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¿Qué es la ética personal?
Ética personal es la conciencia que tenemos de nuestros propios valores, de cómo los
usamos y de cómo actuamos. Es la decisión que como individuo alguien realiza para
escoger la opción buena o la opción mala, que casi siempre depende de los valores y la
formación de cada persona. La ética personal, por lo tanto, estudia las decisiones de los
individuos y las opciones que se tiene para escoger la buena o la mala opción.
Sexualidad
La sexualidad es una dimensión muy importante en la madurez personal y ética. La información sobre este
tema, la mayoría de las veces, proviene de la experiencia de amigos o familiares, de lecturas, películas,
televisión, internet; y muy poco de la familia. Pero no basta la información, es necesaria una formación bien
fundamentada.
Francisco Cardona, en sus escritos, considera la sexualidad como una dimensión de toda la persona. Es una
característica esencial y básica, el modo de ser masculino o femenino. La sexualidad, de esta manera, marca la
inteligencia, la voluntad, los afectos, el cuerpo. En otros términos, “todos los aspectos que conforman a la
Función comunicativa-afectiva: Es la posibilidad que ofrece la sexualidad para el encuentro con el otro ser humano, el
contacto y la relación intersubjetiva, la intimidad compartida y el establecimiento de vínculos emocionales y sentimentales, la
sexualidad impulsa a la persona a salir de la soledad y buscar, tocar y abrazar al otro. En esta función la relación de pareja es
muy importante.
El amor como donación
La dimensión de amor/amar, inseparables, es la más profunda direccionalidad y fuente de sentido del ser humano. Su
orientación o desorientación constituye la clave de la humanización deshumanización de sus infinitas capacidades y
posibilidades.
El amor es universalizado con palabras de absoluta resonancia: love en inglés, amour en francés, amore en italiano y Liebe en
alemán. El amor es una complicada realidad que hace referencia a múltiples objetos o aspectos de la vida.
Amistad o simpatía. Amor hacia otra persona. El amor de amistad es uno de los mejores regalos de la vida; gracias a él,
podemos percibir la relación humana como próxima y llena de comprensión.
Relaciones interpersonales. Amor de los padres a los hijos y viceversa; amor a los familiares, a los vecinos, a los
compañeros de trabajo. En cada una de ellas, la vibración amorosa será de intensidad distinta, según la cercanía o
alejamiento que exista de la misma.
Ideales. Amor a la justicia, al derecho, al bien, a la verdad, al orden, al rigor metodológico. Aquí la palabra amor es más
que nada una forma de hablar, aunque implica inclinación.
Formas de vida. Amor a la tradición, a la vida en contacto con la naturaleza, al trabajo bien hecho; amor a la riqueza, a las
formas y estilos de vida clásicos. Sobre gustos, hay muchas cosas escritas: cada una refleja una forma preferente de
instalación en la realidad.
Al prójimo. En su sentido etimológico y literal es el amor a las personas que están cerca de nosotros con todo lo que ello
trae consigo.
A Dios. Para el creyente, el amor a Dios es una razón primordial para vivir, el que da sentido a toda la vida.
El matrimonio como vocación
El matrimonio es tan antiguo como el ser humano. A lo largo de la historia, esta convivencia, que funda la
familia en su multiplicidad de significados y formas, según las creencias y culturas, ha estado rodeada y
regida por innumerables ritos, costumbres, leyes y normas.
El matrimonio no es simplemente una invitación a vivir juntos, sino una experiencia de saberse y sentirse
llamados a realizar la atracción mutua que surge entre dos seres, desde la opción libre y voluntaria. Un
hombre y una mujer, en este sentido, deciden unirse, comprometerse, con la perspectiva de cultivar el
amor mutuo, de sobrellevar las dificultades y conflictos, y prometerse fidelidad “hasta que la muerte los
separe”, como entorno propicio para ofrecer una estabilidad a los hijos que han de procrear.
El matrimonio, hoy y siempre, es un gran desafío que necesita de una fuerte espiritualidad, de un amor
inteligente que se construye en la búsqueda constante de conocer y acoger al otro y a sí mismo, de donarse
y recibirse mutuamente y que encuentra su continuidad en el amor a los hijos.
El amor se transforma en complicidad: compañerismo. Se mantiene la pasión y la ternura; se cuidan
también la admiración y el intentar no defraudar al otro. Se muestran los lados positivo y negativo de la
convivencia, pero tratando de corregir lo que interfiere el normal funcionamiento de la pareja… Porque la
vida es ser, no tener.