir.
En cualqmmier caso la celebración del augur/uní fue haciéndose cada vez msíás rara
dado que a las guerras externas afrontadas por Romísa se sumnaron desde el inicio del siglo
1 aC. las guerras civiles. Emi el año (>3 aC., meses antes de que la célebre comíjura de
Catilina fuera descubierta (sietído Cicerón cónsul pero no todavia augur), el a¡tgarium
salaíis tuvo tmn sentido desfavorable —y probablcmíaente la plegaria no llegó a
6. cl segundo de Dión
promiunciarse— como testimonian dos textos. el primero dc Cicerómí
Casio:

Cuando eras cónsul, el augur Apio Claudio te anunció —habiendo


juzgado ambiguo el auguriumn de salud— que se produciría una
guerra civil funesta y tehispestuosa. Y pocos meses después estalló y
tu (Cicerón) la sofocaste en pocos días (7/ti .ipp. Cloadius augur
consali nuntiav¡t ocIe/vb/tato salatis augur/a bellam deumnesl/cum

A. l3ouché—l.eciercq, liso/re de la d/íi,mation dans V-’lnliryailé, Paris, vol. IV


(1882)p. 195.

6 Sobre (3icerómí y ha adivimíaciómí: 1-,. Guihlaumnomít, lVmitosoplme cí aagur<?:

Rechercimes sur lo tlméorie cicé,-o,:/c-mne de la divinotion (Cohl. Latonius 184), Bruxeiles, 1984
“Cicero amíd Romísamí I)ivi!íatiomí, Pl’ 37, 1982. 12-38. Cfr. el capitulo Liii Zeitgenosse
hiseidet sich zu Wort: M. Tulhius Cicero de V. Rosemíberger, Gezúlínmie (Añuíer Das
1’rod/gi’:mvese,m dei- rtjnuisclme,m Rcpublik, Stumttgart. 1998 (isis: 78—90).

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2001. Saoíñdhúnaoí, 47-55
Samlii:mgo Nl ojitero El augm¿ rm omm satutis o la paz inaposibie

triste nc turbulenta,» fore; quod paucis post mensibus exorlum


pauc/oribits a te est diebus appressum) (Cie. de cliv. 1, 47, 105).

Por su parte Dión, siempre rcfmriéndose al año 63 aC., nos dice:

En aquel tiempo los romanos tuvieron, en aquella parte del año, una
pausa en las guerras, tanto que pudieron celebrar el llamado
augur/av de la saluc4 abandonado durante largo tiempo... Ellos, de
todas fonnas, pudieron celebrar aquella fiesta del augurio: no fue, sin
embargo, regular, porque volaron ciertas aves infaustas. Por este
motivo la repitieron. Y fueron observados otros infaustos presagios:
cayeron del cielo sereno muchos rayos, la tierra tembló fuertemente.
aparecieron en muchos lugares espectros de hombres y antorchas de
fuego se elevaron hacia el cielo desde el Occidente, de fonna que
cualquiera, incluso un profano, habría podido entemíder con
anticipación qué tipos de aconteciniientos anunciaban estos signos
(XXXVII. 24, 1-25, 2).

Coincidiendo ambos autores, el primero, con la expresión add¿tbitato, el


segundo con oit katharón, es decir, augurio impuro, no limpio dan a entender claramemíte
que la ceremnomna no llegó a celebrarse.
¿Cuál fue la causa de la suspensión del aztgariam saínas del 63? P. Cipriano
dice: «Cióvítol e/ii-e che il segno divino non aveva alean rapporto con il dies della
cerimnonia, miii con le esigenze fondameníaii chíe in essa si espriníevano; in altri terinitú
miotí aveva attinenza con la riclíiesta di potcr invocare la solas ma proprio con 1 contenuto
della preghiíera»’.
Dión Casio señala, comiío liemos visto, que fueromí signos in.fiíustos de todo tipo
los qtme impidieron la validez de la ceremonia. Dichos signos adversos pájaros de ira]
¿mtmgtmrio, tuyos. temblor de tierra, espectros de híoíííbres. antorcítas en el cielo-— pudieron
presentarse bien durante el transcurso de la aa.spicntio o biemí —coirio parece más
probable— dtmrante laprecatio.
En íííi opimíión no fue la visión clarií’/dente del atmgtmr Apio Claudio la que
anunció la proximidad de un hellum domesíicum triste nc lai-balentam sino la
iníervemíción de los líarúspices, cuya colaboración con el Senado en la demiuncia de la
conjuración de Catihina es bien conocida; Apio Claudio sólo se hizo eco del responsan;
Imaruspicinal.
Los signos observados en el 63 a.C. forman parte de los lhanmados prodigia
catiliniana (Obs. 175; 7~H II, 137; Cie. In final. III, 8, 19). Dos de ellos son citados por
Cicerón (a quien debe seguir Dión Casio en su relato) en stms Cat/l/nar/os:

1< Cipriano, op. cii., p. 515.

5 lío. Re,,sta dc Cmencioa dc las Religiones


2001 Sa,,, ádhánanm. Pp. 47-55
Saímmiago Montero El augmiriuíí¡ sa/vEis o la paz imposible

Pues, aun omitiendo prodigios como los fuegos nocturnos que desde
poniente encendian el cielo, aun preseindiendo de las exhalaciones
celestes y los temnblores de tierra, aun pasando en silencio tantos
otros prodigios que durante miii consulado tuvieron lugar, por los que
los dioses inmortales parecerían presagiamos los presentes
acontecimientos, no líe de callar al mnemíos, romanos, ni preterir lo
que voy a deciros (Catil. III, 8, 18).

Pues bien, el propio Cicerón pone de manifmesto que «híarúspices llegados de


toda hiruria predijeron la inminencia de ínuertes e incendios, la extinción de las leyes, la
guerra civil y doméstica (el bellum civile nc domesticum),..» (Catil. III, 8. ¡9). La muismila
expresión —típica del lenguaje líaruspicinal— se repite en los dos pasajes ciceronianos;
B. Mac Bain observó que «haruspical interpretations frequently predict cim’il sirfe,
bloadshed and discord in unambigaus tenmas». De lo sucedido en el año 90 a.C. —poco
antes del inicio de la guerra social— a los escudos de Lanuviumn, dice el propio Cicerón:
«quod haruspicibus Ir/sl/ss/man; visual esset» (Cie.. de div. 1, 99; cfr. Plimí ‘V/L VIII,
221).
En ci.ialquier caso, se pronostica una guerra civil. Lo que impedía el nonnal
desarrollo de la ceremonia augural y lo hacia antigua o impura era, sin duda, que por
entonces se estaban gestando ya los preparativos de un enfrentamiento civil, es decir, en
el lenguaje pohitico, la conjura de Catilina. Y es precisamente en la guerra civil, mus que
en las guerras externas, en lo que insiste Dión.
Las noticias disponibles indican que el aítgunium salulis sólo pudo celebrarse
durante el Imperio a partir del alio 29 a.C. Augusto —que por cierto había nacido en el
63 aL. el año de la frustrada ceremonia del augur/am salutis— puso, en efecto, especial
empeño en su celebración. Suetonio dice que la rescató junto a otras ceremonias que para
entonces habian caído en desuso: «Nonnulla e//am ex antiquis caeremon/is paulatim
atol/la res/ita/u, nr salutis Augui-ium» (Suet. >lug.. 31). El biógrafo nos da así a indicar
que, al menos, durante las guerras civiles de los últimos decenios habían impedido stm
celebración,
Dión Casio confirma la noticia, señalando que en el 29 aC., apenas comenzado
el primícipado de Augusto, fue celebrado el augur/un salutis. El historiador griego señala
que existía una amenaza (ésan men gel— en hóplois...) por parte de los tréviros (quienes
habían llamado en su ayuda a los celtas). vacceos y astures, que también otros pueblos
presionaban (si bien no se produjo ninguna peligrosa incarswn). todo lo cual da a
entender que debió existir alguna polémica religiosa (DC LI, 20. 4-5).

13. Mac I3ain, Pro<-ligv aocI espioNan: a siud> iv -eligion aocI potitics Pm
Republican Ronme, Bruxelles, 1982, p. 125. I’himíio dice que sise presemítamí dirae obstrepemítes
(cualquier tipo de onaina desfavorables) que dallan eí desarrollo de Lía rito o una plegaria ha
sido nial recitada, de repente desaparece el captmt extis o el corazómí Simí que la Victiman mntieral
clLmotiens ipsae dime obstrcpentes ííocucrimít qimotiemíve precatio erraverit; sic repente extís
adimi capita vel corúa mM geminan victima stamíte (Ml XX VIII, II).
Umí. Reisla de Ciencias de las Religiones 52
2001 . Sa,n,5dhñna,n. 47-55
Samítiago Montero Eh am¿gm~rimsvm salmais o la paz imnposible

Podemos am’ladir a estos dos testimonios una inscripción hallada en Roma9,


procedente de una significativa zona: el auguraculum del Capitolio. A. Grandazzi escribe
sobre el antiguo hallazgo’0: «C’est trés vraisemblablement de laugaraculuní de han
quétait célébré le rite de l’auguriurn salutis, remis en honneur par Auguste. Or on sait
qu’au début de ce sitele, á Poecasion des travaux de constniction du Vittoriale de Victor-
Emnanuel qui provoquérent le bouleversement de toute la partie nord-est du Capitole, fut
retrouvé un cippe qui fournissait, pour la premiére et jusqu’á pmtsent encore la soule fois,
une mention épigraphique de l’auguriurn maxirnuní. Cette base inscrite constitue done le
seul témoignage archíéologique qu’on puisse, avec une quasi certitude, attribuer A
laugunwíilum...».

En la inscripción se lee primero:

AVGVmA
MAXIMUM QVO SALVS P. R PETITUR
QVOD ACFVM EST
L. AELIO LAMIA NI. SERVILIO COS
L. POMPONIO FLACCO C. CAELIO COS

Se recuerda, pues, la celebración del augur/uní salatis en los años 3 a.C. y 17


d.C. Sigue después una lista de otros nuguria celebrados en los años 1, 2, 8, 12, 17:

QUAE ACTA SVNT


[C.CAESA]RE L. AEMILIO PALILLO COS
[P.VINI]CIO 1’. ALFENO VARO COS
[NI.FURJIO CAMILLO SEX. NONIO QUINCTILIANO COS
[GERM]ANICO CAESARE C. FONTEIO CAnTONE COS
[C.CAELIIIO L. POMPONIO FLACCO CaS.

G. Costalí demuestra que se trata de una inscmipción unitaria y no grabada en


dos momentos sucesivos, lo que autorizaría a pensar en su redacción en época de Tiberio.
A. Grandazzi cree, con razón que, tratándose de un pedestal, la inscripción, lejos de no
guardar relación con la estatua como suponía Costa 12 «repmtscntait le princeps en altgur,

A. Pasqui.Notiz/edegliScaí’i 1910, Pp. 132-134.


A. Grandazzi, “Le Roi et lAugure. A propós des auguracula de Rome’ cii La
d/vi,matio,m e/oms le maído étrusco-italiqmte. Caesarodunura suppl. 56(1986) p. 124.
‘L’auguritmmn salutise lauguraculuní capitolino” BcÁR 38(1910) PP. 118-140.

i2~ Costa, op. cit p. 135.

53 1/u. Revi sta de Ciencias de las Religiones


2001, Sanm&dlmñna,,m, pp. 47-55
San lago Nl omitero El cím¿gríriu,,m sa/milis o la paz imiiposilalc

Tibére en loccurrenee, puisque le dernier augur/uní muentionné par linscription etíl lien
en l7ap. J.C»tm3.
Sobre estos últimos augur/a, BlumentJialtm4 pensó hace años que se trataba
también de augur/a sal utis pero de menor grado ya que, en su opiniótí, éstos se dividian,
en su opinión, en mnximi y normales. Se basa para ello en Servio quien vincula, en
efecto, la precario ‘nos/ma al augur/uní maximam dejando abierta la posibilidad de otros
auguria menores: <especies augur/i, precatio aa/en; mar/ma esí, cum pIares íleos. quinta
in ce/cris partib¡ts augariorum precantur. even/asque rei bonne p(isci/mtr ¡it in mci/os
i¡tvent» (adA en. XII, 176).
Tácito (<lan. XII, 23) nos infonna de que en el año 49 d.C., es decir, bajo el
reinado de Claudio, volvió a celebrarse el augur/un; salatis: «El augtmrio de la Salvación
estaba abandonado desde hacía setenta y cinco años; se estimnó conveniente restablecerlo y
contirítiar para lo sucesivo» (Sala/ls augur/uní quinque el sep/agin/a oIl/lis oImssam
repeti nc e/cinc/e cont;n¿tori placitam).
Advierte Bouché-Leclercq que después de Claudio (49 d.C.) «on nenteod plus
parler dun ceremonial qui avait muérité par sos exigences de tomuber en désuétimdeo’5. El
pasaje citado de Dión tiene, pues, panicular valor si tenemos en cuenta mío sólo que el
ritual ya no se celebraba en su época sino que la auguratio tenía entonces escasa
importancia en la vida religiosa.
En cualquier caso los auspicio sahíNs se celebran repetidanmente sólo bajo el
principado de Atigusto (y de su sucesor Tiberio). Podríamos decir que la celebración de
este particular rito augural (rescatándola del olvido) fornía parte de la propaganda oficial
de la célebre par augustea, simbolizada arqt¡itectónicamnente en el orn PacusA ugazíac dcl
año 13 a.C.
La escasez de veces en que a lo largo de la historia de Ruina se celebra el
augur/Ion salutis corre paralela, a ini juicio, con las pocas ocasiones en que se cerraron
las puertas del temímplo de Jano, lo que, como sabemos, sucedia sólo en liempos de paz
(Virg., <len. VII, 607-622). Augusto, al igual que reinstauró el nugai-ium soluiisj se
jactaba de haber cerrado en tres ocasiones las puertas del templo de Jano. tan pocas veces
clausuradas en los siglos precedentes. La primera de estas clausuras tuvo lugar el 11 de
enero dcl 29, es decir, el mismo año que la primera celebración del aupar/uní s-al,¿tis.
A ella, celebrada con especial solemnidad, parecen aludir los versos de Ovidio
(FI. 277-288):

3 A. (aramídazzi, op. cii., p. 143 mí. 20.


o

ucines 49(1914) p. 252.


‘A l3oumclíé-Leclercq, op. cii., IV, p. 195.

m~ Algumios autores han creído reconocer has huellas de ‘Imía estrecha vimícimlaciómí
cutre la ideología augural y Augusto cii el prefacio de Livio; cfr. M. Coppola, Augusto mucha
praefatio liviana?’, A/qN 14 (1983-1984) pp. 67-70.

1/u. Revista de Ciencias de/os Religiones


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2001. Sao;ñdhmuna,ím, 47-55
Summiti ago Pvtommmero í-:m augm¿r¡vom salm>íu o ha paz imnposibie

Mi puerta, quitado el cerrojo, se abre de par en par para que el


pueblo que ha partido a la guerra, tenga también abierta la vía del
retomo. En tiempos de paz mantengo cerradas las puertas para que
la Paz no pueda escaparse. Por la divina voluntad del César voy a
estar largo tiempo cerrado». Mi dijo (Jano) y, levantando sus ojos
que mitran en opuestas direcciones, contemnpló cuanto encierra el
mundo entero. Reinaba la paz, y el Rin, motivo de vuestro triunfo,
Gennánico, te había rendido sus aguas finalmente sometidas. Jano
¡ haz que la paz y los ministros de la paz sean etemos, y concédenos
que el artífice de esta paz no abandone su obra! (trad. MA. Marcos
Casquero).

55 1/,>. Rev¡s,a de Ciencmos de las Religiones


200 I,Savmádhnnaom. Pp. 47-55

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