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RELACIÓN ENTRE

DERECHO Y MORAL

7 DE FEBRERO DE 2018
Las relaciones entre la Moral y el Derecho constituyen una de las cuestiones más
importantes y complejas de la Filosofía del Derecho, sobre todo si se tiene en
cuenta que afectan al concepto del Derecho, a su aplicación, a las relaciones
entre legalidad y justicia o al tema de la obediencia al Derecho.
Se puede decir que el contenido del Derecho tiene una clara dependencia de la
moral social vigente, pues es esta, de la misma forma que toda moral social
pretende contar con el refuerzo coactivo del Derecho para así poder
consecuentemente contar y también lograr una correcta eficacia social.
En la sociedad hay normas. Las normas pueden ser formales o legales e
informales o no escritas.
Las normas formales son las normas jurídicas y las normas informales son las
normas morales o los convencionalismos sociales.
Es importante mencionar que en algunos casos la norma moral alimenta a la
norma jurídica y que ese hecho hace que, en algunos casos, normas morales se
vuelvan normas jurídicas y por tanto obligatorias.
El Derecho y la Moral se encuentran íntimamente relacionados, pero son órdenes
normativos distintos no equiparables y, por ello, es necesario precisar estas
diferencias y relaciones.
La diferencia mas importante con respecto a la Moral radica en la estructura de
las normas; concretamente, las normas jurídicas tienen una estructura
imperativo-atributiva, es decir, están presididas por la reciprocidad entre
derechos y deberes, de tal suerte que, en el ámbito jurídico, siempre hay frente
a mi derecho un deber de otro y frente a mi deber un derecho de otro;
reciprocidad que está ausente en las normas morales, que tienen una estructura
puramente imperativa.
UNILATERALIDAD DE LA MORAL Y
BILATERALIDAD DEL DERECHO
La moral es unilateral porque sus normas actúan en el fecundo y asombroso
mundo interior del hombre, donde es suficiente la representación de su mandato
para cumplirlo o, responsablemente, infringirlo.
Esta privacidad alcanza tal grado de íntimo exclusivismo que nadie puede
imponer a otro, seguramente, una conducta moral; no es hacedero ordenar y
lograr que una persona, en contra de su convicción y sus sentimientos. En
consecuencia, a la moral, para la efectividad de sus normas, le es suficiente un
individuo guiado por su propia conciencia.
El derecho correlaciona a unos hombres con otros en la sociedad. Sus normas
presuponen una pluralidad de sujetos comprometidos en participar de una vida
en común. La norma jurídica vincula a lo menos dos personas, por eso es
bilateral. El individuo aislado, en la medida de su incomunicación, está al
margen del derecho.
El precepto jurídico aprovecha no a quien debe acatarlo sino a aquella otra
persona titular de la pretensión y autorizada para exigir el cumplimiento de la
conducta prescrita. Hay un pretensor o sujeto activo que es el beneficiado y un
obligado o sujeto pasivo que debe hacer u omitir algo a favor del primero. La
necesaria ligazón entre estas dos personas, como mínimo, hace del derecho una
regulación bilateral.
INTIMIDAD DE LA MORAL Y
EXTERIORIDAD DEL DERECHO
Se infiere que si la norma jurídica enlaza dos o más personas y la norma moral
alcanza su plenitud en el individuo aislado, el campo propio de la moral ha de ser
diverso al del derecho.
Corresponde a la norma moral el ámbito de las intenciones, el trasfondo en que
anida el móvil de la acción, el porqué de la decisión de obrar; en una palabra, la
conciencia del individuo. Por el contrario, se reconoce a la norma jurídica, por su
sentido social, el plano exterior de la conducta, la parte externa de los actos, es
decir, el comportamiento extrínseco en cuanto toca o afecta a alguien.
Cuestionada la total interioridad de la moral, se oponen reparos a la completa
exterioridad del derecho. En todas las ramas jurídicas hay áreas en las que se
considera decisiva la voluntad del actor; por ejemplo, interpretación de
contratos, posesión, abuso del derecho y muy especialmente en el derecho
penal. Ocupémonos someramente de estos dos últimos.
En el mismo empeño de reafirmar la exterioridad del derecho, Gustavo Radbruch
anota que la "conducta interna emerge sólo en el círculo del derecho, en cuanto
de ella cabe esperar una acción externa". Es por su repercusión social, por sus
posibles consecuencias para las demás personas, que se trata de descubrir la
actitud íntima, la índole de la acción del hombre.
El derecho exige que la conducta del obligado coincida objetivamente con lo
dispuesto por su precepto, a veces sin atender al sentimiento adverso que
quizá veló la intención de su autor: la norma jurídica manda que el deudor
pague; con que efectivamente cancele el crédito, su mandato está
cumplido, quedando fuera de consideración la gratitud o el móvil avieso con
que lo hizo.
Esta concepción se extiende a cantidad de acciones jurídicas para las cuales
el motivo concienciar de quienes las realizan no tiene importancia especial;
sin embargo no puede generalizarse.
En cambio, los sucesos internos como pensamientos, ideaciones, intenciones,
deseos y decisiones mientras se mantengan recluidos en la conciencia y sin
manifestación externa, no son ni pueden ser regulados ni considerados por el
derecho; su apreciación corresponde exclusivamente a la moral.
TESIS DE THOMASIUS

Thomasius observó que la Moral se ocupa de los actos humanos internos y el


Derecho de los actos externos. Esta tesis debe ser matizada. En realidad, no
existen actos puramente externos, pues todos los actos humanos tienen también
un componente interno, en la medida en que emanan de la inteligencia y de la
voluntad del hombre; sí existen, en cambio, actos humanos puramente internos,
que permanecen en el interior del hombre sin manifestarse externamente.
Por lo tanto, se puede afirmar que la moral se ocupa de todos los
comportamientos humanos –puesto que todos presentan una dimensión interior–,
mientras que el Derecho se ocupa tan sólo de los comportamientos humanos que
se manifiestan al exterior.
TESIS DE KANT

Mientras que el Derecho exige tan sólo la obediencia material o externa, esto es,
la realización del acto mandado o la omisión del acto prohibido, sin importarle el
motivo de dicha obediencia, la Moral exige en cambio la obediencia formal o
interna: exige una adhesión interna a la norma, que no es relevante en cambio
para el Derecho.
Precisamente, porque al Derecho sólo le interesa el cumplimiento externo de las
normas, puede recurrir a la coacción para obtener ese cumplimiento, lo que en
cambio no tiene sentido en el ámbito Moral, en el que lo relevante es el
cumplimiento de los preceptos éticos por una adhesión interior. Éste es otro
rasgo diferencial entre el Derecho y la Moral, la coercibilidad, que consiste en
que el Derecho puede recurrir a la coacción para garantizar el cumplimiento de
sus preceptos.
COERCIBILIDAD DEL DERECHO E
INCOERCIBILIDAD DE LA MORAL
A la característica de las normas jurídicas que consiste en lograr su
cumplimiento, si es preciso con la amenaza de la fuerza, cuando la voluntad del
sujeto le es adversa, se denomina coercibilidad.
La coercibilidad consiste en imponer a todo trance la conducta debida y en
impedir, también por todos los medios, la realización de lo prohibido, siempre
que lo uno y lo otro sean posibles en la práctica. En oposición a la coercibilidad
del derecho se encuentra la incoercibilidad de la moral, porque ésta supone y
requiere imprescindiblemente de la espontánea decisión del individuo para que
su conducta sea valiosa. Precisa que el sujeto obre por sí mismo,
voluntariamente, por propia vocación, en uso de su albedrío.

La moralidad "jamás puede alcanzarse mediante un poder exterior."


CONCLUSIÓN

Distinguir, por su contenido, las normas jurídicas cuya genealogía es la propia


conciencia humana, de aquellas que se derivan de las prescripciones sociales o
comunitarias, esto es heterónomas.
Al analizar los casos jurídicos difíciles, el abogado debe prever la utilización de
métodos de ponderación que guíen el proceso de construcción de sus dictámenes
y soluciones, la inclusión de la moral en los campos del derecho en todas sus
ramas, se presenta con mayor intensidad conforme avanza el tiempo y las normas
jurídicas cambiantes en el.
Evidentemente que si el abogado no acepta la importancia de la moral en el
derecho, no puede pensarse en que quedaría su institucionalidad jurídica, así
puede estar en riesgo el papel del abogado como un actor fundamental para la
solución de conflictos y como un armonizador de la vida social.
BIBLIOGRAFÍA

http://www.filosofia.org/filomat/df481.htm

https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3796/9.pdf

http://www.redalyc.org/html/666/66612870003/

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