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INCREÍBLE—¡MILLONES COMO USTED

NO SABEN PARA QUÉ FUE ENVIADO


JESUCRISTO A ESTE MUNDO!

Por Mario A Olcese

Una increíble ignorancia

Si usted le pregunta a cualquier cristiano practicante ¿para qué vino


Jesús al mundo? ellos le dirán automáticamente que Jesús vino para
salvarnos de los pecados. Otros le dirán que Jesús vino para
llevarnos al cielo si somos buenos y si practicamos sus enseñanzas.
Sin embargo, pocos, o casi nadie, le dirán la verdadera razón por la
cual Jesús vino al mundo hace dos milenios.

Jesús revela para qué fue enviado al mundo por su Padre

En Lucas 4:43 encontramos una interesante declaración de Jesús en


donde él nos dice para qué fue enviado por su Padre a este mundo
hace dos milenios. Ahora bien, lo trágico del caso es que los
cristianos generalmente no prestan atención a este pasaje en
cuestión porque sencillamente no escudriñan a fondo las Escrituras.
Jesús dijo en ese versículo, así: “Es necesario que también a otras
ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para
esto he sido enviado”.
¿Tomó nota de lo que dice Jesús en este pasaje lucano? Jesús está
diciendo directa y simplemente que él fue enviado con un propósito
definido y claro—¡el de anunciar el evangelio del Reino de Dios!
Esta verdad es sorprendentemente ignorada por los maestros y
predicadores más populares del cristianismo contemporáneo.

Un Evangelio diferente

Los predicadores contemporáneos, católicos y protestantes, parados


detrás de los púlpitos, y los tele-evangelistas famosos como Billy
Graham., Benny Him, Jimmy Swaggart, Pat Robertson, Oral

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Roberts, Jack Van impe, etc, simplemente predican un evangelio
diferente. El evangelio social del catolicismo, o el evangelio de la
prosperidad de los evangélicos, o simplemente el “evangelio sobre
Cristo”, son sólo algunos de los más populares. Sin embargo, el
evangelio acerca del Reino de Dios es poco o nada anunciado en las
iglesias de hoy. Este prístino evangelio ha sido reemplazado, como
ya dijimos, por seudo evangelios que son anatemas para Dios. Dice
Pablo lo siguiente: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis
alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un
evangelio diferente. 7 No que haya otro, sino que hay algunos que
os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 8 Mas si
aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro
evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea
anatema. 9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si
alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea
anatema”.
Como estamos viendo, es cosa seria predicar un evangelio diferente,
trucado, o mutilado. La mayoría de las disertaciones o prédicas
ignoran el evangelio del Reino, y de hecho pocos tienen una idea
clara de lo que fue, es, y será el Reino de Dios. En realidad el
evangelio del Reino ha sido olvidado por ser poco “potable” o poco
“digerible” para nuestra mente occidental, orientada por la filosofía
Griega de la inmortalidad del alma y de la partida de ésta al cielo. El
Reino de Dios tal como lo concibieron los israelitas o Hebreos no es
fácilmente creído o aceptado en una iglesia gentil acostumbrada a la
mentalidad y a la filosofía Griegas.

La Influencia Griega en el Cristianismo

Sin duda que los Griegos tuvieron una gran influencia en el mundo
romano. Recordemos que el imperio romano también abarcó Judea
(Jerusalén, Hebrón, Belén) y sus alrededores. Su influencia fue
poderosa. El pueblo Hebreo estuvo en contacto con las ideas
Griegas, e incluso Judíos venidos de Grecia estaban mezclando sus
creencias Judías con las Griegas, surgiendo así un partido entre los
judíos llamado los helenistas, que estaban ansiosos por introducir en
la nación la cultura y el pensamiento Griegos, así como por
liberalizar algunas de las leyes judías. Esto provocó una división en

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dos de los principales partidos. Estaban aquellos que eran fuertes
nacionalistas hebreos, que deseaban conservarlo todo conforme al
orden mosaico y que se resistían a toda influencia extranjera que se
introducían para desorganizar las antiguas costumbres judías. Este
partido acabó por ser conocido como los fariseos, que quiere decir
"separar y que eran separatistas e insistían en conservar las
tradiciones. Estos se fueron haciendo cada vez más fuertes, más
legalistas y rígidos en sus requisitos, hasta convertirse en el blanco
de algunas de las palabras más ardientes que jamás pronunció el
Señor. Se habían convertido en los religiosos hipócritas, que
guardaban la forma exterior de la ley, pero violaban completamente
su espíritu.

Por otro lado, los helenistas, aquellos que les gustaba todo lo que era
Griego, se tornaron cada vez más influyentes en la política de la
tierra y formaban el partido conocido en los tiempos del Nuevo
Testamento como los saduceos o liberales. Estos se apartaban del
cumplimiento rígido de la ley y se convirtieron en los racionalistas
de aquella época, sin creer para nada en la ley sobrenatural. En el
Nuevo Testamento se nos dice que vinieron repetidamente al Señor
haciéndole preguntas acerca de lo sobrenatural como: "¿Qué
sucederá a la mujer que haya estado casada con siete hombres
diferentes? En la resurrección, ¿de cuál de los siete será mujer?”
(Mat. 22:23-33) Ellos no creían en la resurrección, pero al hacerle
estas preguntas lo que pretendían realmente era poner a Jesús en un
aprieto.

Los Gnósticos y el evangelio

Los gnósticos, así se entiende, vivieron en su mayoría durante los


tres o cuatro primeros siglos de la Era Cristiana. En general, es
bastante probable que ellos no se denominaran gnósticos; más bien,
se consideraban cristianos o, más raramente, judíos o quizás
seguidores de las tradiciones de los antiguos cultos de Egipto, de
Babilonia, de Grecia y de Roma. No eran sectarios ni miembros de
una nueva religión específica, como querían sus detractores, más
bien eran personas que compartían entre sí cierta actitud ante la
vida. Puede decirse que esa actitud consistía en la convicción de que
el conocimiento directo, personal y absoluto de las verdades
auténticas de la existencia es accesible a los seres humanos. Mas la

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obtención de tal conocimiento debe siempre constituir la suprema
realización de la vida humana. Los gnósticos enseñaban que Jesús
no era realmente Hijo de Dios, ni siquiera que era un hombre como
nosotros. Por otro lado era un culto iniciático, esto es, por medio del
estudio de sus doctrinas erráticas, el seguimiento del líder de turno,
y ciertos ritos más o menos complejos, se iba ascendiendo escalones
hasta pertenecer a una supuesta élite de iluminados y únicos
poseedores de la revelación divina. A sus ojos todo lo material era
malo, y solo lo que ellos consideraban como "espiritual" era bueno.
En este sentido practicaban un dualismo exacerbado. Ya que Dios es
Espíritu, y por ello bueno, Él no podía haber creado este mundo
material malo y corrompido en el que vivimos. Los gnósticos creían
que la materia era mala y que la única manera de escapar de la carne
maligna era partir al plano superior o proto-cielo. Esta creencia
inspiró la creencia cristiana ortodoxa de una partida de las almas de
los justos al cielo para residir con Dios y Su Hijo.

El Reino de Dios fue sustituido por el Cielo

El Reino de Dios se convirtió para la mayoría de cristianos en un


sinónimo del cielo mismo, y muchos cayeron en el error de
confundir la frase “El reino de los cielos” con “El reino en los
cielos”. Ahora el antiguo Reino Davídico sería restaurado o
implantado en los cielos para una iglesia victoriosa y gloriosa
morando como almas inmortales en el tercer cielo. La esperanza
Judía de un reino en la tierra se trastocó en un reino en los cielos
para los creyentes inmortalizados. La esperanza de Israel dejó de ser
crucial para convertirse en la esperanza de la iglesia, como si ésta
fuera una entidad muy diferente de la de Israel. Se produjo un craso
error en la suplantación del Israel de Dios por la iglesia de Dios, lo
que se conoce hoy como la Teología del Reemplazo.

Jesús Mandó a Sus discípulos a predicar el Reino, no el cielo

Es un hecho inobjetable que Jesús nunca mandó a sus discípulos a


predicar a todo el mundo de que si creían en él irían al cielo. El
Evangelio de Cristo no prometía una partida al cielo de los justos
para vivir eternamente con Dios, sino un Reino de Dios establecido
en la tierra en ocasión de la parusía del Señor Jesucristo. En Mateo
24:14 Jesús les dijo a sus discípulos que “El evangelio del Reino

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sería predicado a todas las naciones como testimonio y que
entonces vendría el fin”.

Hoy nos parece como que si el Señor se tardara en venir. ¿Pero no


será porque sus supuestos seguidores han olvidado primero su
misión de predicar el evangelio del Reino a todo el mundo
habitado? No debemos olvidar que antes de la venida de Cristo al
mundo, su evangelio prístino, es decir, el original, debe ser
anunciado como testimonio a todas las naciones. ¿Lo cumplirá usted
a partir de hoy?

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