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“Implica la imposición a un niño o niña, en base a una relación de poder, de una actividad
sexualizada en la que el ofensor obtiene una gratificación. Esta imposición puede ejercerse
por medio de la fuerza física, el chantaje, la amenaza, la intimidación, el engaño, utilización
de la confianza o el afecto o cualquier otra forma de presión” Barudy, J. El dolor invisible
de la infancia. Una lectura ecosistémica del maltrato infantil. Paidos, Madrid, 1998.
Se requiere tomar en cuenta el mundo actual en el que vivimos, es
decir, la negación occidental de la muerte como defensa ante la
angustia, vivimos en un mundo que va de prisa en pro del ideal de la
eficacia donde se tiende a ocultar el dolor, por consiguiente a reducir
el tiempo y momento del duelo ante una pérdida. Sin embargo, se ha
investigado a través de los años que la existencia humana sólo
adquiere sentido en relación a la representación de finitud, esto es
independiente de la religión que se pueda tener y de la creencia de
otra vida después de la muerte, se refiere más bien a que esta vida tal
cual la conocemos tiene un final.
La mayoría de los abusadores inician su interacción abusiva ganándose la
confianza del niño y no necesariamente recurren a la violencia o
intimidación.
Ya sea que el niño sea seducido por el abusador, o que el niño o niña sienta
un temor profundo hacia el victimario, nos encontramos en un escenario en
donde el abusador ha logrado que su víctima mantenga en secreto la
situación abusiva. Para esto, el abusador recurre a una serie de mecanismos
de coerción.
Mecanismos de coerción más
frecuentes que utilizan los
abusadores:
Abuso de la relación de confianza:
A nivel familiar
• Familias en las que se ejerce alguna forma de maltrato hacia los niños/as.
• Familias en donde se socializa la desigualdad de género.
• Autoritarismo; familias con roles excesivamente rígidos y jerárquicos.
• Familias aisladas socialmente.
A nivel individual
• Falta de educación sexual.
• Baja autoestima.
• Carencia afectiva.
• Actitud pasiva.
• Dificultades en el desarrollo asertivo.
• Tendencia a la sumisión.
• Baja capacidad de tomar decisiones.
• Aislamiento social.
• Timidez o retraimiento.
Factores protectores:
Ciertas características personales y propias de la interacción con los
cuidadores son consideradas como factores de protección y, por ende,
son importantes de fortalecer en el proceso de crianza (y socialización
secundaria). A continuación se describen las más relevantes:
Desarrollo de una buena autoestima:
• Manténgase a la altura física del niño/a; por ejemplo, invítelo a tomar asiento.
• No presione al niño para hablar; espere que relate lo sucedido espontáneamente, sin preguntarle detalles
innecesarios.
• Tome en consideración el estado emocional del niño/a. Es frecuente encontrar fenómenos como mutismo,
negación u olvido.
• Evite manifestarse afectado emocionalmente por el relato del niño/a. Es esperable que usted se sienta
afectado, sin embargo, es recomendable que el niño/a no lo advierta. Procure disimular su perturbación, pue
muchos niños/as interrumpen su relato cuando la persona que recibe el relato, por ejemplo, llora o exhibe
muestras de profundo asombro.
No induzca el relato del niño/a con preguntas que proponen contenidos no expresados espontáneamente p
éste.
GRACIAS
• Manual completo disponible en: www.unicef.cl