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w w w . m e d i a c i o n e s .

n e t

Construcción de cultura
política en Colombia
Proyectos hegemónicos y
resistencias culturales

Jesús Martín-Barbero

Prólogo
(M.C. Herrera et.al, Universidad Pedagógica
Nacional, Bogotá, 2005)

« Este libro, aunque se refiere explícitamente a los


últimos veinte años –y más especialmente a lo sucedido
de los noventa hasta ahora– introduce en la agenda de
las ciencias sociales del país un proyecto de reflexividad
que es necesario y urgente ampliar, al menos, a toda la
segunda mitad del siglo XX. Pues su pivote, el concepto
de cultura política en su versión más radical –esto es
irreductible al de ideología en el mundo de las
izquierdas tanto como en el de las derechas, y no
monoteísta puesto que nombra algo plural y
heterogéneo– es justamente una elaboración de los
últimos veinte años, y su apropiación latinoamericana
aún más reciente.»
2

A la memoria de Oscar Landi y Norbert Lechner, que


nos enseñaron a pensar la política desde la cultura,
desde la heterogeneidad, la temporalidad y la subjetivi-
dad.

En el esfuerzo por pensar pluralmente el país las ciencias


sociales necesitan mapas en los que re-conocer los muy
diversos planos en que se mueve la realidad para poder inda-
garlos, conocerlos y afrontarlos socialmente. Y hay un
plano de realidad en el que durante mucho tiempo parecía
que en Colombia no se movía nada: el de las culturas políti-
cas entrapadas durante más de un siglo en el bipartidismo
excluyente. Pero quizá esa inmovilidad era menos un dato
de lo real y más un ingrediente deformante de la propia
mirada, incapaz ésta de romper el círculo en que se movía
la idea misma de lo político por más crítica que ella se pro-
clamara. Ha habido, y no poco, pensamiento crítico, que se
limitó a invertir las posiciones sin cambiar realmente de
plano, y por tanto incapaz de pensar los cambios que lo
rebasaban, y cuya dirección no se ajustaba a lo proyectable
ni a lo esperable desde aquella atalaya. Este libro, aunque se
refiere explícitamente a los últimos veinte años –y más
especialmente a lo sucedido de los noventa hasta ahora–
introduce en la agenda de las ciencias sociales del país un
proyecto de reflexividad1 que es necesario y urgente ampliar,
al menos, a toda la segunda mitad del siglo XX. Pues su
1
U. Beck, S. Giddens, y S. Lash, La modernización reflexiva, Alianza,
Madrid, 1998.
Construcción de cultura política en Colombia - Prólogo
3

pivote, el concepto de cultura política en su versión más


radical –esto es irreductible al de ideología en el mundo de
las izquierdas tanto como en el de las derechas, y no monote-
ísta puesto que nombra algo plural y heterogéneo– es
justamente una elaboración de los últimos veinte años, y su
apropiación latinoamericana aún más reciente.

Lo que este libro recoge es a la vez un “estado de la cues-


tión”, en que se halla la formulación del concepto que
permite cambiar de plano para hacer pensables ciertos mo-
vimientos, dinámicas, de lo político; y un documentado
balance de lo que desde ese plano se ha comenzado a pen-
sar/investigar en Colombia. Y aunque temáticamente se
recorte el campo de la investigación al ámbito de las cultu-
ras educativas, lo que desde ahí se hace oteable y visible es
muchísimo más ancho. No está de más aclarar que lo pro-
pio de un concepto, en el sentido en que lo entiende la
filosofía contemporánea, esto es, aquello a lo que da acceso,
no es alguna esencia y aun ni siquiera a la referencia, sino a
los contornos, la configuración, la constelación de movimientos y
trayectorias de lo que acontece2. Y es en ese sentido que va el
principal aporte de este libro: a explorar los contornos y
trayectos de la dinámica política, a contracorriente del dua-
lismo intelectual que aún se solaza en oponer moder-
nización a modernidad porque aquí nunca acontece algo en
política, y del refranero popular según el cual “si algo cam-
bia es para que nada cambie!”. Con lo que además de lo
duro de abrir que es el cerrojo, pareceríamos estar conven-
cidos de haber perdido la llave. Pero aun en este
desesperanzado país el galileano ‘e pur si muove’ resuena y
alienta búsquedas que se apoyan en la energía del “futuro
olvidado en el pasado”3.
2
A ese propósito: G.Deleuze, F.Guattari, Qu’est-ce la phliosophie?
Editions de Minuit, París, 1991.
3
W.Benjamin, “Tesis de filosofía de la historia”, en: Discursos
interrumpidos I, Taurus, Madrid, 1982.

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De lo mucho sobre lo que nos informa y enseña este li-


bro, creo indispensable relevar tres aportes. El primera es
que el rastreo por las canteras de donde se ha extraído y
formado el concepto de cultura política no se ha quedado en
el ámbito de los politólogos del Norte americano o europeo
–que es a lo que nos tienen acostumbrados en Colombia
casi todos los trabajos de ese género– sino que ha bajado al
Sur/sur, esto es, a la menospreciada riqueza del pensamien-
to latinoamericano –del Mexicano Jorge Alonso al
argentino Oscar Landi, del chileno Norbert Lechner al,
también argentino, Ernesto Laclau, al boliviano Fernando
Calderón y al brasileño Mario dos Santos– pasando por un
detallado análisis del trabajo de apropiación e invención
colombianos. Ese doble aterrizaje del rastreo –en América
Latina y en la Colombia que piensa más latinoamericana-
mente lo político –Arturo Escobar, Gonzalo Sánchez, Maria
Teresa Uribe, Pedro Santana, Gabriel Restrepo, Marco
Raúl Mejía, Francisco Gutiérrez, Fabio López de la Roche,
Martha Cecilia Herrera– ha servido para liberar al concepto
de cultura política de los muchos resabios metafísicos y
racionalistas que lo lastraban des-cubriendo su denso mesti-
zaje de corporeidades –pasiones y genéros– subjetividades,
discursividades, socialidades y ciudadanías mestizas y hete-
rogéneas.

El segundo aporte estratégico es haber asumido la educa-


ción en su más ancho y a la vez ajustado sentido, el de
campo intelectual en el que caben otros actores no directa ni
corporativamente ligados al “sistema educativo”, otras
dimensiones que las tematizadas por sus profesionales y
técnicos, y en el que son analizables desde otras dimensio-
nes algunas de las inercias más rancias y tenaces tanto de
los estamentos gubernamentales como sindicales. Pues
concebida como “campo intelectual” la educación es vista
como “espacio de poderes y saberes en disputa”, y por lo

Construcción de cultura política en Colombia - Prólogo


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tanto interpelable e interpelada por acontecimientos que no


tienen lugar en su interior y por actores situados fuera de sus
muros. Las culturas políticas de la escuela colombiana
aparecen así tensionadas históricamente no sólo por las
ideologías de los partidos liberal/conservador sino también
–desde hace ya bastantes años– por las utopías de los mo-
vimientos sociales (desde los indígenas a los más
fuertemente urbanos) y por los proyectos de país que cons-
truyen discursivamente los intelectuales y los medios de
comunicación. Además de que esas culturas escolares hacen
también parte de la batalla que libran –también desde hace
tiempo, pero sobre todo en los últimos años– las culturas
hegemónicas con las culturas populares subalternas y las
contraculturas juveniles. Si la actual concepción de la “cul-
tura política” coloca en primer plano la existencia, y los
procesos de construcción, de los sujetos, es claro que la edu-
cación juega un rol central en esos procesos: en la idea
misma de “sujeto” con la que trabaja “el sistema”, es decir
en la capacidad de autonomía, de cuestionamiento y creati-
vidad, atribuida a los sujetos del aprendizaje.

Y el tercer aporte se halla en haber analizado como el es-


cenario socialmente más significativo de las culturas
políticas hoy el construido en Colombia a partir de, y en
torno a, la negociación de conflictos. Que arranca con la asun-
ción del conflicto como indicador del grado y espesor de
diferencias con las que puede convivir una sociedad, mar-
cando así la salida del laberinto metafísico en su última
reencarnación, que es la moderna oposición entre conflicto y
orden. Es en ese terreno donde la investigación social co-
lombiana esta yendo más al fondo de nuestras frustraciones
y nuestros miedos; y donde el mundo de la educación des-
tapa más vergonzosamente los límites de sus simulacros de
institución cívica y más certeramente sus esbozos de experien-
cias ciudadanas. Pues ahí toma cuerpo la presencia/ausencia
de prácticas cotidianas que dan vida y forma democrática a

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la escuela, y sin las cuales cualquier escolarización de la ciu-


dadanía no será más que el perverso simulacro en el que
nuestros adolescentes aprendan la simulación como forma
de participación política. Simulacro que puede tener lugar
dentro de la escuela o a través de los medios masivos, como
el que proponen las tramposas competencias con que el actual
gobierno del sector intenta hacer la muy conservadora “re-
volución” que de estos países esperan los organismos al
servicio del capital competitivo y competente. Mientras en
no pocos países de América Latina, la “revolución de las
competencias” ya mostró lo ilusorio de sus milagros peda-
gógicos y lo peligroso de su complicidades con la actual
obsesión empresarial por que todo lo que se aprenda sea eva-
luable en estándares de calidad4, en Colombia aun se pretende
salvarnos llevándolas hasta el ámbito más básico de la vida y
el ejercicio democráticos. Las postmodernas competencias
vendrían así a sustituir a las tradicionales virtudes cristianas:
tanto en su idealización del individuo que, en su libre albe-
drío se dota a si mismo de ellas y con ellas responde ante
Dios –cualquier parecido de eso con el self calvinista y nor-
teamericano no es coincidencia sino equivalencia; como en
su capacidad de salvarnos, o sea de posibilitarnos encontrar
trabajo: el más desarrollado modelo de empresa también
valora hoy mucho más lo logrado individualmente que lo
aprendido colectiva y solidariamente, hasta el punto que las
capacidades de empleabilidad se evalúan sin ninguna refe-
rencia a lo estudiado y sólo en base a lo realizado
virtuosamente, es decir competitivamente.

Así pues, ¡también las culturas empresariales compiten hoy,


se disputan, la construcción de sujetos en Colombia, y el

4
G. Bustamante, et.al, El concepto de competencia. Una mirada inter-
disciplinar, vols. I y II, Sociedad Colombiana de Pedagogía, Bogotá,
2002; G. Bustamante, El concepto de competencia, vol.III, Las competencias
en la educación colombiana, Bogotá, 2003.

Construcción de cultura política en Colombia - Prólogo


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sentido y alcance de los estándares de democracia que te-


nemos! Abrirnos lo político para que llevemos el análisis, la
crítica y los proyectos de país hasta ahí, constituye el verda-
dero acierto y la valiosa oportunidad que nos brinda de este
libro.

Bogotá, mayo de 2004.

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