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La novela de posguerra ofrece un panorama desolador: algunos narradores habían

muerto y otros partido al exilio. A esto se añade que la censura impedía la edición
de obras de autores españoles y extranjeros que estaban llevando a cabo la
revolución de la novela.
Años 40: novela existencial
Destacan autores que vivieron la Guerra Civil. Entre ellos, Camilo José Cela, Carmen
Laforet, Gonzalo Torrente Ballester y Miguel Delibes, cultivadores de la novela
existencial.
La historia dela novela española de posguerra se inicia en 1942 con la publicación
de La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela y Nada (1945) de Carmen
Laforet, obas clave en la reanudación de la corriente novelística truncada en 1936.
Las características principales de esta corriente son:
• Tendencia a la acción más que a la meditación.
•Reflejo amargo de la realidad existencial del hombre contemporáneo en
situaciones límite que ponen a prueba su condición humana.
• Enfoque limitado en cuanto a la intención social.
• Traspaso del malestar social a la esfera individual.
•Imagen objetiva de la realidad española por medio de detalles y tipos.
Carmen Laforet (1921-2004)
En Nada, primer premio Nadal (1944) y rotundo éxito de público, nos presnta una
visión de la ruina moral y material existente en los años de crisis siguientes al final
de la guerra. Refleja aspectos de la sociedad barcelonesa, sirviéndose para ello de
las complejidades síquicas y emocionales de sus pesonajes. Estríctamente no
puede afirmarse que Nada sea una obra de significado social, porque en ella no hay
preocupación crítica ni social, pero es un precedente del realismo social de los años
50 por las referencias al mundo real que incorpora.
No sé si era un sentimiento bello o mezquino -y entonces no se me hubiera ocurrido
analizarlo- el que me empujó a abrir mi maleta para hacer un recuento de mis tesoros.
Apilé mis libros mirándolos uno a uno. Los había traído todos de la biblioteca de mi
padre, que mi prima Isabel guardaba en el desván de su casa, y estaban amarillos y
mohosos de aspecto. Mi ropa interior y una cajita de hoja de lata acababan de
completar el cuadro de todo lo que yo poseía en el mundo. En la caja encontré
fotografías viejas, las alianzas de mis padres y una medalla de plata con la fecha de mi
nacimiento.
Debajo de todo, envuelto en papel de seda, estaba un pañuelo de magnífico encaje
antiguo que mi abuela me había mandado el día de mi primera comunión. Yo no me
acordaba de que fuera tan bonito y la alegría de podérselo regalar a Ena me
compensaba muchas tristezas. Me compensaba el trabajo que me llegaba a costar
poder ir limpia a la universidad, y sobre todo parecerlo junto al aspecto confortable de
mis compañeros. Aquella tristeza de recoser los guantes, de lavar mis blusas en el agua
turbia y helada del lavadero de la galería con el mismo trozo de jabón que Antonia
empleaba para fregar sus cacerolas y que por las mañanas raspaba mi cuerpo bajo la
ducha fría. Poder hacer a Ena un regalo tan delicadamente bello me compensaba de
toda la mezquindad de mi vida.
Carmen Laforet, Nada
Tendencias narrativas de los años 40
Además de la novela existencial, en estos años existen otras tendencias
narrativas.

Realismo tradicional Ofrecen una visión burguesa del mundo:


Mariona Rebull, de Ignacio Agustí.
La quiebra, de Juan Antonio Zunzunegui.
Tremendismo Retratan los aspectos más terribles de la realidad:
La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela.
Humor y fantasía Tendencia minoritaria, representada por Álvaro Cunqueiro
con obras como Merlín y familia y otras historias.
El tremendismo
Se desarrolla, sobre todo, en la novela de los años 40, y se caracteriza por una
especial crudeza en la presentación de la trama (recurrencia de situaciones
violentas), los personajes son frecuentemente seres marginados, con taras físicas o
síquicas; criminales, prostitutas... Uso de un lenguaje bronco y desgarrado. Estos
rasgos estéticos podrían responder a la amarga experiencia vivida por sus autores
durante la contienda civil, la cual habría condicionado su manera de ser y presentar
la realidad en el mundo del arte. SI escritores como Cela o T. Borrás hablan
tajantemente y crudamente, no se tome como delectación o gusto por lo morboso,
sino como propósito revulsivo, de reacción.
Años 50: testimonio y objetivismo
Hacia 1955 se consolida una nueva generación de escritores, llamada generación
del medio siglo, que concibe la literatura como vehículo de compromiso entre el
escritor y la sociedad. Estas obras dan testimonio de la realidad del país y toman
partido ante los conflictos sociales –incluso políticos- de su época.
Utilizan la técnica narrativa del objetivismo: el narrador desaparece, deja de hablar
a sus personajes e intenta “fotografiar” la realidad, para evitar así problemas con la
censura.
Neorrealismo y novela social
Aunque es común el carácter comprometido y testimonial, deben distinguirse dos
tendencias literarias:
 El neorrealismo, que se solidariza con los problemas del hombre como ser
individual concreto, al que descubre y trata como tal.
 La novela social, que desde planteamientos marxistas, se centra en los
problemas de los grupos sociales.
En cuanto a la técnica narrativa y al estilo, predomina el objetivismo o
conductismo, cuyas características más destacadas son:
 El narrador oculto, que desaparece del relato y pretende reflejar la realidad de
un modo imparcial.
 En los personajes ausencia de análisis sicológicos: solo se sabe lo que hacen y
dicen.
 El predominio del diálogo sobre la narración. Diálogos que se esfuerzan por
reproducir las características del habla coloquial.
 El estilo sencillo y fácilmente comprensible. La obrase estructura en secuencias.
 EL protagonista colectivo, un grupo social (burguesía, proletariado). Si es un
individuo, este representa a la clase social a la que pertenece.
 El tiempo y el espacio concentrados. La acción trascurre en poco tiempo (unas
horas, un día) y en espacios reducidos (una casa, un barrio)
Los temas se centran en los problemas sociales contemporáneos de los
escritores:
• El vacío y el egoísmo de la burguesía.
• La dura y mísera vida del campo y la explotación del proletariado.
• La soledad y la incomunicación del individuo.
• El éxodo rural y la vida en los suburbios.
• La Guerra Cívil vista desde la infancia o adolescencia.
Autores del Neorrealismo
 Ana Mª Matute: Fiesta al noroeste (1953)  Rafael Sánchez Ferlosio: El Jarama (1956)
 Ignacio Aldecoa: El fulgor y la sangre (1954)  Carmen Martín Gaite: Entre visillos (1958)

Autores de novel social


 Jesús Fernández Santos: Los bravos (1954) y  Juan García Hortelano: Nuevas amistades
En la hoguera (1957) (1959) y Tormenta de verano (1961).
 Jesús López Pacheco: Central eléctrica (1958)  Armando López Salinas: La mina (1960)
Tendencias narrativas de los años 50
Además del neorrealismo y la novela social, en los años 50 se cultivan otras
tendencias narrativas.
Libros de viajes Describen críticamente las tierras y las gentes de España:
 Caminando por las Hurdes, de López Salinas.
 Campos de Níjar, de Juan Goytisolo.

Relato corto o cuento Obtuvo un notable desarrollo con autores como Ignacio
Aldecoa, Fernández Santos, Martín Gaite, Delibes, etc.
Lo malo de los que se creen en posesión de la
verdad es que cuando tienen que demostrarlo no
aciertan ni una.

No es lo mismo estar dormido que estar


durmiendo, porque no es lo mismo estar jodido
que estar jodiendo.

La más noble función de un escritor es dar


testimonio, como acta notarial y como fiel
cronista, del tiempo que le ha tocado vivir.

Su obra ha influido en el desarrollo de la narrativa española desde los años


cuarenta. A él se debió el primer síntoma de recuperación de la novela de
posguerra y un renovado interés por los libros de viajes. Su vocación de
experimentación se suma a unas grandes dotes de observador de la realidad
contemporánea.
Nació en 1916 en Iria Flavia, cerca de Padrón (La Coruña). Desde 1925 su
familia se estableció en Madrid, donde continuó sus estudios. Empezó las
carreras de Derecho y Medicina, aunque no concluyó ninguna, y asistió a
algunas clases en la Facultad de Filosofía y Letras. Desde sus primeros
libros, le acompañaron el éxito y ha podido dedicarse exclusivamente a la
escritura.
Su tarea literaria recibió numerosos reconocimientos: ingreso en la Real
Academia en 1957; fue designado senador por el rey Juan Carlos I, y
participó activamente en la redacción de la Constitución española de 1978;
recibió el Premio Príncipe de Asturias en 1987, el Premio Nobel de
Literatura en 1969 y el Premio Cervantes en 1996.
Cultivó multitud de géneros: libros de viajes, novelas cortas, cuentos, etc. La
novela le permite plantear una visión totalizadora de la realidad. Cela experimenta
en cada novela un nuevo enfoque en su manera de contar.
• De sus primeras obras, destaca el contraste entre la violencia de la acción y del
lenguaje de La familia de Pascual Duarte con la lentitud del transcurso del tiempo
en el sanatorio de tuberculosos de Pabellón de reposo.
• La colmena introduce nuevos planteamientos narrativos: la reducción temporal,
el desorden cronológico, la elección del personaje colectivo, la innovadora
estructura de la novela, etc.
• En Mrs Caldwell habla con su hijo, Cela se adentra en el mundo imaginario, a
través de una mujer que escribe cartas a su hijo muerto; la novela parece ilógica
porque penetra en el cerebro de un ser perturbado.
• A partir de los años sesenta, se suma a la experimentación con San Camilo 1936 y
Oficio de tinieblas 5.
• Entre sus últimas obras destacan Mazurca para dos muertos, Cristo versus Arizona
y La cruz de San Andrés.
La familia de Pascual Duarte (1942)
Con ella, Cela perfiló un estremecedor relato tremendista siguiendo la técnica
cervantina del manuscrito encontrado. El narrador dice haber hallado en una farmacia
de Almendralejo unos papeles que decide ordenar y publicar. Se trata de la narración en
primera persona (al modo de los relatos picarescos): “Yo, señor, no soy malo, aunque no
me faltan motivos para serlo.”) tratando de justificar sus crímenes: asesinó
salvajamente al Estirao, amante de su hermana Rosario y de su esposa Lola, y a su
propia madre, además de al marqués por cuya muerte ha sido condenado. La extrema
violencia, miseria y la falta de instrucción en los que se ha criado hacen que estos
sucesos, parezcan inevitables. Los efectos perversos de este primitivismo parecen
denunciarse en la obra, aunque lo esencial es la expresión de la desazón existencial, así
como la visión fatalista, determinista, de la existencia.
La familia de Pascual Duarte (1942)
Argumento
Pascual Duarte es un campesino extremeño condenado a muerte por una serie de
asesinatos. Pascual empieza contando su infancia, el carácter violento de sus padres, la
vida de su hermano Mario, disminuido físico y síquico, al que los cerdos le comen las
orejas, y acaba ahogándose en una tinaja de aceite. El protagonista siente cariño por su
hermana Rosario, que abandona el pueblo y “se echa a la vida”, Pascual sólo recuerda
unos días de felicidad tras su boda con Lola. Pero esta aborta y posteriormente muere
otro hijo suyo antes de un años. Pascual huye y, cuando regresa a los dos años, su mujer
le confiesa que espera un hijo. Al asesinato de su esposa se suman otros, entre los que
se encuentran el de El Estirao y el de su propia madre.
Esta novela impresiona por su fondo terrible y su contenido humano; el carácter de
Pascual se define por la simplicidad de su bondad y de su maldad, a la que le ha
conducido el primitivismo de su existencia.
La Colmena
La estructura externa está compuesta de seis capÍtulos y un epílogo. Cada
capítulo consta de un número variable de secuencias de corta extensión,
que desarrollan episodios que están mezclados con otros que ocurren
simultáneamente. De esta manera el argumento se rompe en multitud de
pequeñas anécdotas. Lo importante es la suma de las mismas, que
conforma un conjunto de vidas cruzadas, como las celdas de una colmena.
La colmena inaugura el realismo social de los años cincuenta. En ella el
autor intentó reflejar con el máximo verismo la realidad social de la época
adoptando un punto de vista objetivista, pero, como es lógico, tuvo que
realizar una selección dentro de ese inmenso conjunto. Lo que predomina
es la clase media baja, la pequeña burguesía venida a menos, es decir,
gentes mediocres y en situación inestable, que tienen un futuro incierto y
han de vivir a salto de mata. Sus ilusiones y proyectas de futuro son
engañosos; su vida es una “mañana eternamente repetida”.
Destaca la presencia de un personaje colectivo. La novela refleja las rutinas
y miserias cotidianas de una multitud de personajes (en torno a
trescientos, en su mayoría pertenecientes a las clases más humildes o a una
burguesía con escasos recursos), , que luchan por sobrevivir en un entorno
de soledad y frustración. La acción no está centrada en un sujeto, sino en el
conjunto de la ciudad (“ese sepulcro, esa colmena”). Doña Rosa, dueña del
café al que todos acuden o Martín Marco, un poetastro que malvive
ayudado por prostitutas, sirven de mínimo hilo conductor.
Este tipo de personajes se ajusta muy bien a la visión de la vida que ofrece
la novela. Martín Marco, uno de los personajes principales, lo ejemplifica
muy bien. Es un escritor bohemio y fracasado que va viviendo al día, y
cuando comienza a tener ilusiones y esperanzas, el destino le juega una
mala pasada. Este pesimismo existencial es una constante de Cela: “Nada
tiene arreglo, evidencia que hay que llevar con asco y con resignación.
La voluntad de reflejar con exactitud la realidad no supone la neutralidad
del autor, que interviene de dos formas contradictorias. En la mayoría de los
casos utiliza la técnica objetivista, es decir, se limita a mostrar, a describir
desde fuera sin penetrar en el interior de los personajes. Otras veces, sin
embargo, adopta una actitud omnisciente y comenta irónicamente las
actitudes de los personajes: “Le esta bien empleado lo que le pasa”.
Fragmentarismo y técnica del contrapunto. La obra consta de 215
fragmentos separados por espacios en blanco y estructurados en seis
capítulos, en los que se desarrolla un tejido de líneas argumentales
simultáneas. El narrador, en tercera persona, en ocasiones irrumpe en
primera persona, como si se tratara del autor; así dice de un personaje: “Se
llama Mauricio Segovia y está empleado en la Telefónica. Digo esto porque,
a lo mejor vuelve a salir”.
Estilo
Presenta una apariencia de espontaneidad que esconde un cuidadoso
trabajo de perfeccionamiento. La prosa contiene efectos rítmicos,
paralelismos, repeticiones. Predomina el tono cortado, brusco y directo,
pero a veces surgen fragmentos líricos: “La mañana sube, poco a poco,
trepando como un gusano por los corazones de los hombres y las mujeres de
la ciudad…”
Detrás de los visillos de su entresuelo, doña María Morales de Sierra,
hermana de doña Clarita Morales de Pérez, la mujer de don Camilo, el
callista que vivía en la misma casa de don Ignacio Galdácano, el señor que
no podrá asistir a la reunión en casa de don Ibrahín porque está loco, habla
a su marido, don José Sierra, ayudante de obras públicas.
Su interés por las tierras y gentes de España se pone de manifiesto en sus
libros de viajes, entre los que destacan Del Miño al Bidasoa, Viaje del
Pirineo a Lérida o Judíos, moros y cristianos. El más conocido es Viaje a la
Alcarria, “libro de andar y ver” como él mismo lo definió.
Constituyó un estímulo para los jóvenes escritores de los años cincuenta,
que suprimieron el pintoresquismo de la obra de Cela para convertir sus
relatos en estudios sociológicos sobre distintas regiones de la España más
deprimida, de acuerdo con la preocupación social de la época.
El narrador coge su macuto y se echa a andar por los pueblos de esta
comarca de la provincia de Guadalajara, admirando su paisaje y hablando
con sus gentes.
CARMEN LAFORET
Carmen Laforet Díaz nació el 6 de septiembre de 1921 en Barcelona. Se
trasladó a Canarias con su familia cuando contaba dos años de edad, pero
con 18 regresó a Barcelona para estudiar Filosofía y Letras y Derecho, sin
llegar a terminar ninguna de las dos carreras. Tres años más tarde se va a
vivir a Madrid, donde contrae matrimonio.
Ganó con 23 años la primera edición del Premio Nadal con su novela Nada,
obteniendo un enorme éxito de público ( tres ediciones en el mismo año de
su publicación) y de crítica, que culminó en 1948 con el premio Fastenrath
de la RAE.
Más tarde continuó su obra narrativa con varias novelas, cuentos y relatos
cortos. La insolación, publicada en 1963, es hasta la fecha su última novela y
la primera parte de una trilogía que debía titularse Tres pasos fuera del
tiempo.
Falleció en Madrid el 29 de febrero de 2004.
Nada
Nada es una novela escrita por Carmen Laforet en 1944, que ganó
el Premio Nadal en 1945. La obra llamó la atención no solamente por la
juventud de la escritora, que por aquel entonces tenía veintitrés años, sino
también por la descripción que Laforet hizo de la sociedad de
aquella época. Frente a quienes dijeron que la novela era autobiográfica la
autora afirmo «No es, como ninguna de mis novelas, autobiográfica,
aunque el relato de una chica estudiante, como yo fui en Barcelona, e
incluso la circunstancia de haberla colocado viviendo en una calle de esta
ciudad donde yo misma he vivido, haya planteado esta cuestión más de una
vez».
Nada es una novela de carácter existencialista en la que Carmen Laforet
refleja el estancamiento y la pobreza en la que se encontraba la España de
la posguerra. La escritora supo transmitir con esta obra, escrita con un estilo
literario que supuso una renovación en la prosa de la época, la lenta
desaparición de la pequeña burguesía tras la Guerra Civil.
Andrea es una joven huérfana de 18 años que llega a Barcelona, justo
después de la Guerra Civil, a estudiar Filosofía y Letras.
Es acogida en casa de su familia materna, en un piso de la calle Aribau. La
vivienda refleja de alguna manera la situación en la que se encuentran sus
ocupantes: otrora un piso cómodo y elegante, ha sido reducido y en él se
apiñan muebles viejos, junto con olores desagradables y un desarreglo y
descuido permanentes.
Allí viven, entre grandes penurias económicas, la abuela de Andrea, una
viejecita cada vez más flaca e indefensa; sus tíos Angustias (una solterona
beata), Román (bohemio y provocador) y Juan (un pintor atormentado); el
hijo y la esposa de éste, Gloria (una mujer joven, de origen humilde y
aparentemente muy ingenua); Antonia, la criada (un personaje sombrío), y
Trueno, el perro de Román.
Las peleas entre los hermanos y el control férreo que Angustias pretende
ejercer sobre Andrea hacen que las ilusiones que ésta tenía respecto a una
vida feliz en la gran ciudad se desvanezcan.
Sólo le quedan las clases de la universidad, donde conoce a Ena, una
muchacha encantadora, perteneciente a una familia rica y
aparentemente feliz, y a otros jóvenes (todos aspirantes a artistas -
pintores, escritores- provenientes de la clase acomodada).
Cuando Angustias decide retirarse a un convento, Andrea se siente liberada
y comienza a conocer por su cuenta Barcelona, recorriendo sus calles y
recovecos y frecuentando más a sus amigos.
Sin embargo, todo se complica cuando Ena entabla una relación sentimental
con Román y se aparta de Andrea.
Paralelamente, las palizas que Juan le propina a Gloria aumentan a niveles
insoportables, aunque no son más que el reflejo de sus frustraciones. Lejos
de tratar de calmar las cosas, Román se empeña en animarlas, demostrando
un odio visceral hacia ambos. La verdad es que Román siente una gran
atracción por Gloria y no soporta verse rechazado.
Mientras, Pons, un joven de la universidad, rico y poco atractivo, convence a
Andrea para que acuda a una fiesta, casi en calidad de novia. Va, entusiasmada,
pero se da cuenta de que no encaja en su ambiente y que no siente nada por su
pretendiente, lo cual es interpretado por ella como un fracaso.
Al regresar, se encuentra con la madre de Ena, que le revela que de joven estuvo
enamorada de Román, quien le causó un gran daño. Por eso teme que Ena
sucumba también a los encantos del tio de Andrea. Lo cierto, sin embargo, es que
la amiga estaba al tanto de esta situación y simplemente quería vengar a su madre,
haciéndole creer a Román que le interesaba.
Al final, Román se suicida, lo que genera un gran revuelo y dolor entre la familia de
Andrea y acrecienta el deterioro psicológico de sus miembros .
Ena se traslada a Madrid junto con su familia y un año después el padre de ella le
ofrece trabajo a Andrea, que, por supuesto, acepta. La novela termina con la
partida de la protagonista, muy temprano, cuando todos duermen, y con la
sensación -en ese momento- de que lo que se lleva de allí, del viejo piso de la calle
Aribau, luego de un año, es, precisamente, nada.
Los personajes femeninos tienen gran importancia en la obra. En la casa de
la calle de Aribau destacan Angustias, Gloria, la abuelita y la criada.
Angustias representa el principal obstáculo en la búsqueda de libertad de
Andrea, la moral represiva y la disciplina, la falsa moralidad y religiosidad.
Así lo demuestra su relación con Jerónimo, a quien rechazó al principio por
ser pobre y después, cuando regresó adinerado, lo sedujo y arruinó su
matrimonio.
Gloria está descrita como “la mujer serpiente”, su belleza contrasta con la
oscuridad de la casa. Superficial, sus palabras son simples como su
comportamiento, se muestra egoísta e interesada. Ella, contra el desprecio
general, proclama sus virtudes, su bondad y la belleza. Resiste las palizas y
luego nuestra impresión cambia, a pesar de todo conserva su ingenuidad y
va desmantelando la casa poco a poco. Es el objeto de escarnio y deseo por
parte de Román, pero también autora de dos denuncias hacia su cuñado. En
la última cena tiene pan y pescado en abundancia.
La abuelita es bondadosa y fantasmal, solo sale de su silencio y de sus rezos
con el único arrebato de cólera ante los planes de Gloria. Tira al suelo la
carta liberadora de Andrea, es casi su último gesto de madre protectora.
Antonia, la criada, aparece como un ser animalizado y hosco, de instintos
primarios, que goza de la miseria de sus señores como una especie de
triunfo personal. Salva la vida a Román, hacia el que siente un oscuro amor.
De los personajes femeninos del mundo universitario destaca
Ena, guapa, rica, inteligente, irrumpe con fuerza en su vida, conocerla
supone liberarse del espacio cerrado de la casa y la inmersión en la
naturaleza. Es un personaje idealizado, al igual que su madre. La amistad de
Andrea con Ena sufre un quiebro cuando, tras su fracaso con Gerardo, llega
a casa y encuentra a su amiga con Román. Desde ese día Ena rehúye a
Andrea, aunque luego se producirá la reconciliación.
Tanto Ena como su madre representan a las protagonistas de la novela
sentimental romántica. La madre de Ena le confiesa su atracción juvenil
hacia Román, le ruega que la ayude a romper el hechizo que ahora sufre
Ena. El deseo de ésta de conocer a Román estaba alimentado por el deseo
de descubrir la fascinación de su madre hacia él y por la búsqueda de una
venganza.
De los personajes masculinos, mucho más desdibujados, se cita a Jaime,
novio de Ena, y a los acompañantes de Andrea. Gerardo es un personaje
episódico que la aborda una noche en las proximidades de la catedral y con
quien luego tendrá su primera cita, tras la que solo siente asco. Después de
su distanciamiento de Ena, tiene otra cita con otro personaje del ambiente
universitario, Pons, que será el causante de su segundo fracaso sentimental.
Pons también la introduce en un grupo de jóvenes bohemios con
pretensiones artísticas que se reúnen en el barrio gótico de Barcelona,
Guíxols, Pujol e Iturdiaga. Allí Andrea se siente dichosa. Con Pons vivirá
Andrea una nueva decepción, pues éste la rechaza de su mundo, trivial y
opulento, vacío y ajeno al suyo.
De los personajes masculinos, mucho más desdibujados, se cita a Jaime,
novio de Ena, y a los acompañantes de Andrea. Gerardo es un personaje
episódico que la aborda una noche en las proximidades de la catedral y con
quien luego tendrá su primera cita, tras la que solo siente asco. Después de
su distanciamiento de Ena, tiene otra cita con otro personaje del ambiente
universitario, Pons, que será el causante de su segundo fracaso sentimental.
Pons también la introduce en un grupo de jóvenes bohemios con
pretensiones artísticas que se reúnen en el barrio gótico de Barcelona,
Guíxols, Pujol e Iturdiaga. Allí Andrea se siente dichosa. Con Pons vivirá
Andrea una nueva decepción, pues éste la rechaza de su mundo, trivial y
opulento, vacío y ajeno al suyo.
En la casa de la calle Aribau destaca el enloquecido Juan, que era un militar
republicano. Es una figura patética en su brutalidad y destrozado por la
sinrazón de la guerra y por la traición de su hermano Román, que domina el
espacio de la casa con su encanto maléfico, que va desapareciendo poco a
poco y queda reducido a un pelele ridículo.
Román abandona sus ideas y actúa como un delator. Traiciona a su
hermano acosando a Gloria. Es un artista malogrado, antes de la guerra
había conseguido un prestigio como violinista, pero ahora malvive en
oscuros negocios de contrabando, obstinado cruelmente en la destrucción
de la familia y jugando con el destino de quienes le rodean gracias a sus
facultades de seducción y sometimiento. Ena y Gloria acaban con su poder
y su seducción. El mordisco en la oreja del perro queda como último acto de
su animalidad. Su suicidio es una especie de justicia poética por el sadismo
con el que ha martirizado a sus allegados. Muere degollado, como un cerdo.
Estilo
Carmen Laforet se adelanta a su tiempo con una prosa intimista y
fotográfica, en la que se describe perfectamente la Barcelona de la época.
La autora utiliza para ello recursos propios del impresionismo. Como
muestra de estos recursos impresionistas, en Nada predomina la
descripción. La protagonista se fija en todo aquello que le rodea a su llegada
a Barcelona; transmite una visión totalmente subjetiva, ya que no describe
los objetos tal y como son, sino que lo hace como ella los percibe,
aportándonos sus sensaciones y emociones. Afirma Rosa Navarro,
catedrática de literatura, que es representativo el gran número de veces
que la autora utiliza el verbo "parecer". También, sintagmas como "tener la
impresión", "tener la sensación" o similares aparecen abundantemente en
la novela. Además, una de las formas retóricas más repetidas en la obra es
la comparación.
El uso del espacio en la novela
La obra se desarrolla en Barcelona, lugar donde la joven Andrea, de tan sólo
18 años, entusiasta, inocente y con gran afán de superación, decide que
transcurra su próximo año en la Universidad. Pero lo que para ella supone
un cambio de vida excitante resulta un completo desengaño, ya que a partir
de entonces habrá de sufrir angustiosas situaciones que la conducirán a su
madurez. Andrea hubo de enfrentarse a la sociedad burguesa y
conservadora de los primeros años de la posguerra, sometida al franquismo
y cargada de hambruna, en la cual las mujeres no tenían derecho a desear,
ni tan siquiera a superarse, sino que habían de reconocerse como puros
objetos destinados únicamente a la maternidad. Lucir luto tras la muerte de
un ser querido era la norma entre las mujeres, y el suicidio estaba
considerado como un acto despreciable, ya que era impropio de un
cristiano atentar contra su vida. Andrea vivía alternando diariamente dos
espacios razonablemente dispares: por un lado, la casa familiar en la calle
de Aribau, en la cual reinaban la violencia y el hambre; por otro, la
Universidad, plena de entretenimiento, compañerismo y gozo, necesarios
para evadir y reducir su angustia.
Punto de vista en la novela
Esta historia está contada en primera persona por la protagonista misma, en
el futuro, mientras recuerda las experiencias vividas en Barcelona; no por la
Andrea recién salida de dicha ciudad, sino por una Andrea madura, que a la
larga se ha dado cuenta de que realmente sí que se llevó algo de la calle de
Aribau. Esto se denota en el comentario «al menos, así creía entonces…»,
con el que la narradora deja clara una diferencia de opinión respecto a ella
misma de joven. El punto de vista de Carmen Laforet es el mismo que el de
Andrea, un punto de vista cargado de tristeza desde el que denuncia toda la
miseria sufrida por la sociedad española de los años cuarenta. Con esta
novela, Carmen Laforet ha sido relacionada con la corriente literaria, surgida
en la posguerra, llamada existencialismo.

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