famoso en su época como otros filósofos de la importancia de Platón o de Aristóteles y debió de ser uno de los autores más prolíficos de la Antigüedad Aunque sólo se conservan fragmentos de algunas de sus obras, en su mayoría de las dedicadas a la ética, pese a que se le atribuyen diversos tratados de física, matemáticas, música y cuestiones técnicas. la realidad está compuesta por dos causas o elementos. το ον lo que es, representado por los átomos homogéneos e indivisibles, y το μηον lo que no es, representado por el vacío. Este último es un no-ser no- absoluto, aquello que no es átomo, el elemento que permite la pluralidad de partículas diferenciadas y el espacio en el cual se mueven. toda la materia no es más que una mezcla de elementos originarios que poseen las características de inmutabilidad y eternidad, concebidos como entidades infinitamente pequeñas y, por tanto, imperceptibles para los sentidos, llamados átomos. Demócrito pensaba y postulaba que los átomos son indivisibles, y se distinguen por forma, tamaño, orden y posición. Se cree que la distinción por peso a la forma que tiene cada átomo es que pueden ensamblarse aunque nunca fusionarse siempre subsiste una cantidad mínima de vacío entre ellos que permite su diferenciación y formar cuerpos, que volverán a separarse. quedando libres los átomos de nuevo hasta que se junten con otros. Los átomos de un cuerpo se separan cuando colisionan con otro conjunto de átomos; los átomos que quedan libres chocan con otros y se ensamblan o siguen desplazándose hasta volver a encontrar otro cuerpo. Demócrito expone una demonología con el objeto de explicar algunos fenómenos especiales, como la visión de seres extraños que se acercan a los hombres, entre los cuales unos traen bienes y otros males. El problema de lo divino no tiene un sentido religioso, se refiere a conformaciones naturales muy especiales que se disuelven con gran dificultad sin llegar a ser precisamente inmortales por lo tanto, no existen los dioses. El origen de la religión está en el terror y estupor de los hombres primitivos frente a sucesos extraordinarios, e incluso ante la maravillosa uniformidad de la naturaleza. Puesto que no existen los dioses, son inútiles las súplicas, pues todo lo que los hombres esperan recibir de ellos está en sus propias manos. La ética se halla expuesta en el Corpus democriteum y constituye la parte más consistente de lo que se conserva de este libro. En él se considera al hombre como un microcosmos, un conjunto de átomos y vacío, y su destino es el mismo que el del cosmos al que pertenece. El fin del hombre es la conservación del equilibrio, es decir, la serenidad de ánimo o el bienestar, que no es lo mismo que el goce de los placeres sensibles, sino aquel estado en que el hombre está en equilibrio, sin turbaciones por miedo alguno, o por temor supersticioso a los dioses o por pasión alguna.