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ACTAS AMERICANAS

Universidad de La Serena
Facultad de Ciencias Sociales y Económicas
Departamento de Ciencias Sociales
Área de Historia
Chile

AÑO 14, Nº 15, 2007


UNIVERSIDAD DE LA SERENA-CHILE

Rector
DR. NIBALDO AVILÉS PIZARRO

Decana Facultad de Ciencias Sociales y Económicas


DRA. LUPERFINA ROJAS ESCOBAR

Director de Investigación y Desarrollo


DR. MARCO CORGINI VIDELA.

REVISTA “ACTAS AMERICANAS”

Director
ROBERTO PAÉZ CONSTENLA

Comité Editorial
ANÍBAL MERY FLORES
HERNÁN CORTES OLIVARES

COMITÉ CONSULTOR EXTERNO

JORGE PINTO R. (Universidad de La Frontera, Temuco)


JOSÉ GONZÁLEZ P. (Universidad Católica del Norte, Antofagasta)
JOSÉ MARTÍNEZ (Museo Chileno de Arte Precolombino, Santiago)
ANA T. FANCHÍN (Universidad Nacional de San Juan, Argentina)
ISABEL GIRONES (Universidad Nacional de San Juan, Argentina)
ANGEL ESPINA BATRROS (Universidad de Salamanca, España)

INSCRIPCIÓN ISSN 87.591


Correspondencia y canje:
Roberto Páez Cónstenla. Departamento de Ciencias Sociales, Fondo
Bibliográfico Americano, Universidad de La Serena, La Serena, Chile.
Casilla 599-FAX 204386- Teléfonos 204314-204336.
E-Mail: rpaez@userena.cl
Figura de portada: Litografía “Andacollo (26 diciembre
1836)” en “Atlas de la Historia Física
y Política de Chile”, de Claudio Gay.
PRESENTACIÓN

El número 15 de “Actas Americanas”, trae una contribución de


Mariana Ester Lera de la Universidad Nacional de Salta, Argentina,
sobre la “Ganadería de Cachi (Salta), y su comercio hacia Chile en el
siglo XIX”. El trabajo es una parte de una investigación mayor, sobre
la economía de Salta, que contribuye a reafirmar la vinculación de esa
provincia argentina con nuestro Norte Grande en aquel siglo.
En segundo, Claudio Galaz presenta el artículo “Una donación
singular: la colección de jarrones chinos cantoneses en el santuario de
Andacollo (1893-1938).” Dicho artículo corresponde a un trabajo en
preparación sobre Museología e Historia en el Norte Chico de Chile.
Por su parte, Patricio Cerda y Gabriel Salazar, inician un
estudio pionero sobre la materia, un nuevo camino de conocimiento
sobre la realidad local que se encuentra en el artículo: “La Imagen de
la ciudad de La Serena en el siglo XVI: de la herencia indígena a la
ciudad antigua”.
En la línea de la Historia de la religiosidad popular en el Norte
Chico de Chile, el profesor Aníbal Mery presenta su artículo titulado:
“Religiosidad Popular en Norte Chico de Chile: la Virgen de
Andacollo y la grasa bendita (1893-1943)”.
Finalmente, contribuye a este número el etnolinguista Herman
Carvajal Lazo, con un artículo: “Apuntaciones sobre el tema diaguita
en Chile: los aportes de la Toponimia”. De esta forma, también
nuestra revista de Historia dialoga con otras especialidades, esta vez
con datos etnolinguísticos que ayudan a esclarecer el panorama étnico
de la zona.
Como siempre, el investigador del Museo Gabriela Mistral de
Vicuña, Fernando Graña P., colabora con una reseña. Como
igualmente lo hacen Roberto Páez C. y Claudio Galaz T.

Roberto Páez Constenla


Director
4
ÍNDICE

Presentación

Artículos Págs.

GANADERÍA DE CACHI (SALTA), Y SU COMERCIO HACIA


CHILE EN EL SIGLO XIX
Mariana Ester Lera, Universidad Nacional de Salta, Argentina

UNA DONACIÓN SINGULAR: LA COLECCIÓN DE JARRONES


CHINOS CANTONESES EN EL SANTUARIO DE ANDACOLLO
(1893-1938)
Claudio Galaz T., Universidad de La Serena, Chile

LA IMAGEN DE LA CIUDAD DE LA SERENA EN EL SIGLO


XVI: DE LA HERENCIA INDÍGENA A LA CIUDAD ANTIGUA
Patricio Cerda C., y Gabriel Salazar S., Universidad de La Serena,
Chile

RELIGIOSIDAD POPULAR EN EL NORTE CHICO DE CHILE:


LA VIRGEN DE ANDACOLLO Y LA GRASA BENDITA (1893-
1943).
Aníbal Mery F., Universidad de La Serena, Chile

APUNTACIONES SOBRE EL TEMA DIAGUITA EN CHILE: LOS


APORTES DE LA TOPONIMIA
Herman Carvajal L., Universidad de La Serena, Chile

5
Reseñas
“Pueblos originarios del Norte Florido de Chile”, Hernán Cortes O.,
Patricio Cerda C., y Guillermo Cortes L., Editorial del Norte, La
Serena, 2003
Fernando Graña Pezoa, Museo Gabriela Mistral, Vicuña, Chile

“Historia Regional: Estudios de casos y reflexiones teóricas”, Sara


Mate y Nidia Arcos (Coordinadoras), Editorial Universidad Nacional
de Salta, 2006
Roberto Páez C., Universidad de La Serena, Chile

“Fracturas: de Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-1973)”,


Tomás Moulian, Editorial Universidad ARCIS-LOM, Santiago, 2006
Claudio Galaz T., Universidad de La Serena, Chile

6
ACTAS AMERICANAS, 13, 2005, UNIVERSIDAD DE LA SERENA, CHILE
_____________________________________________________________

GANADERÍA DE CACHI (SALTA) Y SU COMERCIO HACIA


CHILE EN EL SIGLO XIX*.

Mariana Ester Lera**


Introducción

Cachi, constituye actualmente y desde 1840 uno de los


departamentos administrativos en los que se organizó el territorio de la
Provincia de Salta. Geográficamente la localidad de Cachi está situada
en la región natural e histórica denominada Valles Calchaquíes, que
ocupa una extensa zona actualmente distribuida entre las provincias
del Noroeste argentino: Catamarca, Tucumán y Salta.
El trabajo que presentamos, se refiere al comercio
ganadero con Chile en el siglo XIX, particularmente después del
conflicto denominado “Guerra del Pacifico”, donde se evidencia
claramente el comercio ganadero desde Cachi al Norte Grande de
Chile.

*
Primera parte de un trabajo más extenso sobre “Las transformaciones económicas
y sociales de Cachi a fines del siglo XIX”.
**
CEPIHA, Centro promocional de investigaciones en Historia y Antropología,
Universidad Nacional de Salta (UNSA), Argentina. E-mail:
leramariana@hotmail.com
7
Cachi, en el circuito ganadero

El comercio ganadero fue durante fines del siglo XIX una


de las principales actividades económicas del noroeste y de Salta.
Así, casi todas las rutas que utilizaron los circuitos mercantiles
atravesaron los valles.
En el apogeo del comercio ganadero hacia los mercados
nor-chilenos, se activaron numerosas rutas que se dirigían hacia la
Puna de Atacama. Se cuentan a lo menos doce rutas, por donde era
transportado el ganado de la región Chaco Salteña hasta Atacama. Las
quebradas más utilizadas en la Provincia de Salta, fueron las que
estaban en los valles orientales de la cadena del Zenta, la Quebrada
del Toro y la Quebrada Calchaquí1. Con respecto a los Valles
Calchaquíes, Pierre Denis (1920), destaca las quebradas de Luracatao
y Cachi.
De esta manera, a fines del siglo XIX, con el nuevo
circuito trascordillerano, los valles no solo funcionaron como zona
de invernada de ganado sino también como zona de paso estratégico y
aprovisionamiento de los arrieros para el cruce de los Andes.

1
Cabe aclarar que otras quebradas importantes conectoras con la Puna de Atacama
estaban en Catamarca y Jujuy, (Conti, Viviana “El norte argentino y Atacama:
producción y mercados”. Revista de Historia. Segunda Época, N° 14, Siglo XIX.
México, 1993. Y Bowman, Isaiah, Los Senderos del Desierto de Atacama Imprenta
Universitaria. . Santiago de Chile, 1942.
8
La información que presenta Pierre Denis, respecto al
circuito ganadero es muy importante, porque permite interpretar la
participación que tuvo Cachi, en este nuevo espacio económico. Así,
una de las rutas utilizadas para el arreo de ganado con destino a los
mercados del norte de Chile, partía del Valle de Lerma, hasta los
valles Calchaquíes, desde allí llegaba hasta la quebrada del Toro o
hasta sendas que comunicaban Cachi con la Quebrada de Luracatao
(Molinos), atravesando pasos muy altos al pie de los Nevados del
Acay y Cachi, para luego arribar hasta Santa Rosas de los Pastos
Grandes y San Antonio de los Cobres2.
Otra de la rutas que atravesaban los Valles Calchaquíes
partía desde ese espacio por la Quebrada de Luracatao hasta Abra de
Cortaderas, desde allí, por Pasto Largo, el Rincón, Puntas Negras,
Agua Caliente, Soncor, Toconao, Tambillo, hasta San Pedro de
Atacama (Conti, 1993).
Por lo tanto, en los valles se instalaron las zonas de
invernadas, extensiones de alfalfares para recibir y engordar los
rebaños de ganado vacuno que pasaban hacia Chile.
En relación a este tema, es necesario destacar la
participación de la familia De los Ríos quienes arribaron a Salta entre
los años 1878 – 1880, procedentes de Atacama, en los tiempos de la

2
Denis, Pierre, La Valorización del País. Republica Argentina. Ed. Solar. Bs. As.
1920. p. 96.
9
Guerra del Pacífico3. Esta familia tenía casa en la ciudad de Salta y
algunos de los integrantes de esta familia se establecieron en Cachi.
Don Juan de los Ríos (padre), tenía propiedades en
Soncor4, zona de paso en las rutas ganaderas, y tanto él como su hijo
Luciano de los Ríos arrendaron grandes propiedades en Cachi, las
cuales tuvieron producción de alfalfa. Por otra parte, su hijo Miguel
de los Ríos de profesión comerciante se dedicó al comercio ganadero
y exportaba ganado con destino a Atacama. De esta forma, la
reconstrucción de esta familia, permite ver la existencia de un
negocio familiar vinculado al comercio ganadero indicando la
participación que tenía Cachi en esta última reorientación mercantil
que se desarrolló en la región.

La producción ganadera que se exporta a países vecinos

Con respecto a la producción, por lo que se pudo observar


durante la segunda mitad del siglo XIX, las actividades principales de

3
A.B.H.S (Protocolos de Escribanos). Juzgado de Primera Instancia. Expediente
127. Año 1903. Según esta documentación Juan de los Ríos y su esposa Julia
Hidalgo habían perdido documentación en Atacama, referida a las partidas de
matrimonio y de nacimiento de sus hijos Luciano, Luís, Juan, Miguel y Carmen y
Rosa, con motivos de la guerra del Pacifico.
4
A.B.H.S (Protocolos de Escribanos). Juan de los Ríos compra en 1884, tierras en
Soncor (Atacama), las cuales limitan con una de sus propiedades. Dato extraído
de Protocolo de Escribano, Mariano Mendoza año 1884. F. 33

10
las unidades de producción eran las primarias, básicamente agrícola y
ganadera.

La ganadería, fue una de las actividades económicas más


destacadas en Cachi después de la Agricultura. Las fuentes
consultadas, tales como los informes estadísticos de la provincia de
Salta y el “Censo Ganadero Nacional” realizado en el año 1895,
evidencian la existencia de una variedad de tipos de ganado en el
Departamento, tales como el vacuno predominantemente criollo, el
mular, caballar, caprino y lanar, los que se pueden observar en los
siguientes cuadros (véase Cuadros 1, 2 y 3), que permiten comparar la
producción ganadera entre el 1882 y 1895.

Cuadro Nº 1: Demostración de producción ganadera en Cachi


(1882).
Valles Producción ganadera
Calchaquíes
Vacuno Mular Caballar Asnal Caprino Lanar
cantidad % cantidad % cantidad % cantidad % Cantidad % cantidad %
Cachi 1.399 18.7 1.864 48.8 360 20.3 1.596 16.7 - 2.1697 27.3
Cafayate 1.925 25.8 553 14.5 50 2.8 749 7.8 - 4.990 6.2
Molinos 1.281 17 442 11.5 335 19 3.953 41.5 - 23.190 29
San Carlos 2.846 38 957 25 1.025 58 3.207 33.7 - 29.550 37.2
Totales 7.451 100 3.816 100 1.770 100 9.505 100 79.427 100
Fuente: Boletín de Agricultura año 1883.

11
Cuadro Nº 2: Demostración de la producción ganadera en Cachi
(1895)

Valles Producción ganadera


Calchaquíes
Vacuno Mular Caballar Asnal Caprino Lanar
cantidad % cantidad % cantidad % cantidad % Cantidad % cantidad %
Cachi 2.685 26 1.132 32.8 1.797 33 6.013 47 25.024 37 22.594 32.7
Cafayate 2.623 25.3 716 20.7 1.011 18.5 804 6.2 9.278 13.7 6.096 8.8
Molinos 2.280 22 807 23.4 1.364 25 3.553 27.8 19.917 29.4 26.684 38.6
San Carlos 2.567 24.7 792 23 1.283 23.5 2.409 18.8 13.443 19.8 13.648 19.7
Totales 10.355 100 3.447 100 5.455 100 12.779 100 67.662 100 69.022 100

Fuente: 2° Censo Ganadero Nacional 1895.

Según los datos que arrojaron estas fuentes se pudo


observar que en general en el Valle, existió una preponderancia del
ganado ovino y caprino. En cuanto al Departamento de Cachi, se
observa que hacia 1895 se produjo un incremento en la producción del
ganado vacuno, caballar, asnal y mular si se lo compara con la
producción que tuvo hacia 1882. Sin dudas, las causas que
originaron este incremento puede estar relacionado con la exportación
que realizaba Cachi según lo registrado por el Boletín de Agricultura y
Ganadería del año 1882 (ver cuadro Nº 3)
En relación a la cantidad de ganado que producían las
unidades de producción, los datos que proporcionan los catastros del
año 1875, referidos a la contribución inmobiliaria y datos generales
por partidos que pueden ofrecer los censos del año 1895, permiten

12
inferir que las grandes propiedades producían más del 50% del
ganado vacuno. En 1875, Benjamín Zorrilla poseía el 61% del ganado
vacuno de la localidad y en 1895, las grandes propiedades Cachi
Adentro, Fuerte Alto y Palermo producían el 53% del total de la
producción de la localidad5.
En cuanto al ganado lanar y caprino según los registros
catastrales del año 1875, registra que este ganado era producido tanto
por las unidades de producción campesina como por las haciendas. En
1875, se identifican como propiedad de B. Zorrilla el 15% de la
producción total y el resto corresponde a las unidades domesticas.
Posteriormente en 1895, se registró un notable aumento en la
producción del ganado lanar y caprino, y se observa que el 42% se
localiza en las grandes propiedades, destacándose entre estas Palermo,
y el resto era producido por las pequeñas unidades de producción
campesina de los otros partidos. En este sentido, el aumento registrado
en este tipo de ganado en Palermo, pudo estar relacionado con las
exportaciones del ganado caprino y ovino hacia los países limítrofes,
en especial Bolivia. Al respecto, según las fuentes consultadas Cachi,
exportaba 1000 cabezas de ganado lanar hacia Bolivia en el año
18826.

5
ABHS (Protocolos de Escribanos). Registros Catastrales de la Propiedad Inmueble
del año 1875, y BPVP: Censo Agropecuario Nacional, año 1895. Tomo 3.
6
Boletín del Departamento Nacional de Agricultura, Tomo VII, Año 1883. Bs. As
13
Por su parte, los mercados que tenía el ganado vacuno de
la Provincia de Salta eran los países limítrofes, tales como Chile y el
Perú. En este sentido se pudo registrar que Cachi exportaba hacia
estos países casi el 71% de la producción de ganado vacuno. Lo cual
se puede observar en el cuadro Nº 3.

Cuadro Nº 3: Demostración de la exportación de ganados


correspondientes al Valle Calchaquí. (1882).
Departamentos Exportación al extranjero
Vacuno Yeguar Mular AsnalLanar
Cachi 800 200 1.000
Cafayate 1.200 1.000 -
San Carlos 300 - - -
Molinos 1.200 - 400 800
Fuente: Boletín del Departamento Nacional de Agricultura, Tomo VII, año 1883.
p. 213.

Con respecto al mercado chileno, los datos que presenta el


Cuadro Nº 3, sugieren que hacia el año 1882, la producción de
ganado vacuno procedente del Chaco Salteño, todavía no se
exportaba hasta este mercado. Al respecto V. Conti (2002) explica que
en ese tiempo, recién se iniciaba la producción del salitre y la
expansión de las tierras bajas del Chaco, para la producción ganadera7.
Por lo tanto, las exportaciones de ganado vacuno procedentes del
Chaco Salteño hacia los mercados chilenos tuvieron auge recién en la
última década del siglo XIX. Así, se está en condición de afirmar que

7
Cfr. Conti, Viviana. Entre la plata y el salitre, en EDIUNJU. Universidad Nacional
de Jujuy. Argentina, 2002. pp.133-134.
14
durante la primeros tiempos del auge salitrero, los departamentos
salteños que exportan hacia ese mercado fueron los que se
encontraban mas cercanos, como los del valle Calchaquí, entre los
que se destacan Molinos, San Carlos, Cafayate y Cachi, y en el valle
de Lerma Rosario de Lerma, Chicoana.

Conclusión
Desde la provincia de Salta y específicamente de sus valles
calchaquíes como Cachi, se envió exportación de ganado hacia el
Pacifico, particularmente al “Norte Grande” de Chile, a fines del siglo
XIX.
Los datos nuestros, refuerzan el trabajo de otros investigadores
sobre este tema, ya que el auge salitrero de Chile en el “Norte
Grande”, era un buen mercado para la ganadería salteña.

15
ACTAS AMERICANAS, 13, 2005, UNIVERSIDAD DE LA SERENA, CHILE
_____________________________________________________________

UNA DONACIÓN SINGULAR: LA COLECCIÓN DE


JARRONES CHINOS CANTONESES EN EL SANTUARIO DE
ANDACOLLO (1893-1938)

Claudio Galaz Toledo*.


Introducción
La enunciación, como así la existencia de estudios acerca de
las donaciones de estos jarrones de origen chinos cantoneses son casi
inexistentes, exceptuando ciertas enumeraciones superficiales, a pesar
de que los primeros fueron regalados en 1893 por comerciantes
almaceneros de origen asiático, que se chilenizaron y se convirtieron
al catolicismo. Y que a partir de esto, deviene el conocer quienes
donaron estos materiales y las motivaciones de estos actos; como así
también, de manera sinérgica, los materiales que se donaron, su
cuantificación y su descripción.

Donaciones de jarrones chinos y su estudio


Los objetos donados, por algunos chinos comerciantes de

*
Ayudante de Investigación del Área de Historia (2006).
E-mail:claudio.galaz@hotmail.com. Agradezco al Prof. Roberto Páez, las
acotaciones dadas durante la realización de este artículo. También al Prof. Aníbal
Mery por el apoyo tecnológico para graficar el artículo y al Sr. Guillermo Hanshing,
por su gentileza en diversas conversaciones sostenidas con él, entre septiembre y
diciembre del 2006, y el préstamo de bibliografía.

16
Santiago y Valparaíso desde fines del siglo XIX hasta la
primera mitad del siglo XX en al Santuario de Andacollo, se
encuentran en el Museo de Donaciones Religiosas. Y dentro de esta
colección, resalta la existencia de estos jarrones chinos que se
encuentran dentro de una de las vitrinas que exhibe el Museo, las
cuales tienen la funcionalidad de ser “dispositivos museográfico1”, ya
que miden la observación directa de los objetos.
En aquellos ejercicios que son: el mirar, el observar y el
percibir, se puede apreciar en este Museo que nos encontramos ante
objetos “perdidos” para la mirada de la investigación regional. Ya
que salvo las anotaciones realizadas por el sacerdote Albás2 y la
indicación indirecta en el reciente libro de Diego Lin Chou3
(publicado por la DIBAM) titulado: “Chile y China: Inmigración y
relaciones bilaterales (1845-1970)”4, las referencias acerca de la
existencia de éste material serían casi nulas a nivel de fuentes
segundarias. Por lo mismo, para esta primera aproximación se

1
Morales, Luis. “Cuadros de un exposición de imágenes identitarias”. Revista
Historia y Grafía Universidad Iberoamericana., Nº 20, México, 2003 p., 87.
2
Sacerdote que perteneció a la Orden Católica de los Claretianos.
3
Trabajó en Chile, en la Embajada de la Republica China (Taiwán) entre 1990 y
1996. La obra referenciada -en este artículo- es su Tesis de grado para obtener el
doctorado en Historia en la P. Universidad Católica de Chile en el año 2001.
4
Las referencias de este autor, más bien se enmarcan a unas donaciones de origen
chino de manera general, dejando al margen la existencia de los jarrones, que ya
habían sido nombrados por el sacerdote Albás.
17
enfatizará lo ideográfico; además del estado de la “religiosidad” de los
donantes.

Origen social e histórico de las donaciones chinas

La motivación de la donación realizada por estos chinos de


origen cantones se encuentra enlazada a su conversión al catolicismo,
quizás fácil, debido que los chinos5 inmigrantes a Chile: “no
profesaban ninguna religión, si bien muchos se consideraban
seguidores de Confucio, y no pocos de ellos creían que el
confusionismo era una religión6”; Además, que los primeros llegados
a nuestro país profesaron el Budismo7. Sin embargo, aquel estado de
la espiritualidad china (concebida como parte de su identidad o ethos)
no impidió la conversión de algunos, ya sea por la convivencia8 o el
casamiento con chilenas o su deseo de integrarse a la sociedad chilena.

5
Designados también como Culíes, que significa esclavo en chino, en el dialecto
cantonés. En el presente artículo se utilizará el concepto chino haciendo
referencia a los orientales venidos a Chile y no a los “chinos danzantes” que
participan en las fiestas grande y chica de Andacollo. Por lo tanto, esta última
denominación tiene una connotación distinta a la percepción común que podría
tener el lector.
6
Lin Chou, Diego. Chile y China: inmigración y relaciones bilaterales (1845-1970).
Ediciones de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. 2004, Santiago de
Chile, p. 251.
7
Segall, Marcelo. “Esclavitud y Tráfico de Culíes en Chile”. Boletín de la
Universidad de Chile nº 75 (Junio), Santiago de Chile, 1967. p. 61.
8
Ya que antes de la existencia de un Registro Civil, el matrimonio entre personas de
distintas creencias no existía. Esto se solucionaba cuando aquel que era no
católico se convertía.
18
Los chilenos de aquella época, veían con cierto desprecio a los
chinos, tal como consta en la prensa de la época, al decir que: “la
mestización de chinos aparecerá en nuestra descendencia. Por
entonces ya no habrá remedio”9. Sin embargo, estas visiones adversas
sobre los chinos, no impidieron que el Registro Civil, como venía
siendo costumbre con los inmigrantes orientales y medio orientales de
la época, recogiera nombres y apellidos castellanizados. Dentro de
aquellos, a los cuales se les castellanizó el apellido, se encuentran
justamente quienes donaron los primeros jarrones chinos, sus nombres
son: Manuel Franco, Manuel Campos, Carlos Flores, Miguel Pozo,
José Flores, Manuel Sánchez10 entre otros que constituían la Sociedad
Asiática de Valparaíso y Santiago, a los cuales el sacerdote Albás
agrega a inmigrantes chinos de Antofagasta e Iquique.

Descripción de los jarrones

La primera descripción de las donaciones es realizada por el


padre Albás, el cual señala que: “Hay floreros chinescos de loza china
y multitud de cositas estilo chinesco que dan un viso muy singular11”.
Aquella descripción, catalogada de “singular” se puede comprobar al

9
“El Mercurio de Valparaíso”, 27.12.1913.
10
Kam-Ching, Elsa. Historia de la colectividad china en Chile. Universidad de
Chile, Santiago 1991 [tesis], pp. 146-147, citado en Lin Chou, Op Cit., pp. 179-
180.
11
Albás, Principio Historia de la Imagen y el Santuario de Ntra. Sra. Del Rosario
de Andacollo. Imprenta Claret, Santiago de Chile, 2000, p 60.
19
ver los diferentes jarrones. Estos se han cuantificado en 104 (ver
Cuadro 1), de los cuales 98 (92%) se encuentran en la vitrina del
museo (ver Figuras 1 y 2); 2 (2%) de ellos se encuentran en el
segundo piso al lado de una figura de la Virgen (Figura 3) y 4 (4%) de
estos se encuentran en el altar mayor del Templo Chico; dos de ellos
en la derecha inferior y dos de ellos a la izquierda inferior (Figura 4).

Cuadro 1: Cálculos en porcentaje, de los Jarrones Chinos


encontrados.

Parte Superior
2%
Templo Chico
Vitrina
4%
94%

Fuente: Cuantificación realizada por el autor.

20
Los dibujos que adornan el exterior de los jarrones fueron
realizados directamente en China, más específicamente en Cantón, ya
que a diferencia del arte de origen mandarín perteneciente a la última
dinastía Chin o Qing12 no se representan dragones, sino que
actividades de la vida diaria (Figura 2), además de la flora y la fauna,
que son temas desarrollados por el arte popular cantones y que se
contrapone a la percepción, que se tiene comúnmente del arte chino de
origen imperial.
En especial esto último, ya que aquellos jarrones observados,
tienen en su mayoría representaciones de fauna acuática, como son:
garzas, patos, grullas, etc.

12
Lingyu, Fena et. al. Perfiles de La Cultura China, China Intercontinental Press
Beijín, 2001, 199 pp. Trad: Chen Gensheng; Cfr. Dong, Yu, et. al. “La Cultura
China”, Ediciones en Lenguas Extranjeras. Beijín, 2004. 180 pp.

21
Figura 1: Detalle de la vitrina de los jarrones chinos, perteneciente
al Museo de Donaciones Religiosas de Andacollo (Archivo del autor,
2006).

22
Figura 2: Jarrón chino en detalle, dentro de la vitrina en la que se
encuentra, perteneciente al Museo de Donaciones Religiosas de
Andacollo (Archivo del autor, 2006).

23
Figura 3: Jarrón chino que es utilizado como florero al lado de una
figura de la Virgen de Andacollo; se encuentra en un altar en el
segundo piso del Museo de Donaciones Religiosas. (Archivo del
autor, 2006).

24
Figura 4: Jarrones de origen chino encontrados en el Altar Mayor del
Templo Chico de Andacollo (Archivo del autor, 2006).

Conclusión
La notabilidad de estos materiales de origen asiático, más
específicamente venidos de Cantón, al igual que aquellos inmigrantes
que donaron éstos jarrones que se pueden admirar en el Museo de
25
Donaciones de Andacollo; los que ofrecen a un visitante una visión
de la magnitud de los alcance que tiene la religiosidad popular, ya sea
nacional o internacional, debido a los diversos orígenes que tienen las
donaciones allí presentes. Sin embargo, en este caso se ha tratado de
aquellas pertenecientes a los culíes que provenían del sur de China.
Conjuntamente, se puede decir que el ethos religioso chino no
tenía un carácter tan marcado; pues al integrarse o al tratar de hacerlo
a la sociedad chilena de la época estudiada, sólo “pierde” su creencia
en los postulados “religiosos” del confucianismo y budismo; y opta
por la religión católica en su versión popular, más que en una versión
de tipo teológica de base oficial. Sin embargo, lo que denotan estos
jarrones es que su ethos cultural permanece intacto por lo que se
puede percibir al mirar estos materiales; los que tienen ilustraciones
poco conocidas, colectiva y popularmente hablando.
Además, la importancia de estos materiales residen en que son
fuentes no investigadas -solamente enunciadas- ya sea para el estudio
de la religiosidad popular y la constitución de los ethos o identidades
de los inmigrantes chinos en Chile; o también en importancia singular
de aquellos jarrones.

26
ACTAS AMERICANAS, 13, 2005, UNIVERSIDAD DE LA SERENA, CHILE
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LA IMAGEN DE LA CIUDAD DE LA SERENA EN EL SIGLO


XVI: DE LA HERENCIA INDÍGENA A LA CIUDAD
ANTIGUA.

“El hombre de ciencia que estudia las cuestiones humanas,


necesita saber tanto sobre el ojo que ve
como sobre el objeto visto”.
Clyde Kluckhohn

Patricio Cerda Carrillo*


Gabriel Salazar Soto**
Introducción

El presente estudio tiene como finalidad procurar una


síntesis analítica e interpretativa de la antigua Ciudad de La Serena,
mediante la comprensión crítica de la imagen histórica durante el
transcurso del siglo XVI. A nuestro entender, la construcción de dicha
imagen está relacionada con una doble dimensión interpretativa:
cambio y continuidad cultural, debido a la persistencia de las culturas
indígenas a través del tiempo colonial y el carácter dominante de la
hispanidad en el período de la conquista.

*
Académico, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Universidad de La Serena.
Programa de Doctorado en Ciencias Históricas, Universidad de Chile. E-mail:
pcerda@userena.cl
**
Ayudante de Investigación. Pedagogía en Historia y Geografía, Universidad de La
Serena. E-mail: gsalazar_uls@hotmail.com
27
Esta síntesis interpretativa apunta a una visión sinóptica e
integral de la imagen histórica del pasado serenense y en particular, al
modo de representarla a través del texto escrito. La sucesión de textos
escritos, desde la invasión ibérica significó representar en el idioma
castellano y mediante imágenes narrativas la descripción hispánica de
la región y de su gente, habitantes en la comarca de tiempos
ancestrales. Se configuró así una imagen histórica de carácter hispano
céntrica, al punto que la mayoría de los autores y especialistas que han
tratado la historia de La Serena trasmiten un modelo mental
determinante en la mirada retrospectiva, asimilada a la ciudad
española y a los vecinos castellanos.

En el juego de olvido y memoria de la nueva sociedad y


cultura mestiza, en el largo devenir colonial y republicano se ha
forjado una imagen histórica –mental– altamente discriminada, intensa
en prejuicios étnicos y cuya composición sesgada excluye la herencia
indígena en la formación de la memoria social y en los imaginarios
históricos que se han ido sucediendo a través del tiempo.

Para una comprensión dinámica de los fenómenos de ruptura y


continuidad cultural, es necesario recurrir al enfoque interdisciplinario
y a diversos tipos de fuentes –antropológicas, arqueológicas,
etnohistóricas e históricas- con un criterio integrador y una
28
perspectiva moderna que intenta lograr una síntesis global de la
imagen histórica del pueblo y de la ciudad de La Serena en el devenir
del siglo XVI.

Raíces étnicas e imagen histórica

En el lugar donde fue emplazada La Serena, en el curso


inferior del río Elqui, el registro arqueológico, etnohistórico,
antropológico e histórico, indica claramente las ancestrales raíces
indígenas del poblamiento prehispánico, asociado a las evidencias
materiales y documentales de los diferentes grupos de aborígenes que
precedieron a los españoles en dicho asentamiento. No obstante, por
imagen histórica en la literatura especializada ha dominado una visión
sesgada de los hechos históricos predominando la versión etnocéntrica
europea, desplegada inicialmente por los cronistas respecto a la
empresa de los conquistadores y colonos españoles, en desmedro del
componente originario que, no obstante el desastre demográfico, pudo
sobrevivir y recuperar el componente de la raíz étnica indígena, con el
aporte de otros grupos de aborígenes chilenos y andinos.

En la perspectiva de un enfoque integrador, nuestra mirada


contiene diferentes componentes del medio ambiente y de la sociedad
indígena-hispánico, considerando que siempre existe una estrecha

29
vinculación entre el medio geográfico y el desenvolvimiento social de
las poblaciones insertas en un territorio determinado. Entre otras
variables, podemos destacar espacio, hombre, paisaje, flora, fauna y
las relaciones interétnicas, en el marco de una cronología acotada al
siglo XVI, considerando la fundación española (1544) como la
coyuntura del encuentro y del choque cultural entre el mundo de las
culturas originarias de la región y los europeos.

La Ciudad de La Serena es una fundación urbana clave en el


proceso de la Conquista de Chile, por su posición estratégica en el
conjunto del territorio nacional, considerado como un centro urbano
fundamental en las comunicaciones terrestres y marítimas con el
Virreinato del Perú.

Fundada por los españoles para asegurar la penetración en la


Capitanía General de Chile por la frontera septentrional, esta ciudad
emerge como el núcleo territorial de administración para toda el área
comprendida entre los valles de Copiapó y Choapa, con una estrecha
dependencia política con Santiago del Nuevo Extremo.
Adicionalmente, es relevante puntualizar la ventaja notoria de su
emplazamiento geográfico: consolida la conquista española en el
Tucumán y genera las condiciones apropiadas para el
desenvolvimiento de la colonización europea en el espacio trasandino.
30
La relación entre el mundo indígena y los primeros
conquistadores españoles genera un dinámica histórica propia que
examinada en la larga duración del siglo XVI, permite comprender el
proceso de aculturación de la población indígena. Esta
transculturación fue un proceso complejo y singular al igual que el
resto del territorio chileno, donde se advierte la catástrofe demográfica
de las culturas originarias ya mencionadas. Este fenómeno de mezcla
cultural y biológica entre el mundo indígena y el español origina una
nueva sociedad, en el marco del patrón cultural hispánico dominador,
que no logra borrar la herencia indígena del lugar y sus regiones
comarcanas.

En síntesis, nuestro recuento interpretativo se orienta a


distinguir los cambios y la continuidad de un emplazamiento urbano y
rural trascendental en la explicación de la historia temprana chilena,
cuya imagen histórica usualmente ha sido tratada en el marco de la
explicación hispanista de la Conquista de Chile y bajo la percepción
de la ausencia total del componente indígena en la configuración del
poblado serenense y sus villorrios adyacentes.

Este enfoque integrador de sujetos sociales no omite la


continuidad de la población originaria, pues sin ella no existiría el
31
pueblo y la ciudad del siglo XVI, ni menos los procesos de mestizajes
visibles desde el primer contacto entre los grupos amerindios y
caucasoides. La concepción tradicional de imagen histórica serenense
se ha configurado bajo el supuesto del desaparecimiento completo de
la población del lugar, producto del impacto de la invasión española o
bien que carece de toda incidencia en la formación de la sociedad
mestiza del norte chileno.

Por ello, es indispensable trazar las características de la cultura


indígena a la llegada de los españoles, para comprender en mejor
forma el proceso de colonización y la finalidad de la fundación de la
nueva ciudad, como centro dominante de la población indígena del
entorno.

Pueblos y comunidades indígenas: Las raíces étnicas del valle de


Coquimbo.

Por raíces étnicas del valle de Coquimbo y sus regiones


comarcanas entendemos el proceso de diferenciación cultural y
multietnicidad que se forjó a través de más de ocho milenios de
ocupación del territorio y sus áreas aledañas, debido a la sucesión de
poblaciones que sucesivamente fueron ocupando el ambiente del
litoral marítimo, valles y áreas andinas. La interacción y el contacto
entre estos distintos grupos de población explican la mezcla étnica del
32
remoto pasado de la sociedad regional. Sobre esta base racial, se
superponen las culturas del período agroalfarero donde destaca la
denominada cultura diaguita, substrato directo del mundo indígena
local cuya fusión con el poblador hispánico, genera “la primera
identidad serenense” en la segunda mitad del siglo XVI1.

La desembocadura del río Elqui, donde posteriormente se


localizará la Ciudad de La Serena, se emplaza en una sección
semiárida de transición climática en los Andes Meridionales, rica y
variada en múltiples recursos naturales, donde se observan
asentamientos de diferentes tipos de poblaciones, cuyo registro es
posible fechar desde tiempos tan remotos como el período paleoindio
hasta la actualidad, sin que cese el arribo de nuevos inmigrantes a éste
singular espacio del territorio chileno2.

Considerando sólo la fase denominada agroalfarera (100 aC -


1536 dC) se han observado tres tradiciones culturales diferentes entre
sí, reconocidas por diferentes especialistas bajo las denominaciones de
Cultura El Molle, Cultura Ánimas y Cultura Diaguita. Esta última es
la que sale al encuentro y entra en contacto con los Incas y

1
Gonzalo Ampuero Brito, La Serena en la Región de Coquimbo. En busca de la
identidad pérdida (La Serena, 1998).
2
Patricio Cerda Carrillo, Cazadores Arcaicos del Norte Semiárido de Chile (Santiago,
2004), p 5. (Inédito).
33
conquistadores españoles. La llamada Cultura Diaguita se clasifica
cronológicamente en tres fases distintas (Fase I: Inicial; Fase II:
Clásica y Fase III: Influencia Inca). En consecuencia, nos estamos
refiriendo a diferentes grupos étnicos que han escogido como
domicilio permanente el eje territorial de conectividad entre los valles
de Coquimbo y Limarí, como centro nuclear de poblamiento que a lo
largo de 2.000 años han logrado sintetizar una madurez cultural,
reconocida como una sociedad con desarrollo regional autonómo3.

Sobresalen los indígenas del lugar en el siglo XVI, antes de la


llegada de los españoles, por su extraordinario dominio de las artes
agrícolas, ganaderas y alfareras, alcanzando un desarrollo estético,
autónomo y original durante el periodo de desarrollo regional, anterior
“al dominio e influencia del Estado Inca, generan[dose] las
condiciones materiales y sociales que posibilitan acceder a la etapa
denominada clásica por los arqueólogos, debido a los logros
alcanzados en las artes cerámicas y a la consolidación agro-
ganadera de las comunidades originarias”4. Esta artesanía
precolombina diaguita tiene vuelo propio considerando la relación del

3
Patricio Cerda Carrillo, La Alfarería Precolombina de la Región de Coquimbo-Chile
(La Serena, 2000), p 7.
4
Patricio Cerda Carrillo, Estética, Iconografía y Diseños. La Cerámica Prehispánica de
la Región de Coquimbo (La Serena, 2004), p 100.

34
diseño, las funciones y el simbolismo asociado, vale decir, muestra
una creatividad e inteligencia funcional asociada al carácter
representativo de la cerámica indígena. En este sentido destaca el tema
del felino, el cual “está íntimamente asociado con el rol que ejerce el
chamán en el ámbito mágico-religioso de las sociedades indígenas y a
las prácticas del chamanismo, al consumo de alucinógenos y
substancias sicotrópicas, ampliamente documentadas por la
etnohistoria y la etnología”5.

Manufactura de las artes y artesanías cerámicas en el Valle de


Coquimbo, un patrimonio cultural del pasado prehispánico del
norte florido de Chile.

Respecto a la denominación diaguitas chilenos, propuesta por


Ricardo E. Latcham (1928), su uso y difusión en los manuales de
historia de Chile y en la enseñanza en diferentes niveles del sistema
educacional ha legitimado su valor de uso, sin fundamentar el valor
etnológico. Se puede señalar que es una denominación etnológica
equivoca e imprecisa, por cuanto ha sido asociada a la presunta
igualdad de patrones culturales con los llamados “diaguitas

5
Véase Patricio Cerda Carrillo, <<Artesanía Precolombina Diaguita: Alfarería e
Interpretación Simbólica>>. En Artesanía Popular, IV Región-Coquimbo (Santiago,
1995), p 23-24; Mascaras, Felinos y Batracios (La Serena, 1996) y <<La
Representación del Felino: Iconografía y Simbolismo en el Arte Alfarero de la Cultura
Diaguita Chilena>>. En revista Dialogo Andino, Nº 16 (Arica, 1997), p 27-47.
35
calchaquíes” (argentinos), a partir de la década de los 30 en el debate
científico y antropológico chileno e internacional. Esta situación de la
denominación etnográfica es insuficiente para dar cuenta del
fenómeno de la multietnicidad y la diversidad cultural en el territorio
del norte semiárido en el siglo XVI6.
Las sociedades indígenas de los alrededores de La Serena al
momento del contacto con los españoles en el siglo XVI, presentaban
un tipo de organización dual perfiladas en niveles de “señoríos”, desde
el punto de vista de la estructura social7. Esto implica plantear la
existencia de un patrón andino de organización territorial, que tiende a
estructurarse en poblados divididos en mitades (mitad de arriba-mitad
de abajo), y una orientación geográfica sustentada en dividir el
espacio en cuatro partes, en conformidad a la orientación relativa de
los cuatro puntos cardinales (norte-sur, este-oeste). Este modelo
organizacional alcanzó su máximo nivel de cobertura poblacional con
el Estado Inca, pero tiene sus antecedentes en la ancestral y larga
historia andina8.

6
Patricio Cerda Carrillo, <<Iconografía, Estética y Diseños Diaguitas>>. En Hernán
Cortés Olivares (et al), Huancara Estudio Histórico. Pueblos Originarios del Norte
Florido de Chile (La Serena, 2004), p 246-247; Carlos Ruiz Rodríguez, Los Pueblos
Originarios del Norte Verde: Identidad, diversidad y resistencia (La Serena, 2004), p 15-
66; Gonzalo Ampuero Brito, La Cultura Diaguita (Santiago, 1994), p 20-50.
7
Véase Jorge Hidalgo, Culturas Protohistóricas del Norte Chico (Santiago, 1972) y
<<Diaguitas Chilenos Protohistóricos>>. En Jorge Hidalgo (ed.), Culturas de Chile
(Santiago, 1989), p 292.
8
Patricio Cerda Carrillo, Estética, Iconografía y Diseños. La Cerámica Prehispánica de
la Región de Coquimbo, p 43.
36
La organización social reseñada en las primeras crónicas
españolas, ha sido clasificada por los especialistas en el nivel de una
“federación de señoríos Diaguitas” con un tipo de organización
sociopolítica dirigida por los denominados caciques9. Conforme a la
información de los documentos hispanos más tempranos, la población
vivía en aldeas dispersas a lo largo de valles y quebradas, bajo el
sistema de división en “mitades”; usualmente la “mitad de arriba” y
“mitad de abajo” en el territorio. Con el tiempo, la sociedad igualitaria
con ancestro tribal, evolucionó a una diferenciación social donde los
caciques y chamanes adquirieron mayor poder y autoridad, reflejado
en el ámbito político y religioso, alcanzando el nivel de los llamados
“señoríos indígenas”10.

Los párrafos anteriores demuestran el vigor, la presencia y la


importancia de la población indígena respecto de la ocupación
española. Sin la mano de obra, las mujeres y los niños indígenas, el
poblamiento español no hubiese sido posible en la construcción de la
ciudad, en la explotación de los recursos agrícolas, en la introducción
del ganado menor y mayor europeo, en el trabajo de las minas de oro

9
Gonzalo Ampuero y Jorge Hidalgo, <<Estructura y Proceso en la Prehistoria y
Protohistoria del Norte Chico de Chile>>. En revista Chungara Nº 5 (Arica, 1975), p
102-107.
10
Véase Osvaldo Silva Galdames, Culturas y Pueblos de Chile Prehispánico (Santiago,
1980) y Civilizaciones Prehispánicas de América (Santiago, 1986).
37
y en las labores de servidumbre. Por lo tanto, la población indígena a
la llegada de los españoles constituye el factor fundamental para el
rápido asentamiento en la nueva ciudad. En líneas generales, se puede
estimar en 25.000 ó 30.000 el total de la población distribuida en los
valles comarcanos a la Ciudad de La Serena. En cambio, el número de
vecinos españoles hacia 1600 no sobrepasaba el número de 100
individuos11.

La curva de la evolución probable de la población indígena del


norte semiárido (La Serena) en el siglo XVI, demuestra la profunda
caída demográfica, descendiendo de una cifra de 25.000 pobladores
originarios a menos de 3.000 naturales a finales de siglo12.

La entrada de los españoles significo graves trastornos sociales


y la radical transformación de la tradición cultural indígena, partiendo
del mismo idioma. En adelante, prevalecería el castellano antiguo y
desaparecerían los idiomas y dialectos nativos. Asimismo, la
resistencia y rebelión, al igual que el resto de los naturales de Chile se
manifestaría desde un comienzo con las huestes de Diego de

11
Fray Diego de Ocaña, Relación del viaje a Chile, año de 1600. En Anales de la
Universidad de Chile, Año CXVIII, Nº 120 (Santiago, 1960).
12
Jorge Zuñiga, Fuentes históricas para la reconstrucción de una serie de población en
el norte chico durante el siglo XVI (La Serena, 1980), p 46, gráfico nº 1.
38
Almagro13 y Pedro de Valdivia, lo cual obliga a cambiar la imagen
tradicional sin perfil propio (pacifica, anodina) de los naturales de la
región14. Solo en la década del 50 y con la llegada del ejército dirigido
por el gobernador García Hurtado de Mendoza (1557-1561), los
españoles alcanzarían la plena pacificación del valle de Coquimbo y
sus regiones comarcanas15.

En definitiva, la llegada de las huestes españolas al norte verde


y su incorporación territorial mediante la confrontación con los
naturales, constata la resistencia de la población indígena. Una
relación completa de vencedores y vencidos es la participación en
eventos y procesos históricos de corta y larga duración, que forman
parte de una misma historia. Sin embargo, la narrativa castellana
generó una imagen sesgada por cuanto la versión de los vencedores se
impuso a través de las armas, las letras y de la política cultural16. Ha
predominado la visión y versión de los cronistas españoles, relevando
la figura idealizada o negativa del indígena17.

13
José Armando de Ramón Folch, Descubrimiento de Chile y Compañeros de Almagro
(Santiago, 1953), p 55-58.
14
Carlos Ruiz Rodríguez, Los Pueblos Originarios del Norte Verde, p 89-117.
15
Crescente Errázuriz, Historia de Chile. Don García Hurtado de Mendoza: 1557-1561
(Santiago, 1914).
16
Véase Miguel León Portilla, El reverso de la conquista (México, 1964); Nathan
Wachtel, Los vencidos. Los indios del Perú frente a la conquista española: 1530-1570
(Madrid, 1976), p 23.
17
Tzvetan Todorov, La conquista de América. La cuestión del otro (México, 1987).
39
Por lo tanto, es indudable que en el caso de La Serena estamos
frente al mismo enfoque etnocéntrico. Sin embargo, de las mismas
fuentes españolas emerge con nitidez y fuerza el protagonismo de la
población aborigen. Al incorporar al indígena al escenario histórico,
se logra acceder a una reconstrucción más vital e integral de los
diferentes actores que han intervenido en la configuración de la nueva
sociedad y cultura serenense en el siglo XVI.

El asentamiento en La Serena y sus términos. De la herencia


indígena a la ciudad antigua en el siglo XVI.

Una de las primeras formas de dominio del Imperio Español en


América, fue la fundación de ciudades en zonas estratégicas de control
territorial y militar, mediante las cuales se mantendría el sometimiento
de la población indígena circundante a las ciudades necesarias para el
trabajo minero-agrícola. Fundar una nueva ciudad significaba extender
el dominio real, lo cual se traducía en hacer presente la soberanía real
como también extender las fronteras imperiales18.

18
Patricio Estellé, <<La conquista del siglo XVI>>. En Sergio Villalobos R (et al),
Historia de Chile, 4 Vol. (Santiago, 1974) Vol. I, p 109-110; Armado de Ramón (et al),
Historia de América: La gestación del mundo hispanoamericano (Santiago, 2001), TI, p
391.
40
La idea de fundar ciudades era la continuación de la tradición
que se había desarrollado en las postrimerías de la Baja Edad Media,
con normas precisas sobre las instalaciones urbanas, visibles en el
diseño y condiciones naturales que se debían tomar en cuenta antes de
la elección del sitio estratégico. A partir de la Plaza de Armas y las
construcciones para el gobierno y administración, se procedían a
trazar la red urbana y los sitios para la vivienda de los vecinos
españoles y población indígena en las áreas periféricas.

La ciudad americana en la época de conquista y del periodo


colonial temprano, fue pensada como un hogar a gran escala y
autosuficiente, establecida como una forma de refugio y resguardo al
conquistador español y sus huestes. En su espacio complementario,
debería contener tierras comunales para el pastoreo, crianza del
ganado y bosques destinados para la provisión de leña para la
comunidad. Con un carácter particular, la ciudad acrecentaría los
ingresos del cabildo como institución reguladora dentro de la nueva
fundación hispánica19. La población indígena sometida al dominio
español, “pacificada”, fue emplazada en lugares circundantes,
habitualmente al norte de la villa española. Esta interacción étnica

19
Mario Góngora, Estudios sobre la Historia Colonial de Hispanoamérica (Santiago,
1998), p 108-109.
41
produjo la convivencia discriminatoria en el ámbito de la regulación
territorial.

Desde otra dimensión, el hombre español encontraría sentido a


su existencia viviendo en sociedad e interactuando con las
comunidades indígenas, para cuyo efecto se hizo necesario un orden
regido por la ley y la autoridad. La existencia social en América
adquiriría coherencia a través de la ciudad recién fundada, dado que la
ciudad representa un proceso de ordenamiento como acto voluntario
de los capitanes de conquista: “la traza urbana fue dispuesta a partir
de un orden riguroso de carácter militar y civil”20.

La Capitanía General de Chile no escapó al orden militar y


civil americano. Así, en 1541 se decide fundar la Ciudad de Santiago
de Nueva Extremadura. Si bien fue resultado de mantener el dominio
estable en la temprana conquista, las parcialidades indígenas que
convivían en sus alrededores, demostrarían a través del ingenio del
cacique Michimalongo que no sería tarea fácil. El 11 de septiembre de
1541 las fuerzas organizadas por los naturales irrumpieron sobre
Santiago apoyándose en la ausencia del Capitán General. Esto traería

20
Sergio Villalobos, Para una meditación sobre la conquista [1977] (Santiago, 2003), p
54-55.
42
como consecuencia la destrucción de la infraestructura y edificación
que habían construido hasta ese momento los españoles21.

Aunque su fundación posibilitó el dominio relativo sobre los


naturales (1541-1544), era indispensable la creación de una nueva
ciudad que diera estabilidad al sector septentrional de la Gobernación
de Chile. Por ello, la Ciudad de La Serena es un asentamiento que
tiene como finalidad asegurar y estabilizar al sector norte de la
delimitación temprana del territorio sometido al dominio militar y
civil español.

La fundación de La Serena en noviembre de 1544 por Juan


Bohon, constituyó la materialización del propósito anterior, mediante
el cual se dominarían los valles de Copiapó, Huasco, Coquimbo,
Limarí y Choapa. Entonces, desde sus inicios las medidas de los
conquistadores españoles fue pacificar y conquistar los valles
aledaños22.

21
Armando de Ramón, Santiago de Chile: 1541-1991. Historia de una sociedad urbana
[1992] (Santiago, 2000), p 17, 22-23.
22
Alonso Góngora de Marmolejo, Historia de Chile: Desde su descubrimiento hasta el
año de 1575. En Colección de Historiadores de Chile y Documentos Relativos a la
Historia Nacional, recopilados por José Toribio Medina (Santiago, 1862), T II, p 13;
Gerónimo de Vivar, Crónica y Relación Copiosa y Verdadera de los Reinos de Chile
(Berlín, 1979), p 43-44; Pedro de Valdivia, Cartas de Relación de la Conquista de Chile
(Santiago, 1978), p 44-45; Gonzalo Ampuero, <<Apuntes para el estudio sobre la
fundación de la ciudad de La Serena>>. En Museo Arqueológico de La Serena, Serie
Fondo Documental, Año 1, Nº 1 (La Serena, 1977), p 8.
43
El emplazamiento en el curso inferior del Valle de Coquimbo,
sería el lugar preciso con el cual las huestes conquistadoras tendrían
un lugar estable por sus condiciones climáticas y naturales. Éstas
marcarían la pauta adversa con el tan rígido “despoblado de
Atacama”, contrario para el desarrollo de la vida humana23. En
consecuencia, la fundación de La Serena genera la imagen de un punto
seguro y estable en la entrada para la Conquista de Chile y su
proyección hacia el sur24.

Las características del Valle de Coquimbo, en el


emplazamiento de La Serena en el siglo XVI estaban caracterizadas
por el río y las tierras fértiles para el desarrollo de la actividad
humana. Desde luego, era percibido como el lugar donde el hombre
comenzaba a interactuar con la naturaleza de manera positiva, sin los
rigores del desierto de Atacama. La regularidad de los cursos de aguas
y las acequias que complementaban el río Elquí, permitían regar de
manera satisfactoria las sementeras de los campos, las cuales fueron
de una sustentación para la pequeña población española25.

23
Manuel Vicuña Urrutia, La imagen del desierto de Atacama (XVI-XVIII): Del espacio
de la disuasión al territorio de los desafíos (Santiago, 1996), p 32-33.
24
Sergio Villalobos, Historia del Pueblo Chileno (Santiago, 1980), T I, p 204-206, 209-
210; Alonso Góngora de Marmolejo, Historia de Chile, T II, p 45-46, 121-122; Fray
Diego de Ocaña, Relación del viaje a Chile, año de 1600, p 25.
25
Gerónimo de Vivar, Crónica y Relación Copiosa, p 43-44.
44
Los testigos de la época han señalado que en los alrededores de
la Ciudad, existía una multiplicidad de especies vegetales y de
animales, los cuales se traducían en una manifiesta fuente de
alimentación. Tenemos así variedades que sustentaban la población
indígena e hispánica, tales como el maíz, cebada, frijoles, papas,
quínoa y zapallos, al cual se agregó el cultivo de las sementeras de
trigo. En general, eran las variedades oriundas de la América
precolombina.

Pedro de Valdivia al saber de la venida de gente del Perú,


aseguraba la sustentación con sementeras de maíz y trigo. En cuanto a
la vegetación, ésta se traducía en algarrobos, chañares, sauces y
arrayanes. En si, la flora era abundante con ciclos estaciónales de
crecimiento que se manifestaban en verano e invierno. La fauna que
circundaba a la Ciudad era igualmente abundante. Esta se manifestaba
en gallinas, pollo, puercos, chollos (perros) que debido a la necesidad
de alimentación eran asados y cocidos de preferencia con zapallos26.

En general, el asentamiento permitió disponer de productos


naturales y económicos a favor de los españoles, debido a que con
anterioridad a su fundación los Valles entre Copiapó y Choapa habían

26
Gerónimo de Vivar, Crónica y Relación, p 44, 199; Alonso Góngora de Marmolejo,
Historia de Chile, T II, p 2; Pedro de Valdivia, Cartas de Relación, p 67.
45
sido hostiles ante la instalación de los europeos. Esta circunstancia es
visible cuando los españoles deciden asentarse en La Serena,
esforzándose por mantener una adecuada alimentación que era
brindada por la fertilidad del Valle de Coquimbo.

La problemática de la elección del sitio estratégico de la


fundación trajo perjuicios materiales derivados por la interacción con
los naturales del Valle de Coquimbo27. Esta situación es crítica con la
destrucción del poblado español en 1549, cuando las fuerzas indígenas
destruyen el núcleo urbano inicial, bajo la amenaza de nuevos
refuerzos militares españoles en el lugar. Esta acción establece las
bases de una rebelión general entre los valles de Copiapó y Coquimbo,
en un plan estratégico que se caracterizó por una “grita general” y la
destrucción del sitio de residencia de los españoles. El resultado fue la
muerte de todos los españoles que residían en La Serena, quedando
solamente vivo Diego Colondres28. Este enfrentamiento militar
hispano-indígena puede ser considerando como uno de los primeros
en la extensa “guerra de Chile”, que transformo al territorio en una
“frontera militar”, viva y abierta en cuanto consumía las mejores
energías y recursos de la monarquía española.

27
Entiéndase la Ciudad y el Puerto, como aparece mencionado en la temprana literatura
del periodo inicial hispánico.
28
Alonso Góngora de Marmolejo, Historia de Chile, T II, p 19; Gerónimo de Vivar,
Crónica y Relación, p 152.
46
En Santiago, Pedro de Valdivia resolvió refundar La Serena y
castigar la muerte de Juan Bohon para lo cual se designo como
“hombre principal” a Francisco de Aguirre en calidad de Teniente
General. Éste, una vez llegado al sitio, comenzó la reconstrucción con
32 hombres y ordeno sumar más gente al núcleo urbano. Así, un
miércoles 26 de agosto de 1549 se dio inicio a la reedificación de La
Serena. Se inicio la edificación de las viviendas para los “colonos
soldados” con el envió de mensajeros a los indios para que viniesen en
paz29. Luego de dejar la ciudad como un “fuerte torneado y bien
cercado” donde con seguridad estarían los escasos españoles recién
llegados, Francisco de Aguirre salió a recorrer los valles para buscar a
los culpables. Esto se traduciría en el ajusticiamiento de unos treinta
caciques30. Este hecho de sangre y destrucción esta constatado en el
“escudo de armas” de La Serena. Cuatro saetas (flechas) cruzadas e
invertidas en cada uno de los ángulos de dicho escudo, recordarían
para siempre la memoria del levantamiento indígena31.

29
Gerónimo de Vivar, Crónica y Relación, p 155.
30
Manuel Concha, Crónica de La Serena. Desde su fundación hasta nuestros días:
1549-1870 [1871] (Santiago, 1979), p 32.
31
Manuel Concha, Crónica de La Serena, Cáp. Nº 1, Apéndice <<Armas de la Ciudad>>
Nº 6, p 49-50.
47
Francisco de Aguirre representa genuinamente al grupo de
conquistadores españoles, tanto en materia militar y económica, en la
formación de la sociedad aristocrática de encomenderos y estancieros
instalados en el norte semiárido. Su consagración se debió entre otras
tantas medidas, con los cultivos de campos y en la explotación de los
lavaderos de oro de Andacolllo, que desde el principio dieron muy
buenos resultados32. El prebistero Luís Silva Lezaeta, destaca la
descendencia hispánica del conquistador, en cuanto traza la
genealogía de la familia chilena representativa del linaje ibérico. Al
mismo tiempo, de pasada es enfático en señalar: “Tuvo Francisco de
Aguirre muchos hijos naturales. Los cronistas contemporáneos de él
le atribuyeron cincuenta, todos los cuales usaron su apellido; por
cuya razón no es raro que se hayan confundido a veces los hijos
legítimos con los bastardos”33.

En cuanto a la influencia trasandina que ejerció La Serena en


el siglo XVI, ésta permitió dominar parte de la actual Tucumán,
manteniendo una entrada de contingentes indígenas “huarpes” que
ayudarían a reforzar la población indígena destinada a la extracción de
minerales como también la ejecución de algunas obras públicas. Esto

32
Pedro Mariño de Lovera, Crónica del Reino de Chile. En Colección de Historiadores
de Chile y Documentos Relativos a la Historia Nacional, recopilados por José Toribio
Medina (Santiago, 1865), T VI, p 78.
33
Luis Silva Lezaeta, El Conquistador Francisco de Aguirre (Santiago, 1953), T I, 445-
446.
48
no solo se manifestaría en la Ciudad en estudio, sino también en su
proyección con los valles aledaños. No obstante, habría una
preponderancia de la ciudad de Santiago en la relación con la
provincia de Tucumán, la cual se reflejaría en un intercambio de
mercaderías entre algunos mercaderes34. La administración que llevo a
cabo Francisco de Aguirre y los nexos con la región transandina
debido a la fundación de la ciudad de Santiago del Estero, posibilito la
incorporación de población indígena en La Serena y sus alrededores.
Posteriormente, sería un ingrediente para que quisiera tomar el poder
de la gobernación de Chile ante la vacancia dejada por la muerte de
Pedro de Valdivia en 155435.

Si bien, la fundación de La Serena (1544) responde a la


finalidad de las Leyes de Indias, es decir, un emplazamiento que
tuviera las características de ciudad-puerto, careció de estabilidad
como se observa en el siglo XVI con la oleada de asaltos piratas. En
realidad no se hizo una rectificación en su emplazamiento como lo
observaran las Ordenanzas de Felipe II, quién advertía el peligro

34
Jorge Iribarren Charlín, Notas preliminares sobre la dispersión continental de un
adorno del labio en los pueblos aborígenes, el bezote, labret o tembetá (Ovalle 1950), p
60-62; Carlos Sempat Assadourian, <<Chile y el Tucumán en el siglo XVI. Una
correspondencia de mercaderes>>. En revista Historia, Nº 9 (Santiago, 1970), p 65-78.
35
Diego Barros Arana, Historia General de Chile, 16 Vol. [1884-1902] (Santiago,
2000), T II, p 33-34.
49
corsario36. La Serena sufrió el asalto del corsario Francis Drake quién
en diciembre de 1579, arribó primero a la bahía de la Herradura para
proseguir con dirección a La Serena con doce hombres. No obstante,
los vecinos habían recibido el aviso de la expedición inglesa con lo
cual estuvieron preparados enérgicamente para combatir al adversario
inglés. El resultado fue la muerte de Ricardo Minivez quién fue
“bárbaramente destrozados por los españoles, sin que sus
compatriotas pudieran socorrerlo”37.

En el transcurso del siglo XVI, La Serena adquiere relevancia


en función a las comunicaciones con el Virreinato Peruano. La idea de
una “ciudad puerto” presenta una ventaja militar y nodo estratégico de
colonización, pues sería el lugar fijo donde los españoles evitarían el
peligro de un largo viaje con protección del asentamiento europeo ya
consolidado. Por ejemplo, en presencia de Pedro de Valdivia salió el
navío de Antonio de Ulloa en septiembre de 1546 con destino al Perú,
mediante el cual se pacificaría la rebelión de Gonzalo Pizarro. En el
viaje de ida y vuelta, el puerto permitió la estabilidad entre las
conexiones de la Capitanía con el Virreinato Peruano. El
emplazamiento civil y militar en el limite septentrional que otorga la

36
Baldomero Estrada Turra, Los problemas de la fundación costera. Un caso en el reino
de Chile: San Bartolomé de La Serena (Quillota, 1981), p 5, 8-9.
37
Diego Barros Arana, Historia General de Chile, T II, p 351-352.
50
confianza necesaria para el transito seguro entre los valles de Copiapó
y Coquimbo38.

Desde La Serena, se redactan y despachan misivas destinadas a


España y el Virreinato Peruano en la época temprana del periodo de la
conquista, tal como se anota en las Cartas de Pedro de Valdivia a
Carlos V (1545) y a Hernando Pizarro (1545). La expedición de
Septiembre del año 1550, con dirección al Perú a cargo del capitán
Alonso de Monroy, contemplaba un amplio abastecimiento de
indígenas de los valles aledaños, destinados al Virreinato Peruano
como una prueba evidente de los recursos disponibles generados por
la población originaría39.

Algunos gobernadores de la época, para instalar su gobierno en


Santiago de Chile, resuelven hacer escala en el puerto (Coquimbo).
Tal es el caso de García Hurtado de Mendoza en abril de 1557 con
procedencia del Perú. La impotencia del soldado español en la
frontera araucana, determina reforzar las fuerzas militares con destino
a la zona del conflicto. En el intento de fuerza más significativo de la

38
Alonso Góngora de Marmolejo, Historia de Chile, T II, p 91; Gerónimo de Vivar,
Crónica y Relación, p 114, 126-127.
39
Pedro de Valdivia, Cartas de Relación, p 26-51, 52-74, 75-76; Alonso Góngora de
Marmolejo, Historia de Chile, T II, p 74, 121-122.
51
época, se organiza desde Lima una impresionante armada que tenia la
finalidad someter el levantamiento indígena araucano.

“Se presentaba en el manso y pintoresco puerto de Coquimbo


la primera agrupación de buques que tocaban las costas de Chile y
que pudiera recibir con alguna propiedad el nombre de flota. La
componían un galeón, tres naves y numerosos barcos menores, que
conducían al nuevo Gobernador de Chile, al Licenciado Santillana,
miembro de la Real Audiencia de Lima, un numeroso cortejo de
caballeros y sacerdotes, y un lucido escuadrón de 150 infantes,
provisto de abundantes armas y pertrechos. La caballería, en número
de 300 hombres, había viajado de Lima a La Serena por los caminos
del desierto y mar”40.

Francisco de Villagrán en 1561 y el Doctor Bravo de Saravia


en 1568 harían su primer arribo en La Serena. En consecuencia el
lugar poblado es el primer punto del dominio y soberanía española, en
una dimensión que esta en plena vigencia con el avance de las armas
castellanas a su propósito territorial global en la frontera penquista.
Desde la fastuosa empresa militar de García Hurtado de Mendoza
hasta fines de siglo con Oñez de Loyola (1598), se observa el empeño

40
Ernesto Greve, El Conquistador Francisco de Aguirre. Comentarios y complementos
al libro del Pro. Luis Silva Lezaeta (Santiago, 1953), p 188.
52
por derrotar la sublevación araucana y someter a los indígenas al
régimen de encomiendas y sometimiento personal. El puerto y la
ciudad emplazada en el valle de Coquimbo constituyeron la base
estratégica para el abastecimiento, el descanso y prosecución del
proyecto estratégico militar de los españoles41.

Paralelamente, en cuanto lugar de transito, abastecimiento y


descanso La Serena se convirtió en un lugar privilegiado para los
desertores de la guerra de Chile, por sus características topográficas y
las ventajas de su litoral marítimo. Muchos soldados españoles
descontentos con la situación precaria de la Araucanía y en especial
con los asuntos de la guerra fronteriza, fueron “desertores [y] muchas
veces aprehendidos y castigados con la pena capital; pero hubo
algunos que lograron llegar a La Serena, y apoderándose allí por
sorpresa de una pequeña embarcación, se hicieron […] vela para el
Perú sustrayéndose a toda persecución”42.

La evolución numérica de la población española asentada en


La Serena se mantiene en proporción pequeña y es escasa desde su
fundación (1544), para lo cual a mediados del siglo XVI contaba con
solo 80 vecinos y con 7 encomenderos que tenían bajo su tutela unos

41
Diego Barros Arana, Historia General de Chile, T II, p 84-85, 230, 264, 288.
42
Diego Barros Arana, Historia General de Chile, T II, p 356.
53
800 indios43. No obstante, era una necesidad el poblamiento de Ciudad
de La Serena dado su carácter estratégico por las razones planteadas
anteriormente. La competencia con la ciudad de Santiago44 y el sur,
demostraban un rostro precario debido a que la dinámica de todo el
siglo XVI que estuvo concentrada en la zona fronteriza, lo cual
igualmente conllevaba que el elemento masculino fuera escaso en La
Serena, pues éste era trasladado de inmediato a la zona de la guerra.

Conclusiones

Las raíces étnicas provenientes del tronco indígena y español,


contenidas en el relato narrativo de la imagen histórica en el siglo XVI
constatan el proceso de continuidad y cambio considerando la activa
participación de las culturas indígenas y españolas. La ocupación
territorial indígena permitió el emplazamiento europeo de la fundación
inicial del pueblo en el año 1544 (Juan Bohón), como en la
refundación del 26 de agosto de 1549 (Francisco de Aguirre). Solo en
1552, mediante cédula real, se decreta que en “adelante el dicho
pueblo de La Serena se llame e intitule ciudad de La Serena, y que
goce de los preeminencias, prerrogativas e inmunidades de que gozan

43
Domingo Amunategui Solar, El Cabildo de La Serena (Santiago, 1928), p 8.
44
Manuel Concha, Crónica de La Serena, p 38.
54
y pueden gozar las otras ciudades de las nuestras Indias”45. En el lugar
se consolida la fusión racial y cultural de la nueva sociedad mestiza,
emergente en el valle de Coquimbo en la segunda mitad del siglo
XVI.

No se erradicó la herencia indígena del lugar y valles


comarcanos. Muy por el contrario, el juicio contenido en la visita del
Licenciado Fernando de Santillán, en el año 1557 demuestra la
necesidad del “buen gobierno de aquella tierra [con el fin de] defensa
y conservación de los naturales”46. Es necesario insistir que frente al
desastre demográfico y a la situación de etnocidio de la primera época
de la conquista en los valles del norte florido, se hizo necesario
trasladar mano de obra indígena procedente del valle del Mapocho y
del centro sur de Chile, para las faenas de la mita minera y la

45
<<Cédula Real por la que se confiere titulo de ciudad al pueblo de La Serena>>,
Madrid 4 de mayo de 1552. En Gabriel Cobo Contreras, La Serena. Imágenes de su
Historia (La Serena, 1994), p 10.
46
Hernán Cortés Olivares, <<Relación de las visitas y tasas que el señor Fernando de
Santillan oidor de su majestad hizo en la cibdad de Santiago provincias de Chile de los
repartimientos de indios de sus términos y de la cibdad de La Serena (1558)>>. En
Hernán Cortés Olivares (et al), Huancara Estudio Histórico, p 193; Patricio Cerda
Carrillo, Visita del Licenciado Fernando de Santillán a las Comunidades Indígenas de
las Provincias de Chile (1558) (Santiago, 2005), p 13 y ss. (Inédito).
55
explotación agroganadera española, de los vecinos encomenderos y
estancieros de la zona47.

La convergencia de diferentes núcleos de población indígena,


la llegada de los colonos españoles y la traída de esclavos negros
configuró el modelo de mestizaje prevaleciente en el norte semiárido.
La estructuración de una sociedad basada en el régimen aristocrático,
señorial y con una fuerte connotación rural y de servidumbre
campesina en los siglos coloniales visibiliza la naturaleza jerárquica
del orden social y la constitución de castas en el ámbito urbano y
rural.

La imagen, la sucesión histórica de imaginarios y la


imaginación cognitiva nos lleva a concluir que la Ciudad de La Serena
responde a dos órdenes de representaciones mentales: la ciudad real y
la ciudad ideal. En la primera, la escena y los diferentes escenarios son
consistentes en aludir a la multietnicidad y a la diversidad cultural de
los diferentes grupos humanos que escogieron el curso inferior del
valle de Coquimbo como asentamiento para el desarrollo del núcleo
urbano principal de la región en el norte colonial chileno. En la
segunda, la percepción hispano-céntrica ha excluido e invisibilizado
47
Mario Góngora, Encomenderos y estancieros. Estudios acerca de la Constitución
Social y Aristocrática de Chile después de la Conquista: 1580-1660 (Santiago, 1970), p
40-41.
56
las raíces étnicas amerindias y negroides, debido a que los textos
escritos y elaborados en idioma español han entregado la versión
hispánica del proceso de colonización y sometimiento de la población
autóctona, en función de sus fueros de poder y dominación cultural.

En definitiva, la revisión interpretativa de la historia temprana


permite visibilizar e incluir la presencia, logros y adelantos
civilizatorios de las culturas originarias de los valles transversales de
Chile.

57
ACTAS AMERICANAS, 13, 2005, UNIVERSIDAD DE LA SERENA, CHILE
_____________________________________________________________

RELIGIOSIDAD POPULAR EN EL NORTE CHICO DE


CHILE: LA VIRGEN DE ANDACOLLO Y LA GRASA
BENDITA (1896-1943)
Aníbal Mery Fl*.
Introducción

Diferentes viajeros, científicos, libros de primera mano y


testimonios de promeseros, coinciden que entre 1896 y 1943, tuvo
plena vigencia las propiedades milagrosas de la grasa de la lámpara de
la Virgen, que iluminaba el templo el día 26 de diciembre, fecha de la
fiesta grande en homenaje a la Virgen del Rosario de Andacollo.
En este trabajo se revisan las diferentes fuentes que se anotan
en este período, acerca de esta obra sanadora.

Testimonio de viajeros y científicos en Andacollo

Dos testimonios importantes, correspondientes a Francisco


Galleguillos y el folcklorólogo Ricardo E. Latcham se refirieron en los
años de 1896 y 1909, respectivamente. El primero indica el siguiente:
“Mas tarde divisamos cerca de la Iglesia vieja, un gran grupo de
gente y en fuerza de la curiosidad nos lanzamos al medio.

*
Profesor de la Carrera de Pedagogía en Historia y Geografía. Docente del
Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de La Serena. E-mail:
amery@userena.cl
58
Se trataba que un mayordomo daba boletos a los promeseros
para que en otro sitio obtuvieran las grasas de la lámpara.
Nosotros creíamos que sería de la misma calidad de la que
conocimos de muchachos y pechando de aquí y atropellando mujeres
y hombres, caímos en un estrecho cuarto donde la gente estaba
apiñaba.
El hombre del pueblo hacia reparto en paquetes de dos onzas
de la milagrosa untura.
Según el número de señas o boletos eran los atados que deba.
Cerca de la pared, estaban un muchacho contando los trozos
de unas pequeñas panzas repletos de un de un sebo tan rancio y
amarillento que el olor ocre y nauseabundo se esparcía a larga
distancia.
Libres de la muchedumbre desarrollamos el paquete y como
los dedos de Pozo quedaron incrustados [en] parte de la materia,
acordamos regalar a la primera dentro tan pestilencial remedio.
Todo el día y la noche se quejó el amigo Pozo del olor de la
grasa, por más que se lavó repetidas veces las manos con aguas
aromáticas1”.

1
Galleguillos, Francisco. Una visita a La Serena, Andacollo y Ovalle. Tipografía
Nacional de Pedro N. Pinto, Valparaíso, 1896. pp. 92-93. El autor recuerda sus
años de adolescencia al referirse a la antigua calidad de la grasa, la que se deduce
que durante el siglo XIX, ya eran apreciadas las cualidades de dicha sustancia.
59
A su vez, Ricardo E. Latcham que visitó Andacollo en 1909,
agregaba: “Entretanto los que han hecho mandas o promesas a la
Virgen los cumplen, visitan la cofradía, depositan sus óbalos;
consiguen las medallas, estampas, escapularios y otras reliquias de la
Fiesta.
Sobre todo es un anhelo obtener una vela o trocito de una de
las que han iluminado el altar durante la misa, como también un poco
de grasa de la Virgen.
En esta grasa tienen los devotos una fe ciega y la llevan para
curar varias enfermedades.
La historia de esta grasa es como sigue: En los primeros
tiempos de culto, los focos candiles con que los indios iluminaban el
santuario eran de grasa o sebo.
Los fieles llevaban los cabos de estas velas, como hacen con la
cera en la actualidad, imputándoles virtudes especiales debidas al
uso a que se habían destinado.
Entre las cosas salvajes y bárbaras, la magia entra en todos
sus ritos y curaciones, como corolario de este sentimiento persistente,
atribuían a estos trocitos de grasa propiedades milagrosas. Como no
bastaban los cabos de velas para todos los que deseaban, se
acostumbrará suplir la falta con grasa ordinaria, que haya sido
bendecida por el Obispo de La Serena o por el sacerdote que ofició en

60
la fiesta, y puesta bajo tutela de la Virgen. Con esto creen que queda
dotada de las mismas virtudes curativas que las velas.
Esta grasa se reparte a todos los que dejan limosnas; a los
pobres en paquetes envueltos en papel y los más pudientes o a los que
ofrecen una manda de mayor importancia en una cajita de lata cuya
tapa ostenta una representación de la Virgen2.”
Una escritora y profesora nacida en Chile, pero que
tempranamente residió en Argentina, relata en un libro de ensayos y al
mismo tiempo autobiográficos para la primera mitad del siglo XX: “A
la Virgen se le solicita toda clase de favores: desde éxito en los
negocios, solución de los problemas sentimentales, prosperidad
familiar, cosechas abundantes. Una señora de Ovalle me contó que
estaba buscando un mantel para el altar de la Virgen, por que ésta le
había ayudado a conseguir una casa en arriendo. La grasa de la
lámpara de la Virgen es usada como ungüento [….]. En una palabra,
la Virgen de Andacollo se halla asociada a todos menesteres grandes
y pequeños de la vida, pero por encima de todo sigue siendo
minera3.”

2
Latcham, Ricardo. La fiesta de Andacollo y sus danzas. Imprenta Cervantes,
Santiago. 1910. pp. 14 - 15. Hemos actualizado la ortografía en la trascripción
correspondiente.
3
Samatán, Marta Elena. Por tierras de Elqui. Ed. “Instituto amigos del libro
argentino”. Buenos Aires, 1967. pp. 190-191. Las negritas son nuestras.
61
A principios del siglo XX, empezó a editarse en forma semanal
una revista denominada: “La Estrella de Andacollo”. Si bien, se
requiere un estudio más exhaustivo de toda la colección, en 1911, por
ejemplo, se contaba en el número 252 de Mayo de ese año, 9 casos de
gracias obtenidas por los fieles de la Virgen de Andacollo (ver Cuadro
nº 1). Pero, la versión de Mercedes Torres V. en explícito sobre como
la grasa de la Virgen surtió efecto: “Andacollo I. La Srta. Mercedes
Torres Vega, residente en La Serena, tenía un tumor blanco en una
pierna. Los doctores declaraban ser necesaria una operación
dolorosísima y que para verificarlo era preciso cloroformar a la
paciente. No pudiendo ésta someterse a tan peligroso tratamiento
púsose en la parte enferma, grasa bendita del Santuario de Ntra.
Señora del Rosario e hizo manda de venir a visitarla y dejar limosnas
para el culto y a los ocho días estaba enteramente sana. Agradecida a
su celestial Bienhechora, cumplió la promesa en todas sus partes4.”
La gracia recibida, correspondía en 1911, a una de los tantos
favores que se le solicitaban a la Virgen. Una lista del mes de Mayo
de ese año, sirve para revisar la naturaleza del problema, como
ilustran los nueve casos que conforman el cuadro que hemos diseñado
(Cuadro nº 1).

4
“La Estrella de Andacollo”, 20.05.1911, nº 252. Santiago. p. 310.
62
Cuadro 1: “Gracias” obtenidas de la Virgen de Andacollo,
Departamento de Coquimbo, Provincia de Coquimbo, Chile (20 de
Mayo, 1911).

Nacionalidad Sexo Problemas Manda


Suscripción a la
revista “La
Estrella de
Chilena Sra. M.M Operación al vientre Andacollo” y
publicar en ellas
las bondades de la
Virgen
Ir a visitarla y
Chilena Sra. M.T Tumor a la pierna
dejar limosna
Regalar dos
Sr. Gregorio
Argentina Brazo paralizado floreros para el
Valdés
altar
Chilena Sra. C. D. Extravío de una niñitaCinco pesos
Chilena Niña T.Y Tos compulsiva Una pulsera
Aprobar exámenes Cincuenta
Chilena Srta. R.L
educacionales centavos
Enfermedad al Paquete de velas;
Chilena Sr. C.M
estómago un peso
Mejorar la salud de un
Chilena Sra. A. A Una limosna
hijo
Devolver el uso de la
Chilena Srta./Sra (?) 1 peso
palabra a un amigo
Fuente: La Estrella de Andacollo”, 20.05.1911, nº 252. Imprenta Lourdes,
Santiago. pp. 310-311, Colección perteneciente a la Biblioteca del “Seminario
Conciliar”.

Finalmente, el sacerdote Principio Albás que escribió un libro


sobre la Virgen de Andacollo; se refería en 1943 sobre la grasa
indicando: “En Lourdes se obtienen muchos de los milagros y

63
curaciones por el agua bendita; en Andacollo la Virgen Stma. se vale
para sus prodigios de la llamada “grasa bendita” que en los
principios tomaban los enfermos de la misma lámpara del altar del
Sacramento, aquella misma que ante la extrema pobreza del santuario
se comprometió a costear a mediados del siglo dieciocho el piadoso
caballero andacollino D. Mariano Geraldo, y que más tarde en la
imposibilidad de surtirse de la misma los numerosos devotos, en
preciso prepararla y bendecirlos aparte, en cantidades fabulosas que
hoy no bajan de 20.000 y más cajetillas metálicas al año5”.
En la segunda edición del libro en el 2000, no se especifica al
autor de dicha edición. Sin embargo, la calidad de las notas
explicativas, evidencia que tal vez fue realizado por un sacerdote
claretiano con muchos conocimientos de libros y archivos existentes
en Andacollo. A raíz del tema que hemos tocado, los nota 60 de ésta
edición indica: “La grasa servía en los comienzos para alimentar las
luminarias […]. Tras la prodigiosa sanación del `Negro Rico´, en el
elemento cobró gran fama de ser milagroso, y por muchos años, los
devotos de Andacollo, buscaban la `grasa bendita´ para sus
dolencias. El avance en el uso de velas y posteriormente la

5
Albás, Principio “Historia de la Imagen y el Santuario de Ntra. Sra. Del Rosario
de Andacollo”. Chile. Imprenta Claret, 2000, Santiago de Chile p. 216.
64
electricidad parece que van dejando atrás esta devoción, que en
tiempos del autor de este libro (1943) eran aún considerable6.”

Conclusiones

Entre 1896 y 1943, diferentes fuentes evidencian el uso de


elementos físicos, como la grasa de lámpara usada en el día de la
fiesta de la Virgen (el 26 de diciembre de cada año) como sustancia
de curación. Estas curaciones, se asociaban a las sanaciones físicas de
una parte del cuerpo, tal como se indica en la nota explicativa
correspondiente a la segunda edición del libro de Principio Albás.
Igualmente, en 1942, persistía la idea de propiedades curativas
de esta sustancia que los fieles llevaban en cajitas de metal, aquella
denominada “grasa bendita”.
Con el cambio en el sistema de iluminación en el interior de la
Parroquia, el sistema eléctrico comenzó a desplazar la antigua idea de
usar la grasa para casos de curación. Por lo tanto, en la segunda mitad
del siglo XX, las innovaciones tecnológicas en el interior del templo,
fueron progresivamente cambiando algunas antiguas costumbres
relativas a la cura física y la sanación de partes del cuerpo.

6
Ibíd. p. 228.
65
ACTAS AMERICANAS, 13, 2005, UNIVERSIDAD DE LA SERENA, CHILE
_____________________________________________________________

APUNTACIONES SOBRE EL TEMA DIAGUITA EN CHILE:


LOS APORTES DE LA TOPONIMIA*.

Herman Carvajal Lazo**


Introducción

El presente trabajo muestra los datos estadísticos de un


levantamiento toponomástico amerindio en las regiones III y IV de
Chile (Norte Chico), realizado por el autor desde hace más de una
década, que sirvan como antecedente para la discusión de la presencia
de etnías aborígenes en la zona, específicamente sobre la cuestión
diaguita.

La denominación de “diaguitas” en Chile

Tanto los historiadores como los antropólogos coinciden en


que estrictamente el nombre “diaguitas” es incorrecto para los
primitivos habitantes del Norte Chico. La inconveniencia del término
diaguitas, en sentido lato, radica en que no discrimina entre las dos
culturas separadas por Los Andes. Y puesto que la denominación

*
Una primera versión de este trabajo fue presentada al VII Congreso Internacional
de Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Tres de Febrero, Buenos
Aires, Argentina, septiembre 2006.
**
Magíster en Lingüística. Profesor de la Carrera de Castellano y Filosofía de la
Universidad de La Serena. Este autor, ha publicado diversos artículos y libros sobre
la etnolingüística del Norte Chico chileno.
66
resulta equívoca, se debe intentar la consolidación de un nombre más
adecuado para los diaguitas chilenos. El profesor Menghin1 propone el
rótulo de Cultura de Coquimbo, por “considerar que su centro se
halla en esa provincia y que […] su parentesco más cercano con las
culturas diaguitas argentinas es muy discutible”. Cornely acepta el
término de diaguitas chilenos, propuesto en 1928 por Ricardo E.
Latcham2, aunque advierte notables diferencias entre la cultura de los
indios de Coquimbo y Atacama y la del noroeste argentino. Grete
Mostny 3 reconoce, a su vez, que los prehistoriadotes actuales no han
encontrado una designación más expresiva para esta Cultura de los
Valles Transversales. Se han propuesto –dice- los nombres de Cultura
de Coquimbo o Cultura de La Serena, sin mayor aceptación. Se ha
preferido, sin embargo, seguir usando el término diaguitas porque no
es tan sólo una designación étnica, sino también el nombre de un sitio-
tipo y aldea del Valle de Elqui. El antropólogo y Dr. Gastón Castillo4
escinde la región diaguita por el norte a la altura de Huasco,
proponiendo para el sector septentrional el rótulo de Cultura de
Copiapó.

1
Prof. Dr. O.F.A. Menghin, prólogo a El arte decorativo preincaico de los indios de
Coquimbo y Atacama (diaguitas chilenos) de F.Cornely. La Serena, Chile, 1962.
2
R.Latcham, Prehistoria Chilena, Santiago, Universo, 1928.
3
G.Mostny, Prehistoria de Chile, Santiago, Universitaria, 1981.
4
Niemeyer Hans; Cervellino, Miguel; Castillo, Gastón. “Los períodos intermedio
tardío y tardío: desde la Cultura Copiapó al dominio Inca”, en Niemeyer, Hans;
Cervellino, Miguel y Castillo, Gastón. Culturas prehistóricas de Copiapó, Museo
Regional de Atacama, 1998.
67
5
El Dr. Guillermo Cortés Lutz menciona que aunque el
apelativo “diaguitas” no es una auto denominación, aunque su uso es
bastante antiguo. Existen documentos del siglo XVI donde
encontramos el nombre de “diaguitas” para los pueblos del norte de
Chile (Probanza de méritos de Santiago de Azoca del 17 de octubre de
1562). Lo mismo se reitera en documentos notariales de comienzos
del XVII. Pero el Dr. Cortés no cree en una identidad cultural con los
diaguitas argentinos. Más bien, las similitudes las atribuye a la
existencia andina de corredores culturales entre el noroeste argentino
y los valles transversales, reafirmado por la conquista incaica a Chile.

Los diaguitas chilenos

Vivieron los diaguitas chilenos en la región que hoy se


denomina el Norte Chico, es decir, desde el valle de Copiapó por el
norte (limitando con el Desierto de Atacama) hasta el río Choapa por
el sur. Hacia el 1536 soportaban la dominación (y aculturación)
incásica durante ya sesenta y cinco años. Coetáneamente habitaban
allende la Cordillera los diaguitas argentinos, en las provincias de La
Rioja y Catamarca y parte de Tucumán, Salta y San Juan. Más al
norte, y hacia el Pacífico, tuvo su hábitat natural la etnía de los licán-

5
Guillermo Cortés Lutz, “Los diaguitas: revisión crítica al renacer en el Norte
verde”, en Pueblos originarios del norte florido de Chile. Editorial Del Norte,
La Serena 2004. pp. 291-305.
68
antai o atacameños, a quienes también se les ha supuesto alguna vez
relacionados con los diaguitas. En la actualidad, no conviene
confundir a los atacameños con los diaguitas, y en estos últimos
distinguir entre los argentinos y los chilenos.
De acuerdo con el esquema de periodización propuesto por
Gonzalo Ampuero6 los orígenes de la etnía diaguita chilena estarían
ubicados en el Período Agroalfarero Medio (que va del 800 al 1000
D.C.). “El Complejo Las Ánimas se distingue especialmente en los
valles de Copiapó, Huayco, Elqui y Limarí, pero conocemos muy poco
todavía sobre otras características culturales y el tipo físico de su
población […]”. En todo caso, aquí se dan las bases para la Cultura
Diaguita Chilena. Durante el siglo X D.C. se produce una serie de
movimientos de pueblos en el área andina, desde el noroeste argentino
a través de los diversos pasos cordilleranos y que repercuten en
nuestra región. El Complejo Las Ánimas hunde sus raíces en una
dinámica cultural compartida en ambos lados de la Cordillera.
Pero es en el Período Agroalfarero Tardío (1000 D.C. al 1536
D.C.) cuando se consolida la Cultura Diaguita Chilena. Fue Ricardo
Latcham quien la bautizó así, considerando que los restos cerámicos
eran similares a los de la Cultura Diaguita Argentina. Francisco

6
Ampuero, Gonzalo. “Antiguas culturas del Norte Chico”, en Diaguitas, pueblos del
norte verde, Santiago, 1968.
69
Cornely7 retomó los postulados de Latcham y le dio cuerpo a esta
cultura, proponiendo una secuencia basada en la tipología cerámica y
en los tipos de sepultura. Los arqueólogos Gonzalo Ampuero, Hans
Niemeyer, Jorge Iribarren, Gastón Castillo y Julio Montané han
elaborado la tipología actual, distinguiendo las etapas de Diaguita I,
Diaguita II y Diaguita III o período con decidida influencia incaica..
A la llegada de los españoles la población diaguita sería de
unos 30.000 indígenas. A la desaparición de los diaguitas
contribuyeron distintos factores: el sistema de encomiendas, el laboreo
en minas, el uso de mano de obra en la agricultura y ganadería, pestes
y enfermedades transmitidas por el español, las migraciones forzadas
y el proceso de mestizaje. Hacia fines del siglo XVII los diaguitas ya
habían sido absorbidos por la sociedad criolla hispana, y hoy nada
queda de sus creencias, tradiciones y valores culturales. Si
consideramos la constitución racial de las encomiendas y de la
sociedad indígena, integrada por diaguitas, mapuches, beliches,
huarpes, negros, unidos al elemento criollo, entenderemos este
proceso de mestizaje que terminó por fusionar distintas etnías –
incluida la diaguita- hasta constituir las bases de la sociedad chilena
en Coquimbo y Atacama.

7
Menghin . Op.Cit.
70
La lengua diaguita

Si bien es cierto que el origen de los diaguitas se debe a la


llegada de poblaciones transandinas h. el 900 D.C. (se le vincula con
complejos culturales de La Aguada, Condorhuasi, San José y Santa
María) es innegable que -dadas las características de unidad ecológica
de la región- siempre ha habido gran movilidad migratoria, la cual le
confirió una impronta local a la naciente cultura, hasta diferenciarla
completamente de sus antecesoras. De este proceso de diversificación
no escaparía la identidad lingüística.
El reducido inventario léxico atribuido al cacán, que en su
mayor parte es de carácter onomástico (topónimos y patronímicos) no
permite en absoluto la reconstrucción morfosintáctica ni la fonológica
de esta lengua. Por otra parte, ni siquiera se conserva alguna gramática
del cacán que pudieron haber escrito los misioneros de la Colonia. De
allí que las escasas referencias se limitan más bien a cuestiones
externas de supuesto parentesco lingüístico o determinación de
troncos y dialectos que propiamente a la índole lexicogramatical del
cacán.
8
Cestmír Loukotka distingue 20 dialectos pertenecientes al
tronco diaguita, sin considerar los subdialectos: Quilma, Yocabil,
Andalgalá, Abaucán o Tinogasta, Pasipa, Ancasti, Hualfín, Famatina,

8
Loukotka, Cestmír. Clasification of South American Indian,Johannes Wilbert
Editor, University of California, Los Angeles 1968.
71
Caringasta, Calián o Mocalingasta, Sanagasta, Musitian, Nolongasta,
Calchaquí o Cacán o Tocaque (con subdialectos: Guachipa, Tolombón
o Pacioca, Amaicha, Tucumán o Tukma, Solco) Cupayana o
Copayana, Amaná, Chicoana o Pulare, Indama o Ambargasta,
Copiapó.
Si a éstos les agregamos en Santiago del Estero: Tatingasta,
Toamagasta, Collagasta, Tafingasta, Paquingasta, Chiquilagasta,
Yalapagasta, Tafingasta, Tucumangasta, Guacaragasta, Tavigasta,
Suhagasta, Cascagasta, Ampatagasta, Pissigasta. En Catamarca:
Tucumangasta, Yngagasta, Asabgasta. En Salta: Ambirigasta,
Sichagasta, Chuchagasta, Taquigasta, Atachigasta, Ampacgasta, el
panorama se complica más todavía9.
Si en el noroeste argentina el asunto es azaroso, algo similar
ocurre en la falda occidental de Los Andes. El único cronista del siglo
XVI que proporciona datos de cierta consideración es Gerónimo de
Bibar 10. De acuerdo con su relato en el Norte Chico se hablaban cinco
lenguas distintas, una por cada valle: Copiapó, Huasco, Coquimbo,
Limarí y regiones de Combarbalá hasta Aconcagua. En cada caso
dice: “es lengua por sí”. Lo más probable es que no se trate de

9
Ricardo Nardi, “El kakán, lengua de los diaguitas”, publicado originalmente en
SAPIENS Nº 3, Museo Arqueológico “Dr. Osvaldo F.A. Menghin”, Buenos
Aires, 1979.
10
Gerónimo de Bibar, Crónica y relación copiosa y verdadera de los reynos de
Chile (1558), Santiago, Fondo Histórico y Bibliográfico J.T. Medina y The
Newberry Library Chicago, USA, 1966.
72
lenguas, sino de variantes o dialectos de una misma lengua, pero lo
suficientemente diferenciados –especialmente en el aspecto léxico,
que es siempre el más variable- como para producir esta impresión.
Nuestra presunción se basa en que esta región poseía –siempre
siguiendo e interpretando a Bibar- comunidad cultural en ritos,
ceremonias y costumbres: sería muy extraño que la lengua quedara
excluida de esta unidad etnológica. El intérprete aborigen de Valdivia
en Copiapó conocía no sólo la lengua de Copiapó, sino también de
toda la región; no es aventurado deducir que los dialectos diaguitas
poseían un alto grado de inteligibilidad recíproca. Por último, la
región diaguita no posee barreras infranqueables de valle a valle y se
encuentran a moderada distancia geográfica unos de otros. Estas
peculiaridades facilitarían la intercomunicación social y comercial en
una misma lengua, no exenta de variaciones.
Probablemente la lengua autóctona de los indios de Coquimbo
y Copiapó posea un origen común con la lengua de los diaguitas
argentinos o sea una derivación de ella. Lo cierto es que a la llegada
de los españoles ya habrían sido mutuamente ininteligibles. La lengua
cacana constituye una incógnita. Ante la carencia de hablantes,
gramáticas, diccionarios, glosarios o documentos, resulta imposible su
reconstitución gramatical y léxica, y aventurada la determinación
precisa del área geográfica en que habría sido hablada.

73
Los datos de la toponimia del Norte Chico.

El cuadro nº 1 refleja los levantamientos cuantitativos de los


topónimos amerindios de la región del Norte Chico, clasificados
etimológicamente según la lengua de origen por cada uno de los cinco
valles transversales.

Cuadro nº 1: Total de topónimos indígenas en los valles del Norte


Chico.
Elqui Limarí Choapa Huasco Copiapó TOTALES

QUECHUA 227 304 57 262 203 1053 41,31%


MAPUCHE 158 370 191 92 38 849 33,31%
NAHUA 4 2 1 9 6 22 0,86%
DIAGUITA 4 1 - 2 1 8 0,31%
AYMARA 12 3 - 9 3 27 1,06%
CUNZA 4 - 3 - - 7 0,27%
TAINO 8 8 5 12 2 35 1,37%
PASCUENSE - - - - 1 1 0,04%
ARAHUACO - - - 2 - 2 0,08%
GUARANÍ - 2 - - 2 4 0,16%
DECONOCIDO 57 144 31 98 68 398 15,61%
HÍBRIDO 9 9 7 10 2 37 1,45%
DUDOSO 19 34 8 29 16 106 4,16%
Fuente: Recopilación del autor.

74
Figura nº 1: Total de topónimos indígenas en el Norte Chico.

Fuente: Recopilación del autor.

He aquí algunas observaciones que se deducen de la lectura del


cuadro y que pueden servir para la formulación de algunas
conclusiones parciales:
En la toponimia indígena regional del Norte Chico se registra
la presencia de nombres correspondientes a 10 lenguas amerindias:
quechua, mapuche, diaguita, aymara, cunza, pascuense, nahua, taino,
arahuaco y guaraní. (Ver Cuadro Nº 1).
Sólo las dos primeras son relevantes (Ver Cuadro 1), además
del rótulo “desconocido” (15,61%), correspondiente a topónimos de
75
indudable origen indígena, pero para los cuales no pudimos postular
ninguna lengua precisa, dada la carencia de fuentes bibliográficas y
documentales. Suponemos que en este porcentaje deberían encontrarse
palabras de las lenguas autóctonas de Coquimbo y Copiapó.

Conclusiones

El levantamiento toponomástico amerindio refleja un


predominio de voces de origen quechua y mapuche. Tres cuartos del
corpus total pertenecen a estas lenguas.
Los valles transversales se han dispuesto en el cuadro en orden
de sur a norte, lo que permite advertir una relación inversamente
proporcional en lo relativo a la cuantía de voces mapuches y
quechuas: en la medida en que aumentan las voces mapuches hacia el
sur, disminuyen las quechuas; lo contrario ocurre hacia el norte.
Del análisis lingüístico del corpus toponomástico estudiado no
se infiere la presencia del cacán en Coquimbo y Atacama.
Probablemente, y es lo más seguro- la lengua que hablaban los
diaguitas chilenos era distinta de la hablada por los diaguitas
argentinos.

76
ACTAS AMERICANAS, 13, 2005, UNIVERSIDAD DE LA SERENA, CHILE
_____________________________________________________________

RESEÑAS

“Pueblos originarios del Norte Florido de Chile”, Hernán Cortes O.,


Patricio Cerda C., y Guillermo Cortes L., Editorial del Norte, La
Serena, 2003. 305 pp.

En el contexto de la presente, debemos mencionar que la


historia indígena -como línea investigativa- al menos en el semiárido
chileno, constituye una suerte de tarea que no se ha asumido a
cabalidad. Existen esfuerzos aislados producto de investigaciones muy
acotadas sin continuidad permanente en el tiempo. Pareciera que en
estos territorios se ha asumido la condición de mestizos y criollos, no
solo desde un punto de vista sociocultural sino también
historiográfico. Lo indígena, especialmente su materialidad, se ha
relegado en la mayoría de los casos al área de la arqueología y
antropología regional. Sin embargo, y para el agrado de quienes
pretendemos desarrollar investigaciones de historia indígena, tres
investigadores regionales, académica y profesionalmente vinculados
al quehacer historiográfico, nos proporcionan una nueva publicación,
verdadero hito que debiera generar continuidad en la producción de
proyectos científicos y monografías especializadas.
Esta obra, titulada Pueblos originarios del Norte Florido de
Chile, está dividida en tres capítulos, abordando igual número de
77
temas vinculados a los antiguos habitantes de la zona. A priori se
puede afirmar que constituye una fuente obligada para quienes se
adentren en el pasado y presente de los pueblos originarios del Norte
Florido o Semiárido de Chile.
En el primer y más extenso capítulo titulado “Relación de las
visitas y tasas que el señor Fernando de Santillán Oidor de su
majestad hizo en la cibdad de Santiago provincias de Chile de los
repartimientos de indios de sus terminos y de la cibdad de La Serena.
1558”, el Doctor Hernán Cortes Olivares, con su estudio y
trascripción paleográfica de la Tasa y Visita de Santillán, proporciona
a la comunidad científica nacional y regional, una fuente de primer
orden, complemento insustituible para comprender a cabalidad los
relatos de los primeros cronistas hispanos del siglo XVI. Los
documentos de la visita y tasa permiten la realización de un sinfín de
estudios de carácter histórico y antropológico. Gracias a ellos
podemos adentrarnos en la organización de los pueblos originarios de
la zona, a la territorialidad de los mismos, a la toponimia,
antroponimia, a los patrones de asentamiento, a las actividades
productivas de cada valle o poblado, etc. Asimismo, la obra publicada
por Cortes nos da la oportunidad de aproximarnos al discurso y
textualidad hispana del periodo de la Conquista. De forma
complementaria, al final del capítulo, el autor nos entrega algunos
análisis de la información contenida en la Visita y Tasa, sin embargo
78
consideramos que aún está muy lejos el día en que se agoten las
opciones de interpretar y analizar los contenidos de la misma.
El segundo capítulo del libro titulado “Iconografía, estética y
diseños diaguitas”, corresponde a una investigación realizada por el
Doctor Patricio Cerda Carrillo, quien nos invita a conocer en
profundidad el mundo simbólico y estético de los pueblos originarios
del semiárido chileno, tomando como punto central la figura
panandina del felino, presente -en este caso- en la alfarería tardía de la
Región de Coquimbo. Asimismo, el autor desarrolla una sugerente
línea investigativa, donde los íconos y formas de la alfarería se
transforman en fuentes históricas de primer orden, permitiéndonos
conocer aspectos ideológicos y sociales de los pueblos originarios de
la zona.
El tercer y último capítulo del libro “Los diaguitas: revisión
crítica al renacer en el Norte verde”, obra del Doctor Guillermo
Cortes Lutz, nos invita a asumir un problema incubado hacia tiempo
en ciertas comunidades del Norte Florido. Las llamadas re-
etnificaciones se hacen presentes en los valles de Copiapó y Huasco,
permitiendo el surgimiento de un necesario debate entre el mundo
científico y el mundo político. Además el autor citando diversas
fuentes, sitúa en el centro de la discusión la presencia actual de
comunidades descendientes de la etnia diaguita. Este trabajo es quizás,
el punto de partida para un profundo debate de carácter
79
epistemológico que debe ser asumido con la debida altura de miras,
tanto por historiadores, arqueólogos y autoridades del mundo político.
¿Cómo una cultura arqueológica pasa a ser considerada etnia y porqué
dicha etnia es considerada como única antecesora de los actuales
pobladores de un territorio en particular?
Al momento de realizar una visión integral de la obra reseñada,
podemos afirmar sin lugar a dudas, que esta constituye un antes y
después para la historiografía regional, no solo por la calidad de los
documentos entregados, sino también por lo sugerente de las
investigaciones presentadas. Uno de los tantos méritos que posee este
libro, es su aporte a la historia de los pueblos originarios del Norte
semiárido de Chile, esa historia pocas veces asumida como propia,
considerada como la historia de quienes fueron vencidos y de quienes
hoy en día muy pocos reclaman ser herederos.

Fernando Graña Pezoa


Museo Gabriela Mistral, Vicuña, Chile

80
“Historia Regional: Estudios de casos y reflexiones teóricas”, Sara
Mata de López y Nidia Arcos (Coordinadoras), Editorial de la
Universidad Nacional de Salta, 2006.

Una de las tendencias historiográficas, que se aplica en los centros y


universidades no metropolitanas de América Latina, es que
frecuentemente se reflexiona sobre Historia Regional. Probablemente,
porque una Universidad de provincia piensa en una realidad que se
acerca más al análisis de casos. Lo anterior, se fundamenta en el buen
libro coordinado por Sara Mata y Nidia Arcos, de la Universidad de
Salta (UNSA).
El texto dividido en cuatro secciones destaca por los aportes
teóricos de Sandra Fernández, Margarita Gascón y Valentina Ayrolo.
A nivel de análisis de casos, se encuentran los de Mario Parrón y
Eulalia Figueroa, al referirse a la Guerra del Chaco, discutiendo
algunas tesis e interpretaciones previas de X. Albo, H. Paerden y P.
Lewis. A su vez, Azucena Michel y Federico Ignacio B, estudian
aspectos económicos y sociales sobre la industria del azúcar en Salta,
entre 1943-1945. Estos autores, tomando en cuenta bibliografía
actualizada, discursos políticos de la época, documentos impresos en
la prensa de aquellos años y decretos del Diario Oficial, exponen con
claridad un aspecto de la historia regional dentro del período
peronista.

81
Con este texto, la Universidad Nacional de Salta empieza a
transitar con paso positivo en el mundo editorial, especialmente en la
historiografía trasandina.

Roberto Páez C.
Universidad de La Serena, Chile

82
“Fracturas: de Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-
1973)”, Tomás Moulian., Editorial LOM, Santiago, 2006. 280 pp.

La importancia de éste época para Moulian, tiene que ver con


que los diversos proyectos de país -sean económicos, políticos,
oficiales o alternativos- de las diversas elites o “clases dominantes”,
que al llegar al poder tratan de practicarlos con diversas medidas,
muchas veces llegando a acuerdo entre facciones políticas o actuando
en bloques (Frente Popular, FRAP, UP) y afectando el Centro político,
el cual se mueve hacia la Derecha o Izquierda, según la coyuntura en
la cual se encuentre aquellas agrupaciones pertenecientes a ésta
clasificación. Ya sea en el caso del Frente Popular (aglutinarse hacia
la centro-izquierda e izquierda propiamente tal), o en la influencia de
Carlos Ibáñez del Campo con su proyecto nacional que prácticamente
desordeno la ubicación de los partidos políticos, pues convoco a
personas de diferente origen ideológico.
Cabe destacar que: desde 1938 hay proyectos de
modernización o de desarrollo industrial, el cual no es apoyado por la
Derecha –representante de los latifundistas mayormente- y si es
tomada como proyecto por parte del Frente Popular –representante de
la clase media y de los sectores populares- que llega al poder.
Además realiza una alusión a los partidos políticos pequeños y
proyectos alternativos casi intrascendentes y de corta duración como:
la formación del partido radical doctrinario o la campaña presidencial
83
de Jorge Prat, de carácter nacionalista, con un lenguaje proto-fascista
muy cuidado y propio de una época considerada decadente según las
referencias utilizadas, como lo son –principalmente- la prensa de la
época .
Para realizar aquellas referencias se utiliza como marco
metodológico, que se explica tanto en el primer capítulo del libro y en
las diversas introducciones a los cinco capítulos de desarrollo. Para
lograr esto se denota la consultas a obras clásicas de las ciencias
políticas (Lenin, Duvenger, Gramsci, Sartori, etc) en: las
explicaciones de los comportamientos de los partidos; el uso de la
prensa de la época y de los discursos de los “Actores” políticos
prominentes; además de fuentes de tipo segundarias de diferentes
posiciones ideológicas, tanto del periodo expuesto como posteriores a
este espacio político. A lo cual conjuntamente añade la utilización de
referencias, o guiños más bien a la República Parlamentaria, pero
solamente de un carácter ilustrativo y comparativo.
Un aspecto fundamental en este libro es un análisis y una
nueva interpretación de los hechos -desde un punto de vista personal y
subjetivo de una “caja de herramientas” para la discusión o debate del
periodo- que permite mirar de una nueva dimensión un periodo
hartamente estudiado.
Aquella nueva dimensión del periodo, se divide en varias
fases, a las cuales el sociólogo las nombra como: la Dominación
84
Preventiva (1938-1946), Dominación Represiva (1946-1958) y
Dominación Integrativa (1958-1973).
Recalca, asimismo, el aporte del análisis realizada de los
centros políticos -los cuales según el autor basándose en Maurice
Duverger y sin dejar de ser critico de la teoría que toma prestada de
este autor- están influidas naturalmente por un bipartidismo natural
algo que se encuentra en la Democracia Cristiana del periodo 1964-
1970). Ya que esto agrega la importancia de esa colectividad, en el
desarrollo de las tensiones y de las polarizaciones posteriores a 1965.
Polarizaciones que son las Fracturas; ya que éstas dan los
quiebres y las discusiones entre las diversas elites que tienen el poder
y ejercen la Dominación, así como de la fracturas dentro de
coaliciones políticas o al interior de los mismos partidos políticos
(como ejemplo: el caso del Partido Socialista).
Éstas “fracturas” en el Chile Actual –según Moulian no se
presentan, ya que encontramos actualmente una política de consenso y
una dominación de tipo hegemónica que solamente provoca una lucha
por el poder, y no por el establecimiento de proyectos alternativos, ya
que en la visión particular de este autor se ejerce un pensamiento y un
proyecto único en general, ya que la gran “fractura” entre ese periodo
y la actualidad es el consenso sobre el modelo neo-liberal.
Quizás esto último parezca un análisis negativo conociendo a
un Tomás Moulian que ha presentado en obras anteriores soluciones y
85
alternativas frente al sistema político-económico imperante, como es
el caso de obras que van desde “Chile Actual: la anatomía de un mito”
hasta antes de la obra presente.

Claudio Galaz Toledo.


Universidad de La Serena, Chile

86
2010

Hacia el Bicentenario

87

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