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Rebelén tiunfance y ultrafedralsmd nme 70 2, La quer de 1876: reforma educativa, Iglesia ‘tensiones regionales 86 3. Ta guerra de 1885: hacia el fn dl federalism 117 4, La Repneracié de 1886 el Concrdato de 1887 eee IV Las guerra contra Ia exclusn: les limites la centralization 1. La guerra de 1895. i 2, La Guerra de los Mil Dias (1899-1901) nnn 153 ‘A manera de conclusin. Prologo Las guerras civiles del siglo xix han tenido algo de mala prensa en la historiografia nacional, pues han sido casi siempre consideradas como el resulea- do de la aventura de cauillos heroicos y ambicio- 0s, que arrastraban tras sf a. masas inconscientes cde campesinos, aparceros y habitantes pobres de as ciudades en pos de los trapos “azul y rojo” de las banderas del conservatism y el liberalismo. Esa in- terpretacin subestima las problemticas regionales ‘locales en las que seinsertaban los enfrentamientos niicionales y las tensiones de tipo regional, local, inico y social, que expresaban los levantamientos de los caudillos. ¥ supone que los grupos sociales subalternos se comportan como una masa inerte, sin voluntad ni intereses propios, que es fécilmente manipulable por los cauaillos y jefes politicos, sin ‘considerar que es0s grupos tenfan sus propios moti- vos para participar en las guerras, que a veces eran ‘muy distineos de los pretendidos por las elites, loca~ les y regionales, y los jefes de las facciones partidis- tas del émbito nacional. ‘Ademés, esta conceptualizacién de las guerras pasa también por alto los resultados de esas guerras en la consolidacion de redes locales y regionales de poder yla construccién de imaginarios politicos como vvehiculos de identidad nacional, regional y local. Lo:mismo que la manera como las guerras civiles 2 ‘comunicaron los diversos tettitorios y ayudaron a articular las redes regionales y locales de poder en las dos grandes colectividades politicas, que domi- naron la vida nacional durante casi dos sgls. (tra linea interpretativa, més recente, ha trata- do de liga la recurrencia colombiana a las guerras «iviles como un sintoma més de una supuesta “cul- tura de la violencia” y de a intolerancia que ha ca- racterizado Ia historia de Colombia desde sus orige- ‘es hasta nuestros dias. Este enfoque pasa por alto los largs perfodos de la historia colombiana, en los que estuvo ausente el conflieto, cuando se hizo evi- dente la tendencia al arreplo politico entre los pari- dos por medio de las llamadas “conversaciones en- tre caballeros”: el Frente Nacional después de la ‘Violencia de los aftos cincuenta representa el ejem ‘plo més institucionalizado de estos arteglos de tipo consocional, que no han sido tan excepcional en ‘nuestra historia como algunos creen. Frente a esas lecturas, se ha venido produciendo una ruptura, que trata de superar tanto la mirada simplista y catastrofista de los conflictos como la historia anecdética y roméntica que narra batallas y contiendas como fruto de los pronunciamientos he- roicos de eaudllos. La iaquedda de una rue pers: pectiva de nuestras contiendas es parte de un inten to de recuperacién de la historia politica de Colombia, que habia sido dejada un tanto de lado por la historiografia mas reciente, cuyo énfasis pre dominance fue, en primer lugar, la historia social y —— econéimica, y, en segundo lugar, la llamada historia de las mentaidades. Sin embargo, el mayor interés por la historia regional, los aportes de la Sociologia, histrca, las aproximaciones de la Antropologia po- Iitica y social, los avances de la Historia econémica ‘social, junto eon los estudios sobre la Violencia de los affos cineuenta y la actual, han ido levando a rmirar las guerras civiles a la luz de ls procesos dela construcciGn del Estado nacional, que tiene en cuen- ta tanto el poblamiento del pafs como la construc- cin de la bases sociales de ls adscripciones politi- cas tradicionales. La tendencia a recuperar los aspectos sociales y politicos de nuestras contiendas internas tiene sus antecedentes, ya un tanto lejanos, en el libro de Al- varo Tirado Mejte wobre los Aspects sociales de las gucras ciuiles. Y atin mis lejanos en los trabajos plo- neros de Sociologia histérica de Femando Guillén Martinez, que trataba de ligar las adsripciones po- Iiticas de’ Tos sigs xx 2 con las estructuras so- ciales provenientes de las encomiendas, resguardos + haciendas coloniales. Mas recientemente, los es- tudios de los mal llamados violentslogos han lleva~ doa despertar un creciente interés por el estudio de Tas guerras cviles del silo xx. De ese interés dan ‘muestra los seminarios realizados en la Universidad ‘Nacional, tanto en la sede de Medellin como en la de Bogota: en la sede de Medellin, a importante labor del grupo liderado por Luis Javier Ortiz se ha visto plasmada en el excelente libro Ganase el cielo ° defendiendo la veligén; en la sede de Bogots, el semi- nario aller “Democracia, Nacién y Guerra liderado por Gonzalo Sanchez y Mario Aguilera ha suscitado ‘una reflexién importante sobre las guerras del siglo 20%, que esperamos ver pronto publicada. Ademiés, este interés creciente sobre el significado politico, tanto nacional como regional, se ha visto también reflejada en varias tesis de doctorado, maestria y pregrado, como las de Gustavo Bell sobre la Guerra de los Supremos en la Costa Antica, la de Marfa lena Saldarriaga sobre la misma guerra en Antio- quia y lade Luis Erwin Prado Arellano en el Cauca El Socorro, y otras més que sera largo enumerat. (tra tendencia de este movimiento de recuperacién. del sentido politico de las guerras civiles de siglo 3xnc esta representada por los trabajos de Maria Tere- ‘a Uribe y Liliana Lopes, recogidos en otra publica- cin de esta misma editorial, Las Palabras de la Gue- ‘ma, que significan un esfuerzo por recuperar la dimensi6n discursiva de las guerras por medio del anéliss de la manera como eran narradas y justifi- cadas por sus protagonistas y comentaristas, para _mostrarlas como unas acciones poiticas que busca- ban convencer y movilizar ala poblacién. Lalleceura del manuscrito de estas dos autoras, a la luz de mis propios trabajos anteriores sobre la ‘Guerra de los Supremos, me lev6 a hacer una inter- pretacién de las tres primeras guerras civiles, que combinaba el andlisis del discurso de ellas con la cconstruccgn de las redes de poder que servian de 10 base del biparidismo, fruto de otros de mis trabajos sobre el siglo xx. Estas reflexiones fueron recogidas tanto en mis comentarios a su manusrito y su libro fen mi articulo *A proptsito de Las Palabras de la Guerra”, publicado en la revista Estudios Poltico, de la Universidad de Antioquia, en la presentacién del libro en la Universidad Eafit, yen el capftulo de un libeo, Las Revoluciones en el mundo atntico, proximo ‘aparecer, publicado por la Universidad Externado de Colombia, Estos escritos fueron, de alguna manera, el ge ‘men de esta publicaci6n. La transformacién de esos articulos en una visiGn mas completa sobre las gue ‘as civles tuvo varias motivaciones combina lectura de los materiales y las reflexiones del semi- nip liderado por Gonzalo Sénches y Mario Aguilera, cn la Universidad Nacional de Bogotd, reforzados por el contacto con el grupo de la Universidad Na- ional de Medellin, coincidi6 con el interés de Ivin Nichols, director entonces del InRAO0, Instituto de Cultura Brasi-Colombia, de realizar un encuentro de historiadores de Colombia y Brasil, sobre algunos temas de interés mutuo. Asi, la presente publica cién fue elaborada como ponencia para ese. Primer Encuentro de Historiadores de Brasil y Colombia, organizado por Ivin Nicholls y los funcionarios del Taraco, con el apoyo de la Embajada del Brasil, des- cempefiada entonces por la doctora Marfa Celina de ‘Azevedo Rodrigues. Por eso, hay que agradecesles a ellos la ocasién que lev6 a la elaboracion de este

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