Las condiciones de vida de cada pueblo, determinaron también la naturaleza de sus creencias y dioses. Los nómadas adquirieron dioses pastores, los cazadores dioses sanguinarios, los agricultores dioses de la fecundidad, de los vientos, de los ríos y, todos los pueblos, dioses guerreros que los defendiesen de sus enemigos. Es notable que, tanto la religiosidad como la superstición, se intensifican entre los profesionales de mayor riesgo. La inseguridad crea dudas. En las antiguas civilizaciones meso - y sudamericanas, la actividad de figuras totémicas divinizadas era notable. Algunos dioses tienen aspecto animal, o semianimal. Es conocido el pasaje de la vida de Buda, cuando aún sus creencias eran Hinduistas, en el que, ya dispuesto a abandonar su vida principesca, y vestido de eremita, con la túnica azafrán, se despide de su caballo. Al abrazarlo, éste muere, se dice que de pena, al ver partir a su dueño. En ese momento, Buda expresa su convencimiento de que el caballo renacerá como un ser superior. En El Corán, también se da cabida en la vida eterna del Paraíso a los animales. Base para ello, es el párrafo siguiente: ' No hay bestia sobre la tierra, ni pájaro en el aire, que no forme comunidades semejantes a las humanas. No hemos descuidado nada en el Libro. Luego, junto a su Señor, serán reunidos.' Se piensa que tal creencia la pudo recoger Mahoma del antiguo Mazdeísmo. En el primitivo culto de Esculapio, se tenía a las serpientes por benéficas. En la actualidad, la mayor vigencia del culto a la serpiente, se encuentra en la India. En algunos ritos animistas americanos, la serpiente tiene valoraciones ambivalentes. No se ha de olvidar que los antiguos mayas la veneraron en la forma del dios Quetzalcoatl, la serpiente emplumada. Artística mezcla de anaconda, jaguar y cóndor; identificada con el dios solar. En los Evangelios, se hace hincapié en el dicho de Jesús, según San Lucas: 'os he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones'...' sin que nada pueda haceros daño.' También San Marcos hace mención a la inocuidad de las serpientes y sus venenos, para quienes obren en nombre de Jesús. En la Biblia, se condiciona a la serpiente como especialmente maldita por Dios; describiéndosela como el más astuto de cuantos animales había hecho el Señor sobre la Tierra. Aún cuando, biológicamente, los pobres, repelentes reptiles, apenas si tienen el cerebro suficiente como para reproducirse y mantenerse con vida. Esta clasificación, puramente moral, no natural, de las serpientes, las ha convertido en objeto de numerosas leyendas de maldad. Cuando, sencillamente, sólo pretenden sobrevivir, como cualquier otro ser natural. Desde un punto de vista racional, no se puede negar toda posibilidad de influencias astrales sobre la naturaleza, o una parte de ella, los hombres. Ni tampoco podemos exagerar su importancia. Los astros son un elemento más, entre miles, de los que influyen en la vida del ser humano. Toda la Naturaleza, en la que estamos inmersos, nos influye. Con lo que, la influencia individualizada, de cualquier elemento, en los seres humanos o en la Naturaleza, es infinitesimal. Siempre que nos movamos dentro de la racionalidad, de la física, de lo genético, de lo natural. Sin que haya necesidad de adentrarnos en territorios de fantasía, mágicos o religiosos. Todo tiene una dimensión natural. La física explica más cosas que las teorías celestiales, cultivadoras de misterios. Los astronautas no aprenden astronomía en la Biblia. Como las autoridades religiosas impusieron durante la Edad Media. ¡Aviados irían! Retrasaron las ciencias naturales dos milenios. Y siguen. Emilio del Barco ,, emiliodelbarco@gmail.com ,, +34928780967 ,, DNI27968889S ,, ( datos privados, no publicar)