Los libros se inventaron en el siglo V, están hechos de láminas de pergaminos que se
unían en su costado. La elaboración de libros era una tarea lenta, complicada y muy costosa; los escribanos profesionales tardaban hasta 4 o 5 meses en copiar un texto de 200 páginas. El costo de la elaboración era muy costoso, se necesitaban 5 pieles de borrego para hacer un libro, de allí su valor comercial era alto y solo las personas adineradas podían comprarlo como objeto de lujo. Eran pocas las personas que podían acceder a su conocimiento, ya que estos generalmente se encontraban en los monasterios, donde había monjes especializados en la escritura trabajando en lugares llamados “scriptorium”, en donde ellos copiaban, ilustraban, decoraban y pintaban los libros que tenían alto valor cultural, en aquella época (siglo XXI) son considerados obras de arte medieval. Durante la edad media, los libros eran una propiedad colectiva de una comunidad religiosa hasta el siglo XIII empezando a generalizarse este fenómeno cumpliendo sus propósitos para el estudio y de devoción religiosa, ya que en aquella época eran usados por sacerdotes en los monasterios, considerándose propiedad del santo titular. Para aquella época, la necesidad cuando se fundaba un monasterio teniendo que ser provisto de objetivos litúrgicos. Unas de las obligaciones de los monasterios era el trabajo intelectual considerándose una virtud, a los monjes copistas se les ofrecía estímulos y no participaban en las labores del campo. Para un monje, realizar un manuscrito era una ardua tarea de un año, perjudicándose físicamente y soportando el frío del invierno. En el siglo XII fue la edad dorada de los libros monásticos, siendo las bibliotecas de los monasterios su centro principal de acopio de libros incluyendo la biblia y trabajos antiguos y contemporáneos.