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D.P. 1195/05
AUTO
En Madrid a treinta y uno de enero de dos mil seis
HECHOS
SEGUNDO.- Con fecha 14 de febrero de 2005 por la Brigada Provincial de Policía Judicial
Grupo V Homicidios se elaboran las diligencias 3816/5° que remiten a este Juzgado junto
con el atestado 340 de fecha 13/02/05 de la Comisaría de Chamartín y atestado 2615 de fecha
13/02/05 de la Comisaría de Tetuán comunicando los resultados de las primeras gestiones
sobre el incendio después de la primera inspección y solicitando las órdenes oportunas para
proceder al volcado de los soportes informáticos y de vídeo y el estudio y análisis de diversa
documentación encontrada en el Edificio y remitiendo las declaraciones que habían
practicado a los vigilantes de seguridad, a los encargados de mantenimiento y a la propiedad
del Edificio.
OCTAVO.- En distintas fechas del mes de febrero de 2005 se presentan denuncias que obran
unidas a la causa por las entidades y particulares siguientes: INTERNACIONAL DE
DESARROLLO ENERGETICO S.A. (IDDE), ELECNOR S.A., YURI YOKOTA,
FRANCISCO JAVIER A. D., CARLOS DE O. U., CAROLINA D. R. , JOSE MARIA A. P.
y MIGUEL G. M., DELINAS IBERICA S.L., TELEFONICA DE ESPAÑA S. A., PETRA.
S. V. .
NOVENO.- Con fecha 22 de febrero de 2005 se elabora informe por el Cuerpo de Policía
Municipal, Area de coordinación Técnica, Sección Técnica de Investigación obre la
intervención de funcionarios de Policía Municipal en el edificio Windsor en relación con las
medidas adoptadas para la seguridad del edificio hasta la finalización de las obras de
demolición, remitiendo actas de recogida de efectos y reportaje fotográfico y planimetría.
TRIGESIM0.- Por Providencia de fecha 16 de mayo de 2005 se une a la causa (folios 2946 al
3095 del tomo VII informe pericial sobre el estudio de los datos informáticos obtenidos de
los ordenadores del edificio Windsor que remite la BPPJ grupo V, atestado 10215/5°, así
mismo se une informe de la Policía Municipal adjuntando Actas de retirada de cajas fuertes e
informe del Ayuntamiento de Madrid sobre la imposibilidad de la entrada en el edificio por
parte de persona alguna. Se tiene por personado al Procurador D. PABLO HORNEDO
MUGUIRO en representación de BRITISH AMERICAN TOBACCO S.A.. Se acuerda la
remisión a la Gerencia de Urbanismo de solicitudes de entrega de efectos y vehículos de los
perjudicados. Y se unen nuevas solicitudes de entrada en el edificio siniestrado que se
resuelven en Auto de la misma fecha de 16 de mayo de 2005 denegando las entradas en el
mismo solicitadas por: GMS MANAGEMENT SOLUTIONS S.L., LA ESTRELLA
SEGUROS S.A., EL CORTE INGLES S.A. y FCC CONSTRUCCION S.A., que interpone
recurso de reforma admitido a trámite en Providencia de 25 - de mayo de 2005 y que se
resuelve desestimando por Auto de fecha 6 de junio de 2005. Por Auto de la misma fecha se
resuelve el recurso de Reforma planteado por DELOITTE S.L. frente a la Providencia de 28
de marzo de 2005, quedando desestimado el mismo.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
A las 23:08:50 horas del día 12 de febrero de 2005 se activó la alarma de incendios con la
que estaba equipado el edificio Windsor, sito en la calle Raimundo Fernández Villaverde
número 65 de Madrid. E1 sonido que emitía la misma fue escuchado por Roberto Gil Marín,
vigilante de seguridad, quien se encontraba en la sala de control del sótano 1° del inmueble.
Para conocer el lugar concreto donde se origina el fuego, según tal sistema de control, ha de
acudirse a la dependencia donde están los ordenadores, en ese mismo sótano. Roberto Gil
comunicó por radio tal incidencia, inmediatamente, al también vigilante Yago E. R., quien
acudió al cuarto de ordenadores del sótano reseñado y observó que el aviso provenía de la
planta 21. Este último subió solo a la misma por un ascensor, una vez allí se apercibió, al
mirar por el cristal de la puerta, que en el interior de uno de los despachos, había humo y
fuego, en concreto, bajo una ventana vio una llama de unos 50 cm de altura que partía del
suelo. En ese momento escuchó unos sonidos semejantes a los de dos pequeñas explosiones y
procedió a llamar a sus compañeros vigilantes para que avisaran a los bomberos. Yago
Estrada, entretanto, comprobó que no podía acceder a la estancia donde había observado la
llama por lo que bajó por ascensor a la recepción de la planta cero donde se encontraba una
llave para franquear el acceso a la misma. Mientras descendía, subían, también por ascensor,
a la planta 21, el vigilante Javier L. C. y Rafael D., integrante del personal de
mantenimiento, quienes localizaron el despacho e intentaron abrir la puerta sin conseguirlo.
Acto seguido hace acto de presencia en tal lugar Yago Estrada provisto de la correspondiente
llave con la que abrió la puerta, pero no en todo su recorrido, pues algo lo impedía, saliendo
en ese instante una gran cantidad de humo negro al entreabrirse la puerta, sin que ninguno de
los presentes se pudiera apercibir del motivo que imposibilitaba la apertura total de la misma
debido a la cantidad de humo existente en el pasillo al que daba la puerta de tal estancia.
Seguidamente, Rafael D. aplicó el contenido de un extintor hacia el espacio que había tras la
apertura parcial de la puerta del despacho, sin embargo, la cantidad de humo que salía por el
mismo le imposibilitó proseguir rociándolo con el extintor. Ante tal situación, Rafael D. se
retira al lugar donde están las puertas de los ascensores en la planta 21 y se pone en contacto
con el encargado de mantenimiento del edificio, José Luis Jurado, para comunicarle lo que
estaba sucediendo. Después, accedió de nuevo al interior de la planta y procedió al
despliegue dela manguera de una boca de incendio equipada (B. I. E . ) , momento en que se
le comunica que acababa de llegar al edificio una dotación de bomberos, procediendo a
esperarles en la sala de ascensores de la planta. Mientras tanto, Javier L. C. bajó a la
recepción, tras comunicar la vigilante Beatriz S. A. la inminente llegada de los bomberos,
dirigiéndose Yago Estrada desde la planta 21 a las inferiores para comprobar si había alguna
persona y comunicarla que evacuara el edificio.
A las 23:19:03 horas del mismo día se recibe una llamada en la central de comunicaciones
del Cuerpo de bomberos de Madrid procedente del servicio de seguridad del edificio
Windsor, siendo el vigilante Roberto Gil quien la realiza e informa de la existencia de un
incendio en la planta 21. Consecuentemente se activan 1a bomba y escala del parque primero
que salen de inmediato de su sede en la calle Santa Engracia, llegando a las 23:28:12 horas al
inmueble. Una vez en la recepción se les informa por los vigilantes de la situación existente
en la planta reseñada. Pocos minutos después llegaron una segunda dotación de bomberos del
parque sexto, con sede en la calle Imperial, y una tercera del parque segundo, desde la calle
Rufino Blanco. E1 suboficial n° 42 del Cuerpo de bomberos, al mando de la primera
dotación, dispuso que parte de la misma preparara las columnas secas, esto es, tubos huecos
que discurren verticalmente por el interior del edificio, con la virtualidad de posibilitar llevar
agua a cualquiera de sus plantas, para lo cual se precisa que un vehículo del cuerpo de
bomberos, habilitado al efecto, haga de bomba que impulse el agua hacia arriba, saliendo la
misma por la planta que se desee, una vez cortado el flujo hacia las superiores por medio de
la correspondiente llave de seccionamiento, dirigiéndose el agua hacia el punto de fuego a
través del mangaje adecuado. El resto de la dotación se dirigió al ascensor y subió hasta la
planta 18, siguiendo a pie, por la escalera hacia la 21. Una vez llegaron a esta última, donde
se apercibieron de la existencia de abundante humo, encontraron a Rafael D. , quien les
indicó dónde estaba la boca de incendio equipada, esto es, la instalación propia del inmueble
que dispone de una manguera por donde fluye el agua impulsada por los medios con los que
cuenta el edificio. Esta persona les manifestó que la manguera estaba desplegada y que el
fuego se ubicaba al final de la misma. Pocos instantes después, uno de los miembros de la
dotación comunicó al suboficial n° 42 que el fuego había roto por la fachada que daba al
Paseo de la Castellana, solicitando éste, a través de emisora, se enviasen al lugar dos bombas
más. Mientras tanto, otros miembros del equipo estaban atacando el fuego por medio de la
B.I.E., solicitando el relevo algún tiempo después debido a las altas temperaturas existentes.
En ese momento, el suboficial n° 42 advirtió la presencia en el vestíbulo de la planta 21, de
su superior jerárquico, el jefe de guardia, que estaba acompañado por miembros de la
dotación del parque sexto, quien dispuso el relevo, siendo asumido el ataque al fuego con la
B.I.E. por componentes de esta última dotación. Instantes después, el jefe de guardia decide
ir al lugar donde está el fuego, para lo que ordenó alargar el mangaje existente, momento en
el cual se produce el desprendimiento de gran cantidad de materiales procedentes del techo,
ello por motivo de la expansión del incendio, viéndose afectado por esta incidencia el
bombero 682, quien fue auxiliado por el bombero jefe de grupo 193 que, en su empeño,
perdió la máscara de su equipo autónomo. Así las cosas, con altas temperaturas, elevada
concentración de gases tóxicos y falta prácticamente total de visibilidad, la integridad física
de estos dos miembros del cuerpo de bomberos se vio seriamente comprometida, siendo
finalmente rescatados. De manera simultanea a la situación descrita, los miembros de las
dotaciones primera y segunda que se encontraban en la planta baja solicitaron a los vigilantes
de seguridad que estaban en la misma, les indicasen la concreta ubicación de las columnas
secas, sin que los mismos les facilitaran el punto concreto donde se encontraban sus bocas.
Sin embargo, ello no fue óbice para que fueran localizadas inmediatamente por los bomberos,
quienes procedieron a alimentar todas ellas por desconocer a qué parte del edificio
correspondía cada una de las existentes. La tercera dotación del cuerpo de bomberos se
personó en el edificio sobre las 23:40 horas habiendo observado sus componentes, mientras
se acercaban al lugar, que el fuego había roto por la fachada este. Una vez en la planta baja,
los vigilantes de seguridad les indican que el incendio afectaba a la planta 21, subiendo los
bomberos de esta dotación por ascensor hasta la planta 19, y a pie hasta la 21, donde el
mando de la misma, sargento 78, se entrevistó con los de las otras dos, sargentos 34 y 42, que
ya estaban combatiendo el fuego en esa planta, en vista de lo cual el sargento 78 decidió que
miembros de su dotación subiesen a la planta superior para evitar la propagación vertical del
incendio. Una vez allí, localizaron la B.I.E. y procedieron a su instalación y prolongación y,
pese a la muy escasa visibilidad por la gran cantidad de humo existente, hallaron el fuego en
un despacho, procediendo a su ataque, tanto del que había en el mismo como del foco que
provenía de la planta inferior. Entre tanto, tres componentes de esta dotación subieron por la
escalera hasta la planta 23, encontrándose también con abundante humo y calorías, siendo
que cuando regresaron a la planta inferior a coger el equipo necesario para combatir el
incendio, también en la planta 23, escucharon que dos de sus compañeros que estaban
actuando contra el fuego en la planta 22 tenían problemas, por lo que acudieron en su ayuda,
logrando sacarles del lugar, pudiendo ser trasladados a la planta cero para que fueran
atendidos por los servicios sanitarios. En ese momento, a tenor de la entidad del incendio,
que afectaba a varias plantas, y considerando las múltiples incidencias que habían padecido
los miembros de las dotaciones actuantes, con alto riesgo para su integridad, el jefe de
guardia ordena que los integrantes de todas las dotaciones se reúnan en la planta cero del
inmueble para su reorganización, recuento de efectivos y replanteamiento de la estrategia a
seguir, dado que diversos efectivos le habían comunicado que la presión del agua de las
B.I.Es. no era acorde para enfrentar un incendio de esa magnitud, teniendo conocimiento, tal
mando por igual vía, que el agua que se obtenía a través de la columna seca era escasa. Una
vez se comprobó, ya en la planta baja, que todos los efectivos estaban localizados, por los
superiores jerárquicos del jefe de guardia presentes, denominados M1(mando 1), MO (jefe de
intervención) e inspector jefe del departamento de extinción de incendios, expresándose el
rango de menor a mayor, se toma la decisión de atacar de nuevo el incendio, una vez
reorganizados los componentes de las diversas dotaciones, puesto que algunos de ellos
habían tenido que ser evacuados para recibir atención médica. Aquéllas se distribuyeron en
las plantas 21 y 22 según las órdenes recibidas. Unos diez minutos después de darse la orden
de subir de nuevo, en torno a la 1:00 horas del día 13 de febrero, el inspector jefe del
departamento de extinción de incendios y su superior jerárquico, el subdirector general de
bomberos, deciden que todos los efectivos que estaban en el interior del edificio lo
abandonaran, toda vez que consideraron que existía riesgo de colapso estructural del mismo.
Estos dos mandos, por sus conocimientos de arquitectura, habían advertido que la tipología
constructiva del inmueble se contraía a un núcleo central de hormigón y una estructura
perimetral metálica, y temían, dada la exposición al fuego de esta última, además del
desplome de la escalera de emergencia de la fachada norte, así como de otros
desprendimientos de materiales de la fachada al suelo, que fueron percibidos por el inspector
jefe del departamento de extinción de incendios, a lo que hay que añadir que el ataque al
fuego en el interior del edificio no surtía efecto, por la vida de los bomberos que estaban
trabajando en las plantas reseñadas, a tenor de la posibilidad de la afectación de la estructura
del edificio Windsor, con las consecuencias que ello podía tener para su estabilidad. Una vez
todos los efectivos del cuerpo de bomberos han salido al exterior se toman, por éstos,
diversas posiciones para evitar la propagación del incendio a los edificios cercanos
estableciéndose tres sectores de actuación. Uno, en la calle Orense y área peatonal del
interior de la manzana, donde se ubican varias lanzas monitoras e instalaciones manuales
alimentadas por bomba y coche 61 y bomba 81. Otro, en la esquina que forman las calle
Raimundo Fernández Villaverde y Agustín de Betancourt, donde se envía la bomba y escala
11 y la bomba 21, instalándose varias lanzas monitoras en ese lugar y otra en la cubierta del
edificio reseñado con el número 2 de la calle Orense. El tercero se circunscribe al interior y
cubierta del centro comercial El Corte Inglés.
La evacuación del inmueble implica que la estrategia a seguir en adelante fuera
exclusivamente defensiva para evitar, como se ha expuesto, que el incendio pudiera afectar a
edificios próximos, dado el desprendimiento de material incandescente proveniente de las
diversas fachadas del edificio Windsor al suelo. El incendio se controla sobre las 11:00 horas
del día 13 de febrero permaneciendo activos algunos focos en su interior. A la 1:00 horas del
día 14 de febrero se da por extinguido el incendio abriéndose un plazo de 48 horas, por parte
del cuerpo de bomberos, de observación y valoración de la estabilidad del edificio. Durante
ese período de tiempo se establecen retenes de vigilancia que mantienen algunas líneas de
mangaje tendidas en prevención de cualquier incidencia. El incendio afectó a las plantas
quinta a vigésimo novena del edificio Windsor.
Del informe pericial remitido por la comisaría general de Policía Científica, obrante a los
folios 4.025 y siguientes de las actuaciones, se desprende que únicamente se ha determinado
un solo foco primario de fuego, situado en la planta 21 despacho 2109. Esta dependencia
estuvo ocupada por la empleada de Deloitte S.L., Eva R. M., desde, aproximadamente, las
16:00 hasta las 23:00 horas del día 12 de febrero del 2005. Los peritos sostienen que, tras la
investigación realizada, no se observan indicios que evidencien la utilización de acelerantes
de la combustión en ningún lugar del inmueble, no concurriendo indicio alguno que permita
concluir en la intencionalidad del incendio. En cuanto a la magnitud que alcanzó el siniestro
reseñan los peritos al respecto la carga de fuego, esto es, la combustibilidad de los materiales
existentes en un edificio de las características del citado, tales como abundancia de papeles y
archivos, muebles de madera, cableado diverso, paneles sintéticos de separación entre los
despachos y la zona de pasillos, suelos de moqueta y falsos techos en el interior de los cuales
había gran cantidad de cableado con sus respectivas fundas de material sintético o similar.
Asimismo, mencionan la falta de compartimentación interior, lo que pudo facilitar la
circulación y difusión de aire caliente y fuego en diferentes direcciones, habiendo de tenerse
en cuenta el prolongado período de tiempo de la acción del fuego. En este orden de cosas,
señalan los peritos que, tras su inicio, el incendio se propaga, mediante la transmisión, desde
el origen hasta los combustibles que puedan existir en el lugar del siniestro, siempre y cuando
la aportación de oxígeno sea suficiente, sirviéndose de cuatro mecanismos no excluyentes.
Así, por convección, siendo que los productos de la combustión (humo, gases, partículas con
alta temperatura) tienden a subir desde la base del incendio. Ello viene motivado por la ley
física del desplazamiento y movimiento de las distintas capas de aire debido al ascenso de las
más cálidas. E1 aire más próximo al fuego, que es el que lo mantiene vivo por su continua
aportación de oxígeno, se calienta, por lo que aumenta de volumen y sube provocándose un
vacío en la base del incendio que, sin interrupción, viene a rellenar el aire nuevo. Este
desplazamiento ascendente de aire y productos incompletos de la combustión puede llegar a
producir el incendio de otros materiales fuera del alcance de las llamas en un primer
momento. De no ser posible o verse dificultado este movimiento vertical ascendente se lleva
a efecto uno horizontal a nivel alto, lo que facilita la extensión del incendio por cada planta.
E1 siguiente mecanismo es la conducción, por el cual la transmisión del calor tiene lugar por
las propiedades físicas de cada tipo de material que, si son favorables, como en los metales,
permiten que el calor se desplace a lo largo de su masa con gran rapidez. El contacto directo
0 proximidad de estos, poco inflamables, con otro material inflamable puede provocar, si el
aumento de calor es suficiente, la auto- ignición de estos últimos.
Por otra parte, la radiación es la transmisión de calor por ondas electromagnéticas que se
propagan por el espacio de igual manera que la luz. Las ondas se transmiten en línea recta de
manera multidireccional y no se ven afectadas por las corrientes o desplazamientos de aire.
Su capacidad de penetración es análoga a la de la luz pudiendo traspasar cuerpos
transparentes o traslúcidos, siendo absorbidas por sólidos opacos y reflejadas por objetos
sumamente pulidos como los espejos. Cuando un material es afectado por esta radiación
comienza a calentarse y a emitir vapores y, si son combustibles, al mezclarse con el aire
circulante pueden llegar a inflamarse con nuevas aportaciones de calor radiante a otros
puntos cercanos.
Finalmente, el contacto directo se produce cuando una llama, brasa o ascua alcanza algún
objeto. Si el contacto se mantiene durante el tiempo suficiente, dependiendo de su
grado de inflamabilidad, el objeto puede terminar por arder.
En el presente caso, no cabe descartar que la propagación del fuego tuviera lugar a través de
cada uno de los mecanismos a que se ha hecho mención, no pudiendo determinarse la cuota
atribuible a cada uno. Dicho lo anterior, pese a que la destrucción producida no permita
asegurar cuál fuera el punto exacto donde se originó el incendio, las declaraciones de los
vigilantes y personal de mantenimiento reseñados con anterioridad permiten colegir que, en
principio, tuvo lugar en el despacho 2.109 de la planta 21, siendo que en la misma había
material combustible suficiente para que el fuego progresara y fuera aumentando
paulatinamente de tamaño. En este orden de cosas, en el informe pericial elaborado por
funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía se mantiene que la ausencia de tabiques de
compartimentación en la planta, al establecerse la separación entre las diferentes estancias
mediante paneles sintéticos, trae como consecuencia que el fuego progrese rápidamente por
efecto de la convección. Igualmente, a través de este mecanismo, el aire caliente accede al
espacio existente entre el falso techo y el techo, lo que da lugar al ulterior incendio de los
elementos del cableado que circulan por el mismo. E1 avance del incendio hacia las plantas
superiores, por el interior, se desarrolla a través de las pátinas de servicio, esto es, por los
conductos verticales por donde discurre cableado u otros materiales y, por el exterior, por
medio de la cámara existente entre la fachada interior y la exterior, así como por los huecos
de las ventanas que se han fracturado por efecto de las llamas. Los peritos destacan en lo
concerniente a la propagación hacia las plantas inferiores del fuego, que su progreso tiene
lugar por las mismas causas y vías que las expresadas y, principalmente, por el calor radiante
que se va acumulando en la planta 21 debido al prolongado período de duración del incendio.
Así, el calor acumulado en el suelo y el tiempo determinan la afectación de las bovedillas y el
hormigón que configuran el techo de la planta inferior. Este calor extiende su radio de
influencia a los elementos del falso techo, fundas de cableado y a las propias placas que lo
conforman, que terminan por arder provocando nuevos focos de fuego y la caída de estos
elementos al suelo de la planta, repitiéndose el proceso descrito en las sucesivas inferiores.
E1 hecho del salto de las llamas de la planta técnica 2, situada inmediatamente encima de la
planta 16, la cual cuenta con una estructura perimetral formada totalmente por vigas de
hormigón armado para, entre otras funciones, sujetar y servir de apoyo a toda la estructura
periférica del edificio, compuesta de vigas metálicas que, a su vez, componen la estructura de
la doble fachada acristalada, tuvo lugar, pese a sus especiales características de construcción
y aislamiento, por los factores de propagación del fuego hacia abajo ya aludidos, habiendo de
destacarse el progreso exterior a través del hueco de fachada. También reseñan los peritos,
como elementos a considerar que hacen tildable como lógica la propagación del incendio
hacia las plantas superiores a la número 21, como a las inferiores, la tipología de las fachadas
que estaban construidas con grandes ventanales apoyados sobre una estructura horizontal de
acero. La dilatación del acero, gran conductor del calor, el tamaño de los ventanales y la
cantidad de escombros incendiados que caían al exterior pudieron producir oquedades por las
que se introducía parte del material incendiado, constituyendo nuevos focos secundarios que
iniciaron y propagaron el fuego a estas plantas.
No existiendo indicios respecto a que el incendio pudiera haber sido intencionado procede
analizar si cabe atribuir su origen y/o propagación a la acción u omisión imprudente de
alguna persona. Así, la Sala Segunda del Tribunal Supremo determina que la infracción
imprudente está integrada por los siguientes elementos: a) una acción inicial consciente y
libre; b) un resultado lesivo, típicamente delictivo, no querido ni consentido por el sujeto; c)
una relación de causalidad entre la acción y el resultado que permita la imputación objetiva
de éste a la situación de riesgo creado por aquélla; y d) la infracción de una norma de cuidado
que impone dos deberes sucesivos, el de advertir la inminencia y gravedad del peligro que
suscita la propia conducta y el de comportarse de acuerdo con los requerimientos que la
situación de riesgo plantea, esto es, con la diligencia y prudencia exigida por la misma,
siendo la gravedad de esta infracción la que abre la posibilidad de que la imprudencia sea
calificada como grave o leve, SSTS de 16 de mayo de 1988, y 1 de febrero de 2002.
El ámbito de la imputación habrá de circunscribirse a aquello que es jurídicamente relevante,
siendo que el resultado puede ser imputado siempre que se demuestre que la acción
imprudente supuso un incremento notable del riesgo normal de que el resultado se produjere;
que el resultado sea consecuencia directa de la realización del riesgo que dimana de la acción
imprudente, además, el resultado producido ha de ser incardinable en el ámbito de protección
de la norma infringida.
En lo concerniente a la actuación de las personas encargadas de la vigilancia de la seguridad
del edificio Windsor no aparece que no se atuviera a los parámetros normales de exigibilidad
a tenor de la situación que se produjo. El tiempo de reacción, tras la activación de la alarma,
se califica de adecuado, pues, el vigilante Yago Estrada acudió inmediatamente a la planta 21
y se apercibió de la existencia de una llama en el interior de un despacho, comunicando a sus
compañeros que procedieran a avisar a los bomberos. La llamada a éstos tuvo lugar 10
minutos y 13 segundos después de que se hubiera activado la alarma. Mientras tanto, Yago
Estrada intenta abrir la puerta del despacho donde ve el fuego, lo que no consigue en su
totalidad ya que algo impide el recorrido normal de aquélla. En esos mismos momentos,
Rafael Díez, personal de mantenimiento que estaba en tal lugar, aplica el contenido de un
extintor hacia el interior de tal dependencia. Posteriormente, este último procede a desplegar
la manguera de una boca de incendio equipada existente en tal planta, instantes después llega
a su conocimiento que una dotación de bomberos acaba de llegar al edificio. Por su parte,
Yago Estrada, al saber de la presencia de los bomberos, descendió a las plantas inferiores
para comprobar si había alguna persona en su interior y otro vigilante, Javier L., que estaba
junto con Yago E. y Rafael D. en la planta 21, se dirigió a la planta cero, quedándose Rafael
D. en la planta 21. En este orden de cosas, si bien los vigilantes que recibieron a las
diferentes dotaciones del cuerpo de bomberos que llegaron al inmueble, Javier L. y Beatriz
S., no conocían la ubicación de las bocas de las columnas secas en la planta cero, de lo
actuado no se desprende que los bomberos necesitasen de un tiempo significativo para
localizarlas, procediendo a la alimentación de todas las que encontraron, sin que se haya
determinado que el lapso de tiempo que transcurrió entre el requerimiento de los bomberos a
los vigilantes respecto al punto de localización de las bocas de las columnas secas hasta que
fueron halladas tuviera relevancia en las labores de ataque al fuego. Por otra parte, los
vigilantes que iban recibiendo a las diversas dotaciones de bomberos les informaron que el
incendio tenia lugar en la planta 21, no vislumbrándose que los miembros de aquéllas
tuvieran mayores dificultades en localizar el ámbito donde se desarrollaba el fuego. Tampoco
sobre la concreta ubicación de las bocas de incendio equipadas, una vez ascendieron a tal
planta, ni de la salida de la columna seca. Tampoco cabe otorgar relevancia apreciable al
hecho relativo a que los vigilantes entregaran a los bomberos unos planos del edificio en los
que cada planta se reflejaba de una manera prácticamente diáfana, con la salvedad de la
concreta delimitación de los espacios en el núcleo central del edificio, puesto que aquéllos se
ubicaron con rapidez en la planta 21, y en las restantes donde actuaron, a los efectos de hallar
los focos de fuego y los medios con que contaba el inmueble contra incendios, bocas de
incendio equipadas y columnas secas, entre otros. De todo lo expuesto se concluye la falta de
significación penal de la conducta de los vigilantes y personal de mantenimiento
intervinientes, sin que la falta de posesión de título oficial, en el momento de los hechos, por
parte de Roberto G. y de Beatriz S., que homologa los cursos de formación que habían
recibido, tuviera incidencia en su actuación, por todo lo cual no resulta procedente la
imputación objetiva del resultado producido a ningún integrante del personal de seguridad o
de mantenimiento.
Por lo que respecta a la intervención de las dotaciones de bomberos y de los mandos que las
coordinaron y dirigieron se concluye la ausencia de indicio alguno que permita tildar aquélla
de no adecuada a efectos penales. Así, la presencia en el inmueble de la primera dotación
tiene lugar 9 minutos y 9 segundos después de que fueran avisados, llegando inmediata y
sucesivamente otras dos dotaciones. La localización de las bocas de incendio equipadas y de
las columnas secas se llevó a efecto con prontitud. El ataque al fuego se llegó a realizar en
varias plantas, sin que la orden dada por el jefe de guardia consistente en que todas las
dotaciones actuantes contra el incendio bajaren a la planta cero, para el recuento de efectivos
y replanteo de la situación se repute como no ajustada, ya que con anterioridad habían tenido
lugar diversos desprendimientos del falso techo sobre diferentes integrantes de las dotaciones
motivados por la acción del fuego, con serio peligro para la integridad física de alguno de
ellos como consecuencia de haber quedado atrapados bajo los materiales que se desprendían
del falso techo, todo ello en presencia de muy altas temperaturas. Una vez se comprobó la
efectiva presencia de los miembros de todas las dotaciones, los que no precisaban de
asistencia médica recibieron la orden de volver a subir, distribuyéndose por las plantas 21 y
22 tal como se ha expuesto. En torno a la 1:00 horas del día 13 de febrero de 2005, se da la
orden de evacuación por las razones ya constatadas y que se resumen en el riesgo que
apreciaron el inspector jefe del departamento de extinción de incendios y el subdirector
general de bomberos de colapso de la estructura del edificio, dada la entidad del incendio,
con la repercusión que ello podía tener para la integridad de los bomberos que en ese
momento estaban trabajando en su interior por lo que, tras la cumplimentación de la referida
orden, el cometido de aquéllos se circunscribió a evitar la propagación del fuego a los
edificios cercanos, para lo cual se distribuyeron los efectivos en diversas posiciones tal como
se ha reseñado con anterioridad. Diferentes miembros del Cuerpo de bomberos se
manifestaron sobre la insuficiente presión de agua que salía de las columnas secas. Aun
admitiéndose la realidad de tal situación, no concurre indicio alguno para achacar tal
disfunción a una deficiente actuación de los bomberos o de los equipos que manejaban. Por
lo que concierne al caudal de agua saliente por las bocas de incendio equipadas, está
desprovisto de demostración el hecho relativo a que el funcionamiento de las mismas no
fuera acorde con sus características técnicas, tampoco que éstas pudieran ser calificables
como inadecuadas, sobre la base de la respuesta esperable de este recurso para combatir un
incendio como el que se produjo, siendo que fue el utilizado en todas las plantas donde se
atacó el incendio desde el interior durante, aproximadamente, la hora y media en que los
bomberos llevaron a cabo su actuación dentro del edificio, habiendo de tenerse en cuenta que
los bomberos que atacaban el fuego en la planta 22, con este medio, declararon que
realizaron progresos frente al mismo, llegando a hacerlo prácticamente a desaparecer en uno
de los despachos, por lo que no se evidencia funcionamiento anormal de las bocas de
incendio equipadas. En definitiva, no se aprecia que la conducta de los mandos y de las
dotaciones del cuerpo de bomberos intervinientes tenga significación penal alguna.
En lo que se refiere a la propiedad del edificio Windsor señalar que el mismo se encontraba
en obras en el momento de producirse el siniestro, no desprendiéndose de lo actuado que
exista motivo para inferir relación causal entre aquéllas y el siniestro. El informe pericial
elaborado por funcionarios policiales hace hincapié en que uno de los motivos que facilitaron
la propagación del fuego fue la falta de compartimentación del inmueble dentro de cada
planta, así como la existencia de doble fachada, sin embargo no circunscriben los peritos el
avance del incendio únicamente a tales razones, ello a tenor del contenido de los párrafos 3°
y 4° de la página 27 del meritado informe. En éstos se hace mención a los grandes ventanales
existentes en las fachadas que se apoyaban sobre una estructura horizontal de acero, a la
dilatación del acero, elemento estructural del edificio, y a la gran cantidad de escombros
incendiados que caían al exterior y que constituían auténticas bolas de fuego, lo que pudo
producir oquedades por las que se introducía parte del material incendiado dando lugar a
nuevos focos secundarios que iniciaron y propagaron el fuego en estas plantas y, desde las
mismas, al resto del edificio. También se reseña, por los peritos, la duración del incendio y
las altas temperaturas registradas para señalar como lógica la propagación hacia las plantas
inferiores como las superiores. A todo lo cual hay que añadir que del mismo informe se
desprende, páginas 19 y siguientes, que la propagación del fuego no tiene lugar únicamente
por el mecanismo de la convección, el más compatible con la manifestada falta de
compartimentación, sino también por las otras vías ya descritas. En este orden de cosas, no
cabe dejar de considerar que la ausencia de tabicación fija en la mayor parte de la superficie
de cada planta y la consiguiente presencia de paneles separadores de cada despacho no
resulta extraño en un edificio de oficinas, como era el siniestrado, tampoco una tipología de
doble fachada con grandes ventanales de cristal. Por otra parte, el edificio Windsor contaba
con bocas de incendio equipadas en cada planta, así como de columnas secas, elementos
necesarios para combatir incendios en edificios en altura y, de la misma forma que se ha
indicado respecto a la actuación de los bomberos, se carece de cumplida constancia, a los
efectos que ocupa a esta instrucción, en orden a que, la indicada por aquéllos, escasa de
presión de agua en los citados elementos, para combatir ese fuego, sea achacable a alguna
acción u omisión de la propiedad del inmueble. En el mismo sentido ha de afirmarse que no
existen de indicios para atribuir a ésta una posible disfunción de la llave de seccionamiento
de una columna seca que motivara que el agua que fluía por la misma no pudiera encauzarse
hacia las plantas afectadas por el incendio durante el tiempo en que los bomberos actuaron en
el interior del inmueble, incidencia de la que hicieron mención bomberos de la tercera
dotación actuante.
El siguiente punto de análisis se contrae a un vídeo en el que aparecen focos de luz y sombras
con figura humana en el edificio Windsor en una hora posterior a la que se dio la orden de
evacuación general del mismo. Obra en autos otro informe pericial, folios 1.020 y siguientes,
elaborado por funcionarios policiales, especialistas en audiovisuales, adscritos al servicio
central de innovaciones tecnológicas de la Comisaría General de Policía Científica, en el cual
se concluye que las imágenes contenidas en la cinta magnética no presentan ningún tipo de
manipulación; que las señales de audio y vídeo se corresponden en todo momento; que la
ventana en la que aparecen los focos de luz y las sombras con figura humana se puede ubicar
en la planta 12 de la fachada paralela a la calle Orense; que esto tiene lugar desde las 3:31
horas del día 13 de febrero del 2005 y, finalmente, que las sombras que aparecen no son
producidas por un reflejo proveniente del exterior. Así las cosas, aunque se pudiera admitir la
posibilidad de la presencia de personas en el interior del edificio Windsor en el momento a
que se ha hecho mención, no existe evidencia alguna de que ello pudiera haber tenido alguna
incidencia en la causación o propagación del incendio.
Por otra parte, respecto al butrón que apareció en la pared de una de las oficinas situada en la
zona de garaje que comunica con el interior del edificio Windsor a través de los sótanos,
indicar que en el informe pericial relativo de Justicia al origen y causas del incendio se hace
constar, página 13, que es un agujero de pequeño tamaño por el que difícilmente pasa una
persona delgada, realizado en una pared de pladur, posiblemente desde el interior al exterior,
sin que el fragmento fracturado recogido para su ulterior análisis lofoscópico haya dado
resultado positivo. En la misma página del informe se hace constar que la rotura de un
candado, con una radial, de una puerta con cierre metálico por la que se accedía, a través del
garaje, a la zona de vestíbulo del edificio Windsor fue realizada por los bomberos para abrir
vías de salida.
Finalmente resta la consideración de la conducta de Eva R. M. empleada de Deloitte S.L.,
quien ocupó el despacho 2.109 de la planta 21 del edificio desde, aproximadamente, las
16:00 hasta las 23:00 horas del día 12 de febrero de 2005. Si bien la misma admite que
durante el período de tiempo indicado fumó varios cigarrillos, el último una media hora antes
de irse del lugar, afirmó haberlos apagado correctamente sin que concurran indicios para
poder establecer un engarce causal entre el consumo de cigarrillos por la citada esa tarde-
noche en el referido despacho y el origen o propagación del incendio, al no existir base, salvo
que se entre en al ámbito de la conjetura, tras las diligencias de investigación practicadas,
para concluir en sentido contrario.
CUARTO:
Las costas dimanantes de las presentes actuaciones se declaran de oficio.
PARTE DISPOSITIVA
Contra esta resolución cabe interponer recurso de apelación ante este Juzgado, para ante la
Ilma. Audiencia Provincial de Madrid, en el plazo de cinco días desde su notificación. De no
hacerse uso de esta opción cabe la interposición, con carácter previo, de recurso de reforma
ante este Juzgado en el plazo de tres días desde su notificación.
Así lo manda y firma el Ilmo. Sr. D. Mariano Ascandoni Lobato, Magistrado-Juez del
Juzgado de Instrucción n° 28 de los de Madrid, doy fe.