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Padre nuestro que ests en

el cielo y tambin con


nosotros. Comenzamos en
tu presencia esta jornada
de trabajo con espritu
fraterno porque T eres
nuestro Padre, T nos
acompaas en este da
nuevo que nos entregas y
confas, para que seamos
luz en el camino de tus
hijos y descubramos con
ellos que tu reino est en
nosotros.

Santificado sea tu
nombre. Que te
alaben nuestros
estudiantes y te
bendigan al ver
nuestras buenas
obras; que el nombre
del Padre se haga
visible en la armona
familiar de nuestra
comunidad educativa.

Venga Tu Reino. El
Reino cuya
maduracin nos
confiaste a cada uno
de nosotros, que
nuestras aulas sean
la antesala de una
sociedad renovada
por la convivencia en
la fraternidad.

Hgase tu voluntad
en la tierra como en
el cielo. Que la
descubran todos los
seres humanos y la
realicen en todas
partes, que nosotros
la vivamos
compartiendo
solidariamente las
cargas.

Danos hoy nuestro pan de


cada da. El pan de la mesa
familiar, el pan de la verdad y
de la amistad, el pan de los
ideales y valores que le dan
sentido a la vida, el pan de la
responsabilidad creadora
para que lo compartamos
cada da con los estudiantes
que nos confiaste y as
crezcamos con ellos hasta la
madurez del hombre nuevo.

Perdona nuestras ofensas,


como tambin nosotros
perdonamos a los que nos
ofenden. Perdnanos nuestras
mediocridades y nuestras
limitaciones culpables, porque
con ellas empobrecemos a
nuestros estudiantes,
perdnanos nuestros
desalientos y nuestras
impaciencias que nosotros
comprendamos y perdonemos
a nuestros estudiantes, como
T nos comprendes y nos
perdonas, que aceptemos a
nuestros estudiantes como
son, para que lleguen a ser
mejores.

No nos dejes caer en


tentacin. De hacer de
nuestra vocacin una
mercanca que se vende y
que se compra, de dar
una enseanza
comprometida con la
vida, de callar por miedo
cuando debemos hablar,
de desalentarnos ante el
peso y las dificultades de
cada da, de perder la
confianza en nuestros
estudiantes.

Y lbranos del mal. Del


paternalismo que
aliena y no deja crecer
y del autoritarismo
que domestica;
lbranos del mal
terrible de no amar a
nuestros estudiantes,
porque en ellos est la
esperanza de la patria
y del mundo del
maana. Amn.

S, Padre, as lo
queremos, as lo
esperamos de tu
bondad porque
T tambin lo
quieres y juntos
lo haremos
posible.

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