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CAPITULO X
DE EL PACIENTE Y EL ANALISTA
J. Sandler y otros
INTERPRETACIONES, OTRAS INTERVENCIONES Y LA COMPRENSION

Los capítulos previos se han centrado en torno de conceptos relacionados con las
comunicaciones traídas por el paciente y con los factores, tanto en el paciente como en
el analista, que facilitan o dificultan el libre flujo y el entendimiento de estas
comunicaciones. En el capítulo sobre la translaboración haremos referencia a aquellas
intervenciones del analista que van dirigidas a producir cambios duraderos en el
paciente y a la necesidad de elaborar y reforzar en forma continua las intervenciones
del analista. Puesto que el término "interpretación" se usa a menudo en un sentido
general para referirse a estas intervenciones (al menos hasta donde éstas son del
orden verbal), nos parece apropiado examinar el concepto con algún detalle.

LA INTERPRETACION Y OTRAS INTERVENCIONES

La interpretación ocupa un lugar especial en la bibliografía sobre técnica


psicoanalítica. Así, Bibring (1954) subrayó que "la interpretación es el agente supremo
de la jerarquía de los principios terapéuticos que caracterizan al análisis . . . ". El papel
central de la interpretación es igualmente destacado por M. Gil] (1954) quien dice que
"el psicoanálisis es aquella técnica, que empleada por un analista neutral, da por
resultado el desarrollo de una neurosis regresiva de transferencia y la resolución última
de esta neurosis sólo mediante técnicas de interpretación".
Debido a que la técnica psicoanalítica es predominantemente verbal y a que la
formación psicoanalítica se ha vuelto tan especializada, "es quizá natural que una
cierta mística se haya ligado a las "interpretaciones" del analista. 1 Menninger (1958)
ha comentado: "La interpretación es un término más bien presuntuoso, aplicado
liberalmente por (algunos) analistas a toda participación verbal voluntaria hecha por el
analista durante el proceso terapéutico psicoanalítico. A mí me desagrada la palabra
porque da a los analistas jóvenes una idea errada sobre su función principal. Hay que
recordarles que no son oráculos, ni magos, ni lingüistas, ni detectives, ni grandes

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hombres sa b io s, q u e co m o Jo sé y D a n iel ‘interpretan' sueños, sino observadores


silenciosos, que escuchan y ocasionalmente comentan. Su participación en el proceso
bipersonal es predominantemente pasiva. . . es mejor denominar a su participación
activa ocasional: intervención. Ella puede o no `interpretar' algo. Puede o no ser una
interrupción. Pero cada vez que el analista habla, contribuye a un proceso . . . "
En sus primeros escritos Freud (1895) describió la recuperación de los recuerdos
"olvidados" por sus pacientes. Por aquel tiempo restringió sus propias intervenciones
verbales en la situación terapéutica a aquellas requeridas para inducir a la expresión
libre necesaria de los pensamientos del paciente. Intentó evitar la sugestión directa
que había caracterizado a los métodos hipnóticos de los cuales había derivado la
técnica psicoanalítica. Sus comentarios y sugerencias estaban dirigidos solamente a
facilitar la producción del material verbal del paciente en la creencia de que el flujo de
las asociaciones llevaría eventualmente al resurgimiento más o menos espontáneo de
los recuerdos cargados emocionalmente que rodeaban hechos importantes y
significativos del pasado del paciente. En los primeros días del psicoanálisis la
abreacción emocional que acompañaba a tal resurgimiento era considerada como un
agente terapéutico esencial, ya que se creía que los síntomas del paciente eran
producidos por la persistencia de afectos reprimidos. Gradualmente Freud llegó a
pensar que los síntomas de los pacientes histéricos también simbolizaban, sin el
conocimiento del paciente, aspectos del supuesto hecho traumático y pensamientos y
sentimientos conectados con el hecho (ahora olvidado). En 1897 Freud había aban-
donado la teoría traumatogénica de la histeria y estaba dedicado a investigar y
examinar los procesos de la representación simbólica, especialmente tal como ocurrían
en los sueños. Los estudios de sus propios sueños y los de sus pacientes fueron
publicados en La interpretación de los sueños (1900).
Las primeras referencias de Freud a la interpretación aparecen con respecto a la
interpretación de los sueños y se refieren en este sentido a la comprensión y
reconstrucción por parte del analista de las fuentes y el significado del sueño
("contenido latente") al que llega por el examen de las asociaciones libres del paciente
alrededor del recuerdo consciente del sueño mismo ("contenido manifiesto"). En los
primeros años del psicoanálisis el analista confiaba y explicaba su interpretación al

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paciente, pero ésta era sólo una notificación relativamente didáctica de la


interpretación a que había llegado el analista.
En la época en que Freud escribió sus trabajos sobre técnica psicoanalítica
(1911b, 1912a, 1912b, 1913a, 1914a, 1915a) comentó que había habido cambios en
la manera de presentar la comprensión del analista respecto de las producciones del
paciente. La interpretación de los sueños por el analista y las libres asociaciones no
debían ser impartidas libremente, sino que podían ser retenidas hasta la aparición de
las resistencias; expresó entonces su "condenación a cualquier línea de conducta que
nos lleve a dar al paciente una traducción de sus síntomas tan pronto como la
hubiésemos adivinado nosotros mismos . . . " (1913x) . Desde esa época en adelante
Freud diferenció de manera más o menos coherente entre la interpretación y la
comunicación, de la interpretación. Así escribió (1926b): "Cuando se ha hallado la
interpretación correcta, queda otra tarea por delante. Se debe esperar el momento
oportuno en el cual se pueda dar a conocer esa interpretación al paciente con alguna
posibilidad de éxito ... Se cometerá un grave error si . . . se lanzan las interpretaciones
a la cabeza del paciente tan pronto como se hayan encontrado".
En 1937 Freud diferenció entre interpretaciones y "construcciones" en análisis. La
"interpretación" se aplica a algo que uno hace respecto de un solo elemento del
material, tal como una asociación o una parapraxia.2 Se trata en cambio de una
"construcción" cuando se expone ante el sujeto en análisis una parte de su temprana
historia que éste ha olvidado" (1937b). Una construcción (ahora llamada habitualmente
"reconstrucción") representa una "labor preliminar" que facilita el surgimiento de
recuerdos del pasado o su repetición en la transferencia.
Mientras que en sus comienzos la interpretación fue vista como un proceso que
ocurría en la mente del analista, no se produjo gran confusión en el caso que el
término se aplicara también a lo que el analista dijera al paciente, ya que (aparte de
las restricciones que el "tacto analítico" imponía) el contenido en ambos casos era el
mismo. Al comprenderse mejor que las resistencias y las defensas también debían
señalarse al paciente, se subrayó en especial la forma en que el analista ofrecía sus
comentarios y explicaciones. Esto llevó al uso del término "interpretación" en la
bibliografía psicoanalítica posterior a Freud que destaca lo que el analista dice al
paciente, en vez de estar, como al .principio, restringido al entendimiento que: tiene el

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analista sobre las producciones del paciente. El término se usa ahora corrientemente
para describir uno u otro aspecto de los comentarios del analista. El "arte de la
interpretación" exigido al analista ha llegado a significar el arte de hacer intervenciones
verbales exitosas de algún tipo especial más que el arte de comprender los significados
inconscientes del material del paciente. Así Fenichel (1945a) se refiere a la
interpretación como aquello que está "ayudando a algo inconsciente a ser consciente al
nombrarlo en el momento en que pugna por abrirse paso al exterior".
Parecería que el cambio en el concepto fue el resultado inevitable de la
introducción de la teoría estructural por Freud (1923, 1926b), y el alejamiento de la
anterior concepción "topográfica" (véase capítulo l). En el campo de la técnica
psicoanalítica se subrayó cada vez más la formulación de interpretaciones que fueran
aceptables para el paciente o especialmente eficaces en un momento dado. Se subrayó
lo que le analista elegía para confiarle al paciente, cuándo decidía hacerlo y la forma
en que lo hacía (Reich, 1928; Anna Freud, 1936; Fenichel, 1941, 1945a; Hartmann,
1939, 1951; Kris, 1951; Loewenstein, 1951; Greenson, 1967).
Hay que hacer notar que desde 1897 a 1923 las asociaciones libres del paciente
fueron vistas como derivados superficiales de deseos e impulsos inconscientes
"abriéndose paso hacia la superficie desde las profundidades". El problema de la
interpretación se veía preferentemente como la comprensión de material inconsciente
profundo a partir del análisis de las producciones conscientes. El punto de vista
estructural subrayó el papel desarrollado por la parte organizada de la personalidad
(yo) al encontrar compromisos entre las necesidades o impulsos instintivos (ello), los
dictados de la conciencia y llamados de los ideales (superyó) y la realidad externa. Las
interpretaciones eran vistas como que estaban dirigidas al yo del paciente, cuyas
fuerzas y flaquezas debían ser tomadas en cuenta. El analista fue obligado a considerar
el efecto de lo que deseaba decir. Todo esto se encuentra ejemplificado en la anécdota
de Fenichel del analista que interpretaba sin éxito durante semanas y semanas cl
deseo del paciente de asesinarlo. Mientras que la comprensión que tenía cl analista del
deseo inconsciente del paciente parecía ser la correcta, lo que el analista decía al
paciente no era así. "Tal interpretación en tal situación aumenta la ansiedad -y con ello
las defensas del yo- en vez de disminuirla. La interpretación correcta habría sido (de

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acuerdo con Fenichel) : `Usted no puede hablar porque está asustado de que le
vengan pensamientos e impulsos dirigidos en mi contra' (1941)."3
Al presente la situación es una en la cual, aparentemente, el término
"interpretación" se usa tanto como sinónimo de todas las intervenciones verbales (y
aun ocasionalmente no-verbales) del analista, cuanto como una variedad especial de
intervención verbal.
Ha habido pocos intentos en la bibliografía para diferenciar en un nivel
descriptivo los varios componentes de las intervenciones verbales del analista.
Loewenstein (1951) considera que aquellos comentarios del analista "que crean
condiciones sin las cuales el procedimiento analítico sería imposible", no son
interpretaciones sino más bien comentarios dirigidos a liberar las asociaciones del
paciente; por ejemplo "aquellas que inducen al paciente a seguir la regla fundamental,
cuyo propósito es soltar de alguna manera la barrera censora existente entre los
procesos conscientes y preconscientes..."). Las interpretaciones propiamente dichas
son las intervenciones verbales "que producen aquellos cambios dinámicos que
llamamos comprensión" (insight). Loewenstein excluye de esta manera las
instrucciones y explicaciones del concepto de interpretación, considerando este último
como un término aplicado a "aquellas explicaciones dadas a los pacientes por el
analista que agregan algo al conocimiento que ellos tienen de sí mismos y que están
elaboradas a partir de los elementos contenidos y expresados en los pensamientos,
sentimientos, palabras y conducta del paciente". 4
Loewenstein también llama la atención hacia las intervenciones que podrían
denominarse "preparatorias para la interpretación", como por ejemplo la mención por
parte del analista de patrones similares en vivencias que el paciente cree
completamente desconectadas. Eissler (1953) señala que algunas intervenciones (por
ejemplo órdenes a pacientes fóbicos) no son parte del modelo básico de la técnica
psicoanalítica. Ellas constituyen lo que él llama "parámetros de la técnica". En el mismo
trabajo, Eissler agrega que ciertas intervenciones verbales distintas de las
interpretaciones son también esenciales para el "modelo básico de la técnica
psicoanalítica". Estas excluyen instrucciones (por ejemplo, la regla básica de la libre
asociación) y preguntas dirigidas a aclarar el material. Piensa que "la pregunta, como
un tipo de comunicación; es básica y por ello es una herramienta indispensable del

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análisis, esencialmente diferente de la interpretación". Olinick (1954) nos brinda un


examen muy Útil del papel que juega el preguntar en la técnica psicoanalítica.
Greenson ha separado algunos de los componentes verbales de la técnica analítica
(1967). Considera que el término "analizar" es una expresión abreviada que se refiere
a ... (ciertas) ... técnicas que estimulan la comprensión. Entre éstas incluye:

La confrontación. Es considerada como un proceso que consiste en llamar la


atención del paciente hacia un fenómeno particular, haciéndolo explícito y llevando al
paciente a reconocer algo que ha estado evitando y que deberá ser comprendido más
adelante.
La clarificación, A pesar de que la clarificación puede seguir a la confrontación y
matizarla, representa más bien el proceso de presentar en foco el fenómeno
psicológico con el cual el paciente es confrontado (y que ahora está dispuesto a consi-
derar). Implica el "desenterrar" detalles significativos que deben ser separados de
materias extrañas.
La interpretación. Significa "hacer consciente el significado, fuente, historia,
modo o causa, inconscientes, de un hecho psíquico ciado. Requiere habitualmente más
de una sola intervención".

Además de estos tres procedimientos (a menudo entrelazados), Greenson añade


la translaboracíón como un cuarto componente del proceso analítico (capítulo XI).
Para resumir, el término interpretación ha sido usado en la bibliografía
psicoanalítica para significar lo siguiente:
1. Las inferencias y conclusiones del analista en relación con el significado y
sentido de las comunicaciones y conducta del paciente.
2. Las comunicaciones del analista al paciente de sus deducciones V conclusiones
3. Todos los comentarios hechos por el analista. Este es el uso común y corriente
del término.
4. Las intervenciones verbales dirigidas específicamente a producir un "cambio
dinámico" a través de la comprensión (insight).

Algunos autores han diferenciado en la interpretación los siguientes puntos:

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a) Las instrucciones dadas al paciente en cuanto a los procedimientos analíticos


para crear y mantener el encuadre analítico.
b) Las construcciones (o reconstrucciones) de aspectos de la vida temprana del
paciente, derivadas del material traído y actuado durante el análisis.
c) Las preguntas dirigidas a producir y dilucidar el material. d) Las preparaciones
para la interpretación (por ejemplo, la demostración de patrones recurrentes en la vida
del paciente) .
e) Confrontaciones, como las describe Greenson (1967).
f ) Clarificaciones, como las describe Greenson (1967).
El grado de arbitrariedad de muchas de estas distinciones es notable. Se acepta
generalmente en la bibliografía psicoanalítica, que ninguna interpretación puede ser
nunca completa, y tal vez el uso más práctico del concepto sería el de incluir en él
todos los comentarios e intervenciones verbales que tienen como fin hacer que el
paciente se dé cuenta de algún aspecto de su funcionamiento psicológico del cual no
era previamente consciente. Esto incluiría mucho más de lo que se ha llamado
"preparaciones para la interpretación", confrontaciones. clarificaciones,
reconstrucciones, etc., y excluiría el normal e inevitable intercambio verbal de tipo
social y las instrucciones para el procedimiento analítico. A pesar de que éstos tienen
efecto sobre el paciente (por ejemplo, la tranquilidad ganada mediante el acuerdo de
citas regulares), preferiríamos sugerir que la interpretación debiera verse desde el
punto de vista de la intención del analista de proveer la comprensión (insight) más
que basada en el efecto de las observaciones del analista en el paciente. Rycroft
(1958) ha descrito finamente lo que podría ser, desde su punto de vista, el elemento
central en la interpretación: "El analista invita al paciente a hablar con él, lo escucha y
de tiempo en tiempo, habla. Cuando habla, no habla consigo mismo, ni de sí mismo,
sino al paciente acerca del paciente. Su propósito al hacerlo así es ampliar la
conciencia de sí del paciente: llamando su atención hacia ciertas ideas y sentimientos
que el paciente no ha comunicado explícitamente pero que sin embargo son
pertinentes a su actual estado psicológico. Estas ideas, que el analista es capaz de
observar y formular porque están implícitas en lo que el paciente ha dicho o en la
forma en chic lo ha dicho, o bien han sido inconscientes, o si han sido conscientes, lo
han sido sin que el paciente se haya dado cuenta de su pertinencia e importancia

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inmediata". Y agrega: "En otras palabras, el analista busca ampliar el campo


perceptual endopsíquico del paciente informándolo de aquellos detalles y relaciones,
enmarcados en la configuración total de su actividad mental presente, que, por razones
defensivas, le ha sido imposible percibir y comunicar por sí mismo".
Los intentos de reducir el concepto de "interpretación" tienen un efecto
secundario sobre la técnica interpretativa, especialmente si se piensa que ciertas
interpretaciones son las únicas "buenas" intervenciones. Tal efecto ha sido evidente en
relación con el valor dado a las interpretaciones transferenciales, las cuales por haber
sido tomadas por algunos analistas como la única forma "apropiada" de interpretar,
han llegado a ser las únicas interpretaciones dadas por ellos. En consecuencia, toda la
actividad interpretativa puede ser forzada dentro de un molde "transferencial" (véanse
los capítulos IV y V y el comentario sobre las interpretaciones mutativas que sigue).
El contenido de las interpretaciones ha recibido considerable atención en la
bibliografía, especialmente desde el punto de vista de la eficacia relativa de los
diferentes tipos de interpretación.
En la parte que sigue enumeraremos algunas de las variedades de interpretación
chic han sido descriptas.
ALGUNOS OTROS TIPOS DE INTERPRETACION

Interpretaciones de contenido es el nombre de una expresión usada para


caracterizar la "traducción" del material manifiesto o superficial a lo que el
psicoanalista entiende que es su significado profundo, habitualmente con especial
énfasis en las fantasías y deseos sexuales y agresivos infantiles. Este era el tipo
predominante de interpretación dado en las primeras décadas del desarrollo del psi-
coanálisis. Tales interpretaciones se ocupaban sólo del significado (contenido
inconsciente) de lo que se pensaba que estaba olvidado, más que del conflicto que
llevaba a que los recuerdos y las fantasías permanecieran inconscientes. Junto con las
interpretaciones simbólicas, que son la traducción de significados simbólicos tal como
aparecen en sueños, lapsus linguae, etcétera, las interpretaciones de contenido son
vistas por lo común como las que constituyen el centro de la actividad del analista, una
concepción errónea que data de los primeros trabajos de Freud.

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Interpretaciones de defensa, son una forma especial del análisis de las


resistencias (véase capítulo VII). Tales interpretaciones están destinadas a mostrar al
paciente los mecanismos y las maniobras que él usa para tratar con los sentimientos
dolorosos envueltos en un conflicto dado y, de ser posible, los orígenes de dichas ac-
tividades. Se piensa que las interpretaciones de las defensas son un complemento
indispensable de las interpretaciones de contenido, tanto más cuanto que se supone
que estas últimas son insuficientes si no se muestra también al paciente la forma en
que maneja sus propios impulsos infantiles. Anna Freud (1936) señaló que "una
técnica que se limita con demasiada exclusividad a traducir símbolos estaría en peligro
de sacar a luz material que consistiría, también demasiado exclusivamente, en
contenidos del ello ... Se podría tratar de justificar tal tipo de técnica diciendo que
realmente no habría necesidad de tomar la ruta más larga a través del yo ... Sin
embargo, sus resultados serían de todos modos incompletos".
Se cree también que las interpretaciones de defensa son de especial importancia
en cuanto a la modificación de la psicopatología del paciente neurótico, por
considerarse que ésta está enraizada, en parte, en su organización defensiva especial,
es decir, en su método particular de manejar los conflictos. Los cambios en esta
organización se consideran como, parte esencial del proceso terapéutico (véase
capítulo VII).
La idea de que algunas interpretaciones son más eficaces que otras está incluida
en el concepto de la interpretación mutativa. Strachey (1934) sugirió que los cambios
esenciales logrados en el paciente por medio de la interpretación son aquellos que
afectan a su superyó. Las interpretaciones que tienen este efecto se consideran
"mutativas" y para ser eficaces deben preocuparse de los procesos que ocurren en el
inmediato "aquí y ahora" de la situación analítica (puesto que desde el punto de vista
de Strachey sólo las interpretaciones de estos procesos inmediatos, especialmente
procesos transferenciales, tienen suficiente urgencia e impacto para lograr cambios
fundamentales). Esta idea ha contribuido como ya se ha dicho, al punto de vista de
que sólo las interpretaciones transferenciales (véanse capítulos IV y V) deben ser
dadas por el analista, ya que éstas son las únicas que pueden ser eficaces
(mutativas). Sin embargo no parece haber sido ésta la creencia de Strachey y no
concuerda en la práctica con la mayoría de los analistas, clic, también hacen uso

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de interpretaciones extratransferenciales (o interpretaciones no- tran sf eren ci al es)


.
Las interpretaciones d irectas son aquellas que se dan como una respuesta
inmediata al material del paciente sin esperar mayores asociaciones o
clarificaciones. A menudo son una forma de interpretación simbólica ( Roscan,
1953).

EL MODO DE ACCION PROBABLE DE LAS INTERPRETACIONES

La relación entre el éxito terapéutico y el hacer interpretaciones "correctas"


ha preocupado a muchos autores. Por ejemplo Glover (1931) dijo que las
interpretaciones inexactas, inadecuadas e incompletas pueden conducir de todos
modos y en ciertas circunstancias, a un progreso terapéutico. Glover piensa que
este efecto ocurre por medio de la provisión al paciente de un sistema u
organización alternativo que puede actuar como un "producto sustitutivo— (en
lugar del síntoma previo) que "ahora es aceptado por el yo del paciente").
Susan Isaacs (1939) al examinar el proceso de la interpretación, consideró
que un buen analista, en virtud de su aprendizaje, se vale de las interpretaciones
como una hipótesis científica concerniente al funcionamiento del paciente. Dice:
"este darse cuenta del significado más profundo del material del paciente se
describe a veces como intuición. Yo prefiero evitar este término debido a su
connotación mística. Él proceso de comprender puede ser inconsciente en su mayor
parte pero no místico. Es mejor describirlo como una p ercep ción . Percibimos el
significado inconsciente de las palabras y la conducta del paciente como un proceso
objetivo. Nuestra habilidad para verlo así depende ... de muchos procesos en
nosotros mismos, parcialmente conscientes y parcialmente inconscientes. Pero se
trata de una percepción, objetiva de lo que hay en el paciente y que está basada
en datos actuales". El énfasis puesto en "la percepción objetiva de datos objetivos"
ha sido examinado par Rycroft (1958) quien sugiere que lo que Freud hizo no fue
explicar un fenómeno, "de manera causal sino entenderlo y darle significado, y el
procedimiento que usó para ello no fue el científico de explicar las causas, sino el
procedimiento semántico, de darle sentido. En efecto, puede decirse que mucho del

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trabajo de Freud fue en realidad semántico y que hizo descubrimientos


revolucionarios en semántica, como por ejemplo, que los síntomas neuróticos e stán
llenos de comunicaciones significativas disfrazadas pero que debido a su
entrenamiento y honradez como científico, formuló sus hallazgos en el marco
conceptual del médico científico". Debemos impugnar el planteamiento de Isaacs
sobre la objetividad de la percepción del significado inconsciente es altamente
debatible. Pero, por otra parte, el contraste entre "científico" y "semántico" que
propone Rycroft es también cuestionable.
Un punto de vista intermedio parece ser el de Kris (1956) que se refiere al
"hecho bien conocido de que la reconstrucción de hechos infantiles puede muy bien
estar, y yo creo que habitualmente lo está, relacionada con algunos procesos de
pensamiento y algunos afectos, que no necesariamente "existieron" en el momento en
que el "hecho" tuvo lugar. Tal vez nunca alcanzaron la conciencia o emergieron más
tarde durante " la cadena de acontecimientos" a la cual se adhirió la experiencia
original. Mediante interpretaciones reconstructivas ellos tienden a hacerse parte del
conjunto seleccionado de las vivencias que constituyen el cuadro biográfico que en
casos favorables surge en el curso de la terapia analítica".
Balint (1968) señaló que el lenguaje analítico especial y el marco de referencia
de un psicoanalista debe determinar inevitablemente el camino por el cual el paciente
llega a entenderse a sí mismo. Desde este punto de vista parecería que el cambio tera-
péutico como consecuencia del análisis depende en gran medida de la provisión de un
marco de trabajo afectivo y conceptual estructurado y organizado dentro del cual el
paciente puede situar efectivamente a sí mismo y a la experiencia subjetiva de sí y de
los demás (Cf. Novey, 1968).
Obviamente el concepto de interpretación no está limitado al encuadre del
tratamiento analítico o a las variadas formas de psicoterapia psicodinámica. La
verbalización por parte del médico general de los temores no formulados por un
paciente respecto de su salud, puede conceptualizarse como una interpretación, como
que tiene la intención de brindar al paciente una nueva visión comprensiva al presentar
un aspecto de sus sentimientos y conducta de los cuales no estaba previamente
consciente. De aquí no se desprende por supuesto que el tipo de interpretación
apropiado dentro de un encuadre determinado sea siempre apropiado en otros.

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LA COMPRENSION (Insight)

El concepto de la "comprensión" es usado ampliamente en el psicoanálisis, en los


sistemas de psicoterapia derivados de él y en la psiquiatría dinámica en general. El
término se usa como si su significado fuese claramente patente pero al estudiarlo se
hace evidente que dista mucho de ser éste el caso. Como dice Zilboorg (1952) "entre
las faltas de claridad que tienen enorme importancia clínica y que causan la mayor
confusión se destaca la del término comprensión. Lo trajo el aire, por así decir. Nadie
sabe quién lo empleó por vez primera ni en qué sentido lo hizo".
Parece que existe una relación compleja entre los significados psicoanalítico y
psiquiátrico del término. En psiquiatría general "comprensión" fue introducido para
indicar el "conocimiento que el paciente tiene de que los síntomas de su
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enfermedad son anormalidades o fenómenos morbosos" (Hinsie y Campbell,
1970). Este es el sentido en el que el término ha sido usado en la psiquia tría desde
los comienzos del siglo y se continúa usando. Jung, hablando de pacientes
psicóticos con menoscabo intelectual y emocional severo, dice que no obstante
muestran "signos de cierta comprensión de su enfermedad" (1907). En la tradición
de Kraepelin (1906), Bleuler (1911) y Jaspers (1913), la "ausencia de com-
prensión" está asociada con los estados psicóticos. Sin embargo, pese a que la
palabra "comprensión" ha sido extendida, particularmente en los últimos 20 años,
de la psiquiatría al psicoanálisis, el significado específico que tiene en psiquiatría se
ha perdido con la extensión. Vale la pena tener en cuenta que el uso original del
término no era específicamente técnico. El término no aparece en el índice de la
Standard Ed'ition de las Complete Psychological Works de Freud, aun cuando ha
sido utilizado en varios lugares en un sentido no precisamente técnico. Da la
impresión de que una palabra bastante común en alemán y en inglés (en alemán
es Einsicht) fue elevada en cierto momento, al nivel de un concepto técnico. NT2 No
obstante lo dicho, el concepto -en la forma en que es usado actualmente- parece
que está sólidamente enraizado en las formulaciones hechas por Freud en relación
con los procesos de cambio conducentes a la "cura".

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En 1893, Breuer y Freud habían escrito: "Hemos encontrado, las primeras


veces con gran sorpresa, que cada síntoma histérico desaparecía inmediata y
permanentemente cuando habíamos logrado traerá la luz, con toda claridad, el
recuerdo del hecho que lo había provocado y excitar el afecto concomitante y
cuando el paciente había descrito el hecho con amplitud de detalle y había verbali-
zado el afecto en mención. El recuerdo sin afecto casi nunca produce resultados"
(1895). Un apunte similar fue hecho por Freud cuando comentó a propó sito de un
paciente que "si tenernos éxito en producir un recuerdo realmente vívido en el pa-
ciente, y si él ve las cosas frente a sí con toda la actualidad origi nal veremos que
ha de estar completamente dominado por algún afecto. Si, entonces, lo obliga mos
a poner su afecto en palabras, hemos de observar cómo, al mismo tiempo que
produce este afecto violento, el fenómeno de sus pesares sufre vívidamente una
vez más y de allí en adelante el síntoma pierde su carácter crónico (1895).
El elemento cognitivo -"el recuerdo del hecho"- fue destacado por Freud en la
primera fase en el contexto de la descarga emocional. La idea de la mejoría a
través del drenaje afectivo en la forma de una abreacción fue relacionada con la
noción de que el agente patogénico operante en condiciones, tales como la
histeria, era un hecho traumático específico. El énfasis en la necesidad de que la
recuperación de los recuerdos reprimidos estuviese acompañada por las emociones
pertinentes acerca esta idea a aquello que muchos analistas llaman actualmente
"comprensión emocional".
Con la modificación ocurrida en la manera de enfocar la patogenia, debido a
un cambio del énfasis de un hecho traumático externo hacia las vicisitudes ele las
tendencias instintivas (1897) y su creciente interés por la interpretación de los
sueños (1900), el elemento emocional pasó a un segundo plano. La comprensión
del analista fue vista como si fuese equivalente a su entendimiento del significado
de las producciones del paciente. Este entendimiento era comunicado al paciente, a
menudo, acompañado de explicaciones y argumentos intelectuales. Fue el darse
cuenta gradual de la importancia y la necesidad de analizar la transferen cia y las
resistencias transferenciales lo que permitió tomar de nuevo en cuenta el engarce
emocional en el que el entendimiento del paciente estaba montado. En las palabras
de Freud: "Es cierto que en los primeros días de la técnica analítica tomamos una

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actitud intelectualista frente a la situación. Valoramos en alto grado el


conocimiento del paciente de aquello que había olvidado. Borramos, casi, la
diferencia entre su conocimiento y el nuestro ... Fue una desilusión muy dura
cuando el éxito esperado no llegó" (1913a).
El término comprensión no parece que ha sido usado en el título d e una
comunicación analítica, hasta que French (1939) publicó su Comprensión y
distorsión en los sueños. French tomó el término, de modo explícito, del psicólogo
guestaltista W. Köhler (1925). Köhler había descripto cómo en los animales de
experimentación la percepción de la solución de un problema podía ocurrir
súbitamente, como una "comprensión". French consideró que la comprensión en el
psicoanálisis era un fenómeno similar, es decir: "una `captación práctica' de la
situación de conflicto". Tal comprensión, pensó French, no era de suyo el agente
terapéutico pero sí era la precondición necesaria para la actividad de "solución de
problemas" que podía llevar a la cura.
El problema de mayor envergadura en la bibliografía psicoanalí tica posterior a
Freud se encuentra en la necesidad de distinguir entre la comprensión "verdadera"
o "afectiva" y el insight puramente intelectual. Los analistas son de la opinión de
que es factible establecer tal distinción y que el hacerlo es de esencial importancia
desde el punto de vista de la técnica analítica. El escueto conocimiento intelectual
del punto de vista psicoanalítico de los orígenes del trastorno es a todas luces
ineficaz (de otro modo bastaría con recomendar la lectura de un libro sobre
psicoanálisis). Parecería que, desde el punto de vista de la terapia psicoanalítica,
alguna forma de vivencia afectiva es esencial juntamente con lo que es con -
siderado como una comprensión efectiva. Sin embargo, la definición de aquello que
constituye una comprensión "verdadera", "afectiva" o "efectiva" ha planteado
problemas con los cuales muchos autores han lidiado (por ejemplo Kubie, 1950;
Zilboorg, 1952; Reid y Finesinger, 1952; Martin, 1952; Richfield, 1954; Sil verberg,
1955; Kris, 1956; Valenstein, 1962; Myerson, 1960, 1963, 1965; Segal, 1962;
Pressman, 1968, 1969). Una de las dificultades inherentes al problema de
encontrar una definición de la comprensión psicoanalítica efectiva ha sido la gran
tentación a sucumbir a una tautología: si la comprensión no es efectiva en producir
cambio, no es "verdadera". Ergo, la comprensión que lleva al cambio es efectiva.

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Si queremos evitar tales dificultades, parece que sería necesario divorciar el


concepto de la comprensión emocional del concepto de "cura", puesto que tal
comprensión no es seguida, por necesidad, por cambios progresivos y terapéuticos
en el paciente. Reid y Finesinger (1952) y Richfield (1954), han intentado apli car el
método de análisis filosófico en sus esfuerzos por aclarar el problema. Reid y
Finesinger usan el término "comprensión dinámica" para referirse a la comprensión
eficaz. Citan a Kubie (1950)
"La comprensión empieza a tener efecto terapéutico sólo cuando lleva a una
apreciación de la relación existente entre las diversas vivencias y los conflictos
inconscientes de los cuales provienen tanto los componentes neuróticos de la
personalidad como los síntomas neuróticos". Reid y Finesinger intentan distinguir
entre la comprensión "neutral" y la "afectiva"; la primera "implica que ninguno de
los términos de la relación cuyo significado ha sido captado por el acto
comprensivo de una emoción y que el acto comprensivo no media, ni libera una
respuesta emocional en la persona que tiene la comprensión". En el insight
"afectivo", " la emoción es parte del tema del que el paciente tiene comprensión, o
más precisamente, la emoción es un término en la relación cuya significación es
captada a través de la comprensión". Alternativamente, la comprensión también
puede ser considerada "afectiva" o "dinámicamente efectiva" si "hace al paciente
consciente de un hecho que puede ser, o no, en sí una emoción, pero que libera o
inicia una respuesta "afectiva". Esta nos parece que es una definición psicoanalítica
de la comprensión; no está ligada necesariamente al criterio de "corrección" o de
cambio terapéutico.
Nos parece que la noción de una comprensión "correcta" lleva a un sinnúmero
de dificultades. Al mismo tiempo el concepto de comprensión "efectiva" puede
resultar en un argumento circular. Tal vez la manera más útil de abordar el
problema sea diferenciar la comprensión "intelectual" de aquellas formas de
comprensión que implican algún aspecto de un estado afectivo en el conte nido
mismo de lo comprendido. Esto nos parece coherente con el punto de vista
examinado antes en este capítulo cuando subrayamos que "parece que el cambio
terapéutico consecuente al análisis depende, en gran medida, de la provisión de un
marco conceptual y afectivo estructurado y organizado dentro del cual el paciente se

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pueda poner a sí mismo y pueda poner su vivencia subjetiva de sí y de los demás".


Esto nos permitiría entender cómo es que diferentes puntos de vista psicoanalíticos y
psicoterapéuticos, tal como están reflejados en las representaciones dadas al paciente,
son a veces igualmente eficaces desde el punto de vista de los resultados terapéuticos.

NOTAS

1 Algunos analistas llegan a adoptar un tono especial de voz cuando hacen interpretaciones.
2 Esta definición tiene un halo un tanto extraño, más aún si se considera que fue hecha en los escritos
tardíos de Freud. Esta definición no ha sido mantenida en la bibliografía siguiente. En la actualidad no hay ningún
énfasis en "un solo elemento" como el sujeto ele la interpretación
3 Hay analistas que aún consideran que su tarea es la de interpretar continuamente material inconsciente
profundo del paciente, y que aparentemente toman el punto de vista "mientras más profundo, mejor".
4 Loewenstein introduce un problema al definir la interpretación sobre la base del efecto que produce, es
decir cambios dinámicos conducentes a la comprensión. Es fácil imaginar la existencia de interpretaciones
correctas pero ineficaces y, a la inversa, eficaces pero incorrectas (Glover, 1931). Parecería que definir una
interpretación por su intención más bien que por su efecto podría producir una mayor claridad conceptual.

NOTAS DEL TRADUCTOR

NT1 Aquí insight se refiere a la "conciencia de enfermedad"; las referencias de este párrafo no entrañan,
en español, las ambigüedades que los autores intentan aclarar. [T.]
NT2 No hemos encontrado un equivalente apropiado en español. La palabra "introspección", cuyo sentido
etimológico es similar a insight, tiene sin embargo un sentido de uso que es distinto. La palabra comprensión es
una traducción aproximada. [T.]

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