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INTRODUCCIÓN

La caída del muro de Berlín en 1989 hizo pensar que las fuerzas del mercado se
liberarían, para centrar la actividad humana exclusivamente en la producción y el
consumo de una riqueza material inagotable. El rol ya inevitable de lo privado,
sustituiría las limitaciones de la noción de “lo público” para eliminar innecesarios
controles y legislación estatal, y propiciar la victoria definitiva de una sociedad
universal de consumo.
Las expectativas, esperanzas y deseos de la denominada “gente común”, deberían
ver en la iniciativa privada, el capital financiero y el individualismo sin límites, su
única esperanza de realización. El libre mercado, sin interferencias o regulaciones
es el más eficiente, y socialmente óptimo, asignador de recursos, y la acción del
estado deberá limitarse a vigilar, sin intervenir, que se cumpla sin trabas la
milagrosa operación justiciera de las leyes de la oferta y la demanda.
La globalización de la economía, sostenida doctrinariamente por el neoliberalismo,
apunta a un solo y uniforme mercado mundial, en el cual bienes, servicios y, sobre
todo, capitales fluyen libremente y sin fronteras, promoviendo la competencia,
aumentando la eficiencia y el crecimiento económicos, y beneficiando, de paso a
todo el mundo. Pero para que esta maravilla ocurra, hay que abandonar metas de
autosuficiencia, y únicamente aspirar a ser internacionalmente competitivos como
mercado, y atraer por este medio la inversión extranjera sin pedirle visa de entrada,
y, por supuesto, permitirle la salida cuando a bien tenga y sin rendir cuentas a
nadie.
Lo anterior no pretende ser una definición de lo que en esencia es el
neoliberalismo, pero sí aspira a sostener que estos conceptos están profundamente
enraizados en todas las instituciones públicas y privadas, y que el apoyo deliberado
o simplemente ”útil” de medios de comunicación, políticos y empresarios, ha
logrado que sean aceptados, por muchísimas personas, casi tanto como los fieles
aceptan las doctrinas de su fe. Cuestionarlas abiertamente es anatema, y de hecho
trae censura y excomunión por parte de organismos públicos, empresas privadas,
bancos, intelectuales, medios de comunicación, e inclusive de algunos sectores
académicos.
LOS EJES DE UNA MAQUINARIA INFERNAL
Los principios impulsores del neoliberalismo fueron esbozados por los conclaves de
las transnacionales con una precisión perversa, casi diabólica. La Comisión
Bilderberg y la Comisión Trilateral, cenáculos que agrupan a las mas influyentes
personas del mundo de la política y de los negocios mundiales, dedicados a buscar
el mantenimiento de lo que denominan la “estabilidad de las políticas globales”,
impulsan la consolidación de un inmenso poder centralizado que tiene en el FMI el
Banco Mundial y la OMC, sus mas eficientes instrumentos de control y dominación.
Las tesis que sostienen son poco conocidas, y por lo mismo no están sujetas a
escrutinio por parte de la sociedad, pese a que esta es su principal objetivo e
inerme víctima. Cuatro son los ejes que sustentan la infernal maquinaria:
1.- “Los humanos están motivados por el interés personal, expresado
fundamentalmente por la búsqueda incesante de la ganancia financiera”.
Lo personal excluye lo colectivo. La acumulación en estos términos prescinde del
más elemental sentido de solidaridad, y destierra los principios éticos y morales de
derechos y obligaciones ciudadanas.
2.- “Las acciones que proveen ganancias financieras al individuo y a la empresa,
son siempre las más beneficiosas para la sociedad”.
No se califican los aspectos éticos, morales y de derecho de la forma en que se
obtienen tales ganancias. Mientras se logren, no importa como ni a costa de quién
se consiguen.
3.- “El comportamiento competitivo es más racional para el individuo o la
empresa, y más beneficioso para la sociedad, que el comportamiento cooperativo”.
Esto deja en evidencia una radical separación entre lo económico y lo social. La
productividad y la competitividad son la única y exclusiva meta de las actividades
humanas. Lo “irracional”de la cooperación y la solidaridad, permite culpar a la
víctima de su propia desventura.
4.- “El progreso humano se mide mejor por los incrementos en valor de lo que la
sociedad consume. Por lo tanto, los individuos que más consumen, más contribuyen
a la riqueza de la sociedad”.
Así como el neoliberalismo promueve la desaparición de naciones-estado para que
solamente existan los “mercados”, el cerco se cierra con este último principio. La
noción de ciudadano con derechos y obligaciones retrocede, y deja lugar a la de
“consumidor”. Una perversa forma de suprimir a los pobres. COMO NO CONSUMEN,
NO EXISTEN, Y SON UNA RÉMORA PARA EL DESARROLLO PORQUE NO CONTRIBUYEN
A LA RIQUEZA GENERAL.
Lo inmoral y deshumanizado del neoliberalismo queda en evidencia en lo que
denomina ÉXITO FINANCIERO. El mundo real está lleno de inmensas mayorías
empobrecidas, mal nutridas y hambrientas, sin empleo, sin acceso a la educación, y
carentes de vestido y habitación adecuados.
Sin embargo, esta lacerante realidad es sistemáticamente ocultada por los
principales medios de comunicación. Revistas como Fortune, News Week, Forbes y
The Economist, rara vez elogian una economía por sus avances en eliminar o
atenuar las mas graves causas de la pobreza. Más bien dispensan los mas
pomposos elogios al “éxito financiero”, y miden el progreso de las sociedades por el
número de millonarios y billonarios que producen. Evalúan la eficiencia de los altos
ejecutivos de las grandes empresas por su éxito en disminuir el tamaño
corporativo-eufemismo para explicar masivos despidos-, y alaban el éxito de las
corporaciones de acuerdo al alcance global de su poder y dominio monopólico de
los mercados -naciones- en que operan.
EL ATAQUE A LA CIVILIZACIÓN Y LA CULTURA
No es objeto de este documento hacer un estudio sobre todo aquello que
caracteriza la civilización y la cultura, sino más bien tratar de explicar cómo el
neoliberalismo pone en la mira de su embestida a aquellos elementos en los que el
avance de la civilización, y las auténticas y diversas manifestaciones de la cultura,
sustentan su libre desarrollo y sus propias formas de expresión.
El blanco fundamental es el Estado, su tamaño, y, por sobre todas las cosas, su rol
indelegable de velar por el bien común, sustentando la vigencia de los derechos
ciudadanos a la salud, la educación, la cultura y el trabajo. Apartado de estas
responsabilidades por el discurso-verdad revelada-neoliberal, el estado y los
gobiernos se asientan en la orilla opuesta del océano que separa su supuestamente
racional entendimiento del mundo, de los auténticos sentimientos y necesidades de
los pueblos.
La primacía del crecimiento económico, el libre mercado para sustentarlo, la
eliminación de controles y regulaciones de gobiernos, el consumo exacerbado, y el
modelo uniforme de desarrollo para servir la visión e intereses de las grandes
corporaciones, conducen a un inevitable impasse social, político, económico y
ambiental. La meta globalizadora-neoliberal es que todas las naciones, no importa
cuan dispares sean (Suecia, Kenya, Brasil o Indonesia) deben adoptar el mismo
modelo económico. Resultado neto: MONOCULTURA y homogenización de formas de
vivir y entender el mundo. No importa que para lograrlo haya que desmantelar
culturas, tradiciones locales y economías. De hecho ya lo están haciendo.
La mas elemental forma de resistir al neoliberalismo es cuestionarlo y buscar las
respuestas en la evidencia histórica, en las estadísticas, y, en el momento actual,
en los testimonios, análisis y estudios de sus propios ideólogos, panegiristas,
beneficiarios , intelectuales (curioso, pero los hay) instituciones (señaladamente el
Banco Mundial, el FMI y la OMC), y desde luego las cifras que gobiernos dóciles no
pueden ocultar por mas esfuerzos que hagan.
CUESTIONANDO AL MODELO
Los cuestionamientos al modelo no son difíciles, sobre todo a la luz de los
resultados de su aplicación universal e indiscriminada. El siguiente no es un orden
estricto, pero puede servir de referente:
-¿Funciona el sistema?
-¿La expansión económica bajo la OMC, tendrá lugar?
-¿Si es así, se podrá sostener?
-¿De donde vendrán los recursos -energía, madera, minerales, agua- para
alimentar ese crecimiento?
-¿Donde se depositarán los efluentes tóxicos y desperdicios del proceso?
mono-cultivos de exportación?
-¿Que hay de los resultados ecológicos?
-¿Se puede sostener el consumo ilimitado?
-¿Cuándo se acabarán los bosques y el agua?
-¿Es la vida mejor para todos?
-¿Como familias, como individuos, comunidades y naciones, estamos ahora más
seguros, menos angustiados y más en control de nuestro destino?
-¿Será posible que nos beneficiemos de un sistema que deja inválidos a gobiernos
nacionales, otorgando el poder que les corresponde a burocracias corporativas en
Washington, Ginebra, Bruselas o Tokyo?
-¿Realmente, queremos esto? Si la respuesta es por la negativa; ¿cómo hacer
para desmontar y revertir el modelo neoliberal?
Lo que ha quedado claro hasta ahora, es que el sistema aplicado a su óptimo nivel
-Argentina, Méjico, Brasil, Bolivia, Chile, Perú, para solo citar algunos ejemplos en
Latinoamérica- beneficia a reducidísimas y privilegiadas minorías. Los demás, la
mayoría, los pobres, quedan buscando inexistentes trabajos, y se ven obligados a
sobrevivir en sociedades violentas y en un planeta devastado. El filósofo y
economista alemán Wolfgang Sachs, en su libro ”Diccionario del Desarrollo”,
argumenta que lo único peor que el fracaso de este masivo experimento global,
sería su éxito.
LA ARISTOCRACIA NEOLIBERAL EN EL PODER
La dicotomía que se da entre la “iluminada” visión del neoliberalismo en el largo
plazo, choca y se contradice con las angustiosas urgencias del pueblo en el corto
plazo. Esto ha ocurrido siempre. Es la secuela típica de las más retrógradas formas
del pensamiento y la acción reaccionarias. Sin embargo, en nuestro tiempo, el
neoliberalismo le da una nueva presentación a un mismo contenido, y crea la
“aristocracia gobernante” que deriva su poder de calificaciones académicas, y su
autoridad de las ciencias, especialmente la economía. Para ellos, no sólo la
modernidad y la razón están de su parte, sino que la sin razón, el arcaísmo el y el
retroceso forman parte del pensamiento y acción del pueblo, sus organizaciones
campesinas y obreras, e intelectuales y académicos que luchan por sus derechos y
en contra del discurso único.
Las palabras seriedad, realismo y pragmatismo, son parte consustancial al
discurso de gobiernos neoliberales, y sus corifeos en la banca y la gran empresa.
Piensan que deben gobernar las elites iluminadas y preparadas. Los que conocen en
qué consiste la felicidad de los pueblos, y son capaces de llevar adelante este
propósito por mandato divino, porque los pobres no saben en qué consiste su propia
felicidad, y tienen siempre la suprema ingratitud de despreciar la buena fortuna que
está a su alcance al ser gobernados por tan singularmente dotados aristócratas.
El estado ha dado a luz su propia aristocracia. Lo singular es que esta nueva
“nobleza” gobernante predica desde el gobierno y el poder económico, el
achicamiento del estado y su paulatina desaparición, y el reinado indiscutido del
mercado y el consumidor. Los neoliberales han secuestrado al estado, convirtiendo
la noción del bien público en la estrecha y mezquina del bien “privado”; han hecho
de los asuntos públicos, sus propios asuntos; y, de la propiedad común, la
propiedad privada.
Se impone entonces rescatar la democracia de las manos de esta aristocracia
tecnocrática. Hay que-como decía Pierre Bourdieu en 1995- liquidar y poner fin al
reinado de “expertos” que tratan de imponer, sin discusión, los veredictos de los
mercados financieros, no por la vía de la negociación sino por la de simple
“explicación”. Hay que romper con lo supuestamente inevitable que predican los
clérigos del neoliberalismo, y buscar nuevas formas de acción política para combatir
el esquema y neutralizarlo.
La actual crisis del sistema y las grietas que aparecen por todas partes en su
pesado andamiaje, constituyen una oportunidad singular para derrotarlo.
Campesinos, indígenas, trabajadores, servidores públicos, estudiantes,
profesionales, empresarios, intelectuales, y todos los que de una manera u otra son
perjudicados por el modelo deben unir voluntades para entender que sus problemas
son demasiado importantes, como para dejarlos en manos de tecnócratas. Hay que
volver al rol primigenio del estado como guardián del bien común, pero en alianza
con otros y otras que, en otros países, ya han iniciado iguales batallas
LOS ECONOMISTAS NEOLIBERALES
Dado que estos profesionales son la nueva casta gobernante, y son producidos en
serie por centros académicos internacionales y nacionales, moldeados en el
discurso único por centros financieros y empresariales, y promovidos por la
preferencia de los medios de comunicación, conviene identificarlos y enfrentarlos
en el terreno que ellos consideran el suyo propio, y en el que por virtud de la
propaganda y el “marketing”, no creen tener rivalidad alguna, y pregonan como
verdades sus propios limitados conceptos. El más notorio, y base de sus livianas
argumentaciones, se sustenta en el criterio de que primero hay que estabilizar la
economía, para poder, en plazos que jamás explicitan, lograr la equidad distributiva
y tranquilizar el siempre presente descontento social con sus políticas.
Entrampados en el estrecho economicismo del FMI, que viene causando ruina y
desolación en el mundo, y torna criminal el dominio del norte rico sobre el sur
pobre, todos estos semi-alfabetos economistas fracasan en tomar en cuenta los
altos costos de la terrible destrucción material y espiritual que su “realismo político”
causa en individuos y sociedades. En esto, también los gobiernos neoliberales,
obsesionados por los equilibrios financieros, traicionan las aspiraciones de la
mayoría, y se enfrentan a costosas consecuencias sociales y políticas derivadas de
una ciega sumisión a las denominadas “restricciones presupuestarias”.
Desde altos puestos de responsabilidad gubernamental, los tecnócratas
neoliberales lanzan al mundo un discurso que en estos tiempos se ha repetido
tanto, que termina no siendo escuchado, o se lo acepta como verdad única e
inamovible: “El asunto crucial en la actualidad, es crear las condiciones
favorables para el crecimiento sostenido y la confianza de los inversionistas. Es por
lo tanto necesario restringir el gasto público...
En buen romance esto quiere decir que hay que acabar cuanto antes con las
veleidades sociales de los gobiernos, y eliminar lo que ellos consideran inútiles
gastos en educación, salud, vivienda, cultura y empleo; para, de este modo
tranquilizar a los “inversionistas”, que continuamente manifiestan su desconfianza
porque están convencidos de que sus “derechos económicos”, no son compatibles
con los derechos sociales de los ciudadanos, muy especialmente con los de los mas
pobres y vulnerables.
El discurso de los tecnócratas neoliberales se extiende, y tiene las siguientes
características: “Es conveniente la reforma tributaria, que en su concepción técnica
reduzca impuestos a un nivel que sea aceptable en el largo plazo. Hay que reformar
el sistema de seguridad social, y garantizar la flexibilidad en el mercado del
trabajo”.
Lo anterior, desprendido del eufemismo que caracteriza al discurso neoliberal,
quiere decir: reduzcamos impuestos a los inversionistas, o devolvamos los que a
veces nos pagan, sobre todo si exportan algún bien. Pero en el reverso de la
moneda, lo que significa la sostenibilidad de la reducción de impuestos en el largo
plazo, tiene que ver con el “esfuerzo” que el pueblo deberá realizar en el corto
plazo para garantizar los ingresos presupuestarios que aseguren el pago de la
deuda pública, por la vía de... ¡¡¡MÁS IMPUESTOS!!! La flexibilización del mercado
laboral quiere decir garantizar bajos salarios, más horas de trabajo y turnos
irregulares, para que los inversionistas y los grandes empresarios tengan
garantizadas sus utilidades.
Si este tipo de discurso neoliberal pasa impune, es porque se ha convertido en
moneda corriente; va de boca en boca, y es aceptado por el común de la gente sin
beneficio de inventario. Conceptos como: “crecimiento sostenido”, “confianza de
inversionistas”, “gasto público”, “sistema de seguridad social”, “rigideces”,
“mercado del trabajo”, “flexibilidad”, y “globalización”, no necesitan ser explicados,
hasta cuando a alguien se le ocurre cuestionarlos. Entonces arde Troya, los
economistas neoliberales no saben por dónde comenzar a dar fundamentos a estos
eufemismos que ya han sido desvirtuados por otros economistas, que habiendo sido
parte del denominado “establishment”, han abandonado con terror y asco el barco
en peligro. Me refiero a prestigiosos profesionales como Joseph Stiglitz, Paul
Krugman, Michel Camdessus, entre otros.
A MODO DE CORTA CONCLUSIÓN
Dos bases conceptuales sobre las que es necesario trabajar para desmontar el
modelo neoliberal, pueden ser un aporte que logre estructurar un esfuerzo
consensuado entre las fuerzas progresistas. El primero de ellos tiene que ver con
revertir la ecuación neoliberal, y decir: Estabilizar la sociedad como paso
fundamental para lograr la reactivación de la economía. El segundo: Girar en ciento
ochenta grados del concepto neoclásico, hablar de la confianza de la sociedad y de
la gente, antes que de la confianza de los mercados.
Termino este pequeño artículo con una cita de Adam Smith contenida en su libro
La Riqueza de las Naciones, que creo que resume mejor que yo los propósitos
explícitos e implícitos que pretende el dominio de los poderosos sobre los más
débiles.
“La caprichosa ambición de reyes y ministros no ha sido tan fatal para la paz de
Europa, en el siglo presente y en el anterior, como el impertinente celo de
comerciantes y empresarios industriales. La violencia y la injusticia de los
gobernantes de la humanidad es un mal antiguo, y tenemos que, dada la naturaleza
de los asuntos humanos, no se pueda encontrar remedio alguno a ese mal. Pero la
rapacidad mezquina y el espíritu de monopolio que prevalecen entre comerciantes
y empresarios industriales (que por otra parte no están llamados a ser los directores
de la humanidad, ni tiene porque serlo), aunque no puedan probablemente
corregirse, si puede evitarse que perturben la tranquilidad de otros”.Inundaciones,
mas de 4 millones de personas afectadas, 110 mil hectáreas de cultivos destruidos,
1200 viviendas afectadas y un costo para el gobierno de mil millones de dólares
para reconstruir las zonas destruidas por el fuerte invierno que azota al país.Se
podría pesar que estas escandalosas cifras son únicamente el resultado de la
inclemencia de la naturaleza, pero no es la primera vez que esto ocurre; el invierno
ha golpeado con fuerza en varias provincias del país y las consecuencias fueron las
mismas, los más pobres lo perdieron todo.Pero esto no es culpa de la naturaleza, los
verdaderos responsables son los gobiernos antipopulares y neoliberales que, desde
décadas atrás, gobernaron el país.Gobiernos de derecha (PSC, PRE, ID) privilegiaron
siempre la aplicación del modelo neoliberal, se negaron a invertir en el área social,
por privilegiar el pago de la deuda externa; relegaron a segundo plano las obras de
infraestructura, vialidad, alcantarillado, puentes, dragado de ríos, muros de
contención, etc. que a la hora del invierno podían proteger a la población.A esto se
suma el alto nivel de corrupción en el administración de los recursos que se
destinaron para obras de prevención, luego del Fenómeno del Niño en 1998, los
encargados de hacerlo Consejos Provinciales, Corpecuador, CEDEGE, COE, entre
otros, festinaron los recursos, permitiendo o siendo parte de procesos corruptos de
adjudicación de contratos para la construcción de las obras emergentes, lo que deja
como resultado infraestructura mal hecha, carreteras antitécnicas, puentes mal
construidos, infraestructura hospitalaria levantada en zonas de alto riesgo y
peligrosidad, obras inconclusas, sistema de agua potable en mal funcionamiento,
etc.La desatención y la falta de previsión provocaron que los ecuatorianos,
especialmente los más pobres, que tienen sus cultivos y domicilios en zonas de
riesgo, sean los más afectados, la situación es de tal magnitud que se habla de una
catástrofe nacional, a tal punto que trece provincias están afectadas.Si bien lo que
está ocurriendo por el fuerte invierno es responsabilidad de los gobiernos de
derecha anteriores, le corresponde hoy a Rafael Correa, Presidente de la República,
y a su equipo, actuar con celeridad para implementar planes de prevención de
estos desastres; atender con prontitud y eficiencia las necesidades de estas
poblaciones afectadas, pues lo hecho hasta ahora no es suficiente, miles de familias
requieren de alimento y vituallas, pero lo que más necesitan es recuperar su fuente
de trabajo y contar con los recursos necesarios para producir.

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