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http://www.azprensa.com/noticias_ext.php?idreg=9165
lunes, 30 de agosto 2004
VII Congreso Iberoamericano de Periodistas Especializados y Técnicos
“El poder político no es sino el tercer poder. Antes está el poder económico y luego el
poder mediático ... La mundialización de intercambios de signos se ha acelerado de un
modo fabuloso con la revolución de la informática y la comunicación.” (Ignacio Ramonet,
‘Cómo nos venden la moto’).
Hoy la noticia se empieza a recoger en su punto de generación cada vez más por miles y
miles de ‘corresponsales’ aficionados que estaban o pasaban por allí, video en mano (y
ahora móvil-cámara en mano). Sea cual sea el motivo de la toma (véase el reciente caso
de las torturas en Irak), un material -fácil de transmitir porque ya está instalado sobre
soporte digital nativo- pasa por la red y termina en un bloque de receptores que a su vez
lo multiplican en sus propios círculos, como un nuevo tipo de circuito de difusión en
explosión jerárquica. O bien, siguiendo el antiguo circuito, el material llega a manos –por
investigación o por venta directa- de las cadenas tradicionales, que lo emiten hacia los
consumidores –muchos de los cuales lo reemiten a su vez a sus redes personales, con la
‘garantía’ de veracidad o de comprobación que proporciona esa cadena tradicional. En
ambos casos, cualquier eslabón de la cadena incorpora su reacción personal, sea glosa,
manipulación o simple direccionamiento del material primitivo para adaptarlo al siguiente
eslabón que lo recibe. Pero en este proceso, lo asombroso es la proporción de material
aficionado (videos, fotos, testimonios de mala ‘calidad’) que llega ya por medio de las
cadenas tradicionales.
¿Por qué el recurso ‘información’ no es una mercancía como las demás? "Este nuevo tipo
de recurso compartible (multiplicable y no consumible) puede ganarlo el receptor sin que
lo pierda el emisor. La información no es por sí misma un bien escaso y apropiable, con
lo que escapa a la categoría tradicional de mercancía. Sin embargo su comunicación,
almacenamiento y tratamiento requieren soportes (humanos, organizativos y/o
informáticos) que entran en el circuito económico de los bienes escasos y apropiables,
en el comercio mundial invisible... La distribución irregular en el sistema socioeconómico
mundial de este proceso de información-conocimiento esencialmente acumulativo, abre
un foso ingente entre dos ‘reacciones explosivas en cadena’, dos crecimientos
exponenciales retroalimentados: uno progresivo en los sistemas que aprovechan o
expropian la información; otro regresivo en los sistemas abandonistas o expropiados. La
información, como mediador de adquisición o carencia de todos los demás recursos,
enriquece a los ricos y empobrece a los pobres mucho más velozmente que cualquiera
de aquéllos” .
Es preciso recordar –se dijo- los objetivos de los “padres creadores de Intermet” y las
“promesas” posteriores de sus teóricos sobre el hecho de que nos iba a permitir una
mejor información, una información más plural, una información “a la carta”,
autocontrolada por el propio ciudadano, quien podría acceder y contrastar diversas
fuentes y regular el grado de profundización deseado.
La práctica actual traiciona aquellos objetivos y desmiente estas “promesas”.
Los “buscadores” contestan a las preguntas de forma incomoda, con miles o centenares
de miles de referencias, de forma temáticamente desestructurada y cada vez más
priorizan en sus listas a quienes más les pagan.
Los actuales “quioscos” de las Webs facilitan la conexión a una variante de prensa
gratuita (que aspira a poder ser de pago) integrada por las ediciones electrónicas de los
más populares medios de comunicación. Estamos en presencia de un proyecto
empresarial periodístico, más que ante una aportación extra a la calidad y al pluralismo
de la información.
Los altos costes de los medios de comunicación reservan su creación a grandes grupos
económicos que subordinan la calidad de la información a la obtención de concesiones de
los gobiernos (desde frecuencias de emisoras de radio o televisión, a operadoras de
móviles o de cable).
En su política de intercambio de favores con los gobiernos y otros grupos económicos
terminan por sacrificar la calidad de la información, llegando en algún caso –como
estabamos viendo en aquel momento- a fomentar el aterrorizar a la población del país
más poderoso del mundo, a exagerar la capacidad de un posible enemigo, a disimular
formas no sangrientas de ejercer la hegemonía y a ocultar turbios intereses económicos
hasta conseguir que el miedo de la población haga aceptable una guerra preventiva.
Toda persona o entidad interesada en definir de forma colectiva, un Quiosco plural que
refuerce en Internet los valores de democracia, pluralismo, solidaridad y paz puede
enviar un e-mail a la secretaria de ATI (secrecat@ati.es o msarries@ati.es ) poniendo en
asunto "Quiosco plural" y visualizar el prototipo en:
http://www.ati.es/gt/informatica-sociedad/informacion/pr-indqu.htm
Miquel Sarries
Ingeniero Industrial, Licenciado en Informática.
Tecnico superior de Informática en el Ayuntamiento de Barcelona.
Ex-funcionario internacional en la Oficina Intergubernamental para la Informática (IBI)
en Roma, donde ocupó las funciones de Director de Prospección Tecnológica; de la
Agencia de Noticias Informáticas IBIPRESS; y de la revista internacional Agora.
Secretario de la Junta Directiva General de la Asociación de Técnicos de Informática
(ATI), miembro del Consejo editorial de la revista Novatica.
Secretario de AIPET
Enlaces
> Presentación de Miquel Sarries en el VII Congreso Iberoamericano de Periodistas
Especializados y Técnicos
http://www.azprensa.com/noticias_ext.php?idreg=9165
http://www.lainsignia.org/2004/enero/cyt_006.htm
La insignia
25 de enero del 2004
La revolución de Internet
y el desafío de democratizar la red
Dênis de Moraes (*)
La Insignia. Brasil, enero del 2004.
Internet está cada vez más en el centro de la revolución multimedia. Con billones de
documentos disponibles, la megared planetaria precipita cambios de paradigmas. La
vehiculación inmediata y abundante no sólo delinea modos singulares de producción y
consumo de datos, imágenes y sonidos, como propicia un realineamiento en las
relaciones de los individuos con los canales de comunicación. La imagen clásica de los
aparatos de divulgación en el ápice de la pirámide y de los receptores confinados en la
base está rompiéndose en la arquitectura de los espacios descentralizados de la web.
Cabe a la capacidad cognitiva de los individuos determinar como se van a articular las
conexiones en los acervos digitales. La web invierte la ley de los medios de comunicación
convencionales: el valor de uso se obtiene de la relevancia de cada conexión y no por del
consumo de denominadores comunes indispensables a la cohesión de la audiencia en
masa.
Marc Guillaume muestra las convergencias posibles entre los padrones clásicos de
interacción social y las redes electrónicas: "La red social preexistente puede mejorar su
desempeño a través de la red técnica pero esta última no puede por si misma crear una
red social. Está claro también que el buen uso de los medios conmutativos pasa por
complementaridades y hibridaciones permitiendo combinar automatismos y inteligencia
humana, rapidez de información y vagar en la asimilación y formación." (1)
En el vértigo de los nudos, un número cada vez mayor de informaciones será producido,
vehiculado, leído y analizado en una prueba elocuente de las intersecciones posibles
entre lo real y lo virtual, dentro de un conjunto de ambientes integrados y
autoajustables, bajo la primacía de la inteligencia humana. ¿Por qué aislar las variables
electrónicas de los tesoros impresos?
Hay mucho que hacer para universalizar las conexiones y los usos sociales de la Web.
Otra exigencia es combatir la infoexclusión de poblaciones de baja renta sobre todo en
los paises periféricos. Son esenciales políticas públicas adecuadas y eficientes para
ampliar los accesos y los usos sociales, culturales, educativos y políticos de de las
tecnologías de comunicación. Hoy el acceso permanece concentrado en capas de mayor
poder adquisitivo y en los paises más desarrollados, lo que extiende a Internet
desigualdades sociales del mundo concreto.
Otro gran desafio es tornar determinados sitios web más conocidos de los internautas lo
que implica expandir alianzas y intercambios; divulgar intensivamente las páginas junto
a sectores de la sociedad tanto por medios convencionales como por boletines y eventos
electrónicos; realizar conferencias y seminarios sobre estratégias comunicacionales para
la Internet; y aprimorar los programas de busca y los árboles de enlaces para simplificar
la localización de las informaciones deseadas.
Además de una mayor percepción pública de las páginas por lo menos tres desafíos
tendrán que ser enfrentados: 1) la definición de estrategias de comunicación que
aprovechen las vertientes creativas y interactivas de las tecnologías multimedias; 2) el
aumento substancial del número de usuarios lo que depende de la superación de travas
económico-financieras (costes de ordenadores, modems, líneas telefónicas, proveedores
de acceso); 3) una mejor formación para internautas y activistas con simplificación de
los procedimientos informáticos, cursos y entrenamientos.
Sin ignorar los obstáculos que se interponen, pienso que Internet tiende a afirmarse
como uno de los principales medios para la construcción de una cultura de solidaridad
social basada en una ética de reciprocidades entre los sujetos comunicantes. Digo uno
de los principales medios para reiterar que no entiendo el ciberespacio como una esfera
disociada de los embates sociales concretos. ¿Cómo pensar en transformaciones
radicales sin referencias objetivas a las tradiciones sociales?
(1) Marc Guillaume. L'empire des réseaux. Paris: Descartes & Cie., 1999, p. 72. (2)
Umberto Eco. "¿Cambiará Internet el modo en que leemos?". Página 12, Buenos Aires, 7
de diciembre de 2003.
(3) Manuel Castells en entrevista a René Lefort, "El nuevo papel del ciudadano ante la
revolución de Internet", Correio da Unesco, octubre de 1999.
(4) Naomi Klein. Cercas e janelas: na linha de frente do debate sobre globalização. Rio
de Janeiro: Record, 2003, p. 44.
(5) Ignacio Ramonet. "Le nouvel ordre Internet". Le Monde Diplomatique, enero de
2004, p. 1.