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2ª Parte:

LO NUEVO QUE CREO CALASANZ

1. Acercamiento a esta segunda parte.

Hemos seguido a Calasanz en el camino que ha recorrido hasta lo que nues-


tras Constituciones llaman “afortunado atrevimiento y tesonera paciencia”. Hemos
asistido al devenir externo de los acontecimientos que le han llevado a afirmar deci-
didamente: “He encontrado en Roma mejor medio de servir a Dios... No lo dejaré
por nada del mundo”. Nos hemos introducido, silenciosa y púdicamente, en su inte-
rior, para asistir según nuestras posibilidades a la experiencia interior que acompa-
ñaba a los hechos externos y que le lleva a experimentar que lo encontrado es mejor
manera de servir a Dios. Estamos, cronológicamente, alrededor de 1600.
Lo que queremos hacer ahora es detenernos en el estudio no ya de la trayec-
toria, puesto que la hemos visto -tanto externa como interior-, sino examinar el
contenido de la intuición que ha tenido Calasanz. ¿Qué es efectivamente lo que ha
creado Calasanz? ¿Qué significa lo que en el encuentro anterior hemos denominado
“escuela para todos”? ¿Cómo es esa escuela?
Como suele suceder con las intuiciones, la de Calasanz es en el primer mo-
mento una realidad llena de promesas más que de realizaciones, y por eso al princi-
pio pequeña y débil. La intuición manifiesta la riqueza de la que está preñada a lo
largo del tiempo, en su devenir, cuando se va realizando, cuando se va traduciendo
a elementos concretos. Eso mismo ocurrió con la de Calasanz. Vamos a explorar el
contenido de su intuición, lo que él creó, lo más propio suyo, pero eso no quiere
decir que estuviera ya presente en los primeros momentos de Santa Dorotea. No.
Allí estaba como en promesa cierta, que se irá evidenciando a lo largo de los años.
De esa realidad, pues, vamos a hablar.

2. Intuiciones fundamentales.

¿Cuáles fueron las intuiciones más importantes de Calasanz? Enumeramos al-


gunas de ellas.
a) La escuela del santo es una escuela para todos. Digo esto porque ante-
riormente a él existían diversas realizaciones. No debemos atribuir a Calasanz lo
que no es suyo. Existían escuelas, pero eran para muy poca gente. La gran masa de
los necesitados no asistían a la escuela porque no había para ellos. Ni podían ir por
falta de medios, ni se consideraba bueno, justo o conveniente que fueran. Los po-
bres no deben alcanzar cultura porque dejarían de hacer los oficios más bajos de la
sociedad, y si aspiran a otros oficios ¿quién va a cumplir con los que ellos dejan? Y
es lo que José echa en falta, la escuela para todos. Que los niños, los necesitados
tengan escuela. Que no sea una escuela para pocos, que sean quienes sean serán
siempre en ese caso privilegiados. La escuela ha de ser para todos. Y he ahí lo pro-
pio suyo: la suya será para todos; será escuela de masas.

b) Una escuela en la que lo fundamental es la educación. No se reúne a los


niños para entretenerlos o para sacarlos de casa y dejar que puedan trabajar sus
progenitores. No. Lo fundamental en su escuela es educar. En el memorial de 1626,
dirigido al santo Oficio, se indicaba la razón fundamental del nacimiento de las Es-
cuelas Pías: enseñar e instruir a los niños pobres
muchos de los cuales, por la pobreza o descuido de los padres, no van a la escuela ni se
dedican a algún arte o ejercicio, sino que viven dispersos y ociosos, y así con facilidad
se entregan a diversos juegos, particularmente al de las cartas, y es preciso que, cuando
no tienen dinero para jugar, roben en su propia casa primero y después donde pueden, o
bien encuentran dinero de otras pésimas maneras.

c) Una educación que es integral. Que atiende a lo humano y a lo cristiano.


Que abarca la persona entera. Que educa enseñando el saber humano y practicando
la fe, la piedad en su terminología. Una escuela, por tanto, que une la escuela domi-
nical -doctrina cristiana- con la diaria -las letras-. Esta intención aparece constante-
mente en sus escritos. Así al cardenal Mauricio de Saboya le decía en 1622 que el
Instituto quería

movido de verdadero celo del progreso de los pobres niños, no sólo instruirles, sino tam-
bién encaminarles en el verdadero culto de Dios (EP 108).

Como afirma el P. Berro, queriendo con el cebo de las letras, amaestrarles en la piedad
cristiana. O como se dice en el memorial al cardenal Tonti: “que se les educa por medio
de las letras y del espíritu, costumbre, crianza, luz de Dios y del mundo”.

d) Que busca el bien de los niños ya que hay muchos de muy buena inteligen-
cia que se pierden por falta de posibilidades. El P. Michelini escribía al gran duque
de Toscana que esos ingenios

si bien se cultivan, resultan aptísimos para todo fruto de honradez; pero incultos, dejándose en
poder de la naturaleza mal inclinada, producen con frecuencia peores hierbas y más agudas es-
pinas de vicios.

Y cuando Calasanz defendió que no se cambiara el instituto de las Escuelas Pías


constataba que

dessde el principio del mundo hasta hoy día, Dios ha elegido de entre los pobres muchos
que han resultado insignes filósofos, teólogos, hombres de ciencia eximia y encumbrados
en muchas dignidades.

Por lo tanto, las Escuelas Pías procuran el bien de la persona y de la sociedad.

e) Por eso el ministerio escolapio es un eficacísimo remedio para los niños y


jóvenes, al encontrarse en la edad más difícil. Lo argumentaba el santo en el Memo-
rial al cardenal Tonti de esta manera:

Muy de agradecer por parte de los hombres, que lo aplauden unánimes y lo desean en su
patria, presagiando acaso el bien de la reforma universal de las corrompidas costum-
bres, que es consecuencia del diligente cultivo de esas plantas tiernas y fáciles de ende-
rezar que son los muchachos, antes de que se endurezcan y se hagan difíciles, por no de-
cir imposibles, de orientar; como lo vemos en los hombres ya hechos: pese a toda la
ayuda de oraciones, pláticas y sacramentos, cambia de vida y se convierte una exigua
minoría (n.15).

f) Es escuela gratuita, y por eso es para todos. Tenemos que circunscribir


bien claramente esta aportación de Calasanz. Es verdad que los jesuitas enseñaban
gratuitamente, pero sólo a partir de la escuela de gramática y no desde el comienzo
de los estudios; amén que los jesuitas ni siquiera tenían escuela para los pequeños.
También es cierto que fue gratuita la escuela de la Doctrina cristiana, pero casi
siempre sin lectura, escritura ni ábaco; y se tenía sólo los días de fiesta. De ahí que
lo peculiar de Calasanz fue la escuela de masas, pública, cotidiana, de primeras le-
tras y gratuita. Y aun la escuela que aunaba en cierta manera piedad y letras, como
la de Santa Dorotea, en ella se pagaba un tanto al mes, luego no era para todos y
sin duda no era de masas. Al cardenal Montalto en un Memorial escrito entre 1602
y 1605 le decía Calasanz:

Dichos Padres enseñan allí por pura caridad, sin pensión ni presente alguno de los
alumnos a cuantos se presentan con el testimonio del Párroco. Y el objeto de la enseñan-
za es leer, escribir, ábaco, gramática latina, doctrina cristiana y buenas costumbres.

g) Era escuela desde los más tiernos años. Si la escuela es para todos, si
busca el bien de la persona y si la persona empieza a forjarse en los años más tier-
nos, desde esos años ha de cuidar la escuela de los niños, y por eso quería Calasanz

el diligente cultivo de las plantas tiernas y fácilmente moldeables de los jovencitos antes de que
se endurezcan y resulten difíciles, por no decir imposibles de moverse, como vemos en los hom-
bres hechos, que, con toda ayuda de oraciones, sermones y sacramentos, muy pocos cambian de
vida y verdaderamente se convierten”.

Y en el memorial al cardenal Tonti dice:


Por la amanecida se conoce el día y por el buen comienzo el final, y el transcurso de la
vida depende de la educación recibida en la infancia -jamás se pierde su buen olor,
como tampoco en el recipiente el del buen licor-.

h) Pero no quedó ahí el pensamiento de Calasanz. Según el p. Sántha: “si


queremos servirnos de un término moderno, podemos decir, sin temor de falsificar
los hechos, que Calasanz, además de la escuela elemental, quiso también la enseñan-
za media con la lengua latina, las humanidades, la retórica y casos de conciencia,
porque sólo así veía asegurada la suerte de la clase pobre y efectuada la verdadera
reforma de la república cristiana” (p. 67).

¿Qué es, pues, lo que creó Calasanz? Lo que faltaba en su tiempo, es decir:
“La escuela popular gratuita para los pobres, es decir, una escuela que aceptase a todos
los pobres necesitados de instrucción, a diferencia de los maestros rionales, que acogían
a poquísimos; una escuela que comenzase a instruir a los niños desde los más tiernos
años, y que iniciase esta enseñanza con la lectura y la escritura, a diferencia de los Padres
de la Compañía en el Colegio Romano. Faltaba una escuela en la que enseñasen maestros
de vida santa y de buena preparación, una escuela que estuviese al ritmo de los tiempos
nuevos, que veían surgir y crecer de día en día el número de las clases pobres y trabaja-
doras, de los pobres obreros, de los jóvenes empleados; una escuela que supiera captar el
espíritu de la época nueva creada con la rápida difusión de la imprenta. Faltaba, en suma,
una escuela verdaderamente popular, al tanto de las exigencias concretas de los pobres, y
que pudiera darles no sólo una ayuda momentánea, sino también un remedio definitivo
tanto en el campo espiritual e intelectual como en el social” (Sántha, p. 51-52).

3. Características de la escuela o pedagogía calasancia.

No sólo creó una escuela para todos; también la dató de unas características que
recordamos brevemente:

a) Primera característica: gratuidad


La intuición de Calasanz, avalada después ampliamente por los hechos, es de
una perfecta lógica El quiere redimir la niñez y juventud, que en el fondo es luchar
por un mundo nuevo. Y ahí, como objeto central de su entrega, están los niños
pobres. Pero, ¿cómo iban a ir esos niños a las escuelas de barrio si tenían que
pagar? No cabe si no una sola solución, hacerlas gratuitas. Conocía bien el santo la
situación de la gente porque había recorrido de cabo a rabo Roma muchas veces. Y
había escrito en sus Constituciones, n.° 198: "En casi todos los Estados la mayoría
de los ciudadanos son pobres, y sólo por un breve tiempo pueden mantener a sus
hijos en la escuela". En consecuencia los padres, por muy sensibilizados que
estuvieran y no lo estaban-, y por mucho que quisieran el bien de sus hijos y no
siempre se evidenciaba-, no podían enviarlos a las escuelas de barrio. No tenían con
qué pagarlas. La solución se le aparece clara, evidente al santo: que las escuelas
sean gratuitas. Así podrán ir. Así los propios padres no encontrarán justificación
alguna para no enviarlos. Y así lo hizo. Era la primera condición, que sean gratuitas
las escuelas. No se cobrará nada, no se pedirá nada, no se exigirá nada.

Es cierto que posteriormente admitió también gente no pobre, pero ese


hecho no lo conducirá a olvidar la primera característica de sus escuelas, la
gratuidad. Las escuelas serán gratuitas para todos y siempre. Porque era la única
manera de tener a los pobres, aunque fueran también y quizás por otras razones los
pudientes. Esta elección le llevará incluso a proveer a los alumnos dc todo lo
necesario para el desenvolvimiento de las clases; no bastaba que fuera gratis la
asistencia, sino que el material tenía que ser gratuito. Y él les proveyó de papel,
tinta y pluma.

Poco a poco, con el correr dc los siglos, los mismos Estados comprendieron
esta exigencia y cl deber que tenían de ofrecer una educación gratuita a todos los
miembros de la sociedad. Pues bien, cl tema dcl niño pobre y la entrega gratuita del
educador calasancio aparecerá a lo largo de los temas siguientes.

b) Segunda característica: brevedad

Por el mismo hecho de que los pobres pueden acudir poco tiempo a la
escuela, legislaba Calasanz en sus Constituciones: "En la enseñanza de la gramática
y en cualquier otra materia, es de gran provecho para el alumno que el maestro siga
un método sencillo, eficaz y, en lo posible, breve. Por ello se pondrá todo empeño
en elegir el mejor entre los preconizados por los más doctos y expertos en la
materia" (n.° 216).
He aquí las características que desea tenga el método que han de usar en
clase: sencillez, eficacia y brevedad. Es la única manera de que en poco tiempo
lleguen a poseer los elementos necesarios para defenderse en la vida. Por eso el
curso de los estudios es rápido y breve. También en esa línea aconsejaba el santo en
una dc sus cartas: "Ya que esa es la clase más importante de todas después de la
primera de gramática busque un sujeto que al mismo tiempo de enseñar a escribir y
el ábaco enseñe el santo temor de Dios, pues de esa clase se van los niños al mundo
para aprender algún oficio y es muy importante que salgan bien enseñados en el
santo temor de Dios" (EP 2742).

c. Tercera característica: facilidad

Las diversas características de la pedagogía calasancia se concatenan por su


propia lógica. Si resulta que en poco tiempo se tenia que preparar a los muchachos
para salir dc las escuelas a ganarse la vida, y tenían que salir bien equipados con los
conocimientos necesarios para la vida, se requería una método dc enseñanza que
eliminara al máximo las dificultades, que evitara las minucias para no entretenerse
en lo que no tenía importancia, y simplificara al máximo las nociones que había que
inculcar a los alumnos. Por eso estaba justificada la búsqueda de un método no sólo
breve, sino que fuera además fácil.

d. Cuarta característica: practicidad

Pero, ¿para qué iban a ir los pobres a las escuelas, sino para prepararse a la
vida? Luego la enseñanza tenía que cumplir ese objetivo; de lo contrario no servía.
Y eso es lo que busca Calasanz, una educación práctica, para la vida. Que cuando
dejen los alumnos las escuelas, puedan defenderse en la vida. Los educadores
calasancios tenían que emplear un método práctico.

Como las materias más útiles en aquel tiempo eran la lectura, escritura,
cuentas y la gramática latina, ahí se ceba el esfuerzo de la pedagogía calasancia. En
primer lugar, se enseñaba a leer y a leer bien. Materia que seguía perfeccionándose
a lo largo de las clases superiores, hasta llegar a saber declamar bien.

Además como en Roma había muchos notarios, comerciantes y otros puestos


de trabajo que exigían escribir, poseer una hermosa caligrafía abría las puertas de
estos sitios. Por eso Calasanz se empeñará tanto en la caligrafía y enseñará no sólo
a escribir sino también diversos tipos de letra, para preparar mejor a los alumnos. Y
no cabe duda que muchos niños que salieron de las Escuelas Pías pudieron abrirse
paso en la vida gracias al aprendizaje que habían hecho de la escritura.

Estaba además al ábaco, la aritmética, las matemáticas sencillas. Que


constituía también una materia de peso en las nacientes Escuelas Pías. Servían para
cualquier persona en su vida privada, y también para encontrar un puesto de trabajo
en las numerosas tiendas que existían. Finalmente el latín no era moneda de poco
curso como puede parecer hoy día, sino que daba entrada a numerosos lugares de
trabajo puesto que era la lengua internacional, la lengua de la cultura, que se usaba
en los actos civiles y eclesiásticos.

Con todo ello queremos señalar que Calasanz buscó y luchó constantemente
por hacer de sus escuelas unas escuelas prácticas que quiere decir en este caso que
preparan para la vida y no se convirtieran en una simple transmisión de
conocimientos. El mismo santo habla del aprendizaje que tuvo que hacer él mismo
de estas materias para poderlas enseñar a los niños y aun a los religiosos.

5. Quinta característica: importancia de la cultura general

Aunque al comienzo de las escuelas y durante un tiempo las materias


fundamentales y casi únicas eran las que hemos señalado, poco a poco, a medida
que transcurrían los años, se fueron añadiendo otras. Que eran también importantes.
Y entre ellas descolló la lengua nacional. En verdad ésta venía enseñada desde el
comienzo de las escuelas, pero siempre subordinándola al latín. ¿Cómo se
enseñaba? En la lectura de los clásicos latinos el maestro ayudaba a transcribir a la
lengua vernácula lo que se había trabajado. Igualmente las composiciones que se
mandaban no eran sólo en latín; se debía componer en legua vernácula por supuesto
sólo en italiano, tanto en prosa como en verso.
Además de lo dicho se enseñaban otras materias: nociones de historia y
antigüedad romana, geografía tanto antigua como moderna, la primera
fundamentalmente para comprender a los clásicos.

f. Sexta característica: método simultáneo

La aplicación del método simultáneo incluso en las clases de los pequeños


fue una decisión feliz para el bien de los mismos niños. En las escuelas de barrio,
cada maestro tenía que atender a niños de diversas edades, con lo que debía
multiplicarse: atender a veces de una manera personal a un niño, y en otras
detenerse con un grupo pequeño, mientras que el resto campaba por sus buenas. La
eficacia era pequeña, y el tiempo perdido grande. Calasanz optó desde el comienzo
por reunir a los niños según el criterio homogéneo de edad y cultura en la misma
clase, con lo que los resultados se multiplicaban. De esta manera se podían admitir
más niños en cada clase y la eficacia de la enseñanza no disminuía sino que
aumentaba; la dedicación del maestro llegaba constantemente a todos, e incluso los
muchachos aprendían de sus propios compañeros. Con lo que el número de alumnos
en las Escuelas Pías era mucho mayor sin comparación que en cualquier escuela de
barrio.

g. Séptima característica: división de los estudios

Los diversos elementos que vamos citando se concatenan unos con otros, y
cada uno pone las bases de los siguientes, lo que señala aún más la logicidad y
coherencia de todo el conjunto. Calasanz distribuyó los estudios en tres ciclos, y
cada uno de ellos lo dividió en varias clases. Así sin que disminuyera la eficacia de
la enseñanza, podía emplear un número menor de maestros.

h. Octava característica: método activo

El santo implantó en las escuelas el método activo. Para mantenerlo y


favorecerlo, apoyó la emulación entre los alumnos, sin llegar a extremos que podían
resultar perjudiciales. En esta línea, no quiso el santo animar la rivalidad entre los
individuos, sino que propuso la competencia entre grupos de alumnos. Quería así
conservar las ventajas obviando los perjuicios a los que se exponen semejantes
juegos. ¿En qué se concretaba esta emulación? En las discusiones que
frecuentemente se mantenían en clase y en los trabajos que realizaban los alumnos,
ya que los mejores quedaban expuestos a la mirada del resto de alumnos.
Normalmente se trataba de breves composiciones en latín o lengua vernácula
italiano, o también de modelos de caligrafía Calasanz adquirió la costumbre de
obsequiar con algunos de estos trabajos a los bienhechores de las escuelas para que
vieran el trabajo que se realizaba en ellas y el adelantamiento de los alumnos, al
mismo tiempo que se reservaba otra parte para embellecer las aulas, exponiéndolos
en las paredes de las mismas.

i. Novena característica: método preventivo


Escribía el Fundador al cardenal Tonti: "El más meritorio, por establecer y
poner en práctica, con plenitud de caridad en la Iglesia, un remedio eficaz,
preventivo y curativo del mal, inductor e iluminador para el bien, destinado a todos
los muchachos de cualquier condición y, por lo tanto, a todos los hombres, que
pasan primero por esa edad mediante las letras y el espíritu, las buenas costumbre y
maneras, la luz de Dios y del mundo" (n. 9).

He ahí las palabras: "preventivo y curativo del mal". ¿Cómo prevenían el mal
las escuelas de Calasanz? Ocupando al niño el máximo tiempo posible. Es verdad
que el santo ordenó el horario escolástico según la costumbre de su tiempo, pero al
repasarlo produce la sensación de que se quería llenar la jornada sin dejarles tiempo
para el ocio.

j. Décima característica: colaboración con las familias

Si la escuela ayudaba a la familia, la familia tenia que colaborar con las


escuelas. En concreto las escuelas informaban a las familias de la situación de los
alumnos y en especial de sus ausencias En este caso la propia familia tenia que
justificar el porqué de tal ausencia, y se consideraba tan importante este hecho que
cuando repetidamente no se hacia se podía llegar incluso a la expulsión de un
alumno. Calasanz pretendía también con esto la defensa de sus maestros si llegaba
el momento en que una familia se quejaba del poco adelantamiento de su hijo.

k. Undécima característica: moderación de los castigos

En la época de Calasanz los castigos estaban a la orden del día en las


escuelas. No extrañaban. En todo caso lo que podía parecer extraño era su
ausencia. Cuando el Fundador comienza sus escuelas no le parece oportuno abolir
esta práctica, y, sin embargo, moderó tanto la frecuencia y severidad de los mismos,
que bien podemos decir que resultó un revolucionario en este campo.

l. Duodécima característica: apertura social


Lo veremos en todo lo que citaremos a continuación.

4. Significado de la obra de Calasanz.

Indicamos a continuación algunos aspectos significativos de la intuición cala-


sancia.

a) Pone en marcha una revolución. En la historia se habla de revoluciones


sociales, técnicas y políticas. Y a todas ellas se les otorga mucha importancia. No
menor importancia que cualquier revolución de las que situemos en las áreas citadas
anteriormente es la operada por Calasanz. Que todo hombre tiene derecho a la edu-
cación religiosa y cultural; que no existan privilegios en este campo; que nadie pue-
da ser apartado del derecho a ser educado por ninguna razón o motivo, constituye
una auténtica revolución. La importancia que posee se nota también en el hecho de
que todo gobierno actual lo primero que hace al llegar al poder es posesionarse de
la educación. Porque la escuela es el laboratorio del futuro de un país. Lo que se
haga con los niños eso será el día de mañana un país.

b) La primacía de una intuición. Es justo reconocérselo a Calasanz. Delimi-


tando bien el campo de atribución para poder ser justos con todos y no atribuirle lo
que no es suyo. Pero dentro de ese campo nadie le puede quitar el honor de haber
sido el primero. Lo que incluye una gran fuerza de profecía. Calasanz no fue una
personalidad fuera de la común en otros campos, por ejemplo en el de la vida reli-
giosa, como pudieron serlo otros santos -Francisco de Asís y Teresa de Jesús-. Pero
fue un hombre extraordinario en el campo de la pedagogía, aunque no escribiera
ningún tratado, y sobre todo en el de la práctica pedagógica.

c) Se constituye en “pater pauperum”. Por lo que hizo, por lo que defendió,


por las opciones que adoptó, por la defensa de sus ideales, por lo que creó, hemos
de aplicar a Calasanz la frase bíblica, de que él es en verdad “pater pauperum”. A
los pobres se les puede y debe defender de muchos modos. El de Calasanz es de una
riqueza insuperable. Defendió a quienes encontró en su vida y a los que seguirían.
Defendió no sólo a unos pobres, sino a todos. Defendió el derecho que tenían a la-
brarse un futuro mejor y puso por obra los medios que le ayudarían a ello. No sólo
atendió a las necesidades del momento, sino que previó los futuros y luchó por do-
tarles de los medios para salir de la pobreza e iniciar una vida más digna.

d) Trabaja por el bien social. Es lo hermoso de Calasanz. No redujo su acti-


vidad al aspecto únicamente espiritual. No se le puede tachar de espiritualista. Pen-
só en la persona total, en toda ella; más, pensó en la misma sociedad civil. Y por
ella se batió. Defendía la educación porque defendía también el bienestar social. De-
fendió a los pobres, porque tenían mucho que decir en favor del entendimiento y re-
conciliación social. Defendió a los pobres porque conocía lo mucho que podían
contribuir al desarrollo de los pueblos. Fue por ello un hombre comprometido en el
bien de los pueblos. Sólo la ignorancia, la pobreza, el oscurantismo, la dejadez, la
falta de respeto a los derechos de los demás puede engendrar odios, oposiciones y
revueltas. El poder no ha de ser el de las armas, sino en todo caso el de la ciencia y
saber.

e) Da sentido cristiano a una actividad humana. Es una característica de


Calasanz. Enseñó a vivir cristianamente una actividad simplemente humana como es
la enseñanza. Y esto es muy importante. Lo humano es ya en sí mismo una realidad
del Reino. No necesitamos espiritualizar lo humano, sino vivirlo a fondo, porque
hay una manera de hacerlo que es cristiana. No hay, pues, dualismo. No existe tam-
poco un bautismo de una actividad humana como si fuera menos digna. Hay un
compromiso a fondo con lo humano, porque en su realidad más íntima o en su inti-
midad más real, construye al hombre, y construir el hombre es adelantar el Reino.

f) Redime la actividad de la enseñanza. En aquel tiempo esta actividad esta-


ba no sólo postergada, sino incluso desprestigiada. Mientras en lo teórico grandes
pedagogos escribían y hacían teorías sublimes, en la práctica esos mismos pedago-
gos huían la enseñanza y decían en ocasiones perrerías de la misma. Y no digamos
nada cuando la enseñanza se impartía a pequeños y pobres. Pues bien, Calasanz es
quien redime la enseñanza. Enseñar no será ya “oficio vil y despreciable”, sino “mi-
nisterio de ángeles”. Incluso para el escolapio es la manera mejor para llegar a
Dios:
g) Defiende al hombre. A esto estuvo dedicada la vida del santo, a la defensa
del hombre. En todos los sentidos. No dio en ningún momento la batalla por perdi-
da. Por esto, porque defendió al hombre, porque se comprometió con él desde su
tierna infancia, porque salió a favor de todos los pobres, porque luchó por redimir-
los del mal, de la ignorancia y del pecado; porque se propuso enseñarles la verdad
humana y hacerlos cristianos; porque quiso dedicarse e ello sin pretender nada, sino
como señal de amor; porque miró y buscó el bien social; porque se adelantó varios
siglos a las realizaciones de los Estados, Calasanz merece un recuerdo eterno, pero
merece mucho más el seguimiento coherente con lo que él hizo y de la manera
como él lo hizo.

5. Los desafíos de nuestro hoy.

No miramos a Calasanz para quedarnos anclados en la historia. El hizo lo


que hemos ido señalando. ¿A qué nos compromete a nosotros? ¿Cuáles son algunos
de los restos que tenemos planteados hoy?

Como el ministerio calasancio nos compromete a la educación integral de la


niñez y juventud marginada, necesitada, quisiera asomarme a los desafíos propios de
este nivel desde las tres vertientes de esta síntesis. Lo digo de forma esquemática:

A. Nuestro ministerio nos lleva a educar. Por eso:


∗ hay que repensar cómo podemos educar. Es decir, qué educación queremos dar;
∗ hay que determinar los valores que buscamos trasmitir en la educación que damos;
según los valores así será la educación;
∗ hay que optar por una educación totalizadora, que afecte a la persona entera, que no
cree dicotomías de ningún género;
∗ hay que diseñar el modelo de centro educativo que deseamos, de acuerdo con el lugar
donde nos encontramos, las necesidades que existen y las posibilidades que se ofre-
cen;
∗ hay que atender a todos los agentes educativos y poner especial atención en su selec-
ción y formación;
∗ hay que trabajar de manera especial con los laicos colaboradores nuestros, que vayan
compartiendo la misión escolapia y se sientan agentes transformadores según el pen-
samiento de los fundadores;
∗ hay que pensar en el modo de ayudar a los niños en las necesidades no cubiertas por
la educación formal;
∗ hay que ir optando poco a poco por una transformación de los centros en lo que pue-
dan cambiar;
∗ hay que repasar si la educación que se imparte conduce a la liberación de la persona
o a reproducir patrones demasiado conocidos;
∗ hay que estudiar las necesidades concretas de los ambientes en que se encuentran los
centros para buscar una respuesta.

B. Nuestro ministerio nos lleva a educar integralmente. Por eso:


∗ hay que atender a la persona en su unidad y totalidad, sin olvidar ningún nivel consti-
tutivo;
∗ hay que reexaminar la formación cristiana que se da;
∗ hay que revisar si se introduce a los alumnos en una experiencia de fe, adaptada a
ellos;
∗ hay que mirar qué entronque eclesial creamos en nuestros centros que ayude cristia-
namente a los alumnos cuando salen de ellos;
∗ hay que propiciar procesos pastorales globales que ayuden a los alumnos;
∗ hay que plantearse la posibilidad y el modo de crear comunidades cristianas, ayudan-
do al desarrollo de fe de los alumnos;
∗ hay que educar el universo espiritual del niño y joven, atendiendo a nuestro mundo
de hoy;
∗ hay que apostar por la pastoral vocacional integrada en la pastoral juvenil.

C. Nuestro ministerio nos lleva hacia los marginados. Por eso:


∗ hay que plantearse de nuevo las posibilidades de introducirnos en lugares más necesi-
tados;
∗ hay que estudiar el modo cómo los centros educativos del primer mundo responden a
esta característica;
∗ hay que saber encontrar a Cristo en los necesitados como experiencia personal.

Hay... hay que callarse ya, que ya he abusado demasiado. Gracias por vuestra atención.

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