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DECLARACION UNIVERSAL DE LOS DERECHOS

HUMANOS

NOMBRE Y APELLIDO: Arslanian Gariné


DNI: 35-573-811
EDAD: 17 años
AÑO QUE CURSA: 6to año
APELLIDO Y NOMBRE DE LA AUTORIDAD SUPERIOR DE LA INSTITUCION: Melano
Elizabeth.
NOMBRE Y APELLIDO DEL PROFESOR/RA: Lorena Sosa
NOMBRE DEL COLEGIO: Instituto Gral. Manuel Belgrano (urbano)
TELEFONO DEL COLEGIO: 0351-4513586
LOCALIDAD: Córdoba capital

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Arslanian Gariné/ Garinita_90@hotmail.com / Instituto Gral. Manuel Belgrano
Armenia 2080 Barrio Pueyrredon/ Córdoba/ TEL: 0351-4513586

Yo no olvido
Siendo muy joven pregunté a mi abuelo qué era la diáspora, a lo que me respondió:
“La armenidad es como un árbol que muchos trataron de cortar, pero no han podido. Varios
Imperios dominaron Armenia, esos Imperios ya no existen, pero la armenidad sí. Lo único que
lograran fue sacudir muy fuertemente el árbol, por eso se soltaron las semillas, el viento las
esparció por todo el mundo, esas semillas crecieron en otras tierras, con otro idioma, pero
siguen siendo semillas del mismo árbol, de la misma raíz, eso es la diáspora, simplemente
semillas de la misma cepa que a causa del destino germinaron en otras tierras.
Siempre te digo que los armenios somos como el trigo, plantes donde lo plantes, siempre será
trigo.”
Hanna Karagenzian, Bs. As. 1996

Me presento, entonces, como parte de la diáspora Armenia y eso, por un lado, me genera una
inmensa angustia. Me siento un tanto incompleta; un espacio vacío en mi interior me recuerda
todos los días que 1.500.000 víctimas de mi misma sangre abandonaron este mundo del modo
más cruel, más inhumano, más salvaje.
Fue en el año 1915 cuando este pueblo cristiano recibió el peor de los golpes, el Genocidio,
perpetrado por el Estado Turco quien había exigido a la población armenia renunciar a sus
derechos y costumbres –su cultura- para así conformar una gran Turquía integrada únicamente
por habitantes turcos o “turquirizados”, de lo contrario serian aniquilados.
Sin embargo, era tan profundo el amor que sentía la raza armenia por su patria que se opuso a
la imposición; rechazo que los llevaría a inaugurar el horror en el siglo XX, período que muchos
historiadores denominan como el siglo de los genocidios.
De esta forma, el pueblo armenio conoció en carne propia las violaciones a los derechos
humanos sin límites, tanto en el tiempo como en el método: desde abusos sexuales a mujeres y
niños, hasta asesinatos en la horca.
Y cuando evoco estos recuerdos, me pregunto: ¿Qué clase de ente es capaz de sentir
superioridad a tal magnitud como para impedirle a la persona el Derecho a la Vida? ¿De qué le
sirve la racionalidad al hombre si se comporta aún peor que los animales?
El mal uso de lo que debería sernos un privilegio pierde su valor por el simple hecho de
pertenecernos.
Nos ocurre en la actualidad, y en esto me incluyo, que las personas sentimos un cierto temor
por lo que la naturaleza podría hacer de nosotros. Sin embargo, no nos damos cuenta que es la
obra del hombre, mayoritariamente, la que origina el caos en el mundo.
En otras palabras, deberíamos sentir miedo del hombre más que de la naturaleza, ya que, en
realidad, es él, en su conjunto, quien conforma la gran máquina destructora de la humanidad.
En términos de Hobbes, podemos entenderlo como una oposición del hombre contra el hombre,
en términos marxistas hablamos de la explotación del hombre por el hombre en un sistema
mundial donde lo único que importa es la concentración de las riquezas y la adquisición del
poder cueste lo que cueste. Basándome en estos conceptos entiendo el genocidio armenio
como producto de la ambición desmedida para fortalecer un imperio-monstruo que se pudría
por dentro y se desmoronaba por fuera constituido en base a la receta del pensamiento único y

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estrecho y la no convivencia de diferentes formas de pensar, de sentir, de vivir. Hablamos, sin
dudas, de la Intolerancia étnica.

Arslanian Gariné/ Garinita_90@hotmail.com / Instituto Gral. Manuel Belgrano


Armenia 2080 Barrio Pueyrredon/ Córdoba/ TEL: 0351-4513586

Sobrevivientes del Genocidio Armenio transmitieron durante años sus desagradables vivencias
a las siguientes generaciones y como fiel receptora quisiera citar algunas palabras de Sarkis
Der Hagopian:
“En ese momento, me detuve a observar, ya sin poder sentir, los cuerpos sin vida flotando sobre
un mar de sangre que pedían a gritos no ser alimento de perros salvajes y en seguida pensé:
¿Cómo es posible que exista raza alguna en la tierra que tanto nos odie? Incluso, dolía más ese
pensamiento que los golpes constantes que recibía.”
Para finalizar, podemos llevar esta temática de lo particular a lo general, es decir, recordar los
otros crímenes de lesa humanidad porque cuando un pueblo no tiene memoria no tiene
identidad y cuando no tenemos identidad otros escriben la historia por nosotros. Además
porque según el derecho internacional estos delitos no prescriben: no se extingue su acción
penal con el paso del tiempo y tampoco circunscriben al contexto Geográfico en el que ocurren.
Si bien estoy convencida de que es la búsqueda salvaje del poder lo que lleva al hombre a
transgredir los derechos humanos aún no puedo comprender cómo es posible que además de
terminar con la vida de tantas personas e intentar irracionalmente hacer desaparecer una
cultura, Turquía todavía en la actualidad niega haber cometido semejante barbarie.
No siento odio, ni busco venganza, sólo que escucho gritar miles de voces juntas reclamando
justicia y por ellos voy a continuar luchando. Porque como dice el cantautor argentino León
Greco “La memoria despierta para herir a los pueblos dormidos que no la dejan vivir”. En este
sentido, me comprometo con la memoria del millón y medio de armenios asesinados y a dar
testimonio por ellos. Porque esta semilla jamás olvidará.

Bibliografía: Hanna, Un héroe en Armenia/ Autor: Roberto Karagenzian

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