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La educación

Poderoso elemento de felicidad que no se


debería negar a nadie
por
Juana María Macías Medina

Vamos a rescatar, a sacar a la luz, una “página gloriosa de la


historia de nuestra escuela”1, historia que cuenta con el aliciente de
que su protagonista es una joven, la alumna Antonia Arrobas y Pérez.

Nuestro relato nos retrotrae al último tercio del siglo XIX, más
concretamente en 1871, por lo que previamente creemos necesario
esbozar algunas pinceladas sobre el momento histórico en que se
desarrollan los acontecimientos, que sin duda nos ayudarán a
comprenderlos mejor.

Este siglo fue conflictivo para nuestro país. Se promulgan


diversas constituciones, se suceden los cambios de regimenes
políticos en función de las diferentes asonadas, revoluciones…
Cuando nuestra alumna solicita la validez de sus estudios
académicos, reina Amadeo de Saboya tras la revolución de
septiembre del 68 promovida por demócratas y progresista. Durante
este siglo se produce una lenta transición de la economía agraria a la
capitalista –aparecen las primeras fábricas modernas, el ferrocarril
revoluciona el transporte y el comercio, se explota la riqueza minera
de España, se incrementa la superficie cultivada –, a la
vez que cambios en el entorno social –la nobleza pierde sus
privilegios, el clero sus propiedades, la burguesía es la que pasará a
detentar el poder y los obreros crecen espectacularmente en
número–. Todos estos cambios económicos y sociales exigían un
nuevo Modelo Femenino.

La mujer como Ángel del Hogar

El papel reservado a la mujer en el XIX es un papel secundario,


limitado a la esfera doméstica. La mujer como la perfecta casada,
reina del hogar, piadosa, buena madre y buena esposa.

Su instrucción, preferentemente privada, no está dirigida a


alterar su función social, busca fundamentalmente alfabetizarla –leer,
por lo menos en los Catecismos, y escribir medianamente– y
1
Memoria del Instituto de Provincia de 2ª Enseñanza de Huelva (en el acto de inauguración).
1871 a 1872. Huelva: Imp. De la Viuda de Gálvez e Hijos, Monjas, 11, 1872, pp. 12. En dicha
Memoria se pone de manifiesto que el Equipo directivo es consciente de la importancia del
suceso que nos ocupa, hasta el punto de calificarlo como “página gloriosa de la historia de
nuestra escuela”.
adiestrarla en algunos quehaceres domésticos para el mejor
funcionamiento del hogar y la familia. Una educación similar a la de
los hombres les acercaría a ejercer actividades remuneradas y por
ende a desarrollar la misma independencia económica, siendo ésta la
clave para superar la subordinación sufrida.

No se contempla la posibilidad de capacitar a la mujer para


ejercer una profesión. Únicamente se les permitía ser maestras –en
algunas ocasiones sólo de niñas- y matronas, profesiones que
suponían una extensión del papel ejercido por las mujeres en la
esfera privada. Ahora bien, es cuando acceden a las fábricas de
manos de la revolución industrial cuando su trabajo se hace más
visible para la sociedad, aunque lamentablemente, como recompensa
a su trabajo, se encuentran que la remuneración que perciben en la
mayoría de los casos no llega al cincuenta por ciento que la de los
hombres; pero ésta es otra historia.

Exposición de la historia de Antonia Arrobas

Discurre el año 1871 y Antonia Arrobas y Pérez, que ha


realizado privadamente estudios de Segunda Enseñanza, desea que
se de validez académica a los mismos; pero se encuentra con un
problema normativo.

En el Decreto de 21 de octubre de 1868, que es la norma


educativa vigente en ese momento, en sus artículos 7º y 8º se utiliza
el término alumno –al desarrollar todo lo relativo a la matriculación-
entendiendo los legisladores que no incluye a las alumnas. La
educación de las mujeres no es una necesidad sentida por la sociedad
de la época. Las mujeres que quieren salir de la esfera doméstica y
desempeñar otros papeles tienen que reivindicar su derecho a recibir
una educación que les abra las puertas a esa nueva realidad.

Para salvar este impedimento legal Antonia Arrobas y Pérez


solicita el 15 de marzo de 1871 ante la Dirección General de
Instrucción Pública poder realizar en el Instituto de La Provincia de
Huelva el examen que le permitirá validar los estudios de Segunda
Enseñanza que ha realizado privadamente. La petición queda
fundamentada de la siguiente forma:

“Si bien en la actual legislación no se autoriza de manera


explicita, a las jóvenes para cursar académicamente ninguna
asignatura de la segunda enseñanza, es muy probable que el objeto
del legislador no haya sido imposibilitar a la mujer por creerla
incapaz de adquirir conocimientos científicos y literarios puesto que
las permite dedicarse a maestras y matronas, sino más bien evitar los
inconvenientes de reunir en una sola clase jóvenes de ambos sexos o
tener que montar doble número de institutos para que estuviesen con
la debida separación. Pero esto que se comprende y es natural en la
época en que la asistencia a las aulas era obligatoria, carece por
completo de razón de ser en la presente en la que solo la sanción del
examen basta para dar validez a los estudios privados”2.

La Dirección del Centro no sólo informa positivamente de la


misma sino que pretende llegar mucho más lejos al solicitar una
Orden General que permita a las jóvenes probar en los Institutos
Públicos los estudios privados y lo argumenta de la forma más poética
que conocemos. Esta autorización “ejercería saludable influencia en
la sociedad, por cuanto despertaría el deseo de ilustrarse, en la
mujer, cuya buena educación es un poderoso elemento de felicidad
para las Naciones”3.

La respuesta de La Dirección General de Instrucción Pública se


realiza a través de la orden de 25 de mayo de 1871 que pasamos a
reproducir parcialmente: Antonia ejercita el derecho reconocido y una
vez superado el examen de ingreso se examina del primer curso de
latín y castellano obteniendo la calificación de aprobada.

“teniendo en cuenta que se puede acceder a los deseos de la interesada sin contravenir la
legislación vigente..., aún prescindiendo de los ejemplos análogos y en gran medida honrosos
que nuestra Universidad de Alcalá y otras nos ofrecen de mujeres graduadas que han sido
lumbreras de las ciencias y letras y gloria de su patria, lo que ni por la ley se prohíbe ni
repugna al buen sentido debe considerarse lícito, la Dirección General de Instrucción Pública
ha acordado que sin dar una disposición general que acaso pudiera chocar en el estado de
nuestras costumbres, se haga presente a V. S. para que así lo comunique a la interesada que
esta tiene derecho a lo que solicita”4.

Sin embargo, la Disposición General que hubiera permitido a las


jóvenes realizar las pruebas sin necesidad de solicitar autorización
previa es rechazada. Afortunadamente sólo habrían de transcurrir
unos meses para que el 2 de septiembre de 1.871 mediante una
Orden dirigida al Rector de La Universidad de Barcelona se reconozca
a otra solicitante la gracia de poder validar los estudios de segunda
enseñanza que tiene realizados basándose en el precedente de
Antonia Arrobas y se autoriza además la extensión de esta gracia a
casos análogos5. La Dirección General de Instrucción Pública cambia
de opinión y finalmente termina por extender la autorización a todos
los casos análogos como la dirección de nuestro centro pretendía.

Para finalizar no podemos dejar de comentar que la mencionada


Orden de 2 de septiembre no desaprovecha la oportunidad de
2
Expediente de la alumna: Arrobas y Pérez, Antonia. Instancia de solicitud. Instituto de
Provincia de 2ª Enseñanza de Huelva. Letra A, número 25. Año 1871.
3
Expediente de la alumna: Arrobas y Pérez, Antonia. Op. cit.
4
Flecha García, C.: “Las primeras alumnas del Instituto de Segunda Enseñanza de Sevilla
recogido” en: IB San Isidoro. Estudios y Recuerdos del Sesquicentenario de su creación.
(1845-1995). Sevilla: IB San Isidoro, 1995, pp.195.
5
Flecha García, C.:”Las primeras alumnas del Instituto de Segunda Enseñanza de Sevilla”, op.
cit., pp. 195.
recordar que las jóvenes a lo que tienen derecho es a probar en los
Institutos Públicos los estudios realizados privadamente, no gozando
del derecho a asistir a las aulas cotidianamente ya que la reunión de
ambos sexos en un mismo espacio podía alterar el estado de las
costumbres.

El momento Presente

No estuvimos desde el principio, el 5 de octubre de 1856,


cuando salió de la estación el tren del “Instituto de Provincia de
Huelva” las mujeres no pudieron subir. Habrían de pasar quince años,
para que en 1.871 Antonia Arrobas pudiera acceder al tren de la
educación secundaría pública para dar un pequeño paseo, pues el
recorrido completo les estaba vedado a las mujeres que tuvieron que
luchar por el derecho a poder recibir Educación Secundaria.

El papel de la mujer en la sociedad actual se ha ampliado, se


han derribado muchas barreras y prejuicios, han salido del ámbito
doméstico y las leyes les reconocen sin ningún tipo de limitación por
razón de género el derecho a recibir instrucción -lamentablemente
esta realidad sólo se extiende al mundo desarrollado, en los países en
vías de desarrollo el papel que se reserva a las mujeres aún las sitúa
en muchos casos lejos de la escuela-.

Hoy son parte vital de la historia del Instituto y del quehacer


diario, hombres y mujeres forman un grupo sin divisiones, sin ningún
tipo de distinción, estudiando y trabajando codo con codo como debió
suceder desde el principio.

Desde que nuestra protagonista comenzó su lucha hasta ahora,


las mujeres han progresado tanto en derechos que no podemos dejar
de agradecer a las personas que han puesto su granito de arena en
esta empresa. Antonia Arrobas no se conformó con el papel de que le
tenían asignado en su época, limitado al hogar y luchó, junto con
otras que llegaron después, para conseguir una nueva realidad para
ellas y por extensión para las que vinieran a continuación.

También es ineludible corresponder al Director D. Horacio Bel y


Román y al Vicedirector D. José Gallego de la Paz por recibir a las
mujeres con los brazos abiertos, por respaldar la noble aspiración de
Antonia Arrobas, “de establecer hasta en la última aldea verdaderas
escuelas de niñas; de mejorar la instrucción de estas dándoles, sobre
todo, una buena dirección práctica y moral; ... y de instituir desde
luego centros en los cuales se facilite á la muger el estudio de la
segunda enseñanza y de aplicación... haciendo que el sexo femenino
mediante la educación y la instrucción, adquiera el rango intelectual
del que es capaz”6. Considerando que la educación es “uno de los
mas eficaces medios para concluir con la mayor parte de los males
que aquejan á la humanidad en nuestros tiempos, es proporcionar a
la muger instituciones que levanten su sentido moral y mejoren sus
condiciones materiales para la vida”7. Esta actitud manifiesta su
sensibilidad social, respecto a la necesidad de que las mujeres
reciban instrucción, va muy por delante de la demostrada por el
legislador Ruiz Zorrilla.

El Futuro: de la mujer invisible a la mujer visible.

Queremos pensar que el objetivo de conseguir una educación


igualitaria no tenga marcha atrás, que las ideas de perfectibilidad y
de progreso se cumplan y que la situación que hoy vivimos sea peor
que la de mañana y que no demos un paso atrás en la consecución de
este objetivo ni para coger impulso.

Nos queda camino por recorrer, tenemos aún obstáculos que


superar; hemos de eliminar de los libros de texto, de las
programaciones, en definitiva de la enseñanza, los estereotipos
sociales que hacen que en el momento presente las mujeres sigan
siendo invisibles.

En nuestros libros de texto las mujeres siguen desenvolviéndose


mayoritariamente en el ámbito doméstico, no se habla nunca de su
contribución a la historia y ha habido mujeres muy sobresalientes,
algunas que se han escapado de la estrechez de sus vidas
disfrazándose de guerreros para participar en las contiendas de su
tiempo, otras vieron en el ámbito religioso una forma de ser
independiente de la tutela del varón, de aprender a leer y escribir y
poder tomar sus propias decisiones, siendo muy valiosa su aportación
literaria; otras siendo cortesanas adquiriendo así notable influencia en
la vida pública, otras fue al enviudar cuando tuvieron la oportunidad
de asumir responsabilidades de mando y es que los guardianes de la
cultura oficial y de la memoria pública han sido siempre hombres y
pasaron de puntilla ante la participación de las mujeres.

Aunque esta invisibilidad no influye en los niveles de éxito


escolar –las estadísticas hablan, las mujeres obtienen mejores
resultados académicos en todos los niveles educativos– si influye en
la personalidad, en la autoestima y en el futuro profesional.
6
Memoria del Instituto de Provincia de 2ª Enseñanza de Huelva, op. cit., pp. 14.
7
Memoria del Instituto de Provincia de 2ª Enseñanza de Huelva, op. cit., pp.13.
Se han realizado estudios que concluyen que la variable sexo
condiciona más que la variable clase social los intereses
profesionales. Así, en el momento presente las mujeres eligen
titulaciones de humanidades y las ingenierías son mayoritariamente
demandadas por los hombres. Se observa como la formación de los
hombres está ligada a estudios más prácticos a la hora de hacer
factible la inserción laboral y la formación de las mujeres a estudios
con mayores periodos de escolarización y con mayor respeto social,
pero con menor demanda de trabajo lo que supone una dificultad
añadida a la hora de conseguir un puesto de trabajo y como
consecuencia la necesaria independencia económica paso previo de
la buscada independencia personal.

Las desigualdades educativas actuales influirán en las


desigualdades sociales futuras

Queremos que esta historia nos haga reflexionar sobre la


importancia de nuestro papel como docentes en la solución de este
problema y que nuestra ilusión venza las más de las veces, los
innumerables obstáculos de cada día.
Bibliografía:
CABRERA, L. A.: “Mujer, trabajo y sociedad” (en línea) Fundaciones BBVA y
Largo Caballero
http://www.ugt.es/fflc/actividades/libromujertrasoc/notaprensa.pdf (29 de enero
de 2006).
COLMENARES, S.: “La Mujer y la sociedad en el siglo XIX, ¿figura o
miembro?” (en línea) Investigaciones GiraEnLaRed
http://www.giraenlared.com/invest7.htm (3 de febrero de 2006).
FLECHA GARCÍA, C.: “Las primeras alumnas del Instituto de Segunda
Enseñanza de Sevilla” recogido en: IB San Isidoro. Estudios y Recuerdos del
Sesquicentenario de su creación. (1845-1995). Sevilla: IB San Isidoro, 1995,
pp. 193-204.
MONTERO, R.: Historia de mujeres. Madrid, Santillana Ediciones Generales,
2006.
POZO RUIZ, A.: “Mujer y educación en el siglo XIX. Mujeres Universitarias” (en
línea). Alma mater hispalense
http://www.personal.us.es/alporu/historia/mujer_educacion.htm (25 de enero de
2006).
VILLAFUERTE RODRÍGUEZ, L.: “Educación: la mujer presente, la mujer
ausente” (en línea). Secretaría de la mujer de Ustea
http://www.stes.es/mujer/92001.pdf (10 de febrero de 2006).
Expediente de la alumna: Arrobas y Pérez, Antonia. Instituto de Provincia de 2ª
Enseñanza de Huelva. Letra A, número 25. Año 1871.

Memoria del Instituto de Provincia de 2ª Enseñanza de Huelva (en el acto de


inauguración). 1871 a 1872. Huelva: Imp. De la Viuda de Gálvez e Hijos,
Monjas, 11, 1872.

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