¿Y ahora? Parte IV Miguel Ángel Ruíz Marcano El cuarto factor es la funcionalidad, que debe incluir al menos contratos inteligentes, eficiencia energética sin el dañino Proof-of-Work, sistemas antiespeculación con algún tipo de paridad ligada al mundo físico, agilidad en la confirmación de transacciones al estilo “lightning network” y sin esos terribles delays que han afectado a Bitcoin y Ethereum, intercambio de tokens como por ejemplo “atomic swaps” o similares, y micropagos eficientes en (micro)tiempo y (micro)coste.
Miguel Ángel Ruíz Marcano
El quinto factor podría ser que una misma criptomoneda aunase en su universo de usuarios a todos los agentes socioeconómicos: instituciones, entidades financieras, ciudadanos usuarios, y empresas/comercios. La especialización puede traer ciertos éxitos sectoriales, pero definitivamente no la hegemonía.
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Un sexto factor sería que la criptomoneda esté respaldada por una comunidad sólida (y responsable), y que esté compuesta por algo más que criptodesaforados e inversores ávidos por hacerse ricos. Es esencial que haya una auténtica comunidad de techies y desarrolladores entusiastas que aporten valiosas líneas de código que den valor añadido y evolucionen contínuamente en ecosistema.
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Y el séptimo y último factor es que preserve en cierta medida tanto el anonimato del pagador (similar al dinero efectivo), pero que permita algún grado de control centralizado para casos de emergencia nacional que la tecnología no haya podido prever o que el futuro haya traído imprevisiblemente.