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En esta narración de Bécquer notamos las tres formas clásicas del cuento absolutamente
diferenciadas en la división de apartados: la primera parte sirve de introducción, la
segunda de nudo o desarrollo, y la tercera de desenlace.
La narración comienza con una descripción ambigua del amor entre un hombre y una
mujer: Pedro Alfonso de Orellana y María de Antúnez. Este primer apartado está
impregnado de una atmósfera incierta, cargada de un aire denso de funesto presagio.
La antítesis destaca como recurso en estos párrafos iniciales: ángeles-demonio, goce-
martirios, felicidad-culpa, demonio-cielo. Ella es hermosamente diabólica, caprichosa y
extravagante; el es supersticioso, valiente y la ama con el ardor de quien expía una
culpa. De esta manera nos presenta Bécquer a los protagonistas del cuento La ajorca de
oro. Ya desde las primeras palabras, el autor nos introduce en un ambiente vaporoso,
pleno de remordimientos y misterio:
"Ella era hermosa, hermosa con esa hermosura que inspira vértigo..."
Se presenta en esta introducción un amor basado en la necesidad y las culpas, una
pasión enfermiza. Lo fatídico es presentido por el lector desde el comienzo:
"El la amaba; la amaba con ese amor que no conoce freno ni límites; la amaba con ese
amor en que se busca un goce y sólo se encuentran martirios; amor que se semeja a la
felicidad, y que, no obstante, parece infundir el cielo para la expiación de una culpa".
Tras habernos inmerso en este ambiente de desdicha e inquietud, el autor se permite la
concesión de utilizar el término maravillosopara referirse a la historia que nos narrará.
Esta referencia ambigua a lo bello y admirable, tanto como a lo extraordinario y
sobrenatural, queda ensordecida por el apabullante y demencial desenlace. Bécquer, al
final del apartado, promete además relatarnos la historia con la certeza e imparcialidad
de un cronista, y, sin embargo, recibimos de su prosa una despiadada traiciónen las
páginas sucesivas, donde, con absoluta subjetividad, nos sumerge en una historia
terriblemente perturbadora y pesadillesca.
Por lo demás, en estos párrafos se nos informa la localización de este suceso, atribuido
por el autor a una tradición: la histórica ciudad de Toledo, lugar de amor y honda
inspiración para el poeta sevillano.
El segundo apartado nos narra cómo en María nace el ardiente deseo de poseer una joya
de la catedral de Toledo: la ajorca, el brazalete de oro de la Virgen del Sagrario, Santa
Patrona de la ciudad. Pedro la encuentra llorando, y al preguntar con insistencia logra
que ella le cuente su herético delirio. El la escucha con pasión e impotencia, pues no se
atreve a robar el preciado objeto: cometer tamaña herejía sería la perdición de su alma.
Sin embargo, a pesar de concluir con amargura que no deberán hacerlo, su negación
("¡Imposible, imposible!" dice él, y ella "¡Nunca!") deja entrever el conflicto interno de
los personajes, culminando el apartado con un profundo suspenso acerca de su futuro
proceder. El apasionamiento de él y el orgulloso capricho de ella nos inspiran la
sospecha de que no actuarán como prometen hacerlo.
Debemos, además, resaltar los hábiles recursosutilizados por Bécquer durante el
desarrollo de lo que va del cuento:
• La naturaleza al servicio de los sentimientos: característica típicamente romántica, se
utiliza al comienzo y al final del apartado:
"El Tajo se retorcía gimiendo al pie del mirador entre las rocas sobre que se
asienta la ciudad imperial. El sol trasponía los montes vecinos, la niebla de la
tarde flotaba como un velo de gasa azul, y sólo el monótono ruido del agua
interrumpía el alto silencio".
Y luego:
"Pedro fijó una mirada estúpida en la corriente del río; en la corriente, que
pasaba y pasaba sin cesar ante sus extraviados ojos, quebrándose al pie del
mirador entre las rocas sobre que se asienta la ciudad imperial".
Notamos que el Tajo, río representativo de Toledo, con su desviación al pie del
mirador, sirve de apertura y cierre de la segunda parte del cuento. Pedro nos es
descripto con la mirada extraviada, ensimismado. El Tajo majestuoso e
impasible contrasta magníficamente con la sombría y violenta lucha interna del
personaje que lo contempla, en donde se debaten el honor, la pasión y el valor
del alma inmortal. Incluso podríamos agregar, por banal que pareciere, el deber
cívico("... a nuestra Santa Patrona, yo..., yo que he nacido en Toledo...")
• La utilización de antítesis relacionadas con la condenación y lo maligno: Virgen-
Satanás, arzobispo-diablo. Estos conceptos contrastantes que se presentan durante el
desarrollo de la narración nos permiten encontrar el tema central de la historia: el
conflicto entre el proceder religioso y la pasión carnal, frenética y profana; dos ideas
antagónicas la beatitud y la libídine. Podría interpretarse este antagonismo como
símbolo del que se da dentro del pensamiento romántico: lo cristiano y tradicional,
revalorizado por los primeros románticos (Goethe, Manzoni, Shelley), y la
exaltación del apasionamiento individual.
El tercer apartado comienza con la magnífica descripción de la catedral de Toledo, que
servirá de contraste con la pecaminosa acción que cometerá el protagonista. Las
metáforas con las cuales se refiere la dignidaddel santo edificio son de honda grandeza:
bosque de gigantes palmeras de granito, caos incomprensible de luz y sombras, mundo
de piedra; destacan también sus comparaciones:
"...inmenso como el espíritu de nuestra religión, sombrío como sus tradiciones,
enigmático como sus parábolas..."
Destaca también la afirmación de la existencia de un santo horror que puebla los
recintos catedralicios, y que defiende los sagrados umbrales del edificio de los
pensamientos mundanos y de las mezquinas pasiones de la tierra. Posteriormente
veremos como este horror se materializa antes los ojos de nuestro protagonista.
Luego el autor prosigue el relato y nos muestraa Pedro, pálido y sombrío. Acecha a las
puertas de la catedral mientras se retiran a sus casas los últimos fieles que acudieron a
una fiesta religiosa tradicional de la ciudad. El espera la oscuridad, la soledad y el
silencio bajo los cuales se amparará para cometer su delito. Ingresa sin ser visto.
Rumores extraños y turbadores pueblan cada rincón de la residencia, inquietando
terriblemente a Pedro. En un momento siente que no puede proseguir, que sus pies están
adheridos al suelo. La imagen de su vacilación nos es presentada por Bécquer con una
fuerza macabra y pavorosa que templa el ambiente para el luctuoso desenlace:
"Por un momento creyó que una mano fría y descarnada le sujetaba en aquel punto con
una fuerza invencible".
Pedro trepa hasta la figura de la Virgen del Sagrario. A su alrededor se alza una
profunda oscuridad. Formas fabulosas y amenazadoras se despiertan para su espíritu. Su
temor se profundiza ante la beata y sosegada sonrisa de la virgen, sin embargo, logra
calmar sus impresiones y toma entre sus manos la valiosa ajorca de oro. Tras su terrible
acto no se anima aun a abrir los ojos:
"... Pedro tenía miedo de ver, de ver la imagen, de ver los reyes de las sepulturas, los
demonios de las cornisas, los endiagos de los capiteles, las fajas de sombras y los rayos
de luz que, semejantes a blancos y gigantescos fantasmas, se movían lentamente en el
fondo de las naves, pobladas de rumores tenebrosos y extraños".
Finalmente logra abrir sus ojos, y ante él se presenta una escena de pesadilla. Bécquer
alcanza en estos párrafos finales la cúspide de su inspiración gótica: cientos de estatuas
pueblan todo el recinto, estatuas que han descendido de sus huecos y le miran con sus
ojos sin pupilas. Alimañas de granito pululan por todo el recinto.
Los arzobispos de mármol, antes inmóviles en sus lechos, ofician bajo sus pies. Pedro
ve materializado su terror y su culpabilidad: los silenciosos y nocturnos pobladores
pétreos de la catedral contemplan su delito; el castigo divino y los horrores infernales se
hacen presentes ante el renegado. La debilitada mente del desgraciado no puede
contener esta aparición. Se desmaya tras emitir un grito de espanto, terrible y
ultraterreno. Al día siguiente lo encuentran al pie del altar. La ajorca de oro aún está
entres sus manos, pero él ha enloquecido. Entre demenciales carcajadas exclama:
"¡Suya, suya!".
Es evidente el profundo contenido de siniestralidad que impregna a la narración de
Bécquer, pero ¿en qué elementos estriba su carácter de siniestro?
A pesar de que el horror no se manifiesta hasta en el desenlace, la totalidad del cuento
presenta un ambiente opresivo y fatídico. El autor utiliza numerosos recursos a fin de
provocar la sensación de lo siniestro durante el relato, y muchos de ellos fueron notados
en el análisis respectivo de los apartados. Cabe destacar entre ellos la presencia de una
figura utilizada en el cuento con el fin de crear esta sensación: la prosopopeya, que
consiste en atribuir a los seres no racionales, sean ya animados o inanimados, cualidades
humanas. Este recurso no sólo tiene entidad propia en lo que respecta al montaje de un
ambiente opresivo, puesto que luego llegará a su máxima expresión en el final, con la
aparición de las estatuas. En los primeros apartados se notan los siguientes usos de la
figura mencionada:
- El Tajo se retuerce gimiendo.
- María cuenta que sus ojos se fijaron en la imagen de la virgen, y que volvían una y
otra vez al mismo punto, aun en contra de su voluntad.
- Pedro lamenta que sea la Virgen del Sagrario la dueña de la ajorca de oro, pues de ese
modo el respeto le impedirá cometer el hurto. Se refiere en aquel momento a la figura
inanimada como si fuera más que un símbolo ("¡Ah!, ¿por qué no la posee otra
virgen?").
- El fulgor de las lámparas lucha y se pierde con la oscuridad del santuario.
- Un santo horror defiende los umbrales de la catedral de todo lo mundano.
- Moribundas lámparas
- Un grito agudo se escapa de los labios de Pedro.
El gemido del río, la independencia de sus dueños de los ojos y del grito, la vida en la
imagen inanimada de la virgen, el fulgor que combate contra la oscuridad, el santo
horror que defiende los umbrales divinos, las lámparas moribundas... todas ellas
imágenes que anticipan en la creación de un ambiente inquietante, el pavoroso final.
Con lo que respecta al desenlace, existen dos elementos que provocan particular y
extraordinariamente el efecto de lo siniestro: la aparición de las estatuas, que ni siquiera
llegan a ejecutar alguna acción violenta, y la locura en la que culmina el personaje.
Para ambos casos se puede citar a la obra de Freud Lo siniestro.
El primero de ellos, la insinuación de vida en las estatuas aparecidas, queda
perfectamente aclarado en una idea destacada por Freud acerca de una obra de E.
Jentsch (Sobre la psicología de lo siniestro). Destacado ejemplo de lo siniestro es la
duda de que un objeto sin vida esté en alguna forma animado, y que, a su vez, un ser
aparentemente animado, esté realmente vivo. Jentsch alega este origen a la impresión
que despiertan los muñecos de cera, las muñecas "sabias" y los autómatas. Lo siniestro
surge en este caso al aparecer un impulso primitivo (el de adjudicar vida a objetos
inertes), que se creía ya superado por la civilización.
Las estatuas de la catedral, figuras inanimadas, como tantas que contemplamos
diariamente, resultan, en el cuento, tener vida propia y servir como vías del castigo
divino. De alguna manera también se puede relacionar el sentimiento de lo siniestro de
esta situación con la sensación de culpabilidad y la necesidad de ser reprendido. El
castigo divino, aunque actuando a través de las apariciones, se trata de un castigo
proveniente de Dios, que a su vez ejerce psicológicamente una autoridad análoga a la
paterna. De este modo el castigo al personaje por su pasión carnal y su posterior
degeneración en el delito, pueden tomarse como una represión de carácter sexual.
La rima XI de Gustavo Adolfo Bécquer, presenta el argumento de la búsqueda de la amada perfecta para
el autor, Gustavo Adolfo Bécquer. (Verso 1 - Verso 15). Al autor ninguna de las candidatas le parece
apropiada (Verso 1.3 “Yo soy ardiente….está llena”; Verso 6-8 “Mi frente es…guardo un tesoro”), sin
embargo, una última, con una serie de características (Verso 11-14 “Yo soy un sueño…no puedo
amarte”) que la hacen ser una persona inalcanzable, es a la que Bécquer elige como su ideal de mujer.
(Verso 14 “¡Oh, ven: ven tú!).
EL tema principal que podemos encontrar en el poema es el de la búsqueda de la mujer ideal de
Bécquer, es decir, el tipo de mujer que le gusta al autor, pero como se puede observar es alguien a quien
el nunca podría llegar a tocar (Verso 14 “…soy intangible”), por lo tanto, el tema de esta rima es el del
amor imposible (verso 14 “no puedo amarte”).
Esta rima está caracterizada por su intimismo y la brevedad propia del posromancismo (ejemplo, rima 3
“mi alma está llena”), la poesía se identifica con lo femenino (Verso 1 “morena”; verso 6 “pálida”) y por
último también se puede observar como hay metáforas tomadas de la naturaleza (verso 12 “niebla y
luz”). Además, el poeta es el encargado de transmitir dicha poesía. La rima presenta musicalidad y ritmo
lo que hace más amena su lectura.
El poema está formado por un diálogo constante entre tres mujeres candidatas al corazón de Bécquer, y
el propio Bécquer, que se encarga de despedir (verso 5 “No es a ti: no”) o elegir (¡Verso 15 “¡Oh, ven:
ven tu!”) a la candidata que el considera apropiado. Asimismo durante los diálogos en los que participan
las mujeres, estas mujeres se auto describen constantemente, exponiendo sus cualidades al personaje
protagonista.
El lenguaje empleado es un lenguaje bastante fresco, puesto que en este movimiento literario
(posromanticismo) el lenguaje usado ya era bastante coloquial y muy sencillo de entender (ejemplo
verso 6 “Mi frente es pálida, mis trenzas de oro”). Además en la rima predomina el tiempo verbal
presente de indicativo (Verso 1-2 “soy”; Verso 5 “es”). Hay bastantes adjetivos (verso 1 “ardiente; verso
6 “pálida”, entre otros) y sustantivos (verso 2 “pasión”; verso 6 “oro”, entre otros).
La acción de este poema no sucede en ningún lugar del que podamos tener referencia alguna, por lo
tanto no le daremos mucha importancia a cuando surge dicha acción.
I: Manrique era poeta y amaba la soledad porque se imaginaba un mundo fantástico. Creía que en el
hogar habitaban espíritus de fuego; que en el fondo de los ríos, lagos y fuentes vivían mujeres
misteriosas, hadas, u ondinas; en el aire, en las nubes creía oír sonidos, etc. Amaba a todas las mujeres y
todas tenían algo que le gustase.
-II: Al otro margen del río Duero se alzan las ruinas de del antiguo convento de los Templarios. Allí estaba
Manrique en una noche donde la luna brillaba con todo su esplendor. Cuando de repente Manrique gritó.
Había visto una cosa blanca moverse. Era el traje de una mujer. Manrique se apresuro en su búsqueda.
-III: Ya en el punto donde la vio no había nada. Oía pasos, iba corriendo pero no estaba, oía hablar y
cuando llegaba no estaba. Así estuvo varias horas. Se fue a la cima para ver si la veía. Vio en una barca
algo blanco y esbelto, la mujer. Se fue corriendo para llegar antes de que llegaran a la orilla, pero no lo
consiguió.
-IV: Comenzó a buscar por la ciudad. Las calles eran estrechas y oscuras. Corriendo de un sitio a otro, al
final se detuvo enfrente de un caserón de piedra. En una ventana se veía una luz. Manrique estuvo toda
la noche mirando la ventana donde creía que estaba la mujer. Cuando por la mañana, es portero, abrió la
puerta, Manrique le preguntó que quien era esa mujer. Él le dijo que era el señor don Alonso de
Valdecuellos.
-V: Manrique no se desesperanzó y continuó buscando. Empezó a pensar en como seria. Decidió ir al sitio
donde la vio por primera vez. Pasaron dos meses buscando a la mujer.
-VI: Ya era de noche. Todo estaba desierto. De repente soltó un grito. Vio el traje blanco flotar un instante
y desaparecer. Va corriendo en su busca. Cuando llega se queda mirando al suelo un rato y aquella cosa
flotante vuelve vuele a brillar. Era un rayo de luna que penetraba por la bóveda.
Pasados unos años su madre le pregunta que porque no se busca una mujer que le haga feliz. Dice él
que el amor es un rayo de luna.
2.2 La leyenda desarrolla el desengaño de Manrique. Explica cómo varía su personalidad conforme va
descubriendo que su ideal femenino no es más que un rayo de luna.
-Se vuelve medio loco y solitario
2.3 En la leyenda, todo el mundo considera a Manrique un “loco”; Bécquer cree que, en realidad, “ha
recuperado el juicio”. Explica ambas opiniones y toma partido por ellas.
-Creen que es un loco porque busca algo que nadie conoce ni ha visto nunca. Y Bécquer dice que
recupera el juicio porque descubre que no es nada.
2.4 Desde el principio la leyenda se nos presenta como una lección moral en la que el propio Bécquer
proyecta su personalidad y sus propias frustraciones. Comenta este hecho.
-La leyenda nos esta diciendo que Bécquer es una persona solitaria, que vive en su propio mundo. Se
imagina la vida y fantasea con mujeres que no existen y que no puede conseguir.
CONCLUCIÓN
En este trabajo hubo muchas cosas que me llamaron la atención; por ejemplo en la leyenda “los ojos
verdes” lo más significativo para mí fue la locura que le da al cazador con la mujer que le mata. Y en
“rayo de luna” fue la confusión producida por la locura que tiene Manrique con un rayo de luna.
Así finalmente, aparte de aprender y saber mas sobre la vida de este famoso escritor, he aprendido
como son las formas del romanticismo, como es la gente y lo que intenta representar este escritor.
El trabajo en si, igualmente, me pareció muy entretenido de hacer ya que nunca había hecho un análisis
de una leyenda de uno de mis escritores favoritos.
1. Anna-Lina Mattar
2 Batx B
movimientos de la mujer.
día”.
su color, su forma,…
poeta nos dice que no le importa que ella sea estúpida, porque
una descripción.
ignorancia.