Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
"UNICA NORMA,
EL AMOR "
URSULA BENINCASA IMPRlMI POTEST
Napoli 8 diciembre 1990
Festa dell'Immacolata Concezione
P Graziano Capannolo C.R.
Prep. Prov.le.
LA VENERABLE SOR
URSULA BENINCASA
FUNDADORA
DE LAS RELIGIOSAS TEATINAS
DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
La primera soledad
Era cierto, Dios la llamaba y su voz sonaba en todas las cordilleras del corazón;
pero ¿a qué convento la llamaba? Nápoles estaba a la sazón lleno de conventos.
Entre ellos uno la atraía con una fuerza especial, el de las capuchinas, que había
fundado una noble dama, María Longo, bajo la dirección, nada menos, que de san
Cayetano de Thiene. Lo llamaban el convento "De las Treinta y tres", porque la
comunidad de sus religiosas no debía nunca superar ese número. Y como ese
número estaba entonces completo, Ursula no pudo entrar. Es muy probable,
además, que las condiciones de su salud, tan endeble, no le habrían permitido
soportar la dureza de aquella regla. Cuando supo que no la aceptaban, dijo
Ursula: "Yo deseaba desprenderme de todo y, sepultada en vida, no dejar de darte
gracias, Señor. Por culpa de mis pecados no lo he merecido; y ya que no me aceptan
los hombres, acógeme Tú, Dios mío. Sé que tu bondad me otorgará las gracias que
no merezco". Tales fueron en aquella prueba sus palabras, según ella misma
confesó a su director espiritual, el teatino P. Lorenzo Santacroce.
Casi sin sentirlo, sus frecuentes arrobamientos hicieron que su habitación se
transformara en un minúsculo convento, y así, viviendo en el mundo, emulaba la
vida de las almas consagradas que vivían en los monasterios. Vistiose una túnica
negra parecida al hábito de los teatinos, ciñó su cuerpo con un cilicio y empezó a
dormir en el suelo. Comía frugalmente y no condimentaba sus platos; vivía en una
atmósfera de oración y de penitencia.
Dispuso junto a la habitación, con un ajuar reducido al mínimo, una pequeña
capillita en la que el obispo le permitía tener la Eucaristía, y en la que de vez en
cuando se celebraba la misa. Un programa de vida monástica en el mundo, por el
que, a sus veintisiete años, Ursula quedaba consagrada al Señor.
A los que estamos acostumbrados a las ventajas y comodidades del opulento
siglo XX todo eso puede parecemos extraño y hasta sin sentido. Pero hay que
saber que la santidad y el amor de Dios siguen un rumbo que no es el de nuestra
lógica. "El Espíritu sopla donde y como quiere" - decía Jesús a Nicodemo (Jn 3,8).
¡Feliz aquel que se deja llevar por ese Espíritu!
Ursula se dejaba guiar dócilmente por El y no le preocupaba lo que otros
pudieran decir o pensar.
"Sea lo que el Señor quiera - solía decir -; lo que El quiere lo quiero yo".
A la montaña, a la montaña
Tenía Ursula otra expresión muy corriente en sus éxtasis: "Perdón, Señor,
perdón por los pecadores. Carga sobre mí el castigo". Esa insistencia en el perdón la
empujaba a aumentar sus oraciones y penitencias en reparación del amor de Dios
tan ofendido por la malicia de los hombres. Cuando de verdad se ama, no hay
dolor más grande que ver ofendida la persona que se ama, y el corazón se muere
de ganas de hacer algo para reparar la ofensa. A esta criatura llena de amor, tan
humilde, Dios le preparaba una misión que mil otras personas podrían haber
desempeñado tanto por su inteligencia como por su capacidad y dotes humanas.
Pero ¿no dijo san Pablo que "Dios escoge lo que el mundo tiene por despreciable y
por tonto para confundir a los sabios, y lo que el mundo tiene por débil para confundir
a los fuertes"?
A ella la escogió Dios precisamente, a Ursula Benincasa, la mujer que no era
ilustrada ni docta ni noble, para enviarla al papa Gregorio XIII con este mensaje
que El mismo le había dictado en un éxtasis: "Quiero que vayas a Roma. Y le dirás
al papa que estoy muy ofendido con los pecados de los cristianos. Ve; Yo estoy
contigo. Si no vas, el mundo será castigado igualmente. Ve; tus credenciales serán
tus éxtasis, que irán siempre contigo".
Pobrecita; ¿quién la iba a creer? Toda la razón tenía cuando dijo, después de
la audiencia papal:
"Sólo Dios sabe cuántos pañuelos he empapado con mis lágrimas, y lo que me ha
costado un encargo tan desagradable”.
Menos mal que el arzobispo de Nápoles había descubierto ya un designio de
Dios en todo lo que acaecía en aquella criatura y la hizo partir con su bendición.
Ursula partía el 29 de abril de 1582 y llegaba a Roma el 3 de mayo. El 5 la recibía
el papa en su residencia de Frascati. Se presentó Ursula con una convencida
declaración de nulidad y muy indigna de comparecer ante el pontífice. Pero allí
estaba - afirmaba - a los pies del papa por expresa voluntad de Dios, que estaba
tan ofendido de los hombres que deseaba una severa llamada a toda la
cristiandad para que reformara sus costumbres. Después expuso con toda
humildad los detalles de su misión que, precisaba, "no es mía, sino de Dios".
El papa acogió la voz de Dios que le llegaba a través de aquella sencilla
mujer, y, después de bendecida, le dijo: "Hija, pide a Dios que nos perdone".
No hay para que decir que todos esos hechos extraordinarios imponían una
cautela: los visionarios no habían faltado nunca en la Iglesia de Dios a lo largo de
los siglos.
¿Y si esta mujer fuese uno de tantos?
El calvario romano
bendijo diciéndole: "Que Dios te conceda las gracias que le pides”. No hay duda
de que Dios camina al lado de su Iglesia, una Iglesia que, si bien de origen divino,
se apoya en la fragilidad de los hombres.
De vuelta a Nápoles, Ursula se estableció definitivamente en el monte
Sant'Elmo. La soledad que ella apetecía resultó una ilusión. Las halagadoras
noticias que sobre su santidad de vida llegaban de Roma, hacían crecer cada día
la procesión de los que acudían a ella para pedir oraciones y consejos. Pero
acudían, sobre todo, muchachas jóvenes atraídas por el deseo de consagrarse a
Dios y de vivir en comunidad con ella. Entre los visitadores ilustres descubrimos
los cardenales César Baronio, Pedro Aldobrandini y muchos otros purpurados,
obispos y príncipes, como Filiberto de Saboya, y hasta dos santos, san Lorenzo
de Brindis y san Camilo de Lelis.
De vidente a fundadora
Aquel luminoso testimonio de una vida llena de bondad y de amor y, sobre todo,
aquella ininterrumpida unión con Dios, habían llegado a ser un reclamo y señuelo
para las jóvenes de Nápoles que se sentían atraídas por su ejemplo. De la noche
a la mañana, Ursula se vio rodeada de un enjambre de muchachas con ganas de
consagrarse a Dios en la vida común a fin de seguir a Jesús más de cerca.
Una vez obtenido el permiso de la autoridad eclesiástica para constituirse en
comunidad, dio principio, en el monte de Sant'Elmo, a la "Congregación de la
Inmaculada Concepción", estableciendo que en ella no se emitirían los tres votos
consabidos de pobreza, castidad y obediencia, sino sólo una renuncia pública
como oblación al Señor. Ella lo explicaba así: "El Señor desea que se le sirva con
amor y agilidad de espíritu; así que nadie debe sentirse retenida por fuerza en la
comunidad".
A aquellas primeras jóvenes consagradas se unió muy pronto un grupo
todavía más numeroso de jovencitas que pedían ser formadas en la perfección
cristiana, mientras seguían viviendo en el mundo en estado secular. Las llamó las
"Educandas" y para ellas fundó el "Conservatorio de sor Ursula", que alcanzó un
inmenso prestigio en la ciudad partenopea.
Dios enaltece a los humildes, y éstos, puestos en sus manos, como puntales
de la santidad de la Iglesia, son artífices de obras maravillosas.
Aquella Ursula, tan humilde, tantas veces probada por los hombres, se
encuentra, casi sin darse cuenta, que es la fundadora de dos obras: una de ellas
juntaba en el monasterio unas almas consagradas a Dios en el silencio, la otra
comprometía seriamente las almas en el ejercicio de la perfección cristiana aún
estando en el mundo. Y así, con el nacimiento de estas dos obras, se cumplía lo
que ella misma había anunciado proféticamente en un éxtasis de su adolescencia:
"Santo Monte de Dios; aquí vendrán a servir al Señor legiones de almas". La
misma Ursula, que no podía creerse lo que sucedía en torno a su persona, dirá
más tarde, en el principio de la Regla: "Os aseguro, hijas mías, que jamás fue mi
intención fundar congregación, es el Señor quien lo ha querido así. Nosotras
pretendíamos estar en nuestra casa y santificamos sirviendo y amando en paz al
Señor, pero El ha dispuesto de otra manera".
Y aquí se nos ocurre una pregunta: ¿Cómo es posible una Congregación de
la Inmaculada Concepción en el siglo XVI?
Pienso que es oportuno recordar que en los tiempos de Ursula el culto a la
Inmaculada era profundamente sentido y vivido por los fieles napolitanos y que
justamente los teatinos eran aguerridos promotores y propugnadores de ese culto
con sus escritos y con su predicación. Esa devoción, tan profundamente
enraizada en el pueblo y más todavía en el alma de Ursula, debió ser la que
sugirió llamar de "La Inmaculada Concepción" a la Congregación por ella fundada.
Pero hay más: la Iglesia que construyó ella bajo la inspiración divina tenía por
titular a "La Santísima Concepción de María Virgen Inmaculada", que fue así la
patrona principal de la naciente Congregación.
La Ven. Ursula Benincasa a los pies de la Inmaculada.
Oleo en tela de Giovanni Manno. 1834, en la Curia General de los Padres Teatinos - Roma.
Guía y maestra
Ursula, alma elegida y, sobre todo, mujer en el sentido más pleno y hermoso de la
palabra, sólo se decidirá a dictar la Regla que insistentemente le pedían sus hijas dos
años antes de morir, y lo hará por un acto de obediencia a su superiora. En la Regla
aparecerá con singular relieve la mujer llena de una riquísima carga de humanidad
antes que la religiosa. ¿Y qué regla habría podido dictar aquella que había encerrado
en una sola palabra “Amor” toda la regla de su vida entera?
Ursula tenía en su mente una idea fija: el Amor ante todo. ¿Y no es ésa la
primacía que todos deberíamos tener y practicar desde el momento que nuestra
religión cristiana ha sido definida justamente "la religión del Amor"?
El amor había sido para ella el programa de vida, y por eso pudo escribir
sabiendo bien lo que decía: "No hay más regla que el amor".
Un amor lleno de gozo es el que rezuma la Regla, lleno de premurosa
atención por la salud física de las hermanas y de cariño para cada una de ellas:
"Hijas mías, sed alegres. Es con alegría como se sirve al Señor. Tomaos de vez en
cuando las distracciones que os parezcan oportunas, con tal que no sean impropias
de la vida religiosa ".
Dedica una particular atención a las enfermas:
"Quiero que la comunidad haga por la enferma lo que haría una madre por su hija;
oro habría que darle, si oro fuese lo que necesitaba".
Y sabiendo bien de dónde parten las trampas más peligrosas que pueden
acabar con la tranquilidad y la serenidad de una casa religiosa, recomienda:
"¡Frenad la lengua, frenad la lengua! La que en eso no se esfuerce, intentará en vano
conquistar las demás virtudes".
Y al fin, como si quisiera dejar de lado todo lo que acababa de dictar por
obediencia, esculpe, al final de la Regla, una frase tan verdadera y tan actual que
el tiempo jamás logra desgastada: "Vuestro libro ha de ser el Crucifijo. Ha de ser
todo para vosotras; en El encontraréis todo bien".
La santa, la maestra, la fundadora quiso, una vez más, recomendar a sus hijas
antes de morir lo que había sido el lema dominante de toda su vida: “Amaos,
amaos las unas a las otras; respetaos y desead a las demás lo que para vosotras
deseáis. Si lo hacéis así, el Señor estará con vosotras. Y rogad por mí ”.
Después de encomendar su obra, a través de su confesor el P. Santacroce, al
gobierno y dirección de los Padres Teatinos, a los que había estimado
profundamente, y después de entregarles la Regla para que los Padres se
sintieran responsables de la Congregación, su alma voló al cielo arrebatada en un
éxtasis que ya no tendrá fin.
Murió teniendo fijos los ojos en la imagen del Crucifijo que tenía enfrente de sí.
¡Era su libro! Así lo dicen todos los que asistieron a su muerte.
Era el 20 de octubre del 1618.
Los Teatinos, en su Capítulo General de 1633, tomaban bajo su autoridad y
dirección la Congregación y el Monasterio. Y desde aquel momento las religiosas
de Madre Ursula Benincasa se llamaron oficialmente "Teatinas de la Inmaculada
Concepción".
Y el 7 de agosto - fiesta de san Cayetano - de 1793, en la basílica teatina de
san Andrés della Valle de Roma, el papa Pío VI proclamaba solemnemente la
heroicidad de sus virtudes.
Las que fueron fuentes de vida para ella y para nosotros
Galería a la que se abren las antiguas Campanario del monasterio de las Pérgola característica en el jardín del
estancias de las religiosas eremitas. Hoy, religiosas teatinas de la Ven. Ursula antiguo monasterio, hoy “Instituto Suor
sede del “Instituto Suor Orsola Benincasa, hoy en el “Instituto Suor Orsola Benincasa” de Nápoles.
Benincasa” de Nápoles. Orsola Benincasa” de Nápoles.
Retrato físico de la Venerable
Pienso que el lector agradecerá que le ofrezca el retrato físico de la Ven. Sor
Ursula Benincasa tal como nos lo pinta Giovanni Bagatta en 1690.
"Dado que hasta ahora hemos hablado sólo de su alma, es justo reseñar
ahora las facciones externas de nuestra Madre.
Era su cuerpo pequeñito con miembros bien proporcionados a la estatura.
Hermosísima su cara, especialmente en la juventud. Encarnadura muy blanca,
ojos negros y grandes, muy vivaces y expresivos, las cejas perfectamente
arqueadas. Tenía en la parte izquierda de la barbilla un lunar con mucha gracia.
Frente ancha y espaciosa, cabellos negros, gracioso semblante, más bien
llenito".
D.O.M.
A LA ETERNA MEMORIA
DE LA VENERABLE URSULA BENINCASA FUNDADORA
DE LA CONGREGACION TEATINA y DE ESTE MONASTERIO.
MURIO EL 20 DE OCTUBRE DEL AÑO 1618.
RECOGIDOS POR MANDATO DEL SUMO PONTIFICE y DESCRITOS EN ACTA OFICIAL
LOS HECHOS SINGULARES DE SU VIDA,
SE PROCEDIO AL RECONOCIMIENTO DE SU CADAVER Y, HALLADO INTACTO,
FUE DEPOSITADO EN EL MISMO LUGAR DONDE ANTES HABIA SIDO SEPULTADO.
LAS HERMANAS DE DICHA CONGREGACION A SU MADRE Y PATRONA.
Eterno Padre, por los méritos de la pasión de tu Hijo Jesucristo y por la acción
santificadora del Espíritu Santo, te ruego que glorifiques en esta tierra a tu sierva
Ursula Benincasa, concediéndome por su intercesión la gracia que te pido.
Padrenuestro, AvemarÍa y Gloria.
Las gracias que se reciban por intercesión de la Ven. M. Ursula Benincasa pueden ser
notificadas a cualquiera de las comunidades de Teatinas que se reseñan a continuación:
Casa Provincial
Marqués de Portugalete, 14 28027 Madrid
Casa Provincial
Cuzco, 752 - Col. Lindavista
07300 México D.F.