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SEGUNDA UNIDAD
• ÉTICA Y NORMALIDAD SEXUAL.
Vamos a presentar un modelo tras otro con base en el momento de aparición cronológica.
Comprenderás que cuando uno nuevo aparece el previo no desaparece totalmente y que el
modelo de ética sexual de cada persona puede tener una mezcla de varios modelos en
proporciones diferentes.
De vírgenes y ermitaños.
ASCETISMO: Aunque la mayoría de los pueblos antiguos no rechazaban el disfrute sexual
(al menos para el hombre), la aparición del cristianismo y sobre todo de los ahora llamados
“Padres de la Iglesia”1 y su influencia sobre el pensamiento occidental futuro, le dieron un
matiz erotófobo2 a nuestra naciente civilización. Según este modelo, la función sexual sólo
debería ejercerse, como un mal necesario, para cumplir con los fines reproductores. Del
ejercicio en su modo erótico ni hablar. El ideal masculino a seguir según este modelo era el
de los monjes ermitaños o estilitas, mientras que el de la mujer fue encarnado por la virgen
(ejerció la función reproductora sin haber tenido que ejercer la erótica). Como puedes
comprender este modelo era muy difícil de cumplir, y por ello, como una derivación sutil de él
apareció el segundo enfoque.
1
Padres de la ig les iaSe : da el nombre de Padres de la Iglesia a los místicos, todos ellos imbuidos en una intensa
repugnancia por el placer sexual, que florecieron principalmente entre los siglos IV y VII, y que establecieron las bases
doctrinales del catolicismo; por ejemplo, Orígenes, Tertuliano, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio, San Jerónimo y San
Agustín.
2 Erotofobia: Aversión al erotismo.
Principalmente en relación con este primer modelo (como lo verás más
adelante cabe también para los dos modelos siguientes), el padre de la
educación sexual positiva, un médico inglés de principios del siglo XIX
llamado HENRY HAVELOCK ELLIS, decía que cuando no se capta el nuevo
fin placentero de lo sexual: “...el esfuerzo hecho por Dios (o la naturaleza),
durante millones de años de lucha penosa, para liberar a la especie humana
de la coyunda reproductora, característica de los animales inferiores, ha sido
totalmente malgastado”.
Romeos y Julietas.
PERMISIVIDAD AMOROSA: Así como el “Doble patrón” es una derivación sutil del primer
modelo, a su vez, la “Permisividad Amorosa” es una derivación sutil del segundo. Es
decir, aunque a primera vista no lo parezca, este tercer modelo continúa profesando las
dos ideas básicas de los anteriores: la función erótica por si sola no debe ejercerse, y
segundo, valora de manera no equitativa a hombres y mujeres y facilita la manipulación
(ahora afectiva) de ellas por parte de ellos. Nos vamos a detener un poco para que
puedas comprender lo que este modelo implica y reflexionar acerca del impacto de él en
la vida sexual.
¿De dónde surgió? Nunca antes en la historia de la humanidad se concebía la idea que
dos personas podían unirse como pareja porque “se querían”, de hecho, el matrimonio
era la unión no de dos personas por amor sino de dos familias por poder. Sólo tan tarde
como en los siglos XII ó XIII de nuestra era se puede encontrar la primera evidencia
histórica de lo que ahora llamamos “amor romántico”; en esa entonces, se empezó a
cantar y a alabar un tipo de relación afectiva (“amor cortesano”) entre un hombre y una
mujer. Él, un plebeyo con dotes de artista (juglar), y ella, una dama de alta alcurnia en
soledad y castidad obligadas por la dedicación de su legítimo marido a las lides de la
guerra, soñaban a distancia el uno con el otro sin nunca “mancillar” su sentimiento con las
“debilidades de la carne” (que de hacerlo y ser descubiertos pondría en peligro no sólo su
amor sino la propia vida de ambos). Este germen (que en principio se consideró
revolucionario porque amenazaba el orden social establecido y que fue condenado
incluso por la iglesia como institución) se desarrolló a través de los siglos siguientes,
calando en todos los ámbitos, hasta convertirse hace unos cien años en el criterio de
ética sexual más aceptado en nuestra cultura.
De manera general, este tercer modelo establece que la función erótica por si sola no
debería ejercerse, no es válida, pero si se hace por amor, sí. Los ideales de este modelo
se dan en personajes como Romeo y Julieta.
Desde el punto de vista sexológico la permisividad amorosa tiene algunos vicios que
pueden generar problemas en la vivencia erótica de las personas y que presentamos a
continuación para tu reflexión:
A. Este modelo, niega la conquista del placer humano como una opción gratuita y
válida por ella misma (de la cual ya conocemos su gran valor) y le demanda una
supuesta justificación que la valide a través del amor romántico.
B. Al condicionar el ejercicio sexual al marco afectivo le quita las posibilidades de
decidir conscientemente sobre él. Es decir, yo me puedo enamorar locamente a los
12 años, ¿eso quiere decir que estoy habilitado para ejercer mi vida sexual de
manera sana en ese momento? No necesariamente.
C. Por razones que aún no conocemos, las mujeres promedio ligan de manera más
fuerte el componente afectivo con su vida erótica. En el caso de relaciones
heterosexuales, los hombres promedio, conocedores de ello, pueden manipular las
circunstancias para conseguir a través de “fementidas promesas de amor” los
favores sexuales de una sí enamorada pareja. Todos conocemos el devastador
impacto personal de esta mezcla explosiva.
D. Nuestra cultura le ha dado unos supuestos valores de exclusividad y eternidad al
sentimiento denominado amor romántico (con un concepto que encaja en nuestra
sociedad capitalista de tener a otro (a)). Estas características no corresponden con
las de un sentimiento y mucho menos con las de la función erótica. El forzar la
unión del erotismo y el amor romántico, y además, el pretender que se dé bajo las
supuestas condiciones citadas, puede causar un inmenso impacto negativo en las
posibilidades de felicidad personal (qué decir cuando en esta mezcla de supuestos
se incluye la función reproductora: porque estamos enamorados vamos a tener
hijos).
Repasemos:
• La ética es una convención humana y por ello no existen unos criterios universales e
imperecederos que la rijan.
• A lo largo de nuestra historia ha habido varios marcos éticos en los que la cultura
occidental ha tratado de circunscribir el ejercicio sexual de las personas.
• Un primer modelo denominado Ascetismo pretendía negar de plano el ejercicio sexual y
sólo lo permitía como un mal necesario cuando su fin era la reproducción (La Virgen, los
estilitas).
• Un segundo modelo, que conservó el mismo núcleo básico del primero y le agregó el
componente de disparidad entre los sexos3, consideró que el hombre tenía una energía
sexual desbordante y por ello debía permitírsele ejercer su sexualidad de una manera
Este criterio que parece tan laxo, no lo es en realidad y bien utilizado permite que
comprendas, de un lado, qué te puede dañar a ti o a otras personas, y de otro, qué otras
opciones, que tenías vedadas o no conocías, son nuevos caminos para el disfrute de una
sexualidad sana.
4
Compuls ivo: Impulso que lleva a actos en relación con ideas obsesivas, contrarias a los deseos conscientes del propio
individuo.
Repasemos:
Criterio sexológico de normalidad: “...una conducta sexual, por muy extraña o repugnante
que parezca, sólo puede ser considerada anormal, inadecuada o patológica si es
intrínsecamente nociva para la integridad somática o síquica del individuo o de otras
personas”.
HOJA DE TRABAJO