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PSICOLOGÍA, SALUD MENTAL Y CALIDAD DE VIDA

Aprendiendo de la experiencia

Prof. Psic. Víctor Giorgi

INTRODUCCIÓN. PLANTEO DEL TEMA

En esta exposición me propongo desarrollar la crítica a la noción de


Salud Mental como heredera de las concepciones dualistas. Para eso
me posicionaré en una concepción de la Salud Integral y
ecológicamente entendida.
Esta postura –basada en diversos aportes teóricos entre los que se
destaca el pensamiento complejo (E. Morin) y la teoría de los
sistemas- se consolida a partir de la práctica de los psicólogos
uruguayos con poblaciones en situación de vulnerabilidad dando
lugar a un modelo de intervención caracterizado por ciertos ejes
concordantes con los desarrollos de la Psicología Comunitaria.

I. CONSTITUCIÓN HISTÓRICA DEL CAMPO SANITARIO.

El campo de lo sanitario comienza a delimitarse como espacio


epistémico, social y político en los umbrales de la Modernidad, en una
atmósfera cultural caracterizada por el auge de las Ciencias Naturales
y el pujante desarrollo de un conocimiento orientado por lo que J.
Habermas denominó “interés técnico”; o sea, el control del hombre
sobre la naturaleza a través de la ciencia y la tecnología.

Sobre la base fundante de la escisión cuerpo – mente (Platón –


Descartes) la Medicina Moderna desarrolla un conjunto de saberes
caracterizados por la impronta positivista:
Ψ Fragmentación del objeto de conocimiento (el cuerpo)
Ψ Descontextualización de los fenómenos y procesos
Ψ Reducción de las explicaciones etiológicas a causas biológicas
Ψ Exclusión de la subjetividad tanto del cognoscente como del
campo de análisis de la ciencia.
Ψ Naturalización de la enfermedad con el consiguiente
desconocimiento de los aspectos socio-históricos y
psicosimbólicos.
Ψ Percepción de la relación hombre / naturaleza en términos de
confrontación.

A partir de su discurso científico y de sus logros que le permitieron


dar respuesta a las demandas sociales (control de las enfermedades
infecto contagiosas, avances en la cirugía, anticoncepción) esta
Medicina adquiere creciente prestigio

Esto genera varias consecuencias en relación al mapa de saberes y


poderes que se estructuró en el campo sanitario:

1) Medicalización: La Medicina obtuvo la exclusividad en el


manejo de la salud y la enfermedad a nivel social e
institucional. Las demás profesiones quedaran explícitamente
subordinadas al “poder médico” y excluidas de los niveles de
decisión. El “campo de la salud” pasó a nominarse como
“campo médico”.
2) Tecnocracia: El ciudadano común sufrió la expropiación del
poder de decisión sobre su propio cuerpo. El Médico sabe y
prescribe sobre los cuerpos y las vidas de los legos. El derecho
de las personas sobre sus propios cuerpos fue negado durante
décadas a favor de la autoridad médica.
3) Comandita Medicina y Policía: La Medicina asume el papel
en el disciplinamiento alineando la relación del ser humano con
su cuerpo dentro de las concepciones y valores dominantes. Se
consolida así la alianza entre el poder médico y poder político.
Este disciplinamiento alcanza su punto máximo en el control de
la sexualidad.
4) Reduccionismo Organicista: Como corolario de lo anterior se
institucionaliza un efecto de exclusión de los aspectos sociales,
culturales, subjetivos y políticos intervinientes tanto en el
Proceso Salud – Enfermedad (P.S.E.) como en los espacios
institucionales en que las sociedades delegan su control.
5) Mecanicismo: Despojado de su subjetividad y cosificado como
objeto natural el ser humano queda reducido a un cuerpo –
máquina. Se desconocen así los procesos de auto-organización
(Autopoiesis) como capacidad propia de los seres vivos que a
diferencia de las máquinas tienen la facultad de producirse y
reproducirse continuamente a si mismos (Maturana 1980). Esta
capacidad de auto-organizarse y autoreparación acompaña
todos las manifestaciones vitales en las diversas fases del
proceso salud – enfermedad.

A pesar de los diversos desarrollos críticos que procuraron recuperar


la integridad del ser humano esta concepción consolida su hegemonía
hasta mediados del siglo XX. Después de la Segunda Guerra Mundial
el mundo se transforma. También cambian las formas de enfermar y
de morir. Las enfermedades infecto contagiosas ceden su lugar a
enfermedades degenerativas, stress, cáncer, accidentes. Ya no es la
naturaleza la que amenaza la vida humana sino el propio hombre
pone en juego su autodestrucción. Emerge así un modelo
antropológico que procura descentrar la salud de los ejes propios de
la concepción hegemónica recuperando para el campo sanitario la
multidimensionalidad y la complejidad propia de todo lo humano.

II. COORDENADAS PARA UN POSICIONAMIENTO

Nuestra propuesta es pensar la salud desde una perspectiva definida


por las siguientes coordenadas:

1.- Concepción holística y ecológica del proceso salud – enfermedad


No sanan ni enferman los cuerpos ni las mentes sino las personas
integradas en un sistema de relaciones múltiples y complejas. Esto
nos
permite reintegrar al sujeto a su cultura recuperando el sentido del
goce y
del sufrimiento, incluir el campo de subjetividades emergente de
las
interacciones que los seres humanos establecen en torno a la
salud, la
enfermedad y el tratamiento, integrar en el análisis y las
intervenciones la
fantasmática relativa a la vida y a la muerte que impregna el
campo
sanitario como escenario del drama humano y no solo de hechos y
procesos
biológicos o técnicos. (Giorgi, 2002)

2.- Descentramiento de las instituciones sanitarias como escenario


privilegiado
del trabajo con la salud para reubicarlo en los espacios cotidianos
allí donde
hombres y mujeres interactúan en función de sus deseos y
necesidades,
sostienen diversas actividades, producen la vida misma.

3.- Desplazamiento del protagonismo exclusivo de los técnicos en la


atención a
la salud para reintegrar a las personas comunes y corrientes su
centralidad
en todo lo relativo a la producción y preservación de su salud.

4.- De la Salud a la Calidad de Vida. Como producto del doble


descentramiento
–de escenarios y de protagonistas- la problemática sanitaria deja
de
circunscribirse al “sector salud” para entretejerse con las mas
diversas
actividades humanas. Del modelo “individual restrictivo”
transitamos hacia el
social – expansivo (Saforcada, E. 1999)
La “producción de salud” y la evitación del sufrimiento se asocian
así a la
Calidad de Vida. Entendemos por Calidad de Vida el acceso a
niveles de
Satisfacción de necesidades esenciales y ejercicio de Derechos
que permitan
el desarrollo de potencialidades y la realización de proyectos
autónomos a
nivel individual y colectivo.
Esta asociación salud – calidad de vida es especialmente evidente
en la
actual realidad de Latinoamérica.
III. LA SALUD MENTAL: ENTRE RUPTURAS Y CONTINUIDADES

El movimiento de Salud Mental fue una fuerza instituyente. Habilitó


importantes avances hacia la restitución de lo mental en las políticas
de salud. Lucho para abrir el campo a diversas disciplinas, cuestionó
la concepción hospitalocéntrica y permitió experiencias con
participación de usuarios y “no técnicos”.
Desde la Psicología posibilitó una apertura hacia lo social
posicionándose desde la salud y no ya desde la enfermedad.
Su principal debilidad conceptual radica en aceptar la separación
mente – cuerpo como parte de las “leyes de juego” dentro del campo
sanitario. Lo mental está presente en todas las fases del proceso
salud enfermedad en tanto es inherente a la vida misma. A su vez en
ningún caso lo mental aparece “en solitario”, escindida del resto de la
existencia del o los sujetos de referencia.
Los actuales desarrollos de la clínica son coincidentes en que todos
los trastornos abarcan al sujeto holística e integralmente con su
cuerpo, su psiquis y su entorno en permanente interacción.

Pensemos en las problemáticas sanitarias prevalentes en nuestras


sociedades: enfermedades cardiovasculares, accidentes, suicidios,
enfermedades de transmisión sexual, podemos en todas ellas
constatar:
a) Lo psicológico esta siempre presente ya sea como causa, en la
gestión del riesgo, en la percepción de la enfermedad, en la
actitud ante el tratamiento, o en las posibilidades de curación.
b) A través del proceso salud – enfermedad rehabilitación varía el
área de expresión fenoménica prevalente; cuerpo, psiquis,
entorno social. Desde la perspectiva procesual sería absurdo
ubicar cualquier proceso mórbido dentro de una única área de
la vida humana. Sería desconocer la
complejísima constelación de determinantes que participan en
la producción de la salud y la enfermedad entre las cuales se
incluyen las estructuras simbólicas, las pautas culturales, las
modalidades de organización social, el equipamiento biológico,
las conductas individuales y las propias respuestas del sistema
de atención a la salud. (Contandriopoulos, 2000)

La disociación mente – cuerpo en el plano teórico conceptual muchas


veces justificando con argumentos “operativo – instrumentales” –
opera como principio organizador de las instancias político –
institucionales y deja su impronta en las cabezas que piensan las
prácticas realimentando así la disociación teórica original.

IV. APRENDIENDO DE LA EXPERIENCIA

La experiencia acumulada por equipos interdisciplinarios que operan


en el primer nivel de atención nos permite afirmar:
Ψ La mayor parte de las consultas o demandas de atención se
relacionan con aspectos conductuales, afectivos, cognitivos o
relacionales. O sea con lo que empleando la terminología
clásica incluimos dentro de la Salud Mental. No obstante sus
síntomas se localizan en el cuerpo y en sus verbalizaciones los
consultantes las relacionan con factores ambientales. Estos
“motivos de consulta” en su mayoría no corresponden a
patologías psiquiátricas gnosográficamente tipificables, sino a
expresiones de malestar o sufrimiento fuertemente asociadas a
la calidad de vida de las personas y especialmente al equilibrio
entre protección y vulnerabilidad.
Ψ Dentro del equipo de salud la gente reconoce al psicólogo como
un profesional capaz de ofrecer ayuda en circunstancias
difíciles. Es conciente de que en sus dificultades y sufrimiento
existe una dimensión subjetiva y que esa es la “materia prima”
con que trabajamos los psicólogos.
Ψ Quienes hemos sido formados en una “psicología sedentaria”
basada en la escucha y análisis de las expresiones de una
subjetividad que se despliega con autonomía de la realidad
externa nos sentimos des – instrumentados para responder a
esas demandas y operar en escenarios diferentes a los
habituales.

“Al rol de escucha y comprensión se agrega el de sostén y


facilitador. Facilitador de vínculos, de expresión de afectos, de
conexiones que abren el acceso a nuevas comprensiones de la
realidad y posibiliten otras respuestas.

Facilitar es remover obstáculos y sostener procesos habilitando el


despliegue de potencialidades individuales y colectivas” (Giorgi,
2002)

V. ALGUNOS EJES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UN MODELO

Procuraré enunciar algunos principios que orienten nuestras


intervenciones y operan como “idea fuerza” en la producción de
instrumentos teóricos y técnicos.

Ψ Reconocer la complejidad de las problemáticas humanas.


Renunciar a las explicaciones basadas en la monocausalidad
lineal para pensar en términos de “entramados causales” y
efectos recurrentes. Esto implica superar disyunciones y
barreras disciplinarias para converger en el abordaje de los
problemas reales y concretos.
Ψ Descentramiento de lo intrasubjetivo para operar sobre los
vínculos y los elementos actuales y concretos de la vida
cotidiana, actuar sobre el tejido social circundante: conexión,
resignificación de vínculos, activación, desobstrucción. Se trata
de producir movimientos habilitantes en las dimensiones intra e
ínter subjetiva generando oportunidades para que las personas
construyan soluciones a sus problemas concretos.
Ψ Desarrollo de capacidades y habilidades que permitan
afrontar la adversidad; estimular y operativizar la creatividad
colectiva; apoyar y remover obstáculos posibilitando el tránsito
por procesos organizativos autónomos.
Ψ Restitución de ciudadanía y derechos. Nociones como la de
empoderamiento, fortalecimiento, potencia, se refieren a esas
necesarias restituciones del poder de decisión sobre sus vidas y
defensas activa de sus derechos.
Ψ Revalorización de la diversidad cultural como fortaleza en
tanto amplía el repertorio de posibles respuestas ante los
problemas. Nuestras intervenciones –como portadores de saber
académico- debe apuntar a la integración con el “saber
popular” desencadenando procesos de “producción dialógica de
nuevos saberes”.
Ψ Trabajo “a terreno” con encuadres móviles y dinámicos
correlativos con las problemáticas emergentes.
Ψ Análisis de la implicación, esa madeja de vínculos concientes
e inconscientes que nos “anudan” con las personas y sus
circunstancias, como requisito ineludible para sostener procesos
de intervención coherentes con estas líneas de acción.
Ψ Cuidar a los cuidadores integrar en las estrategias de
intervención el trabajo con las resonancias afectivas y
vinculares de la tarea en los propios equipos, procurando evitar
su desgaste y preservar su capacidad operativa.

Esto nos lleva a hablar de aspectos psicológicos de la salud y la


calidad de vida y no ya de Salud Mental como área diferenciada del
conjunto de la vida humana.

Las intervenciones integran elementos provenientes de distintos


marcos teórico – técnicos. Alternan acciones individuales, grupales o
comunitarias. Estas tienen una gran diversidad. Pueden consistir en
estimular la capacidad lúdica de las madres para afrontar la amenaza
de desnutrición, abrir espacios colectivos para pensar las
experiencias cotidianas, operativizar las propuestas organizativas,
remover barreras de acceso a los servicios, reconstruir la historia y
recatar la cultura, aportar información, introducir nuevas modalidades
de resolución de conflictos, evitar el “desgaste ocupacional” de los
equipos. (Dejours, 1992)
En esencia de trata de poner los conocimientos e instrumentos de
nuestra disciplina a trabajar junto con la gente, para reconstruir la
vida y abrir el horizonte.
BIBLIOGRAFÍA

Contandriopoulos, A. P. La salud entre las ciencias de la vida y


las
ciencias sociales.
Cuadernos Médico Sociales Nº 77.
Centro de
Estudios Sanitarios y Sociales.
Argentina, abril
2000

Capra, F. La trama de la vida. Una nueva


perspectiva de
los sistemas vivos. Barcelona Anagrama,
1998

De Lellis, M y col. Psicología y Políticas públicas de salud.


Editorial Paidos – Tramas Sociales,
Buenos
Aires. 2006

Giorgi, V. El sistema de atención a la salud. Una


mirada
desde la psicología.
Revista CPU Nº 146, julio 2003 pág. 17 –
20

Maturana, F; Varela, F. El árbol del conocimiento.


Madrid - Debate, 1990

Morales Calatayud, F. Psicología y Salud. Notas sobre algunos


retos.
En: Psicología de la Salud: escenarios y
Prácticas. Gandolfi (comp.)
Psicolibros, Montevideo, 1999

Morin, E. Introducción al pensamiento complejo.


Editorial Gedisa, Barcelona. 1994

Saforcada, E. Psicología Sanitaria. Análisis crítico


de los
sistemas de atención a la salud.
Editorial Paidos, Buenos Aires. 1999

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