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Centro Cristiano Camino a la Santidad

Tema: Dios de toda Consolación


19-10-2008

Texto: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, padre de


misericordias y Dios de toda consolación,
el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también
nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación
con que nosotros somos consolados por Dios. (2 Co 1:3-4)

Introducción: ¿Sabe usted qué está esperando el mundo de los cristianos nacidos de
nuevo? Que aunque la vida externa de los seguidores de Cristo esté llena de angustias y
situaciones difíciles, su vida espiritual o sea en el interior de ellos se halle una vida
placentera.
Pero tal parece que es al revés o sea aparentamos en lo externo una vida placentera y
vivimos internamente una vida llena de angustias y de desasosiego.
A veces esta angustia y desasosiego proceden de la ansiedad en cuanto a nuestra
relación con Dios y de las dudas con respecto a su amor por nosotros.
Nos atormentamos con la idea de que no somos dignos de El; y a veces pensamos que a
Dios no le importan nuestras tribulaciones y que se olvida de nosotros en nuestros
momentos de necesidad.
Pero si vivimos preocupados por nuestras actitudes y sentimientos, es por la indiferencia
hacia la Biblia, por la falta de fervor por la oración y por la frialdad en nuestro corazón
hacia las cosas de Dios.
Vivimos en el pasado y le tememos al futuro. Nos creemos indignos de entrar en la
presencia de Dios y no creemos que le pertenecemos. Podemos sentirnos bien con los
demás e incómodos con Dios. Y aunque Dios nos declare que El es Dios de toda
consolación, nos quejamos de no encontrarla y nuestro aspecto adolorido lo confirma.
¿Sabe usted por qué mucha gente no cree en nuestra fe? Porque no cuenta lo que
decimos, sino lo que somos.
Desarrollo: “Nuestras cartas sois vosotros …,conocidas y leídas por todos los
hombres” (2 Co 3:2) El apóstol San Pablo dice que somos cartas conocidas y leídas por
todos los hombres, ¿yo me pregunto qué verán los demás en nosotros que no creen en el
Dios de toda consolación?
Mientras los demás no vean que somos consolados, no van a creer que nuestro Dios es
un Dios de toda consolación. ¿Qué estarán leyendo los demás, en usted y en mi, de
nuestra vida diaria? Consuelo o desconsuelo.
¿Pero qué significa Dios de toda consolación?
Primero entendamos qué significa consolación o consuelo.
La consolación es lo que nos da paz en los momentos de pena y aflicción. El mejor
ejemplo es cuando un niño pequeño le pasa algo y su mamá lo acerca a ella y lo acaricia
y reconforta, aunque el niño se duela de lo que le está pasando se siente tranquilo, eso
es consolación. El profeta Isaías dice “Como aquel a quien consuela su madre, así os
consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo” (Is 66:13).
¿Por qué entonces no hemos sido consolados? La respuesta está en como vemos a Dios,
pues a veces lo vemos como un Dios distante, que constantemente nos quiere enjuiciar,
también lo vemos como un Dios que de continuo nos está remarcando nuestros pecados
y como consiguiente un Dios castigador, etc.
Pero sabe qué hace el Dios Consolador (El Shadai). Imagínese que usted llevara una
mancha en la parte de atrás de su ropa y que antes de salir a la calle alguien le dijera de
la mancha; usted diría “que bueno que no salí así”; eso es consolación. De la misma
manera Dios está preocupado de usted y de mi, y no quiere que andemos llenos de
manchas (pecados) por el mundo y es por eso que nos las muestra, para alcanzar
consuelo. Pero Dios le ama.
Pero si usted aun no se siente consolado por Dios, mire quien es el Dios en el que usted
ha creído: “Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. El es
quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata
del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu
boca de modo que te rejuvenezcas como el águila” (Is 103:2-5).
Conclusión: Ahora le hago una pregunta. ¿Para que querrá Dios que seamos
consolados? La respuesta es: “…para que podamos también nosotros consolar a los
que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros
somos consolados por Dios” (2 Co 1:4).
No nos engañemos no podemos dar lo que no tenemos. Es por eso que mi amado
hermano es necesario que reflejemos que tenemos un Dios de consolación.

Que la paz sea con ustedes. Amen


Su hermano en Cristo Fernando Zárate.

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