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Aplicar los Principios

Económicos a Casos
Concretos
Un mundo sin propiedad. ¿Porqué algunos deben excluir a los otros?

En África, en las regiones del sur del Sahara viene desarrollándose una tragedia de dimensiones
colosales: El desierto se viene expandiendo a un ritmo acelerado amenazando, en palabras del
ex Secretario General de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, “(…) con borrar del mapa a
cuatro o cinco países africanos”, trayendo hambre y desolación. Una de las naciones víctimas
directas de esté fenómeno el Libia, cuyo territorio está compuesto en un 90% por desiertos.
Pero esto no siempre fue así. Durante el Imperio Romano, libia estaba cubierta de árboles y el
pastoreo era productivo. No existen variaciones climáticas que puedan explicar la desertización
producida desde la época romana.

Este cambio es atribuido por Burton a una diferente regulación jurídica del régimen de
propiedad. En la actualidad, como producto de la organización tribal, el uso de la tierra y de los
pastos es común. Todos los pastores y agricultores usan este bien como un bien de todos. El
efecto es el sobre pastoreo y la extinción de las escasas fuentes de agua existentes. La
consecuencia final es el avance imparable del desierto. Por el contrario, durante la invasión
romana existió un régimen de propiedad privada donde de cada titular podía excluir a los
demás del uso de la porción de tierra que se le asignaba .

Así , cada propietario cuidaba sus fuentes de agua y evitaba que el sobrepastoreo convirtiera su
tierra en inservible.

¿A qué atribuir los diferentes efectos entre la propiedad común y la propiedad privada? Para ello
es preciso recurrir a un concepto económico ya analizado: la externalidad.

¿Qué son las externalidades? Algunos la llaman “efectos no contratados”. Como ya vimos, en
toda actividad humana hay ciertos costos y beneficios que son directamente asumidos por el
agente del comportamiento específico. Así, cuando un agricultor cultiva la tierra recibe a cambio
el beneficio de la venta de la producción que obtiene. Cuando alguien sale de cacería y por el
mal manejo de su arma sufre él mismo un accidente, recibe los costos de su acción. Pero no
todo costo o beneficio es asumido directamente por el agente de un comportamiento.
Imaginemos una fabrica de caucho que produce llantas y que por ello contamina el ambiente,
ocasionando daños directos a sus vecinos. Este costo generado no es asumido por el propio
agente sino por quienes sufren los daños derivados de la contaminación.
LAS “COMBIS ASESINAS”: PONIENDO LOS COSTOS DÓNDE CORRESPONDE

Analicemos las siguientes estadísticas: en el año 1984, en Alemania, un ciudadano falleció


en un accidente de tránsito por cada 2183 automóviles existentes. En Inglaterra, murió un
ciudadano por cada 3729 automóviles. En el Perú, en el mismo año, murió un ciudadano por
cada 260 automóviles. Es decir que la mortalidad por accidentes de tránsito en el Perú es
casi 8 veces mayor que en Alemania y casi 14 veces mayor que en Inglaterra.

Por otro lado, en el período 1980-1992 murieron por terrorismo en el Perú 22,000
ciudadanos. En el mismo período murieron por accidentes de tránsito 28,000 ciudadanos.
Los automóviles fueron más mortales que toda la guerra terrorista que tuvimos que
soportar. Sin embargo las acciones terroristas llenaban las primeras planas con titulares,
mientras que los accidentes de tránsito ocupaban un lugar poco destacado en las páginas
policiales.

Lo dramático del problema, y las explicaciones al mismo, pueden ayudarnos a comprender


el rol de los fallos judiciales en este campo. Quizás Alemania o Inglaterra puedan exhibir
mejores vías de circulación, un mejor aparato judicial para hacer cumplir las reglas de
tránsito y una mejor conducta ciudadana durante la circulación de vehículos y peatones.
Pero parte de las ventaja esta en la capacidad de los fallos judiciales en el campo de la
responsabilidad civil. Los jueces tienen la tarea de transmitir el mensaje consistente en que
causar accidentes cuesta.

En el Perú, las sentencias posiblemente no trasladan al causante del accidente los costos de
su acción, con lo que los incentivos para evitar accidentes se reducen sustancialmente. Ello
explica en parte porque las combis son conducidas de manera tan irresponsable. Sin duda,
en la cabeza de sus conductores no existe la posibilidad de tener que pagar una
indemnización importante por los accidentes que causen.

Pero las indemnizaciones tienen a su vez que evaluarse en función a nuestras limitaciones
económicas. Más indemnizaciones implican mayores costos en pasajes. Y en una población
con bajos recursos quizás fijar indemnizaciones muy altas podría reducir substancialmente
el número de unidades de transporte disponibles.
 Preguntas:

1.-¿Qué rol o implicancia tendría el Derecho en el caso


planteado en la lectura?
2.-¿Qué tiene que ver la Economía en el caso de la
lectura?
3.-¿Podríamos decir conforme la lectura que existe una
relación entre lo económico y lo legal?
4.-¿Para Ud. que rol tendría que ejercer el Estado para
solucionar el problema planteado? O no es necesario.
5.-¿Para Ud. Que estamento o ministerio del Estado,
tendría que asumir la solución del problema? Explique
6.-¿En la lectura se puede ver claramente la relación
entre el Estado, el Derecho, la Economía y los
particulares? Si o No ¿Explique?
Viendo más allá del Expediente
Los efectos de los fallos judiciales a partir del análisis económico del derecho

Cuando la realidad social se encuentra desfasada en relación al derecho solemos culpar


a la ley. ¡Hay que cambiar la ley! – se dice. Y entonces comienza a moverse todo el
aparato legislativo para hacer cambios, discutirlos, y consolidar finalmente una reforma
legislativa que tendrá como resultado una nueva ley.
Pero al poco tiempo la nueva ley es acusada del mismo delito. Se la imputa estar
desfasada de la realidad y entonces el proceso de reforma legislativa comienza de
nuevo. El resultado de todo esto es: leyes que duran poco, confusión entre los
abogados y demás operadores del sistema jurídico, pero por sobre todo, falta de
confianza de la población en el sistema como un todo.
Sin duda, las malas leyes son causa de muchos problemas, y reflejan muchas veces el
desfase realidad-Derecho. Pero gran parte de la responsabilidad recae también en la
aplicación de la Ley. Quizá sea preferible una mala ley bien aplicada que una excelente
ley mal aplicada.
Y es que cuando se aplica la ley se tiende el puente entre la realidad y el Derecho. Es a
través de la interpretación y aplicación de la ley al caso concreto que ésta se convierte
en realidad. Al construirse este puente es que se puede lograr convertir una ley buena
en una mala y una mala ley en una buena. El Análisis Económico del Derecho (AED) es
una herramienta que justamente permite construir el puente entre realidad y Derecho.
Sus herramientas permiten salir del texto frío de la Ley y de meros ejercicios
semánticos, para comprender sus efectos.
El aplicador e interprete por excelencia es el Juez. El convierte la ley en realidad. Po lo
tanto, su responsabilidad en el funcionamiento del sistema económico y social es
determinante. Su responsabilidad en el devenir del mundo real es incontrovertible ,
pero los jueces no son aún conscientes que son tanto o más responsables de la
economía de un país que el mismo Ministerio de Economía. El impacto de las
decisiones judiciales sobre la economía es tan evidente, que usualmente no nos damos
cuenta.

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