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Tabla 1
Las distintas percepciones entre jefes y subordinados
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Rensis Likert, New patterns in Management, McGraw Hill, NY, 1961
Nos gusta pensar que nuestras decisiones las tomamos en forma racional y objetiva.
Pero la verdad es que inevitablemente caemos en las trampas que nos juega nuestra
forma de pensar2.
Caemos en una trampa cuando entregamos información que nos ancla en
determinadas creencias. Por ejemplo, a dos grupos diferentes de personas se les
presentan los siguientes casos:
Caso I: La población de Irlanda es de 5 y medio millones de personas ¿Cuánto será la
población de Indonesia?
Caso II: La Población de India sobrepasó los 1000 millones de personas
¿Cuánto será la población de Indonesia?
Aunque parezca sorprendente, las personas estiman una población mucho menor en I
que en II ¿Por qué? La información que se entrega es completamente irrelevante para
la pregunta que se presenta, sin embargo, nuestra mente no la ignora. Se queda como
anclada en el número que nos dan ¿Cuál fue su estimación de la población de
Indonesia?3
Los estereotipos nos hacen caer en la trampa de anclaje. Nos quedamos pegados en
lo que pensamos de grupos de personas cuando opinamos sobre un individuo. Nos
fijamos, por ejemplo, en su país de origen, el color de la piel o la forma de hablar.
Hay otra trampa en la que caemos: la trampa de la representatividad. En nuestra
forma de conocer, siempre andamos buscando similitudes. Comparamos si la persona
que nos presentan se parece a alguien que conocemos, o si tiene el aspecto de un
abogado, o si es una persona alegre. Lo que nos ocurre es que damos muchísima
importancia a antecedentes que nos llaman la atención e ignoramos otra información
que puede ser más relevante para la analizar la situación.
También caemos en la trampa del costo hundido. Cuando tomamos una decisión que,
una vez que pasa el tiempo demuestra ser mala, tratamos de encontrar una
justificación para ella y seguimos intentando “arreglar” la situación. Por ejemplo, si
entramos en una línea de negocios que se esperaba tuviera éxito en un año, pero al
cabo de tres años sigue sin despegar, lo sensato sería terminarla. Sin embargo, es
común seguir invirtiendo en ella. Incluso, a veces se plantea que lo que corresponde
es invertir en forma mucho más agresiva para hacer despegar el negocio. Puede ser
correcto, pero muchas veces no es más que una ilusión.
Otra trampa es la de accesibilidad. Tendemos a pensar que las caídas de aviones son
más frecuentes cuando se da la noticia de uno de estos accidentes en los medios de
comunicación. O que los funcionarios son más corruptos cuando se cubre con
profusión esta noticia en la prensa. Pero esto no es necesariamente así. Es probable
que los aviones sean hoy mucho más seguros que ayer, que los funcionarios sean
mayoritariamente honestos. Pero nuestra opinión se forma no por la medición objetiva
de las probabilidades, sino por la accesibilidad mental del fenómeno. Un evento
altamente prominente y de gran impacto emocional resulta mucho más notorio y
tendemos a pensar que ocurre con mayor frecuencia. Afirmamos que “los aviones se
pasan cayendo”, o “que los funcionarios son todos corruptos.
En todas partes las empresas tienen el mismo problema: no se puede ser exitoso sin
cambiar el comportamiento de las personas. Los líderes deben lograr que la gente
modifique su comportamiento, pero todos sabemos lo difícil que es esta tarea. Piense
por un momento si Ud. estaría dispuesto a cambiar, si el cambio propuesto fuera
realmente importante. Lo más probable es que su respuesta sea afirmativa. Pero, de
acuerdo a los estudios en el tema, la probabilidad de que usted cambie es de 1 sobre
10, y la de que no lo haga es de 9 sobre 10. A veces como individuos deseamos
cambiar, por ejemplo en la forma en que trabajamos y no lo podemos hacer.
Se dice que la crisis es un gran impulsor del cambio. Sin embargo, una crisis tan fuerte
como un ataque al corazón no es suficiente para garantizar un cambio en los hábitos
de la persona. Ornish4 propone darle un sentido positivo al cambio, convenciendo a
sus pacientes de que pueden vivir mejor y disfrutar más de las cosas de la vida.
Frecuentemente, los pacientes después de un ataque cardíaco están tan asustados
que parecen dispuestos a hacer todo lo que le indiquen, pero con el tiempo vuelven a
sus hábitos. Los médicos asustan al paciente con el miedo a la muerte porque se
considera que el miedo puede motivar al cambio, pero eso se ha visto que no sirve. En
este mismo sentido muchas investigaciones muestran la importancia de darle a las
personas un marco de referencia, es decir estructuras mentales que configuren su
forma de ver el mundo. Antes de intentar que las personas modifiquen su
comportamiento, hay que considerar el marco de referencia del que ellos están
partiendo.