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CURSO BÁSICO DE SEXUALIDAD HUMANA

SEGUNDA UNIDAD
• ÉTICA Y NORMALIDAD SEXUAL.

Si en la unidad anterior tratamos primordialmente temas “evolutivos”, vamos ahora a revisar


los componentes socioculturales de la sexualidad.
Empecemos hablando de los modelos de ética sexual a lo largo de la historia de nuestra
cultura.

Pero... ¿QUÉ ES ÉTICA?


De manera general podemos considerar que ética es el valor que le damos a una idea,
comportamiento o actitud como “buena” o “mala”; es importante comprender que no existe
una ética universal y que cada persona o grupo social construye sus propios esquemas
éticos. Es decir, en la mente de un ladrón existe un esquema ético de ladrón que le permite
considerar como viable la posibilidad de robar. De la misma manera, cada grupo social
establece una serie de criterios éticos que le permiten establecer reglas claras de juego entre
sus miembros (lo que es bueno y lo que es malo, lo que es correcto o incorrecto, lo que
correspondería hacer o no).
El siguiente es un vistazo corto de los modelos de ética en los que nuestra cultura ha
enmarcado el ejercicio de la función sexual. Al comprenderlos podrás tener una visión más
completa de lo que significa la sexualidad y reflexionar acerca del contexto en el que
finalmente decidas vivirla. Comprenderás que las cosas no siempre fueron ni serán las
mismas y que lo que ves como “natural” en este momento sociohistórico no es más que otra
convención humana.

Vamos a presentar un modelo tras otro con base en el momento de aparición cronológica.
Comprenderás que cuando uno nuevo aparece el previo no desaparece totalmente y que el
modelo de ética sexual de cada persona puede tener una mezcla de varios modelos en
proporciones diferentes.

Empecemos entonces desde el más antiguo:

De vírgenes y ermitaños.
ASCETISMO: Aunque la mayoría de los pueblos antiguos no rechazaban el disfrute sexual
(al menos para el hombre), la aparición del cristianismo y sobre todo de los ahora llamados
“Padres de la Iglesia”1 y su influencia sobre el pensamiento occidental futuro, le dieron un
matiz erotófobo2 a nuestra naciente civilización. Según este modelo, la función sexual sólo
debería ejercerse, como un mal necesario, para cumplir con los fines reproductores. Del
ejercicio en su modo erótico ni hablar. El ideal masculino a seguir según este modelo era el
de los monjes ermitaños o estilitas, mientras que el de la mujer fue encarnado por la virgen
(ejerció la función reproductora sin haber tenido que ejercer la erótica). Como puedes
comprender este modelo era muy difícil de cumplir, y por ello, como una derivación sutil de él
apareció el segundo enfoque.

1
Padres de la ig les iaSe : da el nombre de Padres de la Iglesia a los místicos, todos ellos imbuidos en una intensa
repugnancia por el placer sexual, que florecieron principalmente entre los siglos IV y VII, y que establecieron las bases
doctrinales del catolicismo; por ejemplo, Orígenes, Tertuliano, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio, San Jerónimo y San
Agustín.
2 Erotofobia: Aversión al erotismo.
Principalmente en relación con este primer modelo (como lo verás más
adelante cabe también para los dos modelos siguientes), el padre de la
educación sexual positiva, un médico inglés de principios del siglo XIX
llamado HENRY HAVELOCK ELLIS, decía que cuando no se capta el nuevo
fin placentero de lo sexual: “...el esfuerzo hecho por Dios (o la naturaleza),
durante millones de años de lucha penosa, para liberar a la especie humana
de la coyunda reproductora, característica de los animales inferiores, ha sido
totalmente malgastado”.

María, Eva y el “macho, machote”


DOBLE PATRÓN: Condicionado por las dificultades prácticas del modelo anterior, surgió
uno nuevo que estableció patrones diferentes de comportamiento para el hombre y la
mujer. En cuanto a ella, se le exigía mantener un comportamiento sexual acorde con el
modelo anterior, es decir, solo actividad sexual con su “legítimo marido” (o dueño), a
través del coito vaginal exclusivo, abierto a las posibilidades de reproducción, y por
supuesto, sin sentir placer (ideal femenino del modelo: María -que entre otras cosas
quiere decir “mujer amarga”). En cambio, al hombre se le dotó de una supuesta energía
sexual arrebatadora que él no podía manejar, y por ello, para saciar sus “necesidades”
podía no sólo disfrutar de su vida sexual con su “legítima mujer” sino que podía recurrir a
otras mujeres para liberar sus desbordantes energías sexuales (apareció el complemento
de “María” en la mujer maléfica y lúbrica: “Eva”).

Aunque el modelo que acabamos de exponer es muy antiguo, podemos


decir que los países de la cuenca del Mediterráneo y de América latina lo
“reencauchamos” en un nuevo modelo que se denomina MACHISMO con
su contraparte el VICTIMISMO.
Según el doctor HELÍ ALZATE, un eminente sexólogo colombiano
recientemente fallecido, el Machismo es: “Una actitud y comportamiento
sociosexual masculino...sus dos rasgos característicos son la agresividad y
la creencia en el doble patrón de moralidad sexual”

Romeos y Julietas.
PERMISIVIDAD AMOROSA: Así como el “Doble patrón” es una derivación sutil del primer
modelo, a su vez, la “Permisividad Amorosa” es una derivación sutil del segundo. Es
decir, aunque a primera vista no lo parezca, este tercer modelo continúa profesando las
dos ideas básicas de los anteriores: la función erótica por si sola no debe ejercerse, y
segundo, valora de manera no equitativa a hombres y mujeres y facilita la manipulación
(ahora afectiva) de ellas por parte de ellos. Nos vamos a detener un poco para que
puedas comprender lo que este modelo implica y reflexionar acerca del impacto de él en
la vida sexual.

¿De dónde surgió? Nunca antes en la historia de la humanidad se concebía la idea que
dos personas podían unirse como pareja porque “se querían”, de hecho, el matrimonio
era la unión no de dos personas por amor sino de dos familias por poder. Sólo tan tarde
como en los siglos XII ó XIII de nuestra era se puede encontrar la primera evidencia
histórica de lo que ahora llamamos “amor romántico”; en esa entonces, se empezó a
cantar y a alabar un tipo de relación afectiva (“amor cortesano”) entre un hombre y una
mujer. Él, un plebeyo con dotes de artista (juglar), y ella, una dama de alta alcurnia en
soledad y castidad obligadas por la dedicación de su legítimo marido a las lides de la
guerra, soñaban a distancia el uno con el otro sin nunca “mancillar” su sentimiento con las
“debilidades de la carne” (que de hacerlo y ser descubiertos pondría en peligro no sólo su
amor sino la propia vida de ambos). Este germen (que en principio se consideró
revolucionario porque amenazaba el orden social establecido y que fue condenado
incluso por la iglesia como institución) se desarrolló a través de los siglos siguientes,
calando en todos los ámbitos, hasta convertirse hace unos cien años en el criterio de
ética sexual más aceptado en nuestra cultura.

De manera general, este tercer modelo establece que la función erótica por si sola no
debería ejercerse, no es válida, pero si se hace por amor, sí. Los ideales de este modelo
se dan en personajes como Romeo y Julieta.

Desde el punto de vista sexológico la permisividad amorosa tiene algunos vicios que
pueden generar problemas en la vivencia erótica de las personas y que presentamos a
continuación para tu reflexión:

A. Este modelo, niega la conquista del placer humano como una opción gratuita y
válida por ella misma (de la cual ya conocemos su gran valor) y le demanda una
supuesta justificación que la valide a través del amor romántico.
B. Al condicionar el ejercicio sexual al marco afectivo le quita las posibilidades de
decidir conscientemente sobre él. Es decir, yo me puedo enamorar locamente a los
12 años, ¿eso quiere decir que estoy habilitado para ejercer mi vida sexual de
manera sana en ese momento? No necesariamente.
C. Por razones que aún no conocemos, las mujeres promedio ligan de manera más
fuerte el componente afectivo con su vida erótica. En el caso de relaciones
heterosexuales, los hombres promedio, conocedores de ello, pueden manipular las
circunstancias para conseguir a través de “fementidas promesas de amor” los
favores sexuales de una sí enamorada pareja. Todos conocemos el devastador
impacto personal de esta mezcla explosiva.
D. Nuestra cultura le ha dado unos supuestos valores de exclusividad y eternidad al
sentimiento denominado amor romántico (con un concepto que encaja en nuestra
sociedad capitalista de tener a otro (a)). Estas características no corresponden con
las de un sentimiento y mucho menos con las de la función erótica. El forzar la
unión del erotismo y el amor romántico, y además, el pretender que se dé bajo las
supuestas condiciones citadas, puede causar un inmenso impacto negativo en las
posibilidades de felicidad personal (qué decir cuando en esta mezcla de supuestos
se incluye la función reproductora: porque estamos enamorados vamos a tener
hijos).

Juanita es una de las mejores estudiantes de noveno grado, es cálida en


el trato, buena compañera y excelente hija. Después de dos años de
noviazgo con Juan, y como muestra de su amor por él accedió a tener su
primer coito. Después de dos meses y de unos cuantos coitos, sin
desearlo, quedó en embarazo. Cuando su grupo de amigos, acerca de lo
ocurrido comenta todos los cambios que tendrán las vidas de Juanita y
Juan en el futuro, siempre terminan diciendo: “...pero no importa, porque
lo hicieron por amor”.

¿Qué opinas? Ponte en el puesto de Juanita y de Juan


Analiza el uso, contexto e implicaciones de las frases puestas en cursiva.

De Don Juanes, Doñas Juanas y Casanovas.


Como una constante de los estudios de comportamiento sexual de los
(as) adolescentes realizados quinquenalmente por el Equipo de Trabajo
en Sexualidad Humana de la Universidad de Caldas, se ha encontrado un
dato llamativo: los adolescentes dicen haber tenido su primera
experiencia coital con una amiga, mientras que las adolescentes dicen
haberla tenido con su novio. Es decir, una pareja de adolescentes
teniendo su primer coito, el la ve a ella como una “amiga generosa”
mientras que ella lo ve a él como su “enamorado”.
Reflexiona al respecto

HEDONISMO: Hace pocos años en el desarrollo de nuestra cultura, apareció un


nuevo modelo de ética sexual, con el que terminamos nuestra presentación al respecto, y
que a diferencia de sus predecesores acepta la licitud del erotismo por el mismo. Tiene
este nuevo enfoque dos vertientes: la primera acepta recurrir al engaño cuando se desea
tener una actividad erótica que involucre a otras personas (Hedonista Irresponsable,
encarnado históricamente por Don Juan. Aunque es un esquema predominantemente
masculino, podríamos hablar de Doña Juana como su equivalente femenino). De otro
lado, el (la) Hedonista Responsable, aceptando la validez del placer sexual por el mismo,
nunca incurrirá en engaño para conseguir los favores sexuales de
otras personas (encarnado por Casanova).
Teniendo en claro que no hay una ética universal, se debe respetar el modelo de
ética sexual que cada persona profese (dentro de los criterios de normalidad
sobre los cuales hablaremos en la siguiente sección). En relación con ellos, es
prudente que te preguntes lo siguiente:
Cómo está conformado tu modelo personal de ética sexual (tiene mezcla de
cuales de los anteriores, ¿tiene elementos diferentes de ellos?)
Es tu modelo fruto de una opción personal o estás allí “porque sí”
Por ser el modelo de moda, reflexiona muy profundamente acerca de la
permisividad amorosa y de las implicaciones que el conlleva (sobretodo si eres
mujer).
Cuando te vayas a involucrar sexualmente con otras personas es prudente que
expreses tu modelo de ética sexual y que conozcas el de ella. Así no atropellarás
ni serás mal tratado (a).
Como una prudente recomendación, desde el punto de vista sexológico el
modelo más respetuoso y a lugar sería el del Hedonismo Responsable, evalúa
esa opción
A modo de ejercicio, imagínate la estrategia de seducción
de un Don Juan (o Doña Juana) y la de una persona
Casanova.
Analízala a la luz de todo lo que ya conoces.

Repasemos:
• La ética es una convención humana y por ello no existen unos criterios universales e
imperecederos que la rijan.
• A lo largo de nuestra historia ha habido varios marcos éticos en los que la cultura
occidental ha tratado de circunscribir el ejercicio sexual de las personas.
• Un primer modelo denominado Ascetismo pretendía negar de plano el ejercicio sexual y
sólo lo permitía como un mal necesario cuando su fin era la reproducción (La Virgen, los
estilitas).
• Un segundo modelo, que conservó el mismo núcleo básico del primero y le agregó el
componente de disparidad entre los sexos3, consideró que el hombre tenía una energía
sexual desbordante y por ello debía permitírsele ejercer su sexualidad de una manera

3 En e l sen t ido de d isc r im ina r s i s temát i camente l o f emen ino : Misog in ia .


más abierta, mientras que le dejaba a la mujer las mismas demandas que el modelo
anterior (María). Por ello se denomina retrospectivamente como “Doble patrón”.
• El tercer modelo, denominado “Permisividad Amorosa”, que a pesar de su apariencia
conserva los dos pilares del anterior (niega la licitud propia del erotismo –erotofobia- y
mantiene la disparidad entre los sexos –misoginia-), nos invita a cuestionar nuestro
modelo de ética sexual personal con base en los elementos de crítica histórica que
desarrollamos en la presentación.
• El último modelo, denominado “Hedonismo”, es el único que acepta la validez de lo
placentero por si mismo y en su segunda vertiente (el Hedonismo Responsable) deja de
lado las condiciones de disparidad que manejaban los anteriores.
• Vale la pena que te preguntes acerca de tu modelo personal de ética sexual y actúes en
consecuencia.
¿QUÉ ES NORMAL EN TU VIDA SEXUAL?:
Para que tengas una visión más amplia de los aspectos socioculturales de la función sexual,
terminaremos esta sección hablando de la Normalidad Sexual. Toda sociedad debe
establecer lo que es y no es normal con el fin de facilitar la convivencia armónica de sus
integrantes y favorecer la consecución de los valores que aprecian. Construir un criterio de
normalidad que reúna las condiciones que acabamos de citar es ya difícil, cuando se trata de
criterios de normalidad sexual lo es aún más. Para establecer si una conducta sexual es
normal o no, se han utilizado muchos raseros a lo largo de nuestra historia; se empezó por
criterios religiosos, de moral tradicional, para pasar a consideraciones legales, médicas,
estadísticas, entre otras. La sexología, como la ciencia que estudia el hecho sexual, tuvo
que desarrollar un criterio que tomando de las disciplinas de su entorno reflejara el nuevo
“toque” erótico. Así las cosas, podemos decir con el doctor H. Alzate, que: “...una conducta
sexual, por muy extraña o repugnante que parezca, sólo puede ser considerada anormal,
inadecuada o patológica si es intrínsecamente nociva para la integridad somática o síquica
del individuo o de otras personas”. Un par de aspectos anexos a este criterio sexológico de
normalidad son el que la actividad no se haga de manera exclusiva ni compulsiva4.

Este criterio que parece tan laxo, no lo es en realidad y bien utilizado permite que
comprendas, de un lado, qué te puede dañar a ti o a otras personas, y de otro, qué otras
opciones, que tenías vedadas o no conocías, son nuevos caminos para el disfrute de una
sexualidad sana.
4
Compuls ivo: Impulso que lleva a actos en relación con ideas obsesivas, contrarias a los deseos conscientes del propio
individuo.
Repasemos:
Criterio sexológico de normalidad: “...una conducta sexual, por muy extraña o repugnante
que parezca, sólo puede ser considerada anormal, inadecuada o patológica si es
intrínsecamente nociva para la integridad somática o síquica del individuo o de otras
personas”.
HOJA DE TRABAJO

A la luz del criterio sexológico de normalidad sexual, construye algunos


ejemplos de actividades sexuales y evalúa si son o no normales y por qué.
Para que empieces te propongo algunos:
Llegar “virgen” a la noche de bodas
Masturbarse en la intimidad de la casa
Actividades consensuales entre adultos homosexuales
Fantasear eróticamente mientras viajas en el bus
Darse “besos tornillo” en un lugar público
Tener actividad coital vaginal, anal o felación sin el uso de condón.
1 . De acuerdo con lo tratado en la unidad 1, analiza cuál sería el impacto (cómo serían
las cosas) a nivel personal*, de relaciones intersexuales* (mujer-hombre, hombre-
mujer), de pareja* y sociales* en general, de una forma de vivencia de lo sexual que
aceptara y disfrutara de las invitaciones que nos hace la función erótica. Descríbelo
ítem* por ítem. Como recordatorio de cada uno de los temas tratados acerca de las
invitaciones que nos hace la conquista del erotismo puedes revisar las secciones de
REPASEMOS que se encuentran al final de cada uno de ellos.

2. A lo largo de la segunda unidad ha habido una serie de recuadros que te invitan a la


reflexión personal de los temas tratados. Con el fin de que vayas instrumentalizando
en actividades concretas los conocimientos que se desarrollan en el Curso, para el
ejercicio final de esta unidad, la invitación es que realices una propuesta de taller para
adolescentes a través del cual ellos (as) puedan captar la importancia del componente
ético en el ejercicio sano de su sexualidad, cuestionar los modelos vigentes de ética
sexual y el suyo propio, invitarlos a la creación de uno nuevo, y finalmente, dejar los
elementos que sustenten el respeto por si mismo (a) y por el otro (a). Aunque
parezcan unos objetivos muy ambiciosos bien vale la pena poner manos a la obra.
Poco a poco lo irás mejorando. El diseño y la profundidad del Taller solicitado
dependen del interés de cada uno (a); puede ir desde un bosquejo general hasta una
descripción detallada.
Si deseas hacer algún comentario acerca de tus reflexiones personales lo puedes anexar.
Te agradezco si envías comentarios acerca de los temas tratados, la metodología, y el
desarrollo operativo del curso. Toda sugerencia es valiosa.
Hasta la siguiente.

Javier A. Gómez Puerta.

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