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Uno de los problemas de nuestra sociedad es creer o tener la falsa creencia de que el término
droga es empleado como algo genérico, queriendo señalar con ello que con ese vocablo se
agrupan todas las drogas ilegales, reduciendo el problema a su consumo y desconociendo la
existencia de otras que por no estar prohibidas aparecen como “normales”[24].
Sin pecar de reiterativo quiero definir a la droga en los términos de la OMS (Organización
Mundial de la Salud) como “toda substancia que, introducida en el organismo, produce cambios
en la percepción, las emociones, el juicio o el comportamiento, y es susceptible de generar en
el usuario una necesidad de seguir consumiéndola”.
Clasificación
Yendo al tema que nos ocupa en este punto diremos que existen varias formas de clasificación
de las drogas; en términos médicos la mas utilizada es aquella que atiende al efecto que las
mismas causan en el sistema nervioso central (SNC) del hombre; otra es la que dicto la ONU a
través de la OMS la cual las divide básicamente en cuatro grupos:
Ø Grupo 4, producción prohibida por carecer de utilidad medicinal. (integrado básicamente por
alucinógenos)
Ahora bien la clasificación que en ámbito legal nos interesa es aquella clasifica a las drogas en
legales e ilegales.
El Tabaco: demostrado mediante estudios que es la droga legal o permitida que ocupa el
segundo lugar, mas del 40% de la población mundial adquiere este hábito, aunque en la
realidad este hábito no es condenado no ha de perderse de vista que por lo menos 3.500.000
personas fallecen a causa de enfermedades derivadas de la practica de esta droga.
Medicamentos: este tipo de drogas es difícil de ser controlado pues se circunscribe a ámbitos
mas o menos privados de los hombres aunque por medio de estudios recientes se ha
demostrado que un gran porcentaje de mujeres abusan de este tipo de drogas. Los más
conocidos son los estimulantes conocidos como anfetaminas, los depresores o barbitúricos y
las benzodiazepinas.
Mencionamos más arriba la existencia de otro tipo de drogas, este segundo grupo son las que
realmente tiene una “suerte” de persecución en el sentido de que son prohibidas y su consumo
es mal visto por las personas que componen la sociedad, llevando a una rápida estigmatización
del consumidor de ellas. Su mayor consumo se produce en la Capital Federal y en los grandes
centros poblacionales del país. Las leyes nacionales referidas al tema prohiben el consumo de
las mismas.
Durante la época del gobierno militar, la Corte Suprema de Justicia sentó el principio un
principio curioso en la causa “Collavini” para la represión de tenedores y consumidores de
estupefacientes dijo en esa oportunidad: “Si no existieran usuarios o consumidores, no habría
interés económico en producir, elaborar y traficar con el producto porque claro está que nada
de eso se realiza gratuitamente. Lo cual conduce a que si no hubiera interesados en drogarse
no habría tráfico ilegítimo de drogas”. Esta tendencia se mantuvo hasta la jurisprudencia del
caso “Bazterrica”. Se desconoció –cosa no extraña por aquellos momentos- el art. 19 de
nuestra carta fundamental referente a las acciones privadas de los hombres.
La ley que trata el control social de los estupefacientes es la ley 23.737. A nuestro entender los
puntos fundamentales de esta ley giran en torno al hecho de la tenencia de estupefacientes, es
por ello que realizaremos el análisis de la misma a la luz de nuestro entendimiento. En primer
término queremos dejar en claro que la ley desconoce los precedentes jurisprudenciales
datados en los casos “Bazterrica” y “Capalbo”.
La exploración del estudio desde el origen hasta la era moderna del denominado uso del
estupefaciente gira entorno a la disciplina de la criminología crítica, como una manera diferente
de concebir al delito y al delincuente, además de clarificar las corrientes que en adelante
denominamos indistintamente como “del control social”, “de la reacción social” o del “labelling
approach”. [1]
De acuerdo con la definición que ha obtenido la OMS por droga se debe entender: “cada una
de las sustancias que en los organismos vivientes son capaces de transformar una o más
funciones, esto es, sustancias que afecten el sistema nervioso central: alcohol, medicamentos y
narcóticos.”