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DIFERENCIA URBS Y CIVITAS

LA CIUDAD COMO IDEA Y REALIDAD ESPACIAL


En el siglo XVI, los autores y editores de revistas de ciudades así como los geógrafos
disponen de 2 términos y de dos conceptos para designar su objeto: la urb y la
civitas. La distinción entre estos 2 conceptos es tan importante como la manera en
que están articulados entre sí.
En cuanto civitas, la ciudad esta considerada como una entidad política que se
define por el tipo de asociación que existe entre sus habitantes. Se la designa
siguiendo a Aristóteles y Cicerón, como res publica , es decir, por la ley que la rige y,
mas generalmente, por el tipo de jurisdicción a que corresponde. También se la define,
siguiendo a San Agustín, como la manifestación de una fe común(religión).La noción
de civitas designa la comunidad política y religiosa, tal como se ha desarrollado en la
ciudad. Considerada como urbs, la ciudad es un conjunto de murallas y de
edificaciones, es un espacio delimitado ,organizado y edificado, Pero es ante todo ,
una clausura… La ciudad es a la vez una comunidad y un espacio construido, una
organización política y un espacio organizado, una idea y una realidad espacial.

Jean Marc Besse, “Vues de ville et geographie au XVI siecle: concepts, demarches
cognitives,fonction” en, Frederic Poussin(comp) Figures de la ville et construccion des
savoirs. Architecture, Urbanisme, geographie,París CNRS editions,2005,pag 27
Ambigüedades de lo urbano
• La condición urbana generalizada esta en el origen de un sistema urbano mundializado que
privilegia las redes y los flujos, contribuyendo así a distinguir los lugares entre sí, a jerarquizarlos y,
sobre todo, a fragmentarlo. La mundialización urbana no se presenta pues como el fin de los
territorios profetizados por algunos, sino como la reconfiguración territorial en la que el devenir de
las ciudades globales, las megaciudades, las metropolis y las megalopolis, corre parejo con las
nuevas economías en gran escala.
• Ya sea en las ciudades europeas ,ya sea en las situadas en otras partes del planeta-Mexico,
Estambul, El Cairo, Shanghái, Manila o Buenos Aires-, el devenir de urbano no permite al idealismo
de una ciudad democrática que, protegida e invulnerable, sea inmune a los choques de la
mundialización en el plano territorial.
• La mundialización invierte las tendencias en el largo plazo, favorece el predominio de los flujos
sobre los lugares, la privatización a expensas de la vida publica, y privilegia la separación, la
fragmentación o el abandono. “No podríamos , en efecto atenernos a un modo de fenomenología
etnocentrista-escribe por ejemplo .Hubert Damish-que se nutra de las imágenes de la ciudad
europea que proponen la literatura y la iconografía, y tener al mismo tiempo en cuenta los datos
conscientes del enfoque del fenómeno urbano”.
• La suerte de lo urbano, compartida ahora mundialmente, hace pasar de una cultura urbana-
europea en su origen, doblemente marcada por la voluntad de circunscribir límites y por el respeto
de la proximidad –a un “planeta urbano” que corre los limites en el doble sentido de la
megaciudad(ilimitación demográfica, abandono humano….) y de la ciudad global(la que se conecta
a los flujos y a lo ilimitado de lo virtual).

• El Etnocentrismo: Consideramos la realidad bajo el prisma de nuestra propia realidad cultural. Nos otorgamos el calificativo de normalidad frente a otras culturas que son periferia
(nosotros somos el centro y el resto son periferias), y por ello se crean los estereotipos. Debido al etnocentrismo, la realidad es siempre comparativa, que ordena la realidad de forma
jerárquica, y establece criterios de superioridad e inferioridad respecto a los estilos de vida, la propia cultura y la de los demás. En la dimensión ontológica, este etnocentrismo se
denomina Antropocentrismo: el hombre es el centro de la realidad en la que vive, y permite un dominio del hombre frente a la naturaleza.
• Durante mucho tiempo la cuestión urbana se abordo bajo el único prisma de los debates estéticos
relativos al urbanismo y a la arquitectura, pero hoy esa cuestión esta en el corazón mismo de la
problemática social.
• “La lucha de lugares”, la lucha por los lugares de que hablan los urbanistas italianos no deja a nadie
indiferente. Pero, ¿basta con comprobar el deslizamiento de un espacio orgánico circunscripto por un lugar
urbano a un espacio globalizado cuyos motores son los flujos?
• ¿ o bien debemos inclinarnos a ver que pasa en los lugares que ahora están generando los flujos?
• Si bien los resortes de la vita activa urbana siempre estuvieron asociados a una experiencia densa por ser
multidimensional y estratificada, esta experiencia –frecuentemente circunscripta, ya a la ciudad del
Renacimiento italiano o hanseatico(La Liga Hanseática o Hansa (Hanse en alemán, hansa en sueco) fue
una federación de ciudades del norte de Alemania y de comunidades de comerciantes alemanes en el mar
Báltico, los Países Bajos, Noruega, Suecia, Inglaterra, Polonia, Rusia, parte de Finlandia y Dinamarca, así
como regiones que ahora se encuentran en Estonia y Letonia),ya a la ciudad industrial del siglo XIX cuyos
símbolos son París y Londres- hoy esta ausente en el contexto de un sistema urbano mundializado.
• Por cierto aun es posible gozar de la ciudad, pero el placer urbano corresponde hoy a una cultura
patrimonial de carácter engañoso. La ciudad se confunde entonces con un museo, la serie de las grandes
exposiciones dedicadas por el centro Beaubourg a las grandes ciudades da testimonio de ello. La visita
de esta galería de las grandes ciudades de los siglos XIX y XX daba la extraña impresión de que un mundo
terminaba , el mundo cuya capital en el siglo XX fue Paris; el mundo de Moscú y de Berlín, ciudades
oprimidas y sacudidas por el poder; pero también el mundo de Nueva York, el de la vanguardia
arquitectónica celebrada por Claudel que habría de desplomarse momentáneamente el 11 de sep del
2001 bajo los golpes del terror. Esas exposiciones que pusieron en escena las grandes ciudades
occidentales alimentaron la nostalgia.
• Pero, por que somos tan sensibles a ese mundo urbano en vías de desaparición? ¿ Por que nos
precipitamos a los museos de la ciudad y hacia las ciudades museos? ¿ Por qué esos catálogos, esas
guías que devoramos para recuperar el sentido de las calles de Roma, de Praga o de otro lugar? Es
un lugar que nos falta, un tipo de territorio que echamos de menos? La experiencia urbana, la que
entrecruza un nivel poético, uno escénico y uno político, la que entrelaza lo privado y lo publico,
asociaba “naturalmente” la urbs y la civitas, un lugar una manera de ser, una forma urbana y un
tipo de hombre, en suma, una urbanidad; por lo tanto, lo inquietante es precisamente esta
disociación, este divorcio progresivo de urbs y civitas.
• Confrontada a esa sensación de un retroceso de la urbanidad, la creencia en una arquitectura
genial y salvadora es una ilusión, del mismo modo que el proceso de los ingenieros progresistas
impulsado por el movimiento de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna(CIAM)
no sirve para arreglar el problema de un urbanismo que no consigue “conformar la ciudad” en el
sentido en que se ”conforma una sociedad”. No, lo único que puede triunfar en la convicción de
que ya no se puede dar por descontada, por dada, por asegurada, una manera de reunirse en un
mismo lugar, de relacionarse, de formar un solo cuerpo en un espacio común; y la certeza de que
esa manera debe reconquistarse.
• La urbanidad de un lugar exige que desde ahora tomemos en consideración ciertas métricas (las
ciudades organizadas en territorios) y ciertas escalas (niveles locales, nacionales, zonales,
mundiales).
• Pero mas allá de esta comprobación, francesa o europea, cuyas consecuencias políticas no se
perciben adecuadamente y apenas se anticipan, la cartografía mundial de los territorios invita a
una doble toma de conciencia brutal: por un lado, que la cultura urbana, que exige proximidad y
discontinuidad, es una rareza cuando lo urbano continuo y generalizándose vuelve la regla; pero
también la conciencia de que un desarrollo urbano descontrolado esta tomando por asalto el
mundo extraeuropeo, extraoccidental.
• En Europa, las ciudades, ciertas ciudades, marchan todavía relativamente bien, pero en el
mundo extraeuropeo se esta jugando la suerte de lo urbano –y con ella, probablemente, la
de la democracia-. En otras regiones, lejos de nuestros acicalamientos de las formas urbanas,
la ciudad amenaza con volverse informe. En otros lugares, la ciudad “energúmeno”, en el
sentido en que Jean Francois Lyotard hablaba de un capitalismo energúmeno, sale de si
misma y expande sus límites.
• Una vez mas, las palabras de que disponemos para hablar de lo urbano acrecientan la
confusión. ¿A que termino hay que darle prioridad? ¿Debemos hablar paradójicamente, de lo
“urbano” en un mundo sin urbanidad, o recurrir a expresiones tales como posindustrial,
posurbano y hasta sociedad en red?
• Francoise Choay, aun cuando utiliza expresiones como civilización urbana”, lo “urbano y
“posciudad” como sinónimos, ya en 1970 hablaba de lo posurbano. Manuel Castells por su
parte valoriza la noción de sociedad en red, criticada por aquellos para quienes las redes de
ciudades existen desde hace mucho tiempo como uno de los principales resortes de la
relación comercial.

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