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Por: Lic.

Víctor Hugo Fernández García


El surgimiento de los planteamientos teóricos desarrollados por
Freud impactaron de manera importante a la comunidad científica
interesada en la comprensión de la mente y el comportamiento. En algunos,
la aceptación de los postulados y su formación como discípulos fieles del
psicoanálisis; en otros, reacciones contrarias que generaron otros enfoques
teóricos, y finalmente, aquellos que encontraban en la teoría psicoanalítica
algunas simpatías, pero a la vez no tenían acuerdo total, por lo que
replantearon muchos de los postulados desarrollados en una nueva forma de
psicoanálisis.
Entre estos últimos, destacan las aportaciones teóricas de Alfred
Adler, Carl Gustav Jung y Karen Horney, los dos primeros formados
inicialmente como discípulos de Freud, pero apartándose por diferencias en
la forma de plantear los postulados teóricos, mientras que Karen Horney
inicialmente se forma con enfoque psicoanalítico, para después reformular
varios postulados a partir de su trabajo con niños y sus observaciones en
adultos.

En este documento, se apreciarán de manera breve las posturas


teóricas desarrolladas de cada uno de estos tres autores, su concepción
sobre la personalidad y su impacto en la psicología de la personalidad.
En sus inicios, durante 10 años, seguía a Freud en la
postura del psicoanálisis; después de algunos desacuerdos teóricos,
Adler decide desarrollar su propio enfoque teórico y terapéutico,
denominado como Teoría Individual.

A diferencia de Freud, señalaba que el motivo principal


del individuo no se basaba en el placer o la sexualidad, sino el
esfuerzo por compensar un sentido de indefensión y la percepción
de la inferioridad.
Yo creativo, no reactivo. Adler se refería al Yo
como una entidad independiente y creativa, es la sede del
sentido de plenitud e identidad de la persona y que tenía la
capacidad de adaptarse a las demandas externas. El Yo no
es un sirviente de los deseos del Ello, por lo que no solo es
reactivo.

Complejo de Edipo como afán de superioridad y


no de amor o sexo. Según Adler, el complejo de Edipo no es
un fenómeno meramente sexual en el que el niño intenta
vanamente poseer a la madre, consideraba que el complejo
de Edipo manifestaba el esfuerzo del niño por superar su
sentido de debilidad e inferioridad, por lo que busca
competir con el padre para asegurar igual o mayor fuerza y
poder.
Interés social vs narcisismo. De acuerdo con Adler, el
narcisismo es una actitud aprendida o adquirida, ante el temor de
ser demasiado débiles e impotentes para sobrevivir, estaba en
desacuerdo con la expresión de Freud de que el narcisismo es
innato e instintivo y que responde al interés social y que sirve para
controlar el temor a la debilidad e impotencia que lleva a un estilo
de vida patológico.

Motivación orientada a metas, no a satisfacer


necesidades. Adler no entiende la motivación como un intento por
reducir la incomodidad por el aumento de tensiones biológicas,
consideró que la motivación humana surge como respuesta a los
esfuerzos por alcanzar metas que han elegido las personas.
La personalidad como unidad, no como
fragmentación. Adler señalaba que la teoría de Freud veía
la personalidad fragmentada como partes en competencia y
no como una unidad íntegra en funcionamiento; refería que
la personalidad es evolutiva, con tendencia a crecer y
convertirse en un todo.

Los sueños como asistentes para la acción y no


como ventanas del inconsciente. Adler consideraba que los
sueños son una ayuda a la acción del Yo, pues representan
intentos por resolver problemas no resueltos con capacidades
conscientes de razonamiento, y no son ventanas al
inconsciente como lo afirmaba Freud.
Respecto de la naturaleza humana, Adler opinaba que
somos básicamente buenos y capaces de mostrar un genuino interés
social altruista.

Sobre el complejo de inferioridad, Adler citó que la


niñez a menudo siente indefensión, debilidad e inferioridad por su
pequeño tamaño, limitación de conocimiento y capacidad y menor
fuerza en comparación con los adultos, es decir, que este complejo
se sustenta en las percepciones subjetivas, donde también se
incluyen factores sociales como la pertenencia a un grupo,
ocupación, origen étnico, afiliación religiosa o clase.

Adler afirmó la existencia de una pulsión de agresión


inherente, dominante y que regía la confluencia de pulsiones
secundarias.
En cuanto a la neurosis, Adler decía que el neurótico
mantiene una constante y no exitosa meta de adquirir seguridad
en sí mismo por medio del desarrollo de un sentido de superioridad
personal; en ese esfuerzo, se vuelven egocéntricos y desarrollan
una percepción exagerada de sí mismos, excluyendo el sano interés
por el bienestar de otros. El neurótico usa tres estrategias de
protección: excusas o estrategias de racionalización, estrategias
agresivas, y estrategias de distanciamiento.
Según Adler, las personas con fuerte interés social
pueden resolver los problemas básicos de la vida. Su tipología de
la personalidad se basa en el grado de interés social y el nivel de
actividad. Esta tipología refiere las siguientes dimensiones
constructuvo-destructuvo y a partir de estas los tipos son:
controlador-dominante, inclinado a recibir, evasivo, y socialmente
útil.
Jung fue sucesor de Freud por un corto tiempo, pues al
igual que Adler, tuvo diferencias teóricas importantes con Freud
que los llevaron a la ruptura. Desarrolló su enfoque teórico,
denominado Teoría Analítica. Como técnica terapéutica utilizó la
prueba de Asociación de Palabras, a diferencia de la hipnosis y
concentración que usaba Freud.

Esta prueba requería la realización de experimentos


con asociación de palabras que permitieran demostrar y explorar
procesos mentales inconscientes, y las dificultades psicológicas de la
persona. Se hacía por medio del registro y exploración de las
áreas de contenido que producían vacilación, perseverancia o
inhibición total de la respuesta en un individuo.
A partir de la asociación de palabras que
utilizaba Jung como técnica en terapia, observó que las
dificultades latentes se asocian en pensamientos unidos por
temas comunes, denominando a estos como “complejo”, es un
agrupamiento de pensamientos ocultos, una constelación de
ideas inquietantes para la persona, conectadas por un tema
identificable.

Jung cuestionó el concepto de líbido que


proporcionó Freud como pulsión general de placer arraigada
a la sexualidad. No concebía a la líbido como una pura
energía sexual, consideró que se trataba de una energía
psíquica general, neutral y no sexualizada, una fuerza vital
dinámica que puede ser encauzada, suprimida, bloqueada o
expresada.
La teoría de Jung consideraba dos principios: equivalencia y entropía.

El principio de equivalencia se refiere a que la líbido reprimida no se


destruye, no deja de existir, llega a algún otro lugar de la psique por encauzamiento
o canalización

El principio de entropía menciona que la energía psíquica fluye de las


ideas, arquetipos y complejos con la energía más intensa a los menos energizados.
Según Jung, la psique es la suma total de todos los contenidos
conscientes e inconscientes de la mente; también desarrolló en su enfoque una
estructura de la psique, como Freud, pero esta se componía por un Yo Consciente,
un Inconsciente Personal y un Inconsciente Colectivo.

El Yo consciente es similar a la postura teórica de Freud, con


impresiones sociales externas, pensamientos y conciencia de sentimientos y
sensaciones corporales; el inconsciente personal es similar al inconsciente que
plantea Freud, que contiene ideas e impulsos sacados de la consciencia por
represión por ser una amenaza para el Yo, además de contener el contenido
mental en desuso o que no requiere hacerse consciente pero recuperable.
El inconsciente colectivo, impersonal o transpersonal está
a un nivel más profundo del inconsciente personal, almacena
imágenes e ideas primordiales comunes a todos los seres humanos,
como posibilidades de acción, predisposiciones a responder de una
manera específica y posibilidad de moldear la experiencia en
ciertas direcciones. Afirma que es un instinto heredado que guarda
recuerdos antepasados que se trasmiten ante la concepción.
Jung desarrolló una tipología de temperamentos que le
ayudó a entender y clasificar las diferencias como las personas las
experimentan.

Se basó en dos actitudes básicas: introversión y


extraversión; a partir de lo anterior, propuso cuatro tipos
funcionales de personalidad o funciones exopsíquicas de la psique:
sensación, pensamiento, sentimiento e intuición.

A partir de esto, tipificó los tipos extravertidos e


introvertidos: Pensativo (racional), Sentimental (racional), Sensitivo
(irracional), Intuitivo (irracional)
Inició como teórica psicoanalítica, ampliando y
modificando el enfoque psicoanalítico por considerarlo demasiado
restrictivo en relación con los motivos sexuales y agresivos.

Horney afirmaba que la angustia básica era producto


de la hostilidad y malos tratos, especialmente si provenían de los
padres, decía que si bien era frecuente este ambiente hostil, no era
inevitable ni universal.
Desarrolló los conceptos teóricos: Maldad Básica,
Hostilidad Básica y Apego Ansioso.

La Maldad Básica consiste en una actitud fría,


indiferente, a menudo hostil, de rechazo y dominio que dirigen los
padres hacia los hijos.

La Hostilidad Básica se trata de un profundo


resentimiento que desarrolla el niño hacia los padres.

Según Horney, ante la indiferencia y poco cariño que los


padres muestran a sus hijos, se generan sentimientos de
dependencia, temor, indefensión o culpa, que obstaculizan su
capacidad de expresar su enojo por el maltrato que reciben. A
esto lo denominó Apego Ansioso.
En el enfoque teórico de Horney se definen diez
tendencias o necesidades neuróticas que pueden regir la
personalidad neurótica:

1) afecto y aprobación
2) “compañero” que se haga cargo de nuestra vida
3) restringir la vida a fronteras muy estrechas
4) poder, control a los demás, fachada de omnipotencia
5) explotar a los demás y obtener lo mejor de ellos
6) reconocimiento social o prestigio
7) admiración personal
8) logro personal
9) autosuficiencia e independencia
10) perfección e invulnerabilidad.
De acuerdo a Horney, cuando los niños confrontan un
conflicto intenso entre sus sentimientos de indefensión y hostilidad
reprimida, desarrollan una manera defensiva de percibirse en tres
formas del Yo:

• Yo Despreciado: La hostilidad reprimida del niño se vuelve contra


el Yo, respaldando la idea de que son indignos y no pueden ser
queridos, como les hace sentir los padres ante la incongruencia e
indiferencia.
• Yo Ideal: Los niños por fuerza hacen una reestructuración
defensiva de la imagen del yo real despreciado hacia esta
nueva forma del Yo, como deberían ser, para sobrevivir en un
mundo hostil y obtener la aprobación y amor que necesitan.
• Yo Real: Horney se refería a este como un “yo posible” donde el
individuo puede aprender a expresar de manera realista, es
producto de las percepciones e interpretaciones de las personas.
Con relación a la Neurosis, Horney refiere que
el conflicto neurótico central es favorecido por la adopción
de un Yo idealizado a costa de la espontaneidad, la
confianza en sí mismo y la independencia, pues la angustia
y el desamparo que experimenta el niño se asocia a la
hostilidad básica que no puede expresar por ser
reprimida, ocasionando que se distancie de su Yo real, lo
que favorece que el niño adopte el Yo idealizado como
una forma de enfrentar el mundo incierto.
Horney también refería que las personas usan
estrategias interpersonales como afrontamiento para resolver
conflictos básicos, por medio de alguno de los tres tipos básicos de
carácter:

1) acercarse a la gente como solución del retraimiento


2) ir en contra de la gente como una solución expansiva; y
3) alejarse de la gente como solución de la resignación.
Además planteó algunas otras
soluciones auxiliares a los conflictos:

1) Externalización
2) creación de puntos ciegos
3) Compartimentación
4) Racionalización
5) autocontrol excesivo
6) corrección arbitraria
7) carácter escurridizo y
8) cinismo.

Estas se asemejan a los planteamientos


de Freud sobre los mecanismos de defensa.
Horney modificó la concepción del Complejo de Edipo
que postuló el psicoanálisis clásico, considerándolo más amplio que
solo sexual, desexualizado, donde el niño se enfoca en el poder
hacia la madre y en lograr su amor que puede lograr sobre el
padre, más que la sexualidad y la culpa.

También señaló que los hombres envidian la capacidad


femenina de dar a luz y amamantar, conceptualizándolo como
“envidia del útero”, contrario al postulado de Freud sobre la
“envidia del pene”.
Finalmente a diferencia de Freud que se centró en los
procesos internos, en el enfoque teórico de Horney, se considera la
influencia de la cultura sobre el individuo como un eje que
determina no solo la estructura de su personalidad, sino aún las
áreas de conflicto, de tal forma que por eso se conciben de distinta
forma los conflictos en las diferentes culturas.
Como se pudo apreciar, aún cuando cada uno de los autores
revisados genera sus propias posturas teóricas y planteamientos que
intentan explicar la psique y la conducta, así como la conformación de la
personalidad, es indudable que la base teórica confluye a partir de los
postulados básicos que formuló Freud en el psicoanálisis, sin embargo esto
fue necesario para contribuir a refrescar y fortalecer las bases teóricas y la
forma de abordar en terapia al paciente.

Estos nuevos planteamientos, como otros que se revisarán en otros


temas, son aplicables en diversos contextos y situaciones, por lo tanto no se
descartan una a otra, sino se complementan en la comprensión de la mente
humana.
Boeree, C. G. (sin año) Teorías de la Personalidad. Disponible en:
http://biblioteca.iesit.edu.mx/biblioteca/L00932.PDF

Sollod, Wilson & Monte (año) Teorías de la Personalidad. Debajo de la


Máscara. 8ª Edición. México: McGraw Hill. Disponible en:
https://drive.google.com/file/d/0B7jlw5L59RAwMlh5eUpGVmU5dUU/vi
ew?usp=sharing

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