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Filósofo griego h. 460 a.C.-id.?, h.

370 a.C. Demócrito fue tan


famoso en su época como otros
filósofos de la importancia de
Platón o de Aristóteles y debió de
ser uno de los autores más
prolíficos de la Antigüedad
Aunque sólo se conservan
fragmentos de algunas de sus
obras, en su mayoría de las
dedicadas a la ética, pese a que
se le atribuyen diversos tratados
de física, matemáticas, música y
cuestiones técnicas.
la realidad está compuesta por dos
causas o elementos. το ον lo que es,
representado por los átomos
homogéneos e indivisibles, y το μηον
lo que no es, representado por el
vacío. Este último es un no-ser no-
absoluto, aquello que no es átomo, el
elemento que permite la pluralidad
de partículas diferenciadas y el
espacio en el cual se mueven.
toda la materia no es más que una
mezcla de elementos originarios
que poseen las características de
inmutabilidad y eternidad,
concebidos como entidades
infinitamente pequeñas y, por
tanto, imperceptibles para los
sentidos, llamados átomos.
Demócrito pensaba y postulaba que los
átomos son indivisibles, y se distinguen
por forma, tamaño, orden y posición. Se
cree que la distinción por peso a la
forma que tiene cada átomo es que
pueden ensamblarse aunque nunca
fusionarse siempre subsiste una
cantidad mínima de vacío entre ellos
que permite su diferenciación y formar
cuerpos, que volverán a separarse.
quedando libres los átomos de nuevo
hasta que se junten con otros. Los
átomos de un cuerpo se separan
cuando colisionan con otro conjunto
de átomos; los átomos que quedan
libres chocan con otros y se
ensamblan o siguen desplazándose
hasta volver a encontrar otro cuerpo.
Demócrito expone una demonología con
el objeto de explicar algunos fenómenos
especiales, como la visión de seres
extraños que se acercan a los hombres,
entre los cuales unos traen bienes y
otros males. El problema de lo divino no
tiene un sentido religioso, se refiere a
conformaciones naturales muy
especiales que se disuelven con gran
dificultad sin llegar a ser precisamente
inmortales
por lo tanto, no existen los dioses. El origen
de la religión está en el terror y estupor
de los hombres primitivos frente a
sucesos extraordinarios, e incluso ante la
maravillosa uniformidad de la naturaleza.
Puesto que no existen los dioses, son
inútiles las súplicas, pues todo lo que los
hombres esperan recibir de ellos está en
sus propias manos.
La ética se halla expuesta en el Corpus
democriteum y constituye la parte
más consistente de lo que se
conserva de este libro. En él se
considera al hombre como un
microcosmos, un conjunto de átomos
y vacío, y su destino es el mismo que
el del cosmos al que pertenece.
El fin del hombre es la conservación
del equilibrio, es decir, la serenidad
de ánimo o el bienestar, que no es lo
mismo que el goce de los placeres
sensibles, sino aquel estado en que el
hombre está en equilibrio, sin
turbaciones por miedo alguno, o por
temor supersticioso a los dioses o por
pasión alguna.

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