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De otro lado, entre los aspectos que han tenido mayor variación recientemente se debe
anotar la alternativa de la bi, o de la unicameralidad, y los distritos único y múltiple.
Cuando el Perú contó con un régimen bicameral en una Cámara se elegía a los Diputados
en distrito múltiple, y lo que diferenciaba a ésta del Senado es que, a pesar de la
disposición constitucional que preveía la elección de los senadores por circunscripción
regional el Senado se eligió en tres ocasiones consecutivas mediante distrito único o
nacional.
¿Cuotas para mujeres?. ¿Por qué debe priorizarse la representación de las mujeres
condicionando y sesgando la voluntad de los electores cuando el objetivo central del
proceso de elección es conseguir una representación apta para definir mejor las políticas
públicas? ¿Qué justifica restringir al elector para que cuente con un plantel de postulantes
limitados por el género de los candidatos?. ¿Qué amerita que sólo se fije cuotas para
contar con mayor presencia de mujeres, en vez de enfocar el problema alrededor de
tantas otras cuestiones en las que igualmente hay problemas de asimetría material? ¿Por
qué, por ejemplo, no condicionar el sistema de forma que entre los candidatos no existan
medioambientalistas, expertos en la comprensión de los problemas de pobreza, o
representantes de los cientos de distintas etnias andinas y amazónicas? ¿Por qué no
proteger con el sistema electoral otros sectores marginados como el caso de los locos o
de los presos, según lo advirtió Foucault? ¿Por qué limitar el sistema electoral de manera
que sólo puedan elegir los mayores de 18 años y no todo habitante mayor de 7, 10 o 13
años de edad? ¿O por qué no definir que los padres tengan tantos votos en el sistema
como hijos sean sobre los que ejerzan su tutela por ser menores de edad o por carecer de
la necesaria capacidad de discernimiento o de expresión de la propia voluntad?
Indudablemente hay casos en los que las mujeres están muchísimo mejor tratadas que
otros sectores de la sociedad en los que las personas siguen siendo consideradas objetos
y no sujetos de derecho. Sin embargo, y como prueba de lo anterior, porque las mujeres
son mucho menos desvalidas y tienen una posición políticamente mucho menos
desaventajada, y cuentan con el poder y la organización para hacerlo, es que ellas exigen
el privilegio de cuotas sólo para ellas, a pesar que haya otros sectores afectados de más
inequidades y asimetrías en la sociedad. Las políticas de acción afirmativa son medidas
transitorias que pretenden restablecer niveles de equidad y de simetría política. Es
cuestionable que con el régimen de cuotas las mujeres organizadas con
Cuanto más exacto sea el diagnóstico de lo que debe priorizarse en el plano de los
propósitos y de los objetivos, también mayor claridad se tendrá sobre el tipo de reglas
electorales que deben reconocerse para alcanzarlos. Pero una vez aprobadas las reglas
habrá que asumir el compromiso de aceptar las consecuencias que tratan de alcanzar
dichas reglas. Este es el contexto en el que aparecen las preguntas sobre la pertinencia
de un régimen bicameral en el que una de las Cámaras aporte la visión nacional, y la otra
la perspectiva y necesidades concretas de las localidades.
Son dos procesos paralelos los que se consultan en el mismo acto de sufragio. Uno
primero es el de la nuda preferencia de los partidos y candidatos por los que uno opta, sin
mayor indagación ni calificación sobre las competencias necesarias para ocupar un
puesto de representación ante el Estado. Y el segundo es ese proceso invisible de
consulta paralela que resulta en la práctica, donde la preferencia popular designará con
su voto a un puesto de representación a un candidato que en su acción concreta se
espera, requiere y exige que cuente con cierta educación, cierta formación académica,
ciertas aptitudes éticas, cognitivas y emocionales, y también cierta experiencia personal y
profesional en el desarrollo de la actividad propiamente parlamentaria, factores ninguno
de los cuales pudo revisarse en el proceso de admisión de las candidaturas.
En un contexto en el que la Constitución no establece las competencias ni los requisitos
para ocupar puestos de representación, una alternativa disponible y eficaz sería que los
agentes de intermediación realicen la tarea de reclutamiento, de preparación, de
evaluación y de selección de los candidatos que ofrecen a la colectividad para asegurarle
un cuerpo representativo capaz de desempeñar solvente y decentemente las funciones
Estatales que le corresponden al Congreso. Los partidos políticos tienen la
responsabilidad de advertir las consecuencias que la brecha origina. Esa brecha entre los
requisitos genéricos para la elección popular y las competencias necesarias para actuar
desde y ante el Estado en puestos de representación, sí está al alcance de los partidos
anticipar, prever y cubrir. ¿Cómo pueden corregir la falla de diseño los partidos? Es
posible hacerlo ya sea a través de un Acuerdo en el que todos prevén los estándares que
exigirán a sus miembros o invitados para acceder a una postulación, o, sin Acuerdo, a
través del compromiso de cada partido para asegurar listas de candidatos en las que
ninguno de ellos carezca de ciertas competencias mínimas para desempeñarse
competentemente como representante de la comunidad ante el Estado.
¿Es esperable contar con una asamblea eficaz en tales condiciones? ¿Es atendible el
argumento del costo que significa sostener una estructura y sistema representativos sin
evaluar el impacto y los resultados que dejan de producirse con un plantel reducido de
representantes, elegidos además según criterios de competencia inadecuados para
hacerse cargo de las responsabilidades estatales que le toca cumplir al Congreso?
Y como en este caso también es necesario estar listos para responder la cuestión sobre la
valla electoral. La valla electoral es un método para limitar la participación de
agrupaciones insuficientemente representativas. Pero la representatividad en este caso se
define como una cuota cuantitativa de minorías a las que se negará participación y acceso
a la representación, pero también un espacio que privilegiará y sobredimensionará la
participación de otras agrupaciones capaces de convocar a un mayor número de
votantes. La cuestión no es si son más o menos agrupaciones, ni si la valla debe ser el 5
o el 10 por ciento de los votos recibidos como condición para participar en la asignación
de escaños. La cuestión es asegurarnos que quienes tengan que llegar lo hagan con el
equipo necesario para desempeñar bien su papel en los puestos que ocupen en la
asamblea. Independientemente del tipo de régimen de gobierno el rol central de la
asamblea es cubrir competente y eficazmente la función de representación en cualquiera
de sus modalidades al interior de la agencia estatal.