Вы находитесь на странице: 1из 3

Como un Niño

Un punto de vista de: Betty Bland

Con la reciente llegada de nuestro primer nieto, recuerdo no sólo la belleza e importancia
de la vida; sino también, nuestra dependencia en cada uno, para la supervivencia y
bienestar. Uno se pregunta, ¿cómo puede cualquier madre y niño sobrevivir en la vida,
sin el apoyo profesional y familiar? Ha habido y todavía persisten casos cuyas
condiciones son duras; y la supervivencia, muy tenue. Aún dentro de una comunidad, el
nacimiento de un niño puede convertirse en una bonita y nutritiva experiencia.

Los primeros aspirantes que deciden poner los pies en la senda espiritual, se parecen a
un recién nacido. Como un infante, ellos despiertan en un mundo extraño, en donde
requieren mucha atención, porque no tienen las habilidades; a pesar, de poseer un infinito
potencial.

Uno de los primeros requisitos para el neófito, es algún tipo de nutritiva atención. Hay muy pocos
en este mundo que; como el Buda, quien en soledad logra sentarse bajo el árbol del Bodhi (La
iluminación) y encontrar sabiduría. O, como Jesús, quien consiguió salir indemne durante
cuarenta días de tentaciones en el desierto, totalmente consciente de que él y el
creador/sustentador, son uno. Sin embargo, en esas instancias, varios maestros han contribuido a
la preparación de Buda y Jesús.

Debido a que los dos supremos ejemplos antes descritos se hallan más allá del conocimiento de
la mayoría de nosotros los mortales, somos más parecidos a los infantes; o al mejor de los niños,
jugando en los bordes de entender la vida y sus propósitos. Todos requerimos apoyo de sabios
maestros a través de sus escritos y la palabra hablada; al igual, que los buenos ejemplos por los
logros de nuestros compañeros y, lo más importante, llevar una afectuosa interacción con una
comunidad enfocada en la vida espiritual.

Necesitamos encontrar una comunidad con personas iguales a nosotros, quienes no piensen que
estamos locos por no seguir el usual patrón del materialismo interesado. Compañeros
investigadores con quienes podamos compartir nuestra búsqueda por iluminación, proveer un
cuadro igual de nuestras nacientes ideas; e indicarnos, los amplios horizontes de la exploración.

El avivado espíritu dentro de nosotros, es más que una chispa en una fogata de campamento. Si
nos encontramos muy lejos del moderado calor de la llama, nuestra flama fluctuará y perderá su
calidez. La personal conciencia responde al calor espiritual de aquellos a nuestro alrededor; y
puede perder su dirección, cuando constantemente es impactada por el materialismo y el auto-
enfoque de las tan desenfrenadas influencias de la oscuridad circundante.

A menudo, la llamada Sangha (Una comunidad espiritual), necesariamente no tiene que


proporcionarnos la proximidad física, aunque sea muy útil. Pero alguna relación debe ocurrir; y
claro, el contrato cara a cara siempre es el mejor. Pero en nuestra cambiante sociedad, con una
limitada proporción de buscadores espiritualistas; tal clase de contacto, puede ser esporádico y el
mejor. La Sociedad Teosófica, fue fundada para actuar como un núcleo de hermandad universal
de la humanidad. Ello implica, que se pensó como un centro que podría atraer las chispas
resplandecientes de las almas, para que animaran sus propias flamas, mantuvieran la hoguera
entre nosotros; y conducir a los recién llegados, hacia el calor.

En el volumen 14, de la Colección de Trabajos de H. P. Blavatsky, ella afirma: "Los primeros y


1
fundamentales principios de la fuerza moral y del poder, son la solidaridad y asociación de
pensamiento y propósito". Ella reconoció, que debemos unirnos como un núcleo humano para
sobrevivir y desarrollar nuestro potencial. Lo nuestro, no es una simple tarea, sino un complejo y
difícil proyecto.

Al igual que los recién nacidos, no sólo necesitamos el moderado calor del apoyo, sino que
tenemos en el interior, una montaña que subir. Llegamos a la escena con una limitada conciencia
y capacidades; y a través de muchos forcejeos, gradualmente desplegamos las habilidades de
ver, oír, hablar y actuar de acuerdo con los principios más altos. La persistencia y paciencia con
nosotros mismos e interacciones con otros, nos permitirán desarrollar tales habilidades para
constituirse en el lecho de roca que nos permita dar sólidos pasos, en la escalada de tal montaña.

Habrá muchos con un paso vacilador, pero cuando desarrollamos las habilidades para vivir en el
nuevo mundo, intentaremos entrar. Tenemos que aprender a funcionar en cada nivel, de una
manera completamente distinta a la que conocíamos. Estas tareas, se describen en la Luz del
Sendero, uno de nuestros tesoros de literatura esotérica, más o menos así:

Antes que los ojos puedan ver, deben ser incapaces de llorar. Antes de que el oído
pueda escuchar, debe haber perdido su sensibilidad. Antes de que la voz pueda hablar
en presencia de los Maestros, debe haber perdido el poder de herir. Antes de que el
alma pueda pararse en frente de los Maestros, sus pies deben limpiarse con la sangre
del corazón.

Cuando comprendemos nuestra dependencia y conexiones con otros, y el claro compromiso con
el proceso de desarrollar nuestras capacidades, compartimos una tercera similitud con cualquier
niño. Nuestro ilimitado potencial nos espera conforme despleguemos nuestro futuro brillo.
Llegaremos a un día donde seremos como sabios que sirven como guardias la humanidad. Como
Madame Blavatsky expuso: "Para quienes triunfan en el avance, hay la recompensa más allá de
todo decir –El poder de bendecir y salvar a la humanidad..." (Colección de Escritos, Vol. 13).

Cuando los padres miran fijamente a sus niños, se preguntan ¿quienes son estas pequeñas
criaturas? ¿Qué será de ellos? ¿Qué descubrirán, cuando crezcan? ¿Cuál será su aporte a la
belleza del mundo? El optimismo satura la mayoría de las reacciones de esos pequeños, por las
cuantiosas existentes posibilidades durante su infancia. Sin embargo, reconocemos que puede
haber muchos tropiezos y dificultades; pero también eso, es parte del proceso de crecimiento.

El desarrollo de nuestro potencial, debe estimular una decidida perseverancia en trabajar sobre
nosotros mismos, invirtiendo esfuerzos en unirnos todos juntos como personas iguales-
semejantes para poder servir; al igual, que el núcleo de carbones enrojecidos que tanto nos
calienta como nos desafía. Necesitamos asociarnos, como cualquiera tierna criatura que lucha
para sobrevivir.

Si tenemos presente la imagen de un niño desarrollándose cuando tratamos de crecer


espiritualmente, y si acercamos a nuestros compañeros en el esfuerzo, podremos alcanzar una
comprensión mucho mejor, y ver las cosas desde una perspectiva más amplia. En vez de
defectuosos seres del presente, deberíamos ver la belleza en la infancia. Cuando miramos el
espejo o a través de la ventana del corazón de nuestros compañeros, percibiremos el potencial y
la pureza de la sabiduría. Entonces, vemos a los sabios actuando.

Extraído de: http://www.theosophical.org/theosophy/questmagazine/novdec05/bland/index.html

2
3

Вам также может понравиться